noviembre 3, 2025

Conecta con nosotros

#4 Tiempos

Un amor de sándwich | Columna de Carlos López Medrano

Publicado hace

el

Mejor dormir

 

Hace ya algunos años, una película mexicana de cuestionable factura, y cuyo nombre conviene no rebuscar, mostraba la historia de dos jóvenes que compartieron un lapso de veinticuatro horas tras conocerse fortuitamente en la fuente de un callejón perdido. Uno enamorándose, la otra dudando sobre el porvenir con su pareja de antaño.

El varón se esmeraba por cautivar a la chica, una española que no conocía a fondo la Ciudad de México. Hacía cosas fuera de la norma. La llevaba por la noche a un área restringida del bosque de Chapultepec. Grababa con ella una pieza en violonchelo para posteriormente confeccionar un sample de recital. La invitaba al enésimo speakeasy… la película gira en torno a sus esfuerzos por alcanzar lo extraordinario y, de esta manera, ser memorable para ella. El protagonista lo consigue a medias: la visitante pasa un día para el recuerdo, pero al final se despide y vuelve con su novio de toda la vida.

Desconfío de las relaciones sostenidas por la pirotecnia, por la necesidad de la épica, de la constante movilidad, de viajar como una huida carente de fondo, de estar en las postrimerías todo el tiempo, como si el filo de la navaja fuera lo que mantiene en funcionamiento a su amor. Y no, creo que no: en última instancia, el amor debería bastar por sí solo y persistir aún en el minimalismo, en la intimidad hasta el hueso, en una habitación sin mayor distracción que los dos.

Congeniar sin estimulantes externos. Superar el aburrimiento y la prueba de los silencios compartidos. Cualquier pareja la pasa bomba en una tarde con vistas al mar, en el pueblo mágico, en la cena de gala; la prueba de fuego es ir al mercado, la mañana en la alcoba cuando no hay mucho que hacer ni decir. Quienes empatan en tal circunstancia, y la pasan bien y se quieren, pueden estar seguros de poseer un vínculo especial. El día olvidable es una de las cumbres del amor.

Las mejores relaciones posibles, uno se da cuenta más tarde que temprano, son aquellas en las que no es necesario forzar la marcha. En las que el cariño fluye y no sientes que estás a prueba cada día, cada hora, cada minuto, teniendo que hacer maniobras para ser validado y respetado por la otra persona. Alcanzar una complicidad, apreciar la parte más frecuente del ser amado, aquella que el 95 por ciento del día respira y deambula por ahí sin mucho que añadir. Entender que no todo se reduce a la frase ingeniosa, al fantochismo, a la hazaña, sino que lo bello reside igualmente en la rutina, en leer juntos en el jardín.

Aquella película mexicana trataba de emular la magia de Before Sunrise (1995). Sin embargo, los creadores parecían ignorar que el encanto de aquel flechazo entre Jesse y Celine no estaba propiamente en la extravagancia, sino en una cadencia, en un compás, en ilustrar la maravilla de encajar con alguien, tal como Richard Linklater retrata en postales de plena normalidad. Ir al parque, sentir las campanas, hacer piojito. Comer en un restaurante cualquiera, jugar al pinball. Caminar sin rumbo y platicar con alguien que sabe escuchar.

Graham Greene lo describe bien en esa notable novela llamada El final del affair. El personaje de Sarah, en plena revuelta espiritual, revela su mayor deseo: estar con el hombre que la vida ha apartado de ella. Y no para tirarse de un parapente o ir de Safari a una región de África. «Quiero comer sándwiches con él», dice, «quiero estar tomando una copa en un bar con él»

. Eso es bastante cuando se quiere a alguien, cualquier extra te aleja de lo esencial. «Quiero un amor corruptible y humano y normal», añade después.

En otro capítulo, Bendrix, el hombre al que Sarah aludía, lamenta no gozar la cotidianidad que ella, la amante, tiene con su marido. Tras ser descubierto, se lo confiesa «Contigo, ella hacía la compra y cocinaba y se iba a dormir, conmigo solo podía hacer el amor».

El romance como carrera de fondo es una constante en la obra de Greene. En El tercer hombre da cuenta de su predilección por lo duradero antes que por la erupción volcánica: «No tenía una cara bonita, ése era el problema. Era una cara para vivir con ella un día tras otro. Una cara para toda la vida».

La primacía de lo templado. El amor que perdura no es el de puro vino y rosas y de explosión carnal que se desvanece, sino el que tiene un punto de resignación y que asume lo bueno y lo malo. Como católico, el escritor inglés entendía el valor de cargar con la cruz del otro. El deseo de la simple compañía.

Sería tonto oponerse a lo sublime, a la búsqueda de lo extraordinario, del ideal. Es absurdo renegar de fechas, celebraciones y citas especiales. De vacaciones memorables. Sin duda hay que tenerlas. Son chispas, fuegos que animan y que uno recuerda en la posteridad. Pero eso no se tiene siempre, son excepciones.

Apelar al vértigo es una carrera agotadora y sin sentido. Rafael Berrio lo cantaba en parafraseo carveriano en esa otra película que bebe de Before Sunrise (aunque con mayor gracia que la cinta mexicana), La reconquista (2016) de Jonás Trueba: «En el amor somos todos principiantes».

Vete a chiflar a otro lado con la expectativa en bandeja de plata. Hasta lo exquisito cansa, como diría un viejo príncipe. Lo que cuenta es alguien con quien sobrevivir al naufragio, al tedio que conforma la existencia y que al lado de la gente precisa ya no es tan insufrible y se convierte en un plano mejor. La gloria es la rutina con la persona adecuada. Alguien con quien pasar tu propio anochecer.

Ya de viejo, si llegas a serlo, o en temporadas difíciles, comprenderás la importancia de estar a gusto con alguien que apenas se mueve, que ya no puede tirar maromas y que no se subirá a un iceberg contigo. Que estará ahí, transparente, y que con un arqueo de ceja te endulzará el desayuno. Yo, como Sarah, cambio el cuento de Disney (la carroza que termina en calabaza) por un amor de sándwich. Un sándwich genuino.

 

Contacto:
Twitter: @Bigmaud
Correo electrónico: [email protected]

También lee: Traer de vuelta al viejo Acapulco | Columna de Carlos López Medrano

#4 Tiempos

Selección Femenil Sub-17 el despertar desde Marruecos | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

Publicado hace

el

TESTEANDO

En Marruecos se está escribiendo una historia que podría marcar el rumbo del fútbol femenil mexicano. La Selección Sub-17 llegó al Mundial con la ilusión intacta, pero también con el peso de representar a un país que exige crecimiento, identidad y resultados. No es solo una competencia juvenil, es la oportunidad de demostrar que el talento mexicano está listo para dar el salto.

El torneo comenzó con un tropiezo doloroso ante Corea del Norte. Fue un golpe que dejó lecciones más que heridas. Pero lo más importante no fue la derrota, sino la reacción. En el siguiente encuentro, frente a Países Bajos, México mostró carácter, temple y una madurez poco común para su edad. Ese triunfo ajustado cambió por completo la atmósfera del grupo y reavivó la confianza.

Con el paso de los partidos, la selección se reencontró con su mejor versión: ordenada en defensa, solidaria en el medio campo y valiente al frente. Las jugadoras comenzaron a jugar con una convicción distinta, sabiendo que el esfuerzo colectivo podía llevarlas lejos. Esa confianza las ha impulsado hasta los cuartos de final, donde ahora deberán enfrentar a Italia, un rival con tradición, técnica y ambición.

El duelo ante las italianas será una prueba de madurez. México llega con un grupo que no teme a los nombres ni a los antecedentes. Lo que se ha visto hasta ahora es un equipo que juega con personalidad, que corre cada b alón como si fuera el último

y que entiende que representar al país en una Copa del Mundo es un privilegio que se honra con entrega total.

Más allá de los resultados, este torneo está dejando señales alentadoras. La evolución táctica, la inteligencia en la recuperación y la capacidad para sostener el ritmo de juego muestran que el proceso del fútbol femenil en México empieza a consolidarse. Ya no se trata de promesas, se trata de hechos.

Estas jóvenes futbolistas no compiten solo contra rivales extranjeros, sino también contra una historia que durante años les negó visibilidad. Hoy, ellas están cambiando la narrativa. Cada pase, cada jugada y cada gol son una afirmación de que el fútbol femenil mexicano está listo para ocupar su lugar en la élite.

La Selección Mexicana Femenil Sub-17 está viviendo un momento clave. Enfrentar a Italia en los cuartos de finalno es solo una cita deportiva, es la oportunidad de confirmar que México tiene una generación capaz de mirar de frente a cualquier potencia. Pase lo que pase, este equipo ya dejó claro que el futuro del fútbol femenil nacional no es una promesa: es una realidad que acaba de comenzar.

También lee: De CU a mantener el vuelo | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

Continuar leyendo

#4 Tiempos

Agua, territorio y sociedad, el tema del mes de La Ciencia en el Bar | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

Publicado hace

el

EL CRONOPIO

 

Continúa el ciclo número cuarenta de La Ciencia en el Bar, que está por cumplir cuarenta años de actividades siendo el programa de este tipo, pionero en nuestro país y que fue establecido para festejar los cincuenta años de la Física en San Luis que ahora llegará a los setenta.

En este ciclo conmemorativo toca el turno a la Dra. Azalea Judith Ortiz Rodríguez que abordará el tema, Agua, Territorio y Sociedad: construyendo puentes entre la ciencia y la gente a través de la conectividad; tema por demás interesante e importante pues aborda el problema del agua, sustancia vital para la vida y el desarrollo de nuestras sociedades.

En anteriores sesiones de La Ciencia en el Bar, se ha tratado este tema y ahora la Dra. Ortiz nos presentará nuevos aportes a esta problemática donde la participación ciudadana es de vital importancia en esa liga con los especialistas a fin de resolver los grandes problemas sociales asociados a el agua, incluyendo los aspectos territoriales. La sesión de hace diez años que consistió en una mesa redonda con el tema de agua, leyes y derechos, puede consultarse en mi canal de youtube:

La charla se llevará a cabo este miércoles 29 de octubre en punto de las ocho de la noche en la Cervecería San Luis, ubicada en Calzada de Guadalupe número 326, la entrada es gratuita y no hay obligación de consumo; es un escenario informal de convivencia entre el gran público y la comunidad científica potosina que aporta y pone a discusión sus resultados científicos en aras de formar mejores sociedades.

La formación de la Dra. Azalea Judith Ortiz Rodríguez ha sido muy variada, realizó una licenciatura en Geografía titulándose en 2010, posteriormente la maestría en ciencias en Geología Aplicada (2012) y, finalmente su doctorado en el programa institucional de la UASLP en ingeniería y ciencias de materiales graduándose en 2017.

Tuvo una estancia posdoctoral en el Instituto de Investigación en Zonas Desérticas de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí de 2020 a 2024, donde se enfocó en cuestiones de la conectividad hidrológica en varios contextos ambientales, publicando sus resultados en revistas especializadas en cuestiones hídricas. El tema del que nos hablará es justamente lo que trabajó en el Instituto de Zonas Desérticas bajo la dirección del Dr. Carlos Alfonso Muñoz Robles.

Ha colaborado en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México y en el campus Juriquilla en Querétaro de la misma universidad. Es una joven científica formada en los programas universitarios de la UASLP y formada como investigadora en el programa de Ingeniería y Ciencias de Materiales que es uno de los más importantes programas de formación científica de la UASLP que reúne a un buen número de dependencias universitarias dedicadas a la investigación científica y donde participan grupos de investigación en diversas áreas del conocimiento. En este programa que está cumpliendo veinte años, han egresado más de doscientos investigadores con el grado de doctor, entre los que se encuentra la Dra. Azalea Judith Ortiz Rodríguez.

Los invitamos este miércoles 29 de octubre en la Cervecería San Luis a escuchar la charla sobre agua en el tema de conectividad hídrica, que nos presentará la Dra. Judith Ortiz.

También lee: Tradición potosina en Altas Energías, reconocimiento a Jürgen Engelfried | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

Continuar leyendo

#4 Tiempos

La seriedad y la risa | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

Publicado hace

el

LETRAS minúsculas

 

Un amigo mío, ejecutivo de cierta importancia, tan pronto como llega a su oficina arquea las cejas, se compone la corbata y adopta una pose tan autoritaria que a uno le dan ganas de obedecerle en todo. ¡Dios mío, qué transmutación de un minuto a otro y de una puerta a la siguiente! ¡Pero si apenas hace cinco minutos venía en su auto contando chistes rojos! Cuando se apeó del automóvil aún sonreía, pero apenas entró en el edificio adoptó un tono tan cadavérico y malhumorado que ya sólo verlo daba miedo. ¿Estoy ante uno de esos que los psicólogos llaman ciclotímicos?, me preguntaba yo lleno de asombro, pues no me explicaba cómo se podía pasar de un estado de ánimo a su contrario de manera tan radical y, sobre todo, en tan corto tiempo.

-Señorita –dijo mi amigo apretando un botón y levantando una bocina-, ayer por la tarde le pedí que revisara el expediente X. ¿Lo hizo usted?

La señorita tartamudeaba en la lejanía, presa de un pánico feroz.

-Sí, sí, lo he hecho. ¿Quiere usted revisarlo, licenciado?

Yo miraba a mi amigo como preguntándole: «¿Eres tú? ¿De veras eres tú?». Pero él hizo como que no entendió mi pregunta, y en eso la secretaria anunció la llegada del famoso y temido expediente X.

Entonces recordé lo que, según dicen, aconsejó una vez Anaximandro el filósofo a Pericles el político: «Acuérdate de lo que te digo: para seguir en el poder hay que ser serios». Y sonreí con cierta malicia, como entendiendo por fin de qué iba la cosa. Pero, ¿había leído mi amigo a los filósofos griegos?

Lo dudo. Ya el Memín Pinguín hubiera sido demasiado para él. Y esto lo digo no en plan de mofa, sino ateniéndome a lo que él mismo me dijo un día, a saber: que el único libro que había leído en su vida, y de eso hacía ya muchos años, era el instructivo de una cámara Nikon que acababa de comprar en aquel entonces; pero, de ahí en fuera, nada más…

Es apasionante leer los instructivos y a la vez muy divertido –me dijo aquella vez-. Pero, ¿quién lee ya estas obras maestras de la concisión? ¡Es la literatura más olvidada de todas! No miento si te digo que mi modesta biblioteca personal, si puedo llamarla así, está formada sólo por esos instructivos o manuales de uso que la gente desecha con desconsiderada facilidad. ¡Tengo más de cien! Algún día leeré los noventa y nueve que me faltan.

¿Bromeaba mi amigo diciéndome estas cosas? Pero no, no bromeaba: recordemos que estaba en su oficina y que él, allí, no se habría permitido ni la sonrisa más discreta.

Pero ahora hablemos de una mujer a la que conozco. En su juventud fue algo hermosa, según pude verlo en viejas fotografías conservadas con devoción por ella misma en un álbum que, de tan pesado, nadie aceptaría cargar durante cinco minutos seguidos. Sí, digamos que fue bella. Pero cometió en su juventud el error de hacer caso a una amiga suya del colegio que le dijo un día:

-No permitas que tu hermosura se estropee. Evita, sobre todo, las patas de gallo.

-¿Y cómo las he de evitar? –preguntó ella, pues realmente le quitaban el sueño todas estas cosas.

-No rías. Y, si puedes, evita también las sonrisas. ¡Estropean el rostro como no tienes una idea! Lo arrugan, lo ajan, lo deforman.

¡Lo mismo pensaba aquel monje amargado de El nombre de la rosa!: «La risa sacude el cuerpo, deforma los rasgos de la cara y hace que el hombre parezca un mono».

Desde entonces aquella mujer ya nunca rió, conformándose, para manifestar su alegría, con estirar la boca y hacer una mueca, cual si estuviera ante un espejo comprobando que no se le ha quedado nada entre los dientes después de haber comido. ¿Sonreír de veras? No, gracias. Debo cuidarme de las patas de gallo.

Y así podría contra infinidad de historias más; baste por el momento con decir que, si bien la sonrisa tiene enemigos, yo preferiría mil veces que nadie me obedeciera y todo se me arrugara, a andar por la vida mostrando una horripilante cara de tabla.

Escribió el padre Auguste Valensin en su diario (anotación del 10 de mayo de 1937): «No sentir miedo de Jesús, no sentir miedo de mi Padre. Me imagino a Jesús con sus apóstoles. Llega a la orilla del lago donde los niños juegan. Y, al verlo, huyen los niños. Una madre le trae a su niñito de seis años y el pequeñín, aterrorizado, se agarra a las faldas de su madre, grita, quiere escaparse de allí. ¡Lo contrario de lo que sabemos que ocurría! Y me pregunto: ¿qué sentimientos hubiera experimentado Jesús? ¡Es tan doloroso darse cuenta de que se infunde miedo! Y todavía el miedo de un niño no puede realmente entristecernos porque es irrazonado, pero Jesús, que vino por amar a los hombres y fue todo amor para ellos, si hubiera visto a los que se acercaban a Él y a quienes ofrecía su afecto retirarse muertos de miedo; si hubiera visto a sus apóstoles tratarle como un maestro severo, mientras que Él se mostraba para con ellos indulgente y suave; si hubiera visto que los pecadores evitaban incluso por respeto su presencia, ¡qué pena hubiera experimentado!».

Jesús debió sonreír, y muy a menudo; debió ser incluso un maestro en el arte de la sonrisa, pues de no haber sido así, ¿por qué iban los niños a correr a abrazarlo espontáneamente, como sabemos que lo hacían? Somos más bien nosotros, sus discípulos, quienes hemos caído a veces en la tentación de la seriedad. ¡Como si por parecer serios nuestros enemigos fueran a respetarnos más! Quizá sea demasiado injusto al decir esto, pero un cristiano que infunde miedo –sea cual fuere su trabajo en la viña del Señor-, aún no ha podido ser cristiano más que a medias.

¿O me equivoco, estimado lector?

También lee: Monólogo del profesor | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

Continuar leyendo

Opinión

Pautas y Redes de México S.A. de C.V.
Miguel de Cervantes Saavedra 140
Col. Polanco CP 78220
San Luis Potosí, S.L.P.
Teléfono 444 2440971

EL EQUIPO:

Director General
Jorge Francisco Saldaña Hernández

Director Administrativo
Luis Antonio Martínez Rivera

Directora Editorial
Ana G. Silva

Periodistas
Bernardo Vera

Sergio Aurelio Diaz Reyna

Diseño
Karlo Sayd Sauceda Ahumada

Productor
Fermin Saldaña Ocampo

 

 

 

Copyright ©, La Orquesta de Comunicaciones S.A. de C.V. Todos los Derechos Reservados