#4 Tiempos
Spiro, Spero | Columna de Juan Jesús Priego
LETRAS minúsculas
«Es bastante grave, pero si pasa de hoy, creo que se salva», dice el médico en voz baja a un marido atribulado en Sábado de gloria, el hermoso relato de Mario Benedetti, el escritor uruguayo recientemente desaparecido. Su esposa está pasando por una crisis agudísima; casi se podría decir que agoniza, pero, si pasa de hoy, se salva: así lo ha dicho el doctor.
Pues bien, lo mismo ocurre con el desesperado.
La desesperación es la falsa creencia de que todas las puertas están cerradas y que continuarán así por toda la eternidad ¿Qué es el presente para él sino una prolongación monótona de lo que ya ha sucedido en el pasado? ¿Y qué el futuro, sino un mero calco de lo que ya pasó? ¡Todo es igual, siempre igual! «¿Cómo soportar vivir todavía un segundo? Y, sin embargo, no sucederá nada, porque nada sucede nunca y porque nada más puede llegar para mí»: he aquí lo que se dice a sí misma Thérèse Desqueyroux en El fin de la noche, la sobrecogedora novela de François Mauriac. ¿Y sus palabras no reflejan bastante bien la manera de expresarse del que ha perdido la esperanza? «Lo que fue, eso será: no hay nada nuevo bajo el sol».
Para decirlo ya, desesperar es renunciar al futuro para quedarse anclado en un presente del que no es posible abrigar demasiadas esperanzas. Suicidarse no es sólo matarse uno a sí mismo, como dice la obvia definición; suicidarse es, ante todo, ya no esperar a mañana. ¡Si el desesperado hubiese pasado de hoy, seguro que se salvaba!
Los estados de ánimo son pasajeros, y las circunstancias en las que nos encontramos, también. ¿Quién nos puede asegurar que el problema que hoy tanto nos preocupa no se resolverá hoy mismo por la noche o mañana al amanecer? ¿Quién puede conocer el futuro o imaginar lo imprevisto? No bromeaba, pues, el humorista español Enrique Jardiel Poncela (1901-1952) cuando dijo en una de sus Máximas mínimas que «el suicidio es la exasperación de la impaciencia».
Antes de morir, Macbeth, el héroe de una de las tragedias de William Shakespeare (1564-1616), dice en tono valeroso: «Hasta que el bosque de Birnam llegue a Dunsinane y yo esté frente a ti, a ti, que no naciste de mujer, intentaré todavía mi última posibilidad».
Tres brujas, las mismas que habían profetizado a Macbeth que llegaría a ser rey, le profetizaron después que no moriría sino hasta cuando «el gran bosque de Birnam «subiera marchando para combatirle en la alta colina de Dunsinane». Un extraño oráculo (como todos los oráculos, por lo demás) que Macbeth no supo interpretar sino hasta el momento en que se cumplía.
Desde la colina de Dunsinane (donde se emplazaba su castillo), Macbeth vio venir un día hacia él las tropas de Macduff, el enemigo que ansiaba aniquilarlo. Entonces lo comprende todo: la hora de morir está cercana. «¡Sopla, viento! –dice-; ¡ven, naufragio! Suena la campana de alarma. Pero moriremos al menos con la armadura puesta».
Antes de morir, Macbeth va a luchar, intentando sacar partido de la única posibilidad que le queda. No se tirará al vacío, ni se cortará las venas, ni perderá tiempo imprecando contra los dioses. ¿Por qué derrotarse a sí mismo antes de medir sus fuerzas? «Si no queda más remedio que luchar, luchemos», parece decir en un momento de serena valentía.
El filósofo judío Emmanuel Lévinas (1906-1995) interpreta así las últimas palabras de este hombre ya casi moribundo: «Hay siempre, antes de la muerte, una última posibilidad que el héroe tratará de aferrar. Héroe es aquel que alcanza a ver siempre una última posibilidad; es el hombre que, a pesar de todo, se obstina en encontrar posibilidades».
El héroe no se da por derrotado antes de comenzar la lucha; es posible que el combate sea feroz y que hasta resulte vencido en él; sí, es posible que así sea, pero no por eso aceptará pertenecer a la raza de aquellos que, según el decir de Emmanuel Mounier (1905-1950), «se quitan la vida para no tener que morir».
Desde esta perspectiva es posible afirmar que los hombres y las mujeres que se debaten entre la vida y la muerte en alguna cama de hospital son verdaderos héroes, pues están intentado la única posibilidad que les queda; acaso mueran, pero, en todo caso, morirán con la armadura puesta; tal vez la lanza de la enfermedad los deje finalmente sin aliento, pero no exhalarán el último suspiro sin antes haber luchado. Respirar es para ellos sinónimo de esperar.
«Mientras la rama no esté cortada del árbol, se justifica la esperanza», decía a menudo Baal Shem Tov (1698-1760), un gran maestro judío de la Europa oriental. Aun cuando alguien se encontrara solo y perdido en algún bloque de hielo del polo sur, siempre puede esperar que pasé por ahí un barco y lo rescate en el último momento; mientras no llegue la muerte, siempre habrá una última posibilidad. Héroe no es el que vence siempre, sino el que siempre espera.
Mientras escribo estas palabras veo salir a mi vecino por la puerta de enfrente. Siempre está de mal humor, y cuando lo saludo apenas me responde. Sin embargo, por su cara podría juzgar que ha sufrido mucho, y además desde que yo recuerdo vive solo. ¿Será que lo ha abandonado su mujer? Algo de esto oí hace algún tiempo, pero no hice mucho caso. Ahora lo saludaré con más entusiasmo que antes: tal vez sea un héroe de esos que hablo aquí. Pues, ¿acaso se ha suicidado? No, y la prueba está en que desde aquí puedo verlo con su rostro desencajado de siempre. ¡No se ha suicidado! Por lo tanto, es probable que esté jugando con la última carta que le queda… ¡Bendito señor de enfrente! Y yo que lo juzgaba con tanta severidad…
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#4 Tiempos
Cuando México si hace cine de terror bonito | Columna de Guille Carregha
CRITICACIONES
¿Si han visto que, cada vez que me ponen películas de terror mexicanas en frente, casi siempre acabo diciendo algo como “esto podría estar bueno, PERO…” o “me habría encantado SI no hubieran hecho aquello”? Bueno, pues mientras estaba viendo No Voltees (disponible gratis en Tubi) estaba esperando decir las mismas tonterías de siempre. Pero… no. Sí me gustó. De verdad, siento que esta película es genuinamente buena. Y no me refiero a “buena para ser película mexicana”, que de esa categoría conozco varias, ni buena como sinónimo de “pasable” o “entretenidilla”. Simplemente es buena y ya.
Es la clásica historia de dos hermanos que regresan a la casa de su infancia para visitar a su madre quien vive completamente sola y podría o no estar sufriendo de un episodio de demencia senil que les preocupa profundamente. Y, como suele suceder en este género de películas la demencia senil podría o no ser una situación paranormal que está afectando a la señora. Sustos ensue.
A ver. Dije que era buena. No que era original. Hay diferencias.
Por supuesto, a lo largo de la historia, vemos cuáles son los traumas infantiles de los protagonistas, y cómo están ligados al fantasma de la memoria de su padre falleció, quien trataba a sus vástagos de la manera en la que PETA cree que los personajes de Pokémon tratan a las creaturas de ese videojuego.
Siendo esto más un character piece que un “MIRA MIS EFECTOS TODOS TERRORÍFICOS”, me alegra decir que los actores hacen un trabajo muy sólido. Las actuaciones se sienten naturales, y puedes notar que los personajes están cargados de emociones complejas y matices. No es solo la típica película de terror donde los personajes gritan y corren. O sea, si gritan y corren, viene con el territorio, pero no nada más hacen eso. También tienen conversaciones serias acerca de cómo les afectó la existencia de su papá y cómo eso repercute en sus vidas cotidianas. En ningún momento se siente que estén sobreactuando, y eso ayuda a que el espectador se sienta realmente inmerso en la historia.
La construcción de la película es muy precisa en lo que intenta hacer y está muy bien enfocada. Parte de lo que le ayuda a funcionar tan bien, es que la acción se desarrolla casi únicamente en una sola locación, además de que se nos presentan a muy pocos personajes, por lo que se siente concisa y sin pretensiones exageradas de ser algo que no le alcanza el presupuesto para ser. Lo más importante, intenta contar una historia que está muy bien ligada a sus temas principales de drama familiar y abuso infantil. Trigger warning, supongo.
No tienes que estrujar las neuronas innecesariamente ni armar ningún rompecabezas imaginaro para entender lo que pasa o hacia dónde va la historia. No hay necesidad de generar ideas que comiencen con un “¿qué tal si…?” o “a ver, suponiendo que…” para que los mismos malabares mentales de la audiencia arreglen la falta de coherencia narrativa que no pudieron hacer desde el guión. Todo está ahí, puesto en pantalla para que se pueda disfrutar de la experiencia sin problema. Los simbolismos y metáforas están clarísimos, pero, además, están trabajados con delicadeza. Nada se siente forzado, ni misteriosamente la película termina siendo temáticamente una condenación a lo que supuestamente estaba celebrando la historia originalmente (inserte aquí referencia a Huesera)
La mayoría de los sustos, por ejemplo, vienen de los personajes mismos, de sus acciones, de lo que se ha estado preparando con ellos desde el principio. Es decir, no nos llenan la pantalla de efectos especiales exagerados o de secuencias visuales que solo buscan que el espectador diga “¡asupinshimare, ¿QUÉ FUE ESO?!” Aquí, la esencia del terror se enfoca en lo humano y en lo psicológico. Esto, para mí, es de lo mejor que una película de terror puede ofrecer. Es algo que los buenos exponentes del género ya saben: los monstruos son más aterradores cuando se sienten cerca, cuando son reflejos de algo dentro de nosotros. En ese sentido, la película logra crear una atmósfera densa y atrapante sin tener que recurrir a (tantos) trucos baratos, y en ese sentido, hay muy pocas quejas de mi parte.
O sea, no les voy a mentir, si hay más de dos escenas de efectos especiales y maquillaje aterrador que, pues… mira, lo intentaron, ¿no? Hicieron lo que pudieron con el dinero que tenían y se aprecia el esfuerzo. Pero tampoco es como el enfoque principal de la experiencia, por lo que se puede dejar pasar. Además, las soluciones visuales que se avientan en los últimos diez-quince minutos, sobre todo las pensadas para dar miedo, están rechulas y súper sencillas de llevar a cabo. Pero sí, la falta de ceros en el cheque que les dio la producción si se nota un poquito.
Con esto no estoy diciendo que la película sea aburrida o le falte creatividad. Hay varios encuadres de cámara súper efectivos que construyen tensión y añaden un toque artístico sutil pero preciso. La(mayoría de la)s imágenes están cuidadas hasta el detalle, y, especialmente hacia el final, te encuentras con varias secuencias visualmente impactantes que demuestran que el equipo detrás sabía exactamente cómo usar el lenguaje visual. No están sobrecargadas ni fuera de lugar, sino que parecen tener un propósito claro en la narrativa.
Sobre eso mismo, lo que me fascinó es cómo esta película no intenta ser algo que no es. Muchas veces vemos películas que intentan ser “la próxima gran cosa,” saturando cada escena con imágenes sobrecargadas, efectos especiales de dudosa calidad, o simbolismos tan rebuscados que terminas preguntándote qué acabas de ver. Aquí no. La película sabe muy bien sus límites, y trabaja dentro de ellos de una manera impecable. La gente detrás de la película claramente tenía muy en claro cual era el presupuesto y se trabajó sabiendo que no se podía gastar de más.
Una cosa que si tengo que mencionar que me chocó un poco, sería el escenario. La película se desarrolla en una mansión gigantesca en medio del bosque, algo que no es imposible en México, pero sí bastante raro. No sé ustedes, pero personalmente, nunca he visto algo ni remotamente parecido en la vida real. Da la sensación de que eligieron este lugar para tener una película un poco más “universal” (o sea, más gringa, pues) para poder vender la película al mercado internacional. Y bueno, supongo que les funcionó, porque lograron un acuerdo con Tubi Originals, y qué bueno por ellos. Pero… se siente un tanto fabricado, ¿saben? Como que algo no cuadra.
Ahora, este pequeño detalle no le quita mérito a la historia. La mansión no es solo una locación más: juega un rol en la narrativa, y su diseño contribuye a la sensación de claustrofobia y tensión que se va acumulando a lo largo de la película. Las paredes parecen cerrarse sobre los personajes, y los corredores largos y las habitaciones oscuras ayudan a construir ese miedo visceral que el director busca evocar. Así que, aunque la elección de locación puede ser un tanto “no-muy-mexicana,” realmente termina funcionando bien para los objetivos de la historia.
Por otro lado, el equipo de arte se autofeló durísimo con lo bien que trabajaron. Desde el principio se nota su esfuerzo por crear un universo real y funcional dentro de la lógica de la película. Se crearon programas de televisión (con la misma calidad cutre de las comedias de Televisa de los 80), y no hay ningún producto a la vista al cual no le hayan inventado una marca original para evitar hacer menciones comerciales innecesarias. O sea, nivel, incluso cuando salen a cuadro las conversaciones de WhatsApp entre personajes HAY MENSAJES ANTERIORES A LO RELEVANTE A LA HISTORIA. Es como si fueran personas reales que interactúan entre ellas antes de que las pongan frente a cámara.
Sé que es un detalle super ínfimo, pero la cantidad de películas en donde las conversaciones por chat entre personas están vacías hasta que empieza la escena de los mensajes de texto que he visto es enorme.
Creo que lo que más me entusiasma de todo esto es la promesa de que este dúo de escritor y director, si vuelven a trabajar juntos, puedan crear otras joyas como esta. Realmente quiero ver más de su trabajo. Han demostrado tener una comprensión profunda de lo que hace que el terror funcione, y con más experiencia y tal vez un poco más de presupuesto, creo que podrían llegar a hacer algo verdaderamente memorable. Con esta película, han sentado una base firme; han demostrado que en México se pueden hacer películas de terror de calidad.
También lee: Mi primer acercamiento al cine de terror | Columna de Guille Carregha
#4 Tiempos
Los desastres NO son naturales, tema de La Ciencia en el Bar | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
La Dra. Patricia Julio Miranda de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades de la UASLP será la encargada de dictar la siguiente charla del ciclo La Ciencia en el Bar, la cual se llevará a cabo el miércoles 30 de octubre en punto de las ocho de la noche en Cervecería San Luis, ubicada en Calzada de Guadalupe 326 en punto de las ocho de la noche, quien hablará sobre: los desastres NO son naturales.
Esta es la segunda ocasión que la Dra. Patricia Julio participa en el programa de La Ciencia en el Bar; en 2009 cuando disertó sobre Interacción hielo-fuego, trató sobre la perdida de hielos perenes como el caso de los volcanes mexicanos el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl, por ejemplo, situaciones derivadas por el cambio climático, tema que es uno de sus intereses de investigación.
El tema de desastres naturales es otro de sus tópicos de trabajo el tema de “Resiliencia a nivel comunitario”, y que tiene que ver el cómo las comunidades viven los riesgos bajo los cuales se encuentran, así como las decisiones que toman a partir de la percepción del riesgo para poder afrontarlos.
En San Luis Potosí, lugar donde se ha practicado la minería y se utiliza el agua subterránea y la proliferación de pozos, es una zona que puede presentar problemas de hundimiento, el cual se conoce como subsidencia, el hundimiento progresivo de un terreno, para lo cual el Instituto de Geología de la UASLP ha realizado estudios que le permiten contar con un mapa de lugares con subsidencia, puntos que ha evaluado la Dra. Patricia Julio en cuanto a aspectos estructurales y sociales.
La Dra. Patricia Julio Miranda ingresó como investigadora a la Universidad Autónoma de San Luis Potosí en el año 2006, estudió la licenciatura en geografía en la UNAM, una ma estría en geomorfología y el doctorado en vulcanología en la propia UNAM. En la UASLP es profesora en la licenciatura de Arqueología la que ha dirigido y participa en el posgrado en Ciencias Ambientales.
Por qué se presentan los desastres y cómo pueden prevenirse, es el tema que ha inquietado a la Dra. Patricia Julio y del cual nos estará platicando en su sesión de La Ciencia en el Bar, donde podremos enterarnos de la situación que guarda San Luis Potosí en el problema de subsidencia y cuáles son los factores humanos que propician estos problemas y cómo podemos prevenirlos o evitar que progresen esos hundimientos.
En la charla nos hablará sobre:
Aún hay una amplia percepción en la sociedad de que los fenómenos naturales, como sismos, tornados, sequías, etc, son los causantes de la pérdida de vidas humanas y materiales, pero este paradigma ya ha sido superado. Desde las ciencias sociales se ha ido comprendiendo la complejidad de los desastres y la influencia de los factores sociales, incluyendo la crisis ambiental que estamos experimentando, en la ocurrencia de estos. Es por ello que en la charla se ofrecerán argumentos para comprender por qué los desastres NO son naturales.
Los invitamos a escuchar la charla y enterarse de este tema de la voz de la experta en este tipo de problemas así mismo los invitamos a que estén pendientes de la programación de sesiones de La Ciencia en el Bar, los últimos miércoles de cada mes, las cuales se están realizando en la Cervecería San Luis ubicada en Calzada de Guadalupe 326 en punto de las ocho de la noche.
También lee: Las científicas a cargo de La Ciencia en el Bar | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
#4 Tiempos
La maldición fuera del Lastras | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
San Luis está pasando por un momento complicado. La verdad es que sus juegos de visitante se han convertido en una pesadilla, y cada derrota parece pesar más que la anterior. Con cada partido que se juega fuera de casa, el equipo se aleja más de sus objetivos, y eso no solo afecta la tabla, sino también la moral del plantel y la confianza de los aficionados.
Desde que arrancó la temporada 2023-2024, San Luis ha tenido dificultades para sacar buenos resultados en los partidos como visitante. Hasta ahora en el actual torneo, el equipo ha disputado seis partidos fuera de casa y solo ha logrado una empate, lo que se traduce en una preocupante tasa de efectividad del 16.7% en esos encuentros. Las estadísticas son bastante preocupantes: han dejado escapar puntos importantes en campos que deberían ser accesibles, como el Estadio de León donde se esperaba al menos el empate o en Mazatlán de donde los locales alcanzaron a quedarse con un punto.
La falta de puntería en el ataque ha sido un factor clave en esta mala racha. En esos seis partidos, San Luis ha anotado apenas 3 goles lo que resalta una media de 0.5 goles por partido. En contraste, han recibido 1.8 goles por partido, lo que refleja una defensa vulnerable que necesita ajustes urgentes. En un torneo tan competitivo como el fútbol mexicano, cada punto cuenta, y perder oportunidades puede costar caro en la lucha por un lugar en la liguilla.
Lo más alarmante es cómo esta situación afecta la mentalidad del equipo. Jugar de visitante puede ser una presión extra, especialmente cuando las cosas no salen bien. Los jugadores pueden empezar a sentir el peso de las expectativas y eso puede llevar a un círculo vicioso de ansiedad y bajo rendimiento. Es fundamental que el cuerpo técnico no solo trabaje en las tácticas, sino que también ayude a fortalecer la confianza del grupo. La mentalidad ganadora es clave para salir de este bache.
El próximo partido será crucial. Cada encuentro es una nueva oportunidad para demostrar que pueden cambiar su suerte. La clave estará en encontrar un equilibrio entre defensa y ataque. Tal vez sea momento de ajustar la alineación o implementar nuevas tácticas que les permitan adaptarse mejor a las circunstancias del juego visitante. Por ejemplo, podrían considerar utilizar un esquema más defensivo al inicio del partido para ganar confianza y luego buscar el gol cuando se sientan más seguros.
La visita a Juárez parece accesible, sin embargo es compleja la realidad, el equipo de la frontera busca cerrar dignamente el torneo y ve en San Luis, un rival al que históricamente lo derrotan en su casa.
Es hora de que el equipo se levante y muestre su verdadero potencial. La afición espera ansiosa ese momento; un triunfo fuera de casa podría ser justo lo que necesitan para encender una nueva racha positiva.
En resumen, la mala racha de juegos de visitante no define a San Luis, pero sí representa un desafío grande que deben enfrentar con mentalidad y estrategia. Cada partido es una nueva oportunidad para cambiar la narrativa y demostrar que este equipo tiene lo necesario para competir no solo de local, San Luis tiene una gran oportunidad de cerrar bien el torneo, tres visitas y un juego de local, parece un plato interesante en búsqueda de la clasificación, el secreto parece ser en rescatar por lo menos un triunfo de visita, tomando en cuenta que de local el rival parece a modo, con esto San Luis puede volver a ser un contendiente temido tanto en casa como fuera de ella.
¡Vamos, San Luis!
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