#4 Tiempos
SLP con gobierno estatal pasmado y munícipe capitalino en campaña | Columna de Jorge Ramírez Pardo
Enred@rte
Uno quisiera, además de respetar, querer y admirar a los gobernantes locales, pero no dan motivo para ello. Nada tiene qué ver con el hecho de ser de provincia, sino el conducir el terruño como provincia de la provincia, según se comportan y la escasa consideración mostrada por ellos a la ciudadanía más allá de su entorno de privilegios.
El sector denominado cultura sin espasmo. En este espacio, cada tanto, se da la siguiente radiografía, nuca desmentida: la Secretaría de Cultura potosina es un cacicazgo grupal con 25 años de existencia, iniciado por un sobrino del exgobernador Fonseca (Eudoro hoy de reingreso, procedente de su natal Aguascalientes, e impuesto, mediante alteración de estatutos, para dirigir el privilegiado lugar, siempre sin rumbo, el Centro de las artes); cacicazgo afianzado por su discípulo y ex primer colaborador, otro sobrino de ex gobernador (Armando H. Silva).
El gobernador, como la mayoría de los que le han antecedido, poco sabe del tema denominado cultural; sin pandemia, permitió un ejercicio de derroche y planta directiva excedida y sobre asalariada. ¿Habrá cambios pandémicos o post pandemia? La respuesta lógica es no, pero la comunidad artística afectada puede marcar diferencia.
Los ¿gobernantes? del piso de arriba
A pesar de la relación diplomática mutua pre/pandémica entre Manueles, el presidente Andrés Manuel y el gobernador Juan Manuel, durante el momento de contingencia, la localidad luce desde los poderes, un ejercicio de contrapunto a la denominada 4T. Estos son algunos signos visibles:
- San Luis Potosí es una de las entidades más desatentas a las recomendaciones sanitarias preventivas, y un territorio de eco generoso a la corriente de falsas noticias antigubernamentales que incluyen golpes al carismático médico Hugo López-Gatell.
- En la localidad, la misma secretaría de salud Mónica Liliana Rangel Martínez, está atrapada en un conflicto de intereses encontrados; primero salió a negar y luego reconoció que los Servicios de Salud estatales a su cargo, realizaron contratos con empresas vinculadas al presidente del grupo Infinite, Gabriel Alan Salazar Soto, quien ha sido acusado por fraude de millones de pesos a través de la empresa Invercorp Capital financial.
- La doctora Rangel, reconoció que hay 17 contratos celebrados con empresas donde interviene el empresario como proveedor o apoderado legal; pero esto no los hace responsable o los involucra en las denuncias que hay en contra del empresario, por lo que lamentó que haya personas que la están involucrando de manera dolosa con este señor.
- “Los Servicios de Salud de San Luis Potosí, así como su titular, no tienen injerencia en asuntos entre particulares. Y los hechos a los que pretenden vincularme de forma dolosa, son infundados y totalmente reprobables”, declaró.
- Como quien dice…, aquí no ha pasado nada. La doctora Mónica, consigue, con tan solo saliva, condición de intocada. Mientras, Gabriel Alan circula en la localidad como antihéroe villano astuto.
- Manuel gobernador, calla; su secretario general patina.
- Se hace tradición que los excesos gubernamentales en la localidad no se tocan (pernada para imponer al sucesor hasta ahora es ley). Es la federación quien, eventualmente, pone orden. Va un ejemplo. Marcelo de los Santos sigue intocado/exonerado por el auto-préstamo injustificado de 1500 millones de pesos para añohidalguear con exceso al final de su mandato; en cambio, fue reconvenido, despedido como director de la Casa de Moneda e inhabilitado como servidor público por la federación durante 20 años, luego de un largo litigio y amparos “la justicia federal falló en su contra en todas sus impugnaciones”.
- Y… ¿la justicia local cuándo?, rendición de cuentas incluida.
- Manuel gobernador ¿Por qué no busca rendición de cuentas de su antecesor en lugar de querer endeudar al estado? Vamos, hasta Walmart rectifica…
- ¿A Manuel gobernador no le importa su futuro político ni un legado honorable?
La relación entre Manueles mandantes parece estar en riesgo. Mientras, el más visible candidato del Manuel local anda desatado.
Nervioso y en cristalería
Xavier (Nava), de genética política gallardista; no olvidar que incursionó como diputado de la mano de Gallardo Juárez y recargado en él que entonces tenía notable popularidad; Xavier dice haberle fincado once denuncias penales, pero, no solamente no lo toca, sino le toma como modelo para emular el desvío de recursos públicos para autopromoción; no importan los medios para un fin unipersonal inocultable.
- Xavier ha espaciado sus apariciones en público con acercamientos superficiales populachero/caritativos, con lemas de campaña “sonar fuerte”, cuando obsequia despensas como si fuera un dádiva personal a costa del erario público.
- Xavier ha incrementado las reuniones cupulares. Allá donde los votos valen más.
- Es el mismo munícipe con sobre-representación propagandística en prensa afín. Sin embargo, qué ironía, en los propios editoriales de uno los periódicos que lo sobre-dimensiona, así opinan algunos editorialistas:
- Esté sábado, comentó en Pulso Óscar G. Chávez “¿No vieron al gallardo polluelo y al arrogante currito (Xavier, desde luego) luchando por alcanzar los mayores índices de popularidad repartiendo despensas?
- En el mismo diario, el ex diputado Alfredo Lujambio, de aquel viejo PAN honorable, pregunta: “¿Podrá el presidente municipal Xavier Nava Palacios moderar el gasto en comunicación social así como su frecuencia, para emplear esos recursos en mejorar algunos servicios municipales que tanta falta hacen?”
- ¿Podrá quitar el sueño –cachavotos- al ciudadano de a pie o subempleado, o bolero o vendedor de las vías, ver anuncios durante semanas a costosísima plana completa en periódico de formato grande, acerca de la cuantiosa inversión en el Puente vehicular Rocha Cordero, o la Ampliación del Puente de Pemex?
- ¿Será productivo/electorero festinar/derrochar, también a plena página multicolor, la instalación de 4,363 luminarias con lema de campaña política “en son de paz”, cuando la compra misma de las luminarias está cuestionada y no esclarecida; o autoaplaudir la Sanitización Covid-19, cuando la ciudad y el estado, figuran en estadísticas nacionales a causa de desobediencia a la recomendación de sana distancia?
- Si la derrama en diarios filopripanistas es en pago cash o por intercambio en favor de terratenientes, constructores o mineros en privilegio –según lo pueden dictar sus asesores maquiavélicos-, en cualquiera de las dos opciones se compromete el futuro municipal.
- Vamos, hasta el área denominada Cultura que, en cualquier administración municipal, lucía su bien rendido presupuesto en contraste con el siempre excesivo y gris de la secretaría estatal del sector, hoy palidece. De pronto espejea con eventos liados a agencias externas, pero sólo espejea. No hay sustancia, sí poses para foto en busca de finanzas.
La marcha de ayer
Como en varias ciudades de México, el sábado hubo marcha local para presionar al presidente López Obrador a renunciar. Las consignas y actitudes iban –como en Internet- de la ignorancia a la rabia: “No al comunismo”, “Los afores no se tocan”, “Renuncia AMLO” y “Vete AMLO”.
A una persona próxima, le escuche decir con vehemencia, pero sin idea: es para que se vaya “por todo lo que hace”. ¿Qué es “todo lo que hace”?
Esa es una tónica pregnante del momento. Pegar desde la ignorancia y el neo pontificado de la falsedad.
Al respecto, el siempre equilibrado y certero Jorge Zepeda Patterson, en su columna de ayer titulada “Adversarios: ¿quiénes son los enemigos de AMLO?”, inicia así:
“Quizá no son mayoría, pero cómo se notan. Según las encuestas alrededor de 60% de los mexicanos apoyan la gestión de Andrés Manuel López Obrador, lo cual dejaría en minoría a los que no lo quieren. Pero parecen legión. Los adversarios del presidente se las arreglan para llenar los espacios mediáticos, las charlas de sobremesa, las redes sociales, la conversación pública. A donde vayamos encontramos memes desdeñosos, criticas despiadadas, quejas desesperadas.
Luego pasa Zepeda a hacer una clasificación, no exenta de humor, de quienes descalifican al presidente. Estas son algunas de esas categorías.
Los Vergonzantes. Todos aquellos que sienten pena ajena por tener un presidente tan poco presentable en sociedad (es decir, en su sociedad). No habla inglés, se come las eses, se viste en Milano no en Milán, es provinciano y, peor aún, lo parece. No son los más politizados, ni necesitan serlo. Diez minutos de escuchar al mandatario es todo lo que requieren para odiarlo.
Los de closet. Una versión de la anterior, pero en el bando contrario. Trabajan en el gobierno o se benefician de alguna manera de la 4T pero en su fuero interno AMLO les provoca urticaria… se la aguantan: la panza es primero.
¿En dónde he visto un pinta gansos en nómina a quien “en su fuero interno AMLO le provoca urticaria…”? Ah pandémica desmemoria.
También recomendamos leer: Aspiraciones voraces | Columna de Jorge Ramírez Pardo
#4 Tiempos
Variaciones sobre el mismo tema | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
Cuenta Simone de Beauvoir (1908-1986) al comienzo de su ensayo Pirrus et Cineas que una vez Pirro, el general, hacía en voz alta proyectos de conquista:
“-Primero someteremos Grecia –decía.
“-¿Y luego? –le preguntó Cineas, el filósofo, que estaba por allí cerca y lo escuchaba con atención.
“-Luego conquistaremos África.
“-¿Y después de África?
“-Después de África pasaremos a Asia, conquistaremos Asia Menor, Arabia.
“-¿Y después? –volvió a preguntar el filósofo.
“-Después iremos a la India.
“-¿Y después de la India?
“-¡Ah! –exclamó Pirro-. Descansaré.
“-¿Y por qué no descansas de una vez?
“Cineas –comenta la novelista filósofa- parece sabio. ¿Por qué partir si es para volver? ¿A qué comenzar si hay que detenerse? Y, sin embargo, si no decido en primer término detenerme, me parecerá aún más vano partir. ‘No diré A’, dice el escolar con empecinamiento. ‘¿Por qué?’. ‘Porque después de eso habrá que decir B’. Sabe que, si comienza, no terminará: después de B será el alfabeto entero, las sílabas, las palabras, los libros, los exámenes y la carrera; a cada minuto, una nueva tarea que lo arrojará hacia una nueva tarea, sin descanso. Si no se termina nunca, ¿para qué comenzar?… Pero en tanto que permanezca vivo –dice Pirro- es en vano que Cineas me hostigue, diciéndome: ‘¿Y después? ¿Para qué?’. A pesar de todo, el corazón late, la mano se tiende, nuevos proyectos nacen y me impulsan hacia adelante”.
Quién tiene la razón: ¿Pirro o Cineas? Quizá los dos: Cineas advirtiéndole que el punto de partida no está nunca lejos del punto de llegada y que no es preciso conquistar el mundo para tomarse un descanso. Pero, ¿cómo descansar sin haber antes conquistado el mundo, es decir, sin haberse cansado? Pirro, pues, tampoco se equivocaba: no es lo mismo descansar antes que descansar después. Antes, el descanso es pereza; después, es recompensa.
“¿Conoces la historia del napolitano? –pregunta ahora Christiane Rochefort (1917-1998) por boca de uno de los personajes de Les Stances à Sophie-. El milanés lo ve tirado al sol y le dice:
“-¿Por qué no trabajas? Así tendrías dinero.
“-¿Y luego? –pregunta el napolitano.
“-Te comprarías una casa.
“-¿Y luego?
“-Llevarías e ella a una mujer, ascenderías en la escala social, te enriquecerías.
“-¿Y luego?
“-Y luego –dice el milanés- podrías pasar las vacaciones al sol.
“Y el napolitano responde:
“-¡Pero si ya estoy al sol!”.
En este caso nos parece mucho más sabio el napolitano que el milanés, pues éste sólo piensa en el dinero, en una casa con alberca y amplios jardines: en una comodidad, en fin, que aquél ya goza sin tener que molestarse. ¿Tanto trabajo, tanto desvelo para luego tirarse sol? Bien, él ya está al sol, y no desea sino una sola cosa: que lo dejen en paz.
Si trabajamos únicamente para “ganar”, el napolitano tiene razón. Pero los hombres no sólo trabajamos para “ganar”, sino, ante todo, para ganarnos a nosotros mismos: para que el mundo gane algo y sea un poco más rico con los frutos de nuestra acción. Eso fue lo que se le olvidó decir al milanés: y, por lo tanto, perdió justamente la partida.
Para terminar, he aquí otra historia del mismo tenor. La cuenta Giovanni Papini (1881-1956) en un capítulo de su libro Palabras y sangre. Iba un hombre caminado por la orilla de un río –imagino que sería el mismo Papini- cuando vio a un joven que se disponía a echar las redes:
“-¿Por qué haces eso? –preguntó el paseante.
“-Para coger peces –respondió el pescador.
“-¿Y para qué quieres coger peces?
“-Para venderlos.
“-¿Y qué haces con el dinero que obtienes?
“-Compro pan, vino, aceite, vestidos, zapatos y todo lo demás.
“-¿Y para qué compras todas esas cosas?
“-Para vivir.
“-¿Y para qué quieres vivir?”.
He aquí una pregunta realmente filosófica: “¿Para qué quieres vivir?”. Una vez que hemos respondido a esta pregunta y sabemos la respuesta, nuestro obrar tendrá sentido, pero únicamente hasta entonces y nunca antes.
El pescador se quedó callado. Y como no supo qué responder, se limitó a decir: “Para pescar”. Ignoraba para qué hacía, en el fondo, lo que hacía. Su vida era un círculo vicioso, un malentendido.
“¿Para qué quieres vivir?”. Es preciso responder. Y sólo hasta que lo hagamos también nuestro descanso formará parte del plan, y tendremos paz. Nuestro corazón no nos acusará de haber gozado de una tarde libre, ni nos reprochará por habernos tomando unas breves vacaciones. Seremos, entonces, los hombres más sabios. Y también los más tranquilos.
También lee: La decadencia de la risa | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
#4 Tiempos
La cuna de la comunicación inalámbrica es San Luis Potosí | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
En este mes de junio se cumplen ciento treinta y nueve años del desarrollo de la comunicación inalámbrica. Desarrollo que es netamente potosino aunque la historia oficial se lo asigne a Marconi que lo diera a conocer diez años después en 1896. El 11 de junio de 1886 Francisco Estrada recibía el privilegio (patente) para comunicar trenes en movimiento con la estación de trenes, asunto que implicaba la comunicación inalámbrica.
No queremos dejar el aniversario en el vacío y de nuevo retomamos este tema que hemos estado dando a conocer a través del estudio de la vida y obra de Francisco Javier Estrada Murguía, el físico mexicano más importante del siglo XIX y que naciera en San Luis Potosí en febrero de 1838.
Las aportaciones de Estrada son abundantes e importantes y muchas de ellas como primicia mundial sea en el ámbito de la electricidad o del magnetismo. Entre ellas la más trascendente es el desarrollo de la comunicación inalámbrica.
La historia de este acontecimiento científico es recogido en mi libro “La Cuna de la Comunicación Inalámbrica” que editara el fondo editorial Rafael Montejano y Aguiñaga en 2021 y que sale a luz después de vencer un sinfín de problemas administrativos como edición financiada por al autor en 2024.
Puede considerarse la obra más completa sobre Estrada en este tema de la comunicación inalámbrica y puede conseguirse con el propio autor en el correo [email protected]
Luis Guillermo Martínez que participó en la presentación del libro, escribe en la Jornada Semanal sobre el libro lo siguiente:
Sobre la formación de la industria en el proyecto de la modernidad, el problema se debe, precisa el autor, a la dependencia industrial con la que se constituyó nuestro país en las postrimerías del siglo XIX y comienzos del XX. De ahí también se explicaría por qué no se le concedió mayor importancia a los descubrimientos y adelantos de Estrada. Bajo el argumento que asegura una relación estrecha entre los avances del conocimiento tecnológico y la vida social, el autor afirma: “Esta relación puede observarse en las repercusiones económicas, de la vida social, la estructura de la familia y las actividades diarias que se desenvuelven en toda la sociedad.” Con esto se acerca en mucho a lo que planteó Marx al hablar de la “Maquinaria y la gran industria” cuando afirma que “la tecnología pone al descubierto el comportamiento activo del hombre con respecto a la naturaleza, el proceso de producción inmediato de su existencia, y con esto, asimismo, sus relaciones sociales de vida y las representaciones intelectuales que surgen de ellas.” ¿De qué manera se relaciona directamente el conocimiento científico y tecnológico con nuestra forma de vida actual? Por medio de la mercancía, la cual se produce gracias a dicha tecnología y se nos presenta como un hecho cotidiano al que nos enfrentamos de forma normalizada. Así, podemos comprender la forma mercantil desde otras perspectivas, ya no sólo como objetos útiles para nuestra vida cotidiana, sino como dinamizadores de nuestra socialidad, y esto es posible gracias a la tecnología que las sostiene o constituye.
Con sus experimentos sobre la reproducción técnica del sonido, Estrada fue puntal para el desarrollo y cambio radical de pensar estos problemas, que en la historia occidental empezaron con una tensión entre la reproducción y lo auténtico. En la actualidad, se dirime sobre la importancia de la forma de percibir el sonido reproducido técnicamente. La sensación fantasmagórica de escuchar a los que no están presentes, ya sea porque se encuentran lo suficientemente lejos para no oírlos de forma natural o porque ya no se encuentran vivos. También el fenómeno de traer al presente sonidos que fueron parte de otra época y, más aún, realizar un encabalgamiento con los sonidos actuales, algo similar a lo que en cine se conoce como montaje y que ahora en música se le llama sampleo, son elementales para los estudios de la filosofía y sus relaciones con la música. Más que Edison, Tesla y Marconi, estos problemas actuales los empieza a trazar Estrada, formando así, nos dice el autor de la obra, un trébol de cuatro hojas.
Agradecemos a Luis Guillermo Martínez sus comentarios y los invitamos a que se acerquen a la obra de este potosino distinguido que colocó al estado y al país en la palestra mundial a pesar del olvido sobre sus importantes contribuciones a la física que ahora marcan nuestras sociedades modernas.
También lee: El primer poeta potosino, Pedro de los Santos | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
#4 Tiempos
La decadencia de la risa | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
LETRAS minúsculas
Ya a finales del siglo XIX, Eça de Querioz (1845-1900), el famoso novelista portugués, se quejaba de lo poco que nos reímos los modernos, lamentándose de que lo que él llamó «la risa antigua» estuviera en vías de franca desaparición. «Nosotros –escribió en un ensayo muy poco conocido-, hijos de este siglo serio, perdimos el don divino de la risa. ¡Ya nadie ríe! Casi ya nadie sonríe siquiera, porque lo que queda de la antigua sonrisa, fina y viva, tan celebrada por los poetas del siglo XVIII, o de la sonrisa lánguida y húmeda que encantó al romanticismo, apenas es un entreabrir lento y helado de los labios que, por el esfuerzo con que se contraen, parecen muertos o de hierro».
Sí, cada vez reímos menos, y, como dije en otra ocasión, si en algo aventajamos a los hombres y mujeres de otras épocas es en nuestra seriedad, que no es meditativa ni religiosa, sino triste, culpable y mortecina: una seriedad, para decirlo ya, muy parecida a la de los cadáveres.
Sigue diciendo el novelista: «Nunca más he vuelto a oír esa carcajada magnífica de mi infancia. Lo que hoy se escucha es a veces una sonrisa cascada, seca, dura, áspera, corta, que sale a través de una resistencia, como arrancada por unas cosquillas, y que bruscamente muere, dejando los rostros mudos y fríos. ¡He aquí la risotada de nuestro siglo!».
La alegría, hoy, ha acabado convirtiéndose en un lujo; y, si no me cree usted, si mi afirmación le parece exagerada, pregunte a sus vecinos si son felices para que obtenga un centenar de respuestas como ésta: «¿Feliz yo? ¡Cómo se le ocurre, estimado señor!». Y se pondrán a hablarle del trabajo –tan mal pagado-, del cambio climático, de la delincuencia organizada o del estrés. ¡Y conste que hoy tenemos casi todo aquello de los que nuestros antepasados carecieron! Las cajas de música de mi infancia tocaban sólo una canción, y, para colmo, había que darles cuerda; las cajas de música de los muchachos de hoy tocan –o al menos pueden hacerlo- hasta 20 o 30 000 canciones, pero no por eso el corazón de estos muchachos se ha vuelto más alegre, más musical. ¡Qué rostro más avejentado pasean por las autopistas de la vida! ¿Sonreír? No, gracias. La verdad es que ni siquiera se les ocurre.
«Nadie ríe –continúa Eça de Queiroz-, y nadie quiere reír. Tenemos todos el indefinible sentimiento de que la risa estridente y clara desentona con la atmósfera moral de nuestro tiempo». Y se pregunta: «¿De dónde proviene esta desoladora decadencia de la risa? Habría que componer un estudio sobre la Psicología de la taciturnidad contemporánea».
Algún día, si no cambio de parecer, escribiré esa psicología de la tristeza que invita a hacer a sus lectores el autor de La ciudad y las sirenas. Dicho tratado deberá responder a las siguientes preguntas: 1. «¿Por qué estamos hoy tan endiabladamente tristes?»; 2. «¿Quién nos ha robado el mes de abril?»; 3. «¿Por qué razón nos hemos vuelto tan huraños y tan antipáticos?», etcétera.
Que esto es así –es decir, que hoy estamos los hombres más tristes que nunca- lo dicen incuso autores bastante enterados de los problemas de nuestra época. He aquí, por ejemplo, lo que escribió el doctor Luis Rojas Marcos en un libro que apareció en las librerías casi cien años después de que lo hiciera ese ensayo de Eça de Quieroz que hemos venido citando; el libro en cuestión se titula La pareja rota y dice así en una de sus páginas:
«Desde finales de los años sesenta ha brillado la generación del yo, el culto al individuo, a sus libertades y a su cuerpo, y la devoción al éxito personal. La dolencia cultural que padecemos desde entonces es el narcisismo, aunque según dan a entender estudios recientes, la comunidad de Occidente está siendo invadida ahora por un nuevo mal colectivo: la depresión. La prevalencia del síndrome depresivo está aumentando en los países industrializados, y las nuevas generaciones son las más vulnerables a esta aflicción. Así, la probabilidad de que una persona nacida después de 1955 sufra en algún momento de su vida de profundos sentimientos de tristeza, apatía, desesperanza, impotencia o autodesprecio, es el doble que la de sus padres y el triple que la de sus abuelos. En Estados Unidos y en ciertos países europeos, concretamente, sólo un 1 por 100 de las personas nacidas antes de 1905 sufrían de depresión grave antes de los setenta y cinco años de edad, mientras que entre los nacidos después de 1955 hay un 6 por 100 que padece de esta afección».
¡Dios mío, lo doble de tristes que nuestros padres y lo tripe de ansiosos que nuestros abuelos! ¡Pero si tenemos todo lo que ellos no tuvieron!…
¿Cuáles son las causas de tanta tristeza? Eça de Queiroz aventura la siguiente respuesta: «Yo pienso que la risa acabó porque la humanidad se entristeció. Y se entristeció a causa de su inmensa civilización…, pues cuanto más culta es una sociedad, más triste es su faz. Hemos perdido la simplicidad y, con ella, la risa». Y termina diciendo al lector: «¿Quieres un humilde consejo? Abandona tu laberinto, entra de nuevo en la naturaleza, no te compliques con tantas máquinas, no te sutilices con tantos análisis; vive una buena vida de padre próvido que trabaja la tierra, y reconquistarás, con la salud y con la libertad, el don augusto de reír».
Así termina el famoso novelista. Pero no, no nos convence el consejo, ni creo que se consiga mucho abandonando el laberinto (y, por lo demás, ¿quién podría hacerlo?). Según yo, lo que nos ha quitado «el don augusto de reír» no es el exceso de civilización, sino nuestra falta de religión. ¡Ah, si de veras creyéramos en un Dios que nos protege y nos cuida, cómo nos reiríamos de nuestros pequeños problemas! Es decir, reiríamos. Veríamos entonces las cosas desde esa lejanía sin la cual la risa es imposible. ¿No se ha dicho muchas veces que la risa nace del distanciamiento, de ver las cosas desde cierta altura? Pues bien, si esto es así, sólo Dios y los que creen en Él pueden reír de veras con esa explosión de regocijo que conoció Eça de Quieroz cuando era niño, es decir, cuando los hombres aún tenían fe…
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