agosto 5, 2025

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#4 Tiempos

¿Qué es la inmunidad de rebaño? | Columna de Andreu Comas García

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La Ciencia de la Salud

 

Con la actual pandemia de COVID-19, pero sobre todo con la llegada de las vacunas hay un término que se ha mencionado constantemente en los medios de comunicación, este es la inmunidad de rebaño (también llamada colectiva o de grupo o de hiato).

La primera vez que se utilizó el término de inmunidad de rebaño fue en 1923 por G.S. Wilson en la revista científica llamada Journal of Hygiene. Este concepto fue acuñado gracias a observaciones primero veterinarias hechas por Potter en 1917 y luego por lo observado durante la Primera Guerra Mundial.

En el caso particular de humanos, la primera vez que se utilizó este término fue en 1924 por Sheldon Dudley durante el estudio de la epidemia de difteria en Londres. Pero no fue sino hasta las décadas de 1950 y 1960 que este término se popularizó gracias a la llegada de nuevas vacunas.

La inmunidad de rebaño es un fenómeno estadístico que se utiliza en epidemiología y en matemáticas que nos sirve para determinar cuándo deja de ser transmisible un patógeno en una población determinada, por lo tanto, es un término poblacional no individual. Este concepto involucra a dos tipos de participantes, el primero son los individuos susceptibles y el segundo son los individuos inmunes/recuperados.

Cuando llega un patógeno nuevo a una población (como ahora ocurrió con el SARS-CoV-2) ninguno de las personas tiene en su sistema inmune células de memoria que los puedan proteger. Es decir, todos los individuos de esa población tienen la posibilidad de infectarse, que por cierto no es lo mismo infectarse que enfermarse, pero eso será tema de otra columna.

Por lo tanto, al principio de la infección no hay inmunidad colectiva y el patógeno se dispersa fácilmente por toda la población y va contagiando a los que alcanza. Sí no se cuenta con una vacuna contra ese patógeno, la único que podemos hacer es aislar a los casos para volver mas lento el contagio y así ganar tiempo para que no colapse el sistema de salud y para que se pueda desarrollar una vacuna.

Conforme la gente se va infectando, estas van pasando de ser susceptibles a inmunes por que generan anticuerpos (o fallecen) y entonces durante cierto tiempo ese nuevo patógeno no puede infectar a los inmunes. Con el paso del tiempo, van incrementando la proporción de personas inmunes y va disminuyendo la de los susceptibles. Por lo tanto, entre más inmunes tengamos, más difícil será para el patógeno encontrar a alguien que pueda infectar y, por lo tanto, la epidemia pierde velocidad

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La inmunidad de rebaño es como sí las personas que ya se infectaron (que sobrevivieron e hicieron inmunidad) y/o los infectados se convierten en escudos o en barreras que le dificultan al patógeno infectar a personas susceptibles. Vaya, se reduce la probabilidad de que el patógeno encuentre a alguien sin protección y por lo tanto reduce la probabilidad de se infecten más susceptibles.

Ahora, ¿Qué proporción de una población tienen que ser inmune para que se reduzca la probabilidad de que el patógeno pueda infectar susceptibles?, para que esta pregunta se pueda contestar hay que explicar el fenómeno de número reproductivo básico (R0).

El R0 es el número de personas que un infectado puede contagiar en una población 100% susceptible. En el caso del SARS-CoV-2, este número se calculado entre 2 y 3. Es decir, una persona con SARS-CoV-2 puede contagiar entre 2 y 3 personas durante todo su periodo infeccioso.

Sí se conoce el R0, entonces podemos calcular la cantidad de personas que requieren tener inmunidad (ya sea por vacunación o infección natural) para poder parar la infección a nivel poblacional. Por ejemplo, en el caso de sarampión es del 95% de la población, para polio este número es del 80% y en el caso de SARS-CoV-2 va del 60%-67%.

Finalmente hay dos maneras de alcanzar la inmunidad, esto es por que alguien se infecta o porque alguien se vacuna. Lo ideal, lo ideal es que la inmunidad de rebaño se alcance por vacunación masiva y no por infección natural masiva. En la siguiente columna explicaré porque debe de ser por vacunación y no por infección natural. Para esto utilizaré la experiencia de Manaos en Brasil.

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#4 Tiempos

Ángel Blanco y sus guitarras en San Luis Potosí | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

El guitarrista mexicano canadiense Ángel Blanco se presentará en San Luis Potosí y Matehuala como parte de su gira de verano por Europa y México. En anteriores entregas hemos escrito sobre Ángel Blanco dando cuenta de parte de su trayectoria artística y académica, así como su labor en rescatar las aportaciones de músicos revolucionarios como Julián Carrillo y Augusto Novaro de quienes, en guitarras especiales para tocar en sus respectivos sistemas, Sonido 13 y el de Afinación justa de Novaro interpretando sus obras así como transposiciones de contemporáneos y clásicos usando las leyes de metamorfosis de Carrillo.

Después de sus presentaciones en Alemania llega a San Luis para interpretar su trabajo de recopilación de los caprichos de Paganini que han sido traspuestos a guitarra y que interpreta con su guitarra sexta y guitarra eléctrica. Esos conciertos que tendrá en San Luis Potosí capital y Matehuala, estarán basados en los caprichos de Paganini y ejecutará variaciones a los mismos. Esto es parte de su trabajo de años en su investigación sobre transcripciones a guitarra de los conciertos que Niccolo Paganini hiciera para violín.

Ángel Blanco se estará presentando en la Galería 337 el miércoles 13 de agosto a las siete de la tarde noche con un concierto conceptual basado en los caprichos de Niccolo Paganini. La Galería 337 o Gallery 337 Espacio Alternativo, como es su nombre oficial, se encuentra en la calle de prolongación Zacatecas número 337, justo a espaldas del salón Río; el costo de entrada es de cien pesos. La Galería es coordinada por el artista Arturo Castillo en cuyo espacio será la presentación en San Luis de Ángel Blanco.

Su gira continua en Matehuala donde se presentará el 15 de agosto a las ocho y media de la noche en La Quemada ubicada en Taesa 106 colonia aviación, en Matehuala.

Ángel Blanco se ha convertido en un excelente guitarrista que combina la música clásica con el rock y la música innovadora, como el microtonalismo, en especial Sonido 13 y obras de Augusto Novaro. Cuenta con guitarras especiales para tocar en diferentes sistemas musicales, que incluye la novara, guitarra para afinación en el sistema de Novaro y guitarra en cuartos de tono donde interpreta obras de Julián Carrillo, Rafael Adame y algunos otros alumnos de Carrillo.

Ángel Blanco se desempeña actualmente como catedrático de guitarra en Quebec, lugar donde reside, alternando esas actividades con la de concertista y promotor cultural. Son frecuentes sus visitas a San Luis Potosí y al Altiplano Potosino en sus giras que realiza en México. Comenzó sus estudios en Helmstedt, Alemania con Olaf Sievers, después en la Universidad Autónoma de Coahuila con Jesús Posada y finalmente en la Université Bishop’s de Québec con Andrew McDonald. Ha tomado clase magistral y cursos con renombrados maestros como Karlheinz Stockhausen, Leo Brouwer y Remi Boucher.

Otra de sus grandes aportaciones es la expansión de la técnica del Plectrodedo, que más que una técnica se ha convertido en una Escuela sustentada en la guitarra de concierto. “Sin duda cuando escuchamos o leemos en una partitura algo que rompe paradigmas, lo primero que viene a la cabeza luego del “encanto” inicial y la impresión, es el pensar el cómo se tiene que tañer la guitarra para lograr esos fines. El eximio Maestro venezolano Carlos Reyes ha demostrado a través de su Escuela a Plectrodedo, que los límites para el tañer la guitarra clásica aún no se encontraban cerrados, exponiendo un abanico de posibilidades cuasi infinitas que, con mucho rigor y disciplina, seguro se podrán ir haciendo del dominio común al correr del tiempo”, es lo que nos dice Ángel Blanco sobre el Plectrodedo y que esperamos pueda ilustrarlo con su interpretación en futuras visitas a México.

No se pierdan la oportunidad de escuchar ese proyecto de Ángel Blanco sobre los caprichos de Paganini, que los presenta en estos lugares alternativos en San Luis y Matehuala. Nos vemos en Galery 337 este miércoles 13 de agosto a las siete en punto.

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La diferencia | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

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LETRAS minúsculas

La señorita hace una pausa para secarse el sudor. Desde hace varios días no puede dormir y, lo que es peor, nada hay ya en este mundo –me dice- que suscite su interés o su emoción.

-Antes, por ejemplo, me gustaba ir al cine los fines de semana, y, a la salida, tomarme un café con mis amigas. ¡Cómo disfrutaba entonces de esa única escapada semanal! La disfrutaba, sí, y también la esperaba; pero ahora las cosas han cambiado tanto que…

-¿Qué pasa ahora?

-Que ahora todo me da lo mismo, y cuando mis compañeras me invitan a salir les digo siempre que no. ¡La vida me parece tan triste, tan sin chiste!

A la señorita se le ha estropeado el diapasón que la hacía vibrar interiormente, y hoy ya no quiere sino una sola cosa: que la dejen en paz.

-Antes, cuando llovía, me acercaba a la ventana de mi cuarto para ver las gotas que tamborileaban sobre los cristales; hoy ya tampoco hago nada de esto: la verdad es que me tiene sin cuidado que llueva o no. Que llueva o que haga sol, que granice o que nieve, todo me da igual.

¿De dónde le podía haber venido a esta señorita semejante indiferencia por la vida? Algo había pasado con ella, seguramente, pero ¿qué? Como no soy psicólogo, me guardé mucho de pronunciar la palabra fatal: depresión. ¿Quién soy yo para diagnosticar una cosa como ésta? Sin embargo, para ayudarla, era necesario hacerle a mi interlocutora unas cuantas preguntas. Empecé por la más obvia:

-¿Dónde trabaja usted?

-En una fábrica.

-¿Y qué hace allí?

-Soy recepcionista. Contesto el teléfono, recibo a los visitantes, atiendo a los proveedores, envío e-mails y también los contesto. ¡En fin, todo eso!

¿Y le gusta lo que hace? –no sé por qué se me ocurrió hacerle esta pregunta, pues pensaba brincar cuanto antes al terreno sentimental.

-No es que me guste, pero necesito el trabajo.

-Lo necesita…

-Mucho. Tome en cuenta que mi madre depende enteramente de mí. Ella es soltera –quiero decir, fue abandonada- y está enferma desde hace meses.

-¿Siempre ha sido usted recepcionista?

-No siempre; antes cuidaba niños en una guardería. Pero eso fue en otros tiempos, en los tiempos en que iba al cine y…

-Y era feliz, si puedo decirlo así.

-Puede decirlo así. Quizá entonces yo era feliz. Feliz sin saberlo, ya me entiende…

-¿Y le gustaba mucho cuidar niños? No a todos les gusta este oficio.

-¡A mí me encantaba! ¡Los niños son mi adoración!

-Usted, pues, disfrutaba de su trabajo.

-La verdad es que sí.

-¿Y por qué lo dejó?

-Porque ahora gano más.

-Pero ahora no es feliz.

La mujer se quedó pensativa durante unos instantes. Volvió a secarse el sudor. Yo la comprendía; quiero decir, comprendía su angustia. Ahora su sueldo era mejor, pero, en el fondo, estaba haciendo algo que no le gustaba.

No hay sentimiento más destructor –dije- que realizar lo que uno no quiere. ¿Será por eso que no puede usted considerarse feliz?

-Feliz, feliz –dijo-. ¿Quién cree todavía en la felicidad? La felicidad no existe.

-¿Y si existiera? Yo todavía creo en ella. Pero no a la manera en que lo hacen los ilusos. Por lo pronto, no creo que sea ese sentimiento eufórico en el quizá está usted pensando ahora. Para mí, la felicidad es algo mucho más modesto: es, simplemente, hacer lo que uno quiere, lo que uno disfruta haciendo: aquello, en fin, para lo que se siente nacido.

Don José Ortega y Gasset (1883-1955), el filósofo español, lo dijo mejor que nadie: «La felicidad consiste en la dedicación a ocupaciones para las cuales cada hombre tiene singular vocación». Y también: «La felicidad es la lucha frenética por conseguir ser de hecho lo que somos en proyecto». Una mujer cuida niños y su tarea la pone contenta, pero luego cambia de trabajo y tiene que dedicarse a hacer cosas que no le importan nada: con ello basta, a mi ver, para que ésta se hunda en la más negra de las noches. Ella y quien quiera que sea. Si a un maestro con verdadera vocación lo quitas de dar clases para ponerlo a ajustar tornillos, y no por un día, sino por toda la vida, no sólo acabas con el maestro, sino que matas al hombre.

Vivimos en la era de las enfermedades mentales, como se ha dicho una y otra vez. Ahora bien, yo estoy seguro de una cosa, y creo que siempre lo estaré: que mucho de ese sufrimiento es debido a que la gente se ve obligada a ocuparse de cosas que no le interesan. ¡No realizar la propia vocación es algo que se paga caro!

-Entonces –dijo la señorita-, ¿usted me aconseja buscarme un trabajo parecido al que tenía, aunque gane menos?

-¿Cuánto gana usted más que antes? –y me dijo una cifra que, la verdad sea dicha,  no me impresionó.

-¿Y cuánto está pagando ahora en antidepresivos y ansiolíticos?

-No he hecho la cuenta.

-Hágala hoy o mañana. Verá que, en realidad, ha salido usted perdiendo.

La conversación entre esta chica y yo prosiguió durante mucho más tiempo. Pero como no podría transcribirla entera por evidentes y molestos motivos de espacio, yo, por lo pronto, la dejo aquí.

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El Porvenir de Gerli y la eterna lucha barrial | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

 

Aquella noche en el barrio de Gerli, en la provincia de Lanús en Buenos Aires, el aire parecía teñido de historia: me acerqué al portón del Club Atlético El Porvenir, en Blanco Encalada 400, rodeado de otras instituciones barriales que comparten el paisaje. Entrar al predio es respirar un siglo de pasión llevada por vecinos, familias y generaciones.

Me recibió el viejo estadio Gildo Francisco Ghersinich cuyo césped guarda las huellas de aquellos fundadores anarquistas de 1915 con sus tablones, su cemento y esa capacidad para aliviar el alma de casi 14,000 simpatizantes. Imaginar su fundación y primeros ascensos, las historias de lucha para conseguir una cancha propia y su gloria en la B intermedia y profesional es entender por qué El Porvenir no es solo un club: es un refugio.

Me tocó conocer a Fede, hincha de toda la vida que cuenta cómo resistieron desde el ascenso hasta el triunfo en la Primera D en mayo de 2023, pasando por aquella legendaria victoria en Copa Argentina frente a Lanús, un símbolo del ascenso que sueña con ser grande de nuevo. Esta es la magia del fútbol íntimo, el fútbol romántico de los clubes de barrio: esfuerzo colectivo, identidad barrial y orgullo poblado de relato y sudor.

Pero la visita también mostró grietas profundas: la dirigencia que encabeza Enrique Merelas (presidente por más de cuatro décadas) no esquiva el conflicto. El Porvenir enfrenta una crisis institucional que pone en riesgo todo ese legado comunitario. En febrero de 2025, la AFA suspendió la afiliación del club tras una denuncia presentada por el intendente Julián Álvarez ante Personas Jurídicas, acusando al municipio de intentar intervenir en la entidad. La intención habría sido deslindar el control sobre El Porvenir, excluyéndolo de todos los subsidios y dejando al Porve a su suerte.

La respuesta del club no fue tímida: se presentó una denuncia penal contra Álvarez por abuso de autoridad, discriminación, violencia institucional y filtración de información confidencial, denunciando marginación y persecución institucional. Las pintadas amenazantes aparecidas en los alrededores del estadio contra Merelas intensificaron la tensión, y la dirigencia llamó a socios y vecinos a defender su autonomía.

Afortunadamente, en marzo la AFA levantó la desafiliación preventiva: El Porvenir pudo volver a competir en la Primera C, debutando oficialmente el 18 de marzo ante Club Mercedes, tras semanas de incertidumbre. Pero aún pesa sobre el club un futuro incierto y una dirigencia cuestionada por aquellos que entienden que 44 años al frente de una institución no pueden justificarse con tradición si dejan estancamiento y despoblación de sueños.

En mi paso por la sede sentí esa contradicción: el club late con fuerza colectiva, con un barrio que lo respeta y lo habita, mientras que en los despachos internos se libra una batalla política que podría definir si El Porvenir se preserva como corazón barrial o se apaga por políticas ajenas.

Este club resume lo mejor y lo más complicado del fútbol argentino: su capacidad de emocionar desde lo modesto y lo comunitario, sin más hierro que la camiseta blanca y negra heredada del Sunderland argentino, y sin más ambición que resistir como espacio de encuentro. Pero también muestra cómo la política pretende apoderarse del alma de los clubes y puede quebrar ese romance que lo hace único.

Mi visita a Gerli me dejó el eco de cantos que nacen en gradas humildes y el pulso firme de gente que no se rinde. Ojalá los clubes de barrio, como El Porvenir, sigan siendo faros de pasión y memoria, y ojalá sus dirigentes internos y externos entiendan que la máxima autoridad no es el poder político, sino el cariño del socio y la voz del barrio.

Ojalá un día en México, entendiéramos un poco del fútbol de barrio.

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