#Si Sostenido
Nepotes adjetivos/adjetivales y chusma de acompañamiento | Columna de Jorge Ramírez Pardo
Enred@rte
El reportero autor de estas letras ha dedicado 30 años a ser testigo, comunicador y promotor del quehacer artístico en la localidad.
Empero, de tres años a la fecha, dejó de ser consignatario de la copiosa, pero de predominio mediocre programación oficial denominada cultural, cuando, después de los primeros 15 meses del actual mandato, había sobradas evidencias de que el titular de la Secretaría de Cultura, Armando Herrera Silva –sobrino del exgobernador Fernando Silva Nieto-, con la anuencia del gobernador Juan Manuel Carreras, no estaba dispuesto a tener un programa de recambio sustantivo ni genuina orientación artístico/cultural, según lo prometió cuando asumió su responsabilidad como servidor público sobre-asalariado. “Recibo un barco semi-hundido”.
Por excepción y porque así lo demandan algunos cuantos lectores identificados y el momento nacional, hoy en este espacio de opinión se aborda el tema.
Herrera Silva, procedente de estudios universitarios en la ciudad de México, desde antes de la llegada de su tío a gobernador, fue cobijado en nómina alta dentro del esquema endulcorado/mustio PRI/PAN/priista del hidrocálido Eudoro Fonseca, quien vino a la capital potosina a estudios de licenciatura cuando su tío, Guillermo Fonseca Álvarez era gobernador local. El sobrino Fonseca, compañero de estudios de futuros gobernadores y, entonces, estudioso indagatorio de temas sociales, encontró camino para asumirse desde 1994 como protagonista del desmontaje de un cacicazgo ancestral, el del Instituto Potosino de Bellas Artes con 40 años de una sola administración. No hubo tal, sino el reacomodo para un neo-cacicazgo colectivo.
Los nepotes o sobrinos de gobernador, renunciaron al estudio sustantivo del acontecer social y el deber ser del arte con intención indagatoria y se han aferrado a sobre-sueldos ascendentes y consabidos ejercicios de corrupción e impunidad.
Va el contrapunto. Un creativo potosino (como lo fueran estos sobrinos) gana, si bien le va, la décima parte o menos que el actual sueldo del secretario de Cultura. Los numerosos directivos de ese sector –la mayoría sin perfil adecuado para el cargo ni procesos de evaluación- gana también muchas veces más que cuando, como los sobrinos, fueron o aspiraron a ser creativos. Ello explica por qué en tierra de caciques, la creación artística sin aspiraciones a rango cultural, también asume ese esquema e impide el relevo generacional y el cambio de estafeta.
“Agua que no haz de beber… entúrbiala”
Para abonar a lo afirmado, antier sábado 9 de noviembre, así lo consignó, con números duros, el periodista Jaime Hernández López:
“Reportan eventos ´fantasma´ en Secut” –titula la nota de portada publicada en el diario Pulso-. Y subtitula. “La dependencia no entregó evidencia de conciertos y presentaciones, observa la ASE”.
“Entre eventos “fantasma”, gastos sin comprobar y diferencias en el cobro de entradas en conciertos de la Orquesta Sinfónica de San Luis Potosí, la cuenta pública 2018 de la Secretaría de Cultura acumuló observaciones por 33.2 millones de pesos, por lo que obtuvo un dictamen negativo por parte de la Auditoría Superior del Estado (ASE)”.
Esto es tan sólo el merengue pegajoso del pastel. Vayamos a algunas constantes:
- El Teatro de Paz, uno de los 4 únicos recintos en su tipo en el país edificados durante el porfiriato, cumple en estos días 125 años, y como si no. Ha carecido de rumbo y sólida programación durante medio siglo. Le salva la respetable Orquesta sinfónica potosina, ese comodín de todos los moles para los gobernantes. Durante la actual administración ha tenido varios directores e igual que el aniversario, como si no. Se extraña a Gerardo García, quien dos lustros fue interino y lo hizo mejor que nadie en los últimos años.
- Ya se ha consignado el hecho tortuoso pandilleril, de rescatar de su limbo y volver a traer de Aguascalientes al primer director del cacicazgo grupal endulcorante, Eudoro Fonseca, modificar estatutos para imponerlo como director de Centro de las Artes. A medio año del desaguisado, su presencia es más de lo peor que heredo. Un edificio apantallante, ahora trastocado para albergar una colección prestada y espacios de renta par degustaciones etílicas, saraos, pasarelas, bodas y quinceaños. Para nada el pretendido sitio para perfeccionamiento de hechuras artísticas multidisciplinarias. Repite el esquema de “iniciación artística” que inaugurara el IPBA hace 60 años y replica la Casa de la Cultura (denominada museo) y las Casas de Barrio.
- Cuando se creó el Consejo Potosino de Ciencia y Tecnología, hubo la pretensión reforzada luego con la fundación de El Colegio San Luis y el Insituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica de generar condiciones genuinas para mejorar el desarrollo científico local. Acá lo único rentable es el edificio y dos o tres disciplinas sueltas, soportadas por la calidad de sus docentes.
- Ejemplo supino de indolencia es haber traído a un científico emérito, Raúl Cid, a conformar el guión para el denominado Museo Laberinto de la Ciencia. Él se opuso a actos de corrupción y pusieron en su lugar a la gerente María González (quien sí sabe de transacciones legaloides) y ahí sigue, regenteando el sitio como juguete sin soporte científico ni divulgadores profesionales que sí han prohijado otros programas de esa naturaleza, como Domingos en la Ciencia, el Vagón de la Ciencia y el Taller Infantil de Física Espacial.
- Y la secretaría de Cultura –aferrada a los sueldos cupulares numerosos y de privilegio para pago de favores y cuotas PRI/PAN/priistas- en bancarrota de rumbo y corrupción, como lo ratifica Hernández López, quien agrega:
“El mayor monto de las observaciones hechas al manejo de recursos de la Secretaría de Cultura, 15.2 millones de pesos corresponde a gastos sin comprobar en diversas acciones y eventos, como el XVIII Festival San Luis y el Programa de Inauguración del Museo Leonora Carrington, cuyo Consejo también recibió observaciones por el mismo motivo”.
Nunca como ahora hay recursos sobrados para impulsar el desarrollo artístico y propiciar su incidencia en lo cultural. Nunca como ahora dos sobrinos auspician los máximos signos de decadencia en favor de un grupúsculo juez/parte de un improceder orquestado.
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#4 Tiempos
Ingeniero Labarthe, pionero de la cartografía geológica en México | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
Hace sesenta y cinco años, en el mes de mayo, el Ing. Eugenio Pérez Molphe impulsaba el proyecto para la creación de un Instituto de Geología en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, que sería presentado por el Ing. Rubén Ortiz Díaz Infante, Director de la Escuela de Ciencias Químicas, un par de meses después en julio de 1960 se formalizaba la propuesta al Consejo Directivo Universitario de a UASLP, la cual sería aprobada iniciando así las actividades del Instituto de Geología y Metalurgia, como fue llamado en un ´principio, siendo nombrado el Ing. Pérez Molphe como su director.
El proyecto de inicio de la formación en Geología en San Luis se venía gestado dos años atrás, motivada entre otros factores, por la celebración del Año Geofísico Internacional donde estaban participando algunos universitarios potosinos, entre ellos el Dr. Gustavo del Castillo, que recibió en 1957 a investigadores que realizarían algunos experimentos geológicos en el marco de esta celebración.
En 1958 con motivo del Año Geofísico Internacional estuvieron en San Luis Potosí el doctor en geología Robert P. Mayer de la universidad de Wisconsin y el ingeniero geodesta Hermilio Cepeda del Departamento de Oceanografía de la UNAM, con el objeto de realizar experimentos geológicos a fin de determinar la velocidad con que se transmite el movimiento de la tierra, para lo que buscaban una mina abandonada para emplear un sismógrafo a fin de poder colocarlo a considerable profundidad, seleccionando para ello al mineral de Cerro de San Pedro. Para realizar sus mediciones se haría una explosión de dinamita en el Cerro del Mercado en Durango y mediante comunicación por radio con Cerro de San Pedro se trataba de registrar en el sismógrafo el evento.
En 1959 el Ing. Luis S. Jiménez López presidente de la Comisión Nacional de Fomento Minero en el Estado de San Luis Potosí, en un análisis minucioso sobre el panorama minero en México, declaraba que el país necesitaba más ingeniero geólogos, señalando la necesidad de una nueva dinámica en los campos de exploración y explotación de minerales cuyo factor propicie el justo y adecuado aprovechamiento de este núcleo de profesionales.
En esos años, terminaba sus estudios de ingeniería geológica el potosino Guillermo Labarthe Hernández en la Universidad Nacional Autónoma de México, titulándose en la licenciatura como ingeniero geólogo en 1958, año en que contraería matrimonio y regresaría posteriormente a San Luis Potosí.
Guillermo Labarthe Hernández nacería en San Luis Potosí en febrero de 1934, a principios de los sesenta se incorporaría al Instituto de Geología de la UIASLP que contaba con un número mínimo de profesores y sus actividades se orientarían al apoyo a la docencia y el impulso de la carrera de geología en la UASLP que iniciaba actividades en 1961 a la que se incorporarían alumnos que ya estudiaban ingeniería en la UASLP y que reorientaban su vocación a la geología.
El vínculo del Ing. Labarthe con la UNAM se reflejaría al realizar los primeros trabajos de cartografía en colaboración con esa institución que propició se titularan los primeros geólogos de la UASLP
un par de años después en lo que fue la primera generación de ingenieros geólogos, la cual estuvo formada por Arturo Elías, Jorge Fraga y Manuel Mendiola, que recibieron sus títulos en 1963.El Instituto de Geología de la UASLP sería el tercer instituto de investigación creado en la UASLP y el segundo que se formaba en el país. Si bien, sus primeros años estuvo enfocado principalmente en el apoyo a la docencia se establecían las raíces que propiciarían se realizaran se manera intensa actividades de investigación a mediados de los setenta.
En el mes de noviembre de 1962 salió a la luz pública la revista “Geología y Metalurgia”, con temas técnico-científicos de interés y que posteriormente, hacia 1977 daría lugar a la serie de boletines publicados como “Folletos Técnicos del Instituto de Geología”. En 1979 el Ing. Guillermo Labarthe Hernández era nombrado director del Instituto de Geología y se iniciaba un intenso trabajo de cartografía geológica siendo un esfuerzo pionero en el país.
En 1976 inicia los trabajos formales de investigación en cartografía geológica del Estado enfocando esfuerzos en la Zona Media y Altiplano del estado de San Luis Potosí, dirigidos por el Ing. Labarthe; estos trabajos serían los primeros que se realizaban en México. Los cuales sirvieron para definir los acuíferos de la zona de San Luis Potosí y Villa de Reyes. Por lo que al perforarse los pozos se sabía que tipo de rocas estaban en el subsuelo gracias al trabajo de cartografía realizado. En cuanto a recursos minerales, los depósitos de caolín que existen en la zona suroeste del estado fueron descubiertos por la cartografía realizada.
Todos estos recursos, acuíferos y minerales están encajonadas en rocas volcánicas, tema que sería parte de la especialización del Ing. Labarthe del que era un experto. La zona de San Luis fue una zona volcánica, y los estudios han ayudado a comprender la evolución de la corteza.
El Ing. Labarthe falleció iniciando el mes de mayo dejando un importante legado para la geología mexicana y en especial la potosina, siendo uno de sus pioneros y el iniciador de la cartografía geológica moderna.
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#4 Tiempos
Entre tangas, roscas y tamales | Columna de León García Lam
VOLUTA
En una nota del Universal publicada el último del año 2024 una comerciante de la Ciudad de México afirmó: “ya no se venden los calzones rojos y amarillos, se está perdiendo la tradición” y al parecer sí, la euforia por las tangas rojas ha perdido el interés de las nuevas generaciones chilangas que ya no creen en el amor, ni en las tradiciones o no tienen dinero para pagarlas. Sin embargo, en estados como Jalisco, las ventas de ropa interior se dispararon hasta el cielo y un dato llamó mi atención: para este año 2025, los consumidores tapatíos buscaron vorazmente los calzones amarillos. ¿Qué nos querrá decir este indicador popular?
Hace unos días, en una cápsula trasmitida por Radio Universidad (de SLP) se escuchó, en la voz de mi querido amigo Jonathan Gamboa, una explicación genealógica acerca de las tradiciones de fin de año: comer lentejas, hacer maletas y meterse debajo de la mesa son tradiciones que provienen de culturas bien lejanas en el tiempo y en el espacio. Entonces ¿por qué las aceptamos con tanta facilidad? No sé si usted lo note, querida culta lectora de La Orquesta, pero las tradiciones del fin de año o del año nuevo pretenden controlar el futuro incierto que tenemos enfrente: que las doce gotas de la felicidad, que las cabañuelas y los borregos de la buena fortuna, pero ¿qué tienen en común todas estas “tradiciones” a las cuales también llaman “rituales”?
Pues bien, yo que empleo parte de mi valioso tiempo en buscarle chichis a las lombrices, creo que lo que es común a una buena parte de estas tradiciones de Año Nuevo es el juego de esconder o revelar algo que está dentro. Me explico, la tradición de salir a la calle con una maleta requiere guardar dentro de la maleta elementos de lo que se desea atraer. La tradición de meterse debajo de una mesa es, de alguna manera, situarse dentro del centro de la abundancia que es la mesa. Sin embargo, el mejor ejemplo es la rosca de reyes:
¿Cómo debe ser la tradicional rosca de reyes? Unas personas afirman que la tradicional rosca lleva un monito, otras dicen que debe llevar 3 monitos y hay quien piensa que la mera tradicional rosca de reyes debe esconder además de los monitos, dedales y anillos. No hay manera de fijar una norma estandarizada. Lo que sí es interesante es la forma de la rosca. ¿Usted sabe cómo se llama la forma geométrica de una rosca? Se llama toro y algún otro día le contaré sobre sus propiedades matemáticas que son formidables. Me gusta pensar que, si la rosca es una representación del año, entonces el tiempo es algo que da vuelta, regresa al mismo lugar y en su interior, al igual que los tamales, esconde sorpresas insospechadas.
Estimada y culta lectora de La Orquesta: yo espero que las sorpresas de su año 2025, sean las mejores.
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#4 Tiempos
Votar entre la razón y la emoción | Columna de León García Lam
VOLUTA
Eso me dijo mi papá:
-Mira Leontino, que lo que guardas en la cabeza no sea lo mismo que guardas en el corazón.
Como muchas cosas que me dijo, no le puse suficiente atención, pero ahora ese mensaje ha logrado escarbar entre todos los recuerdos y salir a flote otra vez.
Interesante: la frase de mi papá tiene razón, pero también tiene emoción. Hace uso de dos recursos -muy humanos- a la vez y los junta y los enreda torciéndolos, pero nunca dejan de ser razón por un lado y emoción por el otro. La frase significa además que la razón tiene su lugar en el cuerpo, sus formas, sus métodos y la emoción los suyos propios. Esto viene muy a cuento con la época de elecciones en la que nos encontramos.
Como una especie de vicio raro, leo con pulsión desmedida todas las columnas de opinión que mi escaso tiempo me permite. Leí, por ejemplo, la columna de mi amigo Octavio Mendoza (Astrolabio) que trata acerca de las complejas motivaciones del votante: a la mera hora, ahí escondido detrás de una cortina de plástico, el elector tacha la opción que durante meses dijo que no iba a elegir. Si un votante hace eso, no pasa nada, es como una gota de agua rebelde que lucha contra las olas del mar. La cosa se pone buena, cuando esto mismo no lo hace uno sino 5 millones de votantes. Entonces, las alarmas se encienden, los encuestadores se arrancan los pelos y se desatan los programas de opinión, que a mí me encantan, tratando de explicar lo que antes parecía imposible.
Sí, efectivamente, las masas actúan caprichosamente. No razonan. Solo actúan motivadas por sentimientos básicos como el odio, el miedo, el rencor, la venganza o el gusto. Eso motivó a millones de personas a votar hace seis años y sentimientos similares moverán a millones de personas a votar este domingo.
Por otro lado, si lo pensamos bien (lo razonamos) ¿de qué sirve ir a votar? Alguien va a ganar de todos modos y quien gane no hará que el mundo, el país, el Estado, el municipio cambien. Todos sabemos que las campañas se hacen de puras promesas que ni siquiera se piensan cumplir. Como un signo más del apocalipsis, la calidad de los candidatos de todos los partidos empeora cada elección y se nos presentan cada vez más incultos, cínicos y simplones y si seguimos pensando así, no solo se nos quitarán las ganas de votar sino de vivir.
Ambas situaciones que he presentado aquí: votar motivado por el rencor y no salir a votar porque “no sirve para nada”, significan hacer de tripas corazón, o sea poner la pasión en la cabeza y la razón en el corazón y así todo se descompone.
Para que la democracia funcione se requiere que la motivación de votar sea algo que está por encima de nuestros intereses personales: nuestros hijos, nuestra comunidad, nuestro entorno. Salir a votar no puede ser un asunto de la razón, menos aún de las razones personales, sino de la pasión ciudadana, del amor por la patria, por la matria, por la familia. El resultado aquí no es lo que importa, sino nuestra obligación a participar.
¿Por quién votamos? Aquí debe entrar la razón desapasionada. Votar por rencor o votar por conveniencia personal no sirve para elegir al mejor gobernante. Lo que se requiere, en ese momento justo de estar a solas con nuestra boleta y el crayón en la mano es razonar fría y calculadoramente el sentido de nuestro voto.
Es el corazón quien levanta del sillón al elector, lo saca de la comodidad de su casa y lo lleva a la casilla. Ya estando en la mampara, la razón toma la mano del votante y lo hace elegir si no la mejor, la menos mala de las opciones que tenemos. Después de que le marcan el dedo con la famosísima tinta indeleble (por cierto, invento mexicano) queda en el votante, una extraña satisfacción de haber cumplido de la mejor manera posible.
Yo creo que vamos bien, si tomamos en cuenta que la democracia se tarda unos 400 años en dar resultados.
Querida culta lectora de La Orquesta, que tenga felices votaciones este domingo
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