#4 Tiempos
Los ojos de Kurhajec | Columna de Adrián Ibelles
Postales de viaje
Cuando lo vi entrar, con su guayabera blanca, su frente quemada por el sol, y la mirada perdida en el arte, no pensé que fuera un artista con 60 años de carrera, que convivió con Warhol, de Koons y Liechtenstein, exponiendo en museos de la talla del Guggenheim (NY), la Galerie Caroline Corre (París) o Galleria Etrusculudens (Roma).
Me pidió un asiento, y fue cuando se presentó. Pero no por su nombre, si no por su arte. Sacó de su bolso un pequeño grabado, que me ofreció “This is for you”, un detalle que suele reservarse para el dueño de la galería o el curador, y no para el gallerino, el asistente o el recepcionista del lugar, que vienen a ser más mis funciones.
El grabado, hecho con una base de linóleo y superpuesto en una base de madera, se titula “Five Cats” y lleva la firma del artista Joseph Kurhajec (1938-). El artista de 80 años me visitó un par de días más, al ofrecernos obra para vender en la galería y después, para adquirir algunas piezas de arte popular que fueron de su agrado. Yo aproveché para conocerlo más. Algo en su mirada me intrigaba, y aunque sigo sin saber a ciencia cierta qué fue, tengo una teoría.
Joseph nació en Wisconsin. Su padre era cazador, y viajó por el mundo repartiendo balas y recogiendo trofeos “he kill everything, from lions, to elephants”. Le preguntó si él cazaba también, a lo que me contesta que no. Su hermano fue quien recibió el honor de acompañar a su padre a la cacería, mientras él, debido a la distancia con su padre, se esmeraba en otras cuestiones. Principalmente, en el arte.
“He didn’t accept that I wanted to be an artist, until he was too old to care”. Su voz es áspera, y mientras habla mueve sus manos como lo haría un director de orquesta en pleno concierto. Sus manos llaman mi atención; son grandes, están maltrechas de tantos cortes de la piedra, del metal y del tiempo. Pero siguen siendo su herramienta más importante.
Impulsado por su necesidad de encontrar su sitio en un mundo mayormente ajeno, Joseph comenzó a viajar por el mundo. Curiosamente, uno de sus primeros destinos fue Mérida, un paraíso que en 1962, recibió al joven egresado de Historia del arte y la escultura por la Universidad de Winsconsin.
Llamado por lo místico de la cultura Maya, Kurhajec vivió en Yucatán por un par de meses, antes de regresar a su ciudad de origen, donde abrió la galería The New Generation. Es ahí donde expone sus esculturas fetiches que él llamaba “mummified art”. Es la década de los 60’s, y Joseph se topa con artistas controversiales, como Leon Golub, Nancy Spero y Richard Hunt.
Es difícil saber sobre él y su carrera. Suelta pocas cosas, pero pregunta muchas más. Es curioso. Quiere saber qué estudié, dónde aprendí inglés y cómo es la vida en Chiapas. Me pregunta por mis hijos. Y sólo así me cuenta de los suyos. “I have three sons, they are wonderful boys; one is graphic designer, he is in the movies, making posters and advertising in Rome; the other one is a photographer, he made me this pictures (me dice, mientras muestra uno de los tantos catálogos que trae consigo, pero que me muestra tan rápido que apenas capto algo). Le pregunto qué hace su tercer hijo, y me dice que también es escultor. “He is more into restoration in Italy, it’s very talented but his wife told him that he had to bring money home, so he doesn’t make too much art”. Quiero saber si su relación con sus hijos es mejor que la que él tuvo con su padre. “Yes, yes, they love me and I love them”.
Ese mismo día me visita dos veces. La segunda, llega acompañado por dos amigos franceses, que entiendo, son sus guardianes en este viaje. De unos 50 años, hombre y mujer, hablan poco español, algo que Joseph no hace. Me explican que no encuentran la tarjeta de crédito del artista, y han venido seguros de que la habría olvidado conmigo. Yo les explico que la devolví tras cobrar, y que seguro la puso en algún otro sitio. Joseph, muy preocupado, saca papeles, billetes sueltos y copias de sus exposiciones y sus catálogos. Al final, encuentra la tarjeta entre su pasaporte.
El tercer y último día, pasa del taxi a la silla, muy cansado si quiera para permanecer de pie. “My mind it’s not fine. I’m getting old. I can’t walk anymore and I’m tired”. Quisiera preguntarle si está cansado de la búsqueda, del día, de la vida. Sus amigos salen a dar una vuelta mientras él recupera el aire. Platicamos sobre sus viajes por África, de donde trae artículos de rituales vudú.
“I’m a collector of fetish art, i collect masks from Japan, from Mexico, but mostly from Africa. I like to go to Morocco, Congo, and Ivory Coast, and met with my dealer of this ritual voodoo objects. They’re facing with modern times. If the chief of the tribe gets sick, they call a doctor. They want cellphones, and cars, and money. They don’t care for the rituals anymore”.
Me dice que su colección es de más de 300 máscaras, pero sólo porque vende muchas, luego de intervenirlas. Me muestra algunas fotos, le gusta agregar cuernos, colmillos, pequeños cráneos de cerámica, y principalmente listones rojos “(that’s my signature)”.
¿Qué va a pasar con toda su colección? -la cual está dividida entre sus casas de París, Nueva York y Mérida-. Me cuenta que él quería hacer un museo en Mérida, que es donde más le gusta vivir, pero ya no tiene la energía, ni los recursos para hacerlo. Al final se ha resignado a que tal vez, nunca ocurra. Dice que no sabe cuánto más le queda.
“I hope my sons can make some money of that”.
Nos despedimos. Me dice que intentará volver en mayo (“I’ll bring my wife with me, she’s gonna love this place”), y me encomienda ir buscando un lugar donde montar una exposición de sus máscaras y juguetes. Le digo que buscaré, y que espero vender pronto su obra. “You’re doing great, Adrian. Keep studying and learning. You are at a good age for art dealing”.
Lo envío en taxi a su hotel. Se despide tan cansado como siempre. Pero también, como siempre, un poco más feliz de encontrar a alguien nuevo para contarle todo esto.
Entonces sé (o me imagino al menos) que sus ojos buscan una nueva mirada, buscan que se les confronte, que se les presenten rostros con preguntas y con historias. Joseph es curioso, y aunque está cansado de andar, no se ve agotado creativamente, ni de escuchar las historias de la gente común, que vive en pueblos remotos donde nadie ha escuchado de su obra ni de su nombre.
Nos despedimos con la promesa de trabajar juntos, y de mostrarle esto que escribo hoy.
También lea: Sonidos de una generación perdida | Columna de Adrián ibelles
#4 Tiempos
El primer poeta potosino, Pedro de los Santos | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
Si bien desde los primeros años de la fundación existieron poetas en San Luis y se cultivó este género, como lo hemos tratado en anteriores entregas, estos personajes serían españoles avecindados en la ciudad; el primer poeta nacido en el siglo XVII en estas tierras en la ciudad de San Luis Potosí sería Pedro de los Santos.
Pedro de los Santos. Este personaje es uno de los nacidos en San Luis Potosí, nacería a mediados del siglo XVII; en 1699 era colegial de San Ildefonso y Familiar y Maestresala del virrey don Juan Ortega Montañés.
Emigraría muy joven a la ciudad de México, al parecer estudiaría también en la Real y Pontifica Universidad de México pues en su Romance aparece el título de Bachiller.
Su Romance es el único poema que se le conoce, fue escrito en 1700 y publicado en 1702 conociéndosele con el título de Romance en elogio a San Juan de Dios en las fiestas que hizo México por su canonización. Poema que tendría el segundo lugar en el certamen poético por la canonización de San Juan de la Cruz, que describió el Pbro. Br. Juan Antonio Ramírez Santibañez; donde se apunta: “El segundo lugar, se le dio al que puede tener plaza de Músico suave, pues tira gajes de cantor en el palacio de Apolo y ser Maestresala de las Musas, al Bachiller donde Pedro de los Santos, maestre de la sala del Exmo. Sr. Dr. Don Juan de Ortega Montañés, del Consejo de su majestad, arzobispo de México, segunda vez Virrey, Gobernador, Capitán General de esta Nueva España y Presidente de su Real Audiencia”.
El Padre Peñalosa asegura que en su poema “no faltan, en el romance, algunas características de la poesía barroca, entonces en pleno apogeo, como la hipérbole, las alusiones mitológicas, la bimembración distribuida en dos versos o tal cual detalle de la luz y de color; pero sin el poderío y la plasticidad, sin el ingenio y la audacia de la verdadera y grande poesía barroca”.
Al decir del Padre Peñalosa una copia fotostática de su romance se encuentra en el Archivo Histórico de San Luis Potosí.
En su romance, los últimos versos dicen:
la misma tormenta corre
haciendo que el aire ocupe
mejor sagrada saeta
del Ave de culpa inmune.
Con ella el piélago vence,
con ella el viento confunde
y no admira que con ella
el mismo Puerto salude.
Con ella pone en Granada
columnas que no caduquen
a las injurias del tiempo,
pues su caridad las sube.
Mereciendo mayor palma,
Porque puso en servidumbre
Al mar, no con armas fieras,
Sino con palabras dulces.
También lee: Alcalde Mayor de San Luis, primer editor de Sor Juana Inés de la Cruz | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
#4 Tiempos
La miseria del sexo | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
LETRAS minúsculas
Sucede en un cuento de Arthur Schnitzler (1862-1931), el escritor austriaco. Una vez, un joven fue invitado a asistir a un duelo en calidad de padrino de un militar de cierto rango que, al ver ofendido su honor, retó a muerte a un caballero de la alta sociedad vienesa abofeteándolo con su guante. Qué razones había para lavar con sangre esa mancha real o imaginaria, no lo sabemos, pues éstas no quedan muy claras en el relato, aunque todo parece indicar que había unas faldas de por medio, y que estas faldas eran nada menos que las de la esposa del militar.
Como decimos, el padrino nada sabía de los motivos que impulsaron al teniente Loiberger a tomar tan drástica determinación, pero tampoco quiso averiguarlas. ¿Para qué? Como se dice, cada uno sabe dónde le aprieta el zapato; y, además, ¿para qué negar que en aquellos tiempos remotos la gente se mataba entre ella por los motivos más banales y fútiles? «El hecho –dice el narrador de esta historia, es decir, el padrino- de que en ciertos círculos tuviera que contarse con la posibilidad o incluso con la inevitabilidad de los duelos, ya sólo esto, créame, daba a la vida social una cierta dignidad o, al menos, un cierto estilo. Y a las personas de estos círculos, incluso a las más insignificantes o ridículas, les prestaba la apariencia de una continua disposición a la muerte, aun cuando a usted esta expresión le parezca, utilizada en este contexto, demasiado rimbombante».
Digámoslo ahora con nuestras palabras: en aquellos tiempos, batirse a muerte con adversarios verdadero o ficticios era una moda tan extendida, sobre todo entre las clases superiores, que nuestro joven narrador ni siquiera se extrañó cuando el teniente Loiberger solicitó amablemente su padrinazgo. Además, ¿no era ésta la séptima u octava vez que un caballero ofendido le pedía exactamente la misma cosa? Sin embargo, es necesario abreviar, y lo haremos diciendo cuanto antes que el muerto, allí, fue precisamente el señor Loiberger, que cayó al suelo con cierta elegancia y sin demasiados aspavientos a causa de una bala que vino a incrustársele a la altura del corazón. Se llevó la mano al pecho, lanzó un suspiro hondo, se tendió en la hierba como quien se dispone a permanecer en esa postura un tiempo muy largo y murió en el acto.
Una autoridad municipal dio fe del deceso –también sin demasiados aspavientos- y el día transcurrió como de costumbre, cual si en realidad nada grave hubiese acontecido. Sin embargo, un problema quedaba sin resolver, y era que la viuda, que vivía en la capital, es decir, en Viena, debía enterarse de la muerte de su marido. ¡Claro, era necesario decírselo, y cuanto antes mejor! ¿Y quién iba a encargarse de tan desagradable tarea? El padrino, naturalmente, que para eso estaba. Y allá va nuestro narrador. Frau Agathe, la esposa del señor Loiberger, lo recibe amablemente y lo hace pasar al recibidor. En realidad nunca en su vida había visto ella a este hombre, pero no le parece feo y hasta le invita una copa…
¡Dios mío, qué bella era Frau Agathe! Su rostro resplandecía como una hoguera encendida. Ahora bien, ¿para qué ponerse a hablar ahora, precisamente ahora, de cosas tan tristes como son las que se refieren a la muerte? Ya lo haría después; por el momento era preciso beber otra copa y disfrutar el momento. Frau Agathe se veía incluso feliz. ¿Para qué romper el hechizo? Entonces el visitante se puso a hablar con la joven viuda –ella aún no sabía que lo era- de cosas que nunca sabremos. Y tanto hablaron y hablaron, y tanto se gustaron el uno al otro que pronto, sin que nadie supiera cómo ni cuándo, ya estaban los dos tomados de la mano en la alcoba de ella. ¡Oh, no se habían reunido allí para entregarse a la práctica de ejercicios piadosos! Y pasó el tiempo. Cuando el visitante despertó por fin, pudo recordar como entre sueños que había venido a esta casa a cumplir una misión. ¿Cuál era ésta? Trataba de recordarlo. ¡Ah, sí, decirle a Frau Agathe que su marido había muerto en la vecina ciudad de Ischl, en el transcurso de un duelo, precisamente!… Aún no salía completamente de su modorra cuando oyeron ambos a lo lejos un ruido de pasos. Quien llegaba era el doctor Mülling, amigo de la familia, para preguntar a la señora si ya se había enterado de la triste noticia. Cuando la supo, la mujer se deshizo en llanto y pidió ver cuanto antes el cuerpo de su marido.
«Desde entonces –cuenta el narrador- no me dirigió ni una palabra… Efectivamente, aquella misma tarde partió sola y a la mañana siguiente condujo el cadáver a Viena. Al otro día tuvo lugar el entierro al que, por supuesto, asistí… Muchos años después nos encontramos en una reunión social. Mientras tanto se había casado de nuevo. Nadie que nos hubiera visto hablar habría adivinado que nos unía una profunda vivencia común. Pero, ¿realmente nos unía? Yo mismo habría podido considerar aquella estival y tranquila, misteriosa y, con todo, feliz hora como un sueño que sólo yo había soñado: tan clara, tan sin recuerdos, tan inocentemente profundizó su mirada en la mía».
Y así acaba esta historia, que no ha hecho más que confirmar mis sospechas, a saber: que la relación sexual, por sí sola, no puede unir a dos seres que no se aman. Hoy es común, o casi, afirmar que las relaciones sexuales son como el termómetro del amor, de manera que nada puede esperarse de dos seres que no saben -o no pueden- hacerse gozar el uno al otro. Hay quien dice, además, que para enamorarse de una persona antes hay que haberse acostado con ella. Pero esto es falso, pues las cosas, por lo regular, suceden exactamente al revés. Así como los milagros no producen la fe, sino que es más bien la fe la que produce los milagros, así habría que decir también que las relaciones sexuales no producen el amor, sino que, a lo más, cuando éste ya existe sólo lo alimentan. Los que no se amaban antes de ir juntos a la cama, no se amarán más cuando hayan regresado de ella, y hasta es posible en algunos casos que terminen queriéndose menos. Los cuerpos podrán acoplarse todo lo que quieran, pero, si las almas están lejos, entonces no hay nada que hacer.
Me decía hace poco un joven hablándome de su novia, con la que tenía ya estas relaciones y con quien acababa de romper: «Quizá deje más material para el recuerdo una tarde viendo juntos el crepúsculo que una relación sexual». Claro, claro. ¿Podría decirse mejor? He aquí la miseria del sexo.
También lee: El administrador astuto | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
#4 Tiempos
Verano futbolero | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
Apesar de los pesares, el verano futbolero arranca este fin de semana.
Tanto el mundial de clubes, como la Copa Oro, se jugarán en el territorio de los Estados Unidos, algo que bajo otro panorama sería lo ideal, un país multicultural, con una infraestructura increíble y fortaleza económica como para poder generar ingresos sobrevalorados, todo estaría bien, si no hubiera problemas sociopolíticos en Norteamérica.
Las recientes políticas han comprometido las entradas a los estadios y con esto un posible golpe comercial a las proyecciones de FIFA. Pero pasando al punto netamente deportivo, que al fin es lo que importa para esta sección, las cosas suenan muy interesantes.
Por un lado tenemos el nuevo experimento mundial, juntar a algunos de los clubes más importantes del mundo, en un torneo que buscará enfrentarlos con sus mejores jugadores en búsqueda de un gran premio económico, todos los equipos presentarán lo mejor que tienen y es probable que conforme avancen en el torneo su nivel tenga que aumentar, cuando los equipos que solo van a participar queden fuera, y se cierre contra los verdaderos rivales. Un torneo que levanta expectativas y que promete buenos juegos, sobre todo cuando clubes europeos salten a las canchas con sus figuras mundiales.
A la par de este torneo, se jugará el evento principal de CONCACAF. Si bien la región es tal vez la más olvidada del planeta, y sus selecciones fuertes no pasan por un buen momento, es notable voltear a ver a la zona y su torneo insignia a un año antes del mundial. Administrativamente, vamos a poder ver algunos estadios que serán sede de la Copa del Mundo 2026, así como los preparativos para ciertas ciudades que recibirán afición y participantes. Por lo futbolístico, vale la pena resaltar el mal momento que vive la selección de los Estados Unidos, un equipo que llega con 4 partidos sin ganar y que busca levantar cabeza con Mauricio Pochettino, quien de hacer un mal torneo seguramente se despedirá por ahora de sus posibilidades de dirigir un mundial. Del lado de México, el Vasco Aguirre tiene que demostrar que su equipo puede levantar la cara a un año de la copa. La obligación de campeonar en la Copa Oro sigue siendo imperante, así como desplegar un buen fútbol ante rivales que parecen a modo.
El resto de las selecciones piensan más en su posible clasificación al mundial y tomarán la participación como partidos de preparación ante lo que viene para el cierre del 2025.
Dos torneos interesantes, un mes lleno de futbol y equipos que disputarán en una de las próximas sedes mundialistas. Atentos con el país del norte, y que la política y lo social no sean impedimento para por lo menos distraer un poco de lo verdaderamente importante, sin perder por completo la atención. Que arranque ya el verano futbolero.
También lee: De una semifinal al viernes botanero | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
-
Destacadas1 año
Con 4 meses trabajando, jefa de control de abasto del IMSS se va de vacaciones a Jerusalén, echando mentiras
-
Ciudad3 años
¿Cuándo abrirá The Park en SLP y qué tiendas tendrá?
-
Ciudad3 años
Tornillo Vázquez, la joven estrella del rap potosino
-
Destacadas4 años
“SLP pasaría a semáforo rojo este viernes”: Andreu Comas
-
Estado2 años
A partir de enero de 2024 ya no se cobrarán estacionamientos de centros comerciales
-
Ciudad2 años
Crudo, el club secreto oculto en el Centro Histórico de SLP
-
#4 Tiempos2 años
La disputa por el triángulo dorado de SLP | Columna de Luis Moreno
-
Destacadas3 años
SLP podría volver en enero a clases online