enero 22, 2025

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#LaOrquestaDiario | Dos años tocando en papel

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El equipo de La Orquesta le dedica unas palabras a este medio, por su segundo aniversario de periódico impreso

Por La Orquesta

 

En enero de 2018 no hubiera siquiera pensado que formaría parte de esta Orquesta llena de instrumentos de todo tipo, cada uno con talento y amor a la profesión (después de todo, cómo nos iría si nos dedicaramos a algo que nos disgusta). Y ahora, a dos años del comienzo de la edición impresa, y unos cuantos meses para mí, aprovecho para felicitar  y sobre todo agradecer porque, aunque no lo parezca, he aprendido algo de cada uno de ustedes.

Tanto me he enamorado de este periódico que aquella edición cuya portada fue la victoria de México contra Alemania en el Mundial forma parte del librero de mi casa, y no olvidaré el gusto que le dio a mis padres leer esa crónica que redacté con lágrimas en los ojos y temblando (¡No mames! ¿Neta el Tri le ganó a Alemania?).

Esperando seguir escribiendo esos textos que quizá muy pocos leen, pero que hago con el corazón para nuestro Culto Público: ¡Feliz cumpleaños, Orquesta!

– Sebastián Escorza.

 

LaOrquesta.MX: aún recuerdo el primer día que entré a trabajar como reportero, todo nervioso porque pensaba que no daría el ancho; ya cumplí un año de estar contigo y tú dos en tu edición impresa, ¡Qué orgullo! ¡Gracias por tanto y vamos por más!

– José Luis Vázquez.

 

Felicitaciones al esfuerzo y dedicación puestos en estos ya dos años. Son la medida de los cimientos y logros para otros muchos más.

– Gildardo Martínez S.

 

Felicidades, Orquesta, por este segundo año con tu periódico impreso. Gracias por dejarme ser parte, ya un año, de este proyecto en el que he crecido como profesional y como persona y de la misma manera he visto el progreso de todo el equipo que la conforma ¡Que lo mejor esté por venir!

– Israel Miranda.

 

Más que una empresa, es una familia. La Orquesta cumple dos años de su diario impreso y todos los que colaboramos en él sabemos todo el esfuerzo, trabajo, profesionalismo y cariño que acompañan cada número. No ha sido fácil, pero vale la pena  estar aquí. Estos primeros dos años han sido una gran aventura para los que aquí laboramos, vamos por más.

– Ixchel Rodríguez.

 

Jorge Saldaña siempre dice que a él la suerte no le sonríe sino que lo busca, le coquetea y hasta le llama por teléfono. Cualquiera que haya conocido las dificultades que La Orquesta ha sorteado pensará que algo de razón tiene. Pero la realidad es que la suerte tiene poco que ver cuando se cuenta con un equipo talentoso, capaz y tan creativo como el propio Jorge. A dos años del surgimiento de su proyecto más ambicioso, todos quienes trabajan y hemos trabajado en este medio, podemos voltear a ver hacia atrás y estar orgullosos del campo minado que hemos recorrido con muchas cicatrices bonitas para mostrar.

– Luis Moreno.

 

Felicidades a todos los que conforman La Orquesta en su segundo aniversario del impreso. Gracias por hacerme parte de un equipo tan grande, noble y chingón, al cual siempre les he dicho que admiro mucho. Con su apoyo he crecido en muchos aspectos de mi vida, y me hacen superarme en muchos otros, que no pensé me encantaran. ¡FELICIDADES A TODO EL EQUIPO! Que sigan los premios y los éxitos para todos, gracias por hacerme parte de esta familia llamada La Orquesta.

– Edgardo Pérez Díaz de León.

 

Gracias por estos dos años de aprendizaje que me han hecho crecer profesionalmente y por ser uno de los mejores empleos que jamás olvidaré en mi vida.

A nuestro director general, Jorge Saldaña, que me dio la oportunidad y que nunca ha dejado de creer en nosotros y a todo el equipo por ser parte de mi vida.

Ninguna persona puede silbar una sinfonía, hace falta La Orquesta para poder interpretarla.

Se vienen nuestros mejores años. Felicidades.

– Luis Antonio Martínez.

 

Eran las primeras horas del 17 de enero de 2017. Había un fin de semana de mucho trabajo y algunas frustraciones, en el que buena parte del equipo de La Orquesta sufrió derrotas personales. Así se echó a andar por primera vez la rotativa para este periódico. Pero cuando los primeros ejemplares salieron de esa enorme máquina de tinta, papel y rodillos, todo lo anterior se olvidó, porque para los que estábamos entonces en esta empresa, que es como una familia, un objetivo más se había cumplido.

Pero ver nacer a ese hijo de papel no era suficiente: había que cuidarlo y alimentarlo. Esforzarse todos los días por hacer las cosas lo mejor posible. A veces lo hemos logrado, otras nos hemos quedado cortos, pero desde hace dos años, nuestro compromiso es buscar contenidos de calidad y un trabajo periodístico que destaque.

En este tiempo, algunos han dejado La Orquesta y muchos otros más se han sumado. También a nivel personal hemos tenido pérdidas y ganancias. Lo importante es que esta Orquesta siga tocando en armonía.

Han sido dos años felices. Gracias por seguir con nosotros, #CultoPúblico.

-Roberto Rocha.

 

Parece que fue ayer cuando vimos los primeros ejemplares salir de la rotativa con mucha ilusión. Iniciamos un proyecto en que pocos creían, pero por el que nunca bajamos los brazos. El que a muchos incomodó, sigue y seguirá incomodando. Muchos malos pronósticos sonaron en aquellas fechas, pero LaOrquesta.MX seguirá tocando cada vez más fuerte para cada vez llegar a más personas, con el único fin de informar a nuestra manera a la sociedad potosina.

-Daniel F. Cerda.

 

Dos años más tarde he aprendido que el verdadero reto está en la constancia, en el trabajo, en el compromiso y en las ideas.

Veo que lo que creímos imposible hoy está en marcha, crece y se construye de nuestros aciertos pero también de nuestros yerros. Estamos sonando.

Los felicito. Nos felicito. Y también los reto.

– María José Puente.

 

Con mayor o menor dificultad, cada semana compramos papel para alimentar la rotativa. Hemos echado a perder placas, pero nos hacemos de otras. Hemos roto piezas para conseguir o construir nuevas. Los errores, aunque han dolido, los reemplazamos por coraje y mayor empeño, mayor esfuerzo, mayor cantidad de alma entregada en cada edición. Se han acabado las sillas. En ocasiones hasta el agua de garrafón. Perdí dos gatas, pero gané tres. Computadoras que volviéndose recipientes temporales de agua se han ido a la basura. Casas y oficinas por las que hemos pasado para impregnarles de la mejor energía. Nos ha dado por cambiar secciones, dejar ir colaboradores, recibir a nuevos talentos, despedirnos de otros. Hemos borrado mil veces el pizarrón. Hemos convivido hasta acabarnos las viandas y bebidas. Todo lo hemos podido reponer, incluso lo costoso o doloroso. Son dos años de La Orquesta impresa y una sola cosa se ha vuelto irremplazable: Su amistad en esta aventura. Gracias equipo. Gracias al Culto Público.

– Jorge Saldaña.

 

Dos años de la edición impresa de La Orquesta bien pueden medirse por los kilómetros de esfuerzo, litros de café y toneladas de entrega que han ido detrás de cada uno de los ejemplares que llegan a las manos de los lectores. Cualquiera que haya tenido contacto con el proyecto sabe que se trata de una propuesta diferente, muy propia de un equipo que no ha olvidado los motivos que hacen que el periodismo a fin de cuentas valga la pena. Tanto los aliados como los detractores sabrán reconocer, si son honestos, que la llegada de La Orquesta representó un parteaguas en San Luis Potosí que ofrece cada día dosis de crítica, humor y la muy sana burla que de algún modo le ponen un freno a nuestros gobernantes. Que siga así por mucho tiempo.

– Carlos López Medrano.

 

El número de ediciones es irrelevante cuando te das cuenta que envejecer es un privilegio que se le niega a muchos. Me enorgullece decir que he estado aquí desde la edición número uno, aunque prefiero contar las maravillosas anécdotas que tengo de cada una, porque cada día ha sido una preciosa aventura. Aquí es donde he conocido personas con talentos invaluables, que día a día se esfuerzan por hacer un mejor trabajo y seguir construyendo este magnífico proyecto, que un día solo fue un sueño y que poco a poco hemos crecido juntos. Feliz día a todos los que somos parte de esta familia que llamamos La Orquesta.

– Ornella Dalle-Mese.

 

Cuando llegué a La Orquesta como invitado, me pude rodear de gente que ya admiraba desde la universidad, personas con un talento indudable y con gran disposición a compartir su conocimiento. Luego tuve el honor de integrarme al ensamble, y estar presente en el alumbramiento, en la llegada de esta nueva afrenta, un diario impreso con arduo trabajo y ante todas las dificultades imaginables. Las palabras que nuestro director llamó esa noche, aun me emocionan. Hoy, el diario cumple 2 años, sigo rodeado de profesionales que admiro, respeto y quiero; los abrazo, han sido 2 años muy especiales para cada miembro de esta gran familia que somos. ¡Viva La Orquesta!

-Adrián G. Ibelles

 

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#4 Tiempos

Entre tangas, roscas y tamales | Columna de León García Lam

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En una nota del Universal publicada el último del año 2024 una comerciante de la Ciudad de México afirmó: “ya no se venden los calzones rojos y amarillos, se está perdiendo la tradición” y al parecer sí, la euforia por las tangas rojas ha perdido el interés de las nuevas generaciones chilangas que ya no creen en el amor, ni en las tradiciones o no tienen dinero para pagarlas. Sin embargo, en estados como Jalisco, las ventas de ropa interior se dispararon hasta el cielo y un dato llamó mi atención: para este año 2025, los consumidores tapatíos buscaron vorazmente los calzones amarillos. ¿Qué nos querrá decir este indicador popular?

Hace unos días, en una cápsula trasmitida por Radio Universidad (de SLP) se escuchó, en la voz de mi querido amigo Jonathan Gamboa, una explicación genealógica acerca de las tradiciones de fin de año: comer lentejas, hacer maletas y meterse debajo de la mesa son tradiciones que provienen de culturas bien lejanas en el tiempo y en el espacio. Entonces ¿por qué las aceptamos con tanta facilidad? No sé si usted lo note, querida culta lectora de La Orquesta, pero las tradiciones del fin de año o del año nuevo pretenden controlar el futuro incierto que tenemos enfrente: que las doce gotas de la felicidad, que las cabañuelas y los borregos de la buena fortuna, pero ¿qué tienen en común todas estas “tradiciones” a las cuales también llaman “rituales”?

Pues bien, yo que empleo parte de mi valioso tiempo en buscarle chichis a las lombrices, creo que lo que es común a una buena parte de estas tradiciones de Año Nuevo es el juego de esconder o revelar algo que está dentro. Me explico, la tradición de salir a la calle con una maleta requiere guardar dentro de la maleta elementos de lo que se desea atraer. La tradición de meterse debajo de una mesa es, de alguna manera, situarse dentro del centro de la abundancia que es la mesa. Sin embargo, el mejor ejemplo es la rosca de reyes:

¿Cómo debe ser la tradicional rosca de reyes? Unas personas afirman que la tradicional rosca lleva un monito, otras dicen que debe llevar 3 monitos y hay quien piensa que la mera tradicional rosca de reyes debe esconder además de los monitos, dedales y anillos. No hay manera de fijar una norma estandarizada. Lo que sí es interesante es la forma de la rosca. ¿Usted sabe cómo se llama la forma geométrica de una rosca? Se llama toro y algún otro día le contaré sobre sus propiedades matemáticas que son formidables. Me gusta pensar que, si la rosca es una representación del año, entonces el tiempo es algo que da vuelta, regresa al mismo lugar y en su interior, al igual que los tamales, esconde sorpresas insospechadas.

Estimada y culta lectora de La Orquesta: yo espero que las sorpresas de su año 2025, sean las mejores.

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#4 Tiempos

Votar entre la razón y la emoción | Columna de León García Lam

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Eso me dijo mi papá:

-Mira Leontino, que lo que guardas en la cabeza no sea lo mismo que guardas en el corazón.

Como muchas cosas que me dijo, no le puse suficiente atención, pero ahora ese mensaje ha logrado escarbar entre todos los recuerdos y salir a flote otra vez.

Interesante: la frase de mi papá tiene razón, pero también tiene emoción. Hace uso de dos recursos -muy humanos- a la vez y los junta y los enreda torciéndolos, pero nunca dejan de ser razón por un lado y emoción por el otro. La frase significa además que la razón tiene su lugar en el cuerpo, sus formas, sus métodos y la emoción los suyos propios. Esto viene muy a cuento con la época de elecciones en la que nos encontramos.

Como una especie de vicio raro, leo con pulsión desmedida todas las columnas de opinión que mi escaso tiempo me permite. Leí, por ejemplo, la columna de mi amigo Octavio Mendoza (Astrolabio) que trata acerca de las complejas motivaciones del votante: a la mera hora, ahí escondido detrás de una cortina de plástico, el elector tacha la opción que durante meses dijo que no iba a elegir. Si un votante hace eso, no pasa nada, es como una gota de agua rebelde que lucha contra las olas del mar. La cosa se pone buena, cuando esto mismo no lo hace uno sino 5 millones de votantes. Entonces, las alarmas se encienden, los encuestadores se arrancan los pelos y se desatan los programas de opinión, que a mí me encantan, tratando de explicar lo que antes parecía imposible.

Sí, efectivamente, las masas actúan caprichosamente. No razonan. Solo actúan motivadas por sentimientos básicos como el odio, el miedo, el rencor, la venganza o el gusto. Eso motivó a millones de personas a votar hace seis años y sentimientos similares moverán a millones de personas a votar este domingo.

Por otro lado, si lo pensamos bien (lo razonamos) ¿de qué sirve ir a votar? Alguien va a ganar de todos modos y quien gane no hará que el mundo, el país, el Estado, el municipio cambien. Todos sabemos que las campañas se hacen de puras promesas que ni siquiera se piensan cumplir. Como un signo más del apocalipsis, la calidad de los candidatos de todos los partidos empeora cada elección y se nos presentan cada vez más incultos, cínicos y simplones y si seguimos pensando así, no solo se nos quitarán las ganas de votar sino de vivir.

Ambas situaciones que he presentado aquí: votar motivado por el rencor y no salir a votar porque “no sirve para nada”, significan hacer de tripas corazón, o sea poner la pasión en la cabeza y la razón en el corazón y así todo se descompone.

Para que la democracia funcione se requiere que la motivación de votar sea algo que está por encima de nuestros intereses personales: nuestros hijos, nuestra comunidad, nuestro entorno. Salir a votar no puede ser un asunto de la razón, menos aún de las razones personales, sino de la pasión ciudadana, del amor por la patria, por la matria, por la familia. El resultado aquí no es lo que importa, sino nuestra obligación a participar.

¿Por quién votamos? Aquí debe entrar la razón desapasionada. Votar por rencor o votar por conveniencia personal no sirve para elegir al mejor gobernante. Lo que se requiere, en ese momento justo de estar a solas con nuestra boleta y el crayón en la mano es razonar fría y calculadoramente el sentido de nuestro voto.

Es el corazón quien levanta del sillón al elector, lo saca de la comodidad de su casa y lo lleva a la casilla. Ya estando en la mampara, la razón toma la mano del votante y lo hace elegir si no la mejor, la menos mala de las opciones que tenemos. Después de que le marcan el dedo con la famosísima tinta indeleble (por cierto, invento mexicano) queda en el votante, una extraña satisfacción de haber cumplido de la mejor manera posible.

Yo creo que vamos bien, si tomamos en cuenta que la democracia se tarda unos 400 años en dar resultados.

Querida culta lectora de La Orquesta, que tenga felices votaciones este domingo

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#4 Tiempos

¿Existe la ciencia neoliberal? | Columna de León García Lam

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VOLUTA

 

Una polarización creciente se ha cernido sobre el mundo y ha generado una guerra de trincheras por todas partes, que si la derecha, que si los conservadores, que si los musulmanes, que si metemos a la cárcel a los que le caen gordos a la tía Tatis, etcétera. Las multitudes se abalanzan a opinar. Usted no, por supuesto, estimada y culta lectora de La Orquesta. Usted y yo no caemos en esa trampa de la opinión sin ton ni son que nos polariza. Sin embargo, quisiera ofrecerle el humilde punto de vista de un antropólogo acerca de la polémica sobre ciencia e ideología. El nuevo CONACYT con H (CONAHCYT) ha acusado a sus antecesores de practicar una ciencia neoliberal y muchos científicos afirman que tal cosa no puede existir, pues la ciencia no tiene ideología.

Una de las grandes fortalezas de la ciencia —virtud que nunca se le ha visto a un diputado— es que es capaz de reconocer sus errores. La ciencia constantemente se inmola a sí misma sobre sus antecedentes. Es capaz de decirse y desdecirse. Esta virtud se basa en un principio de objetividad. La ciencia es capaz de desapasionarse. Es decir, puede reconocer un resultado, aunque este no sea el esperado o resulte adverso a las emociones, afectos o creencias de sus investigadores. Aquí se puede recordar al gran Lineo, quien empeñado en demostrar que en la naturaleza había un orden establecido por Dios, diseñó una clasificación de plantas que terminó por sentar las bases de la teoría evolutiva.

Por eso, la ciencia es capaz de observar objetivamente toda clase de fenómenos y por eso se dice con toda razón que los intereses científicos son ajenos a cualquier ideología.

Sin embargo, la ciencia no solo observa objetivamente átomos, moléculas, células, planetas o microbios. También observa seres humanos, lo cual significa dejar de lado el microscopio y usar el espejo para vernos a nosotros mismos. Las ciencias sociales observan no solo a otros seres humanos, sino a seres humanos que observan a otros seres humanos y esto genera una reflexión muy compleja.

Los colegas físicos, químicos o astrónomos están acostumbrados a una observación directa de los fenómenos que estudian. Los científicos sociales estamos habituados a considerarnos a nosotros mismos en la observación. Esto produce dos visiones científicas de la misma ciencia. Una que supone a la ciencia como una tarea objetiva, neutra y desinteresada y otra que cobra conciencia de cómo los intereses humanos guían a la investigación científica. Entonces para responder a la pregunta ¿existe la ciencia neoliberal? La respuesta llana es sí, sí existe. Hay intereses neoliberales fortaleciendo intencionalmente a ciertos temas científicos. Aun más: hay científicos con intenciones neoliberales practicando ciencia objetiva. Disculpe culta lectora de La Orquesta que dejé abandonado el tema de qué significa ser neoliberal para otra Voluta.

A pesar de la eficacia del método científico y su asombrosa capacidad para dar nos conocimientos objetivos, hay suficiente evidencia de que las ideologías de los estados nacionales, las religiones y los intereses económicos juegan un papel fundamental en la llamada ciencia de frontera

. La película de Oppenheimer visualiza cómo es que los políticos (y las situaciones históricas por las que atraviesan) manipulan y controlan los avances científicos. Se puede afirmar que el interés científico por la física cuántica no proviene de un interés neutral, sino absolutamente político. No puede existir tal interés inocente o neutro por la ciencia, pues los intereses científicos son dirigidos por intenciones económicas y militares. Una vez reconocida la injerencia de otros aspectos no científicos en la ciencia, habrá que decir que no sólo se trata de acusar al capitalismo o al neoliberalismo como manipuladores del interés científico, sino que también el comunismo, el BRICS y el alter mundo dirige a sus científicos con los mismos intereses económicos y militares.

Las universidades, los centros de investigación, los laboratorios y hasta las bibliotecas responden a los intereses ideológicos de los estados. Abundan los ejemplos: la relación entre las agencias espaciales y los consejos de seguridad, los avances biomédicos, la inteligencia artificial, etcétera.

En otras palabras, la trinchera de discusión que en México se ha abierto intenta responder la pregunta, la ciencia mexicana ¿a quién debe responder? ¿A la sociedad? ¿Al Estado? ¿A sí misma? Si es el Estado quién financia las becas y las estancias de investigación ¿no debe ser entonces quien regule y quien determine los intereses a investigar? Si la ciencia es útil, ¿no debiera dirigirse sus investigaciones al servicio de la sociedad? Pero ¿en verdad la ciencia debe ser útil o debe promoverse la libertad de investigación con independencia de su utilidad? No lo sé.

Por un lado, está la ingenuidad, creer o querer creer que es posible una ciencia desinteresada y desvinculada de los intereses nacionales o globales; por otro, está el terrible pragmatismo que pone a la ciencia como una sirviente del Estado y peor, la constricción a todo espíritu creativo que desee investigar algo y que no responda a los parámetros de la caprichosa sociedad que la mantiene.

En mi opinión, de antropólogo, pero que no necesariamente coincide con mis colegas de profesión y formando parte del fenómeno del que me quejaba al principio, montando el caballo loco de la opinomanía, pienso que la solución es que nuestro sistema mexicano de investigación científica debiera ser lo suficientemente abierto para que coexistamos tanto aquellos investigadores que colaboran entusiastamente en los intereses que atañen al estado mexicano (y que logren por fin la vacuna Patria y los respiradores Écahtl), pero también aquellos que trabajan para intereses corporativos o empresariales y quienes hacemos ciencia artesanal (la cual explicaré en otra ocasión).

Estoy convencido de que, en la tolerancia a la diversidad de posturas y en que, en nuestro país TODAS tengan una posible expresión y posibilidad pública, está la clave ¿y usted qué opina?

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