mayo 20, 2025

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#4 Tiempos

La primera expedición científica mexicana | Columna de Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

El dos de octubre de 1874, el periódico local La Sombra de Zaragoza en su edición número 793 anunciaba a los lectores potosinos “COMISIÓN CIENTÍFICA: En el vapor “Australiano” saldrán próximamente de la capital de la República el inteligente Señor Díaz Covarrubias y otras cuatro personas que por orden del gobierno marchan a Pekín a observar el paso de Venus por el disco del Sol. La subvención acordada para gastos de la comisión es de 30,000 pesos, según estamos informados.”

La nota representaba un acontecimiento de relevancia, se trataba de nada menos que el anuncio de la primera expedición científica mexicana que viajaba al extranjero, y su misión, estudiar y registrar un acontecimiento astronómico de importancia como lo era el paso de Venus por el disco solar. La citada expedición fue toda una odisea, realizada contra reloj, que colocó a la ciencia mexicana en un lugar relevante al ser publicados los resultados tan sólo un año después de la expedición, tomándole la delantera a los científicos europeos y estadounidenses. Gracias a esta misión, se demostró al mundo el valor de la ciencia que se hacía en el país, ya que el reporte elaborado por Díaz Covarrubias y sus compañeros tuvo una resonancia internacional, recogiendo múltiples reconocimientos.

El acontecimiento se revestía de cierta importancia para San Luis Potosí, además de la importancia científica, pues Francisco Díaz Covarrubias, vivió en la ciudad durante la década de los sesenta, decimonónicos, al salir de la ciudad de México ante la inminente llegada del ejército francés; Díaz Covarrubias era identificado con el régimen del presidente Juárez. Durante su estancia en San Luis Potosí continuó realizando trabajo científico haciendo el reconocimiento geográfico entre la capital potosina y el puerto de Tampico.

En el periodo de estancia en la capital de San Luis Potosí, el Instituto Científico y Literario permanecía cerrado al ser ocupado el edificio por el ejército conservador aliado a los imperialistas franceses. Sin embargo, logró relacionarse con científicos potosinos, que posteriormente formarían el cuerpo académico del Instituto Científico y Literario en su reapertura en 1867-68, al triunfo de la República; por su parte Díaz Covarrubias regresaba a la capital del país, siendo invitado por Juárez para ocupar el cargo de oficial mayor del Ministerio de Fomento. Incrustado en el servicio público, realizó diferentes propuestas para estudiar la geografía del país, aunque no prosperaron debido a la fragilidad de la hacienda pública. Díaz Covarrubias participó en la reforma de la educación pública y la nueva Ley del 2 de diciembre de 1867, que proponía una nueva organización y contenidos en todos los niveles. Publicó los nuevos libros de topografía y geodesia (1868-1869) y enseñó las materias en la Escuela de Ingenieros.

En el año de 1874 existía en la ciudad de México una sociedad científica llamada “Alejandro Humboldt” la cual era presidida por Díaz Covarrubias; en su sesión del 11 de abril, Díaz Covarrubias presentó una memoria relativa al tránsito de Venus por el disco del Sol, que estaba calculado para el 9 de diciembre del mismo año. A mediados del año de 1874 volvió a tratarse el mismo asunto en la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, pero se pensó que estando ya tan próxima la verificación del fenómeno no habría tiempo para hacer los preparativos necesarios al envío de una comisión mexicana hasta a algún punto de Oceanía o el Japón.

El día 8 de septiembre del mismo año se efectuó en el bosque de Chapultepec la acostumbrada, en aquel entonces, festividad con que el Gobierno y el pueblo mexicano conmemoraban la heroica defensa del Molino del Rey y del Castillo de Chapultepec contra el invasor norteamericano, y allí mismo el diputado Juan José Baz habló al entonces Presidente de la República Sebastián Lerdo de Tejada, acerca de la conveniencia de enviar una comisión de astrónomos mexicanos a Asia para observar el tránsito de Venus por el disco solar. El 11 de septiembre el presidente Lerdo de Tejada habló a Díaz Covarrubias preguntándole si sería posible reunir los instrumentos necesarios para las observaciones y si creía que los comisionados podrían llegar a tiempo para instalar los instrumentos y hacer las observaciones con buen éxito. En ese momento las comisiones científicas enviadas por otros países o estaban ya instaladas o iban en camino.

Díaz Covarrubias desplegó gran actividad, tanto en reunir los instrumentos necesarios como en adquirir los informes referentes a la duración del viaje. Su plan era ir de México a Veracruz, de este puerto a Nueva York, de aquí a San Francisco, California, embarcarse después para Yokohama y llegar por último a Pekín. La duración del viaje estaba estimada en 55 días. Díaz Covarrubias tuvo la aprobación de Lerdo de Tejada a pesar de la penuria del erario.

La Comisión quedó formada de la manera siguiente: presidente, Francisco Díaz Covarrubias, segundo astrónomo Francisco Jiménez, ingeniero topógrafo y calculador Manuel Fernández Leal, ingeniero calculador y fotógrafo Agustín Barroso y calculador y cronista Francisco Balnes. El Ministerio de Fomento proporcionó un telescopio zenital, un teodolito y un barómetro; la Escuela de Ingenieros prestó otro telescopio zenital y un cronómetro; el Colegio Militar facilitó un telescopio y un cronómetro, y a este arsenal se añadieron algunos instrumentos de propiedad de Díaz Covarrubias.

Finalmente, la comisión mexicana decidió establecerse en Bluff y en Yokohama, Japón donde construyeron los observatorios y el 27 de noviembre de 1874 quedó terminado el observatorio en Bluff y el 30 de noviembre el de Yokohama. Realizaron sus mediciones que fueron elogiadas por la comunidad científica mundial. La Comisión mexicana determinó además la posición geográfica de Yokohama y se levantó un monumento en el lugar que ocupó el observatorio de Díaz Covarrubias para que sirviera de punto de referencia en los futuros trabajos geográficos de Japón.

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#4 Tiempos

Ingeniero Labarthe, pionero de la cartografía geológica en México | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

Hace sesenta y cinco años, en el mes de mayo, el Ing. Eugenio Pérez Molphe impulsaba el proyecto para la creación de un Instituto de Geología en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, que sería presentado por el Ing. Rubén Ortiz Díaz Infante, Director de la Escuela de Ciencias Químicas, un par de meses después en julio de 1960 se formalizaba la propuesta al Consejo Directivo Universitario de a UASLP, la cual sería aprobada iniciando así las actividades del Instituto de Geología y Metalurgia, como fue llamado en un ´principio, siendo nombrado el Ing. Pérez Molphe como su director.

El proyecto de inicio de la formación en Geología en San Luis se venía gestado dos años atrás, motivada entre otros factores, por la celebración del Año Geofísico Internacional donde estaban participando algunos universitarios potosinos, entre ellos el Dr. Gustavo del Castillo, que recibió en 1957 a investigadores que realizarían algunos experimentos geológicos en el marco de esta celebración.

En 1958 con motivo del Año Geofísico Internacional estuvieron en San Luis Potosí el doctor en geología Robert P. Mayer de la universidad de Wisconsin y el ingeniero geodesta Hermilio Cepeda del Departamento de Oceanografía de la UNAM, con el objeto de realizar experimentos geológicos a fin de determinar la velocidad con que se transmite el movimiento de la tierra, para lo que buscaban una mina abandonada para emplear un sismógrafo a fin de poder colocarlo a considerable profundidad, seleccionando para ello al mineral de Cerro de San Pedro. Para realizar sus mediciones se haría una explosión de dinamita en el Cerro del Mercado en Durango y mediante comunicación por radio con Cerro de San Pedro se trataba de registrar en el sismógrafo el evento.

En 1959 el Ing. Luis S. Jiménez López presidente de la Comisión Nacional de Fomento Minero en el Estado de San Luis Potosí, en un análisis minucioso sobre el panorama minero en México, declaraba que el país necesitaba más ingeniero geólogos, señalando la necesidad de una nueva dinámica en los campos de exploración y explotación de minerales cuyo factor propicie el justo y adecuado aprovechamiento de este núcleo de profesionales.

En esos años, terminaba sus estudios de ingeniería geológica el potosino Guillermo Labarthe Hernández en la Universidad Nacional Autónoma de México, titulándose en la licenciatura como ingeniero geólogo en 1958, año en que contraería matrimonio y regresaría posteriormente a San Luis Potosí.

Guillermo Labarthe Hernández nacería en San Luis Potosí en febrero de 1934, a principios de los sesenta se incorporaría al Instituto de Geología de la UIASLP que contaba con un número mínimo de profesores y sus actividades se orientarían al apoyo a la docencia y el impulso de la carrera de geología en la UASLP que iniciaba actividades en 1961 a la que se incorporarían alumnos que ya estudiaban ingeniería en la UASLP y que reorientaban su vocación a la geología.

El vínculo del Ing. Labarthe con la UNAM se reflejaría al realizar los primeros trabajos de cartografía en colaboración con esa institución que propició se titularan los primeros geólogos de la UASLP

un par de años después en lo que fue la primera generación de ingenieros geólogos, la cual estuvo formada por Arturo Elías, Jorge Fraga y Manuel Mendiola, que recibieron sus títulos en 1963.

El Instituto de Geología de la UASLP sería el tercer instituto de investigación creado en la UASLP y el segundo que se formaba en el país. Si bien, sus primeros años estuvo enfocado principalmente en el apoyo a la docencia se establecían las raíces que propiciarían se realizaran se manera intensa actividades de investigación a mediados de los setenta.

En el mes de noviembre de 1962 salió a la luz pública la revista “Geología y Metalurgia”, con temas técnico-científicos de interés y que posteriormente, hacia 1977 daría lugar a la serie de boletines publicados como “Folletos Técnicos del Instituto de Geología”. En 1979 el Ing. Guillermo Labarthe Hernández era nombrado director del Instituto de Geología y se iniciaba un intenso trabajo de cartografía geológica siendo un esfuerzo pionero en el país.

En 1976 inicia los trabajos formales de investigación en cartografía geológica del Estado enfocando esfuerzos en la Zona Media y Altiplano del estado de San Luis Potosí, dirigidos por el Ing. Labarthe; estos trabajos serían los primeros que se realizaban en México. Los cuales sirvieron para definir los acuíferos de la zona de San Luis Potosí y Villa de Reyes. Por lo que al perforarse los pozos se sabía que tipo de rocas estaban en el subsuelo gracias al trabajo de cartografía realizado. En cuanto a recursos minerales, los depósitos de caolín que existen en la zona suroeste del estado fueron descubiertos por la cartografía realizada.

Todos estos recursos, acuíferos y minerales están encajonadas en rocas volcánicas, tema que sería parte de la especialización del Ing. Labarthe del que era un experto. La zona de San Luis fue una zona volcánica, y los estudios han ayudado a comprender la evolución de la corteza.

El Ing. Labarthe falleció iniciando el mes de mayo dejando un importante legado para la geología mexicana y en especial la potosina, siendo uno de sus pioneros y el iniciador de la cartografía geológica moderna.

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#4 Tiempos

Monólogo del profesor | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

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LETRAS minúsculas

 

Seamos sinceros, estimada señora: a nuestros jóvenes cada vez les importa menos lo que en la escuela podamos decirles. Un día la invitaré para que venga y vea. Entonces se sorprenderá al ver la cara que ponen cuando un servidor de usted les esté explicando, por ejemplo, la segunda ley de la termodinámica. ¿Puedo adelantarle algo de lo que verá? Un muchacho de cabellera abundante y estropajosa, con las piernas cruzadas, estará observando el estado general de las suelas de sus zapatos como en una especie de contemplación o arrobo místico; otro, sentado a dos bancos de aquél, hojeará distraídamente la revista que metió de contrabando en el salón y que ha ocultado –ni siquiera discretamente- bajo su libro de texto; aquel, pensando que nadie lo mira (o no pensando nada, pues lo mismo le da), estará ocupado enviando mensajes desde su teléfono celular y contestando los que a su vez le lleguen; en fin, todo esto los encontrará usted haciendo cuando vea y vea, estimada señora.

Mientras tanto, yo seguiré hablando en voz alta, haciendo como que creo que me escuchan. «Tú juegas a quererme, yo juego a que te creas que te creo». ¿Recuerda usted quién cantaba esta canción hace veinte años o incluso veinticinco? ¿Luz Casal? En todo caso, se trata del mismo pasatiempo: mis alumnos juegan a que me ponen atención, y yo juego a hacerles creer que me trago su mentira. De este modo ellos están en paz y yo también.

¡Oh, no me crea usted un resignado! La verdad es que en otro tiempo abrigué ciertas ambiciones pedagógicas y hasta llegué a creer que bastaba con que yo abriera la boca para que mis alumnos se apasionaran por la materia que me disponía a explicarles. Hoy ya no soy tan ingenuo, estimada señora, y hasta me he dado esos baños de realidad que si bien al principio no son nada agradables (el agua de la realidad es fría, bastante fría), al final lo sacan a uno de ese ensueño metafísico del que hablaba en uno de sus libros un famoso filósofo francés.

Al principio, debo confesárselo, casi lloraba al ver que mis alumnos me hacían menos caso que al perro del vecino; pero luego la fuente de las lágrimas se secó, y aquí me tiene usted, haciendo como que enseño y cobrando puntualmente mi sueldo, pues es bien sabido que de aire los hombres no pueden vivir.

A los muchachos ya no les digo nada, y ni siquiera los riño. ¿Qué les puedo decir, por ejemplo, cuando no hacen sus tareas? Podría, sí, hacer como que me indigno, pero esto sería llevar el juego demasiado lejos. Supongamos, por ejemplo, que me quejo con sus padres diciéndoles que sus hijos son unos holgazanes. ¿Qué voy a recibir como respuesta? ¡Ya se lo imaginará usted! Una vez, al principio de mi carrera –es decir, cuando me sentía con derecho a ser exigente- mandé llamar a uno de esos caballeros que se llaman a sí mismos padres de familia para suplicarle que pusiera más atención en los asuntos del que creo era su primogénito. Pero no me dejó ni siquiera terminar. «¿Y usted quién es para meterse en nuestra vida?», me preguntó lleno de rabia, ajustándose con brusquedad el nudo de su corbata.

«A usted le pagamos para que dé su clase, pero lo demás ya no le toca».

De acuerdo, de acuerdo, me dije entonces. Quiero decir con esto que aprendí la lección. Desde entonces ya no encargo a mis alumnos ninguna tarea. ¿Para qué? Hoy mi lema es, humildemente, éste: laissez faire, laissez passer: ¡Que cada uno haga lo que le venga en gana!

La vida de mis alumnos, estimada señora, está en otra parte. ¿En qué parte? Vaya usted a saberlo, aunque todo parece indicar que ésta comienza para ellos justo en el instante en que, llegando a su casa, dejan la mochila en el suelo y encienden la computadora. ¡Entonces sí que se sienten vivir! «Ah –se preguntan-, ¿quién habrá inventado la escuela, ese mal que ni siquiera parece necesario?».

En la luna: allí veo a mis alumnos cuando les hablo de cosas que a mí me habría gustado comprender cuando tenía su edad. En la luna, sí, y parecen muy poco dispuestos a bajar a esta tierra que desde hace mucho ha dejado de interesarles.

¿De dónde acá esta indiferencia por todo lo que sea escolar o huela a ello? He encontrado aquí y allá diversas teorías, aunque la que hasta ahora me convence más es ésta del pedagogo francés Guy Avanzini. Escuche usted: «A pesar de todo, los padres, sin quererlo y sin saberlo, al menos en parte, son los responsables de este fracaso». Está hablando el pedagogo del fracaso escolar, que incluye no sólo las malas notas obtenidas en los exámenes, sino sobre todo el disgusto con que los jóvenes se presentan en la escuela. ¡Pero cómo! ¿Son culpables los padres de esta situación? Sí –responde Avanzini-, y ellos los primeros. Ante todo, porque desvalorizan el trabajo escolar, diciendo y pensando que ir a la escuela equivale a perder el tiempo, y luego exaltando el ejemplo de los que triunfan en la vida «sin haber trabajado en la escuela; haciendo la apología del mal estudiante que, sin haber llegado a la edad adulta, alcanza la notoriedad a pesar de la escasez de su cultura y de la regularidad de sus malas notas». Esto, en síntesis, es lo que dice Avanzini. Y el panorama parece tanto más desolador cuanto que nuestros muchachos oyen a cada instante noticias de verdaderos ignorantes que ganan lo que quieren sólo por saber patear un balón, aporrear una guitarra o cantar una canción. Además, ¿no escuchábamos hace poco la noticia de que muy pocos de nuestros legisladores acabaron realmente de estudiar? ¡Y mire usted lo que gana en estos contornos del mundo un legislador! Los hombres que viven mejor son los que han estudiado menos: he aquí el mensaje que les llega a los jóvenes desde todos los flancos. ¿Cómo queremos entonces, estimada señora, que la escuela les interese aunque se un poco? ¡Respóndame usted! ¡respóndame, por el amor de Dios!

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#4 Tiempos

Se juegan las finales | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

 

Esta semana comienzan a definirse los campeones de las ligas en México. Y es que si bien todo el mundo piensa en los cuatro semifinalistas de la Liga MX y sus enfrentamientos, las otras ligas también definen a sus campeones.

En la liga de expansión, misma que aún no confirma la posibilidad de ascenso y que de entrada este torneo no se dará, la final está dicha, el Tampico y la U de G se enfrentan para conocer al campeón del torneo. El primer partido se jugará mañana sábado en Tampico, para que la vuelta y la definición del campeonato se dé el sábado 24 en la cancha del estadio Jalisco. Vale la pena recordar que en su primer año compitiendo en esta liga, la Jaiba Brava ya disputa la final. Como apunte, si se peleara el ascenso, el campeón de este torneo tendría que enfrentar al equipo de Tapatio en la final de campeones, ya que los de Chivas son los actuales campeones vigentes.

Bajando en las divisiones, la semana pasada tuvimos campeón tanto en Serie A, Serie B y filiales en la Liga Premier. Para la Serie B, el cuadro de Santiago FC logró el bicampeonato al derrotar al Pachuca, con esto y haciendo cambios administrativos y de instalaciones, podría aspirar a cambiar a Serie A. En la final de filiales (misma que no tiene derecho a ascenso) el campeón fue el equipo de Correcaminos, venciendo a Ahuacateros de Uruapan, equipo filial del Ahuacateros de Peribán, mismo que está por jugar la final de campeón de campeones de la Serie A.

Justo ahí, el duelo “importante” de la liga, Irapuato, que se coronó el pasado fin de semana, se juega el campeonato definitivo del año frente a Ahuacateros de Peribán. En el partido de ida, se empató a 1 en Irapuato, mientras que el de vuelta se jugará el domingo 18, para definir al campeón de campeones. Cabe resaltar que no se ha dicho nada sobre un posible ascenso a Liga de Expansión, ya que no basta con ser campeón de Serie A, sino también conseguir las licencias y certificaciones que ahora pide la liga.

Hablar de la Liga TDP, las profundidades de las ligas profesionales en México, es por ahora meternos en muchos problemas. Este fin de semana se están jugando apenas los cuartos de final de cada una de las zonas del país, por lo que aún le queda mucho camino al equipo que pueda ser campeón nacional de lo que podríamos llamar la quinta división del fútbol mexicano.

En fin, es interesante sumergirse un poco al fútbol de las ligas inferiores, a ese que emociona a sus aficiones, ese que se ha olvidado por la desdicha del no ascenso, recordarlos es por lo menos darles un pequeño reconocimiento a esos otros campeones del fútbol mexicano.

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