#4 Tiempos
La atención | Columna de Juan Jesús Priego
LETRAS minúsculas
Fue Edwin Goffman (1922-1982), el famoso sociólogo canadiense, quien acuñó la expresión «formas de desatención civil» para referirse a esos gestos que solemos ejecutar en las calles o en las plazas para no darnos por enterados de lo que ocurre a nuestro alrededor.
Leer un libro en el autobús, por ejemplo, puede ser una manera de ganarle tiempo al tiempo, como se dice, convirtiendo el medio de transporte en una escuela rodante; pero puede ser también una «forma de desatención civil» si nos ponemos a leer sólo para no tener que vérnoslas con nuestros compañeros de viaje. Colocarse un par de audífonos en la cabeza puede ser una manera de hacer nuestra caminata cotidiana un poco menos aburrida, pero puede ser igualmente una «forma de desatención civil» si nos tapamos con ellos las orejas con el solo fin de ignorar a los que caminan a nuestro lado, o para no saludarlos haciendo como que no los vemos. «Cuando enciendo el walkman apago el mundo», me dijo una vez un amigo mío, y no creo que, hasta ahora, alguien lo haya dicho mejor. Sí, encender el walkman es no permitir que el mundo con sus sonidos, sus voces y su ruido nos alcance.
Pero prosigamos. Hoy, gracias a la tecnología, las formas de desatención civil son abundantes, y esperar nuestro turno en una ventanilla puede dar ocasión para ejercitarnos en muchas de ellas. Podemos, por ejemplo, hojear la revista de ofertas de un famoso centro comercial, o fingir que la punta de nuestros zapatos es un objeto digno de contemplación, o pulsar azarosamente las teclas de nuestro teléfono celular haciendo como que enviamos un mensaje, aunque en realidad no tengamos ni red inalámbrica ni amistades suficientes para ello… Como puede verse, la lista es infinita.
Ser desatentos, en el lenguaje cotidiano, significa ser descorteses. «¡Qué desatento eres, querido!», dice la mujer a su esposo cuando a éste se le olvida cederle el paso antes de entrar ambos a algún lugar. Sin embargo, un análisis más detenido de las palabras nos tendría que llevar a concluir que la desatención, por evidente que esto parezca, tiene mucho más que ver con la atención que con la cortesía, y que es como la falta de ella. El desatento es descortés sólo de rebote, por decirlo así, pues antes ha cometido otra falta: la de no haber reparado en los seres que se movían a su alrededor y, por lo tanto, de darles el trato que merecían. El desatento mira, pero no ve; oye, pero no escucha; camina, pero pasando de largo.
Conocí una vez a un hombre así –bueno, en realidad he conocido a muchos, pero por ahora quiero referirme sólo a él-. Por el puesto que ocupaba era muy conocido en todas partes y no eran pocos lo que lo apreciaban, de manera que cuando lo veían en la calle casi siempre intentaban detenerlo. No obstante, este señor caminaba por la vida con la actitud de quien lleva siempre mucha prisa. No, no caminaba por la vida: corría. Y, así, cuando alguien lo interceptaba, él se ponía a la defensiva haciendo c asi automáticamente las siguientes cuatro cosas: Primera: esbozar una sonrisa para derretir el hielo y dar apariencia de cercanía . Hasta aquí todo estaba bien, pero apenas transcurrían 10 o 20 segundos, nuestro amigo pasaba entonces a ejecutar el acto número dos, que consistía en hacer breves pero incisivas alusiones a su compromiso más inmediato, que tendría lugar a escasos cinco minutos en la parte opuesta de la ciudad . Una vez hecho esto, era ya muy fácil ejecutar el acto número tres, consistente en lanzar una discreta mirada a su reloj de pulsera. Cuando llegaba a este punto, ¿qué podían hacer los interlocutores más que apartarse de su camino para no ser arrollados? Por último –paso número cuatro-, nuestro héroe echaba a correr. Y no es que fuera malo, no: es que era desatento. No reparaba en los demás, ni se hacía cargo de sus personas; no leía la composición o descomposición de sus rostros: él sencillamente los ignoraba.
En sus Soliloquios y conversaciones, don Miguel de Unamuno (1864-1936) confesó haber descubierto un método para reconocer a los ociosos. ¿Quiere usted saber en qué consiste? Escuche usted: «En mi pueblo, en Bilbao, hay un cierto culto a la actividad, al trabajo, y, sin embargo, hay muchos vagos –como es natural que los haya en un pueblo tan trabajador-; pero esos vagos, para hacer creer que trabajan, van siempre muy de prisa por la calle. Cuando veáis uno que tan trabajado; pero esos vagos, para hacer creer que trabajan, van siempre muy de prisa por la calle a todo vapor, atropellando a aquellos con quienes cruza, podéis asegurar que es un vago. Quiere hacer creer que está muy atareado».
Estos que viven corriendo, ¡cómo son descorteses y fríos! Tú los quieres detener para preguntarles cómo están y ellos simplemente se baten en retirada; y si les hablas por teléfono, se ve a las claras que ya antes de contestar quieren colgarte. Pero, ¿qué pasa con tales energúmenos? Que, llegados a cierto punto, uno se cansa de ellos y opta por hacerse a un lado. ¡En cambio, cómo admiramos a las personas que caminan por la vida con parsimonia y elegancia! Son atentos, educados y casi diría que hasta contemplativos. Todo objeto que se mueve a cierta distancia de ellos es digno de su atención y de su saludo.
La atención, la verdadera atención, es una virtud: «es una gracia que hay que pedir», asegura el cardenal Carlo María Martini en uno de sus libros. «Supone distensión, desapego, prontitud, agilidad de espíritu, libertad interior, capacidad de entusiasmarnos por cualquier cosa bella, ausencia de prisa». La atención es la virtud de los grandes hombres, el fundamento de la cortesía, aquello que hace posible los encuentros.
En la era de la desatención y de la prisa hay que pedir a Dios la gracia de la atención.
De la atención, sí, para que los demás no pasen por nuestra vida como pasan las ráfagas de aire; para poder darles lo mejor de nosotros mismos y enriquecerlos con los tesoros de amabilidad y de ternura que llevamos dentro y que -como avaros incorregibles- casi nunca gastamos.
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#4 Tiempos
El tormentoso futuro y sus pronósticos | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
Se llega al inicio del torneo y como siempre, la ilusión, el deseo y un poco de esperanza regresan a los campamentos del fútbol mexicano.
Ya con algunas semanas de partidos amistosos, preparación de pretemporada y contrataciones interesantes, arrancamos con la idea de pronosticar el futuro de San Luis en la liga.
La mecánica es simple, ir jornada tras jornada sumando (cuando lo amerite) los puntos que puede obtener el equipo, para al final hacer una suma e intentar predecir si es suficiente como para pelear por un lugar en la liguilla o no, así que comencemos.
Jornada 1: León (Derrota) 0 puntos
Jornada 2: Monterrey (Derrota) 0 puntos
Jornada 3: Chivas (Derrota) 0 puntos
Jornada 4: Cruz Azul (Derrota) 0 puntos
Jornada 5: Puebla (Empate) 1 punto
Jornada 6: Querétaro (Victoria) 4 puntos
Jornada 7: Toluca (Empate) 5 puntos
Jornada 8: Tijuana (Victoria) 8 puntos
Jornada 9: Santos (Victoria) 11 puntos
Jornada 10: América (Empate) 12 puntos
Jornada 11: Pachuca (Empate) 13 puntos
Jornada 12: Mazatlán (Victoria) 15 puntos
Jornada 13: Atlas (Victoria) 18 puntos
Jornada 14: Pumas (Derrota) 18 puntos
Jornada 15: Necaxa (Victoria) 21 puntos
Jornada 16: Juárez (Victoria) 24 puntos
Jornada 17: Tigres (Derrota) 24 puntos
24 puntos representan una real posibilidad de jugar play in y con ello pensar en llegar a la liguilla. Sin embargo, el pronóstico habla de un arranque muy complicado llegando a sumar alguna unidad hasta la jornada 5, lo cual preocupa para la estabilidad del equipo y su nuevo cuerpo técnico. Un torneo que luce complicado y de adaptación para el director técnico y una base muy consolidada de jugadores que conocen muy bien la liga.
Por el bien del fútbol en San Luis, esperemos que la bola ruede a su favor, que renazca el buen toque de balón y se demuestre que con poco se puede competir, no queda más que esperar y en unos meses hacemos el recuento de lo logrado contra este complicado pronóstico, que comience la fiesta del fútbol mexicano, una vez más.
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#4 Tiempos
Personas como espejos | Columna de Carlos López Medrano
Mejor dormir
Los pasos dados en una mañana cualquiera conducen a uno de esos espejos piadosos en los que uno aparece más guapo de lo habitual, más limpio, más esbelto, casi heroico. La imagen llega como ráfaga: ese instante fugaz en que parecemos la mejor versión de nosotros mismos. Al siguiente paso, otro espejo devuelve ya el reflejo habitual: el rostro cansado, la camisa con esa arruga que antes no estaba, el pelo que ya no da. Así son los espejos: unos nos bendicen con la gracia de un tenista que acaba de salvar un set y lanza un guiño a la muchacha de la tercera fila; otros nos exhiben hasta el patetismo, y no hay ángulo que salve esas ojeras de un sueño perdido o la mancha que jurábamos no llevar puesta.
Entre uno y otro reflejo, se instala la duda: saber si somos el mal reflejo o la estampa bella de aquel aparador, si somos lo que vimos primero o lo que vemos ahora. Si somos el destello o la derrota.
En las relaciones humanas ocurre un duelo parecido. Hay personas que funcionan como espejos benévolos y nos devuelven lo mejor de nosotros mismos, iluminando lo que tenemos de amable, de inteligente, de vivo. Con ellas todo fluye: la conversación, el silencio, el juego de miradas. Traen de vuelta nuestro humor. Su sola presencia aligera la carga del día y perdonamos así el paso de las moscas.
En el ámbito de las relaciones es preciso rodearse de personas que son como los espejos en los que uno se ve bien y que nada complican. Gente que con su paciencia y simpatía ponen en bandeja las sonrisas y alumbran los más elevados sentimientos.
Pero también hay espejos rotos con forma de persona. Espejos manchados que te reducen y desaniman, cual les marca su hebra cochambrosa y su afán por ensuciar lo que les rodea. Sujetos cuya sola cercanía oscurece, reduce. Imanes del infortunio, empeñados en arrastrar a los demás a su fango personal. Su forma inmunda de consuelo.
Famosa es la frase en la que John Keats contaba que la poesía ha de acontecer con la misma naturaleza y espontaneidad con la que una hoja cae del árbol, y no forzada ni sostenida por andamios y tornillos. Las relaciones humanas de mayor calado fluyen sin tener que desgañitarse. No se gritan, no se empujan: florecen. Como esas novelas que uno lee sin darse cuenta, y al mirar la página ya vamos por la mitad. Tenemos libros que se arrastran (uno nomás no ve la luz al final del túnel) y otros que vuelan.
Vuelvo a mi maestro Jardiel Poncela: aquellas mujeres que no se acomodan a nosotros valen menos que un lavafrutas, aunque sea la resurrección de Friné envuelta en perfume de Le Galion.
Hay personas que te jalan consigo a su piscina de indecencia; y están otras, las que valen su peso en azafrán, que elevan y de la mano te guían a lo que has anhelado para ti en ratos de dulce vanidad. Son los rayos de sol que se cuelan entre las hojas en la última hora de la tarde.
Los buenos modales siguen siendo la pauta a la hora de definir a la gente de la que me quiero rodear. Aquellos que te alientan, saben escuchar y con los que aún puedes platicar de viejos álbumes.
Recordar, por ejemplo, aquella canción de The Velvet Underground cantada por Nico:
Seré tu espejo
Reflejaré lo que eres, por si acaso no lo sabes.
Déjame estar de pie para mostrarte que estás ciego.
Por favor, baja las manos,
Porque yo te veo.
Me cuesta creer que no sepas
La belleza que eres.
Pero si no lo sabes, déjame ser tus ojos,
Una mano en tu oscuridad para que no tengas miedo…
Contacto
Correo: [email protected]
Twitter: @Bigmaud
También lee: La Habana que vive en Mérida (yo sé que volverás) | Columna de Carlos López Medrano
#4 Tiempos
Un encuentro con la tabla periódica: la participación potosina | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
En la sesión del mes de junio de La Ciencia en el Bar se llevó a cabo la presentación del libro Un encuentro con la tabla periódica, ensayos, cuentos y anécdotas, publicado en 2024 por el Fondo de Cultura Económica, dentro de la serie La Ciencia para Todos, en la cual corresponde al número 262. El libro fue coordinado por el Dr. Juan Carlos Ruiz Suárez, investigador del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (CINVESTAV) unidad Monterrey y en el cual participaron alrededor de ochenta investigadores del país de varias instituciones educativas y de investigación de los diversos estados de la República Mexicana.
El libro nació de una iniciativa en la conmemoración del Año Internacional de la Tabla Periódica que fuera proclamada por la Unesco en el año 2019; el libro es un recorrido por todos y cada uno de los elementos que conforman la tabla periódica, elementos que son la base para el desarrollo científico y tecnológico de la humanidad. A través de los siglos se han ido identificando estos elementos que al conjuntarse con otros conforman las moléculas y estructuras diversas de la materia y de nuestro universo.
El libro se enfoca en cada uno de estos elementos y es presentado por un investigador de la comunidad científica nacional, sea como un ensayo que acerca al lector al entendimiento del elemento en cuestión y su importancia para nuestra sociedad. Estos acercamientos también se dan, en algunos casos, a manera de cuentos y de anécdotas, tal como se subraya en el subtítulo del libro.
Hasta el momento se conocen ciento diez y ocho elementos, entre naturales y los sintetizados en los laboratorios modernos; la tabla no está cerrada y en años próximos se piensa pueda seguir creciendo con la síntesis de nuevos elementos, si bien, los naturales que son del orden de noventa y dos prácticamente está agotada.
La comunidad científica de San Luis Potosí, también participó en la elaboración de los artículos que conforman este libro encargándose de algunos de los elementos de la tabla periódica. Trece fueron los investigadores de San Luis Potosí que participaron en el libro; figuran así:
La Dra. Mildred Quintana, con el tema, Boro: un elemento primordial en el origen de la vida. La dra. Mildred Quintana es investigadora de la Facultad de Ciencias y del Centro de Investigación de Ciencias de la Salud de la UASLP.
Con el tema: Sodio: la velocidad de aliento, participa el Dr. Braulio Gutiérrez Medina, del Instituto Potosino de investigación Científica y Tecnológica, IPICyT, quien trabaja en sistemas biológicos.
La Dra. Viridiana García Meza, investigadora del Instituto de Metalurgia de la UASLP, que trabaja con microorganismos quimioautótrofos y fotoautótrofos, escribe sobre el Azufre: el elemento oloroso y amistoso del vecindario.
Sobre el Níquel: un duende travieso, escribe la Dra. Vanesa Olivares Illana, quien es investigadora del Instituto de Física de la UASLP y quien se centra en el estudio de interacciones biomoleculares involucrados en el cáncer.
El Dr. Daniel Ignacio Salgado Blanco, investigador del IPICyT, colabora con el tema, Kriptón: el elemento oculto. El Dr. Salgado es especialista en simulaciones moleculares de la materia a escala microscópica y nanoscópica.
El Dr. Pedro Miramontes que es investigador de la Facultad de Ciencias de la UNAM y colaborador como profesor visitante de la Facultad de Ciencias de la UASLP, especialista en evolución biológica en una perspectiva física y matemática, escribe sobre el Rubidio: rojo carmesí.
Por su parte la Dra. Marissa Robles Martínez, especialista en efectos antimicótico de nanopartículas de plata y investigadora del Instituto de Física de la UASLP, trata el tema, Antimonio: contra monjes.
El Dr. Eduardo Gómez García, investigador del Instituto de Física, especialista en enfriamiento por láser de gases a temperaturas cercanas al cero absoluto, escribe sobre el Cesio: el átomo del tiempo.
Sobre el Lantano: el titular de la familia rara, escribe el Dr. Luis Felipe Cházaro Ruiz, investigador de la División de Ciencias Ambientales del IPICyT, que entre otras líneas de investigación trabaja en sistemas bioelectroquímicos y sistemas electroquímicos de conversión de energía.
De la Facultad de Ciencias Químicas de la UASLP y tratando el tema Praseodimio: imita al periodoto, participa el Dr. Miguel Ángel Waldo Mendoza en colaboración con Nancy Araceli Rivera García investigadora de la empresa Greennova.
Vianney Rangel, investigadora de la UASLP y especialista en biofísica, trata el tema Naodimio: en imanes poderosos.
Junto a su colega de la Universidad Autónoma de Zacatecas, Sonia Saucedo Anaya, el Dr. Said Aranda Espinoza, investigador del Instituto de Física, trabajan el tema Gadolinio: excelente en refrigeración, que también desarrolla el tema de Iridio: en honor a la diosa Iris.
Los invitamos que lean el libro en cuestión sobre la tabla periódica que fuera presentado en La Ciencia en el Bar en el cierre de su ciclo número treinta y nueve y previo al vigésimo aniversario de este peculiar programa de difusión.
También lee: Jorge Echevarría y su taller de Sonido 13 | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
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