diciembre 3, 2024

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#4 Tiempos

Identidad de género, crecer en la dicotomía | Columna de Paul Ibarra

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identidad de género

Desde mi clóset

 

Al crecer, las personas se identifican como niño/hombre o niña/mujer. Este es el sentido psicológico de la identidad (Robinson, 2002). Con base en los estudios realizados por John Money, médico sexólogo, existen dos variables que permiten a una persona identificarse en determinado sexo/género. Es así que existe un género asignado (Shibley, 2006), el cual hace referencia a ese anuncio del profesional de la medicina, que al nacer aduce sobre si el producto del parto es un niño o una niña. Este anuncio, con los avances de la ciencia se ha adelantado incluso previo al nacimiento, al hacer un ultrasonido y observar que el producto cuenta con determinada apariencia genital externa, entonces se le asigna un sexo.

El momento de la asignación de un género es fundamental para el desarrollo de la identidad sexual de una persona. Es justo en este momento que inicia la transmisión de la carga cultural simbólica que dota de sentido a la especie humana como ser sexuado. Pierre Bourdieu le denomina a este hecho la asimilación de la dominación, es en este momento que un cuerpo humano se define socialmente (Bourdieu, 1998, pág. 20). En referencia al dogma divino de la creación, Jehová otorgó al humano la potestad de dominar a todo ser vivo sobre los mares y tierras (Valera, 2009). La sujeción de la humanidad por sobre las demás especies requería de la posibilidad de saberse distintos al resto de la vida en el planeta.

Así pues, con el afán de significarse en otro plano distinto al resto de los seres vivos, la humanidad creó categorías simbólicas que diferencian a la especie de entre las demás. El macho humano es entonces un hombre y la hembra humana una mujer. Esta diferencia es crucial para entender el sistema sexo-género y la apropiación de una estructura de dominación patriarcal. Es una trampa de origen en la que las personas han caído por mucho tiempo. Distinguir entre macho-hembra y hombre-mujer es fundamental para la construcción cultural de la identidad de género. Por si mismos los machos y las hembras humanas no tienen diferencias significativas que les coloquen a unos por encima de las otras. Lo normal dentro de la naturaleza es la diversidad. Existe suficiente evidencia científica que demuestra que los roles inter especie son indistintos. Las leonas son las proveedoras de la manada. Los machos del hipocampo son quienes gestan los huevos luego de la fecundación. Incluso la reproducción es diferenciada, hay organismos asexuales que utilizan la bipartición, esporulación, yemación o partegénesis para reproducirse. Tampoco el binarismo sexual es la única opción, algunas lombrices tienen funciones de ambos sexos en su cuerpo, hay ranas que cambian de sexo en respuesta a la cantidad de miembros de determinado sexo existente (Lolita, 2009). Por tanto, es evidente que el sexo/género tal y como lo conocemos en la actualidad, es una construcción social que facilita la dominación.

De manera habitual la identidad de género se ha implantado en mayor medida durante la primera infancia. “Antes de cumplir los tres años de edad, los niños pueden diferenciar los juguetes que usan normalmente los niños y las niñas y empiezan a jugar con niños de su propio género en actividades identificadas con ese género” (Healthy Children, 2016). Con base en los datos de la American Academy of Pediatrics

, alrededor de los dos años, niñas y niños tienen conciencia de las diferencias anatómicas entre las crías, macho y hembra de la especie. Poco después del tercer año de vida, en general hay una identificación ya sea como hombre o mujer en desarrollo. La estabilidad de la identidad de género se alcanza a los cuatro años. “Más o menos durante esta etapa de la vida, los niños aprenden las conductas y los roles del género —lo que quiere decir, hacer “las cosas que hacen los niños” o “las cosas que hacen las niñas”” (Healthy Children, 2016). Esta “sensación privada, interna, de una persona” (Shibley, 2006, pág. 77) respecto al saberse hombre o mujer es el segundo componente de la identidad sexual.

Con base en el sistema sexo género debe existir una correspondencia entre el sexo asignado al nacer y la identidad de género, es decir, un macho de la especie debe ser hombre, una hembra de la especie debe ser mujer. Carl Bijus, hombre transexual activista de Países Bajos, acuñó el término cisgénero para hacer referencia a esta correspondencia sexo-genérica. Por el contrario, las personas en las que no existe una correspondencia sexo-génerica, tal y como lo marca la norma heterosexual, se les conoce como transgénero (Ponce, 2016). La identidad de género es subjetiva y permanente, esta permeada por los roles sociales, norma la estructuración corpórea de cada individuo, le mantiene de un solo lado del camino.

De igual manera que en el caso de la intersexualidad, existe un control biomédico-social hacia la identidad de género. Las personas trans, quienes desobedecen el contrato cultural, son patologizadas, criminalizadas e incluso aniquiladas por el sistema. Al seguir a Bourdieu, el proceso de legitimación de la dominación se inscribe en observar la “naturaleza biológica que es en sí misma una construcción social naturalizada” (Bourdieu, 1998). Para el sistema sexo-género, no existe diferencia entre el ser macho de la especie y hombre, tampoco lo hay para el ser hembra humana y mujer. La correlación está naturalizada, por tanto, es incuestionable. Sin embargo, ha sido posible entender que por lo menos es necesario atender a ocho elementos distintos entre sí para conocer la naturaleza humana, que, macho/hombre y hembra/mujer queda corto, sólo es funcional para la reproducción, para nada más.

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La pionera del cuento fantástico latinoamericano | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

La Agencia Potosina de Cultura sería un proyecto, que, si bien no pudo implementarse en su momento, significo un paso importante para institucionalizar los esfuerzos culturales que caracterizaron a San Luis potosí en la década de los cincuenta, cuando logró instalarse el Instituto Potosino de Bellas Artes y se iniciaron programas como los jueves literarios. La característica de esta Agencia de Cultura era que sus promotoras era mujeres ligadas a la vida cultural y literarias, entre ellas María Amparo Dávila Robledo.

Nacida en Pinos Zacatecas el 21 de febrero de 1928, llegaría San Luis siendo una niña e ingresó a estudiar la primaria en esta ciudad. Su vocación a las letras, la adquirió por el gusto a la lectura que descubrió en la biblioteca de su padre, según contará la propia Amparo Dávila. Su vida estuvo influenciada por la presencia de la muerte en personas cercanas durante su infancia, pues de cuatro hermanos solo ella sobrevivió a la infancia.

Se relacionó con la vida cultural en San Luis Potosí y participaría colaborando en algunas de las revistas locales como Cuadrante, donde se publicarían algunos de sus cuentos de corte fantástico colocados, según algunos especialistas, en la tradición de Edgar Allan Poe y Horacio Quiroga, en los que el horror y la oscuridad de la propia vida se traslapan a los textos. Lo que la coloca como la escritora de literatura fantástica latinoamericana. Sus narraciones fantásticas impresionaron al mismo Cortázar, con el que le unió una gran amistad. Una de sus narraciones que aparece en la Gaceta de la UNAM es la que lleva por título “El huésped”, en el que la escritora describe con suspenso y terror la llegada de éste:

“Nunca olvidaré el día en que vino a vivir con nosotros. Mi marido lo trajo al regreso de un viaje.
Llevamos entonces cerca de tres años de matrimonio, teníamos dos niños y yo no era feliz…

“Una noche estuve despierta hasta cerca de las dos de la mañana, oyéndolo afuera… Cuando desperté, lo vi junto a mi cama, mirándome con su mirada fija, penetrante… Salté de la cama y le arrojé la lámpara de gasolina que dejaba encendida toda la noche…

Pensé entonces en huir de aquella casa, de mi marido y de él… Pero no tenía dinero y los medios de comunicación eran difíciles”.

La actividad cultural y académica que se vivió en San Luis en los cincuenta acercó a Amparo Dávila con Alfonso Reyes convirtiéndose en su secretaria, actividad que desarrolló durante dos años. Amparo Dávila se casó con el pintor Pedro Coronel, con el que tuvo dos hijas.

A lo largo de su carrera literaria se hizo merecedora a varios reconocimientos a su obra: recibió el Premio Xavier Villaurrutia en 1977; en 2013, fue homenajeada por el noveno encuentro de escritores, Literatura en el Bravo; en 2020 fue designada ganadora del Tercer Premio Jorge Ibargüengoitia de Literatura que otorga la Universidad de Guanajuato; en 2015 recibió la Medalla Bellas Artes por sus sobresalientes aportes a la literatura de México.

Amparo Dávila recibió la Medalla Bellas Artes en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. En esa ocasión, la escritora comentó:

“Trato de lograr en mi obra un rigor estético basado no solamente en la perfección formal, en la técnica, en la palabra justa, sino en la vivencia. La sola percepción formal, no me interesa porque la forma no vive por sí misma; es, digamos, la sola justificación de la escritura”.

Desde ese año el Gobierno de México convoca un certamen nacional de cuento fantástico con su nombre: el Premio Bellas Artes de Cuento Amparo Dávila.

María Amparo Dávila Robledo moriría en la Ciudad de México el 18 de abril de 2020.

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El engañoso 3-0 | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

 

Increíble marcador el de anoche, y no es que sea complicado creer que San Luis podría ganar, sino que ni los más optimistas pensaban que el marcador terminara tan holgado.

Desde mi perspectiva, tenía mucha seguridad de una victoria de San Luis, pero imaginaba una diferencia de un gol, por mi cabeza no pasaba la posibilidad de una goleada a un Tigres al que nunca se le había ganado en liga.

Pero, 3-0 es muy engañoso. San Luis dio un buen partido, algo normal a lo que nos acostumbró jugando de local, un equipo que sabe manejar tiempos, que controla bien el balón y que en momentos adecuados ataca y puede anotar. Tigres por su parte, hizo un partido donde comenzó con algunos jugadores importantes en la banca, pareciera que subestimaron al sexto lugar de la liga.

Tigres es un equipo con un plantel muy amplio, fácilmente varios de sus jugadores “bancas” ayer, podrían ser titulares en San Luis (Vigón, Flores, Gignac, Cordova, Herrera) y mostraron una cara poco comprometida con la fase que están jugando.

El trámite del partido fue bastante parejo, con aproximaciones para ambos equipos y una buena actuación de los arqueros. Pero la suerte solo fue para un equipo, San Luis metió las que tuvo, mientras que Tigres falló oportunidades que parecían hechas.

Justo por eso es que siento que es un resultado engañoso. El partido fue mucho más parejo que el marcador, Tigres tuvo para meter por lo menos una, pero falló, resalto el error de Nico Ibañez que hubiera significado el 1-1 y hubiera cambiado demasiado el destino del encuentro, San Luis tuvo 3 y metió las 3, muy poco más como para resaltar demasiado a Nahuel en la portería.

De todos los juegos de vuelta, me parece que los más posibles de remontar son Pumas vs Monterrey por que la diferencia solo es 1 gol y aunque duela decirlo, Tigres vs San Luis, la distancia entre estos dos equipos sigue siendo abismal, Tigres es un equipo muy armado, con grandes jugadores que de manera individual pueden sin problema resolver un partido, del otro lado San Luis juega mucho con el conjunto, pero errores individuales pueden pagarse caro, un mal control de balón, una salida en falso, un error como los de Tigres frente a la portería, podrá significar mucho en la eliminatoria.

Mucha suerte, que es justo lo que vamos a necesitar.

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Cuando hay Hoyos En Las Cercas | Columna de Guille Carregha

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Criticaciones

 

¡Ah, caray! Resulta que alguien decidió hacer una película basada en mis compañeros de clase en la secundaria. Sí, así mismito como eran: clasismo a más no poder, desplantes violentos para recordarle a la gente que el dinero es poder y, como debe de ser, cero consecuencias. De verdad, ver esta cinta fue como un flashback a mis principios de los 2000s. Porque claro, aquí en México la impunidad no solo es una tradición nacional, sino una especie de deporte. Si creen que lo que pasa en esta película es ficción o irreal pues, no sé, o vivimos en dos realidades distintas o mi adolescencia fue aún más cutre de lo que pensaba.

Desconozco cuál haya sido la experiencia de otros seres humanos viendo El Hoyo En La Cerca, porque de acuerdo a Letterboxd la recepción de la cinta es mixta, pero para mí personalmente fue facilísimo meterme en la narrativa. La película va de un retiro espiritual orquestado por una escuela privada religiosa mexicana, y de cómo sus adultos a cargo utilizan tácticas de manipulación y guerra para promover dentro de ellos una visión fundamentalista y de extrema derecha en ellos, permeando el status quo pedorro de México. O sea, va de cómo las autoridades te convierten en un ser deleznable para su beneficio.

Y, a ver, yo crecí rodeado de estos monstruos humanos: los mismos niños fresa que te hacían sentir que tu existencia era un inconveniente para su “educación de calidad” y que se burlaban de cualquiera cuyo Pantone de piel fuera un poquito distinto al consabido 100C. Como si eso no fuera suficiente, también me chuté retiros escolares que, honestamente, no estaban tan lejos de lo que se muestra en pantalla. Solo que, claro, con menos violencia explícita… pero no porque mis compañeros no quisieran o supieran que era mala. Era más porque los profesores que organizaban esos eventos todavía tenían un poquito de alma y no eran absoluto tan sociópatas como los de la película.

Desde el primer minuto, El Hoyo En La Cerca hace un trabajo excelente en sumergirte en su ambiente. El lugar donde pasa todo parece salido de una revista de “lugares aspiracionales”. Todo se ve tan alejado de cualquier realidad mexicana promedio que hasta te sientes un poquito incómodo, como cuando entras a una tienda donde sabes que no puedes pagar nada. Y esa es justo la idea: te ponen en un contexto donde la opulencia y el clasismo son el aire que todos respiran. Todo esto se refuerza con el diálogo de los personajes, que constantemente desprecian a cualquier cosa que no se alinee con su mundo de privilegios. Es tan real que duele, como si la película te diera un zape y te dijera: “Sí, así son”.

El soundtrack, por cierto, también hace su parte. Esa música inquietante que parece diseñada para que te pongas nervioso funciona de maravilla. Luego están las tomas llenas de “naturaleza” que, más que bonita, se siente falsa, casi artificial, como un disfraz caro para ocultar lo podrido que está todo debajo. La combinación de estos elementos te mantiene al filo del asiento, aunque sea porque estás esperando que pase algo peor.

Y, pasa. O sea, si pasan cosas feas. Reprobables. Pero… no llega a los extremos que se te predispuso a imaginar.

Esta atmósfera tan lograda es también lo que termina decepcionándote un poquito. Mira, te preparan para un desastre épico, algo nivel todo lo que pasa al final de Midsommar. Te venden la idea de que estás a punto de ver actos inhumanos tan extremos que saldrías del cine necesitando terapia. Pero luego, cuando finalmente llega el clímax, lo que pasa es más como una nota roja del periódico. Sí, es terrible, pero es de ese tipo de atrocidades que ves mientras desayunas unos chilaquiles y piensas: “Ah, México mágico”. Y eso me hizo darme cuenta de lo anestesiados que estamos. O sea, ¿en qué momento lo absurdo dejó de sorprendernos?

Dicho eso, no se puede negar que lo que muestra la película es bastante realista. De hecho, no me sorprendería que algo así esté pasando en este momento en algún rincón del país. Y como siempre, nadie movería un dedo, porque aquí las élites tienen carta blanca para hacer y deshacer a su gusto. Si algo sabe retratar esta película, es justo eso: el vacío absoluto de justicia.

Claro, no es una película perfecta. Tiene sus fallos. Por ejemplo, cuando los niños improvisan sus diálogos, se siente súper natural, como si estuvieras escuchando a unos adolescentes culeros cualquiera. Pero luego, hay líneas claramente escritas en el guion que… bueno, digamos que no ganarían un premio a la originalidad. No llegan al nivel de una telenovela de TV Azteca, pero no están tan lejos tampoco. Es un poco chocante porque te saca del momento, como cuando alguien interrumpe una buena peda para ponerte a escuchar su playlist de reguetón cristiano.

Lo que más me perturbó, sin embargo, fue lo familiar que se me hicieron los personajes. Fácilmente podría haberles puesto los nombres de mis excompañeros de clase [acotación obligatoria antidifamación: obvio no todos, pero sí los suficientes] y la historia se habría desarrollado exactamente igual. ¿Y saben qué? Eso es lo más aterrador de toda esta experiencia. No es que “podría pasar”. Es que ya pasa. Todo el tiempo. Y seguimos como si nada.

Hay gente que odió esta película, que cree que está más telenovelizada que un mal episodio de Central De Abastos. Hay gente que cree que no cuaja el mensaje, o que es tan o más pretenciosa que las películas de Nicolás Pereda. Claramente a mí me encantó. Creo que depende enteramente del contexto en el que hayan vivido a lo largo de sus vidas. En lo único que podemos estar de acuerdo es que, buena o no, al menos la película sí entiende lo que es hablar del clasismo en México sin verse en la penosa necesidad de defender a los whitexican para explicar por qué son necesarios en nuestra vida y deberíamos rendirles pleitesía.

[Inserte aquí uno o dos párrafos donde nos burlamos de Michel Franco y su Nuevo Orden por ser un pretencioso insoportable que solo puede soñar con crear algo tan contundente como esto. Aunque, siendo honestos, probablemente terminaría del lado de los niños y les diría a los espectadores que deberíamos actuar como ellos para evitar que las clases bajas ataquen a los “decentes blancos” antes de que sea ilegal matarlos por ser pobres o una mamada así.]

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