#4 Tiempos
Huesera; o el arte de no saber qué significan tus propias metáforas | Columna de Guille Garregha
Criticaciones
Huesera es una película que cree que tiene algo interesante que decir, pero que al final no dice nada. Es una película que se limita a poner la pregunta de “¿a poco no está bien denso eso del embarazo y todo lo que representa?” frente al público sin molestarse en profundizar en la idea y dejando que la audiencia haga todo el trabajo por ella, como si fuera un maestro de secundaria terminando su clase del viernes por la tarde con una pregunta capciosa que cree, ilusamente, hará pensar a sus alumnos durante todo el fin de semana, convirtiéndose en el germen de una acalorada discusión intelectual el lunes por la mañana que tiene cero probabilidades de suceder. O sea, no puedo negar que la película se toma la decencia de presentar la cuestión central de una manera visualmente atractiva, pero no deja de ser un “ahí se los pongo, ¿eh?, jóvenes, para que lo mediten, ¿eh? Ahí se los pongo”, mientras sonríe picaronamente para esconder el hecho de que todos sus pensamientos al respecto son tan profundos como una cortada de papel.
Es decir, la idea en sí funciona. El problema es cómo – o más bien, cómo no – la llevaron a cabo. Parece el ejercicio narrativo de alguien que todavía no termina de envolver su cabeza alrededor de la idea de la narrativa. De alguien que sabe que sabe que la mayoría de las películas cuentan una historia, pero rara vez le pone atención a este aspecto del cine porque su TAD solo le deja enfocarse en lo bonito que es ver a la gente moviéndose en una pantalla. A la creadora de esta cosa se le ocurrió una premisa un día, pero nadie le dijo que el punto no es “describir cada detalle de la premisa hasta que se te acabe el vocabulario”, sino llevar a ésta a una conclusión satisfactoria que, o hable acerca de algún aspecto de la condición humana, o sea, por lo menos, entretenida de escuchar. Es el clásico “voy a hacer un corto de 30 minutos donde seguimos el viaje de una nube pasando encima de mi azotea en tiempo real mientras alguien lee los cuentos de Poe en tagalo de fondo” que muchos hemos encontrado en nuestro andar por la vida.
Aún así, me imagino que la premisa de Huesera, descrita en una mesa redonda atestada de personas cuya vida inicia y termina en la felación (y autofelación) cinematográfica del día a día, obsesionadas con “el poder inherente que tiene la imagen en movimiento para revolucionar el mundo” en un mundo que ha visto ya cuatro películas de HuevoCartoon, convertiría a los asistentes de la plática en chimpancés extasiados que brincan sobre sus asientos, aplaudiendo hacia el cielo y ululando como vuvuzelas a las que se les está acabando el aire.
“Imagínate que hagamos una película de terror, ¿sí?, donde la personaje principal está embarazada, ¿va?”
“Ajá.”
“Y, pues, ya ves que, cuando te embarazas, pues, de entrada, físicamente cambias, ¿no? Se te reacomodan los órganos, se te mueven los huesos, ya sabes. Así, bien escabroso todo. Y, deja tú, aparte de todo, aparte de ser físicamente algo que no eras antes, adentro de ti está creciendo una criatura. O sea, un ser vivo, que se te metió en el cuerpo, y ahí está, más o menos nueve meses, creciendo y viviendo de ti. Y estás consciente de que todo eso está pasando en tu interior. O sea, no, no. Terrible si te pones a pensar.”
“Uff, me encanta hacía dónde vas. ¿Y luego?”
“Pues, ¿qué tal, que hacemos un paralelismo de un embarazo, con cuando se te mete un fantasma, una entidad, a tu casa y empieza a hacerte daño? Y entonces, estas dos cosas pasan en paralelo. Piensa, estaría de miedo.”
“No mames, ¡sí! ¿Y qué pasa después?”
“¿Cómo que qué pasa después? Pues eso es todo, ya te conté la idea completa. La morra se embaraza, y una entidad que refleja cómo se siente el embarazo, la espanta al mismo tiempo. Y pues, ya. Qué miedo, ¿no?”
“Pero, ¿y luego?”
“¿Cuál luego? Es una embarazada, y la espantan. Fin. ¿Qué más hay que decir?”
“Pero, ¿en qué acaba o qué?”
“Pues, en que nace el bebé.”
“¿Y el bebé está horrible? ¿Es un ente infernal? ¿Un reflejo de sus miedos?”
“No, ¿Cómo crees? Es un bebé, así, bonito, como todos los bebés.”
“Ah, entonces, cuando nace, ¿se terminan las apariciones?”
“Nombre. Se ponen peor.”
“¿Pero no era su miedo al embarazo? Ahora que ya no está embarazada, ¿por qué siguen espantándola?”
“Ay, no sé, al final ponemos una mamada, así como de que se cura con brujería o una de esas cosas en las que cree la gente rara, o no sé. El chiste es que se vea todo aterrador y raro y así. El por qué es lo de menos. Total, a la gente ni le importan esas cosas. Nadie va al cine a que le cuenten historias, ¿cómo crees? Lo importante es lo del embarazo. O sea, ya, nomás con mostrar el embarazo, un montón de metáforas visuales y, ¡pum!, terror garantizado, vas a ver.”
Cualquier potencial inherente en la idea principal de Huesera se perdió en el momento en que alguien decidió empanizarla en las migajas de un machote de guion usado por cualquier película gringa de principio de los 2010 – de las particularmente olvidables – que pretendían vender sustos baratos debajo de un disfraz de filosofía de primer año de secundaria que, una vez que reflexionabas sobre ella por más de un minuto (o dejabas de tener quince años), te dabas cuenta que eran un montón calorías cinematográficas vacías. El ver Huesera se siente como sentarse a ver unas de esas películas que lanzaban a mitad de enero, cuando nadie está emocionado por salir al cine y a duras penas hay otras tres almas compartiendo función contigo, de esas películas que se ponen en las salas de cines para cumplir con un contrato o una cuota mínima de películas estrenadas en determinado mes, pero que no deja de ser nada más que un bonito ejercicio de venta de humo capaz de convencerte de que tiene un significado oculto mientras la observabas porque, pues, era “bien edgy” y “contracultura” porque “se rehusaba a tener un final feliz estilo Hollywood porque ‘la vida no es como las películas’”.
Aunque, pensándolo bien, Huesera tiene más en común con las sex comedies estadounidenses de principio de los 2000, aquellas que no eran más que una colección de sketches ligeramente unidas por un tema principal. Huesera es lo mismo, pero en vez de sketches, presenta una serie metáforas visuales extremadamente obvias, pero igual de extremadamente vacías, unidas entre sí por el hilo conductor de un espectador pensando que todo va a tener sentido al final. SPOILER: no lo tiene.
Por un lado, sí, es válido que una película sea imágenes mamalonas con significado tras imágenes mama lonas con significado, un torrente de ellas sin un guion narrativo por debajo que les dé coherencia interna. Ellas mismas se dan su propio sentido. Seguro hay cientos de ejemplos maravillosos de este tipo de cine, pero en este momento no se me ocurre absolutamente ninguno – al menos no una que pudiera recomendar sin tener que empezar con un “bueno, pero, tomando en cuenta el contexto de la época y sus autores, además de los movimientos artísticos que se fraguaban…”. La clave es, precisamente, que estas imágenes tengan un significado (o estén expresamente faltas de) en vez de contradecirse a sí mismas al momento de ser puestas en cierto orden porque al realizador se le olvidó que las imágenes de una película generan su discurso precisamente al ser presentadas una después de la otra. Es uno de los ladrillos de LEGO más básicos del cine – y Huesera ni siquiera puede lograr eso.
De entrada, se supone que es la historia de una mujer que es obligada a quedar embarazada. Aunque, bueno, de eso solo te enteras si lees análisis de la película en internet, porque hay un total de cero indicios de ello a lo largo del filme. Todos los seres humanos alrededor de la vida de la personaje principal expresan directamente en su cara que no esperaban que ella quisiera ser madre y que creían que jamás tendría niños, subtextuando en que no hay problema si decide rendirse antes de que sea muy tarde porque, pues, la maternidad ni lo es todo ni es para todas. Pero ella reniega. Reafirma que sí es lo que quiere. Es más, ella comienza la película emocionada por la idea, haciendo todo lo posible por quedar embarazada. Quizás en la mente de las realizadoras estaba el agregar algún diálogo o escena que ejemplificara el que lo hace porque “es lo que toca” y, por lo tanto, “la sociedad la obligó”, pero definitivamente no supieron traspasarlo de sus neuronas al fotograma.
La idea de la película es que, entonces, asumas esta supuesta falta de interés de ser madre en las acciones que realiza a lo largo del filme. Como, por ejemplo, todo eso de verse obligada a cambiar detalles de su vida, como el hecho de perder espacios personales en un departamento de tres habitaciones en donde hay que empotrar una cuna, o en su pérdida tiempo, sueño, salud y energía a raíz de tener cuidar del ente que se forma en su vientre. Es como si, no sé, el hecho de acoger a otro ser vivo en tu hogar sea una de esas decisiones que mueven cientos de engranajes pequeños que cambian la rutina de cualquiera.
Y ese es el nivel de reflexión al que llega Huesera, y ya no da para más. Se siente como si la película fuera una niña de tres años acercándose a la maestra de kínder con la revelación de “¡Miss! ¡El agua está mojada! ¡EL AGUA MOJA!” esperando que toda persona que escuche la aseveración se desmaye de la sorpresa y cambie por completo el rumbo de su vida al enterarse. “¿Me estás diciendo que el acto de traer una nueva vida que dependerá emocional, física y monetariamente de ti por, por lo menos 18 años, ¡te cambia la vida!?” ¡JODER! ¡ESTO ES A LO QUE LLAMO INESPERADO!
De esa calaña son todas las “revelaciones” y “giros de tuerca” de la trama. Una vez más, son preguntas hechas al aire con la intención de explotarte la mente sin tener la mínima decencia de profundizar, aunque sea un poquito, en la idea. No es un “te cambia la vida” y, por lo tanto, esto puede desembocar en estas aterradoras situaciones hipotéticas. Es un “te cambia la vida – eso es lo aterrador.”
“Pero, entonces, ¿de dónde viene el miedo?”
“De que toda la gente a su alrededor es súper culera con ella.”
“Ah, porque son como de una secta o algo, ¿no? La maltratan para que sufra y su creatura nazca, tipo, ya habiendo pasado por el calvario del pecado original o algo, y sea como un reflejo de la santidad que ella nunca pudo poseer, ¿no?”
“No, ¿cómo crees?”
“Ah, va, va. Es porque se lo imagina, ¿no? Porque está tan traumada por el embarazo que cree que todos están en su contra, ¿no?”
“No, para nada. Son culeros con ella porque, pues, así es la gente. Culera.”
Ejemplos de que la lógica y el sentido común intentaba alcanzar a las guionistas, pero ellas fueron más rápidas hay varios. Y en todos, la historia se rompe a sí misma, restándose importancia desde el ya, antes de que se la reste quien tenga a mal observarla.
Por ejemplo, la primera imagen que aparece en pantalla es una aterradora estatua de treinta y tres metros de la Virgen de Guadalupe, misma a la cual la protagonista le reza para quedar embarazada, grabado desde la perspectiva de que confiar en entes divinos es invitar al caos a tu vida. Sólo para que, 90 minutos después, las apariciones se resuelvan a través de una limpia y unos sahumerios que *claramente* no tienen ningún fundamento espiritual y son *enteramente* una cosa terrenal – escenas, por cierto, grabadas con un aire de superioridad moral por parte de los realizadores, como si todo esto fueran “creencias de gente pendeja. La mera neta, mano” y, por lo tanto, exageradamente spooky.
En otra instancia, se hace especial énfasis en cómo el único escape que tiene la protagonista ante las apariciones genéricas de película de terror genérica es recaer en una (relativamente tóxica) relación lésbica con una ex. Todo “bien”, hasta que se vuelve en extremo obvio que, cada vez que tiene relaciones con esta mujer, misteriosamente, suben de nivel los sucesos sobrenaturales en su vida. Más adelante, nos enteramos que una de sus tías, un personaje que existe nada más para ser una caja de exposición en el más clásico estilo de película noventera que necesita a alguien que explique los conceptos importantes pero que no tiene dinero para crear un personaje real, también fue asediada por apariciones similares en su juventud. *Casualmente* resulta que también es lesbiana y, *casualmente* resulta que solo ella podía ver a esas cosas. Es casi como si la trama de la película girase en torno a que la única manera de contraer enfermedades de transmisión espiritual es siendo cualquier cosa que no sea heterosexual. Casi como si, no sé, la película que empieza con imágenes religiosas pareciera querer decirnos que la gente se merece un castigo divino de esta calaña por el simple hecho de atreverte a ser homosexual.
O sea, quiero pensar que todo esto sin querer queriendo, pero da la impresión de que Huesera es más moralina que las canciones de Martín Valverde. Esas por lo menos tienen la decencia de decirte que Dios te ama así como eres. Acá hay notas al pie de página para que nadie se sienta seguro de ser quien es.
Y, bueno, todo eso sin contar que absolutamente todos los personajes actúan como si estuvieran conscientes de que están en una película de terror y se les pago para ser personas detestables que no hacen más que reflejar la inherente falta de carisma de la protagonista. Ni siquiera se preguntan sobre qué es lo está sucediendo realmente cuando ella les dice que hay apariciones. Mínimo el típico “debe ser tu imaginación” de los escépticos del día a día. Nada. Siempre es un escueto “no es posible, la realidad no funciona así” porque absolutamente nadie en este universo conoce los términos “fantasía” o “historias de fantasmas”, ni nació con siquiera un ápice de curiosidad. Son bots de Twitter comentándole a cualquier político en turno, repitiendo “hechos”, incapaces de hacerse la pregunta de “bueno, ¿y si sí?” porque su IA no da para tanto.
Pero lo peor es la resolución. O la falta de una, más bien. Si alguna vez llego a conocer a la directora de este bodrio me gustaría preguntarle si, durante el proceso de pre-producción o producción de Huesera, algún inversionista o productor le obligó a cambiar la historia de su película en aras de que se viera “más comercial” y “tuviera más oportunidad de ganar público”, o si de verdad aquel desenlace tan trucho formó parte de su visión narrativa desde el comienzo. De haber sido cosa de una intervención por un tercero, sería completamente entendible que su ópera prima terminara emulando
Si, por el contrario, resulta que, efectivamente, ese era el tercer acto que Michelle siempre soñó con grabar para concluir su película de terror, no estaría mal recordarle que hay miles de guionistas competentes viviendo en México, capaces de contar historias decentes, y que no están activamente trabajando en algún proyecto en este momento porque están dándole una clase de análisis cinematográfico a cinco pelados en una casa de cultura. Es más, las posibilidades de ser parte de la (in)existente industria cinematográfica de México como escritor profesional son tan bajas, que cientos de estos guionistas renegarían haber compartido memes burlándose de Eugenio Dérbez pagando con experiencia para acomodar sus presupuestos mensuales y vivir de la exposición que les daría ver su nombre aparecer en una película de la cual, más de la mitad de su audiencia, está compuesta por gente que la vio porque venía incluida en la subscripción de Prime que paga su suegra. Recordarle que no es de a huevo eso de escribir todas las películas que diriges, también es válido filmar la idea de alguien más y ponerle tu propio sello, o contratar gente para estructurar tu idea sin que te tengas que preocupar por esas cosas tan molestas como “estructura” o “lógica”, porque jijo mano, desde Haute Tension que no veía una película que destrozaba por completo todo el trabajo audiovisual que llevaba construyendo por más de una hora con un final pinchurriento hecho nada más para cumplir con la necesidad de tener una conclusión y que rompe absolutamente todo lo que se había estado planteando con anterioridad.
¿La razón? Todo se resuelve con la ya mencionada limpia. Ni siquiera un ritual de esos que te obligan a hacer una procesión a inserte tal lugar, o que te obliga a regresar durante varios días con la curandera para eliminar cualquier indicio de maldad. Nada más le pasan unas palmas por el cuerpo durante diez minutos y ¡puf! sanseacabó. Y ya. La acarician con unas palmas mientras susurran palabras que el mezclador de sonido decidió esconder debajo de sonidos de película de terror y no se hable más de la maldición.
¿Era en verdad una maldición? ¿La perseguía un demonio? ¿Quién la embrujó? ¿Me estás insinuando que estamos en un universo en donde te puedes embrujar a ti misma because reasons? Quién sabe y qué importa. Lo importante es que la magia salvó el día una vez más. Más o menos así acaban las películas de The Conjuring y a esas les fue bien en taquilla, así que, ¿por qué esta no puede copiarles?
Ah, ¿que en las de The Conjuring si explican estas cosas? Pues en esta no. Eso es precisamente lo que la hace más “madura” – que te hace pensar. Bueno, eso y que hay escenas de desnudos. Con eso distraemos a la gente y le vendemos falsa profundidad.
En resumen, todo se resuelve de la misma manera que comenzó: porque así decía el guión que tenía que pasar y cada quien para su casa.
Huesera es película para poner en silencio y hacer el ejercicio de inventarte la trama tan solo basándote en las imágenes que ves en pantalla. Es una película para poner en el camión, pretendiendo que le pones atención entre ronquidos de señores y los 12 kbps que te permiten oír los audífonos incluidos en el viaje. Contiene varias ideas visuales interesantes y, a decir verdad, la fotografía está muy bien lograda. Es atractiva para el ojo. El problema es que cree que está contando algo, deja tu “interesante” – “algo”. Es de esas que ponen en las pantallas de un restaurante en mute mientras prefieren poner a todo volumen el playlist del top 40 de México en su cuenta de Spotify gratuita. De esas películas que volteas a ver mientras pretendes que estudias un martes en la madrugada, sin verdaderamente prestarle mucha atención, pero tratando de encontrarle sentido para distraerte del texto frente a ti que habla sobre las monocotiledóneas y sus hojas no pecioladas. Cualquier cosa que se invente el espectador que está pasando en cualquiera de estas instancias va a estar, por lo menos, siete veces mejor que la historia oficial.
También lee: Sonic The Hedgehog (2020) | Columna de G. Carregha
#4 Tiempos
El mundo en la Liga MX | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
El fútbol mexicano ha sido un destino atractivo para grandes figuras internacionales a lo largo de su historia. Desde jugadores sudamericanos hasta europeos de renombre, la Liga MX ha visto desfilar a estrellas que han dejado una huella impotante. Hoy, la atención está centrada en el posible debut de Sergio Ramos con el Monterrey, mismo que curiosamente se puede dar mañana enfrentando a San Luis, pero antes de hablar de él, es justo recordar a otros extranjeros que brillaron en México.
El fútbol mexicano ha sido testigo de la llegada de jugadores que marcaron época. El brasileño Cabinho, máximo goleador histórico de la Liga MX, es un nombre que ningún aficionado olvida. Su capacidad goleadora con Pumas y Atlante lo convirtió en un ídolo.
Otro nombre legendario es el del chileno Carlos Reinoso, quien brilló como jugador en el América y luego dejó un legado como entrenador.
En tiempos más recientes, jugadores como el chileno Iván Zamorano, el colombiano Luis Gabriel Rey y el paraguayo Salvador Cabañas dejaron una huella profunda en sus respectivos equipos. Y no podemos olvidar a los europeos que llegaron a México en la última década, como André-Pierre Gignac, quien se convirtió en un ícono del Tigres.
Además de estos nombres, el fútbol mexicano también ha recibido a figuras de talla mundial que, aunque su paso fue breve, dejaron un impacto significativo.
Recordemos a Dani Alves, el lateral derecho brasileño, considerado uno de los mejores en su posición, tuvo un breve pero memorable paso por el Pumas UNAM en 2022. Aunque su estancia fue corta, su calidad técnica y liderazgo fueron evidentes. Alves llegó a México después de una carrera repleta de éxitos en Europa y buscaba aportar su experiencia. Su presencia generó un gran revuelo mediático y demostró que la Liga MX sigue siendo un destino atractivo para estrellas de renombre.
Ronaldinho fue tal vez el de mayor revuelo hasta el momento, el mago brasileño, ganador del Balón de Oro y uno de los jugadores más talentosos de la historia, tuvo un paso por México en 2014. Ronaldinho jugó con el Querétaro, donde deslumbró con su habilidad y visión de juego. Aunque su estancia fue breve, dejó momentos mágicos que los aficionados aún recuerdan con cariño.
Antes de convertirse en uno de los entrenadores más exitosos del mundo, Josep Guardiola tuvo un breve paso como jugador en el Dorados de Sinaloa en 2006. Su llegada fue un hito para la liga, ya que el ex capitán del Barcelona y de la selección española aportó su clase y experiencia en el mediocampo. Aunque su tiempo en México fue corto, su influencia en el equipo y en la liga fue notable.
Claudio López, conocido como “El Piojo”, tuvo una destacada trayectoria en Europa antes de llegar al América en 2009. El Piojo se convirtió en un referente ofensivo para las Águilas, aportando goles y experiencia. Su paso por México fue recordado por su profesionalismo y su capacidad para resolver partidos.
En medio de este legado de grandes extranjeros, el posible debut de Sergio Ramos con el Monterrey ha generado una alta expectativa. El defensa español, considerado uno de los mejores de su generación, llega a México con un palmarés impresionante: múltiples Champions League, campeonatos de LaLiga, un Mundial con España y una reputación de líder innato.
A sus 38 años, Ramos no solo aportará experiencia y calidad defensiva, sino también un carisma y una mentalidad ganadora que podrían ser clave para Rayados en su búsqueda de títulos. Su llegada no solo sería un impulso deportivo, sino también mediático, hacia la Liga MX.
Más allá de su calidad técnica, Ramos representa un modelo distinto de profesionalismo y competitividad. Su mentalidad ganadora y su capacidad para liderar equipos podrían ser un ejemplo para los jóvenes talentos mexicanos. Además, su presencia en la liga podría elevar el nivel de exigencia y atraer a más figuras internacionales de alto perfil.
Sin duda, el debut de Sergio Ramos en el fútbol mexicano sería un hito histórico. Si logra adaptarse rápidamente y demostrar su mejor versión, no solo se sumaría a la lista de extranjeros que han triunfado en México, sino que también podría convertirse en uno de los más importantes de todos los tiempos.
Para darle un toque extra, es muy probable que dicho debut sea mañana frente a San Luis, un equipo que no ve claro su presente y parece rival a modo para que el español tenga un debut soñado en su estadio.
Esperemos y veamos que puede aportar Ramos, ojalá que su calidad se note, tal como James ha estado aportando en León. Sin duda, bienvenidos esos extranjeros que a pesar de ya no estar en su momento más brillante, hacen que la liga Mx, tenga un lugar en la historia de las grandes figuras.
También lee: La supremacía de la Liga Mx ¿Realidad o espejismo? | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
#4 Tiempos
100 años de música de Sonido 13 | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
El domingo 15 de febrero de 1925 se tocaba por primera vez en el mundo música basada en la teoría musical de Sonido 13 desarrollada por el potosino Julián Carrillo desde el año de 1895. Por entonces se había abierto un sonado debate sobre esa posibilidad, pues a nivel mundial algunos investigadores trataban de construir instrumentos en cuartos de tono sin fortuna. Mientras Julián Carrillo había desarrollado las bases para tener sistemas, no sólo en cuartos de tono, sino en divisiones tales que podía llegar hasta dieciseisavos de tono. Para entonces Carrillo fundamentaba que con el experimento de división de tono que había realizado en 1895 había dado con el proceso experimental de la división del tono en el número deseado de veces y con ello, para entonces había desarrollado todo un sistema que denominaba Sonido 13.
Consecuencia del debate, fue llamado a que demostrara sus dichos para lo cual se dio a la tarea de construir nuevos instrumentos que pudieran tocar en cuartos, octavos y dieciseisavos de tono y ajustar instrumentos en uso, como violín y violonchelo para que pudieran reproducir cuartos de tono.
Con la ayuda de sus alumnos emprendieron tal tarea y tuvieron compuestas obras en divisiones de tono así como los instrumentos adecuados. Con el uso de los tradicionales violín y violonchelo, se agregaban nuevos cornos y arpas que podían reproducir dieciseisavos de tono, el diseño del nuevo instrumento de cuerda para octavos de tono, que fue denominado octavina, y nueva guitarra en cuartos de tono.
Para el mes de febrero de 1925, Carrillo y sus alumnos tenían todo listo para interpretar por primera vez a nivel mundial música en fracciones de tono en un concierto programado en el Teatro Principal de la Ciudad de México, que promocionaba como el concierto en el cual: “por primera vez en el mundo se oirán en un concierto composiciones musicales con dieciseisavos, octavos y cuartos de tono, elementos conquistados por México el año de 1895”.
En ese concierto se estrenaría la obra de Carrillo: “Preludio a Colón” que inauguraba la entrada a un nuevo universo musical; participarían también sus alumnos con composiciones en fracciones de tono basado en la teoría de Sonido 13 con obras de Soledad Padilla, Elvira Larios y Rafael Adame.
Como solistas estarían: la soprano María Sebastiana Ahedo, y los señores Luis G. Galindo y Rafael G. Adame.
Como instrumentistas microtonales participaron: Luis González y González, Manuel C. Ascencio, Luis G. Galindo, Rafael G. Adame, José M. Torres, Gerónimo Baqueiro Foster, Santos Carlos y José López Alavez (compositor de la popular Canción Mixteca).
En los coros participaron: María Sebastiana Ahedo, María García Ganda, Elvira Larios, Cecilia Larios, Soledad Padilla, María del Refugio Lomely, Guadalupe Solís, Anita Valderrama, Josefina Carlos, Marcelina Carlos, Amalia Tamayo, María de los Ángeles Ortiz, Josefina Buendía, Celia Jiménez, y los señores: Luis G. Galindo, Rafael G. Adame, Manuel C. Ascencio, José López Alavez, Santos Carlos, Gerónimo Baqueiro Foster, Enrique Rodríguez, Tomás Ponce Reyes, José María Flores, Manuel León Mariscal, Antonio Hernández Montoya, José López Flores y Vicente T. Mendoza (famoso investigador de música popular mexicana).
Este gran acontecimiento histórico – musical, como anunciaba el anuncio del concierto, colocó a San Luis Potosí en el foco mundial musical a través de la figura de Julián Carrillo Trujillo nacido en Ahualulco, San Luis Potosí, y que para entonces era reconocido como uno de los grandes músicos y compositores a nivel mundial, así como un gran reformados al dar a conocer su Teoría del Sonido 13 y demostrar que era posible componer música en este sistema y poder ser interpretada con instrumentos clásicos y el poder ser construidos nuevos instrumentos, y ser interpretado por la voz humana como fue ese histórico Preludio a Colón, donde la voz humana tiene el eje central de su interpretación bajo el acompañamiento y los solos de instrumentos novedosos como el arpa y la octavina para dieciseisavos y octavo de tono, respectivamente
Desde San Luis Potosí, celebramos este Centenario del primer concierto a nivel mundial con música microtonal.
También lee: La primera mujer titulada en matemáticas en México | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
#4 Tiempos
La supremacía de la Liga Mx ¿Realidad o espejismo? | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
Esta semana, los equipos mexicanos volvieron a demostrar su dominio en la CONCACAF al avanzar de manera contundente a la siguiente ronda de la Liga de Campeones. Sin excepción, todos los representantes de la Liga MX superaron a sus rivales, dejando en claro una vez más que México es el epicentro del fútbol a nivel clubes en la región. Sin embargo, este éxito reiterado plantea una pregunta incómoda: ¿es la Liga MX realmente superior, o su éxito es el resultado de un desequilibrio económico y estructural en la CONCACAF?
No hay duda de que los clubes mexicanos cuentan con ventajas significativas frente a sus rivales de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe. La inversión en infraestructura, la capacidad de atraer talento extranjero de alto nivel y la estabilidad financiera de muchos equipos les permiten armar planteles competitivos que, en teoría, deberían superar a los de otras ligas de la CONCACAF. Además, la experiencia acumulada en torneos internacionales les da una ventaja táctica y mental frente a equipos que, en muchos casos, no están acostumbrados a enfrentarse a rivales de mayor nivel.
Sin embargo, este dominio no está exento de críticas. Algunos argumentan que la supremacía de la Liga MX se debe, en gran medida, a la falta de competitividad en el resto de la región. Mientras que México cuenta con una liga profesional consolidada y con recursos económicos considerables, muchos países de la CONCACAF luchan por mantener ligas estables y competitivas. La brecha económica entre México y el resto de la región es abismal, lo que dificulta que otros equipos puedan competir en igualdad de condiciones.
Además, el éxito de los equipos mexicanos en la CONCACAF no siempre se traduce en un buen desempeño a nivel global. Aunque clubes como Tigres, Monterrey y América han llegado a instancias decisivas en la Copa Mundial de Clubes, todavía están lejos de igualar a los gigantes europeos y sudamericanos. Esto sugiere que, aunque la Liga MX es dominante en su región, todavía tiene un largo camino por recorrer para competir con las mejores ligas del mundo.
Otro aspecto a considerar es el impacto que este dominio tiene en el desarrollo del fútbol en la región. La falta de competitividad en la CONCACAF podría estar frenando el crecimiento del fútbol en otros países, ya que los equipos mexicanos no enfrentan un desafío real que los obligue a mejorar constantemente. En este sentido, la supremacía de la Liga MX podría ser un arma de doble filo: mientras que fortalece la imagen de la liga a nivel regional, también podría estar limitando su potencial a nivel global.
En fin, la supremacía de la Liga MX en la CONCACAF es innegable, pero no debe ser motivo de complacencia. Los equipos mexicanos tienen la responsabilidad de seguir elevando su nivel y buscar competir con los mejores del mundo, mientras que la CONCACAF debe trabajar para reducir la brecha económica y deportiva que existe entre sus miembros. Solo así podremos hablar de una verdadera competitividad regional y, eventualmente, de un fútbol más fuerte en toda la CONCACAF. Algo que sí valga la pena.
También lee: Tiempo de revancha | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
-
Destacadas10 meses
Con 4 meses trabajando, jefa de control de abasto del IMSS se va de vacaciones a Jerusalén, echando mentiras
-
Ciudad2 años
¿Cuándo abrirá The Park en SLP y qué tiendas tendrá?
-
Ciudad3 años
Tornillo Vázquez, la joven estrella del rap potosino
-
Destacadas4 años
“SLP pasaría a semáforo rojo este viernes”: Andreu Comas
-
Estado1 año
A partir de enero de 2024 ya no se cobrarán estacionamientos de centros comerciales
-
Ciudad2 años
Crudo, el club secreto oculto en el Centro Histórico de SLP
-
#4 Tiempos2 años
La disputa por el triángulo dorado de SLP | Columna de Luis Moreno
-
Destacadas2 años
SLP podría volver en enero a clases online