La exposición ofrece un recorrido interactivo sobre la evolución, biología y conservación de estas especies
Por: Ana G Silva
Desde el ingreso a la exposición Tiburones, ubicada en el Museo del Laberinto de las Ciencias y las Artes y que permanecerá hasta el mes de abril de 2026, queda claro que la propuesta va más allá de la exhibición tradicional de piezas en vitrinas. El recorrido busca ofrecer información científica, experiencias sensoriales e interacción directa para comprender la evolución, características biológicas y los retos de conservación de estas especies que habitan los océanos desde mucho antes de la aparición de los dinosaurios.
El recorrido fue guiado por Diana y Martín, especialistas que acompañaron al equipo de La Orquesta durante la visita. La primera parada se remontó a los orígenes evolutivos de los tiburones con el Doliodus, considerado uno de los primeros ejemplares de este grupo en la historia del planeta. Este pez cartilaginoso existió millones de años antes que los dinosaurios y representa el punto de partida de dos grandes líneas evolutivas: los peces óseos y los peces cartilaginosos, de los cuales se desprenden los tiburones actuales, así como rayas, mantarrayas y quimeras.
Durante el recorrido, los guías explicaron que los tiburones están conformados por cartílago calcificado, lo que les permite ser más ligeros que los peces óseos y mantenerse a flote sin necesidad de vejiga natatoria. Esta característica se complementa con un hígado rico en aceites, que funciona como un sistema natural de flotabilidad.
También se abordó la estructura de la piel del tiburón, compuesta por capas flexibles y placas calcificadas que brindan protección sin limitar el movimiento. La exhibición permite tocar una piel real de tiburón tigre, cuya textura áspera, similar a una lija, ejemplifica la función de los dentículos dérmicos, estructuras que reducen la fricción en el agua y protegen al animal de impactos.
Uno de los elementos centrales de la exposición es la réplica de la mandíbula del megalodón, el tiburón más grande que ha existido. A partir de fósiles de dientes y mandíbulas —las únicas partes óseas que se conservan—, se estima que esta especie alcanzó entre 18 y 20 metros de longitud, con dientes de hasta 20 centímetros. De acuerdo con la información presentada, su extinción se relaciona principalmente con cambios climáticos que dificultaron su adaptación a nuevas condiciones ambientales.
La exposición integra pantal las informativas y una tablet interactiva
que explican cómo los tiburones perciben su entorno. Aunque su vista es limitada, esta se compensa con un olfato altamente desarrollado, una línea lateral sensible a vibraciones y las
ámpulas de Lorenzini , sensores electromagnéticos que les permiten detectar presas incluso cuando se encuentran ocultas bajo la arena.
En el caso del tiburón martillo, se destaca que la forma de su cabeza, en “T”, amplía su campo visual casi por completo, lo que lo convierte en una de las especies más eficientes para la caza y una de las más inteligentes.
Otro de los ejes del recorrido es la desmitificación de la imagen del tiburón como un depredador agresivo hacia los humanos. Con datos presentados por los guías, se señaló que alrededor de 10 personas mueren al año en el mundo por ataques de tiburón, una cifra considerablemente menor en comparación con muertes provocadas por otros animales como serpientes o perros.
Se explicó que especies como el tiburón toro, responsable de la mayoría de los ataques registrados, suelen reaccionar por territorialidad o confusión, y no por agresividad deliberada. Además, se destacó que muchas especies de tiburones cumplen una función ecológica fundamental como carroñeros y reguladores de los ecosistemas marinos.
A través de mapas, gráficos y actividades guiadas, se muestran las rutas migratorias de distintas especies, algunas de miles de kilómetros, lo que representa un desafío significativo para su protección. También se explica su reproducción ovovivípara y cómo su baja tasa de nacimientos los vuelve especialmente vulnerables a la sobrepesca.
La parte final de la exposición está dedicada a la conservación, donde mediante videos, infografías y dinámicas interactivas se expone el impacto de la pesca furtiva, el aleteo con fines gastronómicos y las redes de pesca, factores que han colocado a varias especies en riesgo de extinción.
El recorrido concluye con juegos educativos y simulaciones dirigidas a niñas, niños y adultos, que ilustran la complejidad de proteger a los tiburones en mar abierto y refuerzan el mensaje central de la exposición: la conservación de estas especies depende, en gran medida, del conocimiento y las acciones humanas.
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