Por: Jorge Saldaña
Cuatro años y una hora y cuarto, le tomó al médico oftalmólogo, Alejandro Zermeño Guerra, quedarse al frente de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí hasta el año 2028.
Mañana calurosa y despejada. Los nubarrones especulativos cedieron, ya no había nada más que hacer por parte de los 59 derechovotantes, en representación de una comunidad de decenas de miles, que desayunar temprano y cerca del Edificio Central.
La mañana de este lunes primero de abril, cedió el cuchicheo y las especulaciones, atrás en el tiempo se quedaron las comparecencias de los tres aspirantes, la solitaria queja mediática de una candidata y los litros de tinta de color opinión qué durante cuatro años, se vertieron respecto al resultado de la mañana calurosa y despejada.
A un costado del patio del Edificio Central y justo afuera del reducido recinto en el que se llevan a cabo las sesiones ordinarias y extraordinarias del cuasi cardenalicio Consejo Directivo Universitario, se administraban las sillas para los interesados asistentes, mismos que administraban la posición de su asiento a la sombra para evitar al primer y picante sol de abril.
La fuente central del histórico inmueble está cubierta por lonas que custodian su rehabilitación, pero una enorme águila abstracta en posición de caza, cumple de imponente adorno.
Afuera y uno junto al otro, están en primera fila dos de los tres aspirantes. Son Guadalupe Briano Turrent y Pablo Nava. El tercer candidato, es todavía presidente de la mesa del Consejo, cargo del que pide se le dispense para retirarse justo por su condición de contendiente.
Aprobado el asunto y tras un aburrido protocolo secretarial, el Consejo avanza mucho más lento que el paso del rector que se apresura en solitario hacia su oficina en el piso superior. Ni su secretario particular, de piernas más cortas, lo alcanzó.
A continuación, la somnífera explicación del mecanismo de votación, la elección de escrutadores, uno por los directores, otro por los maestros y otros por los alumnos.
Ahora la validación de los mismos y por supuesto las intervenciones, casi cuarenta minutos de citar artículos de los estatutos, votar a mano alzada hasta lo más mínimo, y tiempo perfecto para atraer la atención aún fuera por unos minutos.
La presidenta de la federación, por ejemplo, declinó ser escrutadora al mismo tiempo que intervenía en cada paso de la sesión.
El momento chusco de Germán Pedroza Gaitán, director de la Facultad de Derecho, que votó en contra de si mismo para ser el director-escrutador, perdiendo por absoluta mayoría.
Y empezó el conteo, por lista cada una de las facultades con sus tres representantes fueron pasando a tomar la boleta firmada por Federico Garza para votar y luego depositar en una urna transparente que era vigilada por una escultura pensante y paciente de Fulvia, una princesa Romana, herencia quizás de los tiempos de Montes de Oca.
Fueron 43 contra 15, casi un tres a uno y solo por que no hay más personas con derecho a sufragio.
No tardó la comisión en subir las escalinatas rumbo a rectoría donde el aún rector y nuevo rector electo al mismo tiempo, salió a recibirla.
Subió rector y bajó igual. Los aplausos de los administradores de la posición solar en el patio estallaron en aplausos.
Los aspirantes derrotados mostraron dignidad y en reciprocidad recibieron humildad del vencedor.
Se refrendó un ciclo para iniciar otro. Una reelección universitaria que tomó cuatro años y hora y cuarto.
El reloj volvió a ceros, la historia no.
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