APUNTES
La tensión entre la autoridad estatal y municipal está alcanzando límites peligrosos. Es una tensión diaria, inocultable, palpable y al rojo vivo.
A pesar de expresiones esporádicas como esa de “no es tiempo de enfrentarse con nadie”, las mismas duran lo que dos parpadeos, se disuelven a la velocidad de las redes y se transforman nuevamente en señalamientos de ida y vuelta.
Sin necesidad, los umbrales de tolerancia de Ricardo Gallardo y Enrique Galindo se desvanecen y el asunto ya traspasó lo institucional.
El núcleo del enojo —porque así lo comunican— radica en una suerte de competencia de colocación de mensajes y acciones que Gallardo los atribuye a Galindo y viceversa.
El riesgo es que esta guerra absurda se les salga de las manos y sean otros quienes, por “quedar bien”, escalen las hostilidades.
Se les llama “acomedidos”.
Gente que, asumiendo bandos y buscando una especie de “comprobación de lealtades”, toman “iniciativas” por su cuenta y alimentan el encono entre sus respectivos jefes.
Que eso ocurra es tanto como para un general no controlar el uso de su armamento ni a su tropa.
Como ejemplo, hace apenas un rato, el gobernador se quejó, notoriamente alterado y molesto, de que el municipio paga y pauta para que se difundan mentiras, como la del supuesto “búnker” del fraccionamiento Club de Golf, cuando se trató de un asunto doméstico (de alcances mucho más grotescos… pero finalmente un asunto íntimo con mucha violencia de género).
Por su parte, ayer domingo, el alcalde dejó ver en una entrevista (porque no acusó) que la manifestación en su contra… tenía todas las características de ser un acto de provocación.
Las mujeres inconformes se defendieron, como manada en peligro, insistiendo en que eran vecinas de la Garita de Jalisco, sin embargo, llamó la atención que no tuvieron intención de dialogar ni antes, durante ni después del evento.
Su consigna era muy vaga, poco clara, y el objetivo manifiesto, visto por muchos asistentes, era claramente arruinar el evento municipal. ¿Las mandaron? ¿Se mandaron solas? ¿Fue manifestación genuina? ¿Alguien ve Moros con tranchetes o tormentas en vasos con hielo?
El alcalde, en una frase, dejó ver lo que interpretó del asunto: “Lamento que se hayan cruzado esos límites.”
En ambos casos, estoy seguro (o por lo menos así me gusta pensar)
que
ni el gobernador o el secretario general están enviando a “reventar” eventos de Galindo, ni el alcalde está detrás de los
ataques mediáticos de los que se queja Ricardo.
La responsabilidad de ambos es haber generado este ambiente de presión política a punto de erupción, produciendo sin control actos que ejecutan, con o sin consigna imaginaria, en el mejor de los casos, sus subalternos.
En el camino, el desgaste se lo llevan ellos, los corajes los padecen ellos, y mientras tanto, el ambiente político se enrarece y se polariza.
De acuerdo a lo que este aprendiz de reportero sabe, la comunicación institucional… es nula, lo que es un pésimo indicador.
Esta no es una guerra fría, es una guerra declarada y activa.
Habrá daños colaterales y al final pierde el Estado.
¿Cómo va a terminar esto?
Ambos gobiernos continúan con sus agendas de trabajo, y los dos tienen bastante qué presumir en obras y acciones: infraestructura, programas sociales, bacheo, iluminación, recuperación de espacios, grandes proyectos de movilidad, etc.
¿Para qué desviar la agenda pública de sus acciones desperdiciando su tiempo en efímeros golpeteos discursivos?
Finalmente, si están en guerra, ¿están seguros de controlar sus ejércitos?
Para nadie en los medios es un secreto que, con o sin conocimiento de sus jefes, perfiles y páginas son manejadas por funcionarios de Palacio (no me hagan dar nombres).
En una ruta hacia una tregua estratégica, ¿no sería sano para todos que cesaran la operación de sus portales “dejatemadreo”?
Es una idea.
Por lo menos dejarían de ser víctimas del algoritmo y de lo que ven en sus redes, que los está alterando y la ciudadanía lo nota.
Para cambiar la percepción, empiecen por cambiar la narrativa.
Yo soy Jorge Saldaña
Hasta mañana
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