octubre 30, 2025

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#4 Tiempos

El rabino y la serpiente | Columna de Juan Jesús Priego

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LETRAS minúsculas

 

Cuenta una leyenda jasídica que, una vez, uno de sus discípulos se quejó así a Rabí Simjá Bunam:

-¿Por qué se lee en la Escritura que Dios maldijo a la serpiente condenándola a comer polvo? ¿Es esto realmente una maldición? Me atrevo a hacer esta pregunta porque, si bien se piensa, más que maldecirla la bendijo, pues en cualquier lugar podrá ésta encontrar su subsistencia.

El maestro vio con atención el rostro desconcertado de su discípulo y sonrió por lo bajo, pensando: «¡Caray, qué alumno más inteligente tengo aquí!». Pero no dijo nada, al menos en voz alta, y se puso a pensar concentradamente en la cuestión. En efecto, aquello era verdad: ¿cómo es que nunca antes había meditado en ello? El Señor  dijo a la serpiente tras haber hecho caer a Adán: «Sobre tu vientre caminarás y polvo comerás todos los días de tu vida» (Génesis 3,14). Sí, eso exactamente había dicho el Señor, bendito sea. Ahora bien, ¿dónde estaba la maldición si, a partir de entonces, todos los problemas alimenticios de aquella sabandija quedaban resueltos de antemano? ¡Dios mío, qué legítima era la preocupación del muchacho!

El maestro se quedó pensativo durante algún tiempo; finalmente, rompió el silencio para hablar de la siguiente manera:

-Dios dijo al hombre: «Con el sudor de tu frente comerás pan; pero, si careces de pan, podrás pedirme ayuda». También dijo a la mujer: «Con dolor parirás; pero si tus dolores son insoportables, podrás pedirme ayuda». En cambio a la serpiente, causante del mal, Dios le otorgó lo que necesita de una vez por todas para que jamás pueda pedirle nada».

Y concluyó el maestro:

-Siempre el Señor provee al indigno de abundantes riquezas.

Así debió ser, en efecto, pues el que lo tiene todo ¿por qué ha de pedir?, y el que nada necesita ¿para qué va a tener que suplicar? El castigo de la serpiente consistió, pues, en privarla del mayor de los dones: el don de la plegaria. «Se le dio todo para que nada pidiera».

No, el hombre no es rico porque todo lo posea, sino porque puede pedir confiadamente lo que le falta; es grande no porque no carezca de nada, sino porque su voz es escuchada con atención cabe el trono del Todopoderoso y poner en movimiento, por decir así, al mismo que hizo los cielos y la tierra.

El castigo de la serpiente consistió en negarle la posibilidad de dirigirse a Dios. ¿Lo tiene todo?; pues bien, que le aproveche. Al hombre, en cambio, hay cosas que le faltan para que, con confianza de hijo, pueda pedirlas a su Padre cada vez que le hagan falta. Y si a veces se siente pobre y desamparado, que se acuerde que no es un animal, pues le fue dada la palabra para que levante la voz al cielo; y aun cuando la mudez se apoderara de él y ya no le sea posible articular sonido (como sucedió con Zacarías mientras esperaba el nacimiento de Juan), que sepa que un grito de su corazón es más potente ante Dios que el rugido de los océanos.

Dice C. S. Lewis (1898-1963), el famoso autor de las Crónicas de Narnia, que los hombres hemos nacido para suplicar, y que no es otro nuestro destino en la tierra; dice también (y véanse, si no, sus Cartas a Malcolm) que «nuestras plegarias son escuchadas no sólo antes de que las hagamos, sino antes incluso de que hayamos sido creados

». Esto lo explica diciendo que si Dios es eterno –para él no hay pasado, ni futuro, sino un largo, infinito presente llamado eternidad-, ¿cómo va a haber para él un antes y un después? De esta consideración deduce él que nuestras súplicas han sido ya atendidas incluso desde antes de que nosotros existiéramos para expresarlas. Por eso, concluye nuestro autor, al hombre habría que definirlo como el ser que nació para recibir y a Dios como Aquel que está en el cielo para dar.

Adán es pobre porque tiene que ganarse el pan de cada día; pero al mismo tiempo es rico porque puede hablar con Dios. La serpiente, en cambio, nada necesita, pero en su riqueza es más pobre que Adán, ya que le ha sido prohibido levantar la vista al cielo, pues le fue dicho también: «Sobre tu vientre caminarás».

Siguiendo la enseñanza del rabino hay, pues, una riqueza que es más bien pobreza: aquella que nos hace olvidar que hay un Dios que gobierna cielo y tierra, y una pobreza que es riqueza: aquella que nos hace pensar en Él y llamarlo para que venga en nuestro auxilio. «Señor, date prisa en socorrerme»: así gemía el salmista en un momento de extrema aflicción. «Date prisa». ¡Cómo! ¿Se vale hablarle a Dios así? Claro que se vale. Lo que no se vale es ignorarlo creyendo que no se puede contar con Él.

¿Somos acaso de los que creen que Dios nos puso en este mundo para luego desentenderse de nosotros? ¡Si así fuera, Dios no sería entonces muy diferente a uno de esos padres desnaturalizados que engendran hijos y luego los echan a la calle para que se las arreglen como puedan! Pero no. Si Dios nos hizo nacer y venir a este mundo tan complicado es porque Él se ha comprometido a estar siempre con la mano tendida hacia nosotros. Y creer que esto es así, y creerlo con toda el alma es a lo que yo llamaría realmente tener fe.

Una mujer me dijo un día: «¿Sabe? Yo no me desespero ni aun cuando siento que las aguas me llegan al cuello, pues no fui yo quien pidió venir a este mundo. Ahora bien, si fue el Señor el que me quiso aquí, Él verá cómo le hace, pero me ayudará. ¡Tiene que hacerlo!». ¡Bendita simplicidad! Al escucharla me dieron ganas de decirle lo que Jesús a aquella pagana del Evangelio: «¡Mujer, qué grande es tu fe! Que se haga como has creído».

«Siempre el Señor provee al indigno de abundantes riquezas». Sí, la riqueza puede ser causa de perdición. Por eso, en uno de sus sermones, preguntó una vez San Agustín: «Pobre, ¿qué es lo que te falta si tienes a Dios? Rico, ¿qué es lo que tienes si a Dios no tienes?».

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#4 Tiempos

Agua, territorio y sociedad, el tema del mes de La Ciencia en el Bar | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

Continúa el ciclo número cuarenta de La Ciencia en el Bar, que está por cumplir cuarenta años de actividades siendo el programa de este tipo, pionero en nuestro país y que fue establecido para festejar los cincuenta años de la Física en San Luis que ahora llegará a los setenta.

En este ciclo conmemorativo toca el turno a la Dra. Azalea Judith Ortiz Rodríguez que abordará el tema, Agua, Territorio y Sociedad: construyendo puentes entre la ciencia y la gente a través de la conectividad; tema por demás interesante e importante pues aborda el problema del agua, sustancia vital para la vida y el desarrollo de nuestras sociedades.

En anteriores sesiones de La Ciencia en el Bar, se ha tratado este tema y ahora la Dra. Ortiz nos presentará nuevos aportes a esta problemática donde la participación ciudadana es de vital importancia en esa liga con los especialistas a fin de resolver los grandes problemas sociales asociados a el agua, incluyendo los aspectos territoriales. La sesión de hace diez años que consistió en una mesa redonda con el tema de agua, leyes y derechos, puede consultarse en mi canal de youtube:

La charla se llevará a cabo este miércoles 29 de octubre en punto de las ocho de la noche en la Cervecería San Luis, ubicada en Calzada de Guadalupe número 326, la entrada es gratuita y no hay obligación de consumo; es un escenario informal de convivencia entre el gran público y la comunidad científica potosina que aporta y pone a discusión sus resultados científicos en aras de formar mejores sociedades.

La formación de la Dra. Azalea Judith Ortiz Rodríguez ha sido muy variada, realizó una licenciatura en Geografía titulándose en 2010, posteriormente la maestría en ciencias en Geología Aplicada (2012) y, finalmente su doctorado en el programa institucional de la UASLP en ingeniería y ciencias de materiales graduándose en 2017.

Tuvo una estancia posdoctoral en el Instituto de Investigación en Zonas Desérticas de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí de 2020 a 2024, donde se enfocó en cuestiones de la conectividad hidrológica en varios contextos ambientales, publicando sus resultados en revistas especializadas en cuestiones hídricas. El tema del que nos hablará es justamente lo que trabajó en el Instituto de Zonas Desérticas bajo la dirección del Dr. Carlos Alfonso Muñoz Robles.

Ha colaborado en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México y en el campus Juriquilla en Querétaro de la misma universidad. Es una joven científica formada en los programas universitarios de la UASLP y formada como investigadora en el programa de Ingeniería y Ciencias de Materiales que es uno de los más importantes programas de formación científica de la UASLP que reúne a un buen número de dependencias universitarias dedicadas a la investigación científica y donde participan grupos de investigación en diversas áreas del conocimiento. En este programa que está cumpliendo veinte años, han egresado más de doscientos investigadores con el grado de doctor, entre los que se encuentra la Dra. Azalea Judith Ortiz Rodríguez.

Los invitamos este miércoles 29 de octubre en la Cervecería San Luis a escuchar la charla sobre agua en el tema de conectividad hídrica, que nos presentará la Dra. Judith Ortiz.

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#4 Tiempos

La seriedad y la risa | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

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LETRAS minúsculas

 

Un amigo mío, ejecutivo de cierta importancia, tan pronto como llega a su oficina arquea las cejas, se compone la corbata y adopta una pose tan autoritaria que a uno le dan ganas de obedecerle en todo. ¡Dios mío, qué transmutación de un minuto a otro y de una puerta a la siguiente! ¡Pero si apenas hace cinco minutos venía en su auto contando chistes rojos! Cuando se apeó del automóvil aún sonreía, pero apenas entró en el edificio adoptó un tono tan cadavérico y malhumorado que ya sólo verlo daba miedo. ¿Estoy ante uno de esos que los psicólogos llaman ciclotímicos?, me preguntaba yo lleno de asombro, pues no me explicaba cómo se podía pasar de un estado de ánimo a su contrario de manera tan radical y, sobre todo, en tan corto tiempo.

-Señorita –dijo mi amigo apretando un botón y levantando una bocina-, ayer por la tarde le pedí que revisara el expediente X. ¿Lo hizo usted?

La señorita tartamudeaba en la lejanía, presa de un pánico feroz.

-Sí, sí, lo he hecho. ¿Quiere usted revisarlo, licenciado?

Yo miraba a mi amigo como preguntándole: «¿Eres tú? ¿De veras eres tú?». Pero él hizo como que no entendió mi pregunta, y en eso la secretaria anunció la llegada del famoso y temido expediente X.

Entonces recordé lo que, según dicen, aconsejó una vez Anaximandro el filósofo a Pericles el político: «Acuérdate de lo que te digo: para seguir en el poder hay que ser serios». Y sonreí con cierta malicia, como entendiendo por fin de qué iba la cosa. Pero, ¿había leído mi amigo a los filósofos griegos?

Lo dudo. Ya el Memín Pinguín hubiera sido demasiado para él. Y esto lo digo no en plan de mofa, sino ateniéndome a lo que él mismo me dijo un día, a saber: que el único libro que había leído en su vida, y de eso hacía ya muchos años, era el instructivo de una cámara Nikon que acababa de comprar en aquel entonces; pero, de ahí en fuera, nada más…

Es apasionante leer los instructivos y a la vez muy divertido –me dijo aquella vez-. Pero, ¿quién lee ya estas obras maestras de la concisión? ¡Es la literatura más olvidada de todas! No miento si te digo que mi modesta biblioteca personal, si puedo llamarla así, está formada sólo por esos instructivos o manuales de uso que la gente desecha con desconsiderada facilidad. ¡Tengo más de cien! Algún día leeré los noventa y nueve que me faltan.

¿Bromeaba mi amigo diciéndome estas cosas? Pero no, no bromeaba: recordemos que estaba en su oficina y que él, allí, no se habría permitido ni la sonrisa más discreta.

Pero ahora hablemos de una mujer a la que conozco. En su juventud fue algo hermosa, según pude verlo en viejas fotografías conservadas con devoción por ella misma en un álbum que, de tan pesado, nadie aceptaría cargar durante cinco minutos seguidos. Sí, digamos que fue bella. Pero cometió en su juventud el error de hacer caso a una amiga suya del colegio que le dijo un día:

-No permitas que tu hermosura se estropee. Evita, sobre todo, las patas de gallo.

-¿Y cómo las he de evitar? –preguntó ella, pues realmente le quitaban el sueño todas estas cosas.

-No rías. Y, si puedes, evita también las sonrisas. ¡Estropean el rostro como no tienes una idea! Lo arrugan, lo ajan, lo deforman.

¡Lo mismo pensaba aquel monje amargado de El nombre de la rosa!: «La risa sacude el cuerpo, deforma los rasgos de la cara y hace que el hombre parezca un mono».

Desde entonces aquella mujer ya nunca rió, conformándose, para manifestar su alegría, con estirar la boca y hacer una mueca, cual si estuviera ante un espejo comprobando que no se le ha quedado nada entre los dientes después de haber comido. ¿Sonreír de veras? No, gracias. Debo cuidarme de las patas de gallo.

Y así podría contra infinidad de historias más; baste por el momento con decir que, si bien la sonrisa tiene enemigos, yo preferiría mil veces que nadie me obedeciera y todo se me arrugara, a andar por la vida mostrando una horripilante cara de tabla.

Escribió el padre Auguste Valensin en su diario (anotación del 10 de mayo de 1937): «No sentir miedo de Jesús, no sentir miedo de mi Padre. Me imagino a Jesús con sus apóstoles. Llega a la orilla del lago donde los niños juegan. Y, al verlo, huyen los niños. Una madre le trae a su niñito de seis años y el pequeñín, aterrorizado, se agarra a las faldas de su madre, grita, quiere escaparse de allí. ¡Lo contrario de lo que sabemos que ocurría! Y me pregunto: ¿qué sentimientos hubiera experimentado Jesús? ¡Es tan doloroso darse cuenta de que se infunde miedo! Y todavía el miedo de un niño no puede realmente entristecernos porque es irrazonado, pero Jesús, que vino por amar a los hombres y fue todo amor para ellos, si hubiera visto a los que se acercaban a Él y a quienes ofrecía su afecto retirarse muertos de miedo; si hubiera visto a sus apóstoles tratarle como un maestro severo, mientras que Él se mostraba para con ellos indulgente y suave; si hubiera visto que los pecadores evitaban incluso por respeto su presencia, ¡qué pena hubiera experimentado!».

Jesús debió sonreír, y muy a menudo; debió ser incluso un maestro en el arte de la sonrisa, pues de no haber sido así, ¿por qué iban los niños a correr a abrazarlo espontáneamente, como sabemos que lo hacían? Somos más bien nosotros, sus discípulos, quienes hemos caído a veces en la tentación de la seriedad. ¡Como si por parecer serios nuestros enemigos fueran a respetarnos más! Quizá sea demasiado injusto al decir esto, pero un cristiano que infunde miedo –sea cual fuere su trabajo en la viña del Señor-, aún no ha podido ser cristiano más que a medias.

¿O me equivoco, estimado lector?

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#4 Tiempos

De CU a mantener el vuelo | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

El miércoles pasado, San Luis se metió al Olímpico Universitario con una misión que parecía cuesta arriba. No solo enfrentaba a un Pumas que venía sólido en casa, sino también a sus propios fantasmas: los de la irregularidad, los de las derrotas que llegan cuando mejor se juega, los de las oportunidades que se escapan entre los dedos. Pero esta vez fue distinto. San Luis ganó con autoridad, con orden, con un fútbol maduro que pocas veces le habíamos visto.

El 0-1 en Ciudad Universitaria no fue casualidad. Fue el reflejo de un equipo que, por fin, entendió cómo competir en escenarios grandes. San Luis supo cuándo presionar, cuándo replegarse, cuándo hacer daño. No se desesperó, no se partió, y sobre todo, no perdió la concentración cuando Pumas quiso despertar. Ese temple, tan ausente en otras jornadas, fue la verdadera victoria de la noche.

Esa actuación le devolvió el alma a un grupo que venía entre dudas. Y también reavivó la ilusión de una afición que, aunque exigente, sigue esperando ese golpe de autoridad que confirme que este proyecto puede trascender. Porque lo del miércoles no fue solo un triunfo más en el calendario: fue una declaración de intenciones.

Ahora viene lo más difícil, mantener el vuelo. Este domingo, en el Alfonso Lastras, el Atlético de San Luis recibe a Necaxa, y la exigencia será enorme. No hay mejor momento para demostrar madurez que justo después de una victoria grande. Ganar en CU fue una proeza; ganar en casa, jugando bien y con convicción, sería confirmar que este equipo va en serio.

Necaxa no es un rival cómodo. Es uno de esos equipos que no necesita brillar para complicarte la noche. Sabe esperar, sabe morder en la presión alta y tiene la capacidad de castigar errores puntuales. San Luis deberá ser paciente, no caer en la trampa de la desesperación y, sobre todo, mantener la intensidad de principio a fin. Si el equipo logra imponer su ritmo desde el arranque, tendrá mucho camino recorrido.

El cuerpo técnico también enfrenta un reto importante. Después del esfuerzo en CU, habrá que administrar energías, rotar inteligentemente y evitar el exceso de confianza. Porque si algo ha caracterizado a San Luis este torneo, es que cuando baja un poco la guardia, el golpe llega rápido. La victoria del miércoles solo tendrá valor real si se respalda con un buen resultado el domingo.

En el plano anímico, el grupo parece haber recuperado algo vital, el orgullo.

Durante semanas se vio a un San Luis que jugaba bien, pero sin convicción. En CU hubo otra cara, una que pelea cada balón, que se ordena en bloque y que no teme al rival, sea cual sea su nombre. Esa versión es la que debe presentarse ante Necaxa.

El Lastras jugará su papel. Después de un triunfo así, la gente volverá con ganas, con ilusión, pero también con exigencia. El público potosino ya no se conforma con “haber competido bien”. Quiere resultados, quiere consistencia. Y tiene razón, este plantel ha demostrado que puede hacerlo.

Además, los números comienzan a sonreír. Con el triunfo del miércoles, San Luis se metió de nuevo a la conversación por el play-in, y depende de sí mismo para mantenerse ahí. Una victoria más lo consolidaría en zona de clasificación y le permitiría encarar el cierre del torneo con un aire distinto. El margen de error sigue siendo corto, pero las sensaciones por primera vez son positivas.

El Atlético de San Luis ha dado un paso importante, pero todavía no puede detenerse a celebrar. Lo que viene es el examen de la madurez futbolística: sostener la intensidad, mantener la concentración y convertir las buenas actuaciones en una costumbre.

Este domingo, el equipo tiene la oportunidad de confirmar que no fue casualidad, que lo de CU fue el inicio de una nueva etapa. Ganarle a Necaxa sería más que un triunfo, sería la señal de que San Luis, por fin, ha aprendido a ganar seguido.

Porque el fútbol no premia al que brilla un día, sino al que resiste toda una temporada. Y si este grupo logra mantener ese temple y esa convicción, el play-in podría dejar de ser un sueño para convertirse en la consecuencia lógica de un equipo que, tarde pero seguro, está aprendiendo a jugar como los grandes.

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Opinión

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