#4 Tiempos
El potosino impulsor de la autonomía universitaria | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
Los aires de autonomía se respiraban en diferentes puntos del país antes de 1923, año en que la UASLP obtuvo su autonomía; uno de los primeros intentos se realizó en el año de 1914, en la entonces Universidad Nacional de México, estando involucrado un potosino: Don Valentín Gama y Cruz que fuera estudiante de preparatoria entre 1880 y 1885 en el Instituto Científico y Literario de San Luis Potosí de donde partió a la ciudad de México a continuar sus estudios de ingeniero geógrafo.
En esta primera centuria de vida de la UNAM, varios potosinos han tenido el honor de dirigir la institución, siendo rectores y en algunos casos secretarios generales. En particular Valentín Gama, que fue rector en dos ocasiones, durante uno de los periodos más difíciles para la institución y el país: la revuelta revolucionaria.
Como rector de la Universidad estuvo convencido de la necesidad de que le fuera otorgada la autonomía a las instituciones de educación superior, pues con claridad expresó que esa era la única forma en que cumplirían adecuadamente su misión.
En una de las épocas más violentas del México moderno, cuando la capital del país fue paralizada varias veces por la lucha entre las distintas facciones que se disputaban el liderazgo revolucionario, el ingeniero Valentín Gama y Cruz fue nombrado rector de la Universidad Nacional de México. El 11 de septiembre de 1914 en el anfiteatro de la Escuela Nacional Preparatoria, tomó posesión de ese cargo ante un nutrido grupo de intelectuales y militares, entre los que se encontraban el presidente Venustiano Carranza, el encargado de Instrucción Pública y Bellas Artes, Félix Fulgencio Palavicini Loria y el general Álvaro Obregón. En la presentación que de él hizo Palavicini Loria, apuntó:
“… y al frente de la rectoría de la Universidad, queda el señor ingeniero don Valentín Gama que no es un improvisado ni un arribista político, sino un universitario pleno al tanto de la Universidad, comprometido con el programa de enseñanza carrancista”.
En el mismo discurso anunció el propósito del Gobierno de modificar la estructura de la Universidad otorgándole su autonomía, así lo expresó este funcionario al decir:
“…Creemos que la Universidad debe subsistir; pero pedimos que viva independiente, libre, autónoma: que no haya menester de limosneo oficial y que la jerarquía de sus directores y la competencia de sus catedráticos sean el resultado de su propia responsabilidad.
El gobierno propónese organizar la vida universitaria con un funcionamiento autónomo, y mientras tanto, cuida de que el personal directivo responda a las exigencias de la cultura general y, así como ha dado muestras en el terreno político, de que su mano es fuerte y firme, en la enseñanza será cauteloso y precavido…”
Gama había estado asociado con la Universidad Nacional desde su surgimiento en 1910. Con base a su probada capacidad en el terreno de las ciencias exactas, el 22 de septiembre de aquel año se le otorgó el grado de doctor ex-oficio. Su conocimiento de la vida universitaria era real, pues además de ser maestro en sus escuelas de Ingeniería y de Altos Estudios, formó parte de la Comisión Administradora de los Fondos Propios de la Universidad. Igualmente fue miembro del grupo de profesores que evaluó el Plan de Estudios de la Escuela de Jurisprudencia.
Valentín Gama fue el tercer rector de la Universidad Nacional. Cubrió los periodos del 11 de septiembre al 4 de diciembre de 1914 y del 28 de abril al 29 de junio de 1915.
Gama estaba convencido y así lo hizo saber en el discurso que dio en la ceremonia donde fue nombrado rector, de la necesidad que la Universidad tenía de ser autónoma, pues según dijo, era la única manera para que dicha institución cumpliera cabalmente con su función de educar y generar conocimiento. Sus esfuerzos en esa dirección lo llevaron a buscar una nueva Ley Constitutiva de la Universidad. Por esas fechas la situación política del país se agravó por el desconocimiento que la Convención Revolucionaria hizo del gobierno encabezado por Carranza. El sector educativo de la nación también se vio fuertemente afectado por ese suceso y los cambios de rumbo que generaron diversos proyectos educativos inconclusos, entre ellos el de la autonomía universitaria. Todo ello llevó a Valentín Gama a presentar su renuncia a la rectoría en junio de 1915.
Nuestro personaje no se alejó de la vida académica de la Universidad, pues siguió su labor docente y en dos ocasiones ocupó el puesto de director de la Escuela Nacional de Ingenieros; primero de 1923 a 1925 y después de 1933 a 1934.
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#4 Tiempos
Agua, territorio y sociedad, el tema del mes de La Ciencia en el Bar | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
Continúa el ciclo número cuarenta de La Ciencia en el Bar, que está por cumplir cuarenta años de actividades siendo el programa de este tipo, pionero en nuestro país y que fue establecido para festejar los cincuenta años de la Física en San Luis que ahora llegará a los setenta.
En este ciclo conmemorativo toca el turno a la Dra. Azalea Judith Ortiz Rodríguez que abordará el tema, Agua, Territorio y Sociedad: construyendo puentes entre la ciencia y la gente a través de la conectividad; tema por demás interesante e importante pues aborda el problema del agua, sustancia vital para la vida y el desarrollo de nuestras sociedades.
En anteriores sesiones de La Ciencia en el Bar, se ha tratado este tema y ahora la Dra. Ortiz nos presentará nuevos aportes a esta problemática donde la participación ciudadana es de vital importancia en esa liga con los especialistas a fin de resolver los grandes problemas sociales asociados a el agua, incluyendo los aspectos territoriales. La sesión de hace diez años que consistió en una mesa redonda con el tema de agua, leyes y derechos, puede consultarse en mi canal de youtube:
La charla se llevará a cabo este miércoles 29 de octubre en punto de las ocho de la noche en la Cervecería San Luis, ubicada en Calzada de Guadalupe número 326, la entrada es gratuita y no hay obligación de consumo; es un escenario informal de convivencia entre el gran público y la comunidad científica potosina que aporta y pone a discusión sus resultados científicos en aras de formar mejores sociedades.
La formación de la Dra. Azalea Judith Ortiz Rodríguez ha sido muy variada, realizó una licenciatura en Geografía titulándose en 2010, posteriormente la maestría en ciencias en Geología Aplicada (2012) y, finalmente su doctorado en el programa institucional de la UASLP en ingeniería y ciencias de materiales graduándose en 2017.
Tuvo una estancia posdoctoral en el Instituto de Investigación en Zonas Desérticas de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí de 2020 a 2024, donde se enfocó en cuestiones de la conectividad hidrológica en varios contextos ambientales, publicando sus resultados en revistas especializadas en cuestiones hídricas. El tema del que nos hablará es justamente lo que trabajó en el Instituto de Zonas Desérticas bajo la dirección del Dr. Carlos Alfonso Muñoz Robles.Ha colaborado en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México y en el campus Juriquilla en Querétaro de la misma universidad. Es una joven científica formada en los programas universitarios de la UASLP y formada como investigadora en el programa de Ingeniería y Ciencias de Materiales que es uno de los más importantes programas de formación científica de la UASLP que reúne a un buen número de dependencias universitarias dedicadas a la investigación científica y donde participan grupos de investigación en diversas áreas del conocimiento. En este programa que está cumpliendo veinte años, han egresado más de doscientos investigadores con el grado de doctor, entre los que se encuentra la Dra. Azalea Judith Ortiz Rodríguez.
Los invitamos este miércoles 29 de octubre en la Cervecería San Luis a escuchar la charla sobre agua en el tema de conectividad hídrica, que nos presentará la Dra. Judith Ortiz.
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#4 Tiempos
La seriedad y la risa | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
LETRAS minúsculas
Un amigo mío, ejecutivo de cierta importancia, tan pronto como llega a su oficina arquea las cejas, se compone la corbata y adopta una pose tan autoritaria que a uno le dan ganas de obedecerle en todo. ¡Dios mío, qué transmutación de un minuto a otro y de una puerta a la siguiente! ¡Pero si apenas hace cinco minutos venía en su auto contando chistes rojos! Cuando se apeó del automóvil aún sonreía, pero apenas entró en el edificio adoptó un tono tan cadavérico y malhumorado que ya sólo verlo daba miedo. ¿Estoy ante uno de esos que los psicólogos llaman ciclotímicos?, me preguntaba yo lleno de asombro, pues no me explicaba cómo se podía pasar de un estado de ánimo a su contrario de manera tan radical y, sobre todo, en tan corto tiempo.
-Señorita –dijo mi amigo apretando un botón y levantando una bocina-, ayer por la tarde le pedí que revisara el expediente X. ¿Lo hizo usted?
La señorita tartamudeaba en la lejanía, presa de un pánico feroz.
-Sí, sí, lo he hecho. ¿Quiere usted revisarlo, licenciado?
Yo miraba a mi amigo como preguntándole: «¿Eres tú? ¿De veras eres tú?». Pero él hizo como que no entendió mi pregunta, y en eso la secretaria anunció la llegada del famoso y temido expediente X.
Entonces recordé lo que, según dicen, aconsejó una vez Anaximandro el filósofo a Pericles el político: «Acuérdate de lo que te digo: para seguir en el poder hay que ser serios». Y sonreí con cierta malicia, como entendiendo por fin de qué iba la cosa. Pero, ¿había leído mi amigo a los filósofos griegos?
Lo dudo. Ya el Memín Pinguín hubiera sido demasiado para él. Y esto lo digo no en plan de mofa, sino ateniéndome a lo que él mismo me dijo un día, a saber: que el único libro que había leído en su vida, y de eso hacía ya muchos años, era el instructivo de una cámara Nikon que acababa de comprar en aquel entonces; pero, de ahí en fuera, nada más…
–Es apasionante leer los instructivos y a la vez muy divertido –me dijo aquella vez-. Pero, ¿quién lee ya estas obras maestras de la concisión? ¡Es la literatura más olvidada de todas! No miento si te digo que mi modesta biblioteca personal, si puedo llamarla así, está formada sólo por esos instructivos o manuales de uso que la gente desecha con desconsiderada facilidad. ¡Tengo más de cien! Algún día leeré los noventa y nueve que me faltan.
¿Bromeaba mi amigo diciéndome estas cosas? Pero no, no bromeaba: recordemos que estaba en su oficina y que él, allí, no se habría permitido ni la sonrisa más discreta.
Pero ahora hablemos de una mujer a la que conozco. En su juventud fue algo hermosa, según pude verlo en viejas fotografías conservadas con devoción por ella misma en un álbum que, de tan pesado, nadie aceptaría cargar durante cinco minutos seguidos. Sí, digamos que fue bella. Pero cometió en su juventud el error de hacer caso a una amiga suya del colegio que le dijo un día:
-No permitas que tu hermosura se estropee. Evita, sobre todo, las patas de gallo.
-¿Y cómo las he de evitar? –preguntó ella, pues realmente le quitaban el sueño todas estas cosas.
-No rías. Y, si puedes, evita también las sonrisas. ¡Estropean el rostro como no tienes una idea! Lo arrugan, lo ajan, lo deforman.
¡Lo mismo pensaba aquel monje amargado de El nombre de la rosa!: «La risa sacude el cuerpo, deforma los rasgos de la cara y hace que el hombre parezca un mono».
Desde entonces aquella mujer ya nunca rió, conformándose, para manifestar su alegría, con estirar la boca y hacer una mueca, cual si estuviera ante un espejo comprobando que no se le ha quedado nada entre los dientes después de haber comido. ¿Sonreír de veras? No, gracias. Debo cuidarme de las patas de gallo.
Y así podría contra infinidad de historias más; baste por el momento con decir que, si bien la sonrisa tiene enemigos, yo preferiría mil veces que nadie me obedeciera y todo se me arrugara, a andar por la vida mostrando una horripilante cara de tabla.
Escribió el padre Auguste Valensin en su diario (anotación del 10 de mayo de 1937): «No sentir miedo de Jesús, no sentir miedo de mi Padre. Me imagino a Jesús con sus apóstoles. Llega a la orilla del lago donde los niños juegan. Y, al verlo, huyen los niños. Una madre le trae a su niñito de seis años y el pequeñín, aterrorizado, se agarra a las faldas de su madre, grita, quiere escaparse de allí. ¡Lo contrario de lo que sabemos que ocurría! Y me pregunto: ¿qué sentimientos hubiera experimentado Jesús? ¡Es tan doloroso darse cuenta de que se infunde miedo! Y todavía el miedo de un niño no puede realmente entristecernos porque es irrazonado, pero Jesús, que vino por amar a los hombres y fue todo amor para ellos, si hubiera visto a los que se acercaban a Él y a quienes ofrecía su afecto retirarse muertos de miedo; si hubiera visto a sus apóstoles tratarle como un maestro severo, mientras que Él se mostraba para con ellos indulgente y suave; si hubiera visto que los pecadores evitaban incluso por respeto su presencia, ¡qué pena hubiera experimentado!».
Jesús debió sonreír, y muy a menudo; debió ser incluso un maestro en el arte de la sonrisa, pues de no haber sido así, ¿por qué iban los niños a correr a abrazarlo espontáneamente, como sabemos que lo hacían? Somos más bien nosotros, sus discípulos, quienes hemos caído a veces en la tentación de la seriedad. ¡Como si por parecer serios nuestros enemigos fueran a respetarnos más! Quizá sea demasiado injusto al decir esto, pero un cristiano que infunde miedo –sea cual fuere su trabajo en la viña del Señor-, aún no ha podido ser cristiano más que a medias.
¿O me equivoco, estimado lector?
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#4 Tiempos
De CU a mantener el vuelo | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
El miércoles pasado, San Luis se metió al Olímpico Universitario con una misión que parecía cuesta arriba. No solo enfrentaba a un Pumas que venía sólido en casa, sino también a sus propios fantasmas: los de la irregularidad, los de las derrotas que llegan cuando mejor se juega, los de las oportunidades que se escapan entre los dedos. Pero esta vez fue distinto. San Luis ganó con autoridad, con orden, con un fútbol maduro que pocas veces le habíamos visto.
El 0-1 en Ciudad Universitaria no fue casualidad. Fue el reflejo de un equipo que, por fin, entendió cómo competir en escenarios grandes. San Luis supo cuándo presionar, cuándo replegarse, cuándo hacer daño. No se desesperó, no se partió, y sobre todo, no perdió la concentración cuando Pumas quiso despertar. Ese temple, tan ausente en otras jornadas, fue la verdadera victoria de la noche.
Esa actuación le devolvió el alma a un grupo que venía entre dudas. Y también reavivó la ilusión de una afición que, aunque exigente, sigue esperando ese golpe de autoridad que confirme que este proyecto puede trascender. Porque lo del miércoles no fue solo un triunfo más en el calendario: fue una declaración de intenciones.
Ahora viene lo más difícil, mantener el vuelo. Este domingo, en el Alfonso Lastras, el Atlético de San Luis recibe a Necaxa, y la exigencia será enorme. No hay mejor momento para demostrar madurez que justo después de una victoria grande. Ganar en CU fue una proeza; ganar en casa, jugando bien y con convicción, sería confirmar que este equipo va en serio.
Necaxa no es un rival cómodo. Es uno de esos equipos que no necesita brillar para complicarte la noche. Sabe esperar, sabe morder en la presión alta y tiene la capacidad de castigar errores puntuales. San Luis deberá ser paciente, no caer en la trampa de la desesperación y, sobre todo, mantener la intensidad de principio a fin. Si el equipo logra imponer su ritmo desde el arranque, tendrá mucho camino recorrido.
El cuerpo técnico también enfrenta un reto importante. Después del esfuerzo en CU, habrá que administrar energías, rotar inteligentemente y evitar el exceso de confianza. Porque si algo ha caracterizado a San Luis este torneo, es que cuando baja un poco la guardia, el golpe llega rápido. La victoria del miércoles solo tendrá valor real si se respalda con un buen resultado el domingo.
En el plano anímico, el grupo parece haber recuperado algo vital, el orgullo.
Durante semanas se vio a un San Luis que jugaba bien, pero sin convicción. En CU hubo otra cara, una que pelea cada balón, que se ordena en bloque y que no teme al rival, sea cual sea su nombre. Esa versión es la que debe presentarse ante Necaxa.El Lastras jugará su papel. Después de un triunfo así, la gente volverá con ganas, con ilusión, pero también con exigencia. El público potosino ya no se conforma con “haber competido bien”. Quiere resultados, quiere consistencia. Y tiene razón, este plantel ha demostrado que puede hacerlo.
Además, los números comienzan a sonreír. Con el triunfo del miércoles, San Luis se metió de nuevo a la conversación por el play-in, y depende de sí mismo para mantenerse ahí. Una victoria más lo consolidaría en zona de clasificación y le permitiría encarar el cierre del torneo con un aire distinto. El margen de error sigue siendo corto, pero las sensaciones por primera vez son positivas.
El Atlético de San Luis ha dado un paso importante, pero todavía no puede detenerse a celebrar. Lo que viene es el examen de la madurez futbolística: sostener la intensidad, mantener la concentración y convertir las buenas actuaciones en una costumbre.
Este domingo, el equipo tiene la oportunidad de confirmar que no fue casualidad, que lo de CU fue el inicio de una nueva etapa. Ganarle a Necaxa sería más que un triunfo, sería la señal de que San Luis, por fin, ha aprendido a ganar seguido.
Porque el fútbol no premia al que brilla un día, sino al que resiste toda una temporada. Y si este grupo logra mantener ese temple y esa convicción, el play-in podría dejar de ser un sueño para convertirse en la consecuencia lógica de un equipo que, tarde pero seguro, está aprendiendo a jugar como los grandes.
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