julio 10, 2025

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#4 Tiempos

Contrastes | Columna de Víctor Meade C.

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SIGAMOS DERECHO.

 

La semana pasada estuvo, definitivamente, protagonizada por la Suprema Corte de Justicia. Los importantísimos fallos del Pleno de la Corte y de su Primera Sala en materia de interrupción legal del embarazo y de libertad de expresión, así como los actos administrativos de su ministro presidente, Arturo Zaldívar, contrastan de manera dramática con la actividad del Congreso de la Unión, que continúa con su corte militarista, complaciente y sin capacidad de generar consensos.  

En las sesiones del lunes y martes, los ministros y ministras del Tribunal Pleno de la Corte aprobaron por unanimidad de diez votos —con grandísimas intervenciones y argumentos— la acción de inconstitucionalidad promovida por la entonces Procuraduría General de la República en contra de diversos artículos del Código Penal del Estado de Coahuila. Por una parte, resultaron invalidados los artículos y disposiciones del Código que sancionan con prisión tanto a la mujer que decide voluntariamente interrumpir su embarazo como a la persona que la hiciere abortar y al personal médico involucrado; también se invalidó la disposición que limita el aborto en casos de violación, inseminación o implantación artificial. Por otra parte, la Corte invalidó una disposición del Código que establece una pena menor para el delito de violación entre parejas, con respecto de la pena por violación en general.

De esta manera, la Suprema Corte puso fin a una serie de intentos por despenalizar la interrupción legal del embarazo que se vieron truncados, por un lado, por los argumentos conservadores de las conformaciones pasadas de la Corte y, por otro lado, por plantear la problemática del asunto como un tema de competencias. Es decir, la Corte no se había pronunciado sobre el fondo del asunto, sino que los casos anteriores, en su mayoría, se decidieron por cuestiones meramente procesales.

Resalta la ausencia del ministro Jorge Pardo, quien no asistió a la sesión del martes —en la que haría su intervención— por “causas de fuerza mayor”, según lo anunció el ministro Arturo Zaldívar. Dada esa justificación, lo que sigue es mera conjetura mía, pero no podemos ignorar que Pardo se había pronunciado en contra de la despenalización del aborto en asuntos anteriores y que rara vez contradice sus votos previos. Por tanto, no es extraño pensar que Jorge Pardo decidió no asistir y, con su silencio, respetar la unanimidad de diez votos que se alcanzaría en la sesión, tan simbólica y relevante para un asunto de esta naturaleza.

Lo decidido por la Corte alcanzó la votación necesaria para convertirse en precedente obligatorio para todos los jueces y juezas del país, lo cual sin duda es un gran paso para su despenalización a nivel nacional y gran logro para las colectivas feministas y organizaciones de la sociedad civil que han impulsado este tema, tanto en la discusión pública como en el litigio. Sin embargo, el éxito para esta causa solo habrá de alcanzarse plenamente una vez que estos argumentos se vean plasmados en las leyes y códigos del país, pues, al ser solamente un criterio, sí se tendrá que iniciar un procedimiento penal en contra de la persona que aborte, aunque eventualmente el juez tendrá que aplicar el criterio generado por la Corte.

A raíz de lo anterior, el ministro presidente Arturo Zaldívar convocó a una rueda de prensa para anunciar que planteará al Consejo de la Judicatura la emisión de un acuerdo para encomendar al Instituto de la Defensoría Pública a asesorar a las mujeres sentenciadas o procesadas por el delito de aborto. A su vez, anunció que por primera vez en la historia de la Corte se contemplarán las licencias de paternidad por tres meses pagados para los hombres integrantes del Poder Judicial de la Federación, lo cual significa un gran paso para alcanzar una auténtica igualdad de género. Ya en la sección de preguntas de la conferencia, Zaldívar acordó que las estaría convocando al menos una vez al mes para informar de las actividades del Poder Judicial de la Federación.

En un tema completamente distinto, la Primera Sala de la Corte otorgó un amparo a la organización no gubernamental Artículo 19

, por considerar inconstitucional la Ley General de Comunicación Social, promovida por el gobierno de Peña Nieto
. Dicha ley —conocida como Ley Chayote— contempla una amplia discrecionalidad y vaga regulación para el gasto que puede ejercer el gobierno federal en materia de publicidad y comunicación social. Por ello, la Corte resolvió que, en efecto, el Congreso de la Unión incurrió en una omisión legislativa que se debe subsanar, pues tiene efectos adversos para el ejercicio de la libertad de expresión, de prensa y de información, ya que genera censura para medios y periodistas críticos del oficialismo.

Mientras tanto, el Congreso de la Unión brilló por lo mismo que le ha distinguido, por un lado, con su pobre técnica legislativa y su incapacidad de generar consensos, y por otro, con la inconstitucionalidad que resulta de lo primero, particularmente desde que inició esta administración.*

La semana pasada, el Senado aprobó la Ley Orgánica de la Armada de México, en la cual la coalición oficialista mayoriteó y continuó con la consolidación de la militarización de las funciones de seguridad pública. La ley, por una parte, amplía las atribuciones de la Armada en materia de seguridad, pues comisiona a la Unidad de Policía Naval a realizar —con “carácter civil”— tareas de seguridad pública como parte de la Guardia Nacional. Además de los vicios de constitucionalidad que esto acarrea —y que la Suprema Corte eventualmente tendrá que resolver—, la Ley de la Armada contraviene a la Ley de la Guardia Nacional, que estipula que la GN es un cuerpo civil, aunque el 75% de sus miembros hoy sean militares activos.

De la misma manera, la Cámara de Diputados aprobó la Ley de Revocación de Mandato con casi 200 votos en contra, dado el despropósito de querer encuadrar a la revocación como un acto, mas bien, de ratificación del cargo. Ahora hay que esperar a la firma del Ejecutivo y de su posterior publicación en el Diario Oficial de la Federación.

Es cierto que la naturaleza de las actividades y de los temas que resolvieron los poderes Judicial y Legislativo es muy distinta, sin embargo, también es cierto que se trata de una tarea basada en la capacidad de convencer y de generar consensos. Para vida de nuestro estado democrático y de derecho, el convencimiento debe de estar fundado en argumentos razonados desde el respeto a la Constitución y a los derechos que reconoce. Cuando esto no sucede —desafortunadamente sucede poco—, los asuntos votados por el Legislativo y firmados por el Ejecutivo terminan congelados por años en los tiempos de la Suprema Corte, saturada de acciones de inconstitucionalidad.

Es cierto, también, que la Corte actuó con maestría la semana pasada, aunque aún tiene que pasar varias pruebas de fuego en lo que resta del año, como el tema de la extensión del periodo de Zaldívar, la Ley Nacional sobre Uso de la Fuerza y muchos otros proyectos torales de este gobierno cuya constitucionalidad ha sido cuestionada.  

* Para ver más sobre las actividades y andanzas del Congreso de la Unión, la consultora Integralia presentó recientemente el siguiente informe, cuya lectura recomiendo: https://integralia.com.mx/web/index.php/2021/08/30/decimo-reporte-legislativo-lxiv-legislatura-2018-2021/.

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#4 Tiempos

Personas como espejos | Columna de Carlos López Medrano

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Mejor dormir

 

Los pasos dados en una mañana cualquiera conducen a uno de esos espejos piadosos en los que uno aparece más guapo de lo habitual, más limpio, más esbelto, casi heroico. La imagen llega como ráfaga: ese instante fugaz en que parecemos la mejor versión de nosotros mismos. Al siguiente paso, otro espejo devuelve ya el reflejo habitual: el rostro cansado, la camisa con esa arruga que antes no estaba, el pelo que ya no da. Así son los espejos: unos nos bendicen con la gracia de un tenista que acaba de salvar un set y lanza un guiño a la muchacha de la tercera fila; otros nos exhiben hasta el patetismo, y no hay ángulo que salve esas ojeras de un sueño perdido o la mancha que jurábamos no llevar puesta.

Entre uno y otro reflejo, se instala la duda: saber si somos el mal reflejo o la estampa bella de aquel aparador, si somos lo que vimos primero o lo que vemos ahora. Si somos el destello o la derrota.

En las relaciones humanas ocurre un duelo parecido. Hay personas que funcionan como espejos benévolos y nos devuelven lo mejor de nosotros mismos, iluminando lo que tenemos de amable, de inteligente, de vivo. Con ellas todo fluye: la conversación, el silencio, el juego de miradas. Traen de vuelta nuestro humor. Su sola presencia aligera la carga del día y perdonamos así el paso de las moscas.

En el ámbito de las relaciones es preciso rodearse de personas que son como los espejos en los que uno se ve bien y que nada complican. Gente que con su paciencia y simpatía ponen en bandeja las sonrisas y alumbran los más elevados sentimientos.

Pero también hay espejos rotos con forma de persona. Espejos manchados que te reducen y desaniman, cual les marca su hebra cochambrosa y su afán por ensuciar lo que les rodea. Sujetos cuya sola cercanía oscurece, reduce. Imanes del infortunio, empeñados en arrastrar a los demás a su fango personal. Su forma inmunda de consuelo.

Famosa es la frase en la que John Keats contaba que la poesía ha de acontecer con la misma naturaleza y espontaneidad con la que una hoja cae del árbol,

y no forzada ni sostenida por andamios y tornillos. Las relaciones humanas de mayor calado fluyen sin tener que desgañitarse. No se gritan, no se empujan: florecen. Como esas novelas que uno lee sin darse cuenta, y al mirar la página ya vamos por la mitad. Tenemos libros que se arrastran (uno nomás no ve la luz al final del túnel) y otros que vuelan.

Vuelvo a mi maestro Jardiel Poncela: aquellas mujeres que no se acomodan a nosotros valen menos que un lavafrutas, aunque sea la resurrección de Friné envuelta en perfume de Le Galion. 

Hay personas que te jalan consigo a su piscina de indecencia; y están otras, las que valen su peso en azafrán, que elevan y de la mano te guían a lo que has anhelado para ti en ratos de dulce vanidad. Son los rayos de sol que se cuelan entre las hojas en la última hora de la tarde.

Los buenos modales siguen siendo la pauta a la hora de definir a la gente de la que me quiero rodear. Aquellos que te alientan, saben escuchar y con los que aún puedes platicar de viejos álbumes.

Recordar, por ejemplo, aquella canción de The Velvet Underground cantada por Nico:

 

Seré tu espejo
Reflejaré lo que eres, por si acaso no lo sabes.
Déjame estar de pie para mostrarte que estás ciego.
Por favor, baja las manos,
Porque yo te veo.
Me cuesta creer que no sepas
La belleza que eres.
Pero si no lo sabes, déjame ser tus ojos,
Una mano en tu oscuridad para que no tengas miedo…

 

 

Contacto

Correo: [email protected]

Twitter: @Bigmaud

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Un encuentro con la tabla periódica: la participación potosina | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

En la sesión del mes de junio de La Ciencia en el Bar se llevó a cabo la presentación del libro Un encuentro con la tabla periódica, ensayos, cuentos y anécdotas, publicado en 2024 por el Fondo de Cultura Económica, dentro de la serie La Ciencia para Todos, en la cual corresponde al número 262. El libro fue coordinado por el Dr. Juan Carlos Ruiz Suárez, investigador del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (CINVESTAV) unidad Monterrey y en el cual participaron alrededor de ochenta investigadores del país de varias instituciones educativas y de investigación de los diversos estados de la República Mexicana.

El libro nació de una iniciativa en la conmemoración del Año Internacional de la Tabla Periódica que fuera proclamada por la Unesco en el año 2019; el libro es un recorrido por todos y cada uno de los elementos que conforman la tabla periódica, elementos que son la base para el desarrollo científico y tecnológico de la humanidad. A través de los siglos se han ido identificando estos elementos que al conjuntarse con otros conforman las moléculas y estructuras diversas de la materia y de nuestro universo.

El libro se enfoca en cada uno de estos elementos y es presentado por un investigador de la comunidad científica nacional, sea como un ensayo que acerca al lector al entendimiento del elemento en cuestión y su importancia para nuestra sociedad. Estos acercamientos también se dan, en algunos casos, a manera de cuentos y de anécdotas, tal como se subraya en el subtítulo del libro.

Hasta el momento se conocen ciento diez y ocho elementos, entre naturales y los sintetizados en los laboratorios modernos; la tabla no está cerrada y en años próximos se piensa pueda seguir creciendo con la síntesis de nuevos elementos, si bien, los naturales que son del orden de noventa y dos prácticamente está agotada.

La comunidad científica de San Luis Potosí, también participó en la elaboración de los artículos que conforman este libro encargándose de algunos de los elementos de la tabla periódica. Trece fueron los investigadores de San Luis Potosí que participaron en el libro; figuran así:

La Dra. Mildred Quintana, con el tema, Boro: un elemento primordial en el origen de la vida. La dra. Mildred Quintana es investigadora de la Facultad de Ciencias y del Centro de Investigación de Ciencias de la Salud de la UASLP.

Con el tema: Sodio: la velocidad de aliento, participa el Dr. Braulio Gutiérrez Medina, del Instituto Potosino de investigación Científica y Tecnológica, IPICyT, quien trabaja en sistemas biológicos.

La Dra. Viridiana García Meza, investigadora del Instituto de Metalurgia de la UASLP, que trabaja con microorganismos quimioautótrofos y fotoautótrofos, escribe sobre el Azufre: el elemento oloroso y amistoso del vecindario.

Sobre el Níquel: un duende travieso, escribe la Dra. Vanesa Olivares Illana, quien es investigadora del Instituto de Física de la UASLP y quien se centra en el estudio de interacciones biomoleculares involucrados en el cáncer.

El Dr. Daniel Ignacio Salgado Blanco, investigador del IPICyT, colabora con el tema, Kriptón: el elemento oculto. El Dr. Salgado es especialista en simulaciones moleculares de la materia a escala microscópica y nanoscópica.

El Dr. Pedro Miramontes que es investigador de la Facultad de Ciencias de la UNAM y colaborador como profesor visitante de la Facultad de Ciencias de la UASLP, especialista en evolución biológica en una perspectiva física y matemática, escribe sobre el Rubidio: rojo carmesí.

Por su parte la Dra. Marissa Robles Martínez, especialista en efectos antimicótico de nanopartículas de plata y investigadora del Instituto de Física de la UASLP, trata el tema, Antimonio: contra monjes.

El Dr. Eduardo Gómez García, investigador del Instituto de Física, especialista en enfriamiento por láser de gases a temperaturas cercanas al cero absoluto, escribe sobre el Cesio: el átomo del tiempo.

Sobre el Lantano: el titular de la familia rara, escribe el Dr. Luis Felipe Cházaro Ruiz, investigador de la División de Ciencias Ambientales del IPICyT, que entre otras líneas de investigación trabaja en sistemas bioelectroquímicos y sistemas electroquímicos de conversión de energía.

De la Facultad de Ciencias Químicas de la UASLP y tratando el tema Praseodimio: imita al periodoto, participa el Dr. Miguel Ángel Waldo Mendoza en colaboración con Nancy Araceli Rivera García investigadora de la empresa Greennova.

Vianney Rangel, investigadora de la UASLP y especialista en biofísica, trata el tema Naodimio: en imanes poderosos.

Junto a su colega de la Universidad Autónoma de Zacatecas, Sonia Saucedo Anaya, el Dr. Said Aranda Espinoza, investigador del Instituto de Física, trabajan el tema Gadolinio: excelente en refrigeración, que también desarrolla el tema de Iridio: en honor a la diosa Iris.

Los invitamos que lean el libro en cuestión sobre la tabla periódica que fuera presentado en La Ciencia en el Bar en el cierre de su ciclo número treinta y nueve y previo al vigésimo aniversario de este peculiar programa de difusión.

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Apología del silencio | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

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LETRAS minúsculas

Los antiguos, estimado señor –y créame usted que he tardado lo mío en reconocerlo- no eran precisamente unos idiotas. Ellos sabían cosas que nosotros hemos olvidado o que acaso ni siquiera nos interesa ya saber. Pienso, por ejemplo, en lo que enseñaban acerca del silencio.

Recuerdo haber leído en alguna parte que los miembros de cierta tribu africana decían esto a sus hijos para inculcarles desde su más tierna infancia el precioso arte de saber callarse: “Dios os ha dado dos orejas y una boca para que escuchéis lo doble y habléis la mitad”. ¿No es una enseñanza realmente admirable, estimado señor, lo que se dice una enseñanza de vanguardia? Hoy todos se sienten con derecho a hablar o, como dirían los italianos, a dire la sua. ¿Con qué resultado? Con el de que no se cree más en el poder de la palabra. ¿Ha visto usted cómo se desgañitan los panelistas de los talk shows en la televisión? Todos hablan, pero ninguno escucha; todos alegan, pero nadie hace caso al otro. ¡Una vergonzosa orgía de voces de la que no es posible sacar nunca nada en claro!

En cambio, como le digo a usted, los antiguos sabían que existe eso que podría llamarse una retórica del silencio. De los monjes medievales, que eran maestros en el difícil arte de hablar sin palabras, dijo Fray Antonio Pastor en una obra suya de 1661 que “son almas limpias que tienen la lengua hacia dentro, pues saben lo que calla el decir y lo que dice el callar”. ¡Qué frase más elocuente! ¿O no le parece a usted que lo es, estimado señor?

Permítame decirle que durante mucho tiempo mantuve la costumbre de decir siempre lo que pensaba. ¡Y cuánta pena me vino de este malhadado hábito, de este vicio nefando para la paz de los espíritus! Ora se enojaba este conmigo, ora se disgustaba aquel, ora dejaba de dirigirme la palabra el de más allá. ¡Cuántos enemigos me gané a causa de mi imprudente sinceridad! ¡Y cuántos amigos perdí por atreverme a decir lo que debía mantener en secreto! Para decirlo de una vez, tiraba mis verdades al primero que pasaba como arrojan monedas los padrinos al final de un bautizo. Hoy he comprendido que con el silencio podemos decir exactamente las mismas cosas que el hablador -y más cosas todavía-, pero sin la desventaja de parecer demasiado crueles. ¿Qué necesidad tenemos de correr la suerte de los peces? Estas criaturas acuáticas, estimado señor, como usted lo sabe bien, mueren siempre por su propia boca…

¡Qué majestuoso y qué solemne me parece ahora el hombre que sabe callar! Uno lo respeta como a la esfinge, conocedora de todos los secretos. ¡Ah, señor, este que así procede dice más con la boca cerrada que los vocingleros con todos sus discursos!
Seamos sinceros: nos quejamos demasiado, hablamos demasiado. ¿Y a quién conmovemos con nuestros gemidos? A nadie, señor, y acaso entre más nos quejemos menos nos compadecerán. Sí, tal vez nos escuchen, pero reprimiendo el bostezo y acaso preguntándose para sus adentros: “Y éste, ¿a qué hora va a cerrar el pico?”.

Mucho calla el decir; mucho dice el cal lar.

¿Aprenderemos alguna vez, estimado señor, el arte de guardar silencio? Cada día me resultan más claras estas palabras que Jesucristo dijo una vez a sus contemporáneos: “Nada hay oculto que no llegue a saberse, ni nada secreto que no llegue a descubrirse”. Así hable uno con la pared, los demás siempre se enterarán de lo que dijimos. ¿Cómo le hacen?, ¿qué viento misterioso les lleva nuestros susurros? Mire usted lo que decía ese sabio desengañado que escribió el libro del Eclesiastés
(que, no hay que olvidarlo, es incluso Palabra de Dios): “Ni en tu pensamiento hables mal del rey, ni en tu alcoba hables mal del poderoso, pues un pajarillo del cielo le lleva la voz y un volátil le da a conocer tu palabra” (10, 20).

Sí, así hable uno con la pared, los demás siempre se enterarán de lo que murmuramos. ¿No es esto misterioso? Sí que lo es, señor, pero de que se enterará no hay la menor duda. ¡Y cuántas aflicciones nos vienen de estos diálogos que nosotros creíamos confidenciales, cuántos disgustos! Un refrán judío dice así: “Tu amigo tiene amigos; por lo tanto, sé discreto”.

Llevo aquí –déjeme mostrárselo-, oculto en mi cartera, un billete en el que he escrito algunas máximas del abate Dinouart acerca del arte de callar que pienso leerle ahora; escuche usted: “Sólo se debe dejar de callar cuando se tiene algo que decir más valioso que el silencio”. “El hombre nunca es más dueño de sí que en el silencio: cuando habla parece, por así decir, derramarse y disiparse por el discurso, de forma que pertenece menos a sí mismo que a los demás”.

También quisiera leerle –si me lo permite usted- esto que transcribí hace poco en otro billete que aquí traigo: es sólo un pensamiento tomado de un libro famoso escrito por un cierto teólogo jesuita llamado Ladislaus Boros:

Los hombres más fecundos y arrebatadores son siempre los más callados, aquellos que han aprendido a escuchar a Dios. A lo más íntimo de la existencia cristiana no se llega cuando se habla, sino cuando se calla”. ¿Se asombra usted, amigo? Pero permítame continuar: “Sin embargo, este estar callado hay que aprenderlo. Debemos alzarlo contra el interminable parloteo del mundo. Pero el ruido exterior es sólo una cara del problema, y quizá ni siquiera el peor. La otra cara es la agitación interior, el revuelo de los pensamientos, los temores y los deseos. Una vida bien ordenada ha de incluir el ejercicio de aprender a callar. Hay que empezar por cerrar la boca siempre que lo requiera el deber profesional. Pero esto es sólo el comienzo: deberíamos superar las ganas de abrir la boca. ¡Cuántas cosas superficiales decimos a lo largo del día, y cuántas tonterías!”.

¡Sí, sobre todo cuántas tonterías! ¡Y cuántas injusticias! Señor, recuérdelo: así hable usted con la pared, los demás siempre se enterarán. Medite en ello y saque todas las consecuencias pertinentes al caso. Es una verdad probada. Y si no me cree, mírese usted, por favor, en este espejo.

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