#4 Tiempos
Adiós Frente Cívico, adiós | Apuntes de Jorge Saldaña
APUNTES
Sirva la presente para renunciar con muchísimo pesar y para siempre, a la única vía de despertar social y político de mi infancia y adolescencia.
No es que tuviera credencial, acreditación, nombramiento o estuviera inscrito en algún “padrón”, no era necesario donde cabíamos todos.
Las nuevas generaciones, amigos, compañeros de trabajo y muchos integrantes de mi Culto Público hasta me preguntaron hoy, ante mi desasosiego y murmuraciones sarcástico-iracundas: ¿Y eso qué era? Tienen razón en no saberlo.
Para quienes lo recordamos, el Frente Cívico Potosino desde hace mucho que pasó a ser nada, a no estar en las calles ni en las conciencias, a no despertar a nadie ni a motivar una sola alma para construir sociedad.
Se le dejó morir en vida, se le olvidó con crueldad, como quien olvida a un viejo postrado y solitario en mecedora al que nadie interesa escuchar sobre sus buenas y doradas épocas.
El Frente Cívico provocó cisma en la historia potosina, vivió literalmente la persecución política, se quemaron rotativas a sus órganos de información, entró el ejercito en 58 y 61 a San Luis a someterle, luego regresó el movimiento en 1985 y vivió la cúspide de su líder original en 91.
Al FCP, cazuela de la mejor amalgama política y de dignidad civilista, todavía se le intentó revivir a golpes de corazón en el inicio del milenio en el año 2000 y seis años después se hizo otra maniobra de resucitación.
Pero no, a la perspectiva que otorga la distancia, el FCP ya no tenía corazón desde entonces y el que ahora parece fue su último latido lo palpitó en su final aventura electoral cuando junto con PT y el entonces Partido Convergencia, mandó al PRI al tercer lugar de la contienda, aún así, el vencedor fue Jorge Lozano Armengol, personaje que –vale la pena decirlo- inició en el propio FCP.
No ahondaré más en la historia de éste movimiento, Culto Público, porque además las vivencias que me constan datan apenas de cuando tenía este aprendiz de reportero apenas 10 años de edad, allá en 1988 (soy un chavo a la onda).
Debo decir que personalmente ayudó hasta la vecindad geográfica para que el movimiento llamara mi atención y la de mi familia, el resto lo debo contar como mera impregnación de un ideal del que anduve en búsqueda, de esos que tanta falta hacen en una temprana juventud.
Ahí encontré amigos, motivos, camaradería, ideales, coraje para involucrarse en lo público y sentido de comunidad.
No me desgastaré en nostalgias; sin embargo, me gustaría saber la opinión y recordar todas las anécdotas de aquel FCP donde lo mismo se convivía con Leonel Serrato, Betty Benavente, a los hermanos Rivera Sierra, Geovanni, Alejandro Martínez, de las hermanas Mercado, con Don Bonifacio el carpintero, o hasta con Alejandro Casillas Torres (antes de que intercambiara su integridad de taquero a cambio de una chambita de tercerón municipal).
No, no éramos tampoco un ejercito, pero todos juntos, recuerdo que a la clase política, dábamos mucho miedo.
Repito, ahí cabíamos todos… y ya no. Ya no es el Frente Cívico, porque ya no es nada, vamos ni inmueble, ni biblioteca, ni patio, ni asamblea, ni movimiento, ni ideal, ni grupo, ni nada.
Da pena, eso sí, que el ridículo mañana sábado cuando (después de 30 años) estén convocando a una “presunta” asamblea y digo así, entre comillas “presunta” porque eso que enviaron como invitación y orden del día, es una burla a la inteligencia de un ornitorrinco no nato.
El “democrático” FCP, el “plural”, el “movimiento ciudadano por la dignidad” elegirá nuevo “líder” a través de un mecanismo más antidemocrático que la elección Papal en sede Vacante (con todo respecto a la católica, apostólica y romana) puesto que por lo menos allá en Roma, participan más cardenales y se tienen casi siempre más de dos candidatos.
Guardadas las kilométricas, litúrgicas y místicas proporciones, mañana sábado, San Luis será sede de la exhibición más vergonzosa e indignante de la muerte de un gigante y se entregará por adelantado el “nada de lo todo” que significó el Fr ente Cívico en un acto que raya en lo ridículo.
Mire usted la ironía que el que fue considerado, en el siglo pasado, el alcalde de mayores logros en la historia de San Luis Potosí, Guillermo Pizzuto, por fin entregue la presidencia de su movimiento al peor alcalde que haya tenido jamás esta bendita tierra.
Para subrayar las paradojas democráticas, le comparto el orden del día y la lista de los asambleístas que actitud cardenalicia entregarán el centro de latón.
En el propio documento de convocatoria, ya declaran ganador a Xavier Nava Palacios quien será ungido por 25 personajes, la mayoría de ellos impresentables.
El maestro de ceremonias será un ministro de culto de apellido Olvera Camacho y que es mejor conocido como el más eficaz “amuleto de la mala suerte” electoral, mismo que antes de tomar los hábitos (me refiero a los religiosos de su culto) fue presidente del Partido Alianza Social dejando pésimos resultados y enormes dudas sobre sus manejos financieros.
Elegirán como nuevo “líder” del FCP, los primos del único candidato como Tomás Calvillo, su padre inhabilitado por corrupto, Luis Nava Calvillo, su otro primo y creativo historiado, Jaime Nava y la esposa de éste, Pamela Méndez, ex titular de la unidad de transparencia del que mañana sacará humo blanco (¿Dónde carajos estaban durante las luchas del FCP este par? sabrá Dios).
También son cardenales-asambleístas del ridículo más doloroso de la dignidad política potosina, el padre de Alfredo Lujambio, ex alcalde interino y actual regidor con acusaciones de acoso, así como su hermana Ana Luisa, que es parte de la planilla de renovación del PAN junto a Lidia Argüello.
Mismo voto tendrá Rodrigo Zapata Castro, que participa en otra planilla panista, la de Josefina Salazar.
Los súper honorables constructores de apellido Stevens Amaro, la ex empleada municipal y que no sabe ni con qué se come el FCP, Adriana Urbina, el interprete oficial y vitalicio del “Canto a la libertad” (el cover potosino de Nabucco de Verdi), el muy coherente ex diputado del PRD, Eduardo Martínez Benavente, y Gustavo Ibarra Vargas, ex empleado de Xavier Nava y desempleado por generaciones.
Serán ellos los encargados de dar muerte al sentido de lo que están entregando.
Sin un ápice de democracia y vergüenza, entregarán pues como herencia a Xavier Nava Palacios, al enojado, al peor alcalde, al ex gallardista, al ex perredista, al ex panista, al ex anti AMLO y al ex pro- Amlo, una herencia que cree que merece y sí.
Se merece esa herencia de un reloj sin manecillas, un terreno que se llenó de sal, un caballo sin patas traseras, y la mecedora del viejo que agoniza de olvido. No más.
Que tristeza, por eso te digo adiós, con nostalgia y rabia, adiós para siempre Frente Cívico Potosino.
“Me da coraje y tristeza, pero tienen lo que merecen, solos se pusieron la soga al cuello” me compartió en privado Enrique Rivera Sierra. Tiene razón.
Hasta la próxima, Culto Público.
Atentamente:
Jorge Saldaña,
El que sin promesas ni esperanzas, hoy concluye éste loco ciclo de las despedidas cifradas en mis apuntes dando privilegio a la paz del destinatario sobre el dolor del remitente.
Sin la primera persona del plural pero con Jesús del Junco Redondas en la mente, me disculpo de tanto adiós. En mi defensa… de veras no quería irme.
#4 Tiempos
La cuna de la comunicación inalámbrica es San Luis Potosí | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
En este mes de junio se cumplen ciento treinta y nueve años del desarrollo de la comunicación inalámbrica. Desarrollo que es netamente potosino aunque la historia oficial se lo asigne a Marconi que lo diera a conocer diez años después en 1896. El 11 de junio de 1886 Francisco Estrada recibía el privilegio (patente) para comunicar trenes en movimiento con la estación de trenes, asunto que implicaba la comunicación inalámbrica.
No queremos dejar el aniversario en el vacío y de nuevo retomamos este tema que hemos estado dando a conocer a través del estudio de la vida y obra de Francisco Javier Estrada Murguía, el físico mexicano más importante del siglo XIX y que naciera en San Luis Potosí en febrero de 1838.
Las aportaciones de Estrada son abundantes e importantes y muchas de ellas como primicia mundial sea en el ámbito de la electricidad o del magnetismo. Entre ellas la más trascendente es el desarrollo de la comunicación inalámbrica.
La historia de este acontecimiento científico es recogido en mi libro “La Cuna de la Comunicación Inalámbrica” que editara el fondo editorial Rafael Montejano y Aguiñaga en 2021 y que sale a luz después de vencer un sinfín de problemas administrativos como edición financiada por al autor en 2024.
Puede considerarse la obra más completa sobre Estrada en este tema de la comunicación inalámbrica y puede conseguirse con el propio autor en el correo [email protected]
Luis Guillermo Martínez que participó en la presentación del libro, escribe en la Jornada Semanal sobre el libro lo siguiente:
Sobre la formación de la industria en el proyecto de la modernidad, el problema se debe, precisa el autor, a la dependencia industrial con la que se constituyó nuestro país en las postrimerías del siglo XIX y comienzos del XX. De ahí también se explicaría por qué no se le concedió mayor importancia a los descubrimientos y adelantos de Estrada. Bajo el argumento que asegura una relación estrecha entre los avances del conocimiento tecnológico y la vida social, el autor afirma: “Esta relación puede observarse en las repercusiones económicas, de la vida social, la estructura de la familia y las actividades diarias que se desenvuelven en toda la sociedad.” Con esto se acerca en mucho a lo que planteó Marx al hablar de la “Maquinaria y la gran industria” cuando afirma que “la tecnología pone al descubierto el comportamiento activo del hombre con respecto a la naturaleza, el proceso de producción inmediato de su existencia, y con esto, asimismo, sus relaciones sociales de vida y las representaciones intelectuales que surgen de ellas.” ¿De qué manera se relaciona directamente el conocimiento científico y tecnológico con nuestra forma de vida actual? Por medio de la mercancía, la cual se produce gracias a dicha tecnología y se nos presenta como un hecho cotidiano al que nos enfrentamos de forma normalizada. Así, podemos comprender la forma mercantil desde otras perspectivas, ya no sólo como objetos útiles para nuestra vida cotidiana, sino como dinamizadores de nuestra socialidad, y esto es posible gracias a la tecnología que las sostiene o constituye.
Con sus experimentos sobre la reproducción técnica del sonido, Estrada fue puntal para el desarrollo y cambio radical de pensar estos problemas, que en la historia occidental empezaron con una tensión entre la reproducción y lo auténtico. En la actualidad, se dirime sobre la importancia de la forma de percibir el sonido reproducido técnicamente. La sensación fantasmagórica de escuchar a los que no están presentes, ya sea porque se encuentran lo suficientemente lejos para no oírlos de forma natural o porque ya no se encuentran vivos. También el fenómeno de traer al presente sonidos que fueron parte de otra época y, más aún, realizar un encabalgamiento con los sonidos actuales, algo similar a lo que en cine se conoce como montaje y que ahora en música se le llama sampleo, son elementales para los estudios de la filosofía y sus relaciones con la música. Más que Edison, Tesla y Marconi, estos problemas actuales los empieza a trazar Estrada, formando así, nos dice el autor de la obra, un trébol de cuatro hojas.
Agradecemos a Luis Guillermo Martínez sus comentarios y los invitamos a que se acerquen a la obra de este potosino distinguido que colocó al estado y al país en la palestra mundial a pesar del olvido sobre sus importantes contribuciones a la física que ahora marcan nuestras sociedades modernas.
También lee: El primer poeta potosino, Pedro de los Santos | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
#4 Tiempos
La decadencia de la risa | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
LETRAS minúsculas
Ya a finales del siglo XIX, Eça de Querioz (1845-1900), el famoso novelista portugués, se quejaba de lo poco que nos reímos los modernos, lamentándose de que lo que él llamó «la risa antigua» estuviera en vías de franca desaparición. «Nosotros –escribió en un ensayo muy poco conocido-, hijos de este siglo serio, perdimos el don divino de la risa. ¡Ya nadie ríe! Casi ya nadie sonríe siquiera, porque lo que queda de la antigua sonrisa, fina y viva, tan celebrada por los poetas del siglo XVIII, o de la sonrisa lánguida y húmeda que encantó al romanticismo, apenas es un entreabrir lento y helado de los labios que, por el esfuerzo con que se contraen, parecen muertos o de hierro».
Sí, cada vez reímos menos, y, como dije en otra ocasión, si en algo aventajamos a los hombres y mujeres de otras épocas es en nuestra seriedad, que no es meditativa ni religiosa, sino triste, culpable y mortecina: una seriedad, para decirlo ya, muy parecida a la de los cadáveres.
Sigue diciendo el novelista: «Nunca más he vuelto a oír esa carcajada magnífica de mi infancia. Lo que hoy se escucha es a veces una sonrisa cascada, seca, dura, áspera, corta, que sale a través de una resistencia, como arrancada por unas cosquillas, y que bruscamente muere, dejando los rostros mudos y fríos. ¡He aquí la risotada de nuestro siglo!».
La alegría, hoy, ha acabado convirtiéndose en un lujo; y, si no me cree usted, si mi afirmación le parece exagerada, pregunte a sus vecinos si son felices para que obtenga un centenar de respuestas como ésta: «¿Feliz yo? ¡Cómo se le ocurre, estimado señor!». Y se pondrán a hablarle del trabajo –tan mal pagado-, del cambio climático, de la delincuencia organizada o del estrés. ¡Y conste que hoy tenemos casi todo aquello de los que nuestros antepasados carecieron! Las cajas de música de mi infancia tocaban sólo una canción, y, para colmo, había que darles cuerda; las cajas de música de los muchachos de hoy tocan –o al menos pueden hacerlo- hasta 20 o 30 000 canciones, pero no por eso el corazón de estos muchachos se ha vuelto más alegre, más musical. ¡Qué rostro más avejentado pasean por las autopistas de la vida! ¿Sonreír? No, gracias. La verdad es que ni siquiera se les ocurre.
«Nadie ríe –continúa Eça de Queiroz-, y nadie quiere reír. Tenemos todos el indefinible sentimiento de que la risa estridente y clara desentona con la atmósfera moral de nuestro tiempo». Y se pregunta: «¿De dónde proviene esta desoladora decadencia de la risa? Habría que componer un estudio sobre la Psicología de la taciturnidad contemporánea».
Algún día, si no cambio de parecer, escribiré esa psicología de la tristeza que invita a hacer a sus lectores el autor de La ciudad y las sirenas. Dicho tratado deberá responder a las siguientes preguntas: 1. «¿Por qué estamos hoy tan endiabladamente tristes?»; 2. «¿Quién nos ha robado el mes de abril?»; 3. «¿Por qué razón nos hemos vuelto tan huraños y tan antipáticos?», etcétera.
Que esto es así –es decir, que hoy estamos los hombres más tristes que nunca- lo dicen incuso autores bastante enterados de los problemas de nuestra época. He aquí, por ejemplo, lo que escribió el doctor Luis Rojas Marcos en un libro que apareció en las librerías casi cien años después de que lo hiciera ese ensayo de Eça de Quieroz que hemos venido citando; el libro en cuestión se titula La pareja rota y dice así en una de sus páginas:
«Desde finales de los años sesenta ha brillado la generación del yo, el culto al individuo, a sus libertades y a su cuerpo, y la devoción al éxito personal. La dolencia cultural que padecemos desde entonces es el narcisismo, aunque según dan a entender estudios recientes, la comunidad de Occidente está siendo invadida ahora por un nuevo mal colectivo: la depresión. La prevalencia del síndrome depresivo está aumentando en los países industrializados, y las nuevas generaciones son las más vulnerables a esta aflicción. Así, la probabilidad de que una persona nacida después de 1955 sufra en algún momento de su vida de profundos sentimientos de tristeza, apatía, desesperanza, impotencia o autodesprecio, es el doble que la de sus padres y el triple que la de sus abuelos. En Estados Unidos y en ciertos países europeos, concretamente, sólo un 1 por 100 de las personas nacidas antes de 1905 sufrían de depresión grave antes de los setenta y cinco años de edad, mientras que entre los nacidos después de 1955 hay un 6 por 100 que padece de esta afección».
¡Dios mío, lo doble de tristes que nuestros padres y lo tripe de ansiosos que nuestros abuelos! ¡Pero si tenemos todo lo que ellos no tuvieron!…
¿Cuáles son las causas de tanta tristeza? Eça de Queiroz aventura la siguiente respuesta: «Yo pienso que la risa acabó porque la humanidad se entristeció. Y se entristeció a causa de su inmensa civilización…, pues cuanto más culta es una sociedad, más triste es su faz. Hemos perdido la simplicidad y, con ella, la risa». Y termina diciendo al lector: «¿Quieres un humilde consejo? Abandona tu laberinto, entra de nuevo en la naturaleza, no te compliques con tantas máquinas, no te sutilices con tantos análisis; vive una buena vida de padre próvido que trabaja la tierra, y reconquistarás, con la salud y con la libertad, el don augusto de reír».
Así termina el famoso novelista. Pero no, no nos convence el consejo, ni creo que se consiga mucho abandonando el laberinto (y, por lo demás, ¿quién podría hacerlo?). Según yo, lo que nos ha quitado «el don augusto de reír» no es el exceso de civilización, sino nuestra falta de religión. ¡Ah, si de veras creyéramos en un Dios que nos protege y nos cuida, cómo nos reiríamos de nuestros pequeños problemas! Es decir, reiríamos. Veríamos entonces las cosas desde esa lejanía sin la cual la risa es imposible. ¿No se ha dicho muchas veces que la risa nace del distanciamiento, de ver las cosas desde cierta altura? Pues bien, si esto es así, sólo Dios y los que creen en Él pueden reír de veras con esa explosión de regocijo que conoció Eça de Quieroz cuando era niño, es decir, cuando los hombres aún tenían fe…
También lee: La miseria del sexo | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
#4 Tiempos
El primer poeta potosino, Pedro de los Santos | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
Si bien desde los primeros años de la fundación existieron poetas en San Luis y se cultivó este género, como lo hemos tratado en anteriores entregas, estos personajes serían españoles avecindados en la ciudad; el primer poeta nacido en el siglo XVII en estas tierras en la ciudad de San Luis Potosí sería Pedro de los Santos.
Pedro de los Santos. Este personaje es uno de los nacidos en San Luis Potosí, nacería a mediados del siglo XVII; en 1699 era colegial de San Ildefonso y Familiar y Maestresala del virrey don Juan Ortega Montañés.
Emigraría muy joven a la ciudad de México, al parecer estudiaría también en la Real y Pontifica Universidad de México pues en su Romance aparece el título de Bachiller.
Su Romance es el único poema que se le conoce, fue escrito en 1700 y publicado en 1702 conociéndosele con el título de Romance en elogio a San Juan de Dios en las fiestas que hizo México por su canonización. Poema que tendría el segundo lugar en el certamen poético por la canonización de San Juan de la Cruz, que describió el Pbro. Br. Juan Antonio Ramírez Santibañez; donde se apunta: “El segundo lugar, se le dio al que puede tener plaza de Músico suave, pues tira gajes de cantor en el palacio de Apolo y ser Maestresala de las Musas, al Bachiller donde Pedro de los Santos, maestre de la sala del Exmo. Sr. Dr. Don Juan de Ortega Montañés, del Consejo de su majestad, arzobispo de México, segunda vez Virrey, Gobernador, Capitán General de esta Nueva España y Presidente de su Real Audiencia”.
El Padre Peñalosa asegura que en su poema “no faltan, en el romance, algunas características de la poesía barroca, entonces en pleno apogeo, como la hipérbole, las alusiones mitológicas, la bimembración distribuida en dos versos o tal cual detalle de la luz y de color; pero sin el poderío y la plasticidad, sin el ingenio y la audacia de la verdadera y grande poesía barroca”.
Al decir del Padre Peñalosa una copia fotostática de su romance se encuentra en el Archivo Histórico de San Luis Potosí.
En su romance, los últimos versos dicen:
la misma tormenta corre
haciendo que el aire ocupe
mejor sagrada saeta
del Ave de culpa inmune.
Con ella el piélago vence,
con ella el viento confunde
y no admira que con ella
el mismo Puerto salude.
Con ella pone en Granada
columnas que no caduquen
a las injurias del tiempo,
pues su caridad las sube.
Mereciendo mayor palma,
Porque puso en servidumbre
Al mar, no con armas fieras,
Sino con palabras dulces.
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