#4 Tiempos
Héroes verdaderos… o no | Columna de Guille Carregha
CRITICACIONES
En mi constante búsqueda de ver más cine mexicano porque, aparentemente, me odio muchísimo a mí mismo, recordé la existencia de Héroes Verdaderos, una de las pocas películas animadas nacionales lanzadas en cines que no han sido hechas por Ánima Estudios. De entrada, la falta del nombre “Ánima” en los logos de las productoras ya va indicando que, esté culera o no la película en cuestión, al menos sí se puede asegurar que había personas apasionadas por el proyecto detrás. También quiere decir que es un proyecto hecho con ganas y cariño, no nada más como parte de un procedimiento administrativo insulso que llevará, una vez más, a que los administrativos de la productora cobren todas las becas y fideicomisos de cine mexicano disponibles, sin tener un plan real o un mínimo de interés por el medio del cine o la animación, más que el clásico “pues es que así es como sacamos dinero de este negocio, la verdad”.
No es la primera vez que veo esta película. De acuerdo a mi cuenta de Letterboxd, tuve la oportunidad de rentar el DVD de la misma por allá del 2012 y, de acuerdo a mi escueta reseña, pensé que estaba como bien. Claramente no me pareció que era una gran obra ni algo que quisiera volver a ver pronto, pero, al menos, no me emputé después de tener que soportar su visionado, como me ha pasado con TODOS los bodrios de Ánima Estudios que me he obligado a consumir. Porque, una vez más, aparentemente me odio a mí mismo.
Ahora, aprovechando que han pasado 12 años desde que se me ocurrió que estaría interesante darle oportunidad a la animación mexicana, y viendo que ya pasaron las llamadas fiestas patrias, me pareció cotorro volver a ver Héroes Verdaderos. En primera instancia, porque no me acuerdo de absolutamente nada de esta cosa. Sé que no era un delirio febril, que sí existió, que se trataba de una versión EXAGERADAMENTE esterilizada de la independencia mexicana y que, en su momento, no podías ir a una papelería o supermercado sin tener que ver los mismos PNGs publicitarios de Miguel Hidalgo y Morelos plasmadas en libretas de espiral o estuches que, a decir verdad, no tengo idea si alguien compró.
En 2024, ¿sigo pensado que esta película sigue estando “como bien”?
No.
La neta no.
Si está medio culera.
O sea, reitero, claramente se alcanza a notar que hay una cantidad exorbitante de pasión detrás de la animación que vemos en pantalla, se ve que quienes trabajaron ahí (a menos que estuvieran desesperados por comprobarse a sí mismos que podían ganar dinero haciendo animación en México y, asumiendo que la productora si pagaba bien y a tiempo,) realmente se esforzaron tanto como pudieron para generar la mejor película posible con lo que tenían a la mano, pero… No. Sólo no.
De entrada, el problema principal no es la animación en sí. O sea, sí, es medio deficiente, no lo vamos a negar, pero tampoco es como si esto fuera lo que hunde al proyecto. Aunque si cuenta con unas decisiones artísticas bien confusas.
Por alguna razón a la que podría describir como “nuestro líder máximo es un boomer en potencia”, los diseños de personajes son versiones piratas de los personajes de las películas de Disney de los 90’s. Me refiero a que, cuando los ves, no es posible decir algo como que “se inspiraron en las películas de Disney”. Son calcas de personajes internacionalmente conocidos… pero con un tono de piel más café o ropa medio inspirada en lo que se usaba en aquella época del principio de los 1800 para diferenciarlos. El ejemplo más descarado es Mixcoatl, uno de los personajes principales, quien es literalmente Aladdin. No “se parece”. ES Aladdin. Pero más café para evitar eso del copyright.
Y, no contentos con calcar el estilo de personajes de Disney, podría jurar por la vida de alguna de mis mascotas, que varias secuencias animadas TAMBIÉN fueron calcadas directamente de alguna película de la compañía megalómana representada por un ratón. Decenas de veces, a lo largo del visionado, sentí déjà vues al observar algunos movimientos en pantalla. No porque ya hubiera visto esta cosa 12 años antes, sino porque la repetición constante de los VHS de mi infancia durante los 90 habían arraigado esos gestos en la memoria de mi ADN. Conocía estos movimientos porque mi versión infantil intentaba recrearlos en su día a día. Yo viví esos movimientos.
Una de las razones por las que sospecho tal situación de calca descarada es porque, al mismo tiempo, muchas escenas estaban sobreanimadas y subanimadas. A lo que me refiero es que, como estábamos emulando el estilo de Disney de los 90’s, TODOS los personajes hacían una cantidad infame de movimientos innecesarios al momento de hacer cualquier cosa. Es decir, no era solo animar al personaje diciendo “¿a dónde vamos?” mientras hacía un gesto de confusión, había que generar el movimiento de una danza interpretativa en la que todos y cada uno de los huesos y músculos de este ser humano debían moverse hacia todas partes en menos de un segundo para que se viera más dinámico y atractivo. Pero, eso solo a veces. Porque, al cambiar la posición de la cámara y cortar hacia otro ángulo, los personajes se convertían en maniquíes tiesos que a duras penas movían la boca al hablar. No había consistencia alguna.
Y ni hablar de los filtros rarísimos que pusieron sobre la animación, que a veces la hacían ver como grabada con una cámara apuntando a la pantalla de una televisión CRT con calidad de transmisión del Canal 5 antes del apagón analógico, y a veces se veía como dibujos digitales a los que les hubieran pasado un marcador medio seco encima de los colores nomás para darle “textura”. Es indescriptible esta situación de verse tan trabajado y tan cutre al mismo tiempo.
Pero, a decir verdad, lo más cutre que tiene Héroes Verdaderos es su guión. Joder, que está espantoso el guión.
Aparentemente la película fue dirigida, producida, patrocinada, publicitada y escrita por una sola persona, un tal Carlos Kuri, quien, según iMDB, no ha hecho absolutamente nada más después de regalarnos esta película (excepto los anuncios de los tecolotes de Sanborns…). Posiblemente el señor Kuri tenía unas intenciones muy bonitas al momento de querer hacer su sueño de ver a Disney animando la guerra de independencia para que los niños se la pasaran bien aprendiendo historia, y quizá tenga una cantidad inconmensurable de conectes en el mundo de los negocios para invertir en productos como este… pero el señor de escritor tiene lo que la escuela de comunicación de la UASLP tiene de currículums de calidad: NADA.
Claramente, se supone que es una película sobre la independencia. Por eso, OBVIAMENTE, la guerra de independencia inicia a los 65 minutos de una película de 100. Por un lado, le aplaudiría que decidió hacer una película desde los ojos de unos muchachos random que vivían en la Nueva España, para darle una personalidad menos “producto de la SEP” a la película. Me parecía una idea interesante… HASTA QUE CARLOS KURI DIJO “CHINGUE A SU MADRE, SE TRATA DE LOS PRÓCERES DE LA INDEPENDENCIA, ALV CON ESTOS MORRILLOS INSIGNIFICANTES”. Entonces, después de aventarnos más de 50 minutos de backstory de los OCs del señor, ahora de pronto todo es ver lo maravillosos y asombrosos que fueron Hidalgo y Morelos. Nivel, la película termina con un montaje de los próceres siendo abatidos por fusilamiento con música triste. PORQUE ESOS SON LOS PERSONAJES DE LOS QUE NOS ENAMORAMOS, LOS QUE LLEVAN COMO 20 MINUTOS EN PANTALLA.
Y, aún así, aún con este guión tan deficiente al que claramente nadie revisó ni editó, aún con el tamaño de los huevos de este señor de decir “¿estructuras narrativas? Eso ya ni se usa”, aún con unos personajes sin chiste a los que tenemos que seguir porque sí, aún con todo eso, lo absolutamente más horrible de esta producción está escondido en otra parte. Porque, como dije, este es un intento de hacer Disney pero en mexicano. Y hay una cosa que Disney hacía en los 90s. Algo que caracterizaba a sus películas: eran musicales.
No sé si alguien en alguna parte del mundo dijo “¿a poco no estaría poca madre oír a Brozo cantar una canción?”, pero para ese degenerado anónimo, Héroes Verdaderos cumplió esa fantasía. Hay canciones.
NI UNA SE SALVA.
Las letras son horrendas. Nivel podría decir que ChatGPT las escribió de no ser porque aún no existía la IA generativa en 2010. Pero la musicalización es peor. A duras penas el único instrumento es un piano sin acompañamiento que parece que está tocando un señor en un bar de Sanborns. Ni la composición ni la producción están, deja tú buenas, PASABLES.
De pequeño sentía a veces pena ajena cuando veía películas animadas en las que intentaban cantar y no le salía. Si hubiera visto esto en aquella época hubiera descubierto de manera experimental y lúdica el significado de suicidio.
Es inimignadamente inimignante.
Y aún así, con todo y todo, aunque no me sienta en la posición de recomendarle a nadie que vea este bodrio, no es, ni por mucho, tan horrible como cualquier basura de Ánima Estudios. Algo bueno tenía que decir sobre esta película…
También lee: ¿Por qué demonios decidí ver una película de Menudo en 2024? | Columna de Guilla Carregha
#4 Tiempos
Centenario del concierto de Sonido 13 en el Teatro de la Paz | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
Para el mes de febrero de 1925, Julián Carrillo y sus alumnos tenían todo listo para interpretar por primera vez a nivel mundial música en fracciones de tono en un concierto programado en el Teatro Principal de la Ciudad de México, que promocionaba como el concierto en el cual: “por primera vez en el mundo se oirán en un concierto composiciones musicales con dieciseisavos, octavos y cuartos de tono, elementos conquistados por México en el año de 1895”.
En ese concierto se estrenaría la obra de Carrillo: “Preludio a Colón” que inauguraba la entrada a un nuevo universo musical; participarían también sus alumnos con composiciones en fracciones de tono basado en la teoría de Sonido 13 con obras de Soledad Padilla, Elvira Larios y Rafael Adame.
El domingo 15 de febrero de 1925 se tocaba por primera vez en el mundo música basada en la teoría musical de Sonido 13 desarrollada por el potosino Julián Carrillo. Después de este histórico concierto se programaba una gira nacional para dar a conocer el nuevo sistema musical, la cual iniciaría en la tierra natal de Julián Carrillo, San Luis Potosí, anunciándose la llegada del maestro al estado potosino y siendo recibido en Ahualulco, su lugar de nacimiento, en el mes de septiembre de 1925.
El gran concierto de Sonido 13 se efectuaría en el Teatro de la Paz el 13 de septiembre de 1925 para después recorrer la mayor parte del país. El concierto, al igual que aquel concierto inaugural en el Teatro Principal, tenía el carácter de demostración de las nuevas teorías y despedida al mismo tiempo, pues Julián Carrillo iría a radicar por un tiempo a Nueva York.
Carrillo fue declarado Huésped de Honor de la ciudad de San Luis Potosí y fue entusiastamente homenajeado por los artistas, estudiantes, y en general el pueblo potosino, como demostración de su sincero aprecio, como rezaba la nota periodística de Acción, el periódico de esa época en San Luis.
Producto de su visita a San Luis a ofrecer el concierto de Sonido 13 por primera vez en San Luis, el 24 de julio de 1925 se formó el Comité de los 13 pro Julián Carrillo con el objetivo de hacer promoción y organizar los festejos, el cual quedó formado por las siguientes personalidades potosinas: presidente, Juan H. Sánchez; vicepresidente, Lic. Manuel Rodríguez Martínez; tesorero, Juan Silos; secretario, Francisco Salazar; y vocales, señorita profesora Guadalupe Moreno, Rodrigo de G. Arriaga, señorita profesora Esther de Santiago, profesor Lino Gómez, José T. Nevares y Manuel R. Flores.
De los arreglos efectuados por este Comité se logró que el concierto en San Luis Potosí se realizara como prólogo a las fiestas patrias con el fin de que ese año tuvieran un esplendor inusitado . La fiesta se pretendía que fuera doblemente memorable: evocadora de nuestras viejas tradiciones y demostrativa de las actuales glorias.
Carrillo dictaría una serie de conferencias sobre el Sonido 13 como preámbulo al gran concierto; su llegada a San Luis fue apoteótica, después de un cuarto de siglo regresaba a tierras potosinas para iniciar su gira nacional. La recepción que se dispuso en los andenes de la estación de ferrocarril fue grandiosa, a pesar de las inclemencias del tiempo. Distinguidas damas y honorables caballeros lo acompañaron desde la estación al Palacio del Ayuntamiento donde fue declarado huésped de honor.
El Teatro de la Paz sería el escenario del magno concierto de Sonido 13, el 13 de septiembre de 1925, donde se colocaría, en la entrada del recinto, una placa al Sonido 13 que sería retirada años después. Como instrumentistas microtonales participaron: Luis González y González, Manuel C. Ascencio, Luis G. Galindo, Rafael G. Adame, José M. Torres, Gerónimo Baqueiro Foster, Santos Carlos y José López Alavez (compositor de la popular Canción Mixteca).
En los coros participaron: María Sebastiana Ahedo, María García Ganda, Elvira Larios, Cecilia Larios, Soledad Padilla, María del Refugio Lomely, Guadalupe Solís, Anita Valderrama, Josefina Carlos, Marcelina Carlos, Amalia Tamayo, María de los Ángeles Ortiz, Josefina Buendía, Celia Jiménez, y los señores: Luis G. Galindo, Rafael G. Adame, Manuel C. Ascencio, Santos Carlos, Gerónimo Baqueiro Foster, Enrique Rodríguez, Tomás Ponce Reyes, José María Flores, Manuel León Mariscal, Antonio Hernández Montoya, José López Flores, Vicente T. Mendoza (famoso investigador de música popular mexicana) y José López Alavés autor de la célebre canción mixteca.
Seis años después, el 13 de septiembre de 1931 se volvió a celebrar un concierto de Sonido 13 dirigido por Carrillo y con obras clásicas de Mozart y Schubert, en el Teatro de la Paz donde se presentaba por primera vez la Orquesta Sinfónica de la Unión Filarmónica Potosina.
También lee: Gustavo López, presentación de su libro He aquí al hombre | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
#4 Tiempos
Elogio de la literatura | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
LETRAS minúsculas
¡Qué tristes son los personajes de Iván Bunin (1870-1953), qué tristes casi todos sus cuentos! Hay en ellos un no sé qué, una nostalgia que embelesa al lector desde el momento en que toma el libro y que no lo abandona sino muchos días después de que lo deja.
Acabo de leer, precisamente hoy, la pequeña antología de sus relatos breves que publicó en 1924 la vieja editorial Calpe y cierro el libro con un suspiro que no sé si será de pena o de dolor. El escritor ruso lo sabe; por lo menos él no se engaña: la vida del hombre está llena de desamparo, de abandono, de tristeza.
El personaje de uno de estos relatos, al ver llegar a su casa a un amigo al que no veía desde hacía mucho tiempo –desde el tiempo en que combatieron juntos en la guerra de Crimea- lo saluda con los brazos extendidos, avanza hacia él y le dice lleno de júbilo: «¡Kovalev! ¿Estás vivo?». ¡Dios mío, qué pregunta! Así nos deberíamos saludar todos, pues la verdad es que nadie sabe si mañana aún estará aquí. A nuestro saludo habitual habría que agregarle una coma para que suene más sincero; no preguntar: «¿Cómo estás?», sino: «¿Cómo, estás?».
Entonces los amigos se abrazan, se besan según la usanza rusa y encienden el samovar mientras afuera, en la estepa, los elementos se enfurecen y la nieve cae sepultándolo todo. «Yakov Petrovich estaba de muy buen humor; pero en el fondo de su alma había nostalgia. Al día siguiente era Navidad…, y él estaba solo. ¡Gracias a Dios que Kovalev no lo había olvidado!». En realidad, Kovalev era el único que no había olvidado a este pobre viejo, pues todos a su alrededor o habían muerto o simplemente habían desaparecido de su vida sin dejar rastro.
¡De cuántas desapariciones puede ser testigo un hombre en el curso de una vida! Sí: envejecer es haber asistido a muchas muertes. «Todo ha pasado y ha desaparecido –dice Yakov Petrovich al amigo recién llegado, al único amigo que le queda-. ¡Cuántos parientes y compañeros tuve! ¡Todos están ahora bajo tierra!».
Sin que él se diera cuenta, el tiempo había pasado. ¿A qué hora crecieron los demás, en qué momento fueron haciéndose mayores y tomando cada uno su propio camino? ¡Huyeron como de puntillas, sin decir adiós! Y ahora, si no fuera por este viejo amigo que aún se acordaba él, Yakov Petrovich tendría que pasar las fiestas de Navidad como había pasado casi todas las horas de su ya larga existencia: solo.
En otro relato del mismo volumen un caballero se encontró por el camino a un anciano que comía en silencio y sin más compañía que los árboles y las piedras. Le preguntó:
«-¿Y tu mujer?
»-Hace seis años que murió –dijo el anciano.
»-¿Y tus hijos?
»-Tuve seis.
»-¿Viven?
»-No; todo han muerto.
»Y de nuevo calló –cuenta el hombre del caballo-, masticando con cuidado la patata. Mientras él estaba sentado y con los ojos bajos, yo examinaba su cara y pensaba: “¡Nunca conseguiré penetrar el misterio de su taciturna tristeza!”».
(Apenas termino de leer esta frase, me pongo de pie y busco entre mis libros la Antología del cuento triste que publicaron hace ya muchos años Augusto Monterroso y Bárbara Jacobs; sólo quería comprobar una cosa: que hubiera en el libro por lo menos un cuento de Iván Bunin. Me digo a mí mismo mientras reviso el volumen: «Si no hay aquí, entre estas 600 páginas, un solo relato de este autor, pensaré que la selección ha sido hecha a la ligera ». Pero no. Ahí estaba, en efecto, el nombre de Iván Bunin; los recopiladores habían elegido uno de sus cuentos más famosos: El caballero de San Francisco. ¡Menos mal!).
En otro de sus relatos aparece un tal Basilio Chkut, y de él dice nuestro autor lo que sigue: «Era alto, ancho de hombros y encorvado. Toda su figura muestra aún el vigor de la estepa. ¡Pero qué triste está su cara! Ya está cerca de la tumba, pero jamás escuchará una palabra cariñosa».
¡Dios mío –pensé al cerrar el libro-, cuánta gente se va de este mundo sin haber escuchado jamás una palabra de afecto! Nunca hubo para ellos una sonrisa, una palmada en el hombro, una declaración de amor. Nada. ¿Qué hacen los que se mueven a su alrededor que parecen estar mudos? ¡Apenas si reparan en ellos! Y me pregunto: «¿He dicho a los que me son queridos cuánto importan para mí? ¿Se lo he dicho, o me he limitado a dejarles la tarea de que ellos por sí mismos lo adivinen?».
Antes de apagar la luz de mi cuarto –ya es noche cerrada, como siempre: no tengo otra hora para leer- pongo sobre el buró el libro de Iván Bunin y le acaricio las tapas en señal de gratitud. No fue, la de esta madrugada, una lectura infructuosa. Me recordó que cerca, muy cerca de mí, hay gente que aunque no me diga nunca nada, espera que abra la boca y les diga una palabra que les alegre el corazón. ¿Por qué nunca le he dicho a esta gente cuánto la quiero? ¡Sería demasiado injusto que se marcharan de este mundo sin que lo supieran de mi propia boca!
Y, finalmente, mientras apago la luz, sonrío satisfecho. Hoy la literatura me ha enseñado algo: que las gentes sufren porque están solas y que el tiempo pasa. Pero, ¿es que no lo sabía? Sí, lo sabía, pero aún no se me había ocurrido tomar las medidas pertinentes al caso.
¿Que no sirve de nada la literatura? ¿Que no sirve de nada? Vuelvo a sonreír, pensado en lo equivocados que están lo que esto dicen, cierro los ojos y me quedo dormido. ¡Ah, si no fuera por la literatura, qué poco sabríamos de nosotros mismos!
También lee: La relación glacial | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
#4 Tiempos
Fantasmas y oportunidad | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
Este domingo San Luis abre el Alfonso Lastras frente a Tijuana, y no es un choque cualquiera, para los potosinos es una prueba de carácter, de identidad, de si realmente están vivos en este torneo o sólo repitiendo errores bajo otro sol. Para Tijuana, la visita es de las incómodas, estos partidos lejos de casa suelen desnudar sus fisuras, y enfrente estará un equipo que ya aprendió a morder cuando tiene que hacerlo.
San Luis llega golpeado por la irregularidad. Ha ganado partidos fuera de casa, pero también ha perdido otros en los que se dejó intimidar por rivales que no parecían tener mucho; juegos en los que el pulso se va, la concentración se diluye y los goles encajados parecen inevitables. Esa vulnerabilidad ha sido la constante, una defensa que tiembla, un mediocampo que se pierde cuando faltan ideas y delanteros que dependen demasiado de la inspiración aislada o del error ajeno.
Tijuana, por su parte, no es un paseo. Ha mostrado destellos de buen fútbol, ha sumado resultados decentes, pero también ha dejado ver que le cuesta imponerse fuera de casa cuando el rival presiona alto o lo obliga a construir desde atrás. Su equilibrio se tambalea si el marcador no le favorece pronto, y su carácter depende mucho de momentos puntuales de inspiración.
El historial entre ambos juega en favor de los fronterizos: más victorias, más empates, pocas derrotas. San Luis ha ganado escasas veces contra Tijuana, tanto de local como visitante, y eso pesa no sólo en la estadística, sino en la mente. Saber que enfrente hay un rival que te ha dominado más veces de las que quisieras recordar añade presión extra, obliga a estar mejor preparado, más concentrado y sin margen para regalar minutos.
La noticia que sacude el ambiente es el regreso de Vitinho al Alfonso Lastras. El brasileño, que dejó huella en San Luis por su desparpajo y verticalidad, vuelve ahora vestido de visitante. Su sola presencia añade una dosis de morbo, la afición potosina lo recuerda como una chispa capaz de encender partidos en segundos, y este domingo podría ser precisamente la amenaza que complique al equipo que alguna vez lo arropó. Su regreso no es un detalle menor, es un recordatorio de lo que San Luis tuvo y dejó ir.
Y la urgencia se siente en la grada, los aficionados ya no apuestan por promesas, quieren resultados. Si San Luis no se aferra a la localía, no sale con intensidad y no demuestra identidad desde el primer minuto, este partido puede volverse otro de esos en los que la ilusión apareció en la previa, pero el gol nunca llegó, o llegó demasiado tarde.
Este domingo no sólo se juega un partido, también se reencuentran viejos fantasmas. Si San Luis logra que la vuelta de Vitinho sea anécdota y no sentencia, tendrá mucho ganado. Pero si se deja arrastrar por la nostalgia y la fragilidad que lo persigue, Tijuana podría salir de nuevo airoso del Lastras. La diferencia entre fiesta y tormenta se definirá en noventa minutos.
También lee: El eterno | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
-
Destacadas1 año
Con 4 meses trabajando, jefa de control de abasto del IMSS se va de vacaciones a Jerusalén, echando mentiras
-
Ciudad3 años
¿Cuándo abrirá The Park en SLP y qué tiendas tendrá?
-
Ciudad3 años
Tornillo Vázquez, la joven estrella del rap potosino
-
Destacadas4 años
“SLP pasaría a semáforo rojo este viernes”: Andreu Comas
-
Estado2 años
A partir de enero de 2024 ya no se cobrarán estacionamientos de centros comerciales
-
Ciudad3 años
Crudo, el club secreto oculto en el Centro Histórico de SLP
-
#4 Tiempos3 años
La disputa por el triángulo dorado de SLP | Columna de Luis Moreno
-
Destacadas3 años
SLP podría volver en enero a clases online