#4 Tiempos
Obesidad infantil y los retos que representa en la sociedad actual
Autor: Dra. Claudia Angélica Reyes Aguilar, pediatra certificada y estudiante de Maestría en Nutrición Pediátrica en Universidad Autónoma de Durango Campus Zacatecas.
Resumen
Evolutiva e históricamente, la obtención de alimentos ha sido una de las funciones básicas de los seres humanos. ¿En qué momento la elección de alimentos dejó de ser la ideal? La obesidad se puede definir como un estado de exceso de grasa corporal, predominantemente intraabdominal, que varía con la edad, sexo, genética o medio cultural y en la actualidad representa la enfermedad crónica nutricional no transmisible más frecuente, constituyendo uno de los problemas crecientes en la salud pública mundial.
Es una compleja combinación de factores que actúan en muchas etapas durante toda la vida de una persona y es importante saber que aquellos niños que los presentan constituyen un grupo vulnerable en el que se hace imprescindible comenzar tempranamente con estrategias de prevención.
Palabras clave: obesidad, alimentación, factores de riesgo, prevención
Abstract
Evolutionarily and historically, obtaining food has been one of the basic functions of human beings. At what point did the food choice stop being ideal? Obesity can be defined as a state of excess body fat, predominantly intra-abdominal, which varies with age, sex, genetics or cultural background and currently represents the most common chronic non-communicable nutritional disease, constituting one of the growing problems in global public health. It is a complex combination of factors that act in many stages throughout a person’s life, and it is important to know that those children who present them constitute a vulnerable group in which it is essential to start prevention strategies early.
Keywords: obesity, diet, risk factors, prevention.
Introducción
Evolutiva e históricamente, la obtención de alimentos ha sido una de las funciones básicas de los seres humanos. ¿En qué momento la elección de alimentos dejó de ser la ideal? Según algunos consensos, la etiología de la obesidad se relaciona con la occidentalización de los hábitos alimenticios y el sedentarismo. La etiopatogenia de la obesidad es compleja y heterogénea. Existen algunos casos en los que es posible identificar una causa primordial que contribuye a su desarrollo, como es el caso de ciertas enfermedades genéticas, patologías endócrinas, fármacos, etc.
Se entiende a la alimentación como el conjunto de productos consumidos por un individuo con objeto de procurarse satisfacciones sensoriales y cubrir los requerimientos de su organismo y el aporte necesario de nutrimentos. Es un acto social voluntario que ayuda a saciar las necesidades nutrimentales del cuerpo además de aquellas que tienen que ver con gustos, preferencias de sabores y la socialización.
A nivel mundial la prevalencia de obesidad en niños en edad escolar se ha incrementado en forma alarmante en las últimas décadas. La aparición temprana de obesidad durante la vida temprana se ha relacionado con enfermedades crónicas del adulto de comienzo cada vez más precoz.
En la actualidad representa la enfermedad crónica nutricional no transmisible más frecuente constituyendo uno de los problemas crecientes en la salud pública mundial
Definición
Actualmente es común escuchar que se usen los términos de sobrepeso y obesidad casi como sinónimos, pero es importante aclarar que el sobrepeso se refiere a un exceso de peso corporal comparado con la talla, mientras que la obesidad se refiere a un exceso de grasa corporal.
Como menciona Luján Sánchez et al (2010), la obesidad se puede definir como un estado de exceso de grasa corporal, predominantemente intraabdominal, que varía con la edad, sexo, genética o medio cultural (p19). También Pérez et al (2008) la define como el exceso de adiposidad corporal, debido a un desequilibrio energético ocasionado por una alta ingesta de energía superpuesta a un bajo gasto (p23). Y de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la obesidad se debe definir como IMC ≥ a percentil 95 para el sexo y la edad.
Epidemiología
En México, de acuerdo con los datos de la ENSANUT 2018, el 22.2% de los niños de 0-4 años se identifica en riesgo de sobrepeso. En ese mismo año en población de 5-11 años, el 35.6% de los niños eran obesos y teniendo una incidencia mayor en la población urbana con un 19.5% en comparación con la población rural donde fue de 12.3%.
Estas cifras no varían mucho con la población entre 12-19 años, en donde tiene una prevalencia de 35.8%.
Puntualizando que los estados con mayor obesidad infantil son Veracruz, Quintana Roo, Colima, Sonora y Tabasco.
Etiología y factores de riesgo
Una tendencia importante de la biología del ser humano es el incremento de tamaño, conforme los niños van creciendo de igual manera van ganando peso. A los 4 meses de edad, se tiene gran cantidad de grasa, que disminuye de forma constante entre los 2 y 6 años. Sin embargo, si 1 niño es obeso entre los 6 meses y 7 años, la probabilidad de que siga siendo obeso en la edad adulta es del 40%. Si un niño es obeso entre los 10 y 13 años, las probabilidades aumentan al 70%. Esto se explica porque los adipocitos, se multiplican en esta etapa de la vida, por lo cual aumenta la posibilidad del niño de ser obeso en su vida adulta.
Burguete-García et al. (2014) hace hincapié en que la obesidad es una compleja combinación de factores que actúan en muchas etapas durante toda la vida de una persona y es importante saber que aquellos niños que los presentan constituyen un grupo vulnerable en el que se hace imprescindible comenzar tempranamente con estrategias de prevención. (p19).
La mecanización de nuestros trabajos, las mejores comunicaciones y mejor transporte han hecho que nuestro gasto energético disminuya sensiblemente en todas las edades y niveles sociales de una sociedad que es cada vez más urbana y menos rural. Más cercana y menos distante, sean cuantos sean los kilómetros que medien entre destinos. A ello han contribuido la TV, el abono al cable, la computadora, internet, los medios de transporte cada vez más accesibles, la falta de tiempo para hacer ejercicio, el temor a la violencia y a las drogas, la escasez de espacios públicos para la práctica de actividades deportivas, y la falta de apoyo gubernamental. Tal como lo comenta Carrasco y Galgani (2012).
Diagnóstico
Según López et al. (2010), “la grasa corporal no puede medirse en forma directa en los seres humanos, por ello hay varias medidas indirectas para usar en los niños y adolescentes”.
La primera sería realizar una adecuada anamnesis: peso y talla al nacer, comienzo de la lactancia y duración de la misma, edad del destete, edad de comienzo de la obesidad, tiempo que pasa en actividades sedentarias, enfermedades que padece, medicamentos que se le administran, etc. Evaluar su antropometría con indicadores del IMC, peso relativo del P/T (Peso/Talla), pliegues cutáneos, circunferencia de brazo, cintura, glúteos y exámenes de laboratorio: glucemia, perfil de lípidos, biometría hemática.
Complicaciones
Al hacer una búsqueda intencionada de las causas y entender su fisiopatología, así como el impacto que está causando a nivel mundial, tendríamos que saber que se pueden presentar complicaciones que dependen particularmente del grado de sobrepeso y del tiempo de evolución:
Complicaciones inmediatas: desviaciones de columna, arcos plantares vencidos, apneas del sueño y ronquidos, estrías en tronco y cara interna de muslo y acantosis nigricans en cuello. Así como consecuencias psicosociales producto de la discriminación que sufre el niño y el adolescente. (Kaufer-Horwitz, 2010, p 502).
Complicaciones a largo plazo: enfermedades cardiovasculares (hipertensión arterial a expensa de la sistólica y diastólica, isquemias coronarias) y metabólicas (dislipidemia, gota, diabetes tipo II). El síndrome metabólico está en la mitad de los obesos graves (49,7%) y en el 38,7% de los niños con sobrepeso. (Kaufer-Horwitz, 2010, p 504).
Prevención
Que los niños y niñas crezcan sanos, aprendan y se desarrollen adecuadamente, depende de gran medida de la alimentación que reciben en sus primeros años, es por eso que es necesario poder hacer la detección temprana del niño con factores de riesgo y poderlos prevenir desde al nacimiento. Por lo que Raimann y Verdugo (2011) no invitan a tener protocolos estandarizados, así como recomendaciones para disminuir el riesgo en estos niños.
Conclusiones
El desarrollo de la obesidad en la mayoría de los niños afectos tiene una etiología multifactorial sobre una base poligénica, dicha base poligénica tiene per se un efecto limitado sobre el fenotipo y únicamente su combinación con otras variantes predisponentes y sobre todo la concurrencia de factores ambientales favorecedores de obesidad, determinaran finalmente el desarrollo del fenotipo obeso.
La obesidad se ha convertido en uno de los más importantes problemas de salud pública.
El IMC es la medida estándar aceptada en los niños. Es igual al peso corporal (en kilogramos) dividido por la altura (en metros) al cuadrado.
La obesidad se define por un IMC > percentil 95 para la edad y el sexo (tablas del CDC) y el sobrepeso por un IMC de 85 a 95 percentil para la edad y el sexo.
Los niños y adolescentes con obesidad deben ser evaluados y tratados por un equipo multidisciplinario para el control del peso y de los síntomas relacionados con apnea del sueño, síndrome de hipoventilación por obesidad, deslizamiento de la epífisis femoral, tibia vara (enfermedad de Blount), depresión y trastornos de la conducta alimentaria.
Referencias
Burguete-García Ana I., Y. N.-V. (2014). Definiciones para el diagnóstico de síndrome metabólico en población infantil. Gaceta Médica de México , 79-87.
Carrasco Fernando, G. J. (2012). Etiopatogénia de la obesidad . REV. MED. CLIN. CONDES, 129-135.
Kaufer-Horwitz Martha, T. G. (2008). Indicadores antropométricos para evaluar sobrepeso y obesidad en pediatría. Medigraphic Artemisa, 502-518.
Lujan Sanchez Ana Maria, L. G. (2019). Obesidad infantil, la lucha contra un ambiente obesogénico. Revista de Posgrado de la vía cátedra de medicina, 19-24.
Navarro., D. B. (2010). Evaluación clínica y nutricia del niño con síndrome metabólico y obesidad. Revista de Gastroenterología de México., 220-228.
Pérez Elisa Cecilia, J. M. (2018). Epidemiología del sobrepeso y la obesidad en niños y adolescentes. Revista de Posgrado de l 16 a VIa Cátedra de Medicina, 16-20.
Raimannt Ximena, D. F. (2011). Actividad física en la prevención y tratamiento de la obesidad infantil. REV. MED. CLIN. CONDES, 218-225.
Yeste Diego, García-Reyna Norma, Gussinyer Sandra, Marhuenda Claudia, Clemente María, Albisu Marian, Gussinyer Miquel, Carrascosa Antonio (2008). Revista Española de Obesidad, 139-152.
#4 Tiempos
Consideraciones sobre la amabilidad | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
LETRAS minúsculas
Tenía Víctor Hugo, el gran escritor francés, veintisiete años de edad cuando publicó, en 1829, El último día de un condenado, novela o largo relato en el que se pone a describir los pensamientos íntimos, las agitaciones interiores y los estados de ánimo que se apoderan de un hombre que pronto -muy pronto- va a tener que morir. La justicia ha señalado ya el día y la hora en que deberá tener lugar la ejecución; todo, pues, está listo…
Pero, no: ¡no todo está listo! Puede que lo esté el cadalso, puede que lo esté el verdugo, pero este hombre todavía no está listo. ¡Aún no sabe por qué debe morir! «Soy joven, estoy sano y fuerte –gime en el calabozo-. La sangre circula libremente por mis venas; todos mis miembros obedecen a todos mis caprichos; estoy robusto de cuerpo y de mente, preparado para una larga vida. Sí, todo esto es verdad; y, sin embargo, padezco una enfermedad, una enfermedad mortal, provocada por la mano del hombre».
Afuera, en la calle, todos ríen y se gozan: el calor del sol es bueno, la vida es bella. ¡Ah, tienen razón al mostrarse tan alegres! Para ellos hay futuro. ¿Cómo no sonreír cuando a la noche sigue el día, cuando se espera vivir muchas noches y muchos días? En cambio él… ¡Quizá no haya para él ni otra noche ni otro día!
Llama la atención, sin embargo, cómo es que este hombre se da cuenta de que no le queda mucho tiempo: ¡por la amabilidad del personal penitenciario! ¿De cuándo acá se mostraban tan amables estos monstruos de indiferencia? ¿De cuando acá? «El camarero de guardia acaba de entrar en mi calabozo, se quita el gorro, me saluda, pide perdón por molestarme y me pregunta, suavizando en lo posible su voz ruda, lo que deseo para el desayuno. Me entran escalofríos. ¿Será hoy?».
Es decir, ¿será hoy cuando tenga que ser ejecutado? Tanto refinamiento, tanta delicadeza le parecen francamente sospechosos. Hasta hace poco todos le hablaban a gritos, brutalmente, pero hoy se descubren la cabeza para saludarlo y hasta ejecutan ante él respetuosas reverencias. Sí, es posible que sea hoy. El condenado, entonces, se pone a temblar. Es que no era normal, no era normal en absoluto que…
Pero las cosas se complican todavía más cuando, de pronto, la reja del calabozo se abre y aparece en el marco de la puerta una figura pequeña, de largos bigotes negros, y amable hasta la falsedad. «Sí, es hoy –piensa el condenado al ver a este individuo ejecutando todas las ceremonias de la cortesía-. El mismo director de la prisión ha venido a visitarme. Me pregunta lo que me gustaría o podría serme de utilidad; incluso hasta expresó el deseo de que no tuviera quejas de él o de sus subordinados; se interesó por mi salud y por cómo había pasado la noche. ¡Al salir me llamó señor! ¡Sí, es hoy!».
Y admírese usted: los pensamientos del condenado resultaron ser ciertos; su intuición no lo engañó. Era hoy, precisamente cuando debía morir. No se equivocaba.
¿Por qué los humanos dejamos la amabilidad y la cortesía para el último momento? Al parecer, sólo los muertos –o los que están a punto de serlo- logran conmovernos. «¡Cómo admiramos a los maestros que ya no hablan y que tienen la boca llena de tierra! –exclama el personaje único de La caída , el famoso monólogo de Albert Camus (1913-1960)-. El homenaje se les ofrece entonces con toda naturalidad, ese homenaje que, tal vez, ellos habían estado esperando que les rindiésemos durante toda su vida… Observe usted a mis vecinos, si por casualidad sobreviene un deceso en el edificio en el que usted vive. Los inquilinos dormían su vida insignificante y, de pronto, por ejemplo, muere el portero. Inmediatamente se despiertan, se agitan, se informan, se apiadan».
¡Los hombres sólo somos corteses con los muertos! He aquí lo que el Nóbel francés quiso decir. Pero no sólo lo dice él. He aquí, por ejemplo, lo que Máximo Gorki (1868-1936), el escritor ruso, escribió en su autobiografía: «¡Las misas de difuntos son las más bellas de toda la liturgia! ¡Hay en ellas ternura y piedad para los hombres! ¡Nuestros semejantes no compadecen sino a los muertos!».
Está bien, está bien, así es. Y, sin embargo –me digo-, he aquí un método para cultivar la cortesía: ver en el otro, ese que ahora está junto a mí, un condenado a muerte -¡que lo es, sólo que él no lo sabe, o lo ignora, o no quiere pensar en ello!- y tratarlo como si mañana ya no fuera a estar aquí; tratarlo, en una palabra, con las mismas atenciones que el carcelero dispensó al condenado a muerte en el relato de Víctor Hugo. ¡Ah, si nos viéramos como somos, es decir, como mortales, qué dulces seríamos en nuestras relaciones, y qué corteses!
Dice Aliosha a Lisa en Los hermanos Karamazov, la novela de Fiodor Dostoyevski (1821-1881): «Hay que tratar muy a menudo a las personas como si fueran niños, y a veces como si fueran enfermos». No está mal, no está del todo mal. ¿Con qué delicadeza no trataríamos a una persona si supiéramos que quizá hoy mismo va a morirse? ¿Y cómo estar seguros que no será hoy el día en que morirá? Por eso, más vale ser amables con él.
Otra cita más; ahora la he tomado de Sobre héroes y tumbas, la novela de Ernesto Sábato (1911-2011), el escritor argentino: «¿Sería uno tan duro con los seres humanos si se supiese la verdad que algún día se han de morir y que nada de lo que se les dijo se podrá ya rectificar?».
Todos los hombres son mortales, Juan es hombre, luego Juan es mortal. El silogismo nos sale bien; en el fondo, los hombres no somos tan ilógicos como parecemos a primera vista. Sólo que no siempre sacamos de nuestros razonamientos todas las consecuencias pertinentes al caso.
También lee: Jesús duerme en la popa | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
#4 Tiempos
“México, esta niebla que arde” | Apuntes de Jorge Saldaña
APUNTES
Culto Público, si no han leído la novela “Niebla Ardiente” de la muy joven escritora, Laura Baeza, les recomiendo hacerlo como desde ayer
Tuve la oportunidad de conocer a Laura personalmente hará unos cuatro años, ¿Qué les digo? Una de esas circunstancias alineadas que convergieron en el segundo piso de la librería Gandhi del centro, la de los Arcos Ipiña.
Fue en un taller breve de escritura creativa previo a la presentación formal de su libro, el que les recomiendo. Si conocerla fue una circunstancia, convivir con ella e intercambiar casualidades fue de plano como regalo de estrella fugaz.
Fui de los selectos y afortunados que en grupo terminamos sentados con ella en “La Oruga y la Cebada” en el Callejón San Francisco, conversando sobre lo que duele y lo que salva, entre un par de cervezas y una cena sencilla.
Ella me firmó su libro con una frase que ahora, en este 25 de noviembre, regresó a mi atormentada cabeza: “A Jorge, que siempre nos una el deseo por hallar algo más en esta realidad tan rara…con todo cariño, Laura Baeza”. El momento de por sí, ya era una realidad rara.
A la distancia, empiezo a creer que su frase fue más que optimismo, y es más un deber moral, y es que su ficción (vuelta a releer en estos días) se parece demasiado a México.
No es “spoiler” (o como se diga) pero “Niebla Ardiente” detalla el regreso de su protagonista Esther a México pensando en encontrar a su hermana Irene, quien había desaparecido hace años, y a quien creía muerta, cuando de la nada, un primero de enero en un reportaje que vio en la televisión, Esther la reconoce en una marcha y se lanza en su búsqueda.
Pero la novela, la primera de Laura (y creo que premiada) realmente no comienza allí. Comienza donde casi todas las historias de violencia en este país empiezan: en los pasillos de la burocracia, en los que los papeles cuentan más que las personas.
Esther aparece en un México reconocible para cualquiera: expedientes mutilados, archivos “perdidos”, oficinas donde la verdad siempre llega después de que las secretarias coman sus gorditas grasosas y funcionarios que usan el futuro para encubrir lo que nunca harán.
Es en esa atmósfera donde la desaparición deja de ser un crimen y se convierte en un proceso. Como alguien escribió: los países se definen por cómo recuerdan; México, al parecer, se define en cómo olvida.
En medio de esa maquinaria oxidada, Esther descubre a un policía. No es un héroe: es un hombre cansado que simplemente no rompe las reglas pero las dobla para que la realidad duela un poco menos. Ese personaje era como algo que escribió una pensadora feminista de la que en este momento no recuerdo su nombre “la dignidad aparece cuando alguien no mira hacia otro lado”.
En fin, siguiendo con la novela y nuestra realidad, este policía mira. Acompaña. Abre una grieta. Y sin embargo, ni siquiera es lo suficientemente poderoso para luchar contra un país donde las fosas clandestinas actúan como el archivo nacional.
La comparativa y reflexión con la novela va porque hoy es 25 de noviembre y México sigue siendo esa tierra donde la violencia parece que no importa, sino que se repite. Casi 2 feminicidios cada día. 3,284 mujeres asesinadas en 2024. 89% de impunidad. Una agresión física cada siete minutos. Más de 10 millones de mujeres violentadas digitalmente. En San Luis Potosí, 24,000 víctimas por cada 100,000 mujeres.
Uno quisiera creer que estos números son de un país lejano, pero no. Están aquí, sobre las mismas banquetas que caminamos todos los días. Ese es el verdadero crimen de México: haber entrenado a la gente para no sorprenderse.
Sí, no se debe negar que mucho se ha hecho pero poco alivia (hoy casi todos los gobiernos e instituciones hablan de esto, pero mañana la rutina sigue).
Sí, con la llegada de Claudia Sheinbaum como la primera presidenta de México, llegaron todas…excepto las que no alcanzaron a llegar porque les truncaron la vida.
El nuestro, es un país donde buscar es amor—y protesta.
Igual que como ocurre en la novela de Laura, que no describe un país imaginado sino nuestro México. Uno donde las hermanas encuentran hermanas, donde las madres encuentran hijas, donde las mujeres salvan mujeres. Un país donde todavía hay justicia, pero casi siempre fuera de los edificios públicos.
Y así como Esther enfrenta la niebla, miles enfrentan la opacidad del Estado día tras día: ventanas cerradas, sistemas incompatibles, versiones contradictorias, funcionarios que deletrean la palabra “protocolo” como si lanzaran un hechizo contra la verdad.
México es hogar de una burocracia tan grande que hasta la violencia tiene formularios que completar.
Tras varios años de no recordar la anécdota con la escritora, hoy vuelvo a esa dedicatoria: “encontrar algo más en esta extraña realidad…”
Ese “algo más” no es una esperanza ingenua. Es algo que se parece más a la obligación de nunca acostumbrarse, “la memoria es la única defensa contra la repetición del horror”.
Por esa razón, espero, que por cada mujer desaparecida o mujer luchando por no desaparecer, o lidiando contra cualquier tipo de violencia, recordemos que la niebla espesa arde. Y que si arde, es porque la herida está abierta.
Hasta la próxima. Jorge Saldaña.
También lee: La IA, periodismo, y la coartada perfecta | Apuntes de Jorge Saldaña
#4 Tiempos
Diego José Abad ilustre formador de potosinos | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
El majestuoso edificio central de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí que fuera construido en el siglo XVII y alojara a la Compañía de Jesús se convertiría en un edificio característico de la educación en San Luis Potosí. En ese edificio funcionaría el Colegio de San Ignacio de la Compañía de Jesús orientado principalmente a la educación de primeras letras; posteriormente se establecería en dicho edificio el Colegio Guadalupano Josefino instaurado por Gorriño y Arduengo siendo el primer establecimiento de educación secundaria o superior en San Luis, dando paso posteriormente, al reinstaurarse la República al Instituto Científico y Literario de San Luis Potosí que se convertiría en el primer establecimiento en obtener la autonomía universitaria dando paso así, en el mismo edificio, a la actual Universidad Autónoma de San Luis Potosí.
De los profesores ilustres que tendría el Colegio de San Ignacio de San Luis Potosí, se encuentra Diego José Abad, uno de los impulsores del pensamiento moderno en México y que tuviera influencia del jesuita Rafael Campoy, también profesor en San Luis Potosí y de quien tratamos en anterior entrega de El Cronopio en La Orquesta.
La física, o filosofía natural, formaba parte del cuerpo de temas de la filosofía en los cursos que de ella se realizaban en Nueva España y se dedicaba una parte a la lectura de temas de física, principalmente la aristotélica. De esta forma existirían manuscritos sobre la física como parte de cursos de filosofía, situación que se haría común, al ser redactados apuntes para los diversos cursos que se ofrecerían en Nueva España. La mayoría de esos textos se encuentran perdidos, pero existen las referencias que aseguran su presencia, los cuales fueron escritos, en su mayoría, por sacerdotes y frailes que pertenecían a diferentes órdenes religiosas.
Diego José Abad, puede considerarse el más profundo de los jesuitas innovadores; su Curso fue muy influyente, es bastante completo y se ven por todas partes las influencias modernas. Este curso, que ya no lleva el nombre de Cursus Philosophicus , sino simplemente el de Philosophia, aparece en un manuscrito del Colegio de San Pedro y San Pablo de México, cuyo contenido se enseñó desde 1754 hasta 1756.
Comprende la lógica, la física y la metafísica. Es el primer intento de asimilar (y no simplemente de atacar, como hasta entonces se hacía las más de las veces) las ideas modernas . En particular, se refiere a Gassendi y los atomistas, y trata de conciliar el atomismo con el hilemorfismo aristotélico. Intenta hacer lo mismo con Descartes, opuesto al gassendismo.
Habla de la necesidad de construir la física con ayuda de la experimentación y la matemática. Acepta el atomismo en el campo físico, mas no en el metafísico. Dice que muchas ideas aristotélicas sobre el cielo han sido abandonadas por los escolásticos después del descubrimiento del telescopio, mediante el cual se han podido ver las manchas del Sol. Lo mismo en cuanto a la noción del vacío, después de los experimentos de Torricelli, Otón de Gericke y Roberto Boyle. Cita a Maignan, y mucho a Descartes en cuestiones de filosofía del hombre. Aunque las más de las veces defiende la tradición, ya se muestra abierto a integrar ideas de la filosofía moderna.
Fue profesor del Colegio de jesuitas de San Luis Potosí donde enseñó gramática a los potosinos y donde fincó su formación filosófica sin rechazar las ideas del pensamiento moderno, pero con una posición crítica.


Diego José Abad nació en Jiquilpan en 1727 y tras la expulsión de los jesuitas moriría en Bolonia en 1779.
Si se interesan en ubicar su obra en el ambiente cultural y científico de la Nueva España pueden consultar nuestro artículo: Manuscritos y libros Novohispanos y Mexicanos de Física y Filosofía Natural, en la dirección:
También lee: Francisco Gándara, primer ingeniero higromensor potosino | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
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