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2020: el año más violento en la historia de SLP

Ni la pandemia ha logrado frenar la incidencia delictiva
Durante los últimos dos años, la violencia ha tomado dimensiones insospechadas en San Luis Potosí. La contingencia sanitaria provocada por el coronavirus no logró aminorar la incidencia delictiva, y peor aún la ola de homicidios ha ido en incremento durante los meses que se ha prolongado el confinamiento.
Aunque la problemática es nacional, la entidad potosina no ha logrado permanecer ajena a la terrible realidad del país. Si bien, durante el 2019, la violencia se atenuó un poco, el 2020 amenaza con convertirse en el más violento de la historia local.
Para exponer el panorama de claroscuros que enfrenta la entidad, tomaremos como base las cifras de cuatro delitos: Homicidio doloso, Feminicidio, Secuestro, y Lesiones Dolosas. Según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) los dos primeros muestran una tendencia a la alza, mientras que los otros dos, van a la baja.
Al inicio de la gestión de Juan Manuel Carreras, los homicidios dolosos fueron a la alza en San Luis Potosí, en 2016, este delito aumentó 29.57 por ciento, al pasar de 257 víctimas en 2015 a 333 en 2016.
Para el 2017, los homicidios dolosos incrementaron en 51.67 por ciento con respecto al año previo, al registrarse 505 víctimas. En el 2018, la violencia homicida en la entidad todavía creció un 4.35 por ciento, al contabilizar 527 víctimas.
Al cierre de 2019, el primer año de López Obrador al frente del gobierno federal y cuarto de Carreras López, parecía que la realidad iba a cambiar, los asesinatos intencionales bajaron 6.53 por ciento, en comparación con el 2018, al sumar 494 víctimas, sin embargo, entre enero y julio del 2020, la entidad suma 390 asesinatos; por lo que si se compara con el mismo periodo de 2019, este delito ha aumentado en un 44.44 por ciento.
En lo que respecta a los feminicidios, entre 2015 y 2016, los asesinatos de mujeres por razones de género en San Luis Potosí aumentaron 14.28 por ciento, al pasar de 7 a 8 víctimas. Para el 2017, el aumento fue más drástico, al alcanzar las 19 víctimas, cantidad equivalente a un 137.5 por ciento de aumento. En 2018, los feminicidios tuvieron un incremento del 47.36 por ciento, al sumar a la estadística 28 víctimas.
En 2019 se registró la misma cantidad de feminicidios (28) que en 2018, por lo que parecía que el grado más extremo de la violencia de género se podía controlar, sin embargo, entre enero y julio del presente año, se contabilizan ya 20 víctimas, que en comparación con las 13 registradas en el mismo periodo del año previo, implican un aumento del 53.84 por ciento.
El secuestro es uno de los delitos que ha disminuido durante los dos primeros años del nuevo gobierno federal. En la entidad potosina, la tendencia alcista que se heredó del sexenio peñanietista, ha logrado reducirse. En 2015 se registraron 29 víctimas de secuestro en San Luis Potosí;el número subió a 30 en 2016 y a 31 en 2017. En 2018, se observa una baja, al darse solo 25 víctimas.
En el primer año de López Obrador, las víctimas de secuestro aumentaron a 29, sin embargo, en este 2020, entre enero y julio solo se han registrado 13 víctimas, las cuales comparadas con las 20 registradas en el mismo periodo del 2020, implican una reducción de 53.84 por ciento.
En cuanto al delito de lesiones dolosas, este registró una tendencia a la alza durante el sexenio de Peña Nieto, de 2 mil 170 víctimas en 2015, paso a 3 mil 346 en 2016, es decir, un aumento del 54.19 por ciento; para el 2017, creció un 10.13 por ciento más con respecto al año previo al registrar 3 mil 645 víctimas, y en 2018, disminuyó un 14.95 por ciento al contabilizarse 3 mil 134 víctimas.
En 2019, se registraron 4 mil 693 víctimas de lesiones dolosas, lo que significó un aumento de 49.74 por ciento, en comparación con 2018, sin embargo, en lo que va del 2020, hasta el mes de julio se avizora un descenso de -16.79 por ciento, al registrarse 2 mil 314 víctimas, contra las 2 mil 781 que se contabilizaron en el mismo periodo del 2019.
La violencia en el estado crece con una inercia alimentada por dos factores: las pugnas territoriales de los grupos de la delincuencia organizada y la cooptación de elementos de seguridad de los tres órdenes de gobierno que, sobornados o bajo amenaza, actúan a favor de los diversos carteles que pululan en el país.
También lee: (VIDEOS) Manifestación contra violencia policial termina en violencia en SLP
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Visita presidencial de “caras y gestos”. Crónica de Jorge Saldaña
Por: Jorge Saldaña.
“Shhhhhhh… cállense”.
El dedo índice de Rosa Icela Rodríguez, la potosina de más carrera en la política que en el periodismo, llevaba y traía su dedo índice hacia sus labios como metrónomo de maestra en salón rebelde. La escena ocurría en la entrada sur del Centro de Negocios Potosí, donde se agrupaban familiares, diputados, dirigentes y devotos de Morena. Esa especie de elegidos con privilegios de primera fila que corearon cuando la tuvieron a la vista:
—“¡Gooo-ber-nadora, gooo-ber-nadora, gooo-ber-nadora!”
La secretaria de Gobernación, vestida como maestra de convento —ataviada de negro, pelo recogido de bolita y lentes de armazón grueso—, parecía cargar todavía las tablas de quien sabe poner orden con solo mirar.
Silencio, les exigía, porque tras de ella estaba por entrar la mujer con la que compartió luchas, marchas, sobremesas y hasta hospedajes serranos en casa de las hermanas Rodríguez Velázquez, allá en Xilitla.
Era su amiga de décadas, su aliada, su cómplice: Claudia Sheinbaum Pardo, presidenta de México.
La presidenta, la primera en la historia, llegaba a San Luis Potosí. Y no era cualquier visita: era una cargada de símbolos y la presentación de su primer informe en territorio potosino, ese suelo donde las lealtades se pintan de guinda y verde fosforescente, y donde la coreografía del poder es más elocuente que cualquier discurso.
El bloque guinda y el invitado inesperado
En el corazón del bloque morenista, tras las vallas que los separaban del resto de mortales, una presencia destacaba como pez en pecera ajena: Enrique Galindo, alcalde de la capital, priista de cepa y panista de circunstancia, en un sorpresivo y simbólico equilibrio de acercamientos.
Invitado directo desde la oficina presidencial, se estrenaba en un evento federal en su propia ciudad (nunca lo habían invitado).
Una foto en ese lugar y con esa compañía, equivalió a un mensaje cifrado.
El resto del cortejo federal entró casi inadvertido: Mario Delgado, secretario de Educación, prefería mirar su celular que a la multitud; otros pasaban como sombras de reparto en una obra que no les pertenece. La expectativa miraba más alto: Sheinbaum aún no entraba, y ya el aire olía a electricidad contenida.
La entrada del “Pollo”
Un poco antes, pero de el otro lado del recinto, por la puerta opuesta, apareció Ricardo Gallardo Cardona, gobernador del estado. Pantalón claro, camisa blanca de lino, aire festivo pero contenido. Su arribo fue anunciado por el micrófono, con tan mala acústica que nadie pareció darse cuenta.
El gobernador, acostumbrado a entradas estruendosas, se detuvo un instante: como extrañando la reacción, y la reacción no llegaba.
El salvavidas vino de José Luis Fernández, diputado federal y animador de la “pollobancada”. Con brazos en alto, agitó a la multitud como director de orquesta desesperado:
—“¡Ya entró el gobernador!”
Entonces sí, estalló el coro verde:
—“¡Gobernador, gobernador, pollooo, poollooo!”
Aplausos, algarabía, una ola que creció de norte a sur. El gobernador respondió saludando a la primera fila, esa franja VIP donde se mezclaron empresarios, diputados locales, rectores, dirigentes sindicales, dueños de medios y hasta representantes de pueblos originarios con su quesqueme de gala.
Un mural de México en miniatura
De un lado, la élite verde, con chalecos que parecían uniforme; del otro, el guinda con invitado que resaltaba como cereza en pastel de coco.
Y si en la zona VIP de Morena sobresalió la presencia de Galindo, en la del Verde se percibió la ausencia de la senadora Ruth González.
Entre ambos bandos, saludos medidos y a lo lejos. Sonrisas tensas, cortesías que se dan mirando de reojo. La política en versión tardeada de la secundaria.
El templete y el ruido
El salón estaba lleno: 12 mil asistentes según el conteo oficial. Playeras blancas con vivos verdes, otras con letras guindas, contingentes magisteriales con camisas del SNTE. Un mosaico tricolor que parecía más un mitin de tres campañas que un acto de gobierno.
El sonido, pésimo. Se anunciaban nombres y cargos en el presidium, pero la mayoría no escuchaba nada.
Una escena para pasar aceite: cuando llegó el turno de la presentación de la secretaria de gobernación, Rosa Icela Rodríguez, se escuchó un vergonzoso y sordo abucheo:
—“Buuuuuuuuuhhhhhh”.
Un bochorno. Gallardo de inmediato reaccionó serio, negó con la cabeza, apretó los dientes y recriminó con mirada de espada a los suyos, como maestro a niños indisciplinados. Ese gesto, más que regaño, era advertencia: ¿Cómo se les ocurre?
Minutos después, vino el turno del gobernador para tomar la palabra, aunque dudó de su presentación hasta que se inclinó hacia la presidenta:
—“¿Ya me nombraron? ¿Ya paso?”
—“No sé…”, respondió Sheinbaum.
—“Es que no se oye nada.” Dijo Ricardo y se levantó al atril.
Gallardo habló breve, cálido, festivo. Parafraseó a Sheinbaum en su informe de Palacio: “Con nuestra presidenta vamos bien y vamos a ir mejor”. El aplauso verde sofocó los abucheos tímidos de algunos morenistas y maestros. Otra vez, la marea fosforescente se impuso en volumen.
El turno de la presidenta
Y entonces sí, llegó la voz que todos esperaban. Claudia Sheinbaum, con brazos alzados, como alcanzando un triunfo permanente que sostiene día con día, saludó a la multitud. El grito fue unánime:
—“¡Presidenta, presidenta!”
Pero el griterío magisterial no paraba y la presidenta tuvo que poner orden:
—“¿Me van a escuchar? Les traigo buenas noticias…”
El silencio se abrió paso. Anunció que el gobierno federal apoyaría a San Luis Potosí para pagar a los maestros. No explicó cómo ni cuándo, pero bastó. El alivio se convirtió en aplausos, como si una promesa ya fuera pago en efectivo.
Enumeró programas sociales, destacó la labor de las mujeres, habló del tren de pasajeros, del aeropuerto de Tamuín, de 40 mil viviendas y de un programa de agua. Más que detalles técnicos, ofreció horizonte político. Y como en cada gira, recordó que no se volvería al pasado de la “noche triste neoliberal”.
El evento, con presidenta presente, duró cincuenta minutos. Al terminar su intervención hubo abrazo con palmadas al gobernador; abrazo fraternal, largo, entrañable, con Rosa Icela. Gesto que se volvió foto, y la foto en mensaje.
Caras, gestos y señales
El himno nacional cerró el acto oficial. Todos de pie, todos correctos, todos con la misma solemnidad que en segundos se esfuma cuando el poder baja del templete.
La presidenta, una vez más escoltada de Gallardo, recorrió la otra primera fila, esa parte que no atendió en su llegada. Saludó rápido a diputados, (extrañamente el diputado Héctor Serrano ya no se encontraba y testigos aseguran que al llegar la presidenta, se le vio salir apurado del recinto)
Cortesía por igual par empresarios, sindicalistas, pausa breve pero notoria con el rector Zermeño, y otra pequeña parada para recibir un obsequio y firmar un libro.
Más selfies que conversaciones. Más sonrisas que palabras.
José Luis Fernández, siempre dispuesto al guiño, se presentó:
—“Soy diputado federal de la pollobancada.”
La presidenta sonrió.
Pero el tiempo real de Sheinbaum estaba reservado. El reencuentro fue en el bloque guinda, donde Rosa Icela había impuesto silencio al inicio. Ahí, sin prisa, Sheinbaum se tomó fotos con todos, abrazó a Rita Ozalia la dirigente estatal, escuchó, sonrió. Ahí sí se detuvo.
Afuera, la realidad
Mientras tanto, los asistentes —12 mil según el conteo— esperaban la salida. No había puertas abiertas hasta que la presidenta abandonara el recinto. El aire se hacía espeso, los ánimos cansados.
Y es que no llegaron caminando ni tarde. Desde las seis de la mañana se consignó que camiones verdes y guindas se estacionaron en el Tangamanga. El acarreo de siempre, con lonas y pancartas listas.
Para muchos, la visita presidencial duró diez horas, una jornada agotadora entre esperar, escuchar, aplaudir, salir.
La crónica se cierra como se abre: con gestos.
El silencio impuesto por Rosa Icela, la sonrisa diplomática de Gallardo, los abucheos inoportunos, el abrazo largo, los invitados sorpresivos, las palmadas de rigor, los camiones alineados en el parque. Todo cuenta, todo dice.
Así se vivió y se sintió la gira de Claudia Sheinbaum en territorio potosino: un acto de Estado vestido de mitin, una coreografía donde cada quien jugó su papel, un episodio contado con caras y gestos que, más que narrarse, se lee entre líneas.
Una visita que más que registrarse en boletines, se recordará como postal política: entre presencias y ausencias notorias, entusiasmos forzados, abucheos imprudentes, abrazos sinceros y silencios que pesan más que los discursos.
San Luis Potosí, por un día, se convirtió en espejo: verde y guinda frente a frente, disputando el micrófono, midiendo aplausos, compartiendo escenario. Aliados que se sientan por separado, se reclaman y se miran de reojo.
En medio, una presidenta que promete futuro con frases de alivio inmediato.
Una visita que, como suele pasar en la política mexicana, más que se cuenta… se descifra.
Aquí una galería:
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Encabeza Ricardo Gallardo desfile conmemorativo de la Independencia de México
Miles de familias potosinas celebraron y aplaudieron a los contingentes integrados por militares, cuerpos de seguridad y estudiantes
Por: Redacción
Con gran entusiasmo y en un ambiente de unión familiar, el Gobernador del Estado, Ricardo Gallardo Cardona, encabezó este 16 de septiembre el tradicional Desfile Cívico-Militar con motivo del 215 Aniversario del Inicio de la Independencia de México. Desde temprana hora, las principales calles del Centro Histórico de la capital se llenaron de colorido, música y banderas, donde miles de potosinas y potosinos se dieron cita para conmemorar una de las fechas más importantes del país.
El desfile contó con la participación de las Fuerzas Armadas del Ejército, así como de la Guardia Civil Estatal, cuerpos de auxilio, instituciones educativas, trabajadores del Gobierno estatal, asociaciones de charros y civiles, quienes desfilaron entre aplausos y muestras de orgullo de las familias reunidas. Las y los asistentes destacaron la organización del evento y expresaron su reconocimiento a los contingentes por su disciplina, compromiso y entrega al servicio de la sociedad.
Durante el recorrido, Ricardo Gallardo saludó a la ciudadanía y refrendó la importancia de mantener vivas las tradiciones que fortalecen la identidad mexicana, ya que la lucha por la Independencia es un llamado a la unidad, al respeto y al compromiso colectivo por un mejor futuro para San Luis Potosí y todo el país.
El desfile conmemorativo concluyó con la entonación del Himno Nacional y el cierre de la banda de guerra, lo que enmarcó esta fiesta patria que dejó una grata experiencia para quienes asistieron. Con este evento, el Gobierno del Estado reiteró su compromiso de seguir impulsando celebraciones cívicas que reúnan a las familias, fortalezcan los valores patrios y enaltezcan la historia de México.
También lee: Ricardo Gallardo conmemora el 215 aniversario del inicio de la Independencia de México
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Grito Histórico de la Primera Presidenta de México
La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo encabezó un Grito de Independencia sin precedentes, marcado por la arenga a las heroínas anónimas
Por Roberto Mendoza
Esta noche de 15 de septiembre de 2025, el Zócalo de la Ciudad de México fue el escenario de una celebración que quedará inscrita en la historia. Ante miles de mexicanos, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo emitió su primer Grito de Independencia, un acto que rompió con el protocolo de años anteriores y reafirmó el enfoque de su gobierno. La ceremonia se distinguió por su notoria austeridad, prescindiendo de invitados especiales, comitivas ampliadas incluso de su familia, con la única presencia de su esposo.
El momento culminante de la noche llegó cuando la presidenta, en el balcón central de Palacio Nacional, tocó la campana de Dolores y pronunció una serie de arengas que resonaron en la Plaza de la Constitución.
El listado de proclamas fue el siguiente:
“Mexicanas, mexicanos: ¡Viva la Independencia!
Viva Miguel Hidalgo y Costilla.
Viva Josefa Ortiz Téllez Girón.
Viva José María Morelos y Pavón.
Viva Leona Vicario.
Viva Ignacio Allende.
Viva Gertrudis Bocanegra.
Viva Vicente Guerrero.
Viva Manuela Molina, La Capitana.
Vivan las heroínas anónimas.
Vivan las heroínas y héroes que nos dieron Patria.
Vivan las mujeres indígenas.
Vivan nuestras hermanas y hermanos migrantes.
Viva la dignidad del pueblo de México.
Viva la libertad.
Viva la igualdad.
Viva la democracia.
Viva la Justicia.
Viva México, libre, independiente y soberano.
¡Viva México!
¡Viva México!
¡Viva México!”
La arenga a las “heroínas anónimas” y el reconocimiento a figuras como Gertrudis Bocanegra y Manuela Molina, La Capitana, sumado a las proclamas por las “mujeres indígenas” y la “igualdad”, marcaron un fuerte acento de género en la ceremonia. Este enfoque se extendió a su vestimenta y a la banda presidencial. La presidenta lució un vestido morado, confeccionado por una artesana oaxaqueña. Este color, que simboliza la lucha feminista y la transformación, se interpretó como un homenaje a la reivindicación de la mujer en la vida política del país. Asimismo, la banda presidencial que portó fue elaborada de manera especial por mujeres del Ejército Mexicano, un gesto que subraya su papel como primera Comandanta de las Fuerzas Armadas.
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