septiembre 4, 2025

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Ya no, Atlantis | Columna de El Mojado

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Rudeza Necesaria

 

Atlantis levantó sobre su cuello la espalda de La Sombra. Era la tercera vez que intentaba aplicar su castigo predilecto, La Atlántida, después de una primera oportunidad, en la que su rival revirtió la llave a un toque de espaldas y una segunda que fue interrumpida por el ingreso de Rush a la rampa del escenario.

Esta vez, Atlantis logró cerrar su movimiento de firma y lo reforzó dejándose caer de rodillas, como había hecho antes en sus grandes triunfos contra Villano III y Último Guerrero. La Sombra inmediatamente agitó sus manos en señal de rendición y el réferi “El Güero” Noriega saltó para dar por concluida la contienda.

Con eso terminó el nervio que había sentido toda la semana, que se había intensificado durante todo ese viernes 18 de septiembre de 2015 y que era ya insoportable mientras veía la lucha por internet desde la oficina de La Orquesta. Atlantis mantenía su máscara, su prestigio, su récord invicto y reforzaba su calidad de leyenda.

Yo solo pude gritar “¡A huevo!” y chocar las palmas con toda la gente, bien querida, que me rodeaba en ese momento.

Me puse después a disfrutar un momento más en el que la trayectoria de Atlantis era reconocida, con la máscara de un talentoso joven que hizo dudar en varios momentos acerca de la posibilidad de destapar a la leyenda.

También abracé a mi hermano, que por su juventud conoció una faceta de Atlantis distinta a la que lo convirtió en mi ídolo. Para él era un rudo infranqueable, despiadado, pero justo.

Al mismo tiempo, mi amigo Édgar, a quien conocí gracias a la lucha, también seguidor de Atlantis desde muy pequeño pero quien pronosticaba el triunfo de La Sombra, me escribió un mensaje de felicitación, no solo por el resultado, sino por la tremenda lucha que acabábamos de ver.

Luego discutí con los amigos con los que vi la función, pues somos siempre muy dados a racionalizar algo tan irracional como la lucha, que el máscara contra máscara de Atlantis y La Sombra fue un combate perfectamente construido, con muchos giros dramáticos que la hicieron tan disfrutable como sufrible.

La primera caída la ganó Atlantis por descalificación, debido a la intromisión de Rush, el sécond de La Sombra. En la segunda, una doble desnucadora puso a Atlantis contra las lámparas.

La tercera caída estuvo llena de momentos que pudieron ser el final de la lucha y que provocaron gran incertidumbre acerca de quién sería el ganador.

Al final, el triunfo de Atlantis podría servir como el colofón perfecto a una carrera extraordinaria, de más de 30 años, llena de triunfos resonantes. Una trayectoria que lo tiene ya como miembro del Salón de la Fama de la Lucha Libre mundial, según el Wrestling Observer Newsletter.

La máscara de La Sombra es el cierre ideal para la carrera de uno de los más grandes atletas que haya tenido el deporte-espectáculo.

O no. Cuando despojaba de su máscara a La Sombra, Rush retó en un máscara contra cabellera a Atlantis, en un duelo en el que de nuevo, su gran renombre sería su único argumento contra un rival en el mejor momento de su carrera, mucho más joven y con todas las cualidades para vencerlo.

Por favor no, Atlantis. Si me niego a que sigas jugándote tu máscara es porque sé que cada vez será más difícil hacer frente a las nuevas generaciones. Entiendo que tu carrera, por más grande que sea, comienza a marcar una línea de declive, pese a que sigues siendo el más grande exponente de los luchadores de tu camada.

Aunque han pasado casi cuatro años, el temor se mantiene ahí cada vez que se enfrentan.

Atlantis, es momento de enfrentar un retiro digno, en el momento justo, aún en plenitud de facultades y no mantener ese nombre, pero dando lástima en los encordados, como aquellos que no han sabido administrar su leyenda y se siguen paseando por el ring, alrededor de los 70 años.

 

Morir en el trabajo es indigno | Columna de El Mojado

#4 Tiempos

Hoy, frente al campeón | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

 

Cuando Toluca llegue al Alfonso Lastras esta noche, no lo hará como un visitante cualquiera. Llega con la etiqueta de campeón, con una racha que asusta y con la confianza de un equipo que se sabe sólido. Para San Luis, en cambio, la cita es una cuerda floja: si tropiezan, el vacío no será sólo en la tabla, también en la credibilidad.

Los Diablos Rojos han mostrado lo que pocos en este torneo: regularidad. Saben atacar, saben cerrar partidos y rara vez pierden la calma. Es un conjunto que luce afinado, con un mediocampo que controla ritmos y delanteros que no perdonan. La pregunta no es si Toluca llega bien, sino si San Luis tiene con qué incomodarlos.

El conjunto potosino, por su parte, ha vivido a base de altibajos. Capaz de ganar con autoridad un fin de semana y de derrumbarse al siguiente con errores de principiante. Su defensa es frágil cuando la presión se acumula y su ataque depende demasiado de destellos aislados. Juegan en casa, sí, pero el Lastras ha dejado de ser un verdadero bastión, demasiadas veces los rivales han salido de aquí con los brazos en alto.

El historial entre ambos no ayuda al ánimo local. Toluca suele imponerse con naturalidad y pocas veces ha permitido que San Luis lo sorprenda. No es casualidad, cuando uno tiene orden y el otro improvisa, el resultado suele estar cantado.

Sin embargo, el fútbol tiene esa manía de burlarse de la lógica. A San Luis le basta un arranque intenso, un gol inesperado o una noche inspirada de su arquero para cambiar el guion. Lo sabe la afición, que se aferra a la esperanza de que, ante el rival más fuerte, el equipo saque la versión que pocas veces aparece.

Hoy no se juega sólo un partido. Para Toluca es la oportunidad de confirmar que su liderazgo no es un accidente. Para San Luis, es el chance de mandar un mensaje claro de que no están condenados a ser comparsa, que pueden competir con cualquiera si deciden hacerlo en serio.

Si San Luis sale tímido, Toluca lo devorará sin esfuerzo. Pero si el local entiende que este es el momento para dar un golpe sobre la mesa, entonces el líder tendrá, por fin, un rival que lo haga sudar. El balón dirá si el Lastras es tumba o resurrección.

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#4 Tiempos

Clásico de la 57: pasión al filo del cuchillo | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

Hoy se juega en Querétaro el Clásico de la 57, un duelo que siempre viene cargado de tensión, orgullo y, por desgracia, un trasfondo que no se puede ignorar: la sombra de la violencia. Este enfrentamiento no es un simple partido de fútbol, es un espejo incómodo de lo que todavía está pendiente en nuestro balompié.

El recuerdo de la batalla campal entre Querétaro y Atlas sigue vivo. Esa tarde oscura, con imágenes que dieron la vuelta al mundo, dejó claro que la pasión puede convertirse en caos en cuestión de segundos. Y no fue un hecho aislado: en otras ocasiones también hemos visto enfrentamientos en las gradas del Alfonso Lastras, peleas que interrumpieron partidos, además de aquel episodio en Torreón en el que el sonido de las detonaciones generó un pánico colectivo que terminó por vaciar un estadio entero. Lo que debería ser fiesta, demasiadas veces se ha convertido en pesadilla.

El problema no es exclusivo de México. Apenas esta misma semana, en Argentina, un partido internacional quedó marcado por escenas dantescas: aficionados golpeados, perseguidos y obligados a escapar del propio lugar que debería haber sido su refugio. El encuentro tuvo que ser suspendido y la violencia dejó un saldo de heridos, detenidos y un continente entero preguntándose cómo es posible que sigamos repitiendo las mismas historias de siempre.

Con ese telón de fondo se juega hoy este Clásico de la 57. En la cancha, Gallos Blancos y Atlético de San Luis se disputan algo más que tres puntos: se juegan la credibilidad de una rivalidad que merece ser recordada por goles y no por golpes

. La exigencia es doble: para los equipos, que deben entregar un partido digno; y para las tribunas, que están obligadas a demostrar que se puede alentar sin cruzar la línea del salvajismo.

Porque la verdad es dura: si después de lo vivido en Querétaro hace unos años todavía no entendemos, si después de tantas escenas vergonzosas en México seguimos tolerando barras que se comportan como pandillas, entonces lo que pasó en Argentina podría repetirse aquí en cualquier momento.

El Clásico de la 57 debe ser una advertencia. Que la intensidad se quede en la cancha, que la rivalidad se mida en goles, que la pasión no vuelva a confundirse con barbarie. Si hoy la historia vuelve a torcerse hacia el lado equivocado, no habrá espacio para el asombro: sería simplemente la consecuencia de haber aprendido nada.

Este clásico es una puerta: o se abre para dejar pasar el fútbol en su forma más pura, o se entreabre para que se cuele de nuevo la violencia. Y lo que ocurra esta noche dirá mucho más de nosotros como país que de los once contra once que se atrevan a pisar la cancha.

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#4 Tiempos

San Luis frente a Puebla: partido para valientes, no para excusas | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

Si San Luis no puede ganarle a este Puebla, que viene tambaleando como boxeador en el último asalto, mejor que empiece a buscar excusas desde hoy. No es crueldad, es sentido común: el rival llega golpeado, con la moral baja y con una defensa que con cualquier ráfaga se desmorona. El que no sepa aprovechar eso, que se dedique a otra cosa.

El antecedente del cuadro camotero es el bochornoso 7-0 contra Tigres, un resultado que no sólo evidenció las carencias defensivas, sino que dejó claro que, cuando se desconectan, el desastre es inmediato. Y aun así, Puebla sigue vivo en la Leagues Cup; un respiro que, aunque breve, les da algo de motivación extra para no hundirse del todo en la Liga MX. Ojo, un equipo que todavía compite en dos frentes no se tira al piso tan fácil, y esa doble agenda puede darle un giro inesperado a un partido que, en el papel, muchos ya ven como trámite para San Luis.

Los potosinos, sin embargo, no llegan con la mesa servida. Apenas el fin de semana pasado, contra Cruz Azul, volvieron a mostrar que las buenas intenciones no alcanzan si el fútbol no es constante. Un partido en el que por momentos parecían competir de igual a igual, pero se diluyeron cuando había que apretar. Si quieren que el discurso post-Leagues Cup no quede como humo, este viernes es el momento para respaldarlo.

En la previa, una noticia que, al menos, les quita una piedra del zapato: la anulación de la expulsión a João Pedro. El delantero podrá estar disponible tras la revisión que borró la roja injusta del juego pasado. Su presencia es vital no sólo por lo que aporta al ataque, sino por la sensación de que, con él en el campo, San Luis tiene una referencia que obliga a los rivales a estar atentos.

Pero la realidad es que este encuentro en el Cuauhtémoc se juega en varios niveles: para Puebla, la oportunidad de lavarse un poco la cara después de ser humillado y de responder ante su gente. Para San Luis, el examen perfecto para demostrar que sabe ganar cuando las condiciones están a su favor. Porque si no pueden sacar tres puntos ante un equipo que viene arrastrando la cobija, entonces el resto del torneo pinta para seguir en esa tierra de nadie que ya conocen demasiado bien, no lo suficientemente malos para dar pena, pero tampoco lo suficientemente buenos para ilusionar a nadie.

Ganar este partido no sería una hazaña; sería apenas cumplir con lo que se espera de un club que dice aspirar a más. Y si no lo logran, entonces el discurso optimista de las últimas semanas quedará reducido a lo que tantas veces hemos escuchado en San Luis: palabras bonitas para adornar otra temporada gris.

En el fútbol, hay partidos que definen un campeonato, y otros que definen una actitud. Este viernes, en Puebla, San Luis no está jugando por la cima, pero sí por algo igual de importante: la credibilidad. Y si la pierden aquí, ya no habrá árbitro, VAR ni anulación de roja que los salve.

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