abril 19, 2024

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#4 Tiempos

Visita nocturna | Columna de Juan Jesús Priego

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Habían estado preparándolo todo desde la mañana, desde que sonó el teléfono y dijo que vendría a la noche, a la hora del café, o tal vez del café.

-¿No soy inoportuno, hermanita? –preguntó la voz que hablaba del otro lado del hilo.

-¡Dios mío, cómo se te ocurre! ¡Tanto tiempo sin vernos y tú me preguntas eso! Yo soñaba con que vinieras alguna vez, y ahora me dices estas cosas. ¡Por el amor de Dios, Efraín, no estamos en los Estados Unidos, donde hay que hacer cita para todo! –dijo la mujer, es decir, la hermana, haciendo de todo por sofocar la emoción-. ¡Déjate de formalismos y vente con nosotros!

-Entonces caigo por ahí a eso de las nueve.

Hay llamadas que alteran por completo la vida de un hogar, y ésta era una de ellas. El cuñado pidió permiso para salir del trabajo antes de tiempo. La hermana corrió al supermercado y regresó tres horas más tarde, cargada con bolsas y cajas que se le escurrían de las manos y acabaron lastimándole un pie. El sobrino limpió su habitación por iniciativa propia (¡cosa inaudita!) e incluso ayudó a su madre a poner la mesa. ¿Cuánto tiempo había pasado sin saber nada de su tío? La última vez que lo vio, éste le había traído de San Antonio –Texas- unos juguetes que ya ni siquiera existían, pero que él recordaba con alegría y gratitud.

¿Cómo era su tío? ¡Ya casi ni lo recordaba: había pasado tanto tiempo sin saber de él! ¿Y había venido de los Estados Unidos únicamente para verlos a ellos, a su familia de San Luis, o estaba de paso y se quedaría sólo unas horas?
Nada de esto le quedaba claro al muchacho, pero le gustaba imaginarse que su pariente, antes de partir de nuevo, le diría lleno de interés: «Déjame ver dónde vives, muchacho; déjame conocer tu cuarto». Acomodó sus discos compactos, aspiró las partes más visibles de la alfombra (allí donde ve la suegra, como se dice) y sacó los vasos vacíos que durante una semana habían ido acumulándose en torno a su buró. Por último, preguntó a su padre: «¿Y cuánto se quedará el tío con nosotros?».

Le hubiera gustado que se quedara mucho tiempo, pero la madre le dijo que sólo esa noche, pues venía de paso, y que a la mañana siguiente se marcharía. «Es una lástima, pero tú tío es hombre importante; quiero decir, es una lástima no que sea un hombre importante, sino que se marche pronto».

La última vez que su hermana lo vio fue en la boda de una prima que ya tenía hijos cuyas edades oscilaban entre los doce años y los trece. «¡Figúrate entonces el tiempo que no lo veo!», dijo la mujer a su hijo mientras entre los dos desplegaban un mantel y lo extendían sobre la mesa. Pero esta noche lo vería. A las nueve. Mas antes de que llegara la hora había muchas cosas por hacer: fregar los pisos, barrer el patio, limpiar los baños, arreglar la cocina. ¿Qué pensaría su hermano –que era tan rico y tan importante- si viera, por ejemplo, un zapato mal puesto o una estufa llena de cochambre? ¡Ni pensarlo! ¡No sabría dónde meterse de vergüenza! La madre –es decir, la hermana del tío- temblaba ante tal eventualidad, y entre las cinco y las siete sufrió un ataque de nervios. ¡La de cosas que le quedaban por hacer! A las ocho, con el baño, se calmó, y dijo para sí misma, encogiéndose de hombros, que había hecho ya cuanto humanamente era posible, y que si su hermano se llevaba una mala impresión ya no sería problema suyo.

A las ocho cuarenta, el cuñado bajó vestido de saco y corbata e hizo una metódica inspección por toda la casa en busca de cosas que pudieran encontrarse fuera de lugar. Para no viciar el ambiente, renunció incluso a fumarse un cigarrillo. También él tenía miedo a causar una mala impresión. Además, los norteamericanos –según le había dicho alguien- odiaban los cigarrillos (de tabaco, claro: aunque les gustaba fumarse otras cosas). A las ocho cincuenta y cinco la madre se quitó el mandil que había vuelto a ponerse después del baño y dijo resoplando: «Hasta aquí llego yo». Entró a su cuarto a maquillarse y bajó a reunirse con su esposo en la sala entre las nueve y las nueve diez. «¿No ha llegado todavía?», preguntó.

El padre miraba ansiosos a través de la ventana, alisándose la corbata; el hijo se había apostado a un lado suyo y también se alisaba la corbata. Ambos miraban a través de la ventana. A las nueve veinte el padre se quitó de allí y preguntó a su mujer: «¿Sabrá llegar? ¿No se perdería?». La mujer dijo haber precisado bien la dirección, pero que, en caso de que se hubiera perdido, ya habría telefoneado. El esposo asintió con gravedad.

A las nueve y treinta y cinco sonó el teléfono. Madre, padre e hijo se lanzaron miradas fulgurantes. Nadie se movía. Fue ella quien, por último, al quinto o sexto timbrazo, se lanzó sobre la bocina. Esposo e hijo leían los labios, los gestos, los colores de la mujer. Y ésta, después de haber colgado, trató de leer los labios, los gestos, los colores del padre y del hijo. «Era mi hermano. No pudo venir. Que lo disculpemos. Se encontró un paquete muy económico para ir a Puerto Vallarta y decidió aprovecharlo. Ahora mismo está en el aeropuerto a punto de abordar el avión».

El padre dirigió la mano derecha hacia la corbata, la aflojó de un tirón y subió arrastrando los pies por la escalera; la madre fue a sentarse en el sofá para mirar por la ventana; el hijo regresó a su cuarto y no salió hasta el otro día por la tarde.

Aquella noche, por primera vez en muchos años, las luces de aquella casa se apagaron poco después de las diez.

Yo había ido a visitarlos aquel mismo día alrededor de las 7, y supe de la agitación que los poseía, pero sólo hasta el día siguiente conocí el desenlace. Me guardé mis comentarios, pero yo sé lo que es esperar, dejarlo todo preparado, agitarse por una visita que no llegará. Y puedo decir que si hay cosas tristes en la vida, ésta, sin duda, es una de ellas; o quizá la cosa más triste de todas. «Si prometiste, cumple»: esto es lo que dice el libro de Qoeleth (5,3), que es, además, palabra de Dios. Si prometiste llegar y no llegas, habrás ocasionado una de las mayores tristezas que pueda sufrir un ser humano.

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#4 Tiempos

Lo único que nos falta | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

 

Ya no sé que pensar de este San Luis, hemos perdido una temporada que parecía de consolidación, hemos olvidado jugar al futbol, algunos futbolistas simplemente no aparecieron en toda la temporada, ya hemos pasado de todo.

Cuidado, el rival en puerta es un gigante dormido, un Toluca que sin ser brillante como otros, están en la pelea por el liderato general, el equipo histórico que nadie considera grande, visita hoy el Alfonso Lastras.

Toluca solo ha perdido dos partidos en el torneo, por cierto uno, el último, por goleada frente al América, hoy Toluca parece que no busca quien se la hizo, sino quien se la pague, hoy Toluca buscará revancha personal. El cuadro del Edomex es un equipo bien armado, con buena dirección y a pesar de no tener grandes nombres, juega bien, práctico, simple y sabe ganar de local o visitante.

Por su parte, San Luis es una caricatura, es el rival que ya no le gana a nadie, ni siquiera a los que están por debajo de su lugar en la tabla, un equipo que ha perdido mística y que muy apenas sabe a lo que juega. San Luis no solo perdió un torneo, sino que también perdió credibilidad, esta noche solo nos falta perder por goleada.

Repasemos brevemente las peores goleadas de esta franquicia. En el Clausura 2020, el 28 de febrero, Juárez metió 0-3 en la jornada 8 en la cancha del Lastras, afortunadamente ese torneo se suspende en la jornada 10.

En el Apertura 2020, Mazatlán vino y jugando de visitante, barrió 0-5 en la jornada 16 a un San Luis que ya solo peleaba por levantar un poco el orgullo, al menos la gente no lo vivió en el estadio, ya que jugábamos aún a puerta cerrada.

En el Clausura 2021 la cosa fue aún peor, pues Puebla se lleva del Lastras 3 puntos con un 1-4 en favor de la franja en la jornada 15, para rematar en la jornada 17, Pachuca visita y golea 1-5 a una de las peores caras de San Luis con esta franquicia.

En el Apertura 2021, Atlas goleó en su casa a los potosinos con un 2-6 que pudo terminar en peor catástrofe.

Y como olvidar la última y tal vez más dolorosa derrota, 0-5 a manos del América en las semifinales del torneo pasado, justo ahí es cuando se comenzaron a ver las carencias de San Luis, eso que hoy nos tiene preocupados.

Lo único que nos falta es despedir un torneo en el Lastras, pasando vergüenzas, ojalá que Toluca no juegue tan bien como acostumbra. A pesar de que se pronostica una derrota del equipo de casa, que esta no sea compleja, que no se de abultada, ojalá no pase más allá de perder a lo mucho, 3 puntos.

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#4 Tiempos

¡Las cosas buenas que tengo! | Columna de Luis Miguel Dorador

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Un fin de semana sin celular

 

El viernes inició el fin de semana con una exquisita comida en Marengo, por el rumbo de Chapultepec. Cuando se da el encuentro de tres almas que han recorrido existencias juntos y vuelven a la mesa redonda en la que todos somos iguales, la comunicación entre el caballero, el consejero y el escudero, convierten una sesión ordinaria en una cumbre de altos vuelos en la que toooodo se puede lograr.

La sopa de lentejas tiene un sabor especial, pues la tradición nos habla de que alguien fue capaz de hacer a un lado su herencia por un plato de lentejas… ¿Te imaginas cuando además del plato de lentejas recibes el legado que está escrito y destinado para ti? Eso es extraordinario y permite que se comparta la sal y el vino de la mejor uva en un ambiente en el que las señales nos hablan claramente sobre la importancia de mantener activo el lado femenino de las cosas para poder caminar con los pies firmes sobre un piso que no dejará de tambalear en ese sendero que continuarás avanzando con facilidad porque estás consciente de tu esencia.
¡¡¡Gracias Toño y Gracias Mau!!!

Luego de un silencio casi sepulcral de varios días, la noche del viernes recibí una llamada que me alegró el corazón. Cuando pasa mucho tiempo sin saber de alguien que amas de verdad y de repente aparece nuevamente, todo parece tomar sentido y como se dice, te vuelve el alma al cuerpo.
Gracias, Gracias, Gracias….

Con el alma bien puesta en el cuerpo desperté el sábado muy temprano para ir a realizar la selección de cada uno de los ingredientes para cocinar paella y si bien, los pedidos eran suficientes para resolverlo todo de manera sencilla….. me quedé sin gas. Pero cuando sabes cocinar, el combustible es solamente un factor que no debe alterar el orden de los conocimientos para poder obtener el resultado que buscas y lo logramos. En cuestión de unos minutos ya teníamos un fogón improvisado de carbón y la flama dio lugar a la brasa blanca con la que, una temperatura sostenida nos dio el resultado para poder entregar a los clientes sus pedidos a tiempo y en su punto.

Tantos años de convivir con el carbón en la Sultana del Norte y el aprendizaje de su uso y sus formas, adquirido por la generosidad de mis mejores amigos regiomontanos hizo posible el reto y tooooodo salió bien.
¡¡¡Gracias Monterrey!!!
#soypaella

Por la tarde, tuve la oportunidad de encontrarme con un amigo muy querido en el Hermoso Cariñito, por el rumbo de Juan de Oñate, antes de llegar a Carranza. El lugar es súper agradable porque tiene una terraza que permite en estos días de calor intenso, disfrutar de una atmósfera en la que el aroma del café y el puro envuelven la conversación sobre proyectos que pronto se convertirán en realidad. En la música estuvimos acompañados por “El Ipod” que es el seudónimo de un trovador excepcional y de pronto, ya era de noche y buena hora para ir a descansar.
¡¡¡Gracias Luchito!!!

El domingo por la mañana me fui a desayunar a un cafecito que está por Arista, antes de llegar al Jardín de Tequis. Luego de unos chilaquiles con aldilla era prácticamente obligado pasear por ese Jardín que es un verdadero tesoro.

En este fin de semana también sucedieron muchas cosas en otras partes del mundo y el ataque masivo, por la cantidad de armas empleadas por Irán sobre el cielo de Israel fue neutralizado por una respuesta que evitó de manera muy eficaz el derramamiento de sangre, aunque la tensión en medio oriente sube a niveles en los que los ejes del Mundo manifiestan sus intenciones de encontrar la fórmula pacífica de evitar el crecimiento de un conflicto de siglos… esperamos con verdadera intensión que se encuentre una buena solución.

Con el gran entusiasmo de que esta semana que inicia sea una derrama de bendiciones para tod@s, solo me queda decirles:

¡¡¡Ánimo que ya casi es viernes!!!

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#4 Tiempos

El cine todavía | Columna de Carlos López Medrano

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Mejor dormir

 

Debería haber una palabra para describir esa sensación que se tiene al salir del cine después de ver una buena película. Es un ánimo inigualable. Tocas tierra con un nuevo brío. La gente del centro comercial no lo vislumbra, pero eres alguien distinto al que compró su entrada dos horas antes.

Emerges de la penumbra con una membrana renovada. Con ella replanteas tus esquemas (aunque quizá lo olvides al día siguiente tras contaminarte de la rutina). Reconectas con lo que en verdad importa. Es como si una aspiradora le diera un servicio a tu mundo interior con calefacción incluida.

La manida (y estéril) controversia sobre si las series han superado al cine, queda desacreditada por momento así. Por más buenas que las series sean, no ofrecen eso que el cine sí. La intimidad acompañada en la sala. Los rituales previos. El camino de regreso en el que rememoras diálogos, en el que te acuerdas de una persona a la que le hubiera gustado esa cinta, aunque ya no se lo dirás nunca. Un gran plan cuando no tienes planes.

Solo esmérate un toque. La gran pantalla impone sus reglas, exige un mínimo de compromiso de tu parte. No te quedes derrotado en casa, envuelto en una triste pijama mientras comes una quesadilla. No: tienes que ponerte de pie, venir, sentarte con propiedad y luego levantar la cara. Alza la oreja también. Déjate llevar por el celuloide.

Ir al cine es como mirar el mar por un rato. Es una terraza particular, lo audiovisual en su tinta. La máxima expresión a la sombra. Así que haz el favor de no hablar en la butaca, si eres tan amable. Que la proyección se encargue de remover lo que hay que remover en ti. Métete en la burbuja sin pesar demasiado. Estás ante un acontecimiento. No es como esos episodios que te echas de un tirón tirado en la cama con la tableta, ese maratón que alimenta tus vicios.

La fortuna aumenta cuando alguna película añosa se cuela en cartelera y se multiplica el efecto de viaje en el tiempo. Como aquella noche en que presenciamos a Olivia Newton-John resucitar en un cine cualquiera. Los movimientos imperfectos de la cámara mientras ella entonaba «Hopelessly Devoted To You» nos transportaban. Estábamos con ella, en un jardín de pasto recién cortado en Los Ángeles. Eso parecía.

Más de una aflicción se cura yendo al cine. Olvida lo horrendo que es todo allá afuera, en donde no encuentras a Sophia Loren ni a Marlon Brando. Maldice la vida que te aleja de las películas. Y vuelve a ellas. Pese a lo infumable de otra épica de superhéroes y secuelas con carteles chillantes (una producción de más de cien millones ya me da desconfianza), recuerda que ante el embate de las desgracias tienes un refugio en ellas. Un escape de las responsabilidades y un respiro incluso respecto a tu propio hogar. Hay que ir al cine todavía.

 

Contacto:

Twitter: @Bigmaud

Correo: [email protected]

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Opinión