mayo 24, 2025

Conecta con nosotros

#Si Sostenido

Soberbia | Columna de Juan Jesús Priego

Publicado hace

el

soberbia

PALABRAS minúsculas

 

La soberbia, dice el dominico Melchor Cano (1509-1560) en su Tratado de la victoria de sí mismo, es «el apetito desordenado de la propia excelencia». El soberbio quiere ser siempre el primero en todo. Cuando toma la palabra (acaso el verbo arrebatar y no tomar sea en su caso el más apropiado), no hace otra cosa que referirse a lo único de lo que vale la pena hablar en este mundo: él mismo. Apenas su interlocutor abre la boca, el soberbio lo interrumpe para decir: «Eso no es nada. Yo…». Ni lo deja hablar ni toma en serio nada de lo que dice. Y si por alguna extraña razón lo deja pronunciar más de dos frases seguidas, el soberbio no lo escucha, pues se encuentra pensando en lo que replicará a continuación.

Sus diálogos no son en el fondo más que monólogos alguna vez interrumpidos. Así como todos los caminos llevan a Roma, así todas sus conversaciones llevan a él. Al final, los demás lo escuchan por pura compasión si no es que por obligación, pero, en todo caso, nunca por gusto. Como el pez, este infortunado muere siempre por su propia boca.

La soberbia, decía Casiano, es el más sutil de los vicios capitales, y es por esto: «A unos –explica- insufló el orgullo porque son pacientes y sufridos en el trabajo; a otros, porque son prontos en la obediencia; a aquéllos, porque superan en humildad a los demás. Tienta a éste por su ciencia, a aquél por sus lecturas, a un tercero por la duración prolongada de sus vigilias… En suma, los otros vicios se oponen claramente a las virtudes contrarias y hacen la guerra frente a frente y cara a cara. Por eso contamos con mayor facilidad para vencerlas, así como para ponernos en guardia contra ellas. Pero ésta se desliza insensiblemente y se confunde con las virtudes» (Instituciones XI, 6-8).

El soberbio es siempre el más inteligente, el más astuto y el menos ordinario de los seres que se mueven por las autopistas del planeta. Si alguna vez habla de su «pobre persona», lo hace únicamente para fingir una humildad que no posee, para suscitar una simpatía que en el fondo le será siempre negada.

«-¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡He aquí la visita de un admirador! –dijo el vanidoso agitando su sombrero cuando vio llegar al Principito. (El Principito buscaba un amigo y lo que encontró fue un hombre que sólo quería aplausos).
»-Buenos días –dijo el Principito-. Tienes un sombrero extraño.
»-Es para saludar –respondió el vanidoso-. Es para saludar cuando me aclaman… Golpea tus manos una contra la otra.
»El Principito golpeó sus manos una contra la otra. El vanidoso saludó humildemente, levantando su sombrero.
»-¿Verdaderamente me admiras mucho? –preguntó el vanidoso.


»-¿Qué significa admirar?
»-Admirar significa reconocer que yo soy el hombre más hermoso, el mejor vestido, el más rico y el más inteligente del planeta.
»-¡Pero tú estás solo en tu planeta!
»-Dame ese gusto. ¡Admírame, no obstante!
»-Te admiro –dijo el Principito. Y se fue».

¿Quién podía estarse allí toda la vida aplaudiendo? Si el vanidoso se hubiera olvidado de sí mismo aunque sólo fuera por un día, o por unas cuantas horas, otro habría sido el final de la historia

: el Principito lo recordaría después con ternura y acaso también con frecuencia. Pero el hombre no quería amigos, sino sólo adoradores. Y el Principito se fue. Y el vanidoso se quedó solo: como siempre acaba sucediendo con los de su raza.

Aparte de llevar a la soledad y a la mentira, la soberbia lleva también a la envidia y a la ira. «¿Cómo es que este hombre insignificante ha llegado a ser mi superior? ¡No es posible, me rebelo ante semejante injusticia!», dice el envidioso casi al punto de la histeria. Le es difícil aceptar que otro que no sea él haya podido llegar a semejantes alturas. Después de tales reflexiones se deja llevar como un niño por los raíles de la maledicencia y el bisbiseo. «¿A qué no saben ustedes cómo discurre la vida privada de nuestro querido jefe? Pues bien, déjenme decirles algo de lo que acabo de enterarme…». Es la única manera que tiene de vengarse de él por ser tan afortunado.

Pero pensemos en esto: antes de que el soberbio llegara a este mundo, la gente se las arreglaba bastante bien para vivir sin él; cuando se vaya, igual de bien se las arreglará: he aquí una verdad que haría muy bien en tomar en cuenta. Existe la muerte, ese «lecho donde todos tienen que acostarse», que decía Sófocles. ¿Y no es verdad que morir significa de alguna manera ser olvidados? Pues bien, ¿quién se acordará de nuestro personaje al cabo de diez, veinte o cincuenta años? Todas sus palabras se habrán ido con el viento, y de su fisonomía, por muy bella que haya sido, no quedará sino un recuerdo bastante borroso e impreciso. Contra soberbia, humildad, decían los antiguos catecismos. La palabra humildad viene de humus, que significa polvo. Hombre humilde no es el que se pasa la vida mirando al suelo, sino el que sabe que está hecho de polvo y que al polvo volverá: que en esta vida no es más que un peregrino al que un día u otro le será revocado el exilio y tendrá que volver a la casa de la que una vez salió. Entonces, por lo menos aquí, será como uno de esos soldados que lucharon en la guerra de Troya al que ya nadie recuerda, y de ese yo que tan sublime parecía nadie hablará más. Nadie. Todos lo habrán olvidado. Es una lástima, sí, pero ¿qué le vamos a hacer si así es la vida?

También lee: Envidia | Columna de Juan Jesús Priego

#4 Tiempos

Ingeniero Labarthe, pionero de la cartografía geológica en México | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

Publicado hace

el

EL CRONOPIO

 

Hace sesenta y cinco años, en el mes de mayo, el Ing. Eugenio Pérez Molphe impulsaba el proyecto para la creación de un Instituto de Geología en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, que sería presentado por el Ing. Rubén Ortiz Díaz Infante, Director de la Escuela de Ciencias Químicas, un par de meses después en julio de 1960 se formalizaba la propuesta al Consejo Directivo Universitario de a UASLP, la cual sería aprobada iniciando así las actividades del Instituto de Geología y Metalurgia, como fue llamado en un ´principio, siendo nombrado el Ing. Pérez Molphe como su director.

El proyecto de inicio de la formación en Geología en San Luis se venía gestado dos años atrás, motivada entre otros factores, por la celebración del Año Geofísico Internacional donde estaban participando algunos universitarios potosinos, entre ellos el Dr. Gustavo del Castillo, que recibió en 1957 a investigadores que realizarían algunos experimentos geológicos en el marco de esta celebración.

En 1958 con motivo del Año Geofísico Internacional estuvieron en San Luis Potosí el doctor en geología Robert P. Mayer de la universidad de Wisconsin y el ingeniero geodesta Hermilio Cepeda del Departamento de Oceanografía de la UNAM, con el objeto de realizar experimentos geológicos a fin de determinar la velocidad con que se transmite el movimiento de la tierra, para lo que buscaban una mina abandonada para emplear un sismógrafo a fin de poder colocarlo a considerable profundidad, seleccionando para ello al mineral de Cerro de San Pedro. Para realizar sus mediciones se haría una explosión de dinamita en el Cerro del Mercado en Durango y mediante comunicación por radio con Cerro de San Pedro se trataba de registrar en el sismógrafo el evento.

En 1959 el Ing. Luis S. Jiménez López presidente de la Comisión Nacional de Fomento Minero en el Estado de San Luis Potosí, en un análisis minucioso sobre el panorama minero en México, declaraba que el país necesitaba más ingeniero geólogos, señalando la necesidad de una nueva dinámica en los campos de exploración y explotación de minerales cuyo factor propicie el justo y adecuado aprovechamiento de este núcleo de profesionales.

En esos años, terminaba sus estudios de ingeniería geológica el potosino Guillermo Labarthe Hernández en la Universidad Nacional Autónoma de México, titulándose en la licenciatura como ingeniero geólogo en 1958, año en que contraería matrimonio y regresaría posteriormente a San Luis Potosí.

Guillermo Labarthe Hernández nacería en San Luis Potosí en febrero de 1934, a principios de los sesenta se incorporaría al Instituto de Geología de la UIASLP que contaba con un número mínimo de profesores y sus actividades se orientarían al apoyo a la docencia y el impulso de la carrera de geología en la UASLP que iniciaba actividades en 1961 a la que se incorporarían alumnos que ya estudiaban ingeniería en la UASLP y que reorientaban su vocación a la geología.

El vínculo del Ing. Labarthe con la UNAM se reflejaría al realizar los primeros trabajos de cartografía en colaboración con esa institución que propició se titularan los primeros geólogos de la UASLP

un par de años después en lo que fue la primera generación de ingenieros geólogos, la cual estuvo formada por Arturo Elías, Jorge Fraga y Manuel Mendiola, que recibieron sus títulos en 1963.

El Instituto de Geología de la UASLP sería el tercer instituto de investigación creado en la UASLP y el segundo que se formaba en el país. Si bien, sus primeros años estuvo enfocado principalmente en el apoyo a la docencia se establecían las raíces que propiciarían se realizaran se manera intensa actividades de investigación a mediados de los setenta.

En el mes de noviembre de 1962 salió a la luz pública la revista “Geología y Metalurgia”, con temas técnico-científicos de interés y que posteriormente, hacia 1977 daría lugar a la serie de boletines publicados como “Folletos Técnicos del Instituto de Geología”. En 1979 el Ing. Guillermo Labarthe Hernández era nombrado director del Instituto de Geología y se iniciaba un intenso trabajo de cartografía geológica siendo un esfuerzo pionero en el país.

En 1976 inicia los trabajos formales de investigación en cartografía geológica del Estado enfocando esfuerzos en la Zona Media y Altiplano del estado de San Luis Potosí, dirigidos por el Ing. Labarthe; estos trabajos serían los primeros que se realizaban en México. Los cuales sirvieron para definir los acuíferos de la zona de San Luis Potosí y Villa de Reyes. Por lo que al perforarse los pozos se sabía que tipo de rocas estaban en el subsuelo gracias al trabajo de cartografía realizado. En cuanto a recursos minerales, los depósitos de caolín que existen en la zona suroeste del estado fueron descubiertos por la cartografía realizada.

Todos estos recursos, acuíferos y minerales están encajonadas en rocas volcánicas, tema que sería parte de la especialización del Ing. Labarthe del que era un experto. La zona de San Luis fue una zona volcánica, y los estudios han ayudado a comprender la evolución de la corteza.

El Ing. Labarthe falleció iniciando el mes de mayo dejando un importante legado para la geología mexicana y en especial la potosina, siendo uno de sus pioneros y el iniciador de la cartografía geológica moderna.

También lee: La Primera Geóloga Mexicana | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

Continuar leyendo

#4 Tiempos

Entre tangas, roscas y tamales | Columna de León García Lam

Publicado hace

el

VOLUTA

 

En una nota del Universal publicada el último del año 2024 una comerciante de la Ciudad de México afirmó: “ya no se venden los calzones rojos y amarillos, se está perdiendo la tradición” y al parecer sí, la euforia por las tangas rojas ha perdido el interés de las nuevas generaciones chilangas que ya no creen en el amor, ni en las tradiciones o no tienen dinero para pagarlas. Sin embargo, en estados como Jalisco, las ventas de ropa interior se dispararon hasta el cielo y un dato llamó mi atención: para este año 2025, los consumidores tapatíos buscaron vorazmente los calzones amarillos. ¿Qué nos querrá decir este indicador popular?

Hace unos días, en una cápsula trasmitida por Radio Universidad (de SLP) se escuchó, en la voz de mi querido amigo Jonathan Gamboa, una explicación genealógica acerca de las tradiciones de fin de año: comer lentejas, hacer maletas y meterse debajo de la mesa son tradiciones que provienen de culturas bien lejanas en el tiempo y en el espacio. Entonces ¿por qué las aceptamos con tanta facilidad? No sé si usted lo note, querida culta lectora de La Orquesta, pero las tradiciones del fin de año o del año nuevo pretenden controlar el futuro incierto que tenemos enfrente: que las doce gotas de la felicidad, que las cabañuelas y los borregos de la buena fortuna, pero ¿qué tienen en común todas estas “tradiciones” a las cuales también llaman “rituales”?

Pues bien, yo que empleo parte de mi valioso tiempo en buscarle chichis a las lombrices, creo que lo que es común a una buena parte de estas tradiciones de Año Nuevo es el juego de esconder o revelar algo que está dentro. Me explico, la tradición de salir a la calle con una maleta requiere guardar dentro de la maleta elementos de lo que se desea atraer. La tradición de meterse debajo de una mesa es, de alguna manera, situarse dentro del centro de la abundancia que es la mesa. Sin embargo, el mejor ejemplo es la rosca de reyes:

¿Cómo debe ser la tradicional rosca de reyes? Unas personas afirman que la tradicional rosca lleva un monito, otras dicen que debe llevar 3 monitos y hay quien piensa que la mera tradicional rosca de reyes debe esconder además de los monitos, dedales y anillos. No hay manera de fijar una norma estandarizada. Lo que sí es interesante es la forma de la rosca. ¿Usted sabe cómo se llama la forma geométrica de una rosca? Se llama toro y algún otro día le contaré sobre sus propiedades matemáticas que son formidables. Me gusta pensar que, si la rosca es una representación del año, entonces el tiempo es algo que da vuelta, regresa al mismo lugar y en su interior, al igual que los tamales, esconde sorpresas insospechadas.

Estimada y culta lectora de La Orquesta: yo espero que las sorpresas de su año 2025, sean las mejores.

También lee: Votar entre la razón y la emoción | Columna de León García Lam

Continuar leyendo

#4 Tiempos

Votar entre la razón y la emoción | Columna de León García Lam

Publicado hace

el

VOLUTA

 

Eso me dijo mi papá:

-Mira Leontino, que lo que guardas en la cabeza no sea lo mismo que guardas en el corazón.

Como muchas cosas que me dijo, no le puse suficiente atención, pero ahora ese mensaje ha logrado escarbar entre todos los recuerdos y salir a flote otra vez.

Interesante: la frase de mi papá tiene razón, pero también tiene emoción. Hace uso de dos recursos -muy humanos- a la vez y los junta y los enreda torciéndolos, pero nunca dejan de ser razón por un lado y emoción por el otro. La frase significa además que la razón tiene su lugar en el cuerpo, sus formas, sus métodos y la emoción los suyos propios. Esto viene muy a cuento con la época de elecciones en la que nos encontramos.

Como una especie de vicio raro, leo con pulsión desmedida todas las columnas de opinión que mi escaso tiempo me permite. Leí, por ejemplo, la columna de mi amigo Octavio Mendoza (Astrolabio) que trata acerca de las complejas motivaciones del votante: a la mera hora, ahí escondido detrás de una cortina de plástico, el elector tacha la opción que durante meses dijo que no iba a elegir. Si un votante hace eso, no pasa nada, es como una gota de agua rebelde que lucha contra las olas del mar. La cosa se pone buena, cuando esto mismo no lo hace uno sino 5 millones de votantes. Entonces, las alarmas se encienden, los encuestadores se arrancan los pelos y se desatan los programas de opinión, que a mí me encantan, tratando de explicar lo que antes parecía imposible.

Sí, efectivamente, las masas actúan caprichosamente. No razonan. Solo actúan motivadas por sentimientos básicos como el odio, el miedo, el rencor, la venganza o el gusto. Eso motivó a millones de personas a votar hace seis años y sentimientos similares moverán a millones de personas a votar este domingo.

Por otro lado, si lo pensamos bien (lo razonamos) ¿de qué sirve ir a votar? Alguien va a ganar de todos modos y quien gane no hará que el mundo, el país, el Estado, el municipio cambien. Todos sabemos que las campañas se hacen de puras promesas que ni siquiera se piensan cumplir. Como un signo más del apocalipsis, la calidad de los candidatos de todos los partidos empeora cada elección y se nos presentan cada vez más incultos, cínicos y simplones y si seguimos pensando así, no solo se nos quitarán las ganas de votar sino de vivir.

Ambas situaciones que he presentado aquí: votar motivado por el rencor y no salir a votar porque “no sirve para nada”, significan hacer de tripas corazón, o sea poner la pasión en la cabeza y la razón en el corazón y así todo se descompone.

Para que la democracia funcione se requiere que la motivación de votar sea algo que está por encima de nuestros intereses personales: nuestros hijos, nuestra comunidad, nuestro entorno. Salir a votar no puede ser un asunto de la razón, menos aún de las razones personales, sino de la pasión ciudadana, del amor por la patria, por la matria, por la familia. El resultado aquí no es lo que importa, sino nuestra obligación a participar.

¿Por quién votamos? Aquí debe entrar la razón desapasionada. Votar por rencor o votar por conveniencia personal no sirve para elegir al mejor gobernante. Lo que se requiere, en ese momento justo de estar a solas con nuestra boleta y el crayón en la mano es razonar fría y calculadoramente el sentido de nuestro voto.

Es el corazón quien levanta del sillón al elector, lo saca de la comodidad de su casa y lo lleva a la casilla. Ya estando en la mampara, la razón toma la mano del votante y lo hace elegir si no la mejor, la menos mala de las opciones que tenemos. Después de que le marcan el dedo con la famosísima tinta indeleble (por cierto, invento mexicano) queda en el votante, una extraña satisfacción de haber cumplido de la mejor manera posible.

Yo creo que vamos bien, si tomamos en cuenta que la democracia se tarda unos 400 años en dar resultados.

Querida culta lectora de La Orquesta, que tenga felices votaciones este domingo

También lee: ¿Existe la ciencia neoliberal? | Columna de León García Lam

Continuar leyendo

Opinión

La Orquesta de Comunicaciones S.A. de C.V.
Miguel de Cervantes Saavedra 140
Col. Polanco
San Luis Potosí, S.L.P.
Teléfono 444 244 0971

EL EQUIPO:

Director General
Jorge Francisco Saldaña Hernández

Director Administrativo
Luis Antonio Martínez Rivera

Directora Editorial
Ana G. Silva

Periodistas
Bernardo Vera

Daniel Rocha

Santiago Herrera Robles

Diseño
Karlo Sayd Sauceda Ahumada

Productor
Fermin Saldaña Ocampo

 

 

 

Copyright ©, La Orquesta de Comunicaciones S.A. de C.V. Todos los Derechos Reservados