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Rubens Sambueza, el nuevo jugador del San Luis que no deja frío a nadie
Odiado y amado, la nueva contratación del equipo es uno de los futbolistas extranjeros más importantes que ha tenido el futbol mexicano durante los últimos años
Por: Redacción
El Atlético de San Luis hizo oficial la llegada de su nuevo mediocampista ofensivo Rubens Sambueza, jugador proveniente del Toluca, quien en los próximos días se reportará con el equipo potosino para su presentación ante medios y entrenamientos con la escuadra. El jugador argentino se ha convertido en un referente del futbol mexicano por lo que, aunque este sea el primer fichaje anunciado por el equipo rojiblanco, podría ser la contratación más importante del club para este Clausura 2022; ante esto La Orquesta preparó un perfil para conocer más sobre este jugador siempre polémico que no deja indiferente a nadie.
Sambueza nació en Zapala, Neuquén, Argentina, el primero de enero de 1984; no obstante, en octubre de 2013 se nacionalizó mexicano y es conocido por su apodo “Sambu”. Debutó en 2003 con el equipo River Plate donde jugó por 4 años y donde fue campeón en 2003 y 2004, hasta su llegada con los Pumas de la UNAM en 2007 donde permaneció un año.
Rubens pasó a las filas del Flamengo de Brasil donde consiguió un título; volvió con River en 2009. Posteriormente, regresó a México para militar con Tecos (Estudiantes), equipo en el que jugó dos temporadas.
El salto en la carrera de Sambu llegó en 2012 cuando se convirtió en el nuevo refuerzo de las Águilas del América, sin embargo al haber formado parte del equipo universitario, no fue bien recibido por la afición azulcrema; no obstante, comenzó a ganarse la aceptación una vez que comenzó a realizar asistencias y a anotar sus primeros goles.
El mediocampista argentino fue una de las grandes figuras en América en 2013, quien contribuyó para que la escuadra se coronara campeona contra el Cruz Azul, rompiendo una racha de 8 años sin un título. Un año después consiguió con el club la doceava estrella en Liga MX, pasando a ser el equipo con más títulos de México.
Su talento con el manejo del balón tuvo reconocimiento incluso fuera de su equipo y pasó a tomar el gafete de capitán. Además, obtuvo dos Ligas de Campeones de la Concacaf en 2015 y 201 6 con este equipo, en este último certamen se consagró como el mejor jugador del torneo.
En 2016 pasó a Toluca Fútbol Club, donde de nueva cuenta fue un jugador importante en el medio campo, dos años después llegó a una final con los “diablos rojos”. Para los equipos de Grupo Pachuca, León y los Tuzos, el argentino jugó el Clausura 2019, el Apertura 2019 y Clausura 2020. Finalmente, volvería a Toluca para el Guardianes 2020, donde jugaba hasta hace unos días.
Sambueza tiene un total de 65 goles anotados con los nueve equipos a los que ha pertenecido y un total de 127 asistencias. Suma dos campeonatos con River, uno con Flamengo y 4 con América; dos de Liga y dos de Concacaf. En la temporada pasada disputó 17 partidos en los que anotó cuatro goles.
Entre sus momentos más destacados de este jugador se encuentra el gol en cuartos de final del Apertura 2017 contra América, su ex equipo, donde el argentino cobró un tiro libre al primer poste para el 3-1 que le daba vida a los diablos.
Un gol polémico con este equipo fue el anotado contra Morelia en la fecha 1 del torneo Apertura 2018, en el cierre del encuentro, cuando el Monarcas celebraba un gol de tiro libre lo que les daba el empate a 1; sin embargo, se marcó un fuera de lugar anulando el resultado y mientras los jugadores celebraban los hombres de Toluca sacaron el contragolpe y Rubens solo contra el portero hizo el 2-0.
De acuerdo con información del portal de noticias Mediotiempo, el argentino llega con un contrato por dos años a San Luis, con la opción de que se alargue a tres. La directiva rojiblanca entró a la disputa contra equipos como Xolos, Pumas y Puebla, que estuvieron interesados en hacerse de los servicios del jugador.
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#4 Tiempos
El eterno | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
Guillermo Ochoa es un portero que se convirtió en bandera. Desde que debutó con el América en 2004, sus guantes parecían hechos para noches grandes: títulos de liga, protagonismo inmediato y el aura del “nuevo guardián” del arco mexicano. Tardó en dar el salto a Europa, y aún así, demostró sus ganas de crecer a pesar de los sacrificios, con una carrera que, aunque irregular en lo colectivo, lo mantuvo vigente en la élite del futbol internacional durante más de una década.
En Francia defendió al Ajaccio, donde se convirtió en ídolo de un club pequeño que sobrevivía gracias a sus atajadas imposibles. Después vinieron pasos por Málaga y Granada en España, donde la lucha contra el descenso lo expuso constantemente, pero también lo catapultó con actuaciones memorables frente a equipos como el Barcelona o el Real Madrid. Más tarde, Bélgica, con el Standard de Lieja, donde recuperó la estabilidad, disputó competencias europeas y volvió a tener el brillo de arquero confiable.
De ahí regresó a México, otra vez al América, como referente y capitán. Sin embargo, su ambición lo llevó a un último desafío en Italia con la Salernitana, donde las críticas fueron severas y el equipo terminó hundido en la tabla. Ese episodio marcó un antes y un después: Ochoa ya no era visto como el mismo arquero que tapaba lo imposible en los mundiales, sino como un veterano que comenzaba a pagar factura ante la exigencia de un futbol mayor.
Con la Selección Mexicana, su legado es indiscutible
. Fue cinco veces mundialista y protagonista en Brasil 2014 y Rusia 2018, con actuaciones que dieron la vuelta al mundo. Se le aplaudió como salvador, pero también se le cuestionó su influencia en el vestidor y el hecho de que, durante años, cerrara el camino a nuevas generaciones de arqueros.Hoy el futuro de Ochoa es una incógnita. Con 39 años cumplidos, se habla de un posible regreso a la Liga MX, donde tendría el respaldo de la afición y un lugar asegurado en el escaparate. También existe la posibilidad de un destino exótico, en ligas de menor exigencia pero con cheques generosos. El problema es que cada paso que dé será juzgado no como una nueva aventura, sino como el epílogo de una carrera que marcó época.
El verdadero reto de Guillermo Ochoa ya no está bajo los tres palos, sino frente al espejo. Su historia se escribió entre América, Ajaccio, Málaga, Granada, Standard de Lieja y Salernitana; su leyenda se forjó con la Selección. Pero ahora, cuando el tiempo le recuerda que no hay reflejo eterno, deberá decidir si se despide como un gigante que supo irse en lo alto o como un ídolo que se aferró demasiado al recuerdo de sus mejores atajadas.
#4 Tiempos
Hoy, frente al campeón | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
Cuando Toluca llegue al Alfonso Lastras esta noche, no lo hará como un visitante cualquiera. Llega con la etiqueta de campeón, con una racha que asusta y con la confianza de un equipo que se sabe sólido. Para San Luis, en cambio, la cita es una cuerda floja: si tropiezan, el vacío no será sólo en la tabla, también en la credibilidad.
Los Diablos Rojos han mostrado lo que pocos en este torneo: regularidad. Saben atacar, saben cerrar partidos y rara vez pierden la calma. Es un conjunto que luce afinado, con un mediocampo que controla ritmos y delanteros que no perdonan. La pregunta no es si Toluca llega bien, sino si San Luis tiene con qué incomodarlos.
El conjunto potosino, por su parte, ha vivido a base de altibajos. Capaz de ganar con autoridad un fin de semana y de derrumbarse al siguiente con errores de principiante. Su defensa es frágil cuando la presión se acumula y su ataque depende demasiado de destellos aislados. Juegan en casa, sí, pero el Lastras ha dejado de ser un verdadero bastión, demasiadas veces los rivales han salido de aquí con los brazos en alto.
El historial entre ambos no ayuda al ánimo local. Toluca suele imponerse con naturalidad y pocas veces ha permitido que San Luis lo sorprenda. No es casualidad, cuando uno tiene orden y el otro improvisa, el resultado suele estar cantado.
Sin embargo, el fútbol tiene esa manía de burlarse de la lógica. A San Luis le basta un arranque intenso, un gol inesperado o una noche inspirada de su arquero para cambiar el guion. Lo sabe la afición, que se aferra a la esperanza de que, ante el rival más fuerte, el equipo saque la versión que pocas veces aparece.
Hoy no se juega sólo un partido. Para Toluca es la oportunidad de confirmar que su liderazgo no es un accidente. Para San Luis, es el chance de mandar un mensaje claro de que no están condenados a ser comparsa, que pueden competir con cualquiera si deciden hacerlo en serio.
Si San Luis sale tímido, Toluca lo devorará sin esfuerzo. Pero si el local entiende que este es el momento para dar un golpe sobre la mesa, entonces el líder tendrá, por fin, un rival que lo haga sudar. El balón dirá si el Lastras es tumba o resurrección.
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#4 Tiempos
Clásico de la 57: pasión al filo del cuchillo | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
Hoy se juega en Querétaro el Clásico de la 57, un duelo que siempre viene cargado de tensión, orgullo y, por desgracia, un trasfondo que no se puede ignorar: la sombra de la violencia. Este enfrentamiento no es un simple partido de fútbol, es un espejo incómodo de lo que todavía está pendiente en nuestro balompié.
El recuerdo de la batalla campal entre Querétaro y Atlas sigue vivo. Esa tarde oscura, con imágenes que dieron la vuelta al mundo, dejó claro que la pasión puede convertirse en caos en cuestión de segundos. Y no fue un hecho aislado: en otras ocasiones también hemos visto enfrentamientos en las gradas del Alfonso Lastras, peleas que interrumpieron partidos, además de aquel episodio en Torreón en el que el sonido de las detonaciones generó un pánico colectivo que terminó por vaciar un estadio entero. Lo que debería ser fiesta, demasiadas veces se ha convertido en pesadilla.
El problema no es exclusivo de México. Apenas esta misma semana, en Argentina, un partido internacional quedó marcado por escenas dantescas: aficionados golpeados, perseguidos y obligados a escapar del propio lugar que debería haber sido su refugio. El encuentro tuvo que ser suspendido y la violencia dejó un saldo de heridos, detenidos y un continente entero preguntándose cómo es posible que sigamos repitiendo las mismas historias de siempre.
Con ese telón de fondo se juega hoy este Clásico de la 57. En la cancha, Gallos Blancos y Atlético de San Luis se disputan algo más que tres puntos: se juegan la credibilidad de una rivalidad que merece ser recordada por goles y no por golpes . La exigencia es doble: para los equipos, que deben entregar un partido digno; y para las tribunas, que están obligadas a demostrar que se puede alentar sin cruzar la línea del salvajismo.
Porque la verdad es dura: si después de lo vivido en Querétaro hace unos años todavía no entendemos, si después de tantas escenas vergonzosas en México seguimos tolerando barras que se comportan como pandillas, entonces lo que pasó en Argentina podría repetirse aquí en cualquier momento.
El Clásico de la 57 debe ser una advertencia. Que la intensidad se quede en la cancha, que la rivalidad se mida en goles, que la pasión no vuelva a confundirse con barbarie. Si hoy la historia vuelve a torcerse hacia el lado equivocado, no habrá espacio para el asombro: sería simplemente la consecuencia de haber aprendido nada.
Este clásico es una puerta: o se abre para dejar pasar el fútbol en su forma más pura, o se entreabre para que se cuele de nuevo la violencia. Y lo que ocurra esta noche dirá mucho más de nosotros como país que de los once contra once que se atrevan a pisar la cancha.
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