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¿Quiénes serían las candidatas a gobernadora de SLP?
Todos los partidos deberán presentar al menos siete postulaciones de mujeres a las 15 gubernaturas que se disputarán en 2021
Por: Ana G Silva
El Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE) aprobó el acuerdo mediante el cual se establecen los lineamientos que buscan alcanzar una paridad de género la paridad de género en las candidaturas para contender por los gobiernos estatales. Los partidos políticos deberán postular a, por lo menos, siete mujeres en las 15 gubernaturas que estarán en juego.
Para cumplir esta condición las instituciones deben planificar a detalle su rentabilidad política en cada estado y la de sus perfiles individuales, pues, por ejemplo, en San Luis Potosí la mayoría de los políticos que se registraron como precandidatos son hombres, pero el acomodo nacional podría obligar a los partidos a buscar su representación en una candidata.
Por el momento, ante el Consejo Estatal Electoral y de Participación Ciudadana (Ceepac) están registradas dos grande coaliciones: por un lado “Sí por San Luis” que la integran PAN, PRI, PRD y Conciencia Popular; al otro lado está “Juntos haremos historia” de Morena, Partido Verde, Partido del Trabajo y Nueva Alianza.
¿Quiénes podrían ser las candidatas si finalmente sus partidos definen que en San Luis Potosí deben ser mujeres las que encabecen el proyecto de transición en el gobierno estatal?
SÍ POR SAN LUIS
Sonia Mendoza Díaz (PAN): La única mujer que se pronunció por contender por la gubernatura de San Luis Potosí en su partido. Actualmente es diputada local. En el 2015 fue candidata a gobernadora y perdió por un margen mínimo ante Juan Manuel Carreras. Fue diputada federal y senadora. Entre los cargos que ha ocupado en Acción Nacional destacan: ser integrante del Comité Ejecutivo Nacional, integrante de la Comisión de Vinculación con la Sociedad del Comité Ejecutivo Nacional, consejera Nacional Consejera Estatal, secretaria de Acción de Gobierno del Comité Estatal, presidenta del Comité Directivo Municipal de Matehuala.
Sara Rocha Medina (PRI): actualmente es diputada federal. Antes ya había sido congresista en el periodo 2003-2006, también fungió como vicepresidenta del Sector Agrario de la Dirección colegiada nacional del PRI, además fue lideresa en la CNC, lideresa nacional del Congreso de Mujeres por el Cambio del PRI, consejera política nacional y estatal del PRI y fue secretaria del Comité Directivo del PRI en San Luis Potosí, fue dirigente del Frente Juvenil Revolucionario (FJR) de Catorce, trabajó como secretaria del programa para la mujer en el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) de la Confederación Nacional Campesina (CNC) de 1997 al 2000, fue presidenta estatal del ONMPRI en San Luis Potosí, fue secretaria técnica de la campaña a presidencial, entre otros.
JUNTOS HAREMOS HISTORIA
Leonor Noyola (Partido Verde): Actualmente es senadora de fórmula, curiosamente llegó a ese cargo con Marco Gama, quien busca ser candidato por la coalición contraria. Aunque la legisladora es uno de los liderazgos más importantes en su partido, una virtual candidatura se antoja complicada, ya que el 27 de octubre, pre candidato Ricardo Gallardo Cardona la destapó la para ir por la alcaldía del municipio de Soledad de Graciano Sánchez, de que fue regidora en el periodo 2012-2015.
María Luisa Veloz Silva (Morena): actualmente es diputada federal de representación proporcional. Fue secretaria de Finanzas de Morena en San Luis Potosí en el periodo 2012-2015, además también fue presidenta del Consejo Estatal del partido en San Luis Potosí en los años 2015 a 2018.
Sonia Mendoza es ahora de las cuatro quien tiene mayores posibilidades de alcanzar una candidatura, ya que incluso comenzó su precampaña para intentar quedarse con la postulación panista en la que tiene como rivales a Xavier Nava, Marco Gama y Octavio Pedroza, sin embargo, esa situación podría cambiar, si es que Morena define que hay otros ocho estado en los que los candidatos masculinos tienen mayor posibilidad de ganar, lo que echaría por tierra las precandidaturas de Ricardo Gallardo, Leonel Serrato y Juan Ramiro Robledo, que son las que hasta el momento se han presentado.
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Ciudad
Saldo blanco en Villa de Pozos en festejos de 12 de diciembre
La coordinación entre Guardia Civil Municipal y Protección Civil garantizó actividades y celebraciones religiosas en orden
Como parte de la vigilancia implementada durante las celebraciones del 12 de diciembre, el Gobierno Municipal de Villa de Pozos, a través de la Guardia Civil Municipal y la Dirección de Protección Civil, reportó saldo blanco gracias a los operativos preventivos y de supervisión desplegados en diversas zonas de la localidad, con el objetivo de salvaguardar la integridad de la ciudadanía.
La Dirección de Policía Vial de la Guardia Civil Municipal informó que, durante los recorridos de vigilancia, únicamente se desactivaron dos bailes callejeros, uno ubicado en las calles Ciriaco Cruz y Benito Juárez y otro en la calle 32 en la colonia Prados de San Vicente Segunda Sección, acciones que se llevaron a cabo de manera ordenada y sin incidentes.
Por su parte, la Dirección de Protección Civil destacó que, gracias a la presencia permanente de los elementos en templos y zonas de alta afluencia, así como a la pronta capacidad de respuesta, las celebraciones religiosas se desarrollaron con normalidad, en un ambiente de orden y sin riesgos para las y los asistentes.
El Gobierno Municipal de Villa de Pozos resaltó que la coordinación interinstitucional fue fundamental para garantizar la seguridad durante esta fecha de gran relevancia, al permitir que habitantes y visitantes celebraran el 12 de diciembre de manera tranquila y segura, siempre comprometidos con la prevención y el bienestar de la población.
Ayuntamiento de SLP
Demanada contra el Ayuntamiento asciende a 300 mdp por caso RICH
Galindo señaló que tras el accidente, el municipio actuó de inmediato sancionando al responsable del evento e inhabilitó a los organizadores
Por: Redacción
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Una carta con crayolas para el alma | Apuntes de Jorge Saldaña
APUNTES
Hace poco menos de veinte años, cuando la vida todavía tenía forma de casa compartida y de futuro en plural, aprendí una de esas lecciones que no se anuncian, no se presumen y casi nunca se cuentan. Me la dejó quien fue mi compañera excepcional —la persona que me acompañaba en la vida— junto con una década de recuerdos, una despedida sin rencores y una enseñanza que hoy, por primera vez, me atrevo a escribir.
Nunca he hablado de esto. No por falsa modestia, sino por una creencia muy firme: ayudar en silencio es la única forma honesta de ayudar. No quiero que esto suene a presunción ni a chantaje emocional. Es una crónica pero también un cuento verdadero, una anécdota que se quedó años esperando turno y que hoy les comparto a Ustedes mi Culto Público.
En los primeros años de nuestro matrimonio, una Navidad, el DIF Estatal la llamó —o ella llamó, no lo recuerdo bien— para preguntarle si quería hacerse cargo de una “cartita navideña” de un niño o niña de alguno de los albergues de San Luis Potosí. Dijo que sí. Me involucró de inmediato. Yo también dije que sí (Así funcionan las cosas cuando uno comparte la vida con alguien que tiene brújula moral)
La dinámica era sencilla: los niños escriben su carta; tú compras los regalos; alguien más se encarga de entregarlos.
Durante años fuimos el Santa Claus de infancias invisibles. Nadie lo sabía, nadie lo contaba. Los regalos solicitados eran modestos: muñecas, colores, carritos, tenis, peluches. A veces —con otra letra, más adulta— aparecían tallas de ropa o números de calzado. Las maestras metían mano, porque los niños no piden sudaderas o zapatos… pero las necesitan.
Y entonces llegó esa carta: Una hoja doblada a la mitad con un dibujo torcido que pretendía ser un arbolito de Navidad, y una frase que aún hoy me hace un nudo en la garganta:
“Me llamo Ana (no es su nombre)… tengo cinco años y en esta navidad quiero una bolsa de papitas…para mí sola.”
(Lo juro: cada vez que lo escribo, algo se me rompe un poco por dentro).
Aquí no hay sorpresa solamente.Hay culpa.Hay coraje.Hay rabia contra todos pero sobre todo contra uno mismo.Hay tristeza. Hay un espejo que desnuda.
Porque ante una niña que no ha podido tener en toda su vida una bolsa de frituras para ella sola, cualquier cosa es despilfarro.
Pensar en cualquier cuenta de restaurante, todos los excesos a los que luego uno se da el gusto. cualquier viaje innecesario o cualquier fanfarronería, pensar en todo lo que se tiene y andar ocupado como si eso fuera símbolo de éxito, mientras hay alguien que deposita su esperanza navideña en algo tan sencillo…
Ninguno de esos años conocimos a los niños. La institución se encargaba de entregar los regalos. Nos explicaron por qué: evitar vínculos. Muchos de esos niños cargan una herida de abandono. (Creo que esa herida es el requisito número uno para estar en un albergue…) Por lo tanto, conocer a alguien externo, generoso, tierno, y luego volver a perderlo, puede ser delicado, es decir el que llega… también se va.
Han pasado los años.Los agostos después de los julios. Los diciembres antes de los eneros.
No tuve crisis de cuarentón sin hijos (guiño, guiño), pero sí una crisis conmigo mismo: preguntas, silencios largos, rompecabezas sin imagen en la tapa. Los caminos de aquella mujer excepcional y los míos se separaron sin estruendo, sin terceros, sin odio. Un adiós que luego trajo muchas bienvenidas, unas largas, otras no tanto.
Pero la tradición siguió. Estoy seguro de que también del otro lado.
Solo, entre comillas, invité a otras familias: la de sangre y la otra, la del trabajo que con el tiempo se vuelve casa. Desde entonces nunca ha sobrado una cartita. Siempre hay más manos que papel.
Recuerdo que hubo una excepción triste: La de un amigo, de esos del chat de toda la vida, que estalló cuando le llevé la carta:
—Jorge, no tengo tiempo ni para mis hijos. No voy a ir a comprar una sudadera de “Lady Bug” para una niña que ni conozco. Diles que vengan a una de mis tiendas y que agarren lo que quieran.
Pensé, con tristeza: qué pobre es mi amigo.
Con todo lo que tiene, no le alcanza para regalar treinta minutos a una niña que no tiene nada… salvo un deseo dibujado con crayola. El que verdaderamente no tiene nada es él y de verdad me conduelo hasta la fecha.
Pero este año algo cambió: Por primera vez nos avisaron que nosotros (los “cartahabientes”) llevaríamos los regalos en persona . Pregunté por el tema de los vínculos. Me explicaron que las nuevas terapias permiten visitas cuidadas. Los niños no se apegan por un regalo.
—A diferencia de muchos adultos —pensé— que sí se venden por uno.
Llegamos y había 19 niñas y niños sentados en hilera sobre un escalón, esperando turno para romper la piñata.Tan pequeños.Tan vivos. Tuvimos todos que desempolvar de la garganta el “dale, dale, dale, no pierdas el tino”.
Antes, casi al entrar y verlos lo entendí de golpe: Mientras escuchaba el jalón de mocos o la voz entre cortada de alguno de mis compañeros, me di cuenta que los de la hilera en el escalón no estaban tristes…simplemente porque no saben que deberían estarlo.
Ellos no cargan su historia.La historia la cargamos nosotros, los de enfrente. Los extranjeros llenos de culpas.
Los que esperan turno por romper un jarrón que promete dulces, son las 19 almas más puras y energéticas de toda la colonia, quizá de toda la ciudad.
Y entonces nos incorporamos. Vi a Toño arrullar a un bebé dormido. A Charlie jugar a darle de comer a una muñeca. A Fermín repartir paletas y prender un pingüino bailarín.A Ana abrir un celular de juguete. A Adriana contar cuentos.
A mí me tocó jugar a las princesas… con una princesa. Una niña de cara luminosa que tenía la boca pintada de azul por una paleta enorme de esas mucho más grandes que sus pequeños dientes. Le pregunté su nombre varias veces. Nunca le entendí.
Entre otras cosas, me tocó llevar un cuento. Llevé tres de Oliver Jeffers: Cómo encontrar una estrella, Perdido y encontrado y De vuelta a casa. Historias simples que dicen lo que a los adultos nos cuesta décadas entender: que a veces nada está perdido; que volver a casa no siempre es regresar y que las estrellas no se esconden, solo que uno deja de mirar.
Mientras leía, entendí algo brutalmente sencillo: las respuestas que mis noches oscuras no me dieron durante años, estaban ahí, sentadas en un albergue.
El sentido de la vida no era una señal divina. Era un niño que vuelve a casa. Era levantar la vista. Era salir de casa, o de la cárcel interna, para dar un vistazo a los demás. En eso estábamos cuando una adulta nos interrumpió:
—¿Ya te dijo cómo se llama? —preguntó una maestra.
—Sí, pero no le entendí.
Se inclinó y me susurró:
—Se llama Flor… pero ella dice que se llama Flor del Campo.
Flor del Campo. Claro.
No era un nombre. Era una respuesta.
Los perdidos no están ahí. Estamos afuera. Las estrellas no están escondidas.
Y los que tenemos que volver a casa… somos nosotros. Entonces caí en cuenta que este año tuve la mejor cosecha: una Flor del Campo que me sanó el alma.
Gracias, Bárbara.
Gracias, Ximena.
Gracias a todos.
Jorge Saldaña.
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