#4 Tiempos
Notas sobre el patrianomio | Columna de León García Lam
VOLUTA
Me he topado por la calle a una “señorita de antes”, que es amiga mía, originaria de Cerro de San Pedro y me ha dicho lo siguiente: “me gusta mi pueblo, el Cerro de San Pedro como era antes, pero no en lo que lo han convertido… música fea, gente fea… es una cantina”, en ese momento llega a mi mente la nota del Sol de San Luis (19/05/22) que afirma algo similar, pero de la Ciudad de San Luis Potosí: el Centro histórico es una cantina: alcohol, fiesta y ruido, y luego regreso a la conversación con mi amiga y le digo: “… es eso que llaman gentrificación…” a lo que me responde: “¡Sabrá Dios, yo no sé qué es eso!”.
La gentrificación es un fenómeno que consiste en el re-aprovechamiento de un espacio deteriorado y en estado de abandono por agentes inmobiliarios con suficiente capital para reorganizar el espacio y volverlo rentable. Se aprovecha que esos predios son baratos para adquirirlos y volverlos cervecerías, cafés, tiendas de chácharas o restaurancitos de moda (y ahora mi mente me lleva a las Historias de Perros Callejeros de Luis Moreno sobre el Miniso, 6/01/22, que encuentra aquí en su portal La Orquesta). Esos espacios urbanos son reocupados sin habitarse, son re-colonizados, modificados y despersonalizados: resulta ser un fenómeno altamente preocupante porque desplaza y margina a los pobladores originales de su propio patrimonio, como mi amiga, que vivió y creció en Cerro de San Pedro y al ver en lo que se convirtió su pueblo, se le forma una perturbación tan o más grande que ver a la misma Minera San Xavier.
A unas cuantas horas de la conversación con mi amiga, en el Centro Histórico se quemaba la casa de la antigua Exposición. Fue un edificio magnífico, como todos lo de ese sector. Sí, ya lo había escrito en otros contrapuntos y volutas: esos edificios quizá son producto del colonialismo, del clasismo y elitismo (chivos expiatorios de nuestra nueva moral burguesa) y probablemente de la usurpación de bienes y recursos, pero para eso la historia pone a cada quién en su lugar y me pregunto si el lugar de mi generación en la historia era convertir esos espacios en locales para después, accidentalmente, quemarlos; entonces las llamas -al igual que dicen de los ladridos de los perros- han de ser señal de que vamos avanzando.
Hace unos días, un hombre delgado y de barba, se me acercó en el Jardín Colón. No lo conozco, pero me dijo que era profesor de inglés y también artista visual. Este hombre me preguntó si yo sabría qué hacer, porque para él, se está perdiendo el patrimonio histórico, se lo están robando -dijo- “es grave lo que está pasando, pero estamos como dormidos” . Es el patri-anomio, le respondí.
La anomia es la enfermedad social: ocurre cuando las instituciones no pueden cumplir la función para la que fueron hechas. Ocurre cuando las normas no tienen fuerza, cuando los significados pierden su sentido. La simulación, la depresión, la perversión y la corrupción son hijitas de la anomia. El patrianomio surge cuando una generación no quiere heredar a sus descendientes, les niega los significados, los margina del proceso de herencia, pero también ocurre cuando las generaciones herederas desprecian, ignoran o desplazan (repudian, dicen los abogados) la herencia de sus padres.
Hace poco, Ana, una colega de La Orquesta me preguntaba por los taquitos rojos, que si estaban en riesgo, y yo respondí que no, pero ahora me pregunto cuántas mujeres jóvenes actuales estarán aprendiendo de la abuela o de la tía a cocinarlos. ¿En el futuro habrá abuelas que enseñen a sus nietas a cocinar taquitos rojos? Esta pérdida en la transmisión de la herencia cultural es el patrianomio.
El patrimonio cultural, al igual que la educación tienen dos partes. Una que emite y otra que recibe. El fallo puede estar en ambas: ni hemos sabido heredar, ni tampoco recibir. Otra parte del problema está en el testamento: ni sabemos qué dejamos, ni qué recibimos, ni qué dejamos de recibir. La última parte del problema está en el gobierno: ¿quién se encarga de hacer los inventarios de nuestro patrimonio? ¿quién se responsabiliza por la pérdida del patrimonio? ¿quién hace valer la ley? Preguntas que les toca responder a varias administraciones de la Secretaría de Cultura, INAH y Secretaría de Educación Pública y que siguen en silencio, pero por lo pronto una muy importante
¿Hasta cuándo los potosinos podremos acceder a un padrón o inventario de bienes culturales que conforman nuestro patrimonio?
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#4 Tiempos
El Porvenir de Gerli y la eterna lucha barrial | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
Aquella noche en el barrio de Gerli, en la provincia de Lanús en Buenos Aires, el aire parecía teñido de historia: me acerqué al portón del Club Atlético El Porvenir, en Blanco Encalada 400, rodeado de otras instituciones barriales que comparten el paisaje. Entrar al predio es respirar un siglo de pasión llevada por vecinos, familias y generaciones.
Me recibió el viejo estadio Gildo Francisco Ghersinich cuyo césped guarda las huellas de aquellos fundadores anarquistas de 1915 con sus tablones, su cemento y esa capacidad para aliviar el alma de casi 14,000 simpatizantes. Imaginar su fundación y primeros ascensos, las historias de lucha para conseguir una cancha propia y su gloria en la B intermedia y profesional es entender por qué El Porvenir no es solo un club: es un refugio.
Me tocó conocer a Fede, hincha de toda la vida que cuenta cómo resistieron desde el ascenso hasta el triunfo en la Primera D en mayo de 2023, pasando por aquella legendaria victoria en Copa Argentina frente a Lanús, un símbolo del ascenso que sueña con ser grande de nuevo. Esta es la magia del fútbol íntimo, el fútbol romántico de los clubes de barrio: esfuerzo colectivo, identidad barrial y orgullo poblado de relato y sudor.
Pero la visita también mostró grietas profundas: la dirigencia que encabeza Enrique Merelas (presidente por más de cuatro décadas) no esquiva el conflicto. El Porvenir enfrenta una crisis institucional que pone en riesgo todo ese legado comunitario. En febrero de 2025, la AFA suspendió la afiliación del club tras una denuncia presentada por el intendente Julián Álvarez ante Personas Jurídicas, acusando al municipio de intentar intervenir en la entidad. La intención habría sido deslindar el control sobre El Porvenir, excluyéndolo de todos los subsidios y dejando al Porve a su suerte.
La respuesta del club no fue tímida: se presentó una denuncia penal contra Álvarez por abuso de autoridad, discriminación, violencia institucional y filtración de información confidencial, denunciando marginación y persecución institucional. Las pintadas amenazantes aparecidas en los alrededores del estadio contra Merelas intensificaron la tensión, y la dirigencia llamó a socios y vecinos a defender su autonomía.
Afortunadamente, en marzo la AFA levantó la desafiliación preventiva: El Porvenir pudo volver a competir en la Primera C, debutando oficialmente el 18 de marzo ante Club Mercedes, tras semanas de incertidumbre. Pero aún pesa sobre el club un futuro incierto y una dirigencia cuestionada por aquellos que entienden que 44 años al frente de una institución no pueden justificarse con tradición si dejan estancamiento y despoblación de sueños.
En mi paso por la sede sentí esa contradicción: el club late con fuerza colectiva, con un barrio que lo respeta y lo habita, mientras que en los despachos internos se libra una batalla política que podría definir si El Porvenir se preserva como corazón barrial o se apaga por políticas ajenas.
Este club resume lo mejor y lo más complicado del fútbol argentino: su capacidad de emocionar desde lo modesto y lo comunitario, sin más hierro que la camiseta blanca y negra heredada del Sunderland argentino, y sin más ambición que resistir como espacio de encuentro. Pero también muestra cómo la política pretende apoderarse del alma de los clubes y puede quebrar ese romance que lo hace único.
Mi visita a Gerli me dejó el eco de cantos que nacen en gradas humildes y el pulso firme de gente que no se rinde. Ojalá los clubes de barrio, como El Porvenir, sigan siendo faros de pasión y memoria, y ojalá sus dirigentes internos y externos entiendan que la máxima autoridad no es el poder político, sino el cariño del socio y la voz del barrio.
Ojalá un día en México, entendiéramos un poco del fútbol de barrio.
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#4 Tiempos
Medio siglo del FIS-MAT, en honor a Mat. Silvia Sermeño | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
En 1975 se realizó el primer Concurso Estatal de Física y Matemáticas para Escuelas Secundarias del Estado de San Luis Potosí, que ahora se conoce como Fis-Mat, el Concurso Regional Pauling de Física y Matemáticas que llega a estar conformado hasta por veintitrés concursos en las áreas de física, matemáticas, biología, química, astronomía, nanotecnología, ciencias naturales, ciencias del espacio, filosofía, donde participan estudiantes de primaria, secundaria y preparatoria. El Fis-Mat es el segundo concurso más antiguo del país y ha sido de cierta forma el conformador de los diversos concursos en México en las áreas en las que se enfoca, tales como las olimpiadas de física, matemáticas, química, etc.
El Fis-Mat es el único concurso de este tipo en el país y ha fincado toda una tradición. Con lo cual la edición 2025 del concurso marca cincuenta años de historia de uno de los concursos más importantes del país. Cada año el Fis-Mat es dedicado a un personaje relacionado con las áreas del conocimiento que abarca que haya destacado y contribuido al desarrollo de las mismas. Este año el concurso ha sido dedicado como un homenaje a la matemática Silvia Sermeño Lima por su papel desarrollado a lo largo de treinta años al desarrollo y enseñanza de las matemáticas en la Facultad de Ciencias de la UASLP, por lo que el Fis-Mat se ha denominado XLVI Concurso Regional “Pauling” de Física y Matemáticas “Silvia Elvira Sermeño Lima”.
El Fis-Mat nació como una iniciativa para alentar el estudio de disciplinas científicas en los jóvenes mexicanos con énfasis en los potosinos, apoyando su formación con actividades extraescolares y despertando vocaciones. Fue una iniciativa de los estudiantes de la antigua Escuela de Física y del dos veces galardonado con el Premio Nobel, el Dr. Linus Pauling, por lo que ahora asume su apellido y se dedicada a un personaje en especial como en esta ocasión es la Mat. Silvia Elvira Sermeño Lima.
Silvia Sermeño Lima estudió matemáticas en El Salvador su país natal y vino a México a continuar sus estudios y desarrollarse profesionalmente. En 1981 ingresó como profesora a la entonces Escuela de Física de la UASLP a colaborar en el desarrollo de la carrera de profesor de Matemáticas que acababa de iniciar actividades, así como encargarse de los cursos básicos formativos de las carreras de física y electrónica que existían en aquella época. Posteriormente se abrirían más opciones profesionales en el área de matemáticas y estaría participando en la formación de esas nuevas carreras de matemáticas.
Su labor en la ya Facultad de Ciencias fue intensa y estuvo a cargo de materias de matemáticas y formando a los jóvenes interesados en esta disciplina, en especial a quienes deseaban dedicarse a la enseñanza de las matemáticas en los diversos niveles educativos.
Su profesionalismo y dedicación en la educación y formación de matemáticos en San Luis Potosí fue determinante para consolidar este proceso que en la actualidad sigue siendo formador de matemáticos por la Facultad de Ciencias de la UASLP a nivel licenciatura y de posgrado en las áreas de educación matemática y matemáticas aplicadas.
Como un reconocimiento a su labor en la Facultad de Ciencias desde 1981 hasta el año 2009, cuando se jubiló como profesora de matemáticas se le han dedicado los trabajos del XLVI Concurso Regional “Pauling” de Física y Matemáticas, asignándole su nombre en este marco conmemorativo de medio siglo de existencia de tan importante concurso, donde se han dado cita estudiantes del nivel básico de diversos estados del país y que ha sembrado toda una tradición en nuestro estado.
Felicidades a la Mat. Silvia Elvira Sermeño Lima, y al Fís-Mat.
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#4 Tiempos
El poder y los tigres que llevamos dentro | Columna de León García Lam
LA VOLUTA
Trump está en el aparador internacional acusado -otra vez- de un escándalo sexual. Quiero aprovechar ese caso -y otros- para comentar que, cuando alguien ostenta una dosis de poder, algo en su interior se desata. ¿Por qué ese descontrol adquiere casi siempre un tinte sexual? ¿Por qué políticos, sacerdotes y artistas son recurrentemente acusados de sexualidad desbordada? Y, sobre todo: ¿por qué deberíamos vigilar especialmente el comportamiento sexual de quienes ostentan cargos públicos?
Vayamos a las civilizaciones clásicas, aquellas que asociamos con bacanales y hieródulas. ¿No prueban esas civilizaciones que el desenfreno sexual es una constante de la naturaleza humana? En efecto, pero hay una diferencia clave: aquel desenfreno era ritualizado y regulado. Si nos parece escandaloso solo es porque lo juzgamos con nuestra moral. El verdadero exceso ocurre cuando se transgreden las normas de la propia época: piense usted culta lectora de La Orquesta, en Calígula o Nerón, cuyas prácticas nefandas —que conocemos por Suetonio—escandalizaron incluso a sus contemporáneos.
Ante el riesgo del desenfreno, las primeras comunidades cristianas optaron por una solución radical: si el poder corrompe, mejor amputar la sexualidad de quienes lo ejercen. Así nació el celibato sacerdotal. Hoy sabemos que la estrategia clerical fracasó en incontables casos—como los “sobrinos” que eran hijos y las “amas de llaves” que eran concubinas—, pero reconozcamos que la intuición católica fue certera: lo reprimido se desata con el poder.
Freud nos ha gritado la respuesta que buscamos en su famoso libro El malestar de la cultura. La civilización exige reprimir nuestros deseos: trabajamos cuando queremos dormir, callamos cuando ansiamos gritar. Esas renuncias se acumulan en el inconsciente como energía latente. No hay ser humano—hombre o mujer— que escape a este control de la voluntad. Todos llevamos tigres agazapados en la psique , esperando su momento de saltar, sacar las garras y desenfrenarse.
He aquí el problema: cuando alguien accede al poder —político, económico o social—, sus tigres hambrientos quedan en libertad. El brillo en los ojos del recién investido es la alegría de la fiera que siente la cercanía de sus presas. Trump es el ejemplo obvio, pero basta mirar alrededor para encontrar casos nacionales y locales —políticos, empresarios, artistas— que usaron su influencia para liberar demonios personales. Redes de niños y niñas, secretarias, alumnas, asistentes, clientas, chicos y chicas buscando fama y un largo etcétera.
¿Está mal ser un libertino? Me parece que no. Siempre y cuando los actos empleados no sean por medio del poder público o en contra de las leyes civiles.
Si exigimos declaraciones patrimoniales a los funcionarios, para garantizar que no se hinchen de dinero con el erario, quizá deberíamos pedir también “declaraciones mentales”. Porque todo poder libera a las bestias interiores.
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