noviembre 22, 2025

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#4 Tiempos

Los misterios tras el caso Scanda vs. Maru Castro | Apuntes de Jorge Saldaña

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APUNTES

 

A los de Rioverde nos gustan las Chancaquillas, las enchiladas, el revoltillo picoso, refrescarnos en los canalitos, Media Luna o los Antiojitos, echar “bironga” en el boulevard, las elotizas y vacilar con los amigos. Pero que quede muy claro que lo que no nos gusta nada, nadita, es que nos señalen injusta y nada más porque se puede, de mentirosos y embusteros.

Mucho menos nos gusta que se haya exhibido, juzgado públicamente y enviado a picota social a una mujer nacida en la tierra de Dios y María Santísima (los de Rioverde nacemos donde se nos pega la gana, parafraseando a mi tía Chavela Vargas…) comprando un montaje perverso que violentó honor, reputación, derechos políticos, y a su género.

Estoy hablando del penosamente sonado y circulado asunto de la denuncia que interpuso la señorita Scanda Guadalupe Aranda Escalante, en contra de su congénere (mujer contra mujer pero eso es una canción) María Eugenia Castro Anguiano.

Antes de continuar hay que tomar nota de los siguientes nombres : Yolanda Pedroza Reyes, Rigoberto Garza de Lira y Dennise Adriana Porras Guerrero. ¿Ellos qué tienen que ver? Ah, pues siga leyendo mi querido y Culto Público para saber sobre los intereses de este triduo de magistrados electorales, los vaivenes oscuros (por no decir enjuagues) que tienen veladamente con el Congreso del Estado y hasta el juego de “a ver quién parpadea primero” entre tres personajes del panismo local. ¿Todo eso tiene que ver con Maru y Scanda? Pues sí, y si me permite le platico.

Si en mis días de claustro con voto de silencio y castidad este planeta tuvo un salto espacio-temporal a la edad media pues ¡Avisen! , de otra forma no me explico cómo algunos medios de comunicación compramos un montaje complejo, fraguado en los más tupidos berenjenales de la “grilla” (porque no es política) local.

Qué vergüenza, nadie se dio a la tarea de buscar la otra versión, el otro lado de la moneda, la otra historia, o por lo menos escuchar a la contraparte.

Pero pongamos las cosas en orden y expliquemos con naranjas (de la mera Zona Media) el asunto:

El tribunal electoral hace unos días arrebató mediante sentencia a María Eugenia Castro su posición como segunda regidora de representación proporcional en la del próximo cabildo capitalino.

El motivo y fundamento para tal sentencia fue que, María Eugenia Castro supuestamente habría intentado inscribirse al mismo tiempo como integrante de la planilla pero en el municipio de Rioverde. Asunto absolutamente prohibido, incongruente y previsto por la Ley.

¡Qué bárbara! ¡Cómo se le ocurre! ¡Cuanta desvergüenza! ¡Se quiso pasar de lista! Que “dramática y tétrica historia”- dijo alguien- pero… ¿Fue cierto? ¿María Eugenia solicitó en ambos municipios constancia de residencia? ¿Les consta? ¿Se la dieron? ¿Cumplió con los requisitos en los dos municipios? ¿Se inscribió en la convocatoria panista de la capital y la tierra de Dios y María Santísima? ¿Es María Eugenia Castro Anguiano, profesionista, panista de estirpe, empresaria y políticamente informada por oficio lo suficientemente tonta para haberlo hecho?

A responder todas estas preguntas me aboque, Culto Público, en mis prolongados tiempos de sinquehacer y encontré respuestas.

Descubrí el otro lado de la historia y desmenucé la otra versión. Hablé personalmente con el secretario general de Rioverde, Rubén González Juárez, tengo a la vista la sentencia del tribunal, los testimonios y alegatos de los involucrados, los oficios al CEEPAC, la convocatoria panista para participar en las planillas municipales, la copia de los registros, las declaraciones de procedencia, y hasta comprobantes de servicios domiciliados en San Luis Potosí a nombre de María Eugenia, testimonios de compañeros de universidad que la conocen, su registro de su empleo ininterrumpido por 2 años 6 meses y 19 días en el Ayuntamiento capitalino confirmado por la Auditoría Superior del Estado y nada más me faltó hablar con un vecino de ella en la colonia Virreyes que no quiso abrirme la puerta (supongo que por mi descuidado y sucio aspecto).

Con todo lo anterior a la mano, es que puedo sostener que no hay evidencia, no existe, de que María Eugenia Castro Anguiano hubiera solicitado la constancia de residencia en Rioverde, ni solicitud de registro a los órganos panistas como integrante de alguna planilla para participar allá.

Si alguien, en su nombre lo solicitó con mala o buena fe, es irrelevante, el secretario general del Ayuntamiento rioverdense no expidió el documento, el original está en su escritorio bajo llave porque nadie fue a recogerlo y además se encuentra cancelado porque el o la solicitante no aportó ninguna documentación que hiciera posible comprobar su residencia de 2 años en aquel municipio.

Lo anterior consta en la declaración de González Juárez al Tribunal y en entrevista personal con éste aprendiz de reportero. ¿Cómo obtuvo Scanda Guadalupe y suplente en la planilla, dicho documento? ¿Tuvo acceso a la oficina del Secretario? ¿Un documento NO entregado y cancelado tiene validez? ¿Ya acepta el tribunal copias simples como pruebas contundentes? ¿Por qué se ignoró a la autoridad competente un asunto tan neurálgico como la cancelación y no expedición oficial del documento?

Es por demás extraño y misterioso, que la suplente de Maru Castro enterada de la situación desde el principio, no hubiera interpuesto recurso alguno en las fechas previstas por la autoridad para impugnar el registro de la planilla potosina y lo hiciera vencidos los tiempos, pasada la elección y arrancado primero el linchamiento mediático que el proceos jurídico.¿Se le pasó? ¿No sabía en donde radicaba su compañera de fórmula? ¿Se enojaron?

Si lo expuesto es extraño, prepárese para el siguiente: Existen dos documentos distintos de solicitud de registro a la comisión panista para integrar una planilla edilicia en Rioverde, uno original SIN firma de ella, y otro, que recibió el Tribunal en “copia simple” en el que aparece una rúbrica que, a todas luces falsificada o editada  (ya decidirán los peritos) basta ver la diferencia entre la rúbrica “aparecida” y la firma de la credencial de elector de la hoy expuesta al escarnio.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Habría que preguntarse si de haber querido hacer “chapuza” y la maliciosa intención de registrarse en dos planillas ¿No lo hubiera firmado? Digo, si el original NO tiene firma, ¿Por qué acepta el tribunal una copia simple que pudo ser fácilmente editada como prueba incontrovertible?

Todavía hay mas: La convocatoria Panista señala puntualmente que los interesados en participar en las elecciones municipales lo debieron hacer en grupo, es decir, registrar a toda la planilla completa (11 titulares y 11 suplentes) en cada municipio.

Si María Eugenia quiso (suponiendo sin conceder) inscribirse en el sexto lugar de la planilla Rioverdense ¿En dónde están los otros 21 integrantes de la planilla? No existen.

En el caso de la tierra de las dulces naranjas, hubo una sola planilla registrada (anexo el documento de la comisión panista) y en esa planilla única NO aparece por ningún lado la multicitada y hoy sentenciada Maru Castro, como sí lo hace desde el 12 de febrero el la lista de la capital potosina.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Queda claro que la expuesta al escarnio y tachada de mentirosa, no estaba interesada en participar en ese municipio, simplemente por eso no se registró, no firmó, no solicitó constancia de residencia, no la recogió y no aparece en la planilla que inscribió su partido en el CEEPAC. ¿Entonces?¡

Al más ruin y sangriento narcotraficante, o la más boba fardera, se les respeta su identidad y su presunción de inocencia. A María Eugenia Castro, simplemente se le expuso al escarnio, con foto y toda la cosa, se fraguó un texto en un solo sentido cocinado con malicia y dicen que hasta una Cruz volteada. Se consumó el montaje. En serio que el caso está para ponernos a llorar “como la Verónica” (así decían las abuelitas). Le cayó la turba iracunda a la Rioverdense y el Tribunal le encajó la espada.

La hoy defenestrada (y exhibida de mentirosa que es lo que cala) se desempeña desde hace 2 años 6 meses y 19 días en la oficina de Comunicación Social del Ayuntamiento Capitalino, pero viviendo allá (como asume el tribunal) ¿Cómo le hizo para ir y venir de Rioverde a SLP y checar todos los días a las 8 de la mañana?

Consta en la UASLP que Castro Anguiano cursó la carrera de Ciencias de la Comunicación de 2013 al 2017, realizó su servicio social en 2018 y enseguida se integró al campo laboral en el gobierno municipal. ¿También iba y venía todos los días a pernoctar en Rioverde y estudiar en San Luis? ¿Para qué vivir entonces un domicilio con servicios a su nombre desde el 2013 en la colonia Virreyes?

Si cualquier hijo de vecino (sin nombre ni rostro) va y solicita una constancia de residencia de su servidor en Ciudad Juárez, y la elaboran, ¿quiere decir, sin lugar a dudas, que yo tengo intenciones de participar políticamente en la tierra del desaparecido Noa Noa?

Por el otro lado, Scanda Guadalupe, trabaja en el Partido Acción Nacional desde hace algunos años, primero como auxiliar administrativa y actualmente con un cargo ratificado como “secretaria de promoción política de la mujer” (vaya ironías) ¿No pudo tener acceso a documentos enviados al archivo muerto por la comisión auxiliar de elecciones de planillas no registradas o documentación de primera mano de miles de afiliados panistas? ¿Quién se beneficia con un puesto de regidora al tribunal inhabilitar a Castro Anguiano?

A los panistas les gusta eso de pertenecer a “manadas”, María Eugenia Castro está identificada por ejemplo con Xavier Azuara, Scanda Guadalupe Aranda por su parte, se le reconoce de pertenecer al grupo de Juan Francisco Aguilar. ¿De verdad se van a pelear estos dos personajes por una regiduría más? ¿Vale la pena semejante escándalo por una posición más?. Creo que no va por ahí.

¿Recuerda los nombres de los magistrados que le mencioné en el cuarto párrafo de éste texto? Bueno, pues esos tres magistrados podrán repetir en su cargo o retirarse del mismo en los próximos meses, y eso se define a través de una votación en el Congreso del Estado.

Tener votos en el legislativo, significa permanencia y buen destino en el poder judicial y para los diputados, tener un favor que cobrar a los encargados de impartir justicia resulta una ficha muy valiosa.

¿Ya me entendió? Esto no es asunto de una regiduría, ni de un pleito mezquino panista, sino en de una recolección de activos para intercambiar en el futuro. Es comprar barato para vender caro. Unos le dicen tráfico de influencias, yo no, porque no soy abogado.

Lo que son las casualidades bien chistosas: el abogado de Scanda Guadalupe de nombre, Manuel Velázquez, es el mismo abogado del actual diputado local, diputado electo y próximo diputado local, Rubén Guajardo.

Entre hoy miércoles o mañana jueves, el CEEPAC tendrá que tomar un acuerdo para determinar si se le asigna la regiduría en cuestión a la suplente de María Eugenia, o determina que sea el partido quien designe el nombre de quien ocupe dicho escaño.

Mientras tanto, ayer por la noche se ingresó una impugnación para la protección de los derechos político electorales de María Eugenia Castro ante el Tribunal electoral de San Luis Potosí.

El asunto no está concluido por lo que no se puede uno fiar de cuanta mentira se circula por ahí.

Recuerde, Culto Público, que hasta la Biblia advierte sobre los falsos profetas, esos que hablan en nombre de Dios pero… bueno. Adiós porque ya casi se me cae la ceniza de mi cigarro.

Hasta la próxima

Jorge Saldaña

@laorquesta.mx

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#4 Tiempos

CONCACAF 2026: una eliminatoria que dejó heridas

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TESTEANDO

La eliminatoria rumbo al Mundial 2026 dejó a Centroamérica enfrentándose a una realidad incómoda, la región quedó rezagada, incluso en un formato que otorgaba más margen que nunca. Pero dentro del golpe generalizado hay dos historias que llaman la atención por un matiz muy particular: Costa Rica y Guatemala, dos selecciones que depositaron su confianza en cuerpos técnicos mexicanos, y aun así terminaron sin lograr el objetivo.

Costa Rica, acostumbrada a ser el referente de la zona, apostó por la experiencia mundialista de Miguel Herrera. El proyecto prometía solidez táctica y un recambio generacional más ordenado, pero el equipo tico terminó atrapado entre la transición y la urgencia. Hubo partidos en los que se notó el intento de reconstrucción, de darle al equipo un sello reconocible; aun así, los errores puntuales, la falta de contundencia y la presión acumulada hicieron que el proceso no alcanzara para sostener la clasificación.

El contraste con su historia reciente, esa en la que la identidad costarricense parecía inquebrantable, se volvió más evidente con cada partido. Y aunque el trabajo del cuerpo técnico mexicano aportó claridad, la estructura que lo rodeaba simplemente no acompañó.

Por su parte, Guatemala vivió una ilusión distinta. Su selección, dirigida por Luis Fernando Tena, llegaba con el impulso de procesos juveniles más visibles, estadios llenos y un entusiasmo que no se veía desde hacía tiempo. El entrenador buscó ordenar el juego, potenciar la intensidad y darle continuidad a una generación que prometía competir de igual a igual. Durante varios momentos pareció posible: se jugó con valentía, se propuso, se soñó.

Pero otra vez, cuando llegó la hora decisiva, el proyecto se quedó corto. La falta de profundidad en el plantel, la ausencia de una estructura sólida que sostuviera la idea y algunos errores en partidos clave terminaron apagando una posibilidad histórica. Dolió especialmente porque, por primera vez en mucho tiempo, Guatemala parecía estar a un paso real de dar el salto.

Los dos casos, diferentes en matices pero similares en desenlace, plantean una reflexión inevitable: los entrenadores pueden cambiar intenciones, pero no pueden corregir solos la falta de una estructura profunda. México exportó cuerpos técnicos preparados, con propuestas claras y trabajo serio, pero se toparon con federaciones que arrastran inestabilidad, con ligas de nivel irregular y con proyectos que no siempre se sostienen más allá del resultado inmediato.

Mientras tanto, otras selecciones del resto de la confederación, particularmente varias del Caribe, han entendido la importancia de profesionalizar sus procesos. Semilleros más organizados, continuidad en los banquillos, inversión en atletas jóvenes y una visión a futuro que ya empieza a dar frutos. El contraste explica mucho del presente centroamericano.

Lo sucedido rumbo al 2026 no es un simple fracaso deportivo, es un síntoma.
Costa Rica tendrá que reencontrarse con su esencia y permitir que su proyecto sea más grande, reconstruir incluso su liga y voltear a sus fuerzas básicas para volver a exportar jugadores.
Guatemala tendrá que transformar su ilusión en un plan sólido que no dependa de inspiraciones aisladas, así como intentar invertir en infraestructura que fomente la práctica profesional del deporte.

El Mundial 2026 se jugará en la zona, pero Centroamérica estará ausente, tan solo Panamá representará a la región, en un momento que parecía histórico, casi todos quedaron a deber.

La pregunta no es por qué fallaron esta vez, sino cuánto tardarán en reconstruirse para volver a competir de verdad.

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#4 Tiempos

La IA, periodismo, y la coartada perfecta | Apuntes de Jorge Saldaña

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riesgos de legislar sobre IA

““Vivimos bajo tormentas de datos que no construyen verdad sino ruido”. La información, desanclada de la confianza, se vuelve atmósfera. Y en atmósfera turbia, cualquiera puede gritar “fuego” y llamar a los bomberos, o “deepfake” y zafarse de la comisión de un delito”

Por: Jorge Saldaña

Hay épocas en las que la tecnología acelera más rápido que la ley en una carrera en pista sinuosa, de esas con curvas tan cerradas que hasta el volante tiembla.

Estamos ahí. La inteligencia artificial (IA) ya es capaz de imitar una voz al grado de confundir a tu mamá, de injertar un rostro en un cuerpo ajeno con precisión perfecta, de producir un “comunicado oficial” con sellos y sintaxis idénticos a los originales. Qué peligroso.

No obstante, lo que de veras me quita el sueño (y eso que soy dormilón) no es solo lo que la IA puede fabricar, sino lo que su misma sombra puede desmentir, es decir, que lo verdadero sea tirado a la basura señalándolo a la ligera como “irreal”.

Dicho en pocas palabras: sí temo a la mentira hecha con IA, pero temo más que la IA se vuelva la coartada perfecta para negar la verdad. ¿Me explico?

Pienso en un audio que exhibe una extorsión, en una foto que capta a un político con un criminal, en un contrato auténtico que documenta un desvío.

Con la reforma aprobada en San Luis Potosí (con tan solo 10 días de análisis) que tipifica el “uso indebido” de IA para provocar alarma, alterar la paz social, o dañar la imagen de un tercero, creo que nos pone a todos, pero aún más a los que nos dedicamos al periodismo, en un altísimo riesgo de que la primera reacción del involucrado no sea la responder al fondo, sino señalar al mensajero: “Eso lo creó la IA”, y entonces deberá ser el reportero, y no el delincuente exhibido, el que deberá de demostrar que su evidencia no es sintética o artificial, o se va al bote.

Invertimos la carga de la prueba: del hecho al emisor; del culpable al periodista.

No exagero: Artículo 19 ya advirtió lagunas de precisión en conceptos como “alarma pública” o “paz social” (que son ambiguos y propensos a la interpretación) y un riesgo de discrecionalidad que podría alcanzar desde la crítica política hasta la edición creativa.

Es cierto, la iniciativa del diputado Héctor Serrano, incorpora exclusiones para fines periodísticos, académicos, artísticos y de parodia “siempre que no exista dolo y se indique expresamente ese carácter”. Bien intencionado, sí. ¿Suficiente? No, porque el campo de juego queda resbaladizo y no hay árbitro judicial ni peritos especialistas en el tema.

Las modificaciones al Código Penal producto de la iniciativa de regulación a la IA, no define con precisión cómo demostrar el dolo, qué es alarma y, sobre todo, quién y cómo lo acredita.

Byung-Chul Han lo dijo en su libro Infocracia, (que me gusta mucho citar): “vivimos bajo tormentas de datos que no construyen verdad sino ruido”. La información, desanclada de la confianza, se vuelve atmósfera. Y en atmósfera turbia, cualquiera puede gritar “fuego” y llamar a los bomberos, o “deepfake” y zafarse de la comisión de un delito.

Nuestro tiempo es el de la sospecha permanente, la duda como política de Estado.

El tema me recuerda a Orson Welles que lo anticipó en 1938 con La guerra de los mundos: una ficción radial que, contada como boletín, desató pánico.

Hoy no necesitamos actores; bastan modelos generativos, un par de clics y un algoritmo de difusión.

Imaginen —no es ciencia ficción— un boletín “verosímil” de la Sedena ordenando toque de queda; una “conferencia” de la presidenta aceptando una invasión o un “video” de un presunto homicida de un estudiante de Estomatología confesando un delito… (saben a lo que me refiero).

¿Qué tal que el homicida alega que el video que se filtró fue hecho con Inteligencia Artificial? ¿Se va a perseguir al medio que lo difundió? En una de esas, hasta el homicida sale libre…¿Ya me entiende, Culto Público a lo que me refiero, me preocupa, y me da comezón?

La IA escribe el guion; las redes, el miedo.

Ahora bien: San Luis Potosí ya legisló. ¿Hacía falta? Sí. Pero… ¿Así? ¿Tenemos la suficiente fortaleza académica, experiencia profesional y capacidades para fundamentar una legislación sobre esta materia que nos va ganando la carrera? ¿No será esto un acelerón en plena curva?

El que esto escribe, aprendiz de reportero, alcanza a ver al menos tres riesgos que no podemos ignorar:

1) La coartada perfecta del poderoso.

Frente a una investigación sólida, la respuesta fácil será: “es IA”. Si la norma deja ambigüedades, el periodista puede terminar litigando su autenticidad en vez de publicar, y esto puede generar un efecto inhibidor, una autocensura preventiva por miedo a ser acusado de crear “realidades sintéticas”.

2) La puerta trasera de la censura.

Cuando “alarma social” o “paz pública” no tienen parámetros verificables, cualquier pieza incómoda puede ser encuadrada como “desestabilizadora”. Hoy se promete que no; mañana basta un fiscal con prisas o un juez con miedo o a modo.

3) La prueba imposible.

En la práctica forense, demostrar que algo no fue generado por IA requiere peritajes especializados, sellos de procedencia, cadenas de custodia digitales. No los tenemos para temas como la IA ¿Quién los hará? ¿Con qué estándares? ¿Con qué independencia? Si no definimos eso, la balanza se inclina contra el informador.

Ante ello, creo que necesitamos definiciones más concretas, cerradas y taxativas, lo mismo que una “mente culpable” o como dicen los abogados una Mens rea probada, exigir dolo específico: intención de provocar alarma…me-di-ble y no de “sensación” de la misma.

Además, si alguien alega que una pieza es sintética o fabricada, que lo acredite con peritajes de laboratorios independientes (no “peritos de parte” -que además no hay en SLP- a modo).

Los periodistas también tenemos que tener garantías reales y no meramente declarativas.

Efectivamente hay una exclusión en la iniciativa aprobada para el ejercicio del periodismo, arte, academia y sátira, sin embargo, ¿quién garantiza que opere en los hechos, cuando alguien -como dije arriba- nada más porque sienta calor le llame a los bomberos…?

No se trata de negar el dilema —que es brutal y de múltiples aristas—, sino de evitar que la cura mate al paciente. Porque, paradójicamente, la IA que nos amenaza con fabricar mundos, también puede servir para validarlos.

A ver, para Usted mi Culto Público, le comparto dos escenarios de pesadilla y uno de esperanza:

Un “Falso con consecuencias reales”: Un “comunicado” apócrifo de Protección Civil que ordene evacuar colonias. Pánico, saqueos, accidentes. Nadie herido por la IA; todos por la estampida.

Un “Verdadero desmentido como falso”: Un video auténtico que documenta un abuso policial. Los responsables gritan “deepfake”, “IA”, un juez timorato concede medidas cautelares, y el reportero enfrenta proceso. La evidencia muere antes que el delito.

Uno de esperanza: que la norma haga lo que promete: perseguir mentiras sintéticas dañinas, proteger a víctimas (como las 400 estudiantes de Zacatecas) y blindar la crítica. Se puede, si se afina y lo hacemos de forma acompañada y profesional. No a la ligera.

La delgada línea entre vigilar y castigar —permítanme el guiño— no debería cruzarse hacia castigar al que vigila. La prensa, con sus errores y excesos que a veces tenemos (no me subo al púlpito ni tiro la primera piedra), sigue siendo el semáforo en una avenida oscura: si se apaga “por seguridad”, lo que viene no es orden, sino una carambola con trágicas consecuencias.

Cierro con una imagen. La IA es el Orson Welles de nuestros tiempos: puede narrar invasiones que no existen y desmentir revoluciones que sí ocurrieron. La diferencia será si, en San Luis, ponemos reglas claras, peritos que sepan, y un principio simple grabado en piedra: a la verdad no se le pone grillete; a la mentira, sí.

Insisto, si lo hacemos bien, con profesionalismo y sin miedo, quizá esta vez la radio hablando de marcianos no provoque pánico, sino lucidez.

Mañana será el diputado de Morena Carlos Arreola (qué casualidad) el que anuncie el desarrollo inmediato de foros con ciudadanos, académicos, especialistas, periodistas, abogados y otros grupos para discutir, plantear y afinar la iniciativa aprobada. Aunque lo convoque Arreola, ni modo, me apunto.

Nota: Esta columna no fue redactada con IA, sino con MIR (Mi Ignorancia Regular).

Hasta la próxima.

Yo soy Jorge Saldaña.

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#4 Tiempos

Francisco Gándara, primer ingeniero higromensor potosino | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

En 1886 se titulaba de ingeniero en el Instituto Científico y Literario de San Luis Potosí un joven que aportaría al estudio y solución de problemas de sistemas hídricos en la población, así como contribuiría y sería testigo de uno de los acontecimientos científicos más importantes a nivel mundial y que impacta en la sociedad actual, la comunicación inalámbrica, el joven en cuestión Francisco de la Gándara.

Sobre este personaje ambientado en el San Luis potosí de 1886 escribí un artículo que puede consultarse en: San Luis Potosí en 1886, esplendor de la alta cultura potosina: https://www.researchgate.net/publication/394853478_San_Luis_Potosi_en_1886_esplendor_de_la_alta_cultura_potosina

En 1885 se abría en San Luis Potosí el Liceo Científico y Literario “José María Morelos”, fundado por los estudiantes del Instituto Científico y Literario que habían sido expulsados de este por el gobernador del estado. De esta forma el 23 de febrero de 1885 el Liceo abría sus puertas para que los estudiantes expulsados pudieran continuar sus estudios. 

El director del Liceo y parte de sus profesores serían alumnos aventajados del Instituto que habían sido expulsados. Entre ellos se encontraba Francisco Gándara, alumno de excelencia del Instituto, en su momento ayudante de Francisco Estrada en algunos de sus experimentos y demostraciones en la cátedra de física. Este personaje tendría un papel importante y se convertiría en uno de los ingenieros egresados del Instituto Científico y Literario.

Los alumnos del Liceo que terminaban sus estudios superiores en esa institución, podían presentarse al Instituto Científico y Literario para examinarse en las materias que tenían pendientes en el Instituto después de cursarlas en el Liceo. Así, el 5 de septiembre de 1885 se examinaba en el Instituto Científico y Literario el alumno expulsado Francisco Gándara que era catedrático de física en el Liceo Morelos

; Gándara fue examinado en topografía y mecánica siendo calificado por el jurado con PB en ambas materias.

A fines de 1886 Francisco Gándara se titulaba como ingeniero topógrafo e higromensor en el Instituto Científico y Literario de San Luis Potosí y ofrecía sus servicios profesionales como tal en la cuarta calle del Apartado número 52, ahora calle de Francisco I. Madero.

Gándara con el tiempo se convertiría en un reconocido ingeniero experto en perforación de pozos y quien terminó la construcción de la Presa de San José.

En su época de estudiante de la cátedra de física, de 1881 a 1882, ayudó a Francisco Javier Estrada en sus experimentos de comunicación y fue testigo de los experimentos de comunicación inalámbrica que sería una de las aportaciones extraordinarias y de primicia mundial realizadas en ese año de 1886.

En 1897 Gándara recordaba, al anunciarse el descubrimiento de Marconi de la comunicación inalámbrica y que la prensa local y nacional promovía con loas a su autor, que dicho descubrimiento había sido realizado más de diez años antes por el potosino Francisco Javier Estrada en pleno centro de la ciudad de San Luis Potosí y en el edificio donde profesaba su cátedra de física. Para entonces, el olvido sobre la obra de Estrada y su persona, ya hacia acto de presencia, y sus motivos deben ser dignos de estudio.

Francisco Gándara, estudiante del curso de física que dictaba Estrada, narra, su reacción ante la noticia del experimento de Marconi, asegura que el tema fue para él, nada sorpresivo, pues él, al igual que sus condiscípulos, pudieron presenciar la comunicación telegráfica sin hilo conductor, tanto en el aire (en el espacio dice Gándara) como a través de la tierra (refiriéndose a la detección de temblores de tierra). Refiere Gándara que los experimentos con los más mínimos detalles quedaron consignados en los libros en que Estrada apuntaba el resultado de sus grandes estudios. Libro que infructuosamente, hasta el momento, hemos buscado y que representa un tesoro para la historia de la ciencia y para la historia de nuestra propia cultura.

Gracias a Francisco Gándara sabemos detalles de esos históricos experimentos de Estrada, al ser participa en ellos y registrarlos en su diario de experimentos.

“Al que esto escribe, discípulo del Sr. Estrada por aquellos años, cúpole en suerte ayudarle en la práctica de sus experiencias, para las cuales por la imposibilidad en que el sabio electricista se encontraba, necesitaba el concurso mecánico de alguien, y ¡cuántas veces me dejó sorprendido del resultado maravilloso de sus ideas que yo ejecutaba sin conciencia!

Yo mismo escribí de mi puño y letra la teoría del descubrimiento que hoy como de Marconi se presenta y asenté los experimentos que llevábamos a efecto con magníficos resultados, así como muchísimos de los frutos de la singular ilustración y gran saber del Sr. Estrada”.

Francisco Gándara (1897)

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