#4 Tiempos
Los malos ejemplos | Columna de Juan Jesús Priego
LETRAS minúsculas
La mujer ganaba limpiamente, como se dice, la fabulosa cantidad de doscientos mil pesos mensuales. Sin embargo, la expresión limpiamente, aquí, no quiere decir “libres de polvo y paja”, sino, más exactamente, “sin mancharse un dedo”, pues la mujer no hacía para ganárselos absolutamente nada. A veces, es verdad, se la veía en la oficina emprendiendo ágiles caminatas por entre los escritorios de sus subordinados, aunque lo más común es que no se la viera en la oficina de ninguna manera.
Una vez fui a buscar a esta mujer porque necesitaba entregarle unos documentos, y he aquí lo que sucedió:
-Perdone, estoy buscando a la señora M –dije amablemente a una joven que debía ser, con toda seguridad, su secretaria.
-Ahora mismo se encuentra en una reunión.
-¡Otra reunión! Perdóneme el espanto, pero es que ayer me dijo usted lo mismo.
–Sí, es posible que ayer le haya dicho lo mismo. Pero es que la licenciada es una mujer muy importante. Casi todos los días tiene reuniones.
-Si me dijera usted en qué punto de la ciudad está teniendo lugar esta junta o lo que sea, yo podría ir hasta allá a buscarla. Lo que pasa es que me urge verla.
-No puedo decírselo.
Ya me imaginaba yo a qué clase de reunión se refería esta secretaria fea y fiel: a una reunión con su esposo y sus hijos viendo cómodamente en casa alguna serie en Netflix. De cualquier manera, no me habían engañado: la señora M se hallaba, efectivamente, en una reunión.
-Bueno, volveré mañana –dije en un tono que más parecía amenaza que promesa. Y ella:
-Que tenga suerte.
¿Que tenga suerte? ¿Qué significaban estas palabras misteriosas? ¿Suerte de qué, o por qué? Tras devanarme los sesos llegué a la siguiente conclusión: “Lo que esta señorita ha querido decirme es que encontrar a los funcionarios públicos allí donde deben estar es, por lo menos en México, un suceso fortuito, una especie de afortunada casualidad”. No sé por qué razón, pero mientras salía de aquella oficina recordé lo que le había pasado a un viejo conocido mío cuando, dos o tres meses atrás, había venido a esta oficina a hacer lo mismo que yo; sólo que él cometió la torpeza de venir a las cuatro de la tarde, hora en la que ya no había nadie ni en el vestíbulo ni en los pasillos. Tenía más de diez minutos tocando el timbre cuando se le apareció un guardia uniformado:
-¿Qué se le ofrece? –le preguntó éste.
-Vengo a entregar unos papeles que…
-¿Es que no ve que ya cerraron?
-¡Cómo! ¿Ya cerraron? ¿Quiere usted decir que por las tardes no trabajan?
-No, señor –respondió el vigilante-, no se confunda usted: cuando no trabajan es por la mañana. Por la tarde ya no vienen.
¡Dichosa simplicidad la de este humilde policía! Todo lo que puede decirse en torno a nuestras burocracias ha sido dicho ya por él con seriedad y rigor.
Como ya estaba yo muy entrado en estos pensamientos, me vino a la memoria la vez en que la señora M, pronunciando un discurso que no tenía ni pies ni cabeza, afirmó categóricamente que Simone de Beauvoir –a quien citó no una, sino mil veces a lo largo de su perorata- era “el filósofo más conspicuo de nuestro siglo”. Prescindiendo de lo que pudiera entender ella por conspicuo –tal vez picudo-, el hecho es que Simone de Beauvoir no fue filósofo, sino filósofa; no él, sino ella; no hombre, sino mujer. Y me pregunté, mientras pateaba una lata de coca cola tirada en la avenida: “¿Cómo llegan a semejantes alturas estos ignorantes?”. Pero como caí en la cuenta enseguida de que era ésta una pregunta sin respuesta, me dediqué, para no amargarme la vida, a seguir con ojos atentos la trayectoria de la lata.
En 1996, Adolfo Castañón escribió para la revista Vuelta un artículo titulado Algunas ideas para apoyar al libro, y en él decía lo siguiente: “En México, la gente suele leer sólo para estudiar. Tal vez una manera de promover la lectura sería que al menos una parte de la población tuviese que leer durante buena parte de su vida. Me refiero, por ejemplo, a los servidores públicos que acceden a sus puestos, en no pocas ocasiones, por veleidad digital (léase dedazo) o predestinación tribal (léase nepotismo) y no a través de un concurso explícito de oposición… La instauración de dicho concurso traería como consecuencia un aumento del consumo de libros, siempre y cuando dicho servicio se instrumente no sólo con una orientación técnica, sino, más aún, humanista e incluso nacionalista (el grado de ignorancia de la historia y la cultura nacionales entre los llamados servidores públicos puede alimentar no pocas reflexiones). Desde luego, habría que revisar las condiciones requeridas para los cargos de elección popular (diputados, senadores, gobernadores) e instrumentar un examen que comprobara en el candidato un mínimo de conocimientos escolares y de cultura general: por ejemplo, de ortografía, de historia y cultura nacionales. En un país como México es claro que si los servidores públicos se someten a un examen de conciencia escrita ganarían la vida civil y la educación”.
¡Yo me uno a la propuesta! ¡Yo me sumo a la protesta! ¡Yo levanto la mano si me preguntan si la acepto! Y mientras me alejo cada vez más de aquella oficina a la que no pienso volver ni mañana ni nunca, me digo que la culpa de tanta indolencia y de tanta apatía y mediocridad como hay entre nuestros jóvenes escolares habría que buscarla en personas como la señora M. Pues si no sabiendo nada y no haciendo nada puede ganar doscientos mil pesos mensuales, ¿para qué perder el tiempo, para qué perder la vida quemándose las pestañas? ¡Respóndame usted!
También lee: A don Miguel de Cervantes | Columna de Juan Jesús Priego
#4 Tiempos
El Dios de los encuentros | Columna de Juan Jesús Priego
LETRAS minúsculas
Como, por lo general, me gusta leer a viejos autores olvidados, hoy he recitado en voz alta ante mis alumnos, antes de iniciar la clase, un poema de Sully Prudhomme (1839-1907), el famoso escritor francés.
-¿Famoso? –dijo al punto uno de ellos, que era un diablo-. ¡En su casa lo conocen!
-Bueno –digo-, es verdad que son pocos los que hoy han oído hablar de él y, sin embargo, fue el primero en recibir el Premio Nobel de Literatura, lo que ya quiere decir algo. Lo recibió, para ser exactos, en 1901, y el poema que voy a leerles se titula Mi novia. Escuchen ustedes:
-«Aún no conozco a mi esposa, a la compañera destinada a mi corazón, a la que mi atormentada juventud espera. Pero sé que ha nacido ya y que respira en este mundo». He aquí el comienzo del poema: un muchacho, que no sabemos si será el poeta mismo, suspira por la que será más tarde su mujer. Pero, ¿dónde está ella? Él sabe –o por lo menos cree saberlo, o lo intuye- que ya nació. Ahora bien, ¿en dónde, en qué calle o país? ¿Y si nació, por ejemplo, al otro lado del mundo? ¡Ah, entonces no podría encontrarla!
-Je, je –hizo otro de mis alumnos. A leguas se veía que todo aquello le parecía demasiado cursi. Pero yo contraataqué, diciendo:
–El amor, jovencitos, es un milagro de coincidencias. Vean ustedes a través de la ventana: dos seres, un hombre y una mujer, caminan abrazados por la avenida; ahora bien, ¿cómo hicieron éstos para coincidir, para encontrarse? ¿Cómo es que a un cierto punto sus caminos se cruzaron? Una cosa parece clara: que, de buscarse, jamás se habrían encontrado. ¿Comprenden ustedes? Pero prosigamos con nuestra lectura: «En lo desconocido yo te amo y me desposo contigo. Me perteneces desde el pasado, novia invisible de la que ignoro hasta el nombre»…
»La joven –proseguí- aún no ha sido vista, y aunque en presentimientos existe ya, por el momento no es más que una sombra. ¿Cómo es ella? Él lo ignora, pero pide a la Virgen «que sea tímida y que encienda un cirio cuando retumbe el trueno»; es decir, la quiere humilde y piadosa. ¿Y no es esto pedir mucho? Nuestro poeta camina por las calles y atraviesa las plazas con la mirada atenta. ¿Y si ella llegase hoy? ¡Pero, ay, son tantas las mujeres que se mueven a su lado! ¿Cuál de todas es? ¿Aquella del impermeable amarillo, quizás, o esta otra del vestido negro y el caminar cansado?
-Ji, ji –hizo otro de mis alumnos, pero al ver que lo fulminaba yo con la mirada regresó al silencio. Proseguí:
-«¡Y decir que, a pesar de todo, mi vida está desierta, que la felicidad puede pasar hoy a mi lado entre la multitud y que acaso la multitud se cierre tras ella!». Es decir, ¿y si no la reconoce? ¿Y si pasa frente a ella sin notarla y sin detenerse? Ésta es la angustia que abate a nuestro muchacho: que quizá la mujer que espera camine ahora por otra avenida de la ciudad, o ría y sueñe bajo otras nubes, bajo otros cielos. ¿Cómo saber dónde se encuentra? El río humano fluye a su alrededor y él no logra distinguir aún a la elegida. Su angustia crece y crece hasta hacerlo decir: «Tal vez nos cruzaremos durante mucho tiempo en un punto del espacio sin sonreírnos, pues nadie se atrevería a decirle a una niña que pasa: “Tú, tú eres la que estoy esperando”».
»Sí, tal vez sea esta, tal vez sea aquella. Pero, ¿cómo saberlo? El joven está a punto de volverse loco. Busca, mira y suspira: sólo esto hace, pues no puede detener a ninguna de las que pasan frente a él para decirle: “¡Eres tú, eres tú!”. ¿Cómo hacer esto sin exponerse a recibir una cachetada o, ya por lo menos, un empujón? ¡Qué dilema! Pero, entonces, nuestro joven toma una sabia decisión: ya no buscará, ya no se angustiará, sino que dejará su suerte en las manos de Dios: «Desde entonces me callo. Mi alma solitaria confía nuestra unión en el futuro al Dios que sabe unir las plantas de la tierra con hálitos del cielo».
Mis alumnos me ven sonreír, pero no alcanzan a comprender la razón de mi alegría. Uno, el más rijoso de la clase, se pone de pie y me dice:
-Yo no entendí nada. ¿Eso que nos leyó le parece bello? A mí, en realidad, me parece tonto.
Le respondo entonces que sí, que me parece bello, y no solamente bello, sino profundamente verdadero; que, en fin, hay allí un mensaje que es preciso descifrar.
-Mira -le digo, pero ya no sólo a él, sino a toda la clase a través de él-, cuando alguien se siente solo, como este muchacho, siempre estará tentado a ponerse a buscar la compañía que necesita, y en este o en aquel, o en esta y en aquella, creerá poder encontrar al amigo o a la amiga por quien suspira su alma. Pero no encontrará lo que busca precisamente por esto: porque lo busca. ¡Las personas que nuestra alma echa de menos no se buscan nunca, sino que se encuentran! Son un don de Dios, un regalo…
-¿Entonces no hay que buscar amigos? –me preguntó otro, el listillo del salón.
–No. Las personas a las que hemos de amar llegarán por su propio pie. ¿Cuándo? Cuando dejemos de buscarlas, es decir, cuando Dios quiera. Hay gente que por sentirse sola y necesitada de ternura entabla todo tipo de relaciones con el primero que pasa; bien, déjenme decirles que estas relaciones por lo regular acaban mal. ¿Por qué? Porque aquí no se trata de amor, sino de un mero afán de sobrevivencia: algo así como el movimiento desesperado de un náufrago que se agarra a una tabla por la pura necesidad de mantenerse a flote. En realidad, no es que el otro les importe mucho: ¡ellos lo único que quieren es dejar de estar solos!
No, no hay que elegir a las personas, no hay que tomarlas del brazo para decirles: «¡Eres tú, eres tú!». Hay que dejar que lleguen, si es que llegan algún día. Hay que dejar que sea Dios mismo quien las ponga a nuestro lado, quien nos las presente, por decirlo así, pues de otro modo nos equivocaremos. En esto la intuición no funciona, y los presentimientos tampoco. ¿Qué le vamos a hacer? ¡Las cosas del afecto funcionan siempre así!
«Yo hubiera podido conocer a mucha gente –confiesa el escritor austríaco Stefan Zweig (1881-1942) en uno de sus libros-, pero me preservaba de hacerme notar aquella timidez que más tarde reconocí como ley esotérica y feliz de mi vida, y de acuerdo con la cual no debía buscar nada, ya que todo me sería dado en el momento oportuno».
Así es. Así suceden las cosas de esta vida, y así seguirán sucediendo por los siglos de los siglos. Amén.
También lee: La miseria del sexo | Columna de Juan Jesús Priego
#4 Tiempos
2025, el año en que Toluca volvió a mandar | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
El 2025 dejó claro que en la Liga MX los ciclos no desaparecen, solo esperan el momento adecuado para reaparecer. Entre torneos cortos, liguillas impredecibles y proyectos que se diluyen con rapidez, hubo una certeza que se fue construyendo jornada tras jornada: Toluca fue, sin discusión, el equipo del año. No por un destello aislado, sino por la forma en la que recuperó autoridad, identidad y presencia en los momentos que definen temporadas.
Los diablos entendieron mejor que nadie cómo navegar el caos natural del campeonato. No fue un equipo espectacular todo el tiempo, pero sí uno profundamente competitivo. Supo cuándo imponer ritmo, cuándo resistir y cuándo ser práctico. En una liga donde muchos confunden intensidad con urgencia, los escarlatas apostaron por la calma y terminaron encontrando resultados. El bicampeonato fue la confirmación de un proceso que dejó de mirar al pasado y decidió construirse desde el presente.
Mientras tanto, América siguió ocupando el papel de referencia obligada. Su regularidad y su capacidad para llegar a finales lo mantuvieron en la conversación durante todo el año. Sin embargo, 2025 también expuso una verdad incómoda para los azulcremas: dominar fases largas no siempre garantiza cerrar con éxito. América fue protagonista, sí, pero terminó cediendo ante un Toluca que entendió mejor los tiempos del torneo.
Otro de los puntos altos del año fue la vigencia de Tigres. Sin el ruido mediático de otros ciclos, el conjunto regiomontano volvió a competir con seriedad, recordando que los proyectos largos no pierden valor de un día para otro. Tigres no necesitó reinventarse para seguir siendo incómodo; le bastó con sostener su estructura y su carácter competitivo.
Pero el 2025 también dejó señales alentadoras fuera de los nombres habituales. La aparición de jóvenes futbolistas en distintos clubes refrescó el panorama. No todos lograron continuidad, pero varios demostraron que el talento existe y que, con confianza, puede influir en el desarrollo del torneo. En un contexto donde la inmediatez suele devorarlo todo, esas irrupciones fueron un respiro. Nombres como el de Camberos, Lainez, y sobre todo Mora, suenan de nueva cuenta para levantar la mano justo meses antes del mundial, esperanza abierta para sumar un futuro a corto plazo que ojalá se alargue por muchos ciclos mundialistas más.
A nivel colectivo, el año volvió a confirmar que la Liga MX se decide en detalles. Un error tardío, una desconcentración mínima o una racha breve pueden cambiar destinos completos. Toluca lo entendió mejor que nadie: fue sólido cuando debía serlo y oportuno cuando el margen se redujo. Esa lectura fina del torneo fue la diferencia.
Por eso, cuando se haga el balance de 2025, el relato será claro. No fue el año de la espectacularidad permanente ni de un dominio aplastante. Fue el año de la eficacia, la madurez y la paciencia, y en ese contexto, Toluca se levantó por encima del resto.
En una liga que pocas veces permite certezas, 2025 tuvo una, Toluca volvió a mandar. Y lo hizo recordándole al futbol mexicano que los proyectos con identidad, cuando se sostienen, siempre encuentran la manera de regresar a lo más alto.
Por último, en el ámbito local, 2025 fue para el olvido, San Luis no logró los objetivos trazados quedando fuera de competencia en ambos torneos locales y despidiéndose pronto como ya es costumbre de la Leagues Cup, un equipo que a veces resulta ser incómodo para algunos rivales, este año resultó serlo para su afición, hoy San Luis luce poco atractivo y sin mucho que ofrecer a nivel espectáculo, ojalá las cosas mejoren por el bien del equipo local, se ve complejo pero como bien se dice, año nuevo, esperanzas renovadas, ojalá.
También lee: Cinco finales, cinco retratos | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
Destacadas
El padre de la física potosina, Gustavo del Castillo y Gama | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
Con el título de El Padre de la Física Potosina, Gustavo de Castillo y Gama, publiqué un libro conmemorativo sobre la vida y obra de Gustavo del Castillo y Gama, físico potosino que fundó las instituciones educativas y de investigación en física en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Este 24 de diciembre estaría cumpliendo ciento cuatro años.
El libro en cuestión es de descarga gratuita y puede conseguirse en cualquiera de las siguientes dos direcciones:
http://galia.fc.uaslp.mx/museo/libros/EL%20PADRE%20DE%20LA%20FISICA%20POTOSINA.pdf
Justo en Noche Buena del 2025, Gustavo del Castillo y Gama estaría cumpliendo ciento cuatro años. Nacería en el famoso Barrio de San Miguelito en San Luis Potosí al dar las últimas campanadas del 24 de diciembre, como lo comentaba el propio Gustavo del Castillo. Su vida se desarrolló en San Luis Potosí, Tampico, la Ciudad de México y las ciudades norteamericanas de Lafayette y Chicago; se nutrió de un ambiente científico desde pequeño, pues al menos, un par de sus tíos trabajaban en astronomía en el Observatorio Nacional de Tacubaya, Rodolfo Jurado y Valentín Gama. Ambos de la dinastía Gama de gran influencia en la sociedad potosina.
No es de extrañar que orientara su vocación hacia la física, siendo estudiante de preparatoria, en una época donde no existían aún escuelas de física en el país, y, se planteó poder formarse como físico en los Estados Unidos. La situación bélica mundial, lo llevó a seguir estudiando en su ciudad natal, ingresando a la carrera de químico industrial que su grupo de estudiantes de preparatoria había propuesto, de la cual se tituló tocándole el privilegio de ser el primer titulado. De ahí pasó a la Facultad de Ciencias de la UNAM a estudiar la maestría en física y al terminar continuar con su proyecto de formarse como investigador en física en Estados Unidos, donde obtuvo el grado de doctor en la Universidad de Purdue.
Fue de los primeros investigadores que tuvo el Instituto Nacional de la Investigación Científica (INIC) y se incorporó a la UASLP, impartiendo cátedra y formando el Laboratorio de Radiación Cósmica bajo los auspicios y emolumentos del INIC del que seguía siendo investigador. Su ingreso a la UASLP fue afortunado para impulsar el programa académico del Dr. Manuel Nava Martínez que era el rector de la UASLP en la década de los cincu enta. De esta manera se convertía en el primer doctorado que impartía clase en la UASLP y el único con dicho grado en la década de los cincuenta.
Fundó el Departamento de Física de la UASLP, de donde se derivarían la entonces Escuela de Física y el Instituto de Física de la UASLP que constituían un solo ente académico, que dividía el trabajo docente y el de investigación. El Laboratorio de Radiación Cósmica formaría parte del Instituto de Física y con ello inauguraba de manera formal trabajos de investigación científica, como tales, en la universidad potosina.
Creó el programa de construcción de cohetes de sondeo con el fin de realizar investigación científica en las altas capas de la atmósfera colocando al país en los pioneros en desarrollo aeroespacial, programa que ahora es conocido como Cabo Tuna. Su trabajo de investigación en radiación cósmica y en ciencias espaciales colocó a la UASLP en el escenario mundial en investigación en física. Si bien su labor en la UASLP se redujo a un lustro, este fue muy intenso y productivo y sentó las bases para el camino académico que seguiría la UASLP años después recorriendo las sendas y abriendo otras en torno a las raíces sembradas por Gustavo del Castillo, cuestión que luego es menospreciada o en el mejor de los casos olvidada.
La UASLP en la actualidad es reconocida nacionalmente y en algunas áreas internacionalmente gracias al trabajo docente y principalmente al trabajo de investigación científica que despliegan sus investigadores. La UASLP está situada como una de las mejores del país y en áreas como la física dentro de las primeras tres universidades del país. Esta situación se debe a la calidad de su personal académico, pero de manera muy especial por el trabajo pionero que fincara esta tradición por personajes como Gustavo del Castillo y Gama.
-
Destacadas2 años
Con 4 meses trabajando, jefa de control de abasto del IMSS se va de vacaciones a Jerusalén, echando mentiras
-
Ciudad3 años
¿Cuándo abrirá The Park en SLP y qué tiendas tendrá?
-
Ciudad4 años
Tornillo Vázquez, la joven estrella del rap potosino
-
Destacadas4 años
“SLP pasaría a semáforo rojo este viernes”: Andreu Comas
-
Ciudad3 años
Crudo, el club secreto oculto en el Centro Histórico de SLP
-
Estado2 años
A partir de enero de 2024 ya no se cobrarán estacionamientos de centros comerciales
-
#4 Tiempos3 años
La disputa por el triángulo dorado de SLP | Columna de Luis Moreno
-
Destacadas3 años
SLP podría volver en enero a clases online













