septiembre 29, 2023

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#LaOrquestaDiario | Dos años tocando en papel

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El equipo de La Orquesta le dedica unas palabras a este medio, por su segundo aniversario de periódico impreso

Por La Orquesta

 

En enero de 2018 no hubiera siquiera pensado que formaría parte de esta Orquesta llena de instrumentos de todo tipo, cada uno con talento y amor a la profesión (después de todo, cómo nos iría si nos dedicaramos a algo que nos disgusta). Y ahora, a dos años del comienzo de la edición impresa, y unos cuantos meses para mí, aprovecho para felicitar  y sobre todo agradecer porque, aunque no lo parezca, he aprendido algo de cada uno de ustedes.

Tanto me he enamorado de este periódico que aquella edición cuya portada fue la victoria de México contra Alemania en el Mundial forma parte del librero de mi casa, y no olvidaré el gusto que le dio a mis padres leer esa crónica que redacté con lágrimas en los ojos y temblando (¡No mames! ¿Neta el Tri le ganó a Alemania?).

Esperando seguir escribiendo esos textos que quizá muy pocos leen, pero que hago con el corazón para nuestro Culto Público: ¡Feliz cumpleaños, Orquesta!

– Sebastián Escorza.

 

LaOrquesta.MX: aún recuerdo el primer día que entré a trabajar como reportero, todo nervioso porque pensaba que no daría el ancho; ya cumplí un año de estar contigo y tú dos en tu edición impresa, ¡Qué orgullo! ¡Gracias por tanto y vamos por más!

– José Luis Vázquez.

 

Felicitaciones al esfuerzo y dedicación puestos en estos ya dos años. Son la medida de los cimientos y logros para otros muchos más.

– Gildardo Martínez S.

 

Felicidades, Orquesta, por este segundo año con tu periódico impreso. Gracias por dejarme ser parte, ya un año, de este proyecto en el que he crecido como profesional y como persona y de la misma manera he visto el progreso de todo el equipo que la conforma ¡Que lo mejor esté por venir!

– Israel Miranda.

 

Más que una empresa, es una familia. La Orquesta cumple dos años de su diario impreso y todos los que colaboramos en él sabemos todo el esfuerzo, trabajo, profesionalismo y cariño que acompañan cada número. No ha sido fácil, pero vale la pena  estar aquí. Estos primeros dos años han sido una gran aventura para los que aquí laboramos, vamos por más.

– Ixchel Rodríguez.

 

Jorge Saldaña siempre dice que a él la suerte no le sonríe sino que lo busca, le coquetea y hasta le llama por teléfono. Cualquiera que haya conocido las dificultades que La Orquesta ha sorteado pensará que algo de razón tiene. Pero la realidad es que la suerte tiene poco que ver cuando se cuenta con un equipo talentoso, capaz y tan creativo como el propio Jorge. A dos años del surgimiento de su proyecto más ambicioso, todos quienes trabajan y hemos trabajado en este medio, podemos voltear a ver hacia atrás y estar orgullosos del campo minado que hemos recorrido con muchas cicatrices bonitas para mostrar.

– Luis Moreno.

 

Felicidades a todos los que conforman La Orquesta en su segundo aniversario del impreso. Gracias por hacerme parte de un equipo tan grande, noble y chingón, al cual siempre les he dicho que admiro mucho. Con su apoyo he crecido en muchos aspectos de mi vida, y me hacen superarme en muchos otros, que no pensé me encantaran. ¡FELICIDADES A TODO EL EQUIPO! Que sigan los premios y los éxitos para todos, gracias por hacerme parte de esta familia llamada La Orquesta.

– Edgardo Pérez Díaz de León.

 

Gracias por estos dos años de aprendizaje que me han hecho crecer profesionalmente y por ser uno de los mejores empleos que jamás olvidaré en mi vida.

A nuestro director general, Jorge Saldaña, que me dio la oportunidad y que nunca ha dejado de creer en nosotros y a todo el equipo por ser parte de mi vida.

Ninguna persona puede silbar una sinfonía, hace falta La Orquesta para poder interpretarla.

Se vienen nuestros mejores años. Felicidades.

– Luis Antonio Martínez.

 

Eran las primeras horas del 17 de enero de 2017. Había un fin de semana de mucho trabajo y algunas frustraciones, en el que buena parte del equipo de La Orquesta sufrió derrotas personales. Así se echó a andar por primera vez la rotativa para este periódico. Pero cuando los primeros ejemplares salieron de esa enorme máquina de tinta, papel y rodillos, todo lo anterior se olvidó, porque para los que estábamos entonces en esta empresa, que es como una familia, un objetivo más se había cumplido.

Pero ver nacer a ese hijo de papel no era suficiente: había que cuidarlo y alimentarlo. Esforzarse todos los días por hacer las cosas lo mejor posible. A veces lo hemos logrado, otras nos hemos quedado cortos, pero desde hace dos años, nuestro compromiso es buscar contenidos de calidad y un trabajo periodístico que destaque.

En este tiempo, algunos han dejado La Or questa y muchos otros más se han sumado. También a nivel personal hemos tenido pérdidas y ganancias. Lo importante es que esta Orquesta siga tocando en armonía.

Han sido dos años felices. Gracias por seguir con nosotros, #CultoPúblico.

-Roberto Rocha.

 

Parece que fue ayer cuando vimos los primeros ejemplares salir de la rotativa con mucha ilusión. Iniciamos un proyecto en que pocos creían, pero por el que nunca bajamos los brazos. El que a muchos incomodó, sigue y seguirá incomodando. Muchos malos pronósticos sonaron en aquellas fechas, pero LaOrquesta.MX seguirá tocando cada vez más fuerte para cada vez llegar a más personas, con el único fin de informar a nuestra manera a la sociedad potosina.

-Daniel F. Cerda.

 

Dos años más tarde he aprendido que el verdadero reto está en la constancia, en el trabajo, en el compromiso y en las ideas.

Veo que lo que creímos imposible hoy está en marcha, crece y se construye de nuestros aciertos pero también de nuestros yerros. Estamos sonando.

Los felicito. Nos felicito. Y también los reto.

– María José Puente.

 

Con mayor o menor dificultad, cada semana compramos papel para alimentar la rotativa. Hemos echado a perder placas, pero nos hacemos de otras. Hemos roto piezas para conseguir o construir nuevas. Los errores, aunque han dolido, los reemplazamos por coraje y mayor empeño, mayor esfuerzo, mayor cantidad de alma entregada en cada edición. Se han acabado las sillas. En ocasiones hasta el agua de garrafón. Perdí dos gatas, pero gané tres. Computadoras que volviéndose recipientes temporales de agua se han ido a la basura. Casas y oficinas por las que hemos pasado para impregnarles de la mejor energía. Nos ha dado por cambiar secciones, dejar ir colaboradores, recibir a nuevos talentos, despedirnos de otros. Hemos borrado mil veces el pizarrón. Hemos convivido hasta acabarnos las viandas y bebidas. Todo lo hemos podido reponer, incluso lo costoso o doloroso. Son dos años de La Orquesta impresa y una sola cosa se ha vuelto irremplazable: Su amistad en esta aventura. Gracias equipo. Gracias al Culto Público.

– Jorge Saldaña.

 

Dos años de la edición impresa de La Orquesta bien pueden medirse por los kilómetros de esfuerzo, litros de café y toneladas de entrega que han ido detrás de cada uno de los ejemplares que llegan a las manos de los lectores. Cualquiera que haya tenido contacto con el proyecto sabe que se trata de una propuesta diferente, muy propia de un equipo que no ha olvidado los motivos que hacen que el periodismo a fin de cuentas valga la pena. Tanto los aliados como los detractores sabrán reconocer, si son honestos, que la llegada de La Orquesta representó un parteaguas en San Luis Potosí que ofrece cada día dosis de crítica, humor y la muy sana burla que de algún modo le ponen un freno a nuestros gobernantes. Que siga así por mucho tiempo.

– Carlos López Medrano.

 

El número de ediciones es irrelevante cuando te das cuenta que envejecer es un privilegio que se le niega a muchos. Me enorgullece decir que he estado aquí desde la edición número uno, aunque prefiero contar las maravillosas anécdotas que tengo de cada una, porque cada día ha sido una preciosa aventura. Aquí es donde he conocido personas con talentos invaluables, que día a día se esfuerzan por hacer un mejor trabajo y seguir construyendo este magnífico proyecto, que un día solo fue un sueño y que poco a poco hemos crecido juntos. Feliz día a todos los que somos parte de esta familia que llamamos La Orquesta.

– Ornella Dalle-Mese.

 

Cuando llegué a La Orquesta como invitado, me pude rodear de gente que ya admiraba desde la universidad, personas con un talento indudable y con gran disposición a compartir su conocimiento. Luego tuve el honor de integrarme al ensamble, y estar presente en el alumbramiento, en la llegada de esta nueva afrenta, un diario impreso con arduo trabajo y ante todas las dificultades imaginables. Las palabras que nuestro director llamó esa noche, aun me emocionan. Hoy, el diario cumple 2 años, sigo rodeado de profesionales que admiro, respeto y quiero; los abrazo, han sido 2 años muy especiales para cada miembro de esta gran familia que somos. ¡Viva La Orquesta!

-Adrián G. Ibelles

 

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#4 Tiempos

El paisaje | Columna de León García Lam

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¿Qué es un paisaje? La definición que me gusta afirma que es la “impronta visual de cualquier lugar”. Usted se sube a la azotea de su casa y aquello que perciba como un flashazo (la impronta) es el paisaje de su barrio o colonia.

Hace unos días que regresé al terruño (osease la heroica ciudad de San Luis Potosí), debí esperar 40 minutos en una colonia popular y como vi un restaurante con terraza propuse a mi acompañante irnos ahí.  Pedimos cervezas para medir la velocidad del tiempo. Ya sabe: el calorcito, la terraza, la compañía y el paisaje.

  • ¿Cuál paisaje? —preguntó mi interlocutora.
  • Ése, todo lo que ves. —Respondí, señalando con el dedo un montón de fachadas y azoteas grises con tinacos negros y cables enredados.
  • ¿A eso le llamas paisaje?
  • Efectivamente, es un paisaje urbano popular. Quizá tú pienses que un paisaje debe ser agradable o bonito, pero he aquí uno que no necesariamente lo es. Aunque, a pesar de todo, a mí me gusta, pues siento cierta atracción por la belleza oculta en la decadencia. Todas esas casas fueron pintadas de amarillo, pero afortunadamente ya se deslavaron y ahora son grises otra vez y esperan ser pintadas de verde o del color favorito del poder en turno.

Luego, horas más tarde, veíamos el paisaje de la sierra de San Miguelito desde la azotea de mi domicilio. Muy parecido al anterior, solo que en esta ocasión el paisaje estaba saturado de viviendas blancas que no son precisamente populares. Temo que el paisaje de aquellos tiempos en que gozamos de la ciudad rodeada de cerros de cantera rosa, que enverdecía en estos días de lluvias se perdió irremediablemente.

—Me da tristeza ver este paisaje. —Dije para mis adentros

  • ¿Por qué? —Me pregunté
  • Porque ha cambiado mi paisaje, lo que vi prácticamente todos los días de mi vida, cuando fui niño, luego joven y ahora adulto, ya no existe. Quizá eso sintieron los ancestros, cuando se fundó una ciudad en medio de la nopalera y por ello la famosa bruja se rebeló. Quizá es lo que sienten los ejidatarios o comuneros cuando un fraccionamiento recién autorizado llega a cambiar la fisonomía de su entorno.
  • Pero ¿por qué dices que es tu paisaje? —Me dije enfatizando el “tu”
  • Primero, porque es lo que siento desde un yo muy interior que no puedo controlar, sino solo aceptar y acaso manifestar, aunque esté equivocado, pero también porque hay un yo plural. Estoy seguro de que miles de personas sienten algo parecido: los ejidatarios de la Garita, los comuneros de San Juan de Guadalupe y hasta los colonos de todo el sur de la ciudad debemos sentir que nos destruyeron el paisaje.

Todo eso me dije. Cuando un oleaje de contradicciones me invadió.

Efectivamente, todos esos proyectos inmobiliarios deben basarse en el derecho para afectar el entorno, el paisaje y hasta los recursos esenciales como el agua. No hay intención humana que no lo haga. Así se construyeron las grandes ciudades, el progreso y la civilización humana. Piense usted en cómo la Esfinge y las Pirámides de Egipto modificaron el entorno, no sólo por sus monumentos sino por el control de las anchas aguas del Nilo; de la misma manera, las pirámides de Bonampak, el Partenón, el Empire State y la Muralla China, todo ello ¿no ha modificado el paisaje de manera irreversible? Pues sí. Entonces, los empresarios inmobiliarios de San Luis Potosí tienen el mismo derecho de intervención que los egipcios.

Sin embargo, los 6 mil años (más o menos) que la humanidad lleva modificando el entorno ha llegado a su fin. Los recursos se agotaron y hoy somos cada vez más conscientes de que el desarrollo y el progreso no nos llevan a buen puerto. El reto del mundo actual es lograr poblaciones que no solo sean sostenibles y amigables con el medio ambiente, sino que sean regenerativas del paisaje.

¿Qué significa regenerar el paisaje? Significa volver a colocar las condiciones que mantenían un lugar como era, por lo menos antes de las ínfulas del progreso. Dicho de otra manera, es exactamente lo opuesto a lo que los intereses inmobiliarios y nuestros gobiernos estatal y municipales actuales están ejecutando por todas partes.

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#4 Tiempos

La Huasteca Autónoma | Columna de León García Lam

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VOLUTA

 

En mi juventud (ya perdida) fui testigo en varios momentos críticos de la historia político-partidista reciente (no tan reciente) de que la “gubernatura de San Luis Potosí se gana con la Huasteca”. Es decir, que es sabido que, por mucha preferencia electoral que tenga un candidato en la capital, no gana una elección sin haber consensuado su victoria con la Huasteca, pero ¿en qué consiste específicamente este consenso y qué es la Huasteca?

En realidad, nadie sabe exactamente qué es la Huasteca. Aparentemente, es una región ubicada en la cercanía del Golfo de México y la Sierra Madre Oriental que va desde Tamaulipas hasta Veracruz e Hidalgo, pero puede llegar hasta Querétaro y quizá alguna vez alcanzó hasta Guanajuato. Una buena parte de San Luis Potosí es Huasteca. Pero como desde hace muchos siglos ha sido una región ocupada, no se sabe si huasteco es el ocupado o el colonizador. Probablemente los tének colonizaron esta región hace dos mil años, luego los nahuas los alcanzaron, siguieron los españoles, luego los rancheros y, por último, los turistas. Los tének dicen que huastecos son los nahuas; los nahuas dicen que huasteco es el “mestizo” que vive en las cabeceras municipales (o sea, los rancheros) y estos a lo mejor sí se aceptan como tales. No nos podríamos poner de acuerdo en esto, porque los turistas le dicen huasteco a todo lo que tenga cascadas.

Durante décadas -es decir, todo el siglo XX- se conformó una estructura clientelar en la Huasteca, dominada por una minoría: los no indígenas (o sea los rancheros terratenientes huastecos) ocuparon los puestos de decisión (presidencias de partidos, ayuntamientos y cabildos). La población indígena acató los lineamientos de organización política y electoral del estado, por medio de una estructura basada en partidos políticos. Los indígenas eligen al partido político de su preferencia para colocar a un ranchero como su presidente municipal. Los indígenas del PAN se pelean apasionadamente contra los indígenas afiliados al PRI para colocar a su ranchero-candidato. Poco se repara en que el candidato del PAN es un ranchero primo del candidato del PRI (en esos lugares todos son parientes) y que, aunque gane uno u otro, seguirán siendo rancheros que tienen la sartén por el mango para decidir el futuro económico de ese municipio. No tengo nada contra los rancheros en lo particular: al contrario, soy fan de sus quesos y de la cecina huasteca.

Cuando los turistas visitan la Huasteca y ven su riqueza y majestuosidad siempre se preguntan:

¿Por qué los indígenas son pobres si tienen tantos recursos?

Se responden a sí mismos una sarta de respuestas equivocadas que no voy a comentar aquí porque al decirle huasteco a todo, piensan que tan huasteco es un ranchero terrateniente como la señora con petop que les vendió el zacahuil que se zamparon.

Durante todo el siglo XX, los rancheros terratenientes gobernaron la Huasteca y es con ellos con quienes el candidato a gobernador tiene que acordar su victoria y aquí entra la famosa frase “No se gana sin el apoyo de la Huasteca”.

Bueno, pues esta situación está por terminar.

Las comunidades indígenas de los municipios de Tanlajás, San Antonio y Tancanhuitz llevan años solicitando al Congreso del Estado y al Consejo Estatal Electoral y de Participación Ciudadana (CEEPAC) ser escuchados pues no quieren seguir participando de un sistema que los pone en desventaja electoral, política, social y económica frente a una minoría.

Quieren elegir a sus autoridades bajo sus propios usos y costumbres.

Quieren desarrollar sus propios proyectos productivos porque como todos los mexicanos tienen derecho a decidir por su propia prosperidad.

Están hartos de ser pasivos en el desarrollo de su propia tierra y que los de afuera les digan qué es lo bueno para ellos.

Así que más de 120 comunidades tének y nahuas y cientos de localidades con una sentencia del Tribunal Federal Electoral en su mano exigen al CEEPAC y al Congreso del Estado que se respeten sus derechos político electorales, para abrir paso a la elección por usos y costumbres indígenas, en congruencia con lo que establece la Constitución: “…la Nación tiene una composición pluricultural sustentada originalmente en sus pueblos indígenas…”.

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Una historia de derechos humanos | Columna de León García Lam

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VOLUTA

 

Se acerca diciembre, mes en el que evaluamos cuánto de lo propuesto se cumplió. Yo me propuse desde hace meses narrar una historia de lo más sorprendente que me pasó en este 2022.

Comienzo esta narración reconociéndome una capacidad perfeccionada de estar cerca de las situaciones más insospechadas, en vez de verlo como un defecto (una persona bien poco agradable un día me lo reprochó: “León, ¿por qué siempre, siempre te metes en líos?) lo veo con optimismo y poca humildad, como una de mis virtudes más presumibles. Faltaba más: por eso soy antropólogo, documento y registro situaciones sociales y entre más extrañas y peligrosas, mejor.

Sucedió pues de que estaba yo en la Central Camionera de Morelia, el mero Domingo de Pascua, último día de vacaciones de Semana Santa. Sí, el peor día para tomar un autobús de vuelta a casa, al San Luis de las Tunas. Filas y filas de gente desesperada en todas las líneas. Era la época en que el COVID todavía asustaba y las multitudes intentaban guardar infructuosamente su distancia, con su cubrebocas y poniéndose gel en las manos.

En el mostrador de ETN estaban 2 señoritas atendiendo a los pasajeros. Frente al mostrador, en el piso, estaban pegados unos círculos rojos que indicaban el lugar en que cada cliente debía ubicarse. Sin embargo, solo había una fila con 12 personas formadas y el resto de círculos rojos ahí solitos. Pensé en formarme en una fila vacía y ahorrarme unos 20 minutos, pero me pareció extraña la situación y mejor le pregunté a la última persona formada:

  • Disculpe ¿esta es la fila para comprar boletos…?

La señora me miró pensando en lo tonto de la pregunta (“no, es la fila para comprar filetes de pescado”), me respondió un lacónico “sí” y me formé, como el ciudadano obediente y decente que soy. Luego de mí, llegaron otras y otros que hacían la misma pregunta tonta al último formado. Entonces sucedió: un hombre en short y con playera de quien acaba de llegar de la playa observa una fila enorme de 15 personas y toma la decisión de pararse en el primer círculo rojo abandonado.

Tiene razón, pensé. Ahí están las marcas, que claramente tienen el letrero pintado “párese aquí” y espere su turno, pero mi experiencia me hace saber que, aunque una institución ponga reglas, la mejor manera de meterse en problemas es seguir esas reglas, siempre hay que esperar a ver qué pasa. Efectivamente sucedió: cuando el hombre quiso pasar, la señorita le dijo: fórmese en la fila y él respondió, “yo me formé en donde la empresa puso las marcas de las filas”. La señorita se molestó y le ordenó al señor que se formara en la fila de ya 20 personas que veíamos la situación. Como el hombre no se quiso mover de ahí hasta ser atendido, la señorita 2 llamó a la otra señorita 1 para explicar entre las dos que, aunque la empresa puso esas marcas en el piso, no había que hacerles caso: es una trampa para ver quién cae. Luego, llamaron al gerente de ETN, quién creyó que si ponía su semblante más amargado y gritaba iba a poner en su lugar al cliente que estaba cada vez más ofendido.

Aquí es donde intervengo yo: me salgo de la fila y voy y le digo al gerente: “El señor tiene razón, ustedes pusieron esas marcas, yo mismo me hubiera formado, pero se trata de una cuestión cultural, claramente él es extranjero y no tiene por qué saber que en México hay que preguntar en la cola de las filas, por favor atiéndalo ya y ayude a que la fila avance”. Lo más sorprendente del caso fue que el hombre me contradijo hablando un español perfecto: “No, no se trata de una cuestión cultural, sino de educación y de orden, que la empresa respete sus propias reglas”.  Wuao.

¿Cómo supe que era extranjero? Por un detalle que he omitido intencionalmente: el hombre era negro y aquí entró un prejuicio mío, supuse que era extranjero por su piel y que era turista por su atuendo.

Mientras el gerente de ETN gritaba y manoteaba, el señor se recargaba en el mostrador desafiante y tranquilo a la vez. Una señora mayor y de tez blanca se formó en una de las filas vacías e inmediatamente fue llamada al mostrador. Entonces sí, el señor reclamó y argumentó que se trataba de un caso de evidente discriminación racial, a él lo formaban y a la señora la dejaban pasar. El gerente no pudo más y llamó a la policía. Entonces saqué el celular y me puse a grabar, porque pensé que se iban a llevar al señor detenido por formarse en una fila de trampa.

Arribaron corriendo las fuerzas de la policía privada que cuida la Central Camionera (en estos casos, la policía llega bien rápido). El jefe y tres de ellos se fueron contra el señor y otro contra mí por estar grabando. Aquí entran discusiones del tipo “¿qué estás grabando?” “Lo que me da la gana, señor”, “no puedes grabar aquí” “¿por qué no?”, “lo dice el reglamento”, “tráigame el reglamento”. Etc. Hubo un momento de máxima tensión cuando los policías intentaron llevar el conflicto a un terreno físico.

Entonces ocurrió algo muy extraño. Los policías poco a poco se empezaron a retirar y solo quedó el jefe que le ordenó al último guardián del orden que me dejara en paz. Yo estaba a un turno para llegar al mostrador a comprar mis boletos, pero seguí grabando.

El hombre ofendido le reprochaba al jefe policía, dónde estaba su placa y le recordaba todos los artículos del reglamento que estaba incumpliendo. Le pidió ciertos papeles que el policía también incumplió y le advirtió: “tú vas a escribir tu informe y ahí vas a poner que incumpliste este procedimiento, y este y esto más y si no lo pones, yo me voy a encargar de que además seas sancionado por ocultar información, esto que hiciste es muy grave”. El policía se iba haciendo chiquito, chiquito, chiquito. El gerente de ETN desapareció de la escena y la señorita 1 atendió al hombre y le despachó sus boletos.

La señora mayor seguía ahí esperando. ¡Iba en compañía del hombre!

Pero la historia aun no acaba, viene lo mejor.

El señor me pidió mi teléfono para compartir los videos, pues estaba decidido a denunciar formalmente a la empresa ETN y a los policías. Me dijo: “Esto no puede seguir pasando en este país” y nos despedimos. Minutos más tarde, mientras comía una torta deliciosa en un lugar privilegiado (y casi secreto) de la central camionera me llegó un whatsapp de mi nuevo amigo. En su foto aparecía él, de traje, sentado en un escritorio, junto a las banderas de México, de la Comisión Internacional de Derechos Humanos y de la ONU. Lo busqué y resultó que se trataba de un alto comisionado que asesora al Gobierno de Michoacán en este tema de los derechos humanos. ¡ja!

Hace unas semanas recibí un mensaje de él. Me relataba que su denuncia fructificó: la empresa ETN debe solicitar disculpas públicas y desarrollar talleres y cursos para preparar a su personal en Derechos Humanos y evitar a toda costa actos de discriminación. Yo añado: No estaría mal también una asesoría en manejo de las filas de clientes.

Estimadas y cultas lectoras de La Orquesta: este es el mensaje para las empresas y gerentes discriminadores: Nunca saben cuándo están en la mira.  

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