diciembre 24, 2024

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#4 Tiempos

La utilidad de la nostalgia | Columna de Juan Jesús Priego

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LETRAS minúsculas

 

Una época son sus acontecimientos, pero también sus sonidos, sus voces y sus presencias. Pertenecer a una generación es haber cantado unas canciones que no pudieron conocer los que vivieron en la precedente y que no cantarán del mismo modo ni con la misma emoción los que vivan en la siguiente.

A un joven que hoy tenga quince años podrá gustarle, por ejemplo, una canción de hace veinte años, pero a su padre lo hará llorar. Esto pude comprobarlo hace poco, cuando mi hermano y yo veíamos en un canal de televisión una sección musical dedicada al recuerdo. Mi sobrino nos miraba profundamente arrobados y se reía de nosotros. Por supuesto, aquellos ritmos, aquellas voces, nada decían a este jovenzuelo que no dejaba de lanzarnos miradas agridulces y sonrisas llenas de sarcasmo. ¡En cambio a nosotros! Mientras escuchábamos, por primera vez después de muchos años, Los ojos de Bette Davis (interpretada Kim Carnes, y además en vivo), nuestras miradas se perdían en un pasado en el que mamá aún vivía y en el que nuestra vida era todavía joven y estaba llena de promesas. ¿Era posible que el tiempo hubiera pasado tan de prisa? ¿Era posible que se nos hubiera ido tan callando, como dice el poeta? No, un muchacho de hoy jamás cantará Los ojos de Bette Davis como la cantábamos nosotros cuando teníamos veinticinco años menos y los cabellos de nuestra cabeza estaban todavía en su sitio y las canas… ¡Ah, las canas! ¿Y qué son las canas, sino cabellos que, al ver el vertiginoso paso del tiempo, han empalidecido de terror?

Pertenecer a una generación, a una época, es haber conocido a unos seres, contemplado unos rostros que los de la generación anterior no conocieron y que los de la siguiente no conocerán (por lo menos no en toda su frescura ni en todo su esplendor).

Miro, mientras escribo esto, a una hermosa jovencita que va por la calle: lleva una bolsa roja en cada mano y camina como si volase. Luego se detiene a esperar un taxi, enciende un cigarrillo, y así puedo yo verla de perfil. ¡Qué bella es! Y me digo a mí mismo, lleno de nostalgia: «Esta belleza sólo la conoceremos nosotros, los que vivimos en este lugar y en este tiempo. Los que vengan después ya no la adivinarán entre las arrugas y, de aquí a cincuenta años, los nietos de esta mujer hablarán de ella como de una anciana. ¡Ah, si ellos supieran! Pero no; ellos no sabrán nada, no se imaginarán nada, y pasarán ante ella como ante algo que ya no interesa.

Los que nos sigan en la historia se harán ciertas preguntas; se preguntarán, por ejemplo: «¿Cómo se las arreglaban los hombres y mujeres del pasado para vivir sin nuestros modernos artefactos, para arreglársela sin la comodidad que nos procuran nuestros cada vez más refinados adelantos tecnológicos?». Acaso se pregunten también: «¿De veras hubo una época en la que la televisión no funcionaba todo el día y toda la noche, sino sólo unas pocas horas, y que para cambiar de canal había que levantarse del asiento? ¿De veras soportaron ver aquellas gentes sus programas en blanco y negro? ¿Cómo pudieron permitir semejante cosa? ¿Es cierto que para realizar llamadas telefónicas tenían que pedir la conexión a una telefonista lejana y que incluso había que esperar varios minutos para establecer el contacto?».

Todo esto se preguntarán en un futuro no muy lejano –o tal vez se lo estén preguntando ya- los muchachos posmodernos. Y la respuesta es:

. Sí, hubo realmente una época en que las transmisiones televisivas acababan por la noche con el noticiero de las diez;
hubo un tiempo en que veíamos nuestros programas en blanco y negro; no es mentira que hubo una época en la que no nadie conoció el cd rom, el dvd, ni, por supuesto, el mp3. Y, no obstante eso, los que vivimos en aquellos tiempos jurásicos sobrevivimos a la experiencia de no haber tenido nunca nada de esto. ¡Henos aquí, sobrevivientes a la carencia tecnológica, a la ausencia de Internet y a la falta de teléfonos celulares! ¿Y fuimos infelices por ello? ¡El que lo haya sido, que  levante la mano! ¡Para la falta que nos hicieron todos estos artilugios!

Pero si ellos –los muchachos de hoy- pueden vivir sin los artefactos que sólo hasta mañana se inventarán, quiere decir que se puede vivir sin ellos; quiere decir –y esto es lo más importante- que lo que hace felices a los hombres no son precisamente estos artefactos, sino otras cosas muy distintas… 

El asombro de estos ciber-adictos es legítimo: ¿cómo pudimos vivir tan incómodamente?, ¿cómo lo hicimos?, ¿cómo lo logramos? Es muy simple: gracias a unas presencias, a unos seres que el tiempo y el espacio nos han arrebatado; fueron estos seres los que dieron sentido a nuestra vida, aunque ahora ya no estén. Y cuando escuchamos aquellas viejas canciones los recordamos con afecto. ¿Adónde se han ido, dónde están ahora? Por eso nos ponemos tristes cuando escuchamos viejas canciones: porque pensamos en ellos, y con la fuerza de nuestra nostalgia los traemos nuevamente al lugar del que nunca debieron haber salido: a nuestra memoria, ese palacio –como lo llamó San Agustín- donde estábamos siempre juntos porque éramos amigos y nos queríamos.

Dice Orrin E. Klapp, el famoso sociólogo estadounidense: «Al escuchar canciones de nuestra propia época tenemos la sensación de volver a ser nosotros mismos, de vivir otra vez una época en que quizá estábamos más vivos». Sí, en que estábamos más vivos, y quizá también un poco menos solos. Toda nostalgia verdadera es siempre nostalgia del otro, de los otros. No son, en realidad, las ciudades las que nos interesan, sino las dos o tres personas amadas que viven en ellas. Tampoco es el pasado en sí lo buscamos en nuestros recuerdos, sino esos dos o tres rostros que el pasado ha intentado arrebatarnos, pero que nosotros no queremos dejar perder. ¡Ah, la nostalgia! Gracias a ella seguimos siendo fieles a los que se han marchado, a los que ya no están, y volvemos a estar con ellos como cuando éramos jóvenes y la vida transcurría con mayor lentitud.

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#4 Tiempos

De éxitos y fracasos | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

La Copa Intercontinental, también conocida anteriormente como el Mundial de Clubes, es uno de los torneos más prestigiosos del fútbol mundial. Desde su creación en 1960, el torneo ha reunido a los mejores equipos de Europa y Sudamérica para disputar el título de campeón del mundo, mismo que desde hace algunos años ha tenido esa representatividad, ya que se toma en cuenta a todas las confederaciones del globo.

En cuanto a la participación mexicana en este torneo, es importante destacar que los equipos del país han tenido un papel importante en la historia del Mundial de Clubes. Aunque no han logrado conquistar el título, han demostrado ser unos de los equipos más competitivos y respetados del torneo, así como uno de los países con más participaciones en la justa.

En total, son 54 clubes los que alguna vez han jugado este torneo, equipos que provienen de 24 países distintos, siendo Brasil el que más clubes ha enviado a representar, con 11 equipos, seguido de México con 7 y Argentina con 6.

Uno de los momentos más destacados de la participación mexicana en el Mundial de Clubes fue la actuación del Club Necaxa en la edición de 2000. El equipo mexicano logró avanzar hasta la semifinal del torneo, donde se enfrentó al Vasco da Gama. Aunque finalmente perdieron el partido por 2-1, la actuación del Necaxa fue considerada como una de las mejores de un equipo mexicano

en la historia del torneo.

Otro equipo con una notable participación es Tigres, que en el Mundial de Clubes del año 2021, se convirtió en el primer equipo mexicano en llegar a la final del torneo, donde se enfrentó al Bayern de Múnich. Aunque Tigres perdió la final por 1-0, su participación en el Mundial de Clubes fue considerada un éxito, ya que demostró la capacidad del equipo para competir a nivel internacional. Además, Tigres logró vencer a Palmeiras en las semifinales.

Ahora, el Pachuca participó en la edición actual del Mundial de Clubes. Lo que llamó la atención fue que el Pachuca jugó con un equipo muy joven, con varios jugadores que apenas tienen 20 años de edad. A pesar de la juventud del equipo, el Pachuca demostró ser un rival complejo, y su actuación fue destacada.

La participación mexicana en el Mundial de Clubes ha sido destacada a lo largo de la historia. Aunque no han logrado conquistar el título, los equipos mexicanos han demostrado ser unos de los más competitivos y respetados del torneo. La actuación del Pachuca en la edición actual es un ejemplo de que los equipos mexicanos pueden competir a nivel mundial, incluso con equipos jóvenes y sin mucha experiencia.

Es una lástima que el nivel de los clubes no se refleje a nivel selección, que los talentos se pierdan en el negocio de una liga que ha demostrado poder competir en cualquier nivel ante cualquier rival. Ojalá las cosas retomen el rumbo y la selección pueda ir creciendo de la mano de los clubes, en beneficio del fútbol nacional.

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#4 Tiempos

Corrido: En el IMSS un cochinero | Columna de Ana G Silva

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Corredor Humanitario

 

La tarde del jueves 19 de diciembre se montó una manifestación por el despido de Simón Almanza, un ortopedista del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en San Luis Potosí. Mencionó que esta fue porque “alzó la voz” al ser uno de los pocos médicos que denunció la falta de insumos.

Ante medios de comunicación, declaró que el motivo de su despido fue “por pedirle a los pacientes que consiguieran su material, para resolverlo a la brevedad posible”.

Lo que no menciona es que él mismo cobraba por realizar cirugías de ortopedia infantil, además de que pedía a los padres comprar insumos en su negocio.

Esta información llegó por parte de TRES fuentes dentro del IMSS, quienes le detallaron a esta periodista que el doctor Simón tiene cuatro denuncias hechas por derechohabientes por cobrar las cirugías de ortopedia infantil.

Se preguntarán… ¿Cómo nadie lo notó? La verdad es que sí, todos sabían.

Las corruptelas del IMSS se conocen entre sus trabajadores y pocas veces realmente se dan a conocer. La verdadera razón por la que Simón Almanza era intocable es porque era el protegido de la ex delegada María Guadalupe del Rosario Garrido Rojano, involucrada en varios desfalcos dentro del instituto de salud en la entidad.

Garrido Rojano fue jefa de enseñanza del IMSS dónde conoció a Simón como su alumno; lo trae a trabajar a la Delegación en San Luis Potosí como coordinador, donde empezó a consultar pacientes, a pesar de que su puesto lo impedía…

Sí era médico, pero coordinador al fin y al cabo. No podía involucrarse con pacientes, y aún así, el doctor de quirófano que tenían en ese tiempo firmaba como el que operaba, para que no quedara registro de que Simón era el que realizaba los procedimientos.

PD. Por ahí un pajarito me llegó a contar que en su paso por la Clínica 2 del IMSS realizó algunas operaciones que solo le competen a un neurocirujano.

Tan cercano era a Garrido Rojano, que incluso se encargó de operar a Juana Mejia, ex titular de la Jefatura de Servicios de Desarrollo de Personal de la Delegación y otra trabajadora muy cercana amiga de la ex delegada, quien incurrió en el abuso de su puesto y atribuciones para ingresar a cirugía

en mayo de 2023, pues nunca pasó por la lista de pacientes de ortopedia que esperaban su ingreso a una cirugía, y por un padecimiento que no sería considerado de urgencia, mismo que lleva a cualquier otro ciudadano a esperar meses para realizarse.

PD 2. El sujeto también es protegido por Raul Mario Beltran, jefe de Jurídicos que se le ha relacionado con casos de corrupción y acoso sexual, pero con todo y pruebas contundentes es inamoblible.

Aquí no se le cuestiona su calidad como médico, pues también he escuchado trabajos destacados… si no fuera por sus negocios corruptos.

Su manifestación parece indicar que se trata de un intento de derrocar a la delegada actual, Angélica Cristina Rodríguez Nester.

Y no. ¡No! Esta columna no es para respaldarla, pues también es alguien que tiene cola que le pisen.

La falta de insumos y medicinas no es ningún secreto. Mis fuentes dentro del IMSS afirmaron que sí hay desvío de recursos destinados a insumos médicos, para beneficio personal de la querida delegada, como la compra de autos nuevos. Nada que no se haya denunciado en años anteriores.

Rodríguez Nester también prioriza a sus allegados en puestos clave, dejando de lado a personal más capacitado.

Lo que me contaron es que la delegada hace enojar a los trabajadores por cosas “muy burdas”, ejemplo de ello es que no va a dejar salir a los operativos de vacaciones las próximas dos semanas, pero sí a sus amigos.

Por cierto, la delegada cree que nadie se dio cuenta que su secretaria está de vacaciones. Y el resto del personal, bien gracias.

Pero en fin, siempre es lo mismo, el IMSS sigue siendo el mismo cochinero de siempre.

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Aliens, Sexo y Drama; Bienvenidos a la cabaña más incómoda de México | Columna de Guille Carregha

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Criticaciones

 

La Región Salvaje es una mala película envuelta en un vestido de pretensión que da la impresión de que estás viendo algo de verdad bueno. Se plantea a sí misma como una profunda exploración de la importancia que tiene el placer para la humanidad a través de elementos de ciencia ficción, pero termina siendo una mininovela de TV Azteca aderezada con kinks de hentai de tentáculos en live action.

Esta es una película que camina por una delgada línea entre la fascinación y la frustración. Su premisa tiene el potencial de ofrecer una experiencia única. Sin embargo, el resultado final no está a la altura de sus ambiciones, dejándonos con una obra que parece más interesada en impresionar con su estilo que en profundizar en los temas que plantea.

Dando inicio al visionado y notando cómo uno de los puntos clave de la película es la aparición de un extraterrestre que es la encarnación misma del deseo, podría parecer que La Región Salvaje es algo así como la versión mexicana de Under the Skin mezclada con Shivers. Y, la neta, un poco sí. Sin embargo, a diferencia de aquellas películas, esta no tiene tan claro su enfoque. Aún cuando la dirección intenta capturar con precisión quirúrgica las dinámicas tan volátiles y complejas de género, sexualidad y violencia, no puede evitar caer en los clichés más anticuados de las novelas de las 9 de la noche.

Literalmente, a pesar de contar con la existencia de un alien cuya única función es tener sexo violento con quien se le ponga enfrente, la película insiste en enfocarse en las relaciones interpersonales de tres personas. Tenemos a Alejandra, su esposo Ángel, y su hermano Fabián, quienes ya están en medio de una vida caótica y llena de tensiones. Ninguno de ellos conoce al extraterrestre durante los primeros 30 minutos de la película. Lo importante es ver cómo Alejandra y Ángel tiene un matrimonio a medio morir que se mantiene unido solamente por la existencia de sus hijos, y darnos cuenta que tanto a Ángel como a Fabián les pareció una maravillosa idea el tener un amorío homosexual entre ellos a espaldas de Alejandra.

Y el extraterrestre, bien, gracias.

La película empieza a cuajar un poco cuando aparece Verónica en sus vidas. Su presencia no hace más que avivar las inseguridades, la culpa y la desesperación que todos ellos ya cargaban. Y cuando cada uno tiene su “encuentro cercano” con el extraño “compañero extraterrestre” de Verónica, que vive en una cabaña en el bosque, los problemas humanos parecen disiparse… aunque solo sea por un rato. Este alienígena no es cualquier monstruo, es casi la encarnación del deseo sexual más puro y primitivo: no tiene género, no tiene orientación, no tiene moral. Es una fuerza implacable que no discrimina ni razona, solo actúa.

Pero aquí viene el giro oscuro: el sexo no es el único instinto primitivo que la película pone sobre la mesa. Su hermano feo, la violencia, siempre está al acecho. Tanto los humanos como el alienígena tienen la capacidad de hacerse daño brutalmente, y en este constante tira y afloja entre deseo y agresión está el verdadero corazón de la película. Esa dicotomía entre los impulsos básicos del placer y la violencia, y la forma en que los personajes se relacionan con ellos, es lo que define esta historia.

Durante los apenas seis minutos en donde se hace referencia al extraterrestre, la película lo usa como un espejo: una herramienta que refleja las tensiones internas de los personajes y su lucha con el deseo, la represión y la autodestrucción. Es un símbolo que desnuda lo peor y lo más visceral de nuestra naturaleza. Logra incomodar, provocar y hacer preguntas importantes sobre lo que significa ser humano. Porque al final del día, no importa cuánto tratemos de escapar de nuestros impulsos básicos, siempre están ahí, acechándonos, esperando el momento para tomar el control. El alienígena funciona como una metáfora de los deseos humanos en su forma más básica, un ser que no distingue entre géneros ni orientaciones sexuales. Sin embargo, estos impulsos, en lugar de liberar a los personajes, los conducen a la autodestrucción. En ese sentido, la película parece decirnos que los deseos más profundos del ser humano siempre van acompañados de su contraparte más oscura: la violencia.

Por otro lado, los personajes humanos, aunque interpretados de forma competente por el elenco, son más planos que cualquiera de las hojas en donde se imprimió el guión. Asumo que la idea de la dirección era transmitir un aura enigmática o una sensación de desgaste emocional a través de ellos, pero a duras penas parecen ser personas que solamente saben sentir desinterés y aburrimiento

– mismo que transmiten a la perfección con la audiencia. Es casi imposible sentirse identificado con cualquiera de estos seres deleznables que, más que personajes, no llegan a ser más que herramientas narrativas. La película parece más interesada en utilizarlos para ilustrar su tesis que en darles agencia o un desarrollo significativo.

            Como buen producto mexicano audiovisual, La Región Salvaje no puede evitar caer en clichés y estereotipos que socavan su mensaje pero que, seguramente, creyeron eran muy interesantes y le daban otra capa de significado a la película. De entrada, la acción se sitúa en Guanajuato, donde CLARAMENTE estamos intentando hacer la dicotomía de ciudad católica panista persignada con los sucesos sexuales que acaecen a lo largo de la película. Pero en ningún momento se aprovecha eso. Solo se hace especial énfasis en mostrar que estamos en Guanajuato y… ya. La población general de la ciudad nunca se entera de nada, nadie hace mención a cómo toda choca con los valores clásicos de la religión, no hay situaciones de desventaja ante quienes se ven involucrados. Es decir, esto podría pasar en cualquier ciudad de México, real o ficticia, y nunca sería nada más que un fondo de pantalla.

            Y ni hablemos de los efectos especiales. En general, el CGI utilizado aquí, sobre todo para representar los cuatro minutos de extraterrestre que nos entrega la película, está bastante bien logrado. Pero hay una escena, una escena clave a la mitad, en donde se decidió que estaría padrísimo representar una orgía de animales en el bosque y… no. Solo no. La poca tensión que estaba sintiendo hasta ese momento murió en el momento en que irrumpí en una carcajada al ver esa escena. O sea, poner muñequitos de felpa motorizados a representar la escena se hubiera visto menos barato.

En última instancia, La Región Salvaje parece más interesada en la forma que en el fondo. A pesar de sus ambiciones, la película no logra profundizar en los temas que plantea, dejando al espectador con más preguntas que respuestas. Al explorar los impulsos sexuales y la violencia, Amat Escalante intenta hacer una crítica de las relaciones humanas, pero el mensaje se diluye en una narrativa que no logra equilibrar sus elementos temáticos y estilísticos.

Más que una obra cohesionada, La Región Salvaje se siente como un experimento que plantea preguntas interesantes, pero no logra responderlas de manera satisfactoria. Su incapacidad para conectar emocionalmente con el espectador y para ofrecer una reflexión más clara sobre sus temas hace que se quede corta. Al final, lo que podría haber sido una exploración incisiva de la condición humana termina siendo una experiencia tan desconcertante como olvidable.

Y, claramente, nadie supo cómo concluir la película. Al final, cuando las cosas finalmente están escalando y parece que llegaremos a algún lugar, el guión dice “¿y si matamos a todos de una vez y vamos a créditos? ¿No estaría más padre? ¿No nos ahorraríamos tiempo y dinero?”

No.

No estuvo más padre.

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Opinión

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