#4 Tiempos
La primera mujer titulada como ingeniera en SLP | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
Hija de una familia de profesionista donde el padre y la madre se formaron en la escuela de ciencias químicas de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, situación que propició que María Eugenia Igueravide Navarro pudiera cursar estudios profesionales. En la década de los sesenta estaría ingresando como estudiante en la entonces Escuela de Ingeniería de la UASLP, que apenas tres lustros antes había reabierto sus puertas. La elección no dejo de ser sorpresiva, pues en aquella época no había mujeres cursando carreras de ingeniería. Así Eugenia Igueravide junto a su compañera Yolanda Reza Pardo se aventuraban en un mundo que había sido dominado por hombres. De esta forma seguirían esos caminos que cuarenta años antes abrirían mujeres en San Luis como María Castro en medicina, Dolores Arriaga en leyes en el entonces Instituto Científico y Literario o Carmen Ortega un par de años antes en la carrera de física de la propia universidad potosina.
Para la época en que Eugenia Igueravide fincaba su formación, la educación secundaria y preparatoria podía cursarse en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí por lo que desde los trece años Eugenia Igueravide estaría ligada a la universidad, donde se recibiría de ingeniería civil en 1967 y donde impartiría catedra en la propia Escuela de Ingeniería, hoy Facultad de Ingeniería de la UASLP.
Al decir de la propia Eugenia Igueravide de joven le interesó la geografía, carrera que por cierto estuvo en función en la universidad potosina durante la segunda parte de la década de los cincuenta y que desaparecería justo cuando la joven Eugenia Igueravide estaba por ingresar a estudios profesionales; así que seleccionó una carrera que igual le había llamado la atención, y que se relacionaba con la construcción y los caminos, la ingeniería civil, que se abría como una opción en la escuela de ingeniería que estrenaba instalaciones en la cajas reales.
El 15 de febrero recibiría el título de ingeniería civil por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí y continuaría sus estudios en la UNAM donde estuvo un año en la división de doctorado, para luego regresar como catedrática a la escuela de ingeniería potosina.
Integró su propia constructora con un equipo de pasantes, maestros de obra, albañiles, carpinteros, fierreros y peones que le llevaron a cristalizar grandes cosas. “Hoy en día, al ver las fotografías de aquellos proyectos, me sorprendo mucho, no sé cómo lo resistí físicamente, no sé cómo soportaba tanta presión; pero bueno, era muy joven, creo que la angustia era normal, sentía el peso de la profesión y el compromiso con las personas que habían puesto su confianza en mí”, expresaría Eugenia Igueravide en una entrevista. También trabajo durante veinte años en el Gobierno del Estado como Subdirectora de Proyectos.
Siguiendo la tradición familiar de apertura a la formación de las mujeres su hija Alejandra Santoyo Igueravide, estudiaría en la Facultad de Medicina de la UASLP.
“La ingeniería siempre me apasionó, se me facilitaron las matemáticas en el estudio, estuve decidida a afrontar lo que viniera en el área laboral, actualmente trabajo como constructora en mi propia empresa, como subdirectora de proyectos en la Secretaría de Desarrollo Urbano Vivienda y Obras Públicas, me he actualizado y aquí sigo”.
“Hasta el día de hoy sigo disfrutando la ingeniería, sorprendiéndome de los avances tecnológicos, imaginando lo que hubiera sido con esos avances en mis tiempos y deleitándome con lo que será en el futuro. La Ingeniería evoluciona para ayudar al mundo globalizado en el que vivimos y siempre será indispensable. Yo elegí el trabajo que más me gusta y no he tenido que trabajar ni un solo día de mi vida, siempre orgullosa de ser de Ingeniería”.
Así la carrera de Eugenia Igueravide se une al esfuerzo y la labor de aquellas mujeres que emprendieron la tarea de abrir caminos en sendas en las que no eran bien vistas y en las que ahora se hace común la presencia de las mujeres.
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#4 Tiempos
Los Grandes del Fútbol en 2025 | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
Ha comenzado 2025 y promete ser, por lo menos, emocionante para los aficionados del fútbol en todo el mundo. Desde torneos internacionales de clubes y selecciones hasta revanchas que parecen necesarias, a solo unos meses de la Copa Mundial. No olvidemos las clasificaciones para esta justa, los encuentros entre los mejores equipos de cada continente; hay mucho que esperar.
Copa Mundial de Clubes de la FIFA 2025
Los supuestos mejores clubes del mundo se enfrentarán para determinar al campeón mundial. La competencia se llevará a cabo del 15 de junio al 13 de julio y reunirá a los campeones de cada confederación, incluyendo la UEFA, CONMEBOL, AFC, CAF, CONCACAF y OFC.
Copa Mundial de Fútbol Sub-20
Esta edición se jugará entre el 27 de septiembre y el 19 de octubre en diversos estadios de Chile. Como siempre, este torneo ofrece una visión del futuro del fútbol. México ya está clasificado.
Copa de Oro de la CONCACAF 2025
El torneo importante de Concacaf se juega este año. Parte del mismo servirá como preparación para algunas sedes de la Copa Mundial. Equipos nacionales de América del Norte, América Central y el Caribe se enfrentarán, así como Arabia Saudita, que funge como invitado en esta y la siguiente edición.
Copa Africana de Naciones 2025
Marruecos será la sede del torneo para las mejores selecciones de África. Un evento que se iba a realizar entre junio y julio, pero por calendario se decidió que comenzará hasta el 21 de diciembre. Costa de Marfil regresa para buscar mantener el campeonato de la región.
Estos torneos se suman tanto a las copas internacionales de clubes y las ligas nacionales, para darnos un 2025 lleno de duelos que cocinarán el fútbol a solo unos meses del Campeonato Mundial. Esperemos que sea un buen año para los equipos mexicanos, que se levante un poco el espíritu y la competitividad, en un momento clave para regresar dentro de nuestro maltrecho presente futbolístico. Ojalá que el 2025 sirva para corregir el rumbo y que lo que venga, sea para mejorar, ya que espero que peor, no se pueda estar. ¡Prepárense para un emocionante 2025 de fútbol!
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#4 Tiempos
Entre tangas, roscas y tamales | Columna de León García Lam
VOLUTA
En una nota del Universal publicada el último del año 2024 una comerciante de la Ciudad de México afirmó: “ya no se venden los calzones rojos y amarillos, se está perdiendo la tradición” y al parecer sí, la euforia por las tangas rojas ha perdido el interés de las nuevas generaciones chilangas que ya no creen en el amor, ni en las tradiciones o no tienen dinero para pagarlas. Sin embargo, en estados como Jalisco, las ventas de ropa interior se dispararon hasta el cielo y un dato llamó mi atención: para este año 2025, los consumidores tapatíos buscaron vorazmente los calzones amarillos. ¿Qué nos querrá decir este indicador popular?
Hace unos días, en una cápsula trasmitida por Radio Universidad (de SLP) se escuchó, en la voz de mi querido amigo Jonathan Gamboa, una explicación genealógica acerca de las tradiciones de fin de año: comer lentejas, hacer maletas y meterse debajo de la mesa son tradiciones que provienen de culturas bien lejanas en el tiempo y en el espacio. Entonces ¿por qué las aceptamos con tanta facilidad? No sé si usted lo note, querida culta lectora de La Orquesta, pero las tradiciones del fin de año o del año nuevo pretenden controlar el futuro incierto que tenemos enfrente: que las doce gotas de la felicidad, que las cabañuelas y los borregos de la buena fortuna, pero ¿qué tienen en común todas estas “tradiciones” a las cuales también llaman “rituales”?
Pues bien, yo que empleo parte de mi valioso tiempo en buscarle chichis a las lombrices, creo que lo que es común a una buena parte de estas tradiciones de Año Nuevo es el juego de esconder o revelar algo que está dentro. Me explico, la tradición de salir a la calle con una maleta requiere guardar dentro de la maleta elementos de lo que se desea atraer. La tradición de meterse debajo de una mesa es, de alguna manera, situarse dentro del centro de la abundancia que es la mesa. Sin embargo, el mejor ejemplo es la rosca de reyes:
¿Cómo debe ser la tradicional rosca de reyes? Unas personas afirman que la tradicional rosca lleva un monito, otras dicen que debe llevar 3 monitos y hay quien piensa que la mera tradicional rosca de reyes debe esconder además de los monitos, dedales y anillos. No hay manera de fijar una norma estandarizada. Lo que sí es interesante es la forma de la rosca. ¿Usted sabe cómo se llama la forma geométrica de una rosca? Se llama toro y algún otro día le contaré sobre sus propiedades matemáticas que son formidables. Me gusta pensar que, si la rosca es una representación del año, entonces el tiempo es algo que da vuelta, regresa al mismo lugar y en su interior, al igual que los tamales, esconde sorpresas insospechadas.
Estimada y culta lectora de La Orquesta: yo espero que las sorpresas de su año 2025, sean las mejores.
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#4 Tiempos
Primeras médicas potosinas en asociaciones sociales y científicas | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
De las primeras médicas mexicanas tituladas en las primeras décadas del siglo XX, un buen número son potosinas, algunas de ellas han sido tratadas en esta sección. El camino seguido para su preparación no fue nada fácil y algunos debieron cursar otras carreras, orientadas a las mujeres, para poder aspirar a seguir estudios profesionales de su elección, como para su caso fue la medicina.
Este escenario propició que las pioneras médicas mexicanas emprendieran acciones para que fueran consideradas en un medio hostil para su práctica profesional y a manera de autoprotección, crearon y se unieron en agrupaciones académicas y sociales. Unas de las primeras asociaciones de mujeres médicas fue la Asociación de Médicas Mexicanas y la Sociedad Mexicana de Eugenesia, fundamentalmente de contexto académico. En estas asociaciones participarían las médicas potosinas y figurarían como fundadoras en estas asociaciones mencionadas.
La Asociación de Médicas Mexicanas sería creada el 5 de mayo de 1926, ante la necesidad de hacer un frente común y apoyarse para no ser maltratadas por querer titularse como médicas. En la fundación de esta pionera asociación de médicas participaría la potosina María Castro de Amerena, primera médica potosina y, de quien hemos tratado en esta columna. Con el tiempo esta asociación se convertiría en la Asociación Nacional de Médicas Mexicanas y se haría filial de la Medical Women’s International Association; y sus fines no distaban de los iniciales, a los que se sumaron: defender los intereses profesionales, colectivos e individuales de las médicas; pugnar por el acceso de las médicas a puestos directivos y de responsabilidad, y buscar la creación de seguros de vida colectivos en favor de las asociadas.
En esta asociación se unieran pocos años después de su creación las médicas potosinas: Mathilde Rodríguez Cabo, también tratada en esta columna, Sara Cárdenas Orozco, también tratada en la columna y Emilia Leija Paz.
La Sociedad Mexicana de Eugenesia, fue creada en 1931, en su fundación participarían las médicas potosinas Emilia Leija Paz y Mathilde Rodríguez Cabo. En esa época la elevada mortalidad infantil era un problema agudo de salud pública, razón por la que existía una seria preocupación por proteger a la infancia. Sus actividades se orientaron a la salud matrimonial. Entre sus actividades de difusión se dictaban conferencias como la impartida por la potosina Emilia Leija Paz acerca de enfermedades venéreas y su efecto en la descendencia.
Estas médicas potosinas jugaron un importante papel en el desarrollo de la mujer en el ámbito médico abriendo brechas para la incursión de otras mujeres en el ámbito profesional, su actividad en asociaciones sociales y científicas estaban orientadas a este objetivo.
De esta manera Mathilde Rodríguez Cabo pertenecería a cuatro agrupaciones. Frente Único Pro Derechos de la Mujer, Sociedad Mexicana de Eugenesia, Sociedad Alexander Von Humbolt y la Asociación de Médicas Mexicanas.
Emilia Leija Paz pertenecería a tres agrupaciones: Sociedad Mexicana de Eugenesia, Sociedad Mexicana de Higiene y Asociación de Médicas Mexicanas. Por no haberla tratado en esta columna apuntamos algunos de sus datos: Nació en Soledad Díaz Gutiérrez, San Luis Potosí. En el Instituto Científico y Literario de San Luis Potosí cursó la preparatoria y el primer año de la carrera de Medicina, misma que continuó en la Escuela Nacional de Medicina para titularse en 1925 con la tesis Contribuciones al estudio de la neurovacuna. Estudió enfermería sanitaria en Nueva York. Su ejercicio profesional estuvo muy vinculado a la enfermería. Fue jefa de la División de Enfermería y Obstetricia en la Escuela de Graduados, primera directora de la Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia de 1948 a 1957,35 donde también fue maestra. Médica auxiliar y luego jefa de la Oficina Central de Enfermeras del Departamento de Salubridad Pública, dirigió el Dispensario Antivenéreo número 7, encargada de Enfermería Sanitaria y médica en la Casa Amiga de la Obrera.
Sara Cárdenas Orozco y María Castro de Amerena pertenecerían solo a la Asociación de Médicas Mexicanas.
María Dolores Villalobos Epiro, pertenecería a la Pan American Medical Women’s Alliance. Por no haberla tratado en esta columna, también apuntamos algunos de sus datos: Nació en la Ciudad de San Luis Potosí. Estudió en la Escuela Núm. 20 y en el Instituto Científico y Literario de San Luis Potosí. En la misma institución cursó algunas materias correspondientes al 1° y 2° años de la carrera de medicina, misma que continuó en la Escuela Nacional, donde concluyó sus estudios entre 1921 y 1924. De septiembre de este último año a mayo de 1925 fue practicante adjunta y numeraria en el Hospital Morelos. Presentó los exámenes profesionales en julio de 1925 y defendió la tesis Citoscopia en los niños, obteniendo el grado de médico cirujano.
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