julio 5, 2025

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#4 Tiempos

La pantomima del Mijis y su desdén hacia San Luis | Columna de Carlos López Medrano

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Luces de variedad

San Luis Potosí le queda chico a esa eminencia conocida como El Mijis. O al menos eso es lo que él parece creer. No es solo el diputado local con más faltas a las sesiones del Congreso, y el que más sale de la entidad para sostener una agenda mediática paralela a sus responsabilidades como servidor público. También es alguien cada vez más insatisfecho e incómodo con la tierra que tuvo la fortuna de verlo crecer.

La cuestión quedó bien retratada hace unos días cuando el diputado viajero estalló ante un grupo de reporteros potosinos a los que pretendió dar cátedra de cómo hacer su trabajo. La faceta de gurú periodístico en Pedro Carrizales era hasta entonces desconocida, pero ahora se ha sumado a su particular estuche de monerías que lo destaca como activista, político, chavo banda, voz de los excluidos y adalid de la justicia universal.

Durante su exposición, como un verdadero lord de Polanco, El Mijis amenazó con abandonar San Luis Potosí si es que los comunicadores de provincia no trabajan como él considera correcto. “Les voy a decir de una vez y que quede bien claro, si me llegan hacer una canallada, se los juro que voy a pedir licencia”, dijo. Y luego sacó a relucir su condición de superestrella, para imponer con el estatus de ser superior. “Voy a hacer un llamado a nivel internacional”, explicó, aduciendo que su vida estaba en peligro.

Más de un reportero seguramente se lo pensará dos veces antes de escribir la próxima nota sobre el susodicho, no vaya a ser que el diputado cumpla su palabra y abandone la ciudad privándonos así de su honorable presencia, el único astro con el que por ahora contamos para iluminar la región.

La actitud que tuvo con los medios locales contrasta con el afecto y conexión espiritual que tiene con las cadenas nacionales a las que tiene como prioritarias. Carrizales aparece en cuanta entrevista o show le sea propuesta, a las que anima con su notable gracia y don de gentes.

La estrategia es entendible. El Mijis se encuentra cada vez más desacreditado en San Luis Potosí, mientras que en otras latitudes, donde no conocen sus mañas, es aún visto como impoluto, como una marca o atracción, en vez de ser tomado como lo que es: un hombre complejo, con virtudes y defectos. Con algunos aciertos, limitaciones y tantos otros traspiés.

La verdad es que aunque El Mijis se haga el representante de las clases populares, sus actos lo muestran como un tipo más fascinado por el glamour de la Ciudad de México y el extranjero, esos nichos de mercado en los que ha encontrado una forma de propagar su magia como parte de un plan de dimensiones aún desconocidas.

Lo anterior es respetable. Todos están en su derecho de explotar su imagen y buscar una proyección internacional. Ojalá lo consiga y logre aportar a la nación. Lo curioso es la impostura. Una forma de entender la política que es difícil sostener en la práctica.

Allá donde su trayectoria no ha sido analizada puede seguir con la pantomima que tiene de outsider. Una actitud que le ha granjeado muchos simpatizantes —incluso dentro de círculos que son críticos de la izquierda— que lo ven como un ente luminoso, una figura refrescante lejano a las viejas prácticas de las que muchos están agotados.

El Mijis ha sabido manejar bien la oportunidad. Pero se le notan las costuras. En sus propuestas hay mucho de pirotecnia, un hambre voraz por llamar la atención e instalar al buenísmo de lleno en la agenda. Mientras en su localidad se muestra déspota con los reporteros, a qui enes condiciona en su trabajo, por otro lado en redes sociales aprovechó un insulto de Ricardo Alemán para pavonearse por una iniciativa de protección a periodistas.

“Mientras tú me atacas, yo te defiendo a ti, con mi iniciativa para mejorar el sistema de protección a periodistas”, dijo el magnánimo.

En su propia cuenta de Twitter, Carrizales Becerra ostenta la coherencia como una de sus mayores virtudes. “15 años de lucha por mis ideales, no es solo un discurso, es un principio  que llevo tatuado en mi corazón. En mi vida no hay traición ni incongruencia”.

Sin embargo, a veces da la impresión de que, aunque lo niegue, mucho de él sí que se queda en el mero discurso. A principios de 2019, El Mijis se manifestó en contra las tropelías de Nicolás Maduro en Venezuela y pidió al gobierno mexicano reconsiderar el principio de no intervención debido a las violaciones de derechos humanos que ocurren en el país sudamericano.

Aquel mensaje fue sin duda admirable y despertó comentarios halagadores en la opinión pública. Lo que muchos de ellos no sabían es que el reputado legislador tiene a dos asesores, David Reyes Medrano y Víctor García-Mata, que son abiertamente defensores y admiradores de la revolución bolivariana y que hace apenas unos meses estuvieron en la embajada de Venezuela en México mostrando su respaldo al régimen chavista.

David Reyes Medrano y Víctor García-Mata, asesores de El Mijis

La bandera que El Mijis ha tomado recientemente es la de ir a contracorriente respecto a la coalición que le dio la oportunidad de adentrarse en el servicio público. En redes ha mostrado crítico con las que a su juicio son algunas decisiones equivocadas de la 4T. Esto es muy valeroso y merece un reconocimiento, ya que aparenta una independencia intelectual.  

Lo malo es que se queda corto: a menudo se trata de un mera acrobacia discursiva contraria a la actitud que toma cuando tiene encuentros con los jerarcas de la 4T ante los que se muestra lambiscón, complaciente y ante los que lanza piropos dignos de Waylon Smithers. A Mario Delgado lo ha llamado “el mero machín”, el mismo epíteto que le puso en su momento al presidente Andrés Manuel López Obrador. A Yeidckol Polevnsky, por otra parte, le llama “jefaza”.

El lujo y los grandes reflectores son una gran tentación. El Mijis debe aprovecharlo mientras alguien se la siga comprando. Solo tendría que serenarse un poco y no desatender sus responsabilidades en San Luis Potosí ni desmerecer a la sociedad que, a fin de cuentas, fue la que lo encumbró. Y gracias a la cual goza de un jugoso salario de élite, por cierto. Si quiere irse, que lo haga. Está en todo su derecho de expandirse. Lo extrañaremos. Pero que mientras tanto no extienda la mano solo cuando le conviene, como el pasado 9 de febrero, cuando pidió un préstamo de 162 mil pesos al Congreso del Estado. Una cantidad que seguramente no le darían sus amigos de Harvard por los que tanto se desvivió.

 

@Bigmaud

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#4 Tiempos

El sabor uruguayo del futbol potosino | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

 

El futbol potosino ha tenido muchos rostros, muchas etapas y muchas nacionalidades que han dejado su huella. Pero si hay una que ha sabido ganarse el respeto en la cancha y el cariño en la tribuna, es la uruguaya. No hablo solo de entrega, hablo de carácter, de identidad, de jugadores que supieron ponerse el equipo al hombro cuando San Luis más lo necesitaba.

Hoy que el nombre de Juan Manuel Sanabria suena con fuerza por razones fuera del césped, vale la pena recordar a los uruguayos que eligieron a San Luis, que se partieron el alma con esta camiseta, y que con su futbol dejaron una marca imborrable.

Sanabria, quien hasta hace poco fue capitán, referente, y para muchos el nuevo símbolo del Atlético de San Luis, rechazó irse al América. ¿Por qué? Eso solo lo sabe él. Pero mientras unos dudan, otros lo hubieran dado todo por una oportunidad así. Y sin embargo, eligió a San Luis. Eso dice mucho.

Marcelo Guerrero, aquel mediocampista ofensivo que llegó en los años dorados del primer San Luis en Primera. El “Colo” no era un crack mediático, pero tenía talento en los pies y visión en la cabeza. Fue clave en el subcampeonato del Clausura 2006. Ese torneo, donde estuvimos a nada de ser campeones, tuvo mucho del futbol uruguayo. Mucho de Marcelo.

Sebastián Abreu, el “Loco”, pasó brevemente por San Luis pero dejó su sello. Llegó con la fama de goleador nato y aunque no tuvo su mejor etapa, su presencia bastó para sacudir vestidores. Un delantero con personalidad, de esos que no se esconden. Un verdadero referente del futbol uruguayo que, aunque por corto tiempo, defendió los colores potosinos.

Más recientemente, Facundo Waller, otro charrúa que entendió lo que significa este equipo. Su paso por San Luis no solo fue destacable, fue vital. Contundente, técnico, siempre con una actitud ejemplar. Fue de los pocos que en temporadas grises mantuvo el nivel. Un volante moderno, de ida y vuelta, que mostró garra y calidad.

Pero no todos los nombres quedaron grabados en los reflectores. Algunos fueron más discretos, pero no menos importantes. José Enrique García, volante de contención, fue uno de esos gladiadores silenciosos a inicios de los 2000. Siempre cumplidor, sin lujos pero con un orden táctico que todo técnico valora.

Andrés Silva, central uruguayo que también pasó por San Luis en esa época, destacaba por su fortaleza física y su agresividad defensiva. No era un defensa sutil, pero sí un tipo al que no le temblaban las piernas en los partidos complicados. Le tocó vivir años de transición en el club, pero siempre rindió.

Uno que sí fue diferente fue Lorenzo Unanue, que llegó en los años 80, cuando San Luis todavía tenía una identidad más modesta pero una gran ambición. Unanue era fino, creativo, y marcó diferencia en una liga que no siempre apreciaba el talento extranjero. Fue de los grandes uruguayos que se puso esta camiseta, y su huella permanece en quienes lo vieron jugar.

A lo largo de las décadas, han sido los jugadores charrúas quienes más han entendido el código del fútbol en esta tierra: sacrificio, dignidad, talento sin soberbia. Y entre todos ellos, hay un nombre que no se discute: Nery Castillo, el más grande jugador uruguayo que ha pisado una cancha en San Luis.

Nery jugó en el Atlético Potosino durante los años más vibrantes del fútbol en la capital. Era extremo, rápido, elegante. Pero más que sus cualidades técnicas, lo que hacía diferente a Castillo era su entrega. El estadio Plan de San Luis rugía cuando tomaba la pelota. Marcaba diferencias, no solo con goles, sino con personalidad. Fue ídolo, fue referente y fue parte fundamental de una etapa que marcó a toda una generación. Su legado va más allá de la cancha: sembró en San Luis una identidad, una conexión con Uruguay que permanece hasta hoy.

El fútbol potosino no tiene la vitrina de otros equipos, pero sí tiene historia. Y en esa historia, los uruguayos han sido piezas importantes. Jugaron, ganaron, perdieron, sudaron esta camiseta como si fuera suya de nacimiento. Por eso, cuando uno ve a un jugador uruguayo en San Luis, ya sabe que algo bueno puede pasar. Porque si algo saben hacer los charrúas, es dejarlo todo en la cancha. Y a veces, eso es más importante que cualquier fichaje.

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Jorge Echevarría y su taller de Sonido 13 | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

De la mano de Oscar Vargas y David Espejo, los alumnos del maestro Julián Carrillo, y principalmente bajo el cobijo de la hija del maestro, Dolores Carrillo, Jorge Echevarría Chávez aprendió el sistema musical del Sonido 13 y tomó el destino de tocar música en el sistema de Sonido 13 de Julián Carrillo, convirtiéndose en uno de los principales difusores de la obra microtonal de Julián Carrillo. Desde 1979 ha sido promotor de la obra del compositor potosino dando conferencias y conciertos en diversos foros y universidades. También ha ejercido la docencia y ha sido catedrático en diversas escuelas, centros culturales y universidades del país. Ha sido director de varias agrupaciones musicales juveniles.

Como parte de su formación en el nuevo sistema musical de Carrillo se involucró en la construcción de instrumentos en cuartos, octavos y dieciseisavos de tono, participando en la construcción de arpas micro interválicas que desarrollaron los alumnos de Carrillo Oscar Vargas, David Espejo y Ramón Guerrero Aspero y construiría posteriormente su flauta para cuartos de tono con la cual basa sus interpretaciones de Sonido 13 con el grupo de formara con el nombre ITZA CAYUM que es un grupo que ha sido trazado por la música, recordando el conocimiento de notas y frases. La inspiración surge de instrumentos ancestrales para crear nuevas formas de expresión musical… expandiendo el espectro sonoro, empoderando en cada nota y pieza. Esta profunda fuente de tradición e innovación encuentra una voz moderna en Jorge Echavarría, miembro clave del reconocido grupo Paraphernalia. (PoF)

Jorge Echevarría Chávez realizó sus estudios musicales en la Escuela Nacional de Música de la Universidad Nacional Autónoma de México como instrumentista en flauta transversal; también en la escuela de música José F. Vázquez; el Conservatorio Nacional de Música de la Ciudad de México, y estudió armonía contemporánea en el Sindicato de Música de la Ciudad de México.

En los últimos años han sido frecuentes sus visitas a San Luis Potosí para impartir cursos y conferencias, así como hacer composiciones con sus talleristas de música original en el sistema de Sonido 13. En particular participó en nuestro programa de conmemoración del 140 aniversario del nacimiento de Carrillo en 2015, registrando su participación en la serie documental 13 Conceptos del Sonido 13 que puede consultarse en youtube, así como su participación el programa de conferencias públicas La Ciencia en el Bar en particular con el tema la revolución musical del Sonido 13,

Sobre este tema estará en el mes de septiembre en San Luis Potosí impartiendo el taller, La revolución Musical del Sonido 13, el cual tiene el objetivo de desarrollar los conocimientos necesarios para componer e interpretar música en microintervalos, a través del uso del sistema general de escritura musical de Julián Carrillo. Este taller está dirigido a músicos de cualquier diversidad instrumental, con conocimientos básicos de solfeo y teoría musical general.

Este taller es una buena oportunidad para acercarse al sistema de Sonido 13 y experimentar ese universo musical fantástico que desarrolló el maestro potosino Julián Carrillo creando un nuevo universo sonoro que permite crear nuevas sensaciones estéticas.

Este año se conmemora el 150 aniversario del nacimiento de Julián Carrillo y el 130 aniversario del experimento fundacional del Sonido 13. Que mejor manera de festejarlos participando en el taller de Jorge Echevarría sobre la revolución musical del Sonido 13.

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Variaciones sobre el mismo tema | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

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Cuenta Simone de Beauvoir (1908-1986) al comienzo de su ensayo Pirrus et Cineas que una vez Pirro, el general, hacía en voz alta proyectos de conquista:

“-Primero someteremos Grecia –decía.

“-¿Y luego? –le preguntó Cineas, el filósofo, que estaba por allí cerca y lo escuchaba con atención.

“-Luego conquistaremos África.

“-¿Y después de África?

“-Después de África pasaremos a Asia, conquistaremos Asia Menor, Arabia.

“-¿Y después? –volvió a preguntar el filósofo.

“-Después iremos a la India.

“-¿Y después de la India?

“-¡Ah! –exclamó Pirro-. Descansaré.

“-¿Y por qué no descansas de una vez?

“Cineas –comenta la novelista filósofa- parece sabio. ¿Por qué partir si es para volver? ¿A qué comenzar si hay que detenerse? Y, sin embargo, si no decido en primer término detenerme, me parecerá aún más vano partir. ‘No diré A’, dice el escolar con empecinamiento. ‘¿Por qué?’. ‘Porque después de eso habrá que decir B’. Sabe que, si comienza, no terminará: después de B será el alfabeto entero, las sílabas, las palabras, los libros, los exámenes y la carrera; a cada minuto, una nueva tarea que lo arrojará hacia una nueva tarea, sin descanso. Si no se termina nunca, ¿para qué comenzar?… Pero en tanto que permanezca vivo –dice Pirro- es en vano que Cineas me hostigue, diciéndome: ‘¿Y después? ¿Para qué?’. A pesar de todo, el corazón late, la mano se tiende, nuevos proyectos nacen y me impulsan hacia adelante”.

Quién tiene la razón: ¿Pirro o Cineas? Quizá los dos: Cineas advirtiéndole que el punto de partida no está nunca lejos del punto de llegada y que no es preciso conquistar el mundo para tomarse un descanso. Pero, ¿cómo descansar sin haber antes conquistado el mundo, es decir, sin haberse  cansado? Pirro, pues, tampoco se equivocaba: no es lo mismo descansar antes que descansar después. Antes, el descanso es pereza; después, es recompensa.

“¿Conoces la historia del napolitano? –pregunta ahora Christiane Rochefort (1917-1998) por boca de uno de los personajes de Les Stances à Sophie-. El milanés lo ve tirado al sol y le dice:

“-¿Por qué no trabajas? Así tendrías dinero.

“-¿Y luego? –pregunta el napolitano.

“-Te comprarías una casa.

“-¿Y luego?

“-Llevarías e ella a una mujer, ascenderías en la escala social, te enriquecerías.

“-¿Y luego?

“-Y luego –dice el milanés- podrías pasar las vacaciones al sol.

“Y el napolitano responde:

“-¡Pero si ya estoy al sol!”.

En este caso nos parece mucho más sabio el napolitano que el milanés, pues éste sólo piensa en el dinero, en una casa con alberca y amplios jardines: en una comodidad, en fin, que aquél ya goza sin tener que molestarse. ¿Tanto trabajo, tanto desvelo para luego tirarse sol? Bien, él ya está al sol, y no desea sino una sola cosa: que lo dejen en paz.

Si trabajamos únicamente para “ganar”, el napolitano tiene razón. Pero los hombres no sólo trabajamos para “ganar”, sino, ante todo, para ganarnos a nosotros mismos: para que el mundo gane algo y sea un poco más rico con los frutos de nuestra acción. Eso fue lo que se le olvidó decir al milanés: y, por lo tanto, perdió justamente la partida.

Para terminar, he aquí otra historia del mismo tenor. La cuenta Giovanni Papini (1881-1956) en un capítulo de su libro Palabras y sangre. Iba un hombre caminado por la orilla de un río –imagino que sería el mismo Papini- cuando vio a un joven que se disponía a echar las redes:

-¿Por qué haces eso? –preguntó el paseante.

“-Para coger peces –respondió el pescador.

“-¿Y para qué quieres coger peces?

“-Para venderlos.

“-¿Y qué haces con el dinero que obtienes?

“-Compro pan, vino, aceite, vestidos, zapatos y todo lo demás.

“-¿Y para qué compras todas esas cosas?

“-Para vivir.

“-¿Y para qué quieres vivir?”.

He aquí una pregunta realmente filosófica: “¿Para qué quieres vivir?”. Una vez que hemos respondido a esta pregunta y sabemos la respuesta, nuestro obrar tendrá sentido, pero únicamente hasta entonces y nunca antes.

El pescador se quedó callado. Y como no supo qué responder, se limitó a decir: “Para pescar”. Ignoraba para qué hacía, en el fondo, lo que hacía. Su vida era un círculo vicioso, un malentendido. 

“¿Para qué quieres vivir?”. Es preciso responder. Y sólo hasta que lo hagamos también nuestro descanso formará parte del plan, y tendremos paz. Nuestro corazón no nos acusará de haber gozado de una tarde libre, ni nos reprochará por habernos tomando unas breves vacaciones. Seremos, entonces, los hombres más sabios. Y también los más tranquilos. 

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