#4 Tiempos
La música de las esferas y el infinito musical | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
El miércoles 26 de abril en punto de las ocho de la noche se llevará a cabo la cuarta plática del ciclo treinta y cinco de La Ciencia en el Bar. La charla será en Las Bóvedas, en la calle de Bolívar número quinientos.
La charla lleva como título: De la música de las esferas al infinito musical, que será impartida por el Dr. Luis Guillermo Martínez Gutiérrez, catedrático de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Luis Guillermo Martínez es doctor en filosofía por la UNAM, su línea de investigación es en el área de la estética y ha realizado estudios sobre filosofía de la música, en especial sobre la música mexicana, tanto en el ámbito popular como las nuevas corrientes musicales emprendidas por músicos y compositores mexicanos, así desde la música del campo, hasta la música de concierto, ha reflexionado sobre la gama musical mexicana desde una perspectiva filosófica.
La estrecha relación entre las matemáticas, la física y la música, se manifiesta en su estructura, desde Pitágoras con su concepción geométrica, y la forma esférica como concepción de perfección, hasta sus variaciones implantadas por Kepler, en su visión elíptica con la que develó las órbitas planetarias y la variación de su velocidad a lo largo de la órbita elíptica, lo relacionó en su tratado Harmonices Mundi con notas musicales a cada planeta en función de su velocidad angular. Los planetas con una órbita más excéntrica abarcan un mayor rango sonoro, mientras que planetas como Venus con órbita casi circular, entona siempre la misma nota. Esta situación geométrica es llevada al extremo disruptivo en la Teoría del Sonido 13 del potosino Julián Carrillo al establecer el infinito musical. Si bien el análisis científico de estos planteamientos musicales no es del todo abundante, el tratamiento filosófico es aún más escaso.
En la charla de La Ciencia en el Bar tendremos oportunidad de que nos compartan parte de estas reflexiones filosóficas y apreciar de mejor manera esa percepción del mundo que nos rodea desde el plano musical. La música, es una forma de observar e interpretar nuestro universo, así que se relaciona, no solo con emociones, sino con formas de sensar nuestro mundo y una forma agradable para estudiarlo.
Luis Guillermo Martínez, ha escrito varios libros como coordinador y coautor en temas filosóficos y sobre obras de filósofos como el caso de Manuel María Gorriño y Arduengo, fundador del Colegio Guadalupano Josefino de San Luis Potosí, con motivo de los doscientos años de su nacimiento, o sobre un nuevo universo, donde se difunde la vida y obra de Julián Carrillo desde una perspectiva científica y filosófica, entre otros, como cine mexicano y filosofía.
Recientemente ha publicado el libro esta voz que nos convoca, estudios sobre la estética de Adolfo Sánchez Vázquez, que viene a ser el trabajo más completo sobre la obra de este filósofo hispano-mexicano, editado por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y que puede descargarse gratuitamente en: http://filos.unam.mx/personales/carlosoliva/Estavoz.pdf
Luis Guillermo Martínez, además, ha tomado su destino, y es uno de los poetas jóvenes del son arribeño que caracteriza a nuestra región; tradición potosina sobre la cual también ha emprendido estudios sobre el tema de los poetas campesinos. Próximamente estará topando, en Tamasopo dentro del programa del encuentro de música de vara. Las topadas, son los encuentros entre poetas de son arribeño, donde se participa en un duelo de poesía y música de vara, con temas de fundamento y bravatas, donde convergen la música, la palabra y el baile al ritmo del son, del jarabe y el huapango.
Con esta charla, el programa La Ciencia en el Bar llega a los dieciocho años de actividades, con un formato que ha sido replicado en la mayoría de los estados del país.
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#4 Tiempos
Cary Grant en la regadera | Columna de Carlos López Medrano
Mejor dormir
Uno de los deberes más grandes y nobles de un padre con sus hijos consiste en tener una colección notable de libros, discos y películas dispuestos en casa. Lo he constatado muchas veces: quienes han crecido rodeados de estas reliquias suelen guardar un nervio especial en su interior y destacan desde edad temprana por encima de aquellos que han sido privados de ellas. No hace falta una bóveda enciclopédica ni torres de elepés. Bastan seis o siete títulos bien elegidos para elevar el espíritu de un hombre.
El arte de la educación estética comienza por el ejemplo. Conviene entonces dejar la carnada a la vista: un estante sencillo, donde el papá o la mamá, de tanto en tanto, tome un libro al azar, lo hojee con donaire y lo devuelva a su sitio con una sonrisa. El niño, en su esquina, advierte el ritual y comprende, sin que nadie se lo explique, que ahí hay un llamado valioso. Las asignaturas de apreciación literaria en la secundaria jamás lograrán eso, por más que un burócrata amargado diseñe un programa de estudios de acuerdo con una metodología envenenada por sus aversiones.
El oído se rinde a rutinas similares. Un escuincle potenciará su talento cuando, desde su cuarto, escuche un concierto de Tchaikovski o el rumor de los Beatles filtrándose desde la sala. Canciones que a fuerza de repetición conformarán su educación sentimental (años después habrá de recordar aquel día en que esos viejunos le comenzaron a gustar tras una fiesta con familiares de provincia).
Hubo ayeres en las que el acceso al arte era limitado, una bendita limitación. Lo que había en casa lo marcaba todo. Los jefes de familia actuaban como comisarios del gusto y su curaduría definía el carácter noble y sensible de los menores. Ahora, en cambio, nos perdemos en el espejismo de un acceso ilimitado a oferta audiovisual, gobernados más bien por la dictadura del algoritmo. Una caterva dirigida hacia la nada, a disposición de la mugre lanzada por un ejecutivo en Los Ángeles.
La tendencia contra la tradición. Varias millas separan al joven que consume las series de tendencia para tener tema de charla en el próximo convivio , de aquel otro que, en una tarde aburrida, esculca el librero familiar y descubre entre el polvo Las aventuras de Sherlock Holmes y el cuento de El príncipe rana. Este último lee por curiosidad un párrafo, luego una página, luego otra más. Una serie de distintivos matices se apoderan de él, frente a una muchedumbre que remacha la frase de moda. Tomar la senda menos transitada hará toda la diferencia, diría Robert Frost.
Un pequeño milagro ocurre cuando un adolescente esculca las pertenencias de sus padres y picado por la curiosidad tira un vistazo a All About Eve y Charada, tales vestigios que le suenan de algún lado, tal vez mencionados por su abuela en un desayuno remoto. Al ponerlas en marcha, frente a sus ojos se revela un mundo desaparecido: un ritmo, una atmósfera, la elegancia de una época que parecía extinguida, pero que, gracias a él, renace por un día más, por una vida más. Así ocurre con los herederos de quienes se empeñaron en salvar, contra todo pronóstico, los días en que el mundo era mejor.
Con suerte, ese niño que un día se fascinó con lo viejo verá cómo le crecen las canas y, llegado el momento, tendrá hijos que, igualmente hastiados de las novedades chirriantes, descubrirán a Cary Grant y lo adoptarán como referente de percha. Y entre los rincones de la casa hallarán, quizá, El marinero de Gibraltar, olvidado en una repisa, la novela —regalada por quién sabe quién— que, sin saber cómo, encenderá en ellos el deseo de escribir.
Contacto:
Twitter: @Bigmaud
Correo: [email protected]
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#4 Tiempos
Educación en ciencias a través de las letras, el papel de Ana María Romo | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
En la Escuela Normal de Profesoras se incluyeron materias relacionadas con temas científicos, y alejándose de los temas cercanos a la actividad del hogar al que habían ceñido a las mujeres que se formaban en el magisterio, interesaron a las maestras en temas relacionados con la ciencia. El curso de física se instauraba a principios de los ochenta. En esta vertiente Gregorio Barroeta se convertía en el profesor de física en la Escuela Normal de profesoras.
De esta manera algunas profesoras se adentraron en la enseñanza de las ciencias a nivel básico y uniendo su interés en la literatura se adentraron en esa encrucijada entre las ciencias y las letras realizaron su actividad educativa con la difusión de literatura orientada a la población en general.
No es de extrañar que profesoras que se interesaban en estas vertientes entre ciencia y letras, usaran su conjunción para aportar en la formación de sus alumnos de educación básica y de la población en general a través de actividades culturales donde las letras jugaron un papel central. Una de las profesoras que se destacaron en esta línea fue la profesora Ana María Romo a quien se le reconoce como una mujer que aportó el mundo de las letras potosinas. Sin embargo, su interés en los temas científicos, siempre estuvieron presentes en sus trabajos de difusión. Aportando de esta manera en la educación formal, de su tiempo y lo que podemos denominar educación informal, dirigida a la población en general la que realizaba a través de poesías, narraciones y conferencias.
Para 1883 ingresaba en la Escuela Normal de Profesoras y formaría parte de la Academia Dominical Literaria para Señoritas, de la que ya hemos tratado en esta columna, y de la cual se encargaría de la redacción de su órgano de difusión La Esperanza donde publicaría alrededor de cuarenta y dos trabajos. Entre ellos abordaría el trayecto seguido por las mujeres en esa empresa editorial y en la propia Academia en la agonía, articulo publicado en La Esperanza. Entre las mujeres que participaron en la Academia Literaria dominical para Señoritas, el trabajo de Ana María Romo fue el más significativo.
Sus tesis sobre la educación en el seno de la Academia tienen siempre un tinte humanista, donde citaba a Platón para proponer que el verdadero amor es el amor a la sabiduría, al conocimiento, por lo tanto, el amor platónico no es el amor ideal de una persona sino el amor a conocerla y saber de ella. Aluden a la educación como el modelo de formación inalcanzable que por diversas circunstancias no se podía, en ese momento, materializar
Entre los trabajos que publicó en La Esperanza, donde mezcla la educación científica con la vena literarias se encuentran poemas como: En una clase de física, en la clase de matemáticas, en la clase de astronomía, a la botánica, entre 43 trabajos más.
No era de extrañar que, en los festejos de los cuatrocientos años del descubrimiento de américa, Ana María Romo participara como conferencista de las conferencias colombinas organizadas para tal ocasión, al lado de los más importantes pensadores, literatos y artistas potosinos que participarían esa conmemoración
El Teatro Alarcón sería la sede de esa conmemoración y del programa organizado para recordar en ese encuentro entre culturas. Por entonces el Teatro Alarcón era el centro cultural de la ciudad. Personajes que destacaban en el ambiente cultural como Julián Carrillo, entre otros jóvenes se dieron cita en la configuración del programa. Las profesoras y miembros de la Academia Dominical Literaria para Señoritas tendrían su participación y, en especial destacaría Ana María Romo con su línea de difusión de conocimiento científico, sea a través de la poesía o de conferencias como la que impartiría en esas conferencias colombinas.
Según dio a conocer El Estandarte el 16 de septiembre de 1892. La señorita profesora Ana María Romo, inició la velada con un “pequeño pero bonito estudio, nos dio a conocer el origen de la astronomía, vicisitudes, avances y el estado floreciente en que se encontraba en ese tiempo”. Es pertinente mencionar que el tema de la profesora Romo, correspondió al conocimiento científico, la formación recibida en la Escuela Normal en el ramo de las ciencias la facultó para comprender y explicar desde un punto de vista científico la astronomía. Aunado al dominio del tema sobresale la crítica que se le hace respecto al ser una “ardiente oradora de las bellas artes, y por lo mismo su discusión está trabajada con esmero y corrección, lo que le valió grandes aplausos”. Por lo anterior, se identifican algunos rasgos como dominio del tema y de la palabra a través de la oratoria.
Su formación en la Escuela Normal de Profesoras signaría su actividad literaria y de educación científica en San Luis. “La referida señorita, durante el tiempo que ha concurrido a este plantel, su conducta ha sido irreprensible y su dedicación y constancia un modelo”.
Ana María de la Luz Romo Ortiz, nació en San Luis Potosí el 3 de junio de 1859
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#4 Tiempos
Empecé el año viendo el peor especial de stand-up de comedia que he visto | Columna de Guille Carregha
Criticaciones
El otro día, por alguna razón, decidí que estaría divertido de manera irónica ver el especial de stand up de Karime Pindter, De La Mano Del Señor. No sé cómo llegué a esa conclusión, ya que, claramente, a todas luces, y sin importar cuánto maquillaran la experiencia en los tráilers de menos de 30 segundos que me aparecían cada dos posts en redes sociales, el especial se veía espantoso. Qué digo espantoso, Qlero, así, con Q mayúscula al principio para ejemplificar de manera vocalizada y clara la falta de calidad presente en el producto audiovisual que Paramount+ pensaba sería lo suficientemente atrayente como para obligar a la gente a inscribirse a su servicio de streaming.
Obviamante, como buen ser humano que se precia de no gastar su dinero en cosas que nadie nunca pidió, que no tienen un uso real ni le aportan nada a la sociedad, no tengo cuenta de Paramount+. Puedo jactarme también de que ningún otro ser humano en mi círculo social ha tomado la decisión de pagar dinero por acceder a este servicio de streaming. Aún si resulta que tras leer esto, alguno de mis contactos decide decir de viva voz en público que no solo tomo esta mala decisión, sino que tampoco se arrepiente de ello, al menos podemos estar todos de acuerdo en que podría ser peor; podrían ser suscriptores de Lionsgate+.
Pero, aun sabiendo perfectamente bien que no habría nada de provecho que sacar de observar este video, sentí la necesidad imperante de marcarlo en mi checklist mental como “visto”. Aclaro, la existencia de Karime Pindter me tiene muy sin cuidado. Jamás he visto un solo episodio de Acapulco Shore (y, por lo menos al día de hoy, no tengo planes a corto, mediano o largo plaza de cambiar esta aseveración), y el único contacto mediático que he tenido con ella fue el dejarme llevar por el chisme barato de todas las semanas en el que nos vimos envuelto cuando se transmitía La Casa De Los Famosos México. A la para de aceptar públicamente que vi la mayoría de las galas de el rebrand de Big Brother VIP que salvó a Televisa, también quiero comentar que no sentí realmente ningún tipo de conexión emocional para con el personaje de Karime. O sea, me divertían algunas actitudes de ella, dijo un par de frases memorables, y me entretuve viendo sus arcos argumentales en el programa, pero, ¿de ahí a que me interesara saber de ella, de su vida y de su carrera post-LCDLF?
No. Para nada.
Pero el algoritmo de las redes sociales pensaba que sí. Aparentemente solo Adobe y precisamente este especial de stand up son las únicas entidades comerciales que han pagado dinero para aparecer en mis feeds de redes sociales. Y, al igual que el conocimiento de saber que Adobe se ha vuelto muy pushy con su necesidad de obligarle a la gente a amar sus IAs todas pedorras hace que me aleje por siempre de sus programas de edición, el hecho de saber que Karime Pindter no tiene entrenamiento como standupera ni ningún tipo, mucho menos sentido innato del timing, mucho menos desempeño frente a escenario, tampoco encontraba una razón real de ver un producto que, claramente, fue producido con las patas en una semana para aprovechar la relevancia de las modas pasajeras.
Pero, entonces, un día me aburrí. Y dije, ¿qué tan malo puede ser?
Afortunadamente, alguien del equipo de producción, en miras de llegarle a la mayor cantidad de audiencia posible, decidió que también sería buena idea subir el especial de stand up a ClaroVideo, plataforma a la cual tengo acceso gratuito por azares del destino. Por lo que, si de alguna forma recibieron algo de dinero de mi visionado las mentes maestras detrás de este bodrio, serían un par de centavos salidos del bolsillo de Carlos Slim que no vinieron de mi ninguna de mis cuentas bancarias.
Y, ¿recuerdan cómo dije que creí que estaría divertido de manera irónica el ver este especial?
Yeah, no…
Nunca me he sentido más miserablemente vacío después de ver un especial de comedia. Nunca. Ni si quiera cuando vi el Gringo Papi de Brendan Schaub o aquella vez que Javier Ibarreche condujo los Elliot Awards del 2023. Si algo bueno podría decirse de aquellos desatinos mediáticos generados por personas que se creían más importantes y queridas de lo que realmente son, es que, al menos, si parecía que alguien escribió esas líneas pensando que podrían ser graciosas. Hubo un trabajo detrás de sus monólogos. Un mal trabajo, generado por personas que no saben cómo contar chistes ante un público y cuyo sentido del humor es terrible, pero por lo menos podemos decir que la manera en la que se estructuraron los chistes puede darte la idea de que podrían haber sido graciosos para alguien en algún momento de la historia humana si fueran contados de mejor manera, o si hubieran salido de la boca de alguien con carisma.
De Karime no se puede decir ni eso.
El especial de Karime es doloroso. El verlo es la prueba fehaciente de que sí tenemos alma, porque hay algo muy dentro de ti que siente un dolor agónico y muere al ser sujeto a ver esto. Son solo 49 minutos, ni siquiera una hora de tu tiempo, pero jamás sentí minutos que se movieran más lentos que aquellos que tuve que sufrir durante la transmisión de este video. Si hay otro evento comédico nacional que se asemeja en todo su sentir a este especial de stand up, es la pobre excusa de comedia que nos regaló Yayo Gutiérrez en su mítica participación del roast de Werevertumorro. Y, aún así, al menos Yayo tuvo la decencia de solo estar en el escenario durante 8 minutos, no 49.
Todo el contenido de la excusa de chistes que se avienta Karime a lo largo de su especial se resume a “conseguí mucho dinero acostándome con hombres que me pagaban todo” o “estoy bien operada”. De entrada nos encontramos con dos temas super relatable para la gente, pero la situación empeora cuando el chiste es literalmente:
“Y yo me lo cogí, ¡aunque estaba feísimo!”
(Este paréntesis es una pausa que les doy para que se rían durísimo de este chiste).
Todo lo que suelta la señora en el escenario, misma que ni los camarógrafos están interesados en grabar dado que la mayoría de las tomas parecen haber sido grabadas con un teléfono de alta gama desde el centro de la audiencia, son comentarios que, QUIZÁS, podrían ser divertidos y risibles si son contados como parte de una salida de desayuno de señoras un jueves por la mañana. Sería divertido para el pettite comité porque conoces íntimamente a la persona y conoces su historia, porque es divertido porque lo cuenta tu amiga. Son chistes de amistades borrachas en donde, literalmente, lo divertido es cuando dicen “y entonces me vomité enfrente de los tacos” contados con la misma cadencia y presencia que se utiliza en exactamente ese tipo de situación.
Básicamente, este especial de comedia es el equivalente de celebridad de cuando tres amigos todos rancios de cuarenta años dicen “nuestras pláticas están bien divertidas, deberíamos hacer un podcast” para regalarnos cuatro horas de chistes privados que nadie entiende ni disfruta.
Por fortuna, incluso la audiencia en el recinto me dio la razón.
Ni siquiera los micrófonos que usaron pudieron captar la risa de nadie.
Todos los chistes de Karime fueron respondidos con silencio y apatía.
Y, con todo y todo, me siguen apareciendo los mentados anuncios en mis feeds de redes sociales.
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