octubre 9, 2025

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#4 Tiempos

La botánica que estudió la vegetación potosina | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

Recibimos este año con una lamentable noticia: la muerte de la científica Graciela Calderón Diaz-Barriga. Aunque el acontecimiento pasó desapercibido para la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, con su muerte la institución está de luto. Graciela Calderón participó de manera activa en el programa académico de investigación que inauguraba la UASLP en el rectorado del Dr. Manuel Nava Martínez en la década de los cincuenta.

Graciela Calderón fue uno de los personajes que participaron en la institucionalización de los trabajos de investigación en la UASLP que iniciara el Dr. Gustavo del Castillo apoyando el programa académico del Dr. Manuel Nava, con el apoyo de varias instituciones educativas del país que se encargaban de pagar los sueldos de los investigadores. Esta pléyade de pioneros, fundarían la revista Acta Científica Potosina. Entre estos investigadores se encontraba Graciela Calderón que apoyaba el trabajo de investigación de Jerzy Rzedowski Rotter a la postre su esposo, importante científico que sigue dando brillo a la biología mexicana. De todos ellos Graciela Calderón no percibía ningún sueldo por su trabajo el que realizaba de manera desinteresada por el amor a la ciencia y a su esposo, ejemplo del trabajo romántico que suele presentarse en ciertas áreas del conocimiento.

Junto a su esposo Rzedowski fundaron el Instituto de Investigación en Zonas Desérticas, cuyo espacio de trabajo se encontraba en el edifico que estaba situado en la esquina de las calles Álvaro Obregón y Damián Carmona, a un costado del edifico central de la UASLP; dicho edificio ahora es una tienda de telas.

Graciela Calderón nació el 14 de julio de 1931 en Salvatierra, Guanajuato, ingresó a estudiar biología en 1949 en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas (ENCB) del Instituto Politécnico Nacional. En 1954 recibieron la invitación para trabajar en la UASLP, inmediatamente estaba recorriendo los desérticos alrededores de San Luis Potosí enamorándose Graciela de la vegetación potosina y comenzó a elaborar su tesis, bajo la dirección del Dr. Federico Bonet sobre “La vegetación del valle de San Luis Potosí”, realizando las exploraciones tanto en camión público o en su propio automóvil viejo, ante la falta de recursos económicos para su trabajo, situación que imperaba en la universidad y que sus escasos investigadores recién llegados a la UASLP conseguían en otras instituciones como la UNAM en el caso de Rzedowski, que incluso les prestó un jeep para su trabajo, o de Petróleos Mexicanos y del Instituto Nacional de la Investigación Científica en el caso de los físicos.

Graciela Calderón compartía el trabajo en el laboratorio con las exploraciones botánicas en el valle desértico de San Luis Potosí. En 1957 se tituló al presentar su trabajo en la ENCB que fue galardonado por el Gobierno de San Luis Potosí con el Premio Francisco Estrada de Investigación Científica. Su trabajo de tesis incluyó un catálogo de la flora del Valle de San Luis Potosí, con un total de 759 especies, incluyendo plantas domesticadas y arvenses (plantas que crecen en los sembradíos), algunas se encuentran en el herbario de la UASLP. Su tesis fue el inicio del trabajo que realizarían Rzedowski y Graciela Calderón a lo largo y ancho de todo el estado de San Luis Potosí de donde surgiría la tesis de doctorado de Rzedowki que defendería en 1961 en la UNAM.

En el número inaugural de la revista Acta Científica Potosina publicado en septiembre de 1957, Graciela Calderón publicó junto a su esposo Rzedowski el largo artículo: Notas sobre la flora y la vegetación del Estado de San Luis Potosí, la vegetación a lo largo de la carretera San Luis Potosí-Rioverde.

En 1958 el grupo de investigadores que nucleaba el trabajo académico de la UASLP, dejó la universidad a la muerte del Dr. Manuel Nava ante las presiones a sus respectivos trabajos. Graciela y Jerzy partieron a Francia para aprender métodos de investigación fitosociológica y a su regreso a México se instalaron en la Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo. Desde 1985 se instalaron en Pátzcuaro al frente del proyecto Flora del Bajío y de Regiones Adyacentes.

Graciela Calderón recibió el Doctorado Honoris Causa por la Universidad Autónoma Metropolitana en el año 2010, y lo que Graciela Calderón consideraba el gran honor botánico, la denominación de dos géneros y 11 especies de plantas en su nombre, los géneros son: Graciela y Gracielanthus.

En el año 2011 platiqué con ella y su esposo Jerzy; de su experiencia en San Luis nos contaba: “Las jornadas de trabajo de campo, eran a veces verdaderamente muy cansadas, por lo menos yo me sentía muy cansada. una ocasión veníamos tremendamente cansados y deshidratados y nos encontramos en un ranchito a unas gentes que vendían tunas, una muchacha nos estuvo pelando las tunas, se cortó el dedo, nunca dijo nada. En general, pues, nos trataban muy bien las personas, sentía uno confianza con ellos, amables y platicadores pues a veces nos daban aventón, a veces estamos a medio campo todos asoleados y nos llevaban; había una persona que hacía algunas colectas para los trabajos, resultó que era un vecino de nosotros. Eran caminatas muy pesadas, pero si en general si nos guiamos bien, lo principal era trabajar allá, nos tocó dar clases de zoología en la preparatoria”.

Graciela Calderón Diaz-Barriga, murió en la Ciudad de México el 2 de enero del 2022, con su muerte el país pierde a una extraordinaria botánica que contribuyó al progreso científico mexicano y en su momento ayudó a apuntalar el camino de la investigación científica en la UASLP que en estos tiempos da brillo a la institución.

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#4 Tiempos

Las dos mujeres de Truman. Palabras con cicuta

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Apuntes

Hay autores que escriben un solo amor con distintos nombres. Truman Capote lo hizo con los de Nancy Clutter y Holly Golightly: la muchacha asesinada y la mujer que huye. Dos rostros de la misma herida.

Nancy era todo lo que el mundo aprueba: pureza, promesa, familia. Una adolescente que hacía listas, organizaba fiestas y creía que el bien era una costumbre diaria. Holly, en cambio, era todo lo que el mundo juzga: libre, contradictoria, caprichosa, superviviente. Todo sinónimo de “libre y espontánea”.

Ambas están solas frente a una sociedad que las define, una desde la muerte y otra desde el deseo.

Yo creo que Capote estuvo enamorado de una mujer que fue las dos. Una que lo deslumbró por su bondad y lo desarmó por su caos. En Nancy encontró la integridad que él nunca tuvo; en Holly, la libertad que siempre le fue negada. Una mujer que cocinaba con delantal los domingos, pero que podía desaparecer una semana sin explicar por qué. La amaba por lo que lo salvaba y por lo que lo destruía.

En A sangre fría, Capote mira a Nancy como si aún pudiera rescatarla. La describe con ternura casi maternal, pero también con una envidia melancólica: ella no sabía lo que era la vergüenza ni el exceso. En Desayuno en Tiffany’s, en cambio, elige no salvar a Holly. La deja ir. Le permite el privilegio que Nancy nunca tuvo: seguir viva aunque nadie la entienda.

Quizá esa fue la forma en que Truman se reconcilió con su propia culpa. Escribir a la que murió como víctima y a la que se fue como promesa. Una purificada por la muerte, la otra condenada a vivir

. Entre ambas, Capote puso su propia alma: la de un niño que soñaba con el orden de Nancy y despertaba con el desorden de Holly.

No se puede amar a dos mujeres tan distintas sin romperse un poco. Pero Capote lo hizo. Amó la pureza que se deja matar y la libertad que se mata sola.

Y quizá, como tantos de nosotros, entendió demasiado tarde que una y otra eran la misma. Que la vida te puede matar por ser buena o por querer ser libre. Y que entre esas dos muertes —la literal y la simbólica— se esconde el precio de vivir como uno quiere.

Punto.

Y aquí estoy yo, leyendo a Truman y sintiendo que me contó la historia antes de que ocurriera. Porque yo también quise que Holly fuera Nancy: que se quedara, que colgara su vestido brillante y se sentara a esperar el desayuno. Pero ella eligió la noche, otro hombre, otra ciudad.

Yo sigo aquí, recogiendo los platos, preguntándome si alguna vez alguien puede amar a una mujer así sin terminar escribiendo sobre su ausencia.

Quizá eso somos los que escribimos: los que convertimos el abandono en literatura.
Los que seguimos hablando con las Holly que quisimos que fueran Nancy, aun sabiendo que la vida —como en Capote— siempre acaba a sangre fría.

Yo soy Jorge Saldaña.

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#4 Tiempos

Antonio Castro Leal, su papel por la autonomía universitaria | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

En los movimientos y propuestas por la autonomía universitaria en el país, son varios los potosinos que figuran como pioneros, algunos no muy mencionados en este proceso. Entre estas figuras encontramos a Valentín Gama y Cruz, Rafael Nieto Compeán, Manuel Nava Martínez y Antonio Castro Leal quien estaría involucrado en los dos más importantes movimientos por la autonomía universitaria, el caso potosino y el de la universidad nacional.

Antonio Castro leal, abogado de formación y literato por vocación nació en San Luis Potosí en la última década del siglo XIX, el 2 de abril de 1896 y como varios potosinos iría a la Ciudad de México a continuar sus estudios a principios del siglo XX, donde fincaría su formación intelectual en la Escuela Nacional Preparatoria adquiriendo una formación humanística que guiaría su vida profesional. Fue uno de los fundadores del proyecto conocido como Ateneo de la Juventud y la fundación de la Preparatoria Libre.

Ingresa a la Escuela Nacional de Jurisprudencia y cofundaría la Sociedad de Conferencias y Conciertos en 1916, a cuyos siete fundadores se les llamaría “los siete sabios”, junto a Vicente Lombardo Toledano, Manuel Gómez Morín, Teófilo Olea y Leyva, Jesús Moreno Baca, Alfonso Caso y Alberto Vázquez del Mercado. “Los siete sabios”, nombre que nació mas en tono de burla que de reconocimiento, se caracterizaban por ser un grupo lleno de inquietudes culturales y políticas, aficionados a la música, la literatura y cultura en general; jóvenes precoces de 19 y 20 años de edad que ya eran profesores universitarios.

El papel pionero de Valentín Gama, por la autonomía universitaria cuando asumió el rectorado de la entonces Universidad Nacional de México, ya lo hemos tratado en esta columna, pero por aquella época revolucionaria Antonio Castro Leal, figuraría entre los primeros mexicanos que impulsarían los proyectos de autonomía universitaria.

Su interés político se manifestaría en 1917, cuando con sus compañeros universitarios que integraban “los siete sabios” extendieron al Congreso de la Unión la primera solicitud de autonomía universitaria, como protesta ante la Constitución de ese año, que suprimía a la Secretaría de Educación Pública creando a cambio un Departamento Universitario que el Senado integró a la Secretaría de Gobernación; determinación que molestó a estudiantes y profesores y como parte de la protesta, Castro Leal y sus amigos de los siete sabios enviaban la solicitud de autonomía universitaria al Congreso de la Unión, de la cual nunca hubo respuesta.

Años después, Antonio Castro Leal, sería rector de la Universidad Nacional de México, siendo el segundo potosino en ocupar ese puesto y durante su rectorado se conseguiría como un gran triunfo histórico la autonomía universitaria transformándose la Universidad Nacional en Universidad Nacional Autónoma de México.

Por ese entonces la autonomía de la universidad potosina, que se considera la primera a nivel nacional en haber obtenido ese carácter con la iniciativa de Rafael Nieto, le había sido retirada y la recuperaría en parcialmente en 1935 siendo gobernador Idelfonso Turrubiartes. La completa autonomía y formación estructural académica de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, la lograría el Dr. Manuel Nava con el apoyo del gobernador Ismael Salas en la década de los cincuenta del siglo XX, como apuntamos en la entrega anterior de esta columna. En este movimiento académico en San Luis, estaría participando de manera indirecta también Antonio Castro Leal como miembro de la Academia Potosina de Ciencias y Artes que impulsó el movimiento renovador de alta cultura que incidió en la moderna formación de la UASLP.

Antonio Castro Leal obtuvo los grados de licenciado y doctor en derecho por la UNAM y doctor en filosofía por la Universidad Georgetown en Washington, Estados Unidos. Durante algún tiempo se dedicó a la docencia como actividad principal dictando cátedra de literatura en la Escuela de Altos Estudios, en la Escuela Nacional Preparatoria y en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, también impartió la cátedra de derecho internacional en la Escuela Nacional de Jurisprudencia.

Su papel en las instituciones educativas y culturales mexicanas fue muy importante teniendo un destacado papel protagónico, entre ellas la dirección del Instituto Nacional de Bellas Artes, entre muchas otras.

Su actividad literaria, otra de sus pasiones, la inicia en 1914 distinguiéndose como escritor, ensayista y crítico de las letras mexicanas. Escribió poesía usando el pseudónimo de “Miguel Potosí”. Castro Leal es uno de los muchos potosinos que escribieron su historia en el mundo de las letras y que figura como un protagonista por la autonomía universitaria en el país.

Antonio Castro Leal murió en la Ciudad de México el 7 de enero de 1981.

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#4 Tiempos

Siempre Autónoma… ¿o hasta la victoria siempre?

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APUNTES

 

Así “sin querer queriendo” me encontré una película que para mí es fabulosa: “13 días”. John Efe, era encantador… Fidel, un hombre que jamás se hincó ante el “imperio” mmmm… ¿De qué lado están ustedes? ¿“Team Fidel, que no se rinde pero tampoco se alinea”, o “Team John”?

La UASLP es como la Cuba de Fidel: No, ¿cómo cree presidente? Nosotros no tenemos nada en su contra, pero pues la hermana República de Rusia nos regaló unos misiles… ¿Qué haría usted?

Presidente… nuestra patria es autónoma, libre, independiente… no se meta, pero queremos el mismo derecho que usted a meternos en lo que nos dé la gana y golpearlo a contentillo… métase cuando a nosotros nos convenga… es nuestro derecho y hasta deber.

Presidente: vamos a lanzar nuestros misiles, pero no queremos hacerles daño… solo que usted nos hace daño y nos comportamos IGUAL que usted.

¿Autonomía? Claro. Que hermosa palabra. Caperucita pudo ser la más puta con el lobo, pero… fue decisión de ella (muy autónoma) señalar a quien ella consideró culpable… y mataron al lobo.

Deme una salida, presidente…

— Ok.

Eres a partir de hoy, autónomo. Pero bloqueado. Aceptas lo que te diga, pero dirás que no aceptaste. Hablo yo. No tú

… y te tienes que agachar, aunque tú tengas los misiles.

—Ganamos.

Hasta la próxima.

Yo soy Jorge Saldaña

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