octubre 30, 2025

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#4 Tiempos

Hacer al comunismo despreciable de nuevo | Columna de Carlos López Medrano

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Luces de variedad

 

“Nos engañaríamos a nosotros mismos y al pueblo si ocultáramos a las masas la necesidad de una guerra desesperada y sangrienta de exterminio, como la tarea inmediata de la acción revolucionaria venidera”.

—Vladímir Ilich Uliánov ‘Lenin’, “Lecciones del levantamiento de Moscú” (1906).

 

“Por lo que a nosotros se refiere, nunca hemos perdido el tiempo en las charlatanerías de los pastores kautskistas y de los cuáqueros vegetarianos acerca del «carácter sagrado» de la vida humana. Éramos revolucionarios en la oposición, ahora lo seguimos siendo en el poder. Para que la personalidad humana llegue a ser sagrada es necesario destruir primero el régimen social que la oprime. Y esta obra no puede realizarse más que a sangre y fuego”.

—León Trotski, “Terrorismo y Comunismo” (1920).

“El odio como factor de lucha, el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una eficaz, violenta, selectiva y fría máquina de matar. Nuestros soldados tienen que ser así: un pueblo sin odio no puede triunfar sobre un enemigo brutal. Hay que llevar la guerra hasta donde el enemigo la lleve: a su casa, a sus lugares de diversión; hacerla total. Hay que impedirle tener un minuto de tranquilidad, un minuto de sosiego fuera de sus cuarteles, y aun dentro de los mismos: atacarlo dondequiera que se encuentre; hacerlo sentir una fiera acosada por cada lugar que transite. Entonces su moral irá decayendo.

—Ernesto ‘Che’ Guevara, mensaje a la “Organización de Solidaridad con los Pueblos de Asia, África y América latina (1967).


En diversos espacios de la actualidad es frecuente ver a personas que enarbolan al comunismo como una alternativa política viable y hasta deseada. Deambulan en redes sociales luciendo a la hoz y martillo como un estandarte y comparten memes marxistas-leninistas sin ningún pudor. También hacen apología de ideas que han sido rebasadas por la historia debido a su probada correlación con el fracaso. La frivolización y el negacionismo son su norma.

Algunos de ellos son individuos sin mala leche. Gente joven, que acaso en su idealismo y lejanía con acontecimientos claves de la historia acaban por ver en el ideario comunista un opción que podría tomarse en consideración debido a las insatisfacciones que viven en su vida diaria. Como nunca han sufrido en carne propia la miseria y la depredación que están intrínsecamente ligados a tal doctrina, es posible que se vean seducidos por la lectura adulterada que muchos manipuladores les han dado de los hechos.

Sin embargo, igual existe una ralea ya entrada en años que sabiendas de que el comunismo ha derivado en dictaduras, millones de muertes y abusos, se mantienen empecinados y negados ante la evidencia. No se ponen del lado las víctimas: prefieren mirar a otro lado ante las atrocidades que se han cometido para imponer la superstición que tienen como sueño.

Estos personajes manosean la realidad a su antojo con la intención de mover su agenda. Despotrican contra “el capital” e incentivan el caos y el alarmismo para erigir en torno a ello la fantasía de que la solución yace en ese sistema, el comunista, que más bien ha supuesto un desastre en dondequiera que se ha implantado.

De la Unión Soviética a Corea del Norte, pasando por la China de Mao, los Jemeres rojos en Camboya, la Rumanía de Ceaușescu y la Cuba castrista, el comunismo ha tendido a sostenerse por la fuerza, aniquilando de una u otra forma a los disidentes y coaccionando a los individuos para convertirlos en una especie de masa clientelar que trabaja y vive expensas de un líder que se ostenta como la encarnación del pueblo.

En nombre del comunismo y el espejismo de la “revolución”, se han creado campos de concentración, se han realizado ejecuciones sumarias, se ha robado, se han levantado muros y separado familias, se ha cortado la libertad de expresión (entre tantas otras libertades)… y sin embargo el movimiento sigue gozando de relativa buena prensa, a diferencia de otras ideologías totalitarias como el nazismo y el fascismo que afortunadamente hemos logrado encasillar como lo que son, tiranías que van contra el sentido común y que atentan contra los principios elementales a los que aspiramos como especie.

El que el comunismo se mantenga como una opción  en el debate es uno de los grandes misterios de la sociología. La planificación de la economía y la supresión de la propiedad privada han llevado crisis, migraciones masivas, escasez y hambre a pueblos enteros, una cuadro ya de por sí lamentable al que hay que añadir la violencia de extracción bolchevique que se ha vuelto la única manera de conservar un cuento que evidentemente no funciona.

La permanencia del comunismo como ente válido en algunos círculos quizás radique en que sus simpatizantes han logrado instalar la idea de que detrás de ellos se encuentra una agenda del bien, una utopía que llevada a las últimas consecuencias acabará por traer un paraíso idílico que en realidad nunca llega y que más bien trae un infierno sobre el camino. Ante las fallas recurrentes la excusa sempiterna es que el credo no fue implantado correctamente. Lo que no dicen es que entre más aplican sus medidas peor sale el resultado.

Los promotores del marxismo-leninismo son, además, especialistas en crear encono y dividir, así como linchar mediáticamente a sus adversarios. En este mundo al revés, quien critica al comunismo se vuelve en automático en un facha, un ignorante, un cerdo enajenado por el imperialismo yanqui, entre otros epítetos que lanzan para anular a las voces críticas.

Pero son precisamente los comunistas los que celebran un sistema terrorista y ruin. Y no solo eso, alguno de ellos portan muy campantes las imágenes de líderes sanguinarios como Lenin, Stalin y Mao, o el que quizás sea el favorito de todos, el Che Guevara, un pobre diablo que se vio consumido por una ideología cuasi religiosa que lo hizo deambular entre el disparate, el estrépito y la barbarie.

Francis Fukuyama se equivocó en 1992 cuando lanzó el famoso libro “El fin de la Historia y el último hombre”. En él, estipulaba que la caída de la Unión Soviética, que sellaba casi un siglo de horrores y fracasos comunistas, daba cierre a la lucha ideológica. En ese entonces quedaba claro que la democracia liberal, con todo y sus imperfecciones, había ganado la partida, mostrándose como la opción más sensata de todas las disponibles.

El paso de los años ha mostrado que esa batalla no ha concluido. La lucha y defensa de la libertad deberá continuar mientras sigan existiendo brotes de deshonestidad intelectual que busquen barrer con todo lo que hemos creado como sociedad, para así levantar, una vez más, las fórmulas que tanto daño han hecho dentro los países que se han dejado seducir y vencer por una fuerza corrosiva que no admite nunca sus errores y que no tiene piedad a la hora de llegar al poder.

De algún modo los comunistas se las han arreglado para distorsionar el ambiente. Así se posicionan como lo que no son. Montados en un peldaño rojo, hablan con una pestilente superioridad moral que no les corresponde. Su presencia es habitual en las universidades, donde profesores adoctrinan a sus estudiantes para renovar la cadena del mesianismo.

Es a esos muchachos a los que hay que dirigirse. No se dejen engañar ni crear la primera versión que les cuenten sobre ningún tema. Indaguen, cuestionen, investiguen. Mantenga siempre  su sentido crítico respecto a cualquier activo de la política. Duden.

Fue el comunismo el que dio paso al muro de Berlín, el que produjo las masivas hambrunas del periodo maoísta, el que permitió la masacre de Tiananmén. Fue el comunismo el que llevó al Terror Rojo, a la Gran Purga soviética a finales de los años treinta. El de el Gulag, el de las UMAP. El que produjo el tan discutido genocidio ucraniano. El que sistematizó a las policías represivas. Cientos de miles de asesinatos se hallan detrás del telón  de acero.  Sus simpatizantes no están para dar lecciones ni señalar a nadie. Tampoco para burlarse de la memoria de quienes padecieron esa charlatanería. Conviene desmontar los mitos que han conformado y recordar su lamentable legado en su justa dimensión. En definitiva, hacer al comunismo despreciable de nuevo.

 

 

@Bigmaud

Contacto: [email protected]

 

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#4 Tiempos

Agua, territorio y sociedad, el tema del mes de La Ciencia en el Bar | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

Continúa el ciclo número cuarenta de La Ciencia en el Bar, que está por cumplir cuarenta años de actividades siendo el programa de este tipo, pionero en nuestro país y que fue establecido para festejar los cincuenta años de la Física en San Luis que ahora llegará a los setenta.

En este ciclo conmemorativo toca el turno a la Dra. Azalea Judith Ortiz Rodríguez que abordará el tema, Agua, Territorio y Sociedad: construyendo puentes entre la ciencia y la gente a través de la conectividad; tema por demás interesante e importante pues aborda el problema del agua, sustancia vital para la vida y el desarrollo de nuestras sociedades.

En anteriores sesiones de La Ciencia en el Bar, se ha tratado este tema y ahora la Dra. Ortiz nos presentará nuevos aportes a esta problemática donde la participación ciudadana es de vital importancia en esa liga con los especialistas a fin de resolver los grandes problemas sociales asociados a el agua, incluyendo los aspectos territoriales. La sesión de hace diez años que consistió en una mesa redonda con el tema de agua, leyes y derechos, puede consultarse en mi canal de youtube:

La charla se llevará a cabo este miércoles 29 de octubre en punto de las ocho de la noche en la Cervecería San Luis, ubicada en Calzada de Guadalupe número 326, la entrada es gratuita y no hay obligación de consumo; es un escenario informal de convivencia entre el gran público y la comunidad científica potosina que aporta y pone a discusión sus resultados científicos en aras de formar mejores sociedades.

La formación de la Dra. Azalea Judith Ortiz Rodríguez ha sido muy variada, realizó una licenciatura en Geografía titulándose en 2010, posteriormente la maestría en ciencias en Geología Aplicada (2012) y, finalmente su doctorado en el programa institucional de la UASLP en ingeniería y ciencias de materiales graduándose en 2017.

Tuvo una estancia posdoctoral en el Instituto de Investigación en Zonas Desérticas de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí de 2020 a 2024, donde se enfocó en cuestiones de la conectividad hidrológica en varios contextos ambientales, publicando sus resultados en revistas especializadas en cuestiones hídricas. El tema del que nos hablará es justamente lo que trabajó en el Instituto de Zonas Desérticas bajo la dirección del Dr. Carlos Alfonso Muñoz Robles.

Ha colaborado en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México y en el campus Juriquilla en Querétaro de la misma universidad. Es una joven científica formada en los programas universitarios de la UASLP y formada como investigadora en el programa de Ingeniería y Ciencias de Materiales que es uno de los más importantes programas de formación científica de la UASLP que reúne a un buen número de dependencias universitarias dedicadas a la investigación científica y donde participan grupos de investigación en diversas áreas del conocimiento. En este programa que está cumpliendo veinte años, han egresado más de doscientos investigadores con el grado de doctor, entre los que se encuentra la Dra. Azalea Judith Ortiz Rodríguez.

Los invitamos este miércoles 29 de octubre en la Cervecería San Luis a escuchar la charla sobre agua en el tema de conectividad hídrica, que nos presentará la Dra. Judith Ortiz.

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#4 Tiempos

La seriedad y la risa | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

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LETRAS minúsculas

 

Un amigo mío, ejecutivo de cierta importancia, tan pronto como llega a su oficina arquea las cejas, se compone la corbata y adopta una pose tan autoritaria que a uno le dan ganas de obedecerle en todo. ¡Dios mío, qué transmutación de un minuto a otro y de una puerta a la siguiente! ¡Pero si apenas hace cinco minutos venía en su auto contando chistes rojos! Cuando se apeó del automóvil aún sonreía, pero apenas entró en el edificio adoptó un tono tan cadavérico y malhumorado que ya sólo verlo daba miedo. ¿Estoy ante uno de esos que los psicólogos llaman ciclotímicos?, me preguntaba yo lleno de asombro, pues no me explicaba cómo se podía pasar de un estado de ánimo a su contrario de manera tan radical y, sobre todo, en tan corto tiempo.

-Señorita –dijo mi amigo apretando un botón y levantando una bocina-, ayer por la tarde le pedí que revisara el expediente X. ¿Lo hizo usted?

La señorita tartamudeaba en la lejanía, presa de un pánico feroz.

-Sí, sí, lo he hecho. ¿Quiere usted revisarlo, licenciado?

Yo miraba a mi amigo como preguntándole: «¿Eres tú? ¿De veras eres tú?». Pero él hizo como que no entendió mi pregunta, y en eso la secretaria anunció la llegada del famoso y temido expediente X.

Entonces recordé lo que, según dicen, aconsejó una vez Anaximandro el filósofo a Pericles el político: «Acuérdate de lo que te digo: para seguir en el poder hay que ser serios». Y sonreí con cierta malicia, como entendiendo por fin de qué iba la cosa. Pero, ¿había leído mi amigo a los filósofos griegos?

Lo dudo. Ya el Memín Pinguín hubiera sido demasiado para él. Y esto lo digo no en plan de mofa, sino ateniéndome a lo que él mismo me dijo un día, a saber: que el único libro que había leído en su vida, y de eso hacía ya muchos años, era el instructivo de una cámara Nikon que acababa de comprar en aquel entonces; pero, de ahí en fuera, nada más…

Es apasionante leer los instructivos y a la vez muy divertido –me dijo aquella vez-. Pero, ¿quién lee ya estas obras maestras de la concisión? ¡Es la literatura más olvidada de todas! No miento si te digo que mi modesta biblioteca personal, si puedo llamarla así, está formada sólo por esos instructivos o manuales de uso que la gente desecha con desconsiderada facilidad. ¡Tengo más de cien! Algún día leeré los noventa y nueve que me faltan.

¿Bromeaba mi amigo diciéndome estas cosas? Pero no, no bromeaba: recordemos que estaba en su oficina y que él, allí, no se habría permitido ni la sonrisa más discreta.

Pero ahora hablemos de una mujer a la que conozco. En su juventud fue algo hermosa, según pude verlo en viejas fotografías conservadas con devoción por ella misma en un álbum que, de tan pesado, nadie aceptaría cargar durante cinco minutos seguidos. Sí, digamos que fue bella. Pero cometió en su juventud el error de hacer caso a una amiga suya del colegio que le dijo un día:

-No permitas que tu hermosura se estropee. Evita, sobre todo, las patas de gallo.

-¿Y cómo las he de evitar? –preguntó ella, pues realmente le quitaban el sueño todas estas cosas.

-No rías. Y, si puedes, evita también las sonrisas. ¡Estropean el rostro como no tienes una idea! Lo arrugan, lo ajan, lo deforman.

¡Lo mismo pensaba aquel monje amargado de El nombre de la rosa!: «La risa sacude el cuerpo, deforma los rasgos de la cara y hace que el hombre parezca un mono».

Desde entonces aquella mujer ya nunca rió, conformándose, para manifestar su alegría, con estirar la boca y hacer una mueca, cual si estuviera ante un espejo comprobando que no se le ha quedado nada entre los dientes después de haber comido. ¿Sonreír de veras? No, gracias. Debo cuidarme de las patas de gallo.

Y así podría contra infinidad de historias más; baste por el momento con decir que, si bien la sonrisa tiene enemigos, yo preferiría mil veces que nadie me obedeciera y todo se me arrugara, a andar por la vida mostrando una horripilante cara de tabla.

Escribió el padre Auguste Valensin en su diario (anotación del 10 de mayo de 1937): «No sentir miedo de Jesús, no sentir miedo de mi Padre. Me imagino a Jesús con sus apóstoles. Llega a la orilla del lago donde los niños juegan. Y, al verlo, huyen los niños. Una madre le trae a su niñito de seis años y el pequeñín, aterrorizado, se agarra a las faldas de su madre, grita, quiere escaparse de allí. ¡Lo contrario de lo que sabemos que ocurría! Y me pregunto: ¿qué sentimientos hubiera experimentado Jesús? ¡Es tan doloroso darse cuenta de que se infunde miedo! Y todavía el miedo de un niño no puede realmente entristecernos porque es irrazonado, pero Jesús, que vino por amar a los hombres y fue todo amor para ellos, si hubiera visto a los que se acercaban a Él y a quienes ofrecía su afecto retirarse muertos de miedo; si hubiera visto a sus apóstoles tratarle como un maestro severo, mientras que Él se mostraba para con ellos indulgente y suave; si hubiera visto que los pecadores evitaban incluso por respeto su presencia, ¡qué pena hubiera experimentado!».

Jesús debió sonreír, y muy a menudo; debió ser incluso un maestro en el arte de la sonrisa, pues de no haber sido así, ¿por qué iban los niños a correr a abrazarlo espontáneamente, como sabemos que lo hacían? Somos más bien nosotros, sus discípulos, quienes hemos caído a veces en la tentación de la seriedad. ¡Como si por parecer serios nuestros enemigos fueran a respetarnos más! Quizá sea demasiado injusto al decir esto, pero un cristiano que infunde miedo –sea cual fuere su trabajo en la viña del Señor-, aún no ha podido ser cristiano más que a medias.

¿O me equivoco, estimado lector?

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#4 Tiempos

De CU a mantener el vuelo | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

El miércoles pasado, San Luis se metió al Olímpico Universitario con una misión que parecía cuesta arriba. No solo enfrentaba a un Pumas que venía sólido en casa, sino también a sus propios fantasmas: los de la irregularidad, los de las derrotas que llegan cuando mejor se juega, los de las oportunidades que se escapan entre los dedos. Pero esta vez fue distinto. San Luis ganó con autoridad, con orden, con un fútbol maduro que pocas veces le habíamos visto.

El 0-1 en Ciudad Universitaria no fue casualidad. Fue el reflejo de un equipo que, por fin, entendió cómo competir en escenarios grandes. San Luis supo cuándo presionar, cuándo replegarse, cuándo hacer daño. No se desesperó, no se partió, y sobre todo, no perdió la concentración cuando Pumas quiso despertar. Ese temple, tan ausente en otras jornadas, fue la verdadera victoria de la noche.

Esa actuación le devolvió el alma a un grupo que venía entre dudas. Y también reavivó la ilusión de una afición que, aunque exigente, sigue esperando ese golpe de autoridad que confirme que este proyecto puede trascender. Porque lo del miércoles no fue solo un triunfo más en el calendario: fue una declaración de intenciones.

Ahora viene lo más difícil, mantener el vuelo. Este domingo, en el Alfonso Lastras, el Atlético de San Luis recibe a Necaxa, y la exigencia será enorme. No hay mejor momento para demostrar madurez que justo después de una victoria grande. Ganar en CU fue una proeza; ganar en casa, jugando bien y con convicción, sería confirmar que este equipo va en serio.

Necaxa no es un rival cómodo. Es uno de esos equipos que no necesita brillar para complicarte la noche. Sabe esperar, sabe morder en la presión alta y tiene la capacidad de castigar errores puntuales. San Luis deberá ser paciente, no caer en la trampa de la desesperación y, sobre todo, mantener la intensidad de principio a fin. Si el equipo logra imponer su ritmo desde el arranque, tendrá mucho camino recorrido.

El cuerpo técnico también enfrenta un reto importante. Después del esfuerzo en CU, habrá que administrar energías, rotar inteligentemente y evitar el exceso de confianza. Porque si algo ha caracterizado a San Luis este torneo, es que cuando baja un poco la guardia, el golpe llega rápido. La victoria del miércoles solo tendrá valor real si se respalda con un buen resultado el domingo.

En el plano anímico, el grupo parece haber recuperado algo vital, el orgullo.

Durante semanas se vio a un San Luis que jugaba bien, pero sin convicción. En CU hubo otra cara, una que pelea cada balón, que se ordena en bloque y que no teme al rival, sea cual sea su nombre. Esa versión es la que debe presentarse ante Necaxa.

El Lastras jugará su papel. Después de un triunfo así, la gente volverá con ganas, con ilusión, pero también con exigencia. El público potosino ya no se conforma con “haber competido bien”. Quiere resultados, quiere consistencia. Y tiene razón, este plantel ha demostrado que puede hacerlo.

Además, los números comienzan a sonreír. Con el triunfo del miércoles, San Luis se metió de nuevo a la conversación por el play-in, y depende de sí mismo para mantenerse ahí. Una victoria más lo consolidaría en zona de clasificación y le permitiría encarar el cierre del torneo con un aire distinto. El margen de error sigue siendo corto, pero las sensaciones por primera vez son positivas.

El Atlético de San Luis ha dado un paso importante, pero todavía no puede detenerse a celebrar. Lo que viene es el examen de la madurez futbolística: sostener la intensidad, mantener la concentración y convertir las buenas actuaciones en una costumbre.

Este domingo, el equipo tiene la oportunidad de confirmar que no fue casualidad, que lo de CU fue el inicio de una nueva etapa. Ganarle a Necaxa sería más que un triunfo, sería la señal de que San Luis, por fin, ha aprendido a ganar seguido.

Porque el fútbol no premia al que brilla un día, sino al que resiste toda una temporada. Y si este grupo logra mantener ese temple y esa convicción, el play-in podría dejar de ser un sueño para convertirse en la consecuencia lógica de un equipo que, tarde pero seguro, está aprendiendo a jugar como los grandes.

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