diciembre 19, 2025

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#4 Tiempos

Guasón, para no reir (Esta columna contiene spoilers) | Columna de Óscar Esquivel

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Guasón

Desafinando

 

El mundo encerrado en su ego, provoca en muchos casos el sufrimiento de personas con alguna enfermedad mental, no precisamente un demente desquiciado incontrolable, si no aquel que por su conducta manifiesta cánones fuera del comportamiento general establecidos en la sociedad, por mínimos síntomas que manifieste.

El Síndrome de Tourette es un trastorno del sistema nervioso, la persona que la sufre tiende a generar movimientos repetitivos, gesticulaciones, risas y en algunas ocasiones el uso de palabras ofensivas. Aquí la base del personaje del Guasón/Joker, película Hollywoodense, que raramente, como nunca, apartó de sus fijaciones comerciales para dar paso a una obra cinematográfica realmente magnifica. Un trabajo interpretativo de Joaquín Phoenix, quien le da vida al personaje central Arthur Fleck, quien surgirá como villano, después de ser sometido a duras y variadas pruebas rudas de la vida cotidiana, en una ciudad sumida en la pobreza, entre otras cosas por culpa del corporativismo empresarial, que todo consume y paga poco: una urbe llena de ratas grandes como un perro, así será el tamaño que alimente la miseria humana.  Arthur, el payaso empleado de una agencia, fue brutalmente golpeado por menores de edad, seguramente futuros delincuentes, excluido de los programas sociales para su rehabilitación, gracias a recortes presupuestales para tratar su padecimiento psicológico, amigos que les dan la espalda e inducen a la violencia, ofreciéndole armas, sabiendo de su prohibición.

 En su imaginario mantiene relación con su vecina que lo ignora, y posteriormente la asesina, Arthur Fleck, no es un personaje tomado al azar, un niño adoptado entregado a su madre con el consentimiento del Estado. Era una mujer con profundos problemas mentales: Arthur se convirtió en un niño torturado, quemado, vejado. Su madre le hizo creer en un mundo de fantasía, donde su misión era sonreír y ser feliz, así creció y así nació el villano favorito del comic Batman: El Guasón

El Guasón se desenvuelve en una ciudad plagada de diferencias sociales, sucias, obscuras e inseguras, agobiada por sus propios infiernos.

Un Estado inequitativo, un gobierno inexistente, obtuso y complaciente con la clase pudiente, al grado de no solicitar apoyo de la Guardia Nacional para poner orden o limpiar las calles sumergidas en la basura, abandona a los más desfavorecidos para continuar con su displicencia, manteniendo sus privilegios de élite, mientras la ciudad tiende al caos, el odio y resentimiento social crece, la ley del más fuerte impera.

Un filme coincidente con la realidad, la pobreza y marginación: genera toda clase de perversiones sociales, entre ellas el engendro de la violencia. “Tengo derecho a existir, ahora sé que existo”, “durante toda mi vida no sabía si realmente existía. Pero yo sí, y la gente comienza a darse cuenta”, después que Arthur, disfrazado de payaso, mató a tres jóvenes ricos por molestar a una chica en el nauseabundo metro, a él lo golpearon y en su defensa hizo lo que hizo, matar. Ahí nace la leyenda villana, la gente aplaude su hazañas, hartos de la desigualdad.

Su madre, mentirosa, castiga, lo esclaviza mentalmente y a su vez convence a su hijo a cuidarla en su vejez, después de mentirle toda su vida a Arthur sobre quien sería su padre, el poderoso candidato a alcalde y millonario de la ciudad: ella termina con una almohada en su rostro, ahogándose. Fueron las manos de quien fuera su torturado favorito.

¿De qué se ríe entonces Joker? Carcajadas enfermas, sonrisas de misterio entre angustia y satisfacción, risas que dan escalofríos y también de aquellas que confortan, ahogos por reír, sofocos de la voz cuando llega el pensamiento del mal recuerdo.

La risa de Guasón sería entonces, sin anteponer el síndrome Tourette, una gesticulación de todas las formas de sentimiento contradictorio: odio, locura, venganza y hasta de la misma felicidad, había logrado la atención del público, igualmente, de los dueños del micrófono, como el conductor de televisión quien se burló de su participación como Standopero en bar, sin conocer siquiera su condición mental.  “¿Qué obtienes cuando cruzas un solitario enfermo mental, con una sociedad que lo abandona y trata como basura? ¡Te diré que es lo que obtienes! ¡Obtienes lo que mereces!” y el conductor es acribillado en pleno programa de televisión.

“La peor parte de una enfermedad mental, es que la gente espera que te comportes como si no la tuvieras”.

 ¿Que mereceríamos como sociedad? Somos y estamos inmersos en una contradicción existencial, criminalizamos la pobreza, al desvalido, al mentalmente enfermo, se aplasta el reclamo social.

En la desventaja social no hay justicia, sin embargo, se enaltece la banalidad y la vanidad de sociedad, enferma de consumo, donde el resultado final será la protección de los bienes obtenidos, sin razonar que muchos de ellos fueron fabricados bajo condiciones inhumanas, esclavizadoras, como los teléfonos celulares o en una fábrica transnacional donde ejercen en países pobres o en desarrollo como el nuestro, la explotación laboral de bajos salarios, generadora de pobreza laboral.

Gobernantes con visiones cada vez más cortas, de poca sensibilidad, arrogancia inaudita, escuchan solo su voz, las demás son solo “populacho”. Parcos, indolentes e intolerantes a la crítica, violadores constantes de las leyes, permisibles con los delincuentes y sometedor de colaboradores.

El cansancio social ha tenido como resultado generar delincuentes comunes y de cuello blanco, se comienza con robar para alimentarse, después de tanto picar piedra en la delincuencia, llegan a empoderarse en su entorno, que ya nadie los para.

Los de traje, el delincuente burócrata o empresario corrupto: nada les satisface, roban y roban, los bolsillos no les alcanzan. Enormes fortunas traen a cuestas, cientos de funcionarios. Si realmente se conociera su fortuna, seguramente aparecerían en la revista Forbes, pero como no es lícito el dinero, se lo comen, viajan, beben de lo mejor, mientras en las calles se continua engendrando los futuros “payasos de la delincuencia”.

Para el hombre con voluntad nada es imposible ¿podríamos mejorar como sociedad? Creo la respuesta sería sí, siempre que se forme una condición de sobrevivir al fracaso.  

El pasado tortuoso inmediato mexicano nos dejó en condiciones desesperanzadoras, saqueos CFE, Pemex, Ferrocarriles, corrupción oficial permitida desde la cabeza del Ejecutivo, cabeza del expresidente que junto con su incondicionales quisiéramos verlo en la cárcel, entonces podríamos creer en la justicia, no por venganza social lo observaríamos con su pijama de rayas a él sometido, sino porque se haría justicia a todos aquellos que han muerto en esta guerra, que no parece tener fin, justicia por los desaparecidos,  justicia por los pobres a quienes nunca les llegaron los apoyos prometidos, porque el dinero fue desviado para alguna campaña política, comprando conciencias a cambio de mendrugos. Por culpa de ellos se incrementó la pobreza, no solo material, también de conciencia, de educación, de salud. Por estos infelices, un Guasón nació y continúan naciendo todos los días para desgracia de la gente buena, en cada ciudad del país y nuestro querido San Luis no está exento.

Nos saludamos pronto.

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#4 Tiempos

Una vida dedicada a la ciencia, Candelario Pérez Rosales | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

Hoy, 16 de diciembre, el peotillense Candelario Pérez Rosales, baluarte de la ciencia e ingeniería mexicana y consolidador de la física profesional en San Luis Potosí, estaría cumpliendo noventa y cinco años de edad.

Candelario Pérez Rosales nació el 16 de diciembre de 1930 en Peotillos, comunidad del municipio de Villa de Hidalgo, San Luis Potosí, donde estudió los primeros años de primaria, para luego venir a San Luis Potosí a terminarlos y continuar los estudios de secundaria y preparatoria, ambos en el turno nocturno, donde compartía las horas de estudio con las horas de trabajo. Estudiaría Física en la Universidad de Purdue y vendría a San Luis Potosí a colaborar con la fundación de la Escuela de Física de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, hoy Facultad de Ciencias y del Instituto de Física de la propia Universidad Autónoma de San Luis Potosí, instituciones que están cumpliendo setenta años.

Como parte de los trabajos de difusión y divulgación sobre personajes de la ciencia potosina que llevo a cabo publiqué en el 2012 un libro intitulado Una Vida Dedicada a la Ciencia, el papel de Candelario Pérez Rosales, que recoge la trayectoria de Candelario Pérez Rosales, cuyo papel para el establecimiento, desarrollo y consolidación de la física en San Luis fue determinante; de esta forma el desarrollo de la ciencia potosina en la segunda parte del siglo XX, en el seno de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, fue posible con la participación de varios personajes, entre los que se encuentra indiscutiblemente Candelario Pérez Rosales. Su papel fue determinante para que la física potosina y en general la ciencia potosina sea lo que es hoy, ese importante polo de desarrollo que tiene un reconocimiento a nivel mundial. Sin su participación, entusiasmo, compromiso y cierto apostolado, la física en San Luis, y la propia universidad potosina, no serían lo que son hoy.

En este sentido la Universidad Autónoma de San Luis Potosí se encuentra en deuda con Candelario Pérez Rosales.

Su aportación a la ciencia e ingeniería mexicana va más allá de su labor en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Continuó siendo pionero en otras aventuras académicas, contribuyendo notablemente al desarrollo de la ciencia mexicana. En particular ingresó como investigador fundador al Instituto Mexicano del Petróleo.

Como investigador del Instituto Mexicano del Petróleo desarrollo una gran cantidad de proyectos que colocaron al país como un innovador en procesos de extracción de petróleo. Larga sería la lista de ellos, mismos que recogen en las páginas del libro que le dedicamos a este importante científico potosino.

Esta larga lista de proyectos que dirigió Candelario Pérez, desarrollados bajo el demandante factor de tiempo, da muestra de la importancia de su contribución al desarrollo de la industria petrolera al enfrascarse en proyectos dirigidos a resolver los diversos problemas técnicos y científicos asociados a la industria petrolera.

Estas tres facetas de Candelario Pérez que se presentan en el libro, constructor de instituciones y formador de recursos humanos, científico orientado a problemas de aplicación en la industria petrolera y escritor científico, lo colocan como uno de los baluartes nacionales en el desarrollo de la ciencia e ingeniería en nuestro país, y muy enfáticamente al desarrollo de la física mexicana.

Candelario Pérez ingresa como investigador fundador del Instituto Mexicano del Petróleo en 1966, como ya hemos mencionado, después de haber sentado las bases y asegurado el desarrollo de la Escuela e Instituto de Física en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.

En este libro se recoge su labor como escritor científico, profesor e investigador, tareas que suelen ser consideradas como labores fundamentales de las universidades mexicanas. En todas ellas tuvo, y sigue teniendo a pesar de estar retirado, una contribución importante y valiosa, además de sobresaliente.

Sea esta obra un homenaje a uno de los fundadores de la Escuela de Física de la UASLP, ahora Facultad de Ciencias, y del Instituto de Física de la UASLP, que estaban englobados en el Departamento de Física de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, cuya creación se diera el 1 de diciembre de 1955, mediante la aprobación del Consejo Directivo Universitario a un recurso sometido por el Dr. Gustavo del Castillo y Gama.

A los interesados, el libro pueden comprarlo bajo pedido en el correo electrónico de un servidor.

Candelario Pérez murió en San Luis Potosí, el 1 de mayo de 2016. El homenaje que le tributamos, se recogen en una serie de videos que pueden consultarse en youtube en el canal de José Refugio Martínez Mendoza. Para una muestra compartimos el siguiente:

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#4 Tiempos

La evolución creadora | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

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LETRAS minúsculas

 

He aquí lo que escribió hace poco el filósofo alemán Ulrich Hommes: «El crecimiento del miedo en nuestro tiempo es debido a que los hombres de hoy padecen una singular falta de relaciones. Es evidente que la falta de relaciones tiene como consecuencia el miedo, y que el miedo genera una mayor agresividad».

¿Qué quiso decir el filósofo con estas palabras? En realidad es muy simple; quiso decir, sencillamente, que si hoy cunde en nuestras sociedades una especie de pánico generalizado, es porque los hombres estamos más solos que nunca. Como no tenemos amigos (digámoslo aún mejor: como no tenemos relaciones significativas), todo nos aterroriza, pues sentimos que en tales condiciones no seremos capaces de hacer frente a los problemas de la vida.

El viejecito aquel que no tiene ya a nadie porque ha visto morir a todos sus camaradas y partir a tierras lejanas a todos sus hijos, ¿cómo no va a tener miedo de quedarse muerto en la noche mientras duerme? ¿Qué va a ser de él? ¡Ah, con una persona cercana, con una sola con tal de que lo quiera, cómo le sería fácil vivir! Pero no, no tiene a nadie: está solo y por eso se despierta en la madrugada sudando de miedo.

Y aquella mujer joven, ¿no tiene miedo también? Cuando piensa en el futuro, siente que la cabeza le estalla. ¿Y si su marido la abandona para irse con otra mujer más de su gusto? ¡Después de todo, es probable que lo haga! Pues, ¿no se oye por doquier, pero sobre todo en la radio y en la televisión, que cuando un lazo nos aprieta demasiado hay que tener la osadía de desatarlo? ¿No se dice continuamente aquí y allá que el matrimonio es una prisión y que cada cual puede y debe buscar otras alternativas cuando los antiguos compromisos no sean ya viables, deseables ni rentables? Y siendo éste el pensamiento que todos repiten alegremente; ¿cómo no va a tener miedo la pobre de que la dejen un día u otro? ¡Separarse es tan sencillo! Por su parte, el marido también padece lo suyo. ¿Y si ya no satisface todas las expectativas de su esposa?, ¿y si ya no reúne todos los requisitos, como se dice? El normal caos del amor: así tituló Ulrich Beck, el famoso sociólogo alemán, un libro suyo que trata, precisamente, de estas angustias nada ficticias. Pero este caos, ¿es tan normal como parece? A juzgar por lo tiempos que corren, sí.

Mas no sólo el viejecito y los jóvenes esposos tienen miedo; también lo sienten los niños. Y si sus padres se separan, ¿qué será de ellos? Amigos casi no tienen, a excepción de aquellos con los que chatean por la tarde, a la hora de los deberes. Pero, ¿pueden estos desconocidos llamarse amigos? ¡Si son unos desconocidos: a lo mucho, sólo saben su nombre y las letras de las canciones que se intercambian en la red! Están solos.

Y el niño que aún no nace, ¿no tiene miedo él también? Gracias a la sensibilidad espantada de su madre, algo sabe ya de los terrores de este mundo. Ni siquiera le ha sido necesario nacer para darse cuenta de cómo están las cosas en este extraño planeta. Sí, tiene miedo, y él más que nadie. Primero porque está indefenso, y segundo porque nada sabe si su madre llegará a tragarse ese cuento que dice que los niños, mientras aún estén en el vientre, no son más que un montón de células desorganizadas o quizá meramente tumores que sería necesario extirpar cuando las cosas anden mal.

Miedo aquí y miedo allá. Miedo que, según Ulrich Hommes, no tarda mucho en convertirse en violencia. Violencia que genera más miedo y que no puede ser aplacada más que con amor: «Lo que sirve contra el miedo cuando nada más sirve es el amor. El amor que me brindan y el amor que yo mismo doy». 

Se realizó recientemente un experimento que dejó boquiabiertos a los que lo realizaron: «Cuando a unas cabras ubicadas cerca de su madre fueron sometidas a un cierto voltaje de corriente eléctrica, se mantuvieron en pie y pudieron soportarlo. Esta misma carga eléctrica les fue aplicada después, cuando estuvieron solas, y entonces ya no pudieron sostenerse, pues o se desvanecían o se volvían locas».

¡Significativo descubrimiento! Cuando las cabras estaban acompañadas, eran fuertes, y sólo caían cuando estaban aisladas y se sentían desamparadas.

«No es bueno que el hombre esté solo». Fue Dios mismo quien lo dijo, es decir, quien creó al ser humano y lo conoce de pe a pa. Ahora bien, si es Él el que lo dice, por algo será. Me discutía hace poco un amigo:

¡Sólo tú puedes tragarte esos relatos inocentes que cuenta la Biblia!

-¿Y por qué inocentes? –pregunté.

-Porque son ingenuos. Por lo menos todos sabemos hoy que el mundo no nació como dice el libro del Génesis.

-¿Y por qué no? –volví a preguntar-. Que Dios haya creado en seis días, ¿no habla, en cierto sentido, de evolución? Según este libro del que te burlas, las cosas y los seres no surgieron todos al mismo tiempo, sino que hubo una gradualidad –una evolución creadora, como la llamaría Bergson- que no es extraña a los modernos descubrimientos de la ciencia: primero fueron la tierra y el cielo, luego las plantas, más tarde los animales y, por último, el hombre…

-Sin embargo –replicó mi amigo-, el libro del Génesis habla de días.

-Días que no tienen por qué ser nuestros días de veinticuatro horas. Acuérdate del salmo que dice que, para Dios, mil años son como un día…

No sé si convencí a mi amigo; pero, además, tampoco me preocupaba convencerlo. Yo sólo quería decirle que no hay que desechar a la ligera esta advertencia divina: «No es bueno que el hombre esté solo». Y que me alegra saber que la ciencia, poco a poco, en la medida de sus fuerzas, va descubriendo esta verdad vieja como el hombre mismo.

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#4 Tiempos

Cinco finales, cinco retratos | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

 

El fútbol mexicano vive instalado en un vaivén que mezcla memoria corta, intensidad desbordada y una elasticidad competitiva que rara vez se ve en otros torneos. Y no hay mejor espejo de esa naturaleza cambiante que las últimas cinco finales de la Liga MX. Cada una reveló una cara distinta del campeonato, a veces impredecible, a veces cuidadosamente edificado, pero siempre dispuesto a romper pronósticos.

La más reciente, la del Clausura 2025, entregó un desenlace que pocos anticipaban. Toluca superó a América y recuperó un lugar que parecía extraviado en la élite. Esa serie tuvo un aire de reivindicación para los escarlatas, que encontraron una mezcla perfecta entre orden, temple y puntería. América, por su parte, llegó con la etiqueta inevitable de favorito, pero terminó cediendo ante un rival que administró mejor la presión. En ese desenlace se confirmó que en México los ciclos pueden renacer más rápido de lo que tardan en extinguirse.

Un semestre antes, en el Apertura 2024, las Águilas habían impuesto su jerarquía ante Monterrey. Fue una final marcada por el contraste entre un equipo construido para dominar y otro diseñado para golpear en ráfagas. América resolvió porque entendió cuándo acelerar y cuándo enfriar; Rayados quedó atrapado en la tentación del vértigo y pagó caro su falta de pausa. La serie se volvió una lección de que, en liguillas, el músculo emocional pesa tanto como el táctico.

El Clausura 2024 repitió campeón, América doblegó a Cruz Azul en un duelo donde la narrativa histórica parecía empujar a los celestes, pero terminó imponiéndose la estructura más estable. No fue una final espectacular, pero sí una muestra de oficio. América manejó los tiempos como si los hubiera ensayado toda la vida y Cruz Azul, que había encontrado ritmo durante la fase final, se quedó sin margen en el momento en que la exigencia aumentó.

En el Apertura 2023, el mismo América se cruzó con Tigres en una final que resumió la última década del fútbol mexicano, dos potencias creando tensión desde su experiencia y su peso institucional. Fue una confrontación áspera, tensa, en la que el primer error podía decidirlo todo. América fue más certero y Tigres, pese a su capacidad para competir siempre, no encontró esa chispa que tantas veces lo salvó en finales previas.

Y antes de que América dominara este tramo de la historia reciente, el Clausura 2023 había dejado un capítulo distinto, Tigres había vencido a Guadalajara en una final que mezcló dramatismo y resistencia.

Chivas llegó con un impulso sentimental fuerte, respaldado por un cierre de torneo que había reavivado ilusiones; Tigres, en cambio, se aferró a la experiencia y convirtió la serie en un duelo donde la paciencia terminó valiendo oro.

Cinco finales, cinco historias desiguales, pero todas con un hilo común, la liga mx vive entre la tradición y la renovación constante. América ha sido el protagonista dominante, sí, pero no en un territorio exclusivo; Toluca reapareció con fuerza, Tigres mantiene su lugar entre los gigantes modernos y Cruz Azul y Monterrey continúan orbitando entre la aspiración y la frustración.

Lo fascinante es que cada una de estas series dibuja una tendencia distinta. A veces gana el que mejor juega; otras, el que comete menos errores; y en más de una ocasión, el que simplemente logra sobrevivir a su propio caos. La Liga MX no premia únicamente la excelencia: premia la capacidad de adaptarse a un torneo donde cada semestre puede contar una historia completamente diferente.

Eso explica por qué sus finales, aunque repetidas entre ciertos protagonistas, nunca se sienten iguales. Cada una deja marcas nuevas, dudas nuevas y certezas que duran apenas unos meses. Y quizá ahí radica la esencia de este futbol, un territorio donde la estabilidad es un lujo, el dramatismo una obligación y el título, el botín que confirma que, al menos por un instante, todo salió bien en medio de un ecosistema que siempre está cambiando. Hoy Toluca puede volver a levantar el título o Tigres recuperar lo perdido hace unos torneos, pero sea cual sea el resultado, no queda duda que esta liga es un reflejo de lo extraño y competido que resulta nuestro casero futbol nacional.

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