abril 25, 2024

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#4 Tiempos

Festín de palabras | Columna de Juan Jesús Priego

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Letras minúsculas

Sucede en un relato de Rad Bradbury (1920-2012), el famoso escritor de ciencia ficción. Un hombre confiesa en rueda de prensa haber inventado una máquina del tiempo (a la que ha puesto el extraño nombre de Convector Toynbee) desde la cual ha podido atisbar ciertas cosas del futuro. «Ah, ¿y qué es lo que ha visto usted, precisamente?», le preguntan ansiosos los reporteros. Y el visionario, adoptando una pose de indiscutible superioridad, les responde así: «El futuro es nuestro. Reedificamos las ciudades, reconstruimos los pueblos, saneamos los lagos y los ríos, purificamos el aire, salvamos los delfines, aumentamos el número de las ballenas, detuvimos las guerras, curamos el cáncer y derrotamos a la muerte. Lo conseguimos. Gracias a Dios, lo conseguimos. El futuro es brillante. ¡Que se alcen las bellas espiras!».

Los que escuchaban en sus casas aquellas declaraciones a través de la radio o de la televisión se frotaban las manos en señal de regocijo. «¡Así que todas estas cosas bellas nos depara el futuro!», gemía el mundo entero desde sus asientos. Una oleada de felicidad recorrió el planeta de Norte a Sur y de Este a Oeste; los dedos se posaban sobre los controles remotos con precaución para impedir que movimientos de mano demasiado bruscos los privaran de aquel suculento festín de palabras.

Pero cuando los reporteros habían guardado sus cámaras en sus estuches, se habían ido y no lo escuchaba más que el único periodista que le había inspirado alguna confianza, el visionario dejó de sonreír. La mueca de satisfacción desapareció de su rostro para dar lugar a un gesto de dolor. «¡Pamplinas! –dijo al reportero en alta voz, confiándole su secreto-. No es verdad que yo haya viajado por el tiempo. ¿Cómo podría hacerlo? El Convector Toynbee es sólo una alucinación mía fruto de la lectura de un libro de H.G. Wells. Pero si he dicho lo que dije, ha sido por una razón: en todos lados veía y olía la duda. En todos lados aprendía lo que era la destrucción. En todos lados había desesperanza, cinismo, escepticismo o nihilismo. La realidad económica era un infierno y el mundo una letrina. El estado de ánimo habitual era la melancolía. La gente se acostaba a las once de la noche con malas noticias, para levantarse a las siete a enfrentar noticias peores»…

¿Así que nada de aquello era verdad? ¡Claro, ya se veía! El hombre había hablado del futuro como se habla de una manzana que cae de un árbol cuando está madura, como una gota de agua que se desprende de la nube, y el futuro no cae ni se desprende: se construye, se proyecta; es una tarea más que un don.

El periodista sintió unas ganas enormes de ahorcar a aquel hombre que no sólo rompió su esperanza, sino también las ilusiones de millones de hombres y mujeres que esa noche dormirían tranquilos, sí, pero engañados. No obstante, en vez de ahorcarlo prefirió marcharse en silencio. En el camino, mientras regresaba a las oficinas del diario para el que trabajaba, sintió que la mochila le pesaba más que antes sobre sus espaldas. Había cometido el error de haber creído.  

Sí, el error de haber creído. Porque de nada sirve decir que en el siglo XXI no habrá guerras si al mismo tiempo no cultivamos las actitudes que hacen posible la paz; de nada sirve prometer que venceremos la muerte si no tomamos en serio el mandamiento que dice: «¡No matarás!» (

Éxodo 20,13).

Tenía razón Simone de Beauvoir (1908-1986) cuando escribió al principio de Pirrus et Cineas, uno de sus ensayos más breves y bellos: «Lo que se edifica sin mí, no es mío. Es mío sólo aquello en lo que reconozco mi ser, y no puedo reconocerlo sino allí donde éste se halla comprometido… Cuando los discípulos le preguntaron a Cristo: “¿Quién es mi prójimo?”, Cristo no respondió con una enumeración, sino contando la historia del buen samaritano. El prójimo del hombre abandonado en el camino fue el que lo cubrió con su manto y corrió en su ayuda. No se es prójimo de nadie, se hace uno prójimo mediante un acto… Soy prójimo en la medida en que me hago prójimo, así como este jardín es mío sólo en la medida en que lo cultivo».

El prójimo no es todavía mi prójimo sino hasta cuando hago míos sus padecimientos. «Aquel niño no es mi hermano –sigue diciendo la novelista filósofa-, pero si lloro por sus desgracias ya no es para mí un extraño. Son mis lágrimas las que deciden. Nada se decide sin mí. Los chinos son mis hermanos desde el momento en que lloro por sus desgracias».

¿Me dices que en el futuro ya no habrá hambre? Dime, mejor, que podría no haberla y te creería. Pero mientras haya quien acapare la comida, la concentre en sus bodegas y deje morir a los que no puedan pagársela, hambre seguirá habiendo hasta el final de los tiempos. ¿Me dices, asimismo, que no habrá más guerras? No lo creeré sino hasta que me digas también que por un acuerdo tácito, universal, los hombres han decidido, por fin, poner en práctica aquello que dice: «Amen a sus enemigos, oren por aquellos que los odian y difaman» (Mateo 5, 44). Si me dijeras esto, entonces tu pronóstico sería creíble. El adivino y la astróloga podrán augurarnos el futuro más feliz o más prometedor, pero lo harán únicamente para darnos ánimos y ganarse unos pesos. Podrán, incluso, decirnos lo que quieran, pero se equivocarán siempre, pues el futuro no está allí como un texto misterioso que hay que descifrar, sino como un libro que es preciso escribir. El futuro es nuestro sólo si cultivamos. Nada se decide sin nosotros.

Una vez, en el interior de la Catedral de Hipona, resonaron estas palabras dichas por San Agustín, obispo por entonces de aquel lugar: «Como son los hombres, así son los tiempos». El futuro será bueno sólo si nosotros lo somos también.

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#4 Tiempos

Así que… el documental que te recomendaron, resultó propaganda conspiranóica | Columna de Guille Carregha

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CRITICACIONES

 

Existe un período en la vida de muchos seres humanos, ente los 15 y los 18, dependiendo de qué tan católico tradicional sea el lecho de su hogar, en donde las personas se empiezan a cuestionar la validez de las enseñanzas religiosas. Generalmente no en las materias de “tratar bien a los demás seres humanos” o “intentar ser una persona buena que ayude a la sociedad”, sino, más bien, en el campo de “¿CÓMO ES POSIBLE QUE UN SEÑOR BARBÓN RIJA EL FUTURO DE LA HUMANIDAD DESDE UNA NUBE?” y similares. Es justo en esta edad, en la que empiezas a leer artículos de la Wikipedia en español poco o nada moderados, pero no libros porque “eso es muy complicado y no me da tiempo”, que empiezas a encontrar ciertos elementos de “información conflictuada” que puede incluso hacerte cuestionar la realidad misma en la que vives.

                  De esa manera, datos duros como “los españoles, en la conquista, simplemente cubrieron a los íconos religiosos de los aztecas con íconos religiosos católicos” en vez de significar “los españoles nos vendieron lo mismo que ya creíamos, PERO CON UN SOMBRERO NUEVO, para agilizar más el proceso de conversión al cristianismo” pasan a ser frases como “¿Ya se dieron cuenta que la virgen de Guadalupe se parece mucho a Tonantzin? ¿NO SERÁ ACASO QUE LA RELIGIÓN ES UNA INVENCIÓN HUMANA QUE SOLO RECICLA INFORMACIÓN? ¡ESTO CONFIRMA QUE LOS CATÓLICOS SABEN QUE SU RELIGIÓN ES FALSA Y LO ADMITIERON EN LA NUEVA ESPAÑA ANTE NUESTROS OJOS!”

                  Ahora imagina que una persona con estas capacidades de dar brincos de lógica sustentados en los pelitos rizados de sus testículos se encarga de escribir (y realizar) un pseudo-documental que se cuestiona cosas con estas fórmulas. Es así que se consigue la existencia de productos tan tochos y lerdos como Zeitgeist: The Movie.

                  Me acuerdo mucho que a lo largo de la carrera, un número nutrido de personas respetables hablaban mucho sobre este documental como un visionado importante, como un “abrir de ojos” ante la situación, que se cuestionaba la realidad “ficticia” en la que vivíamos actual o alguna otra mamada de ese calibre. Eso era por allá del 2008 o 2009. Siempre me causó curiosidad acercarme a esta cosa, pero también era mi época en la que “qué flojera, ver documentales, lo único interesante es ver cine de ficción”, así que lo ignoré durante muchos años, aunque siempre con la espinita clavada en la parte trasera de mi cerebro recordándome de su existencia cada cierto tiempo.

                  Ahora, en 2024, finalmente decidí darle un +1 en el contador de vistas a esta cosa que POR SUPUESTO que fue subida originalmente a YouTube como principal medio de distribución.

El documental comienza con 15 minutos de clips auditivos de gente importante hablando de la importancia de la espiritualidad o burlándose de la religión. Todo mientras aparecen en pantalla animaciones decentes o visualizadores de Windows Media Player creados para generarte ataques de epilepsia.

Una vez que se le termina el contenido con derechos de autor que se robó, el autor procede a hablar durante media hora acerca de cómo descubrió que la religión es un mito perpetuado desde la antigüedad. Resulta que, además de leer en algún foro de internet de Halo que todas las deidades tienen elementos similares en su concepción histórica, el creador de este documental decidió creerle al anon que lo mencionó en un post y decidió no investigar más.

Es así como llegamos a la sección en la que malinterpreta toda la mitología de Horus para decir que es EXACTAMENTE igual a la historia de Jesús, muy a pesar de que Horus naciera de un acto necrofílico, no tenía apóstoles, no fue bautizado, ni resucitó después de morir – pero nació el 25 de diciembre, lo cual es la prueba más fehaciente de que el catolicismo se copió el mito.

Digo, eso si olvidamos que el catolicismo indica que el 25 de diciembre es una fecha conmemorativa, porque nadie sabe cuándo carajos nació el Chuy, o si recordamos que, OBVIAMENTE, los antiguos egipcios se regían por el calendario gregoriano implementado en 1582.

¡TODO TIENE TODO EL SENTIDO DEL MUNDO!

Y, con este mismo nivel de brincos de lógica y falta de investigación, pero hipnóticos efectos de visualizador de WinAmp, nos pasamos a hablar acerca del “mito del 11 de septiembre” y de “la realidad de la economía mundial”. Si este individuo fue incapaz de conseguir información pertinente acerca de un tema tan ampliamente investigado como es la religión, ¿qué podemos esperar de sus reacciones anales a temas más contemporáneos como el 2001?

Todos los argumentos parecen haber sido escritos por un niño de preparatoria que un día no le creyó a su maestra de historia algún detalle que mencionó en clase y se encargó de redactar un ensayo de 500 páginas para demostrarle a la señora su error. Es una colección inimaginable de puros saltos de lógica bien idiotas y conspiranóicos que solo funcionan si apagas tu cerebro y se te olvida pensar.

Son dos horas enteras de una sarta de estupideces que comienzan desde un interesante “¿y si cuestionamos…?” para pasar inmediatamente a un “pero si miras entonces esta evidencia que me saqué del sobaco, y la observas a un ángulo de 38° durante el solsticio de invierno en Mumbay, podrás notar que la policía sí sabía que asuntos internos les tendía una trampa – y es por eso que los judíos controlan al mundo, para ponerle chips a la población.”

Much Smart.

Very intelligence.

Wow.

Su cuestionamiento sobre el 9/11 pasa a entenderse como un “Tengo preguntas pertinentes sobre esta información que no cuadra, pero la primera es, ¿cómo es que un político puede mentir en cadena nacional? ¡Eso es ilegal, porque juega con mis sentimientos! ¿Es porque no me quieren?” que parece decirle a todos los muertos de aquel día que, pues, ni modo, peones políticos que el gran cabal necesitaba para avanzar la historia mundial.

El man este es como un mameitor que a los 15 cree que sabe más de religión, astrología, política, economía y (perdón, pero es que no me cabe en la cabeza lo de que desconoce) INCLUSO CÓMO FUNCIONAN LOS CALENDARIOS Y SU IMPLEMENTACIÓN que la planta docente de su escuela. Y se aventó esta chaqueta mental (progresivamente peor editada) de DOS HORAS para demostrarle al mundo entero que él sí le sabe, que él es súper capaz y tiene el cerebro de siete supercomputadoras en su cabeza.

Y ya. No le sacas nada de provecho. Es como sentarte a consumir un podcast conspiranoico de poca monta del 2021, de esos grabados en un celular NOKIA del 2004, que te dice que te tragues cloruro de sodio para escapar de la Mátrix, cuya única fuente es “un anónimo en 4Chan me explicó cómo funciona el mundo y abrí los ojos”.

Cosa horrible, cosa mal hecha, con puros argumentos pendejos que dependen de que no sepas como funciona la historia o la vida para que concuerdes con ellos.

Prueba fehaciente de que no necesitas investigar, mucho menos ser elocuente, para tener una carrera exitosa haciendo propaganda.

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#4 Tiempos

La primera mujer en la Academia Mexicana de la Lengua | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

Estudiosa de la literatura mexicana María del Carmen Millán Acebedo destacó en el mundo de las letras y en la difusión de escritores y principalmente escritoras mexicanas y latinoamericanas, contribuyendo a su vez en la formación de recursos humanos. Sus libros de antologías de cuentos tuvieron una importante circulación despertando la inquietud de nuevos lectores.

Recién obtuviera su grado de Maestra en Letras por la Universidad Nacional Autónoma de México en la Facultad de Filosofía y Letras con la tesis “El paisaje de la poesía mexicana” en 1954, participó en las actividades de la Academia Potosina de Ciencias y Artes dictando conferencias y cursos en el programa Cursos de Invierno que organizaba la Academia en conjunto con la Universidad Autónoma de San Luis Potosí en la década de los cincuenta.

Como consecuencia de esta colaboración fue catedrática de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí en la modalidad de cursos intensivos que se ofrecían en verano y en invierno, dictando cursos correspondientes al área de Letras Clásicas y Letras Españolas. Su colaboración con la UASLP fue fructífera, aunque es poco conocida. Se doctoró en Letras después de que fuera cerrada la Facultad de Humanidades de la UASLP con una tesis que se convierte en referente en el estudio de la literatura mexicana, que llevó como título justo ese “Literatura Mexicana”, y que fuera publicado por el sello Esfinge.

María del Carmen Millán fue la primera mujer en formar parte de la Academia Mexicana de la Lengua, al ocupar la silla número XII que llegó a ser ocupada anteriormente por Rafael Delgado, José Rubén Romero, Julio Torri y Rafael F. Muñoz, al ser designada como Miembro de Número. Su ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua fue el 28 de junio de 1974.

Varios potosinos fueron sus alumnos de letras en su estancia en San Luis Potosí, como el caso de Josefina de Ávila que llegó a ser secretaria académica de la extinta Facultad de Humanidades de la UASLP, en una época donde Carmen Millán ya era una importante académica y que aún estaba en proceso de formación; para entonces había publicado varios ensayos sobre escritores mexicanos como el caso de Agustín Yañez, y participando en revistas como Rueca

, de la que se convirtió en editora. Después de su estancia en San Luis publicaría en 1967 el que se considera uno de los más destacados aportes a la literatura mexicana, el Diccionario de Escritores Mexicanos, el cual coordinó y prologó, y fue profesora visitante en la Universidad de Wisconsin en Estados Unidos. Colaboró en varias revistas culturales potosinas como la Revista de Humanidades de la UASLP, Cuadrante y Letras Potosinas.

Entre las diferentes actividades que realizó como catedrática en la Facultad de Humanidades de la UASLP, participó en la organización conjunta con el Comité Organizador del Primer Centenario del Natalicio del poeta Manuel José Othón, y en actividades culturales como los ciclos de conferencias de la Facultad de Humanidades. Con las universidades alemanas tendría intensa colaboración dictando conferencias en las Universidades de Berlín, Bonn, Hamburgo, Colonia y Heidelberg.

Mientras se daba el golpe a la Facultad de Humanidades en San Luis con su cierre, desperdiciando trabajos como el de María del Carmen Millán, el gobierno francés le otorgaba el Premio Palmas Académicas en 1962. En 1973, fue titular de la Dirección General de Divulgación de la Secretaría de Educación Pública, al tiempo que fue nombrada directora general de Radio Educación, cargos que desempeñó hasta 1976.

María del Carmen Millán nació el 3 de octubre de 1914 en Teziutlán, Puebla, en 1937 se trasladó a la a México para estudiar en la Escuela Nacional Preparatoria. Tres años después logró ingresar a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); al término de su carrera se adhirió a la lista de profesores de la casa de estudios, impartiendo cátedra de Literatura Mexicana y Lengua y Literatura Española. Falleció el 1 de septiembre de 1982 en la Ciudad de México, dejando una serie de obras y publicaciones de gran valor para el patrimonio cultural del país.

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Un ‘buenos días’ te salvará el trabajo | Columna de Carlos López Medrano

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Mejor dormir

 

Cada vez es más frecuente ver cajas de autocobro en distintos tipos de negocio. En locales de comida rápida, en supermercados, en el cine. Las evito a toda cosa. En cuanto veo una, me dirijo a donde haya un empleado dispuesto a atender. Preferiré siempre el contacto humano antes que dar tumbos frente a una pantalla. Suficiente tiene uno ya con lidiar con la computadora y el celular la mayor parte del día, como para encima privarse de un cruce de miradas, de la convivencia con un desconocido, de un cómplice momentáneo.

Las máquinas son desolación. Qué espantosa es su perfección frente a la candidez de quien apenas aprende su oficio y te atiende con un dejo de angustia o, mejor, de cinismo. Alguien que sonríe y hace un comentario del clima para romper el silencio. El infrarrojo de un dispositivo jamás competirá con el brillo en la mirada de esa muchacha que odia su trabajo, y que aun así te cobra con la mejor de las actitudes porque sabe que está ahí de manera temporal, que ya cumplirá con sus anhelos artísticos apenas junte unos ahorros.

Deberíamos ponernos todos acuerdo y replantear nuestra relación con la automatización desmedida. Evitar ser tan pragmáticos, unos insensibles ajenos al valor de la interacción humana, gruñones que no quieren ver a nadie y se ponen tiquismiquis con la eficiencia. Sigamos apostando por la gente. Y al tiempo, si nos toca estar del otro lado, seamos amables. Tiremos alguna broma, un piropo. Un ‘buenos días’ te salvará el trabajo en el largo plazo. Mientras la gente reciba gentileza preferirá ir contigo antes que con una máquina que exhibirá su impericia ante un menú interactivo.

Qué maravilla es un rostro.

Observar por unos segundos a un dependiente e imaginar de dónde viene, lo que ocupa su cabeza. Una madre de familia se sabe de memoria todos los códigos de las frutas. La vieja promesa del futbol de la colonia que acabó lastrado por las lesiones. El anciano que trabaja hasta tarde porque ya no recibe visitas de sus hijos
. Más de una historia ha salido de ahí.

Deja de pasar tiempo en la miseria. Las cajas con humanos dan incluso la posibilidad de enamorarte. Puede que la chica de tus sueños esté al final de una fila de McDonald’s. Lucha por la posibilidad remota: aunque sea una entre mil, será mayor a la que tendrás si optas por la fría certeza de una banda magnética.

Casi todos seremos reemplazables en el mercado laboral que tiende premiar la productividad. Las cajas de autocobro son apenas un preludio de una dinámica que llegará a más y más rincones de la interacción con los servicios. Más vale forjar alianzas desde ya. Intenta un poco de ternura, como diría Otis Redding: pasa de largo cuando veas un armatoste y ve con el señor simpático que es un poco lento para cobrar, pero que dice cómo ha estado, mi amigo, ya no había venido, o con la joven que atiende de diez a nueve para pagarse sus estudios.

 

Contacto:

Twitter: @Bigmaud

Correo: [email protected]

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Opinión