diciembre 26, 2025

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#4 Tiempos

El punto de equilibrio del amor | Columna de Juan Jesús Priego

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En tiempos de la segunda guerra mundial el alimento escaseó por toda Europa. Era natural: si los campesinos habían sido movilizados y los campos bombardeados, ¿qué otra cosa podía hacerse sino racionar la comida y hacer que familias enteras se las arreglasen para vivir con menos de 250 gramos diarios de pan? Pues bien, durante aquellos años terribles, en Francia, una heroica madre de familia, al ver que sus dos hijos crecían anémicos y sin padre (pues, como Mambrú, se había ido a la guerra), tomó una firme determinación: en adelante, toda la comida que recibiera del Estado la daría a sus hijos. Toda. Ella no se quedaría con nada. La mujer había escuchado en alguna parte que la única medida del amor es amar sin medida, y quería poner en práctica tan bello pensamiento. Era su vida o la de los niños, y había que elegir. Sin embargo, conforme pasaron los días, el rostro de la mujer fue adquiriendo tonalidades casi cadavéricas. Ya no se alegraba como antes cuando los hijos comían con ansia los pocos mendrugos de pan que repartía todas las mañanas un hombre uniformado. Ya no se alegraba; antes bien, empezó a experimentar un sentimiento nunca antes sentido, y mucho menos hacia sus pequeños: odio, rencor, ganas de matarlos.

-¡Cómo comen! –gemía la mujer-. ¡Cómo se atragantan! ¡Y lo hacen sin apenas verme, no sea que les vaya a pedir algo! ¿Por qué no me ofrecen aunque sea un poquito? ¡Yo también necesito comer, yo también me puedo morir de hambre! ¿Por qué no me dan siquiera lo que les sobra?

Sí, quería torcerles el pescuezo cuando los veía atragantarse, aunque se reprimía, conformándose con restregarse salvajemente las manos. El suyo era ya un odio demencial, casi diabólico, y si una vecina no hubiera corrido a impedirlo, la madre hubiera acabado ahorcándolos, pues ya se disponía a hacerlo valiéndose de una cuerda…

¿Qué era lo que había pasado con este amor grande y sacrificado? ¿Cómo y por qué un amor así había acabado convirtiéndose en el odio más feroz? Si Carlos G. Vallés hubiera conocido esta historia, seguramente la habría contado en Te quiero, te odio, libro en el que explica que en todo amor, por grande que sea, se agazapan inadvertidas pequeñas dosis de odio. Los sentimientos humanos no son nunca puros –dice el jesuita español-, y allí donde hay odio puede haber también un amor muy bien agazapado, así como es posible que existan resentimientos ocultos allí donde pareciera que no hay más que vida, dulzura y esperanza nuestra. «La mamá quiere con toda el alma a su hijo –escribe-: no hay amor más bello, más puro y sacrificado en esta tierra. Pero un hijo le hace perder la libertad, la juventud: la ata; ella quisiera irse de vacaciones, y no puede; quisiera ir a algún sitio, pero tiene que atenderlo a él… Junto con ese amor inenarrable de cuerpo y alma que siente por esa criatura que ha llevado nueve meses en su seno, siente también resentimiento».

El amor es entrega absoluta, pero también retiene absolutamente; da, pero también quita; acaricia, pero también lastima; y es precisamente  en ese retener, quitar y lastimar que se introduce el odio, aunque sólo sea en pequeñísimas dosis. Al amigo se le quiere -¡cómo no va a querérsele!-, pero se le odia cuando no llama a las 7.56, como prometió hacerlo

; cuando se permite un chiste de mal gusto a nuestra costa; cuando se olvida de nosotros por andar a la caza de nuevas amistades; cuando se entremete demasiado en nuestra vida, o bien cuando se entromete demasiado poco. Te quiero, te odio. He aquí la química de los sentimientos humanos. Tal es el motivo por el que Carlos G. Vallés confiesa no despertar a sus amigos ni aun cuando se lo pidan de rodillas
: «Yo no despierto a nadie –confiesa serenamete- porque me odian después por despertarlos; aunque me lo agradezcan, el cuerpo está rabioso. Les digo que para eso están los despertadores; que la maquinita cargue con su odio, no yo».

Bien, esta sería la respuesta del padre González Vallés a la pregunta por el odio de aquella madre famélica, aunque un médico quizá pensaría de otra manera. Un médico diría tal vez (como el doctor Paul Chauchard, que es quien cuenta la historia en uno de sus libros) que la respuesta habría que buscarla más bien en la falta de una cierta vitamina necesaria para el organismo.  Sea como sea, una cosa es cierta: el hombre, por más que ame, no puede dejarse morir así como así. Hay que pensar también en uno, aunque sólo sea en breves periodos, aunque sólo sea de manera esporádica. Darlo todo, todo, sin dejar nada para sí, puede ser un bello gesto de generosidad, pero que a la larga corre el riesgo de convertirse en odio, en ganas de torcerle el pescuezo a la misma persona que se ama.

El Papa Benedicto XVI lo dijo con claridad: el que da, también quiere recibir, y si no recibe nunca, se cansa y se va; he aquí cómo lo dijo exactamente en esa encíclica bellísima titulada Deus caritas est: «El hombre no puede vivir exclusivamente del amor oblativo, descendente. No puede dar únicamente y siempre: también desea recibir. Quien quiere dar amor, debe a su vez recibirlo como don» (n. 7).

Hay que amar a los otros como a uno mismo, dice la Escritura santa, pero no más que a uno mismo, ni tampoco menos. Pues si la balanza se inclina hacia acá, el amor deja de existir y se convierte en egoísmo; pero si se carga sólo hacia allá –sólo hacia los otros, como pasó con aquella madre buena pero ingenua- el amor también deja de existir y se convierte en odio.

Sí, el gesto de aquella madre nos parece abnegado y generoso, pero el tiempo reveló que era imprudente. ¿En dónde está el punto de equilibrio del amor? En hacerle caso a Dios y aceptar que tal equilibrio está justamente aquí: en que no debemos pensar sólo en nosotros mismos, pero que tampoco podemos olvidarnos por completo. ¡Todo hubiera acabado bien si la madre, bajando la cabeza, se hubiera sentado a la mesa con sus hijos compartiendo lo poco que tenían! Después de todo, también ella tenía ese modesto derecho. ¿O me equivoco?

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#4 Tiempos

2025, el año en que Toluca volvió a mandar | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

 

El 2025 dejó claro que en la Liga MX los ciclos no desaparecen, solo esperan el momento adecuado para reaparecer. Entre torneos cortos, liguillas impredecibles y proyectos que se diluyen con rapidez, hubo una certeza que se fue construyendo jornada tras jornada: Toluca fue, sin discusión, el equipo del año. No por un destello aislado, sino por la forma en la que recuperó autoridad, identidad y presencia en los momentos que definen temporadas.

Los diablos entendieron mejor que nadie cómo navegar el caos natural del campeonato. No fue un equipo espectacular todo el tiempo, pero sí uno profundamente competitivo. Supo cuándo imponer ritmo, cuándo resistir y cuándo ser práctico. En una liga donde muchos confunden intensidad con urgencia, los escarlatas apostaron por la calma y terminaron encontrando resultados. El bicampeonato fue la confirmación de un proceso que dejó de mirar al pasado y decidió construirse desde el presente.

Mientras tanto, América siguió ocupando el papel de referencia obligada. Su regularidad y su capacidad para llegar a finales lo mantuvieron en la conversación durante todo el año. Sin embargo, 2025 también expuso una verdad incómoda para los azulcremas: dominar fases largas no siempre garantiza cerrar con éxito. América fue protagonista, sí, pero terminó cediendo ante un Toluca que entendió mejor los tiempos del torneo.

Otro de los puntos altos del año fue la vigencia de Tigres. Sin el ruido mediático de otros ciclos, el conjunto regiomontano volvió a competir con seriedad, recordando que los proyectos largos no pierden valor de un día para otro. Tigres no necesitó reinventarse para seguir siendo incómodo; le bastó con sostener su estructura y su carácter competitivo.

Pero el 2025 también dejó señales alentadoras fuera de los nombres habituales. La aparición de jóvenes futbolistas en distintos clubes refrescó el panorama. No todos lograron continuidad, pero varios demostraron que el talento existe y que, con confianza, puede influir en el desarrollo del torneo. En un contexto donde la inmediatez suele devorarlo todo, esas irrupciones fueron un respiro. Nombres como el de Camberos, Lainez, y sobre todo Mora,

suenan de nueva cuenta para levantar la mano justo meses antes del mundial, esperanza abierta para sumar un futuro a corto plazo que ojalá se alargue por muchos ciclos mundialistas más.

A nivel colectivo, el año volvió a confirmar que la Liga MX se decide en detalles. Un error tardío, una desconcentración mínima o una racha breve pueden cambiar destinos completos. Toluca lo entendió mejor que nadie: fue sólido cuando debía serlo y oportuno cuando el margen se redujo. Esa lectura fina del torneo fue la diferencia.

Por eso, cuando se haga el balance de 2025, el relato será claro. No fue el año de la espectacularidad permanente ni de un dominio aplastante. Fue el año de la eficacia, la madurez y la paciencia, y en ese contexto, Toluca se levantó por encima del resto.

En una liga que pocas veces permite certezas, 2025 tuvo una, Toluca volvió a mandar. Y lo hizo recordándole al futbol mexicano que los proyectos con identidad, cuando se sostienen, siempre encuentran la manera de regresar a lo más alto.

Por último, en el ámbito local, 2025 fue para el olvido, San Luis no logró los objetivos trazados quedando fuera de competencia en ambos torneos locales y despidiéndose pronto como ya es costumbre de la Leagues Cup, un equipo que a veces resulta ser incómodo para algunos rivales, este año resultó serlo para su afición, hoy San Luis luce poco atractivo y sin mucho que ofrecer a nivel espectáculo, ojalá las cosas mejoren por el bien del equipo local, se ve complejo pero como bien se dice, año nuevo, esperanzas renovadas, ojalá.

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El padre de la física potosina, Gustavo del Castillo y Gama | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

Con el título de El Padre de la Física Potosina, Gustavo de Castillo y Gama, publiqué un libro conmemorativo sobre la vida y obra de Gustavo del Castillo y Gama, físico potosino que fundó las instituciones educativas y de investigación en física en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Este 24 de diciembre estaría cumpliendo ciento cuatro años.

El libro en cuestión es de descarga gratuita y puede conseguirse en cualquiera de las siguientes dos direcciones:

http://galia.fc.uaslp.mx/museo/libros/EL%20PADRE%20DE%20LA%20FISICA%20POTOSINA.pdf

https://www.researchgate.net/publication/357203097_El_Padre_de_la_Fisica_Potosina_Gustavo_del_Castillo_y_Gama

Justo en Noche Buena del 2025, Gustavo del Castillo y Gama estaría cumpliendo ciento cuatro años. Nacería en el famoso Barrio de San Miguelito en San Luis Potosí al dar las últimas campanadas del 24 de diciembre, como lo comentaba el propio Gustavo del Castillo. Su vida se desarrolló en San Luis Potosí, Tampico, la Ciudad de México y las ciudades norteamericanas de Lafayette y Chicago; se nutrió de un ambiente científico desde pequeño, pues al menos, un par de sus tíos trabajaban en astronomía en el Observatorio Nacional de Tacubaya, Rodolfo Jurado y Valentín Gama. Ambos de la dinastía Gama de gran influencia en la sociedad potosina.

No es de extrañar que orientara su vocación hacia la física, siendo estudiante de preparatoria, en una época donde no existían aún escuelas de física en el país, y, se planteó poder formarse como físico en los Estados Unidos. La situación bélica mundial, lo llevó a seguir estudiando en su ciudad natal, ingresando a la carrera de químico industrial que su grupo de estudiantes de preparatoria había propuesto, de la cual se tituló tocándole el privilegio de ser el primer titulado. De ahí pasó a la Facultad de Ciencias de la UNAM a estudiar la maestría en física y al terminar continuar con su proyecto de formarse como investigador en física en Estados Unidos, donde obtuvo el grado de doctor en la Universidad de Purdue.

Fue de los primeros investigadores que tuvo el Instituto Nacional de la Investigación Científica (INIC) y se incorporó a la UASLP, impartiendo cátedra y formando el Laboratorio de Radiación Cósmica bajo los auspicios y emolumentos del INIC del que seguía siendo investigador. Su ingreso a la UASLP fue afortunado para impulsar el programa académico del Dr. Manuel Nava Martínez que era el rector de la UASLP en la década de los cincu enta. De esta manera se convertía en el primer doctorado que impartía clase en la UASLP y el único con dicho grado en la década de los cincuenta.

Fundó el Departamento de Física de la UASLP, de donde se derivarían la entonces Escuela de Física y el Instituto de Física de la UASLP que constituían un solo ente académico, que dividía el trabajo docente y el de investigación. El Laboratorio de Radiación Cósmica formaría parte del Instituto de Física y con ello inauguraba de manera formal trabajos de investigación científica, como tales, en la universidad potosina.

Creó el programa de construcción de cohetes de sondeo con el fin de realizar investigación científica en las altas capas de la atmósfera colocando al país en los pioneros en desarrollo aeroespacial, programa que ahora es conocido como Cabo Tuna. Su trabajo de investigación en radiación cósmica y en ciencias espaciales colocó a la UASLP en el escenario mundial en investigación en física. Si bien su labor en la UASLP se redujo a un lustro, este fue muy intenso y productivo y sentó las bases para el camino académico que seguiría la UASLP años después recorriendo las sendas y abriendo otras en torno a las raíces sembradas por Gustavo del Castillo, cuestión que luego es menospreciada o en el mejor de los casos olvidada.

La UASLP en la actualidad es reconocida nacionalmente y en algunas áreas internacionalmente gracias al trabajo docente y principalmente al trabajo de investigación científica que despliegan sus investigadores. La UASLP está situada como una de las mejores del país y en áreas como la física dentro de las primeras tres universidades del país. Esta situación se debe a la calidad de su personal académico, pero de manera muy especial por el trabajo pionero que fincara esta tradición por personajes como Gustavo del Castillo y Gama.

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#4 Tiempos

Una vida dedicada a la ciencia, Candelario Pérez Rosales | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

Hoy, 16 de diciembre, el peotillense Candelario Pérez Rosales, baluarte de la ciencia e ingeniería mexicana y consolidador de la física profesional en San Luis Potosí, estaría cumpliendo noventa y cinco años de edad.

Candelario Pérez Rosales nació el 16 de diciembre de 1930 en Peotillos, comunidad del municipio de Villa de Hidalgo, San Luis Potosí, donde estudió los primeros años de primaria, para luego venir a San Luis Potosí a terminarlos y continuar los estudios de secundaria y preparatoria, ambos en el turno nocturno, donde compartía las horas de estudio con las horas de trabajo. Estudiaría Física en la Universidad de Purdue y vendría a San Luis Potosí a colaborar con la fundación de la Escuela de Física de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, hoy Facultad de Ciencias y del Instituto de Física de la propia Universidad Autónoma de San Luis Potosí, instituciones que están cumpliendo setenta años.

Como parte de los trabajos de difusión y divulgación sobre personajes de la ciencia potosina que llevo a cabo publiqué en el 2012 un libro intitulado Una Vida Dedicada a la Ciencia, el papel de Candelario Pérez Rosales, que recoge la trayectoria de Candelario Pérez Rosales, cuyo papel para el establecimiento, desarrollo y consolidación de la física en San Luis fue determinante; de esta forma el desarrollo de la ciencia potosina en la segunda parte del siglo XX, en el seno de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, fue posible con la participación de varios personajes, entre los que se encuentra indiscutiblemente Candelario Pérez Rosales. Su papel fue determinante para que la física potosina y en general la ciencia potosina sea lo que es hoy, ese importante polo de desarrollo que tiene un reconocimiento a nivel mundial. Sin su participación, entusiasmo, compromiso y cierto apostolado, la física en San Luis, y la propia universidad potosina, no serían lo que son hoy.

En este sentido la Universidad Autónoma de San Luis Potosí se encuentra en deuda con Candelario Pérez Rosales.

Su aportación a la ciencia e ingeniería mexicana va más allá de su labor en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Continuó siendo pionero en otras aventuras académicas, contribuyendo notablemente al desarrollo de la ciencia mexicana. En particular ingresó como investigador fundador al Instituto Mexicano del Petróleo.

Como investigador del Instituto Mexicano del Petróleo desarrollo una gran cantidad de proyectos que colocaron al país como un innovador en procesos de extracción de petróleo. Larga sería la lista de ellos, mismos que recogen en las páginas del libro que le dedicamos a este importante científico potosino.

Esta larga lista de proyectos que dirigió Candelario Pérez, desarrollados bajo el demandante factor de tiempo, da muestra de la importancia de su contribución al desarrollo de la industria petrolera al enfrascarse en proyectos dirigidos a resolver los diversos problemas técnicos y científicos asociados a la industria petrolera.

Estas tres facetas de Candelario Pérez que se presentan en el libro, constructor de instituciones y formador de recursos humanos, científico orientado a problemas de aplicación en la industria petrolera y escritor científico, lo colocan como uno de los baluartes nacionales en el desarrollo de la ciencia e ingeniería en nuestro país, y muy enfáticamente al desarrollo de la física mexicana.

Candelario Pérez ingresa como investigador fundador del Instituto Mexicano del Petróleo en 1966, como ya hemos mencionado, después de haber sentado las bases y asegurado el desarrollo de la Escuela e Instituto de Física en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.

En este libro se recoge su labor como escritor científico, profesor e investigador, tareas que suelen ser consideradas como labores fundamentales de las universidades mexicanas. En todas ellas tuvo, y sigue teniendo a pesar de estar retirado, una contribución importante y valiosa, además de sobresaliente.

Sea esta obra un homenaje a uno de los fundadores de la Escuela de Física de la UASLP, ahora Facultad de Ciencias, y del Instituto de Física de la UASLP, que estaban englobados en el Departamento de Física de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, cuya creación se diera el 1 de diciembre de 1955, mediante la aprobación del Consejo Directivo Universitario a un recurso sometido por el Dr. Gustavo del Castillo y Gama.

A los interesados, el libro pueden comprarlo bajo pedido en el correo electrónico de un servidor.

Candelario Pérez murió en San Luis Potosí, el 1 de mayo de 2016. El homenaje que le tributamos, se recogen en una serie de videos que pueden consultarse en youtube en el canal de José Refugio Martínez Mendoza. Para una muestra compartimos el siguiente:

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