octubre 10, 2025

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#4 Tiempos

El mexicano que salvó a la tripulación del Apolo 13 | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

Hace cincuenta años se realizó el último viaje espacial tripulado a la Luna. El 16 de noviembre fue lanzada una nueva nave espacial diseñada para tripulación reiniciando los viajes a la Luna. La nave Artemis I es la primera nave de la serie Artemis que emprende el regreso al satélite natural de la Tierra. Esta nave lleva la cápsula Orión que a esta fecha se ha convertido en la nave espacial diseñada para tripulación que ha llegado más lejos en el espacio al circundar a la Luna a una distancia nunca realizada antes.

Esta misión de Artemis I, fue una misión sin tripulación humana, que forma parte de la serie de misiones que eventualmente llevarán tripulación, la Artemis II, que circundará la Luna y la Artemis III que alunizara con tripulación humana.

De esta forma la cápsula Orión, con capacidad para alojar tripulación humana, en esta ocasión viajó sin dicha tripulación. En su lugar iban a bordo sendos maniquíes simulando la eventual tripulación humana en futuras misiones. La cápsula ya ha marizado en Tierra y en las siguientes semanas se estará analizando los datos recopilados por la sonda.

Un asunto a resaltar es que uno de los maniquíes a bordo representaba al mexicoamericano Arturo Campos como un homenaje a su labor en la exploración espacial y su importante papel en las misiones Apolo que llevaron al hombre a la Luna. Arturo Campos pasó a la historia como la persona que salvó a la tripulación del Apolo 13, única que no llegó a la Luna, al presentarse un problema al explotar una celda de combustible ocasionando una pérdida de energía. Aquel 13 de abril de 1970 cuando se ponía en peligro la vida de los astronautas del Apolo 13, el objetivo ahora era traerlos con vida a la Tierra y Arturo Campos abrió el camino para idear una solución para que los tres astronautas a bordo pudieran regresar a la Tierra a salvo.

Arturo Campos de origen mexicano nació en Laredo Texas en 1934, se graduó en 1952 de Martin High School, asistió a Laredo Junior College y en 1956 obtuvo un título en ingeniería eléctrica de la Universidad de Texas, trabajó en la NASA en los sistemas eléctricos de los programas Apolo y Transbordador espacial. En el Centro Espacial Johnson, desempeñó un papel importante en el desarrollo de los sistemas eléctricos tanto para la nave espacial Apolo como para el transbordador espacial.

Arturo Campos fue quien se percató que la ausencia de energía se debía a la rotura de un tanque de oxígeno. Campos había realizado un protocolo para problemas de este tipo y el cómo restaurar el suministro de electricidad, luz y agua al módulo de comando.

Arturo Campos y su equipo fueron pieza clave durante este proceso, pues conforme a la marcha, el ingeniero mexicano les dio instrucciones a los astronautas sobre lo que tenían que hacer para su regreso. Conforme les daba instrucciones, el hispano también se vio obligado a reescribir sus planes, pues había factores que complicaban el regreso.

Finalmente, el regreso de la tripulación del Apolo 13 fue todo un éxito, Arturo Campos logró traer con vida a los tres astronautas Jim Lovell, Jack Swigert y Fred Haise, que se encontraban varados en medio de la nada del universo.

El ingeniero Arturo Campos no sólo es recordado por su emblemática contribución en la misión de Apolo 13, sino que es uno de los pocos trabajadores mexicano-estadounidenses que logró trabajar en el Centro Johnson.

Luchó por dignificar el trabajo de los hispanos y su participación en los programas espaciales, formó la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos con el cual se ofrecían becas a estudiantes hispanos que buscaban cursar una carrera universitaria, y fue miembro del Programa de Herencia Hispana de los empleados y se desempeñó como Igualdad de Oportunidades en el Empleo y Discriminación Positiva del Centro Espacial Johnson y miembro del Programa de Herencia Hispana de los asalariados.

De esta forma Arturo Campos regresa al programa espacial después de su muerte en el 2001, al formar parte de la simbólica tripulación simulada de Artemis I en la cápsula Orión viajando como maniquí bautizado como Comandante Moonikin Campos, en honor a Arturo Campos y que ha regresado con éxito a Tierra.

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#4 Tiempos

Las dos mujeres de Truman. Palabras con cicuta

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Apuntes

Hay autores que escriben un solo amor con distintos nombres. Truman Capote lo hizo con los de Nancy Clutter y Holly Golightly: la muchacha asesinada y la mujer que huye. Dos rostros de la misma herida.

Nancy era todo lo que el mundo aprueba: pureza, promesa, familia. Una adolescente que hacía listas, organizaba fiestas y creía que el bien era una costumbre diaria. Holly, en cambio, era todo lo que el mundo juzga: libre, contradictoria, caprichosa, superviviente. Todo sinónimo de “libre y espontánea”.

Ambas están solas frente a una sociedad que las define, una desde la muerte y otra desde el deseo.

Yo creo que Capote estuvo enamorado de una mujer que fue las dos. Una que lo deslumbró por su bondad y lo desarmó por su caos. En Nancy encontró la integridad que él nunca tuvo; en Holly, la libertad que siempre le fue negada. Una mujer que cocinaba con delantal los domingos, pero que podía desaparecer una semana sin explicar por qué. La amaba por lo que lo salvaba y por lo que lo destruía.

En A sangre fría, Capote mira a Nancy como si aún pudiera rescatarla. La describe con ternura casi maternal, pero también con una envidia melancólica: ella no sabía lo que era la vergüenza ni el exceso. En Desayuno en Tiffany’s, en cambio, elige no salvar a Holly. La deja ir. Le permite el privilegio que Nancy nunca tuvo: seguir viva aunque nadie la entienda.

Quizá esa fue la forma en que Truman se reconcilió con su propia culpa. Escribir a la que murió como víctima y a la que se fue como promesa. Una purificada por la muerte, la otra condenada a vivir

. Entre ambas, Capote puso su propia alma: la de un niño que soñaba con el orden de Nancy y despertaba con el desorden de Holly.

No se puede amar a dos mujeres tan distintas sin romperse un poco. Pero Capote lo hizo. Amó la pureza que se deja matar y la libertad que se mata sola.

Y quizá, como tantos de nosotros, entendió demasiado tarde que una y otra eran la misma. Que la vida te puede matar por ser buena o por querer ser libre. Y que entre esas dos muertes —la literal y la simbólica— se esconde el precio de vivir como uno quiere.

Punto.

Y aquí estoy yo, leyendo a Truman y sintiendo que me contó la historia antes de que ocurriera. Porque yo también quise que Holly fuera Nancy: que se quedara, que colgara su vestido brillante y se sentara a esperar el desayuno. Pero ella eligió la noche, otro hombre, otra ciudad.

Yo sigo aquí, recogiendo los platos, preguntándome si alguna vez alguien puede amar a una mujer así sin terminar escribiendo sobre su ausencia.

Quizá eso somos los que escribimos: los que convertimos el abandono en literatura.
Los que seguimos hablando con las Holly que quisimos que fueran Nancy, aun sabiendo que la vida —como en Capote— siempre acaba a sangre fría.

Yo soy Jorge Saldaña.

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#4 Tiempos

Antonio Castro Leal, su papel por la autonomía universitaria | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

En los movimientos y propuestas por la autonomía universitaria en el país, son varios los potosinos que figuran como pioneros, algunos no muy mencionados en este proceso. Entre estas figuras encontramos a Valentín Gama y Cruz, Rafael Nieto Compeán, Manuel Nava Martínez y Antonio Castro Leal quien estaría involucrado en los dos más importantes movimientos por la autonomía universitaria, el caso potosino y el de la universidad nacional.

Antonio Castro leal, abogado de formación y literato por vocación nació en San Luis Potosí en la última década del siglo XIX, el 2 de abril de 1896 y como varios potosinos iría a la Ciudad de México a continuar sus estudios a principios del siglo XX, donde fincaría su formación intelectual en la Escuela Nacional Preparatoria adquiriendo una formación humanística que guiaría su vida profesional. Fue uno de los fundadores del proyecto conocido como Ateneo de la Juventud y la fundación de la Preparatoria Libre.

Ingresa a la Escuela Nacional de Jurisprudencia y cofundaría la Sociedad de Conferencias y Conciertos en 1916, a cuyos siete fundadores se les llamaría “los siete sabios”, junto a Vicente Lombardo Toledano, Manuel Gómez Morín, Teófilo Olea y Leyva, Jesús Moreno Baca, Alfonso Caso y Alberto Vázquez del Mercado. “Los siete sabios”, nombre que nació mas en tono de burla que de reconocimiento, se caracterizaban por ser un grupo lleno de inquietudes culturales y políticas, aficionados a la música, la literatura y cultura en general; jóvenes precoces de 19 y 20 años de edad que ya eran profesores universitarios.

El papel pionero de Valentín Gama, por la autonomía universitaria cuando asumió el rectorado de la entonces Universidad Nacional de México, ya lo hemos tratado en esta columna, pero por aquella época revolucionaria Antonio Castro Leal, figuraría entre los primeros mexicanos que impulsarían los proyectos de autonomía universitaria.

Su interés político se manifestaría en 1917, cuando con sus compañeros universitarios que integraban “los siete sabios” extendieron al Congreso de la Unión la primera solicitud de autonomía universitaria, como protesta ante la Constitución de ese año, que suprimía a la Secretaría de Educación Pública creando a cambio un Departamento Universitario que el Senado integró a la Secretaría de Gobernación; determinación que molestó a estudiantes y profesores y como parte de la protesta, Castro Leal y sus amigos de los siete sabios enviaban la solicitud de autonomía universitaria al Congreso de la Unión, de la cual nunca hubo respuesta.

Años después, Antonio Castro Leal, sería rector de la Universidad Nacional de México, siendo el segundo potosino en ocupar ese puesto y durante su rectorado se conseguiría como un gran triunfo histórico la autonomía universitaria transformándose la Universidad Nacional en Universidad Nacional Autónoma de México.

Por ese entonces la autonomía de la universidad potosina, que se considera la primera a nivel nacional en haber obtenido ese carácter con la iniciativa de Rafael Nieto, le había sido retirada y la recuperaría en parcialmente en 1935 siendo gobernador Idelfonso Turrubiartes. La completa autonomía y formación estructural académica de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, la lograría el Dr. Manuel Nava con el apoyo del gobernador Ismael Salas en la década de los cincuenta del siglo XX, como apuntamos en la entrega anterior de esta columna. En este movimiento académico en San Luis, estaría participando de manera indirecta también Antonio Castro Leal como miembro de la Academia Potosina de Ciencias y Artes que impulsó el movimiento renovador de alta cultura que incidió en la moderna formación de la UASLP.

Antonio Castro Leal obtuvo los grados de licenciado y doctor en derecho por la UNAM y doctor en filosofía por la Universidad Georgetown en Washington, Estados Unidos. Durante algún tiempo se dedicó a la docencia como actividad principal dictando cátedra de literatura en la Escuela de Altos Estudios, en la Escuela Nacional Preparatoria y en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, también impartió la cátedra de derecho internacional en la Escuela Nacional de Jurisprudencia.

Su papel en las instituciones educativas y culturales mexicanas fue muy importante teniendo un destacado papel protagónico, entre ellas la dirección del Instituto Nacional de Bellas Artes, entre muchas otras.

Su actividad literaria, otra de sus pasiones, la inicia en 1914 distinguiéndose como escritor, ensayista y crítico de las letras mexicanas. Escribió poesía usando el pseudónimo de “Miguel Potosí”. Castro Leal es uno de los muchos potosinos que escribieron su historia en el mundo de las letras y que figura como un protagonista por la autonomía universitaria en el país.

Antonio Castro Leal murió en la Ciudad de México el 7 de enero de 1981.

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#4 Tiempos

Siempre Autónoma… ¿o hasta la victoria siempre?

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APUNTES

 

Así “sin querer queriendo” me encontré una película que para mí es fabulosa: “13 días”. John Efe, era encantador… Fidel, un hombre que jamás se hincó ante el “imperio” mmmm… ¿De qué lado están ustedes? ¿“Team Fidel, que no se rinde pero tampoco se alinea”, o “Team John”?

La UASLP es como la Cuba de Fidel: No, ¿cómo cree presidente? Nosotros no tenemos nada en su contra, pero pues la hermana República de Rusia nos regaló unos misiles… ¿Qué haría usted?

Presidente… nuestra patria es autónoma, libre, independiente… no se meta, pero queremos el mismo derecho que usted a meternos en lo que nos dé la gana y golpearlo a contentillo… métase cuando a nosotros nos convenga… es nuestro derecho y hasta deber.

Presidente: vamos a lanzar nuestros misiles, pero no queremos hacerles daño… solo que usted nos hace daño y nos comportamos IGUAL que usted.

¿Autonomía? Claro. Que hermosa palabra. Caperucita pudo ser la más puta con el lobo, pero… fue decisión de ella (muy autónoma) señalar a quien ella consideró culpable… y mataron al lobo.

Deme una salida, presidente…

— Ok.

Eres a partir de hoy, autónomo. Pero bloqueado. Aceptas lo que te diga, pero dirás que no aceptaste. Hablo yo. No tú

… y te tienes que agachar, aunque tú tengas los misiles.

—Ganamos.

Hasta la próxima.

Yo soy Jorge Saldaña

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