octubre 11, 2025

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#4 Tiempos

El mágico PRI | Crónica trasnochada de Jorge Saldaña

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Hijos de mi revolución mental, fue el 26 de marzo, pero lo recuerdo como si hubiera sido… el 26 de marzo. Dicen que tarde nunca se llega al PRI, e institucional les comparto esta breve y tricolor crónica que más vale publicada hoy, que abandonada en el tintero.

Tres veces cantó el Gallo y no hubo a quien negar. De la nada, pero de todas partes salieron los priistas. Del “coma inducido” mediático a la matraca al vuelo. Del desánimo generalizado a la porra con batucada, del ayuno triunfalista a la repartición de frijoles charros, refresco en mesa, paquete de tortilla, playera, gorra y bandera.

Volvió a la vida como Lázaro el PRI potosino en un evento que recordó sus mejores épocas.

Le llamaron “comida de la unidad”, pero fue más un festejo de la resurrección de un siempre mágico PRI.

Y cantaba el Gallo por la “unidad del tricolor” con arengas de “la gran familia priista”, con frases al vuelo conmovedoras para encender aún más a la concurrida y rojiza audiencia conformada por más de 2 mil 500 almas que se repartieron de a diez en diez en las mesas apretadas. En ninguna había lugar.

La atmósfera colorada se surtía de saludos, de apretados abrazos, de “quihubos y quihubos” intercambiados.

Los priistas se reconocieron y no pudieron ocultar “el contento” de ser convocados en época no electoral. “Nos tenían abandonados, hasta que nos llamó nuestro líder”, soltó alguien en la mesa en que se repartían playeras con el logo tricolor y la leyenda “Delegación de la Pila”.

El que no traía chaleco rojo, traía guayabera blanca, camisa roja o su gorra regalada “de gorra”.

Al que esto escribe pronto acercaron cachucha para no desentonar, misma que con pesar tuve que regalar a Oscar Bautista, que llegó entre porras sonoras de por lo menos media docena de mesas que se les notaba venían de Rioverde.

–¿Por qué le regalaste tu gorra a Oscar? –Me preguntó alguien. –Pues para que no vayan a pensar que es de otro partido. –Contesté.

Y volvió a cantar el Gallo: “a pesar de lo que dicen los contrarios…el PRI late y late fuerte… Que el valor del PRI está en su gente… gente que aquí está y se hace presente”. Aplausos del auditorio.

Al invitado de honor, Alito, el líder nacional Alejandro Moreno Cárdenas, le sobraron porras y abrazos, saludó niños, chocó manos, se desvivió en su discurso por exaltar a las mujeres, las “valiosas mujeres priistas a las que tanto debemos”, dijo en muchas formas distintas mientras bailaba un vals amplio deslizándose en el salón entre mesas e invitados.

Se hizo dueño del lugar en un discurso en el que insistió en lo vivo del partido, en el valor de las mujeres, en el que exaltó a los jóvenes, reprobó al gobierno y a la reforma energética, y a lo que vino dejar clarito: “En el PRI sabemos gobernar y gobernamos bien, el mejor ejemplo lo tenemos en nuestro amigo, Enrique Galindo Ceballos”.

La reacción no se hizo esperar: matracas a 100 revoluciones, batucada a doble golpe y el coro ensordecedor de “Galindo, Galindo”.

No hubo duda ni señal que se opusiera. En los hechos el partido se estaba entregando en los símbolos y a la más pura liturgia priista, al alcalde capitalino.

En todo se cumplió con el rito tricolor, ese que no requiere convocatoria en estrados ni oficialismos.

El propio presidente del Comité Ejecutivo, Elías Pesina Rodríguez, en el subtexto de un discurso breve y certero dejó ver con claridad el destino del partido con nombre y apellido.

Lo escuchó la diputada Sara Rocha, que saludaba de lejos a todos los asistentes con el corazón en la mano. Puso atención Alejandro Polanco, Hiram Ventura, la diputada Yolanda Cepeda, que compartió mesa de honor con Alito, Martha Orta, Rosa María Huerta que posaron para decenas de fotos, presentes los 6 alcaldes priistas (de los 16 municipios que ganaron en coalición).

En otra mesa de primera fila estuvieron el legislador Edmundo Torrescano, Mauricio Castañón, Jorge García, Fernando Chávez, Margarita Hernández Fiscal, Manuel Alvear Sevilla, que fue reconocido por las mesas de “Ébano presente”, figuras por doquier y en todas las filas.

De bajo perfil la diputada Bernarda Reyes, y de plano sigiloso –dicen- acudió Alejandro Leal Tovías.

Cuando tocó el turno al anfitrión, Enrique Galindo, le pasó como al Gallo de la pasión y no hubo acomedido que le ofreciera agua para una garganta cansada y tuvo que ser su esposa, Estela Arriaga, la que se levantó de la mesa para acercar un poco de refrescante H20.

Galindo también hizo énfasis en el latido, en los signos vitales de un partido ahí reunido, en el futuro y en su futuro “siempre priista” mientras se movía en el escenario de logotipos PRI y una enorme pantalla que hacía eco visual al orador y alcalde.

Relató la construcción del evento a partir de una idea que se fue expandiendo rápidamente, agradeció a los priistas que en la “comida de la unión” estaban ansiosos de ser convocados por su partido.

Se ganó al auditorio y dio su lugar a “Alito” que agradeció de pie las palabras de Galindo. Se ejecutó la ceremonia, el ritual se había cumplido.

Cantó por tercera vez el Gallo para dar paso al jolgorio. Ni Jaime Waldo, ni Arturo Ramos, ni algunos otros antes vistos en otras pistas negaron nada, con gorra colorada fueron institucionales, la magia del PRI a ellos y a todos había trastocado.

Por frijoles charros, tortillas y refresco no paramos. La gorra, la playera para saber en qué camión nos vamos y la bandera de recuerdo.

“Suelta el listón de tu pelo…”, se arrancó el grupo en vivo, que animó a los que se quedaron.

“Evento priista de punta a punta”, dijo uno que se despedía.

Así es el PRI, que a su muy peculiar manera daba respuesta a los que hace poco se fueron o que cambiaron de color. Se perdieron el bailongo.

Un tricolor que insiste en que está vivo y late aunque el edificio esté vacío. Los cambios y formalidades vendrán después, pero al menos ya se sabe de dónde vendrá el llamado.

Y mejor ya vámonos, que me deja mi camión.

#4 Tiempos

Las dos mujeres de Truman. Palabras con cicuta

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Apuntes

Hay autores que escriben un solo amor con distintos nombres. Truman Capote lo hizo con los de Nancy Clutter y Holly Golightly: la muchacha asesinada y la mujer que huye. Dos rostros de la misma herida.

Nancy era todo lo que el mundo aprueba: pureza, promesa, familia. Una adolescente que hacía listas, organizaba fiestas y creía que el bien era una costumbre diaria. Holly, en cambio, era todo lo que el mundo juzga: libre, contradictoria, caprichosa, superviviente. Todo sinónimo de “libre y espontánea”.

Ambas están solas frente a una sociedad que las define, una desde la muerte y otra desde el deseo.

Yo creo que Capote estuvo enamorado de una mujer que fue las dos. Una que lo deslumbró por su bondad y lo desarmó por su caos. En Nancy encontró la integridad que él nunca tuvo; en Holly, la libertad que siempre le fue negada. Una mujer que cocinaba con delantal los domingos, pero que podía desaparecer una semana sin explicar por qué. La amaba por lo que lo salvaba y por lo que lo destruía.

En A sangre fría, Capote mira a Nancy como si aún pudiera rescatarla. La describe con ternura casi maternal, pero también con una envidia melancólica: ella no sabía lo que era la vergüenza ni el exceso. En Desayuno en Tiffany’s, en cambio, elige no salvar a Holly. La deja ir. Le permite el privilegio que Nancy nunca tuvo: seguir viva aunque nadie la entienda.

Quizá esa fue la forma en que Truman se reconcilió con su propia culpa. Escribir a la que murió como víctima y a la que se fue como promesa. Una purificada por la muerte, la otra condenada a vivir

. Entre ambas, Capote puso su propia alma: la de un niño que soñaba con el orden de Nancy y despertaba con el desorden de Holly.

No se puede amar a dos mujeres tan distintas sin romperse un poco. Pero Capote lo hizo. Amó la pureza que se deja matar y la libertad que se mata sola.

Y quizá, como tantos de nosotros, entendió demasiado tarde que una y otra eran la misma. Que la vida te puede matar por ser buena o por querer ser libre. Y que entre esas dos muertes —la literal y la simbólica— se esconde el precio de vivir como uno quiere.

Punto.

Y aquí estoy yo, leyendo a Truman y sintiendo que me contó la historia antes de que ocurriera. Porque yo también quise que Holly fuera Nancy: que se quedara, que colgara su vestido brillante y se sentara a esperar el desayuno. Pero ella eligió la noche, otro hombre, otra ciudad.

Yo sigo aquí, recogiendo los platos, preguntándome si alguna vez alguien puede amar a una mujer así sin terminar escribiendo sobre su ausencia.

Quizá eso somos los que escribimos: los que convertimos el abandono en literatura.
Los que seguimos hablando con las Holly que quisimos que fueran Nancy, aun sabiendo que la vida —como en Capote— siempre acaba a sangre fría.

Yo soy Jorge Saldaña.

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#4 Tiempos

Antonio Castro Leal, su papel por la autonomía universitaria | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

En los movimientos y propuestas por la autonomía universitaria en el país, son varios los potosinos que figuran como pioneros, algunos no muy mencionados en este proceso. Entre estas figuras encontramos a Valentín Gama y Cruz, Rafael Nieto Compeán, Manuel Nava Martínez y Antonio Castro Leal quien estaría involucrado en los dos más importantes movimientos por la autonomía universitaria, el caso potosino y el de la universidad nacional.

Antonio Castro leal, abogado de formación y literato por vocación nació en San Luis Potosí en la última década del siglo XIX, el 2 de abril de 1896 y como varios potosinos iría a la Ciudad de México a continuar sus estudios a principios del siglo XX, donde fincaría su formación intelectual en la Escuela Nacional Preparatoria adquiriendo una formación humanística que guiaría su vida profesional. Fue uno de los fundadores del proyecto conocido como Ateneo de la Juventud y la fundación de la Preparatoria Libre.

Ingresa a la Escuela Nacional de Jurisprudencia y cofundaría la Sociedad de Conferencias y Conciertos en 1916, a cuyos siete fundadores se les llamaría “los siete sabios”, junto a Vicente Lombardo Toledano, Manuel Gómez Morín, Teófilo Olea y Leyva, Jesús Moreno Baca, Alfonso Caso y Alberto Vázquez del Mercado. “Los siete sabios”, nombre que nació mas en tono de burla que de reconocimiento, se caracterizaban por ser un grupo lleno de inquietudes culturales y políticas, aficionados a la música, la literatura y cultura en general; jóvenes precoces de 19 y 20 años de edad que ya eran profesores universitarios.

El papel pionero de Valentín Gama, por la autonomía universitaria cuando asumió el rectorado de la entonces Universidad Nacional de México, ya lo hemos tratado en esta columna, pero por aquella época revolucionaria Antonio Castro Leal, figuraría entre los primeros mexicanos que impulsarían los proyectos de autonomía universitaria.

Su interés político se manifestaría en 1917, cuando con sus compañeros universitarios que integraban “los siete sabios” extendieron al Congreso de la Unión la primera solicitud de autonomía universitaria, como protesta ante la Constitución de ese año, que suprimía a la Secretaría de Educación Pública creando a cambio un Departamento Universitario que el Senado integró a la Secretaría de Gobernación; determinación que molestó a estudiantes y profesores y como parte de la protesta, Castro Leal y sus amigos de los siete sabios enviaban la solicitud de autonomía universitaria al Congreso de la Unión, de la cual nunca hubo respuesta.

Años después, Antonio Castro Leal, sería rector de la Universidad Nacional de México, siendo el segundo potosino en ocupar ese puesto y durante su rectorado se conseguiría como un gran triunfo histórico la autonomía universitaria transformándose la Universidad Nacional en Universidad Nacional Autónoma de México.

Por ese entonces la autonomía de la universidad potosina, que se considera la primera a nivel nacional en haber obtenido ese carácter con la iniciativa de Rafael Nieto, le había sido retirada y la recuperaría en parcialmente en 1935 siendo gobernador Idelfonso Turrubiartes. La completa autonomía y formación estructural académica de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, la lograría el Dr. Manuel Nava con el apoyo del gobernador Ismael Salas en la década de los cincuenta del siglo XX, como apuntamos en la entrega anterior de esta columna. En este movimiento académico en San Luis, estaría participando de manera indirecta también Antonio Castro Leal como miembro de la Academia Potosina de Ciencias y Artes que impulsó el movimiento renovador de alta cultura que incidió en la moderna formación de la UASLP.

Antonio Castro Leal obtuvo los grados de licenciado y doctor en derecho por la UNAM y doctor en filosofía por la Universidad Georgetown en Washington, Estados Unidos. Durante algún tiempo se dedicó a la docencia como actividad principal dictando cátedra de literatura en la Escuela de Altos Estudios, en la Escuela Nacional Preparatoria y en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, también impartió la cátedra de derecho internacional en la Escuela Nacional de Jurisprudencia.

Su papel en las instituciones educativas y culturales mexicanas fue muy importante teniendo un destacado papel protagónico, entre ellas la dirección del Instituto Nacional de Bellas Artes, entre muchas otras.

Su actividad literaria, otra de sus pasiones, la inicia en 1914 distinguiéndose como escritor, ensayista y crítico de las letras mexicanas. Escribió poesía usando el pseudónimo de “Miguel Potosí”. Castro Leal es uno de los muchos potosinos que escribieron su historia en el mundo de las letras y que figura como un protagonista por la autonomía universitaria en el país.

Antonio Castro Leal murió en la Ciudad de México el 7 de enero de 1981.

También lee: Manuel Nava, médico, humanista impulsor de la autonomía universitaria | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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#4 Tiempos

Siempre Autónoma… ¿o hasta la victoria siempre?

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APUNTES

 

Así “sin querer queriendo” me encontré una película que para mí es fabulosa: “13 días”. John Efe, era encantador… Fidel, un hombre que jamás se hincó ante el “imperio” mmmm… ¿De qué lado están ustedes? ¿“Team Fidel, que no se rinde pero tampoco se alinea”, o “Team John”?

La UASLP es como la Cuba de Fidel: No, ¿cómo cree presidente? Nosotros no tenemos nada en su contra, pero pues la hermana República de Rusia nos regaló unos misiles… ¿Qué haría usted?

Presidente… nuestra patria es autónoma, libre, independiente… no se meta, pero queremos el mismo derecho que usted a meternos en lo que nos dé la gana y golpearlo a contentillo… métase cuando a nosotros nos convenga… es nuestro derecho y hasta deber.

Presidente: vamos a lanzar nuestros misiles, pero no queremos hacerles daño… solo que usted nos hace daño y nos comportamos IGUAL que usted.

¿Autonomía? Claro. Que hermosa palabra. Caperucita pudo ser la más puta con el lobo, pero… fue decisión de ella (muy autónoma) señalar a quien ella consideró culpable… y mataron al lobo.

Deme una salida, presidente…

— Ok.

Eres a partir de hoy, autónomo. Pero bloqueado. Aceptas lo que te diga, pero dirás que no aceptaste. Hablo yo. No tú

… y te tienes que agachar, aunque tú tengas los misiles.

—Ganamos.

Hasta la próxima.

Yo soy Jorge Saldaña

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Opinión

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