Deportes
El fútbol breve: la Champions | Columna de Edén Martínez
*De charlas con André Puig
El fútbol, alguien lo dijo con más o menos las mismas palabras (Villoro seguramente), es eso que ocurre cuando en algún lugar del mundo, unos niños se divierten pateando una pelota. Si nos tomamos licencias, las suficientes, podríamos decir que el fútbol también es un fenómeno que ocurre cuando en algún campo de reconocido pedigrí, los 11 menos favorecidos en el transfermarket, logran hacernos creer a todos que son aquellos niños, que solo se están divirtiendo, que no importa un gol más o un gol menos, que pronto los llamará su madre para que se metan a cenar.
Cuartos de final
Atalanta 1. PSG 2. Miércoles 12 de agosto.
Atalanta salió al campo a pasarla bien, metió un gol, y cuando se acordó de que estaba en la Champions League sintió ese miedo que solo se puede sentir cuando haces algo “profesionalmente”, de ahí en adelante comenzó solamente a defenderse. El Paris Saint Germain demostró que los mejores jugadores del mundo, incluso cuando juegan en una liga que no llena sus estadios y donde la gente ve el futbol vestida de traje Armani (eso también lo dijo Villoro, se los juro), pueden intimidar a los niños de la cuadra, convertidos en un pestañeo en deportistas de alto rendimiento.
RB Leipzig 2. Atlético de Madrid 1. Jueves 13 de agosto.
Unos alemanes (en teoría, vamos) furiosos, que corrieron como Filípides por todo el campo y que nos demostraron que al futbolito, con sus posiciones estacionadas, ya nadie lo juega, y que lograron hacer, con un estilo de juego similar (en el amplio espectro, vamos) lo que el Liverpool no pudo. Un Atlético que perdió de una manera que tienen ya muy dominada: 2-1. El Cholo Simeone, quien le juega a los más grandes (esto también es teorético) con mucha garra y tenacidad, quizás tendrá que replantearse su antifilosofía de los espacios y el juego defensivo: ya no alcanza jugar así, bueno, no sé si en algún momento haya alcanzado.
Barcelona 2. Bayern Munich 8. Viernes 14 de agosto.
Los que llegaron aquí pensarán lo mismo que yo, ¿qué más se puede decir? Algunas cosas: Incluso los equipos “grandes” nos pueden hacer sentir aquella esencia del futbol que tanto buscan los románticos, el Bayern de la semana pasada jugó de maravilla, sin metáforas: fue una maravilla verlo; Hay un lateral canadiense, izquierdo, posiblemente mejor que Robertson, se llama Alphonso Davies; Hay un equipo que juega sin pases rasos y que los recibe todos bien aunque vengan de la luna; El futbol de “toma la pelota y pásala”, de pases por abajo y sin centros, tan mágico en su tiempo, representado por aquel Barcelona de Guardiola y por aquella selección española que ganó el Mundial, está muerto, adeu; El Barcelona hizo lo que pudo, o sea muy poco, de Messi no voy a decir nada, ¿quién más juega en el Barsa?
Manchester City 1. Lyon 3. Sábado 15 de agosto.
Un City que para algunos representaba la posibilidad (léase como deletreándolo) de la supervivencia del futbol que mencioné en el párrafo anterior. Guardiola, cuando dejó el Barcelona y se fue al Bayern comprendió que el deporte evolucionaría, y que ya no se podría fiar tanto de aquel estilo catalán de juego con el que creció. Lo mismo pasó cuando llegó al Manchester City: la Premier League no se gana solo dominando el medio campo. Entonces, comenzó a construir un equipo que estuviera formado por lo mejor de ambos mundos, por decirlo de una manera coloquial: que fuera desequilibrante con los pases como el Barcelona, y que también fuera veloz y agresivo por arriba como, yo que sé, el Liverpool o el otro Manchester. Yo creía que estaba funcionando, pero el Lyon pensaba diferente.
Semifinales
Leipzig 0. PSG 3. Martes 18 de agosto.
Confirmo algunas veces que la realidad está atada al dinero y al prestigio cada que se cumplen las expectativas deportivas de las casas de apuestas: ganan los que tienen “las de ganar” y pierden los equipos “sorpresa”, por más que jueguen bien. Los once de Julian Nagelsmann perdieron así, fieles a su estilo futbolístico, y el partido nunca fue aburrido gracias a ellos. Me llamó especialmente la atención Marcel Sabitzer, que corrió por toda la cancha recuperando balones y creando oportunidades que no se pudieron a aprovechar. Tiene un aire de héroe trágico, como el que tuvo Steven Gerrard. De lo buena, brillante y efectiva que es la delantera del París, más vale mejor salir a gritar ¡Vive la France!
Lyon 0. Bayern Munich 3. Miércoles 19 de agosto.
La máquina de ganar
Los “underdogs” perdieron esta vez, cosa triste pues para mí gran parte de lo importante del deporte radica en ver cómo el débil le gana al fuerte (cosa que por definición, pasa poco o no pasa). Los primeros 15 minutos el Lyon se veía fuerte, despierto, incluso pensé en la posibilidad presenciar un Austerlitz…pero los marselleses de Rudi Garcia fallaron tres estocadas claras. Del Bayern Munich podemos decir que: jugando mal ganaron 3 a 0. Hans-Dieter Flick comanda la “máquina de ganar”, y tiene montada toda una estructura futbolística de la efectividad y de la fascinación.
Pero, quizás Napoleón ya se aburrió de la isla de Elba.
#4 Tiempos
El eterno | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
Guillermo Ochoa es un portero que se convirtió en bandera. Desde que debutó con el América en 2004, sus guantes parecían hechos para noches grandes: títulos de liga, protagonismo inmediato y el aura del “nuevo guardián” del arco mexicano. Tardó en dar el salto a Europa, y aún así, demostró sus ganas de crecer a pesar de los sacrificios, con una carrera que, aunque irregular en lo colectivo, lo mantuvo vigente en la élite del futbol internacional durante más de una década.
En Francia defendió al Ajaccio, donde se convirtió en ídolo de un club pequeño que sobrevivía gracias a sus atajadas imposibles. Después vinieron pasos por Málaga y Granada en España, donde la lucha contra el descenso lo expuso constantemente, pero también lo catapultó con actuaciones memorables frente a equipos como el Barcelona o el Real Madrid. Más tarde, Bélgica, con el Standard de Lieja, donde recuperó la estabilidad, disputó competencias europeas y volvió a tener el brillo de arquero confiable.
De ahí regresó a México, otra vez al América, como referente y capitán. Sin embargo, su ambición lo llevó a un último desafío en Italia con la Salernitana, donde las críticas fueron severas y el equipo terminó hundido en la tabla. Ese episodio marcó un antes y un después: Ochoa ya no era visto como el mismo arquero que tapaba lo imposible en los mundiales, sino como un veterano que comenzaba a pagar factura ante la exigencia de un futbol mayor.
Con la Selección Mexicana, su legado es indiscutible
. Fue cinco veces mundialista y protagonista en Brasil 2014 y Rusia 2018, con actuaciones que dieron la vuelta al mundo. Se le aplaudió como salvador, pero también se le cuestionó su influencia en el vestidor y el hecho de que, durante años, cerrara el camino a nuevas generaciones de arqueros.Hoy el futuro de Ochoa es una incógnita. Con 39 años cumplidos, se habla de un posible regreso a la Liga MX, donde tendría el respaldo de la afición y un lugar asegurado en el escaparate. También existe la posibilidad de un destino exótico, en ligas de menor exigencia pero con cheques generosos. El problema es que cada paso que dé será juzgado no como una nueva aventura, sino como el epílogo de una carrera que marcó época.
El verdadero reto de Guillermo Ochoa ya no está bajo los tres palos, sino frente al espejo. Su historia se escribió entre América, Ajaccio, Málaga, Granada, Standard de Lieja y Salernitana; su leyenda se forjó con la Selección. Pero ahora, cuando el tiempo le recuerda que no hay reflejo eterno, deberá decidir si se despide como un gigante que supo irse en lo alto o como un ídolo que se aferró demasiado al recuerdo de sus mejores atajadas.
#4 Tiempos
Hoy, frente al campeón | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
Cuando Toluca llegue al Alfonso Lastras esta noche, no lo hará como un visitante cualquiera. Llega con la etiqueta de campeón, con una racha que asusta y con la confianza de un equipo que se sabe sólido. Para San Luis, en cambio, la cita es una cuerda floja: si tropiezan, el vacío no será sólo en la tabla, también en la credibilidad.
Los Diablos Rojos han mostrado lo que pocos en este torneo: regularidad. Saben atacar, saben cerrar partidos y rara vez pierden la calma. Es un conjunto que luce afinado, con un mediocampo que controla ritmos y delanteros que no perdonan. La pregunta no es si Toluca llega bien, sino si San Luis tiene con qué incomodarlos.
El conjunto potosino, por su parte, ha vivido a base de altibajos. Capaz de ganar con autoridad un fin de semana y de derrumbarse al siguiente con errores de principiante. Su defensa es frágil cuando la presión se acumula y su ataque depende demasiado de destellos aislados. Juegan en casa, sí, pero el Lastras ha dejado de ser un verdadero bastión, demasiadas veces los rivales han salido de aquí con los brazos en alto.
El historial entre ambos no ayuda al ánimo local. Toluca suele imponerse con naturalidad y pocas veces ha permitido que San Luis lo sorprenda. No es casualidad, cuando uno tiene orden y el otro improvisa, el resultado suele estar cantado.
Sin embargo, el fútbol tiene esa manía de burlarse de la lógica. A San Luis le basta un arranque intenso, un gol inesperado o una noche inspirada de su arquero para cambiar el guion. Lo sabe la afición, que se aferra a la esperanza de que, ante el rival más fuerte, el equipo saque la versión que pocas veces aparece.
Hoy no se juega sólo un partido. Para Toluca es la oportunidad de confirmar que su liderazgo no es un accidente. Para San Luis, es el chance de mandar un mensaje claro de que no están condenados a ser comparsa, que pueden competir con cualquiera si deciden hacerlo en serio.
Si San Luis sale tímido, Toluca lo devorará sin esfuerzo. Pero si el local entiende que este es el momento para dar un golpe sobre la mesa, entonces el líder tendrá, por fin, un rival que lo haga sudar. El balón dirá si el Lastras es tumba o resurrección.
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#4 Tiempos
Clásico de la 57: pasión al filo del cuchillo | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
Hoy se juega en Querétaro el Clásico de la 57, un duelo que siempre viene cargado de tensión, orgullo y, por desgracia, un trasfondo que no se puede ignorar: la sombra de la violencia. Este enfrentamiento no es un simple partido de fútbol, es un espejo incómodo de lo que todavía está pendiente en nuestro balompié.
El recuerdo de la batalla campal entre Querétaro y Atlas sigue vivo. Esa tarde oscura, con imágenes que dieron la vuelta al mundo, dejó claro que la pasión puede convertirse en caos en cuestión de segundos. Y no fue un hecho aislado: en otras ocasiones también hemos visto enfrentamientos en las gradas del Alfonso Lastras, peleas que interrumpieron partidos, además de aquel episodio en Torreón en el que el sonido de las detonaciones generó un pánico colectivo que terminó por vaciar un estadio entero. Lo que debería ser fiesta, demasiadas veces se ha convertido en pesadilla.
El problema no es exclusivo de México. Apenas esta misma semana, en Argentina, un partido internacional quedó marcado por escenas dantescas: aficionados golpeados, perseguidos y obligados a escapar del propio lugar que debería haber sido su refugio. El encuentro tuvo que ser suspendido y la violencia dejó un saldo de heridos, detenidos y un continente entero preguntándose cómo es posible que sigamos repitiendo las mismas historias de siempre.
Con ese telón de fondo se juega hoy este Clásico de la 57. En la cancha, Gallos Blancos y Atlético de San Luis se disputan algo más que tres puntos: se juegan la credibilidad de una rivalidad que merece ser recordada por goles y no por golpes . La exigencia es doble: para los equipos, que deben entregar un partido digno; y para las tribunas, que están obligadas a demostrar que se puede alentar sin cruzar la línea del salvajismo.
Porque la verdad es dura: si después de lo vivido en Querétaro hace unos años todavía no entendemos, si después de tantas escenas vergonzosas en México seguimos tolerando barras que se comportan como pandillas, entonces lo que pasó en Argentina podría repetirse aquí en cualquier momento.
El Clásico de la 57 debe ser una advertencia. Que la intensidad se quede en la cancha, que la rivalidad se mida en goles, que la pasión no vuelva a confundirse con barbarie. Si hoy la historia vuelve a torcerse hacia el lado equivocado, no habrá espacio para el asombro: sería simplemente la consecuencia de haber aprendido nada.
Este clásico es una puerta: o se abre para dejar pasar el fútbol en su forma más pura, o se entreabre para que se cuele de nuevo la violencia. Y lo que ocurra esta noche dirá mucho más de nosotros como país que de los once contra once que se atrevan a pisar la cancha.
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