#4 Tiempos
El acueducto del Falsito: Nos embaucaron | Apuntes de Jorge Saldaña
APUNTES
Nos bailaron sabroso, nos tomaron el pelo, nos timaron, nos dieron gato por liebre y nos aplicaron el “cámara ya se la sabe”. Elija usted, Culto Público la frase que más le guste para explicar que en la construcción multimillonaria del acueducto de “El Realito” a los potosinos nos vieron la cara de tontos.
El viernes pasado la Conagua dejó al desnudo el pillaje del que fuimos víctimas a través de un comunicado contundente relevante y revelador.
Pocos le dieron la importancia que merece pero en pocas palabras Conagua deja ver en su despacho informativo enviado a medios, pero también a las autoridades estatales y municipales, que el acueducto por el que se pagan mensualmente por parte de la CEA y del Interapas millones y millones de pesos (la cifra varía de acuerdo a distintos indicadores) jamás tuvo la capacidad prometida de traslado de agua.
“Como resultado de inspecciones realizadas por la Conagua en 2023, en varios tramos de la tubería, se concluyó que, la resistencia de la tubería es inferior a la requerida, tanto para el gasto de diseño de 1,000 litros por segundo como para el gasto con que se opera actualmente de 400 litros por segundo”.
¿Ya se ofendió igual que yo Culto Público?
Para empezar es una vergüenza que 15 años después de que se firmó el ventajoso contrato con la empresa extranjera, apenas tenga que venir Conagua para hacernos ver que nos engañaron.
15 años pagando la CEA, mismos años pagando el Interapas prácticamente todo el dinero de nuestros recibos que se recauda en cajas, ¿Y todo para qué y todo para qué? Como dice la canción.
Pues para que unos cuantos se beneficiaran ya sea económicamente y los gobernantes en turno se levantaran el cuello con una obra que resultó un fiasco.
Una charada histórica que equivale a algo como presumir haber comprado una camioneta de de lujo para 10 pasajeros y 15 años después darse cuenta que nos dieron una bicicleta que no puede cargar con tres.
¿En qué carajos estaba pensando Marcelo de los Santos aquel 3 de julio del 2009 (dos días antes de que resultara ganador de las elecciones Fernando Toranzo) cuando firmó ese contrato con tantas desventajas para los potosinos, pero además estando de salida en un irresponsable “ahí te dejo para que paguen los de atrás”?
¿Por qué Fernando Toranzo en su momento no dio cuenta de las fallas ocultas y visibles del acueducto y no actuó en consecuencia?
Con el comunicado del viernes pasado, que por cierto para muchos pasó así como suavecito y desapercibido, se exhibe que durante el sexenio de Toranzo Fernández, poco o nada se atendió el tema y su gobierno se limitó a invitar al entonces presidente Peña Nieto a inaugurar la presa (un día después del dedazo que hizo a Juan Manuel Carreras gobernador) y a pagar a Aquos sin chistar.
Nunca el Realito entregó a los potosinos la cantidad de agua completa, pero aún así el pazguato de Toranzo Fernández les siguió pagando. Ni él ni su sucesor, Carreras, hicieron algo al respecto. La presa la Maroma proyecto que abarcó los sexenios de los ya mencionados resultó también un fracaso, por el desvío de recursos y abandono de la obra.
Pero regresemos al tema: Aquos, Aqualia o cualquier filial o subsidiaria de ellos, se han salido con la suya y es indignante que el acueducto nunca haya tenido la capacidad de traer la cantidad de agua prometida.
Lo que dice entre líneas la Comisión Nacional es que dolosamente nos transaron y por lo tanto recomienda al Gobierno del Estado Potosino literalmente “tomar acciones legales correspondientes para que la empresa lleve a cabo de manera inmediata la reparación integral del acueducto, a fin de garantizar un abasto regular a la capital potosina”
El asunto me recuerda al Monorriel de Springfield en un capitulo de Los Simpson en el que timan al pueblo con una obra multimillonaria mal hecha e inútil.
Ahora nos explicamos por qué las fallas constantes: Nos dieron atole rancio con el dedo más cochino.
Por si fuera poco, Conagua también da a conocer que las fallas se detectaron en un tramo de poco más de 13 kilómetros, los mismos en los que siempre hubo fracturas y fuga s que cada vez con más frecuencia que dejaban (y dejan hasta la fecha) sin agua a las colonias potosinas que recibían el ache dos ó “realitence”, mismas que paradójicamente, aunque tengan agua las presas y hasta en exceso, todavía deben ser abastecidas por pipas.
De acuerdo a lo que informa la dependencia federal, desde antes de que empezara a azotarnos la crisis del agua a los potosinos, la empresa estaba al tanto de la urgencia de reparar y sustituir la tubería en esos 13 kilómetros, sin embargo no hicieron nada, y así como pateando un bote en más de un año han avanzado apenas dos ridículos kilómetros.
A la empresa no le importó la crisis de la que muy apenas estamos saliendo a flote los potosinos y en el colmo de la desfatachez, respondió a Conagua que “está elaborando una propuesta integral (cualquier cosa que signifique) para que sea revisada por la CEA”.
¡No pues que alivio! Digo, ahí se la pueden llevar tranquilos y nadando de panza para arriba de estudio en estudio y de revisión en revisión. Total, el estado y el municipio capitalino les tendrán que seguir pagando de nuestro dinero a estos embaucadores por diez años más en tanto no haya autoridad que ponga un alto.
La “recomendación” de Conagua parece corta y pasiva. Debería ser una exigencia y convertirse en un acto de autoridad inmediato que ponga fin al contrato y se busque una indemnización tanto al estado como al municipio.
Para acabar pronto: La presa el Realito, que perdía 500 litros por segundo (más de lo que nunca pudo llegar a SLP) a la fecha pierde 100 litros por segundo porque no se han terminado las reparaciones.
La presa está al 100 por ciento y un poco más de su capacidad, lo que resulta irrelevante, pues el acueducto no se encuentra en condiciones para entregarla a las pilas y plantas potabilizadoras para que la capital la distribuya.
Faltan 11.5 kilómetros de reparaciones y por lo tanto, aunque se mande el agua, esta podría causar aun más daños en la tubería porque faltan válvulas de expulsión y admisión de aire.
El acueducto, desde hace 15 años nunca tuvo, ni tendrá la capacidad de entregar los mil litros por segundo estipulados en el contrato, tampoco los 400 con los que podía la red local potabilizar y distribuir el líquido, lo que habla de un acto doloso en contra de todos los potosinos.
A la empresa poco le importó la crisis hídrica de los potosinos y el contrato sigue y seguirá vigente hasta el 2034 lo que significa, pagar sin recibir nada a cambio.
¿Hasta cuándo y quién pondrá el cascabel al gato?
Rescindir el contrato ahorraría millones de pesos de dinero público, tomar acciones legales y exigir una indemnización debe ser un asunto prioritario en la agenda pública.
Ese tramposo, mal hecho, poroso, caro e inútil intento de acueducto parece más una manguera asoleada que nos vendieron a precio de oro.
Conformarse con recibir aunque sea poco, aunque sea con fallas y de manera intermitente, parece una salida de plano cobarde.
Si los recursos dejan de fluir hacia la empresa que nos engañó, bien podrían usarse en continuar con el plan emergente, construir vasos de captación, consolidar los proyectos del Palmarito, las Escobas y la Maroma, perforar otros seis pozos más y por fin mandar al diablo a quienes nos engatusaron.
El acueducto del Realito, resultó el acueducto del Falsito.
Hasta la próxima
Atentamente,
Jorge Saldaña
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#4 Tiempos
El secuestro de 7 vidas al barranco | Crónica de Jorge Saldaña
CRÓNICA
Por: Jorge Saldaña
Todos perdieron. En San Luis, a veces la justicia no llega por la puerta grande de los tribunales, sino por la rendija torcida del rencor. Cuatro adolescentes, todavía con el olor a niñez pegado en la piel, decidieron convertirse en verdugos de otro recién salido de la adolescencia. Lo subieron a un Mazda gris como si se tratara de un ritual iniciático: una venganza disfrazada de justicia.
El nombre del capturado era Fidel. Lo golpeaban dentro del auto, le gritaban lo que creían que era verdad: que había embarazado a una amiga, que la golpeaba, que la humillaba y que dejó junto a su hijo a la deriva. Ellos, convencidos de ser vengadores, eran apenas muchachos con un arma de balines que parecía real. Creían portar justicia, pero cargaban sólo una farsa de poder.
En la huida desesperada, Fidel se arrojó del vehículo. No era valentía ni cobardía: era instinto de supervivencia. Saltó, y el destino lo arrojó todavía más abajo, al barranco. El golpe contra las rocas fue la sentencia que ninguno de los adolescentes imaginó, pero todos firmaron con ese acto.
El saldo es un inventario de pérdidas: Fidel perdió la vida en la caída. Los cuatro jóvenes perdieron la libertad, y con ella, cualquier atisbo de futuro. La muchacha, centro invisible de la tragedia, perdió al padre de su hijo y a los amigos que quiso como vengadores. Se quedó sola, con un bebé en brazos y la sombra de un muerto sobre la cuna.
El niño crecerá huérfano de padre, y su madre, huérfana de red. No hay vencedores: sólo cenizas.
La historia parece sacada de una novela de Arriaga: adolescentes que creen en la épica de la violencia, que juegan a dioses con armas falsas, que hacen justicia con las uñas sucias del odio
. El final es tan brutal como inevitable: cuando la violencia se hereda, los hijos juegan con ella.El barrio El Aguaje se quedó con una postal difícil de olvidar: sirenas iluminando la noche, un cuerpo roto en el fondo del barranco, y cuatro chamacos esposados, con la mirada aturdida de quien no alcanza a comprender que la adolescencia terminó en un segundo.
Nadie hablará de ellos en la sobremesa. Nadie los pondrá en canciones. Pero ahí está la historia, un espejo áspero que refleja a al del país entero: un lugar donde la justicia se busca a golpes, donde la violencia se hereda como apellido, y donde hasta los niños cargan con la fatalidad de ser verdugos o víctimas.
En esta tragedia, no hubo malos ni buenos: sólo cinco adolescentes devorados por un mismo monstruo, el de la violencia que crece como plaga en los rincones donde el Estado no llega, pero sí llega Netflix y todas las plataformas con series donde se exalta la violencia como único camino, y la justicia por propia mano como un acto de valentía en una selva que no tiene otra ley que el ojo por ojo y diente por diente.
La pregunta queda flotando como un eco incómodo: ¿A quién le importa?
Simplemente es una corriente y cruda historia más, en la que nadie gana.
Un reflejo del barranco en el que todos estamos al borde.
También lee: Crónica de una extraña calma: El informe de Galindo | Crónica de Jorge Saldaña
#4 Tiempos
El sueño que parecía imposible | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
Durante décadas, el fútbol mexicano ha vivido con una deuda pendiente, la de encontrar a ese jugador distinto, capaz de cambiar un partido con una sola jugada, de desatar emociones colectivas y de encender la esperanza de millones. Y de pronto, en medio de la rutina de un campeonato que pocas veces sorprende, aparece un adolescente llamado Gilberto Mora para recordarnos que el sueño sí puede ser real.
Con apenas dieciséis años ya hizo historia. Debutó en la Primera División con Xolos y no fue un relleno, no fue una anécdota, se convirtió en protagonista, dio una asistencia, marcó un gol y rompió el récord de precocidad. Desde entonces, cada vez que pisa la cancha transmite esa sensación de que algo diferente va a ocurrir. Es el tipo de jugador por el que uno prende la televisión o se sienta en la tribuna con la ilusión de ver magia.
Lo extraordinario de Mora no es solo su juventud ni sus estadísticas. Es la manera en que juega con naturalidad, como si la presión no existiera, como si la cancha le perteneciera. Ve espacios que los demás ignoran, inventa caminos en lugares cerrados, toma decisiones que parecen dictadas por un instinto superior. Y lo más impresionante es que ya lo hace con la Selección Mexicana, donde su talento no se disfraza entre adultos, sino que se multiplica. En la Copa Oro lo vimos asistir, competir, atreverse, y ganar un título con una madurez que contrasta con su edad.
El horizonte para Mora es tan prometedor como inédito. Si el proceso se maneja bien, no solo podría disputar el Mundial Sub-17 —ese que corresponde a su categoría natural y donde sería la estr ella indiscutida—, sino que incluso está en condiciones de aspirar al Mundial Mayor , en un salto que pocos futbolistas en el planeta pueden presumir. Imaginarlo jugando ambos torneos, en paralelo, sería confirmar que estamos frente a un fenómeno.
México ha tenido buenos futbolistas, jugadores de época, líderes de vestidor o símbolos nacionales. Pero pocas veces hemos sentido tan cerca la posibilidad de tener a alguien con el aura de un Messi o un Maradona: un joven que no solo juega, sino que transmite la sensación de que su historia puede transformar la del fútbol mexicano. Por eso cada partido suyo parece más grande que el marcador. Porque lo que está en juego es la ilusión de un país entero que lleva generaciones esperando a “ese” futbolista que cambie todo.
Claro, el riesgo existe. La presión mediática, los clubes europeos que pronto tocarán la puerta, la exigencia desmedida de una afición que no suele tener paciencia. Pero si Mora encuentra el entorno adecuado, si logra madurar sin perder la magia, entonces podemos estar al inicio de la historia que tanto tiempo se nos negó.
Gilberto Mora es hoy más que un jugador: es la encarnación de un sueño que parecía imposible. Si mantiene el rumbo, no estaremos hablando solo del más joven en debutar, anotar o asistir. Estaremos hablando del crack que México llevaba décadas esperando, capaz de unir en un mismo calendario el Mundial Sub y el Mundial Mayor, para después escribir la página que nos acerque, por fin, a la eternidad futbolística.
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#4 Tiempos
Crónica de una extraña calma: El informe de Galindo | Crónica de Jorge Saldaña
CRONICA
Por: Jorge Saldaña
Cruzar el arco de pantallas iluminadas con los motivos del cuarto informe de Enrique Galindo al frente del gobierno capitalino fue como atravesar un portal a otra dimensión: una en la que el tiempo brincó por trienios, una en la que los opositores disolvieron sus diferencias en abrazos, una en la que los colores se difuminaron, en la que los mensajes de ataque se convirtieron en de aliento, una en la que no tuvieron invitación los abucheos, pero tampoco los triunfalismos.
Era como estar en la engañosa calma del interior del ojo de un huracán.
El sol casi alcanzaba su cúspide borrando la sombra del reloj atómico del Centro Cultural Bicentenario, cuando el poder ejecutivo entró del brazo del legislativo.
Ricardo Gallardo y Sara Rocha cruzaron el portal. El poder judicial, recientemente investido en la magistrada presidenta, Lourdes Zarazúa, ya esperaba para entonces en primera fila.
A su llegada, el gobernador Gallardo desembarcó en terrenos universitarios, y fue recibido por el alcalde de la capital, anfitrión del evento. Cortesías de ida y vuelta.
En el contexto de las condiciones de confrontación de hace apenas unas semanas, la escena hubiera sido impensable, pero dentro del recinto, fue como ver a Menelao entrar en Troya, y recibir la copa en vez de espada. La diplomacia de un brindis envenenado. No había Helena de reflectores que pelear. La mar en calma.
Los asistentes en el auditorio formaron una postal política: sociedad representada por vecinos de muchas de las colonias de la capital, los tres poderes del Estado, y los tres niveles de gobierno.
Desde el Senado, Ricardo Anaya y Verónica Rodríguez. Desde el PRI de antes, Enrique de la Madrid.
Desde la federación, el representante personal del Secretario de Marcelo Ebrard (que no es Salomón Rosas). Desde el legislativo federal, en primera línea Juan Carlos Valladares y como en la séptima fila, Gabino Morales.
Desde el pasado, Marcelo de los Santos, Alejandro Zapata, Octavio Pedroza, y Victoria Labastida.
Toda la “Herencia Maldita” en primera fila y sentada a sillones de distancia del difusor de la frase que los señala y envuelve, y sin embargo, en esa dimensión alterna y fugaz, entre todos hubo por lo menos gestos cordiales, apretones de mano, y por lo más, abrazos entre unos y otros.
También estaba toda la clase empresarial representada, los dueños, las cámaras, los colegios y los medios. Para todos hubo una referencia. Una postal completa no solo de una ciudad, sino de un sistema político, histórico y social compartiendo pasados y presentes.
Entre los invitados especiales se contó con la presencia de la alcaldesa de Guadalajara, Verónica Delgadillo García, y el presidente municipal de Matehuala, Raúl Ortega Rodríguez.
El panal desatado de reporteros y camarógrafos, captaban a flashazos los abrazos entre Ricardo Anaya y Ricardo Gallardo, la compañía conciliatoria de Carolina Viggiano, secretaria nacional del PRI, junto a la presidenta estatal del partido, Sara Rocha, autora de la expulsión del anfitrión del evento, y el ademán respetuoso de Marcelo de los Santos al jefe del ejecutivo que fue de ida y de regreso.
En cada apretón de manos, el verde, el rojo y el azul se disolvieron como acuarelas bajo la lluvia: un instante de blanco que no era paz, sino pausa.
Pero se acabó la Acuarela Potosina y el Huapango de Moncayo interpretado por la Orquesta Infantil del municipio y el avispero mediático satisfecho de entrevistas fue replegado a los pasillos laterales.
Se cargó el informe y Galindo subió al escenario. Era Galindo y la pantalla. No hubo atril, no hubo discurso leído, en su lugar hubo una fórmula sincronizada de introducción, video, testimonio, y remate por cada tema.
El informe fue una charla sincronizada y ejecutada en un tono de desenfado y buen talante. Fue un informe contado como sobremesa, más diálogo que dogma, más cercanía que púlpito.
Sí, también se habló de datos, de una ciudad inclusiva, de las rutas de la salud, del nuevo Centro Municipal de Salud Mental, y de las miles de mujeres, niñas y adolescentes que recibieron servicios integrales para fomentar una sociedad más igualitaria y libre de violencia.
Se destacaron los programas Vialidades Potosinas, Capital al 100, los más de 1 millón y medio de metros cuadrados construidos en cuatro años, y los 300 mil metros de calles intervenidas en los últimos 12 meses.
No se olvidaron de mencionar los programas de bacheo, así como el recuerdo de la crisis hídrica tanto como el reto de enfrentar una temporada de lluvias atípicas.
En materia de seguridad se hizo énfasis en la estrategia basada en la formación y funcionamiento de más de 700 comités ciudadanos enlazados directamente con la autoridad, la disminución del 9.2 por ciento en la percepción de inseguridad en el último año y el reforzamiento en equipo y tecnología en ese rubro.
Mención aparte mereció el anuncio de la “capital mundialista”, estrategia para aprovechar el turismo durante el próximo mundial de futbol y el disfrute gratuito de 5 partidos y la final con la compra de los derechos para la transmisión pública de los mismos.
Se enumeraron premios, reconocimientos y nombramientos de nivel nacional e internacional en temas deportivos, culturales y turísticos; se insistió en reactivar el proyecto vial en el Saucito, y se adelantó la construcción de un Centro de Inteligencia Urbana, que concentrará la atención y los datos de la gran mayoría de los servicios municipales.
Galindo supo contar su historia y las manecillas no lo apresuraron. En hora y 25, había terminado de compartir saludo, recorrido, charla, datos y futuro.
Hizo tiempo Galindo incluso para recordar y aplaudir a los que ya se han ido: Jacobo Payán Latuff, Horacio Sánchez Unzueta y Daniel de la Llera y don Teófilo Torres Corzo.
También agradeció a su familia y a su esposa que vestía, por cierto, un traje azul marino, camisa blanca y corbata a rayas idénticas a las que lucía su esposo el alcalde. Estela y Enrique eran uno mismo…y eso, también comunica.
Al final, el jefe de la comuna por cuarto año consecutivo, le dio su lugar al mandatario estatal a quien le pidió dar un mensaje.
Ricardo Gallardo fue breve, contundente y generoso: centró su mensaje en su compromiso por resolver, de la mano de los tres niveles de gobierno, el tema del agua potable para la Zona Metropolitana y garantizarlo para los próximos 50 años.
Al alcalde, a su esposa y presidenta del DIF municipal, Estela Arriaga Márquez, así como a toda la sociedad les obsequió un “van bien y vamos a ir mejor”.
El lugar, el tono y el momento del mensaje gubernamental se interpretaron como un replanteamiento político de cordialidad, unidad y trabajo de aquí a que inicie la tormenta del 2027.
Foto del recuerdo. Foto con las manos alzadas y adiós.
La postal social se disolvió en minutos. El portal vio el paso de regreso. Afuera, el reloj volvió a marcar las horas.
Y aunque fue un lunes de rara calma, en San Luis todos sabemos que la calma es lujo de unos instantes, un disfraz breve que se usa hasta que la tormenta sea tormenta… y deje de ser metáfora.
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