Estado
Diputada potosina niega haber plagiado una iniciativa ciudadana
La diputada invitó al Licenciado De la Garza Marroquín que se dé la oportunidad de revisar la iniciativa a fondo.
Por: Redacción
La diputada Consuelo Carmona Salas rechazó que la iniciativa que presentó para modificar el artículo 137 del Código Penal del Estado de San Luis Potosí para tipificar como delito los ataques con ácido o sustancias corrosivas, en el capítulo de lesiones, sea copia de la que presentó el licenciado José Mario de la Garza recientemente.
La legisladora recordó que este fin de semana, el Licenciado de la Garza Marroquín hizo uso de sus redes sociales para referirse a la iniciativa que presentó en mayo pasado para adicionar los artículos 142 BIS, 142 TER y un Capítulo III Bis “Lesiones cometidas contra la mujer en razón de su género” al Título Primero de los Delitos contra la Vida y la integridad corporal del Código Penal d el Estado, y que considera de mayor impacto dictaminarla.
Al respecto, indicó que su iniciativa busca adicionar en el capítulo de sanciones el incrementar las penas hasta un máximo de 20 años, cuando la conducta se realice mediante el uso de ácidos o sustancias corrosivas.
La diputada explicó que esta propuesta para sancionar estos actos no está únicamente dirigida a las lesiones que son cometidas con este material en contra las mujeres, cuyo objetivo no es acabar con la vida de la víctima, sino dejar marcas visibles; y, que aunque en México no se cuenta con cifras oficiales sobre este delito, es un crimen en expansión y que ha pasado desapercibido frente a otras expresiones de violencia extrema que se sufre en el país.
Cabe aclarar que dicha iniciativa fue turnada a las Comisiones de Justicia; y Derechos Humanos, Igualdad y Género para su análisis.
Hasta 14 años de cárcel vs quien ataque con ácido a mujeres en SLP
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La IA, periodismo, y la coartada perfecta. Apuntes de Jorge Saldaña.
““Vivimos bajo tormentas de datos que no construyen verdad sino ruido”. La información, desanclada de la confianza, se vuelve atmósfera. Y en atmósfera turbia, cualquiera puede gritar “fuego” y llamar a los bomberos, o “deepfake” y zafarse de la comisión de un delito”
Por: Jorge Saldaña
Hay épocas en las que la tecnología acelera más rápido que la ley en una carrera en pista sinuosa, de esas con curvas tan cerradas que hasta el volante tiembla.
Estamos ahí. La inteligencia artificial (IA) ya es capaz de imitar una voz al grado de confundir a tu mamá, de injertar un rostro en un cuerpo ajeno con precisión perfecta, de producir un “comunicado oficial” con sellos y sintaxis idénticos a los originales. Que peligroso.
No obstante, lo que de veras me quita el sueño (y eso que soy dormilón) no es solo lo que la IA puede fabricar, sino lo que su misma sombra puede desmentir, es decir, que lo verdadero sea tirado a la basura señalándolo a la ligera como “irreal”.
Dicho en pocas palabras: sí temo a la mentira hecha con IA, pero temo más que la IA se vuelva la coartada perfecta para negar la verdad. ¿Me explico?
Pienso en un audio que exhibe una extorsión, en una foto que capta a un político con un criminal, en un contrato auténtico que documenta un desvío.
Con la reforma aprobada en San Luis Potosí (con tan solo 10 días de análisis) que tipifica el “uso indebido” de IA para provocar alarma, alterar la paz social, o dañar la imagen de un tercero, creo que nos pone a todos, pero aún más a los que nos dedicamos al periodismo, en un altísimo riesgo de que la primera reacción del involucrado no sea la responder al fondo, sino señalar al mensajero: “Eso lo creó la IA”, y entonces deberá ser el reportero, y no el delincuente exhibido, el que deberá de demostrar que su evidencia no es sintética o artificial, o se va al bote.
Invertimos la carga de la prueba: del hecho al emisor; del culpable al periodista.
No exagero: Artículo 19 ya advirtió lagunas de precisión en conceptos como “alarma pública” o “paz social” (que son ambiguos y propensos a la interpretación) y un riesgo de discrecionalidad que podría alcanzar desde la crítica política hasta la edición creativa.
Es cierto, la iniciativa del diputado Héctor Serrano, incorpora exclusiones para fines periodísticos, académicos, artísticos y de parodia “siempre que no exista dolo y se indique expresamente ese carácter”. Bien intencionado, sí. ¿Suficiente? No, porque el campo de juego queda resbaladizo y no hay árbitro judicial ni peritos especialistas en el tema.
Las modificaciones al código penal producto de la iniciativa de regulación a la IA, no define con precisión cómo demostrar el dolo, qué es alarma y, sobre todo, quién y cómo lo acredita.
Byung-Chul Han lo dijo en su libro Infocracia, (que me gusta mucho citar): “vivimos bajo tormentas de datos que no construyen verdad sino ruido”. La información, desanclada de la confianza, se vuelve atmósfera. Y en atmósfera turbia, cualquiera puede gritar “fuego” y llamar a los bomberos, o “deepfake” y zafarse de la comisión de un delito.
Nuestro tiempo es el de la sospecha permanente, la duda como política de Estado.
El tema me recuerda a Orson Welles que lo anticipó en 1938 con La guerra de los mundos: una ficción radial que, contada como boletín, desató pánico.
Hoy no necesitamos actores; bastan modelos generativos, un par de clics y un algoritmo de difusión.
Imaginen —no es ciencia ficción— un boletín “verosímil” de la Sedena ordenando toque de queda; una “conferencia” de la Presidenta aceptando una invasión o un “video” de un presunto homicida de un estudiante de estomatología confesando un delito…(saben a lo que me refiero).
¿Qué tal que el homicida alega que el video que se filtró fue hecho con Inteligencia Artificial? ¿Se va a perseguir al medio que lo difundió? En una de esas, hasta el homicida sale libre…¿Ya me entiende, Culto Público a lo que me refiero, me preocupa, y me da comezón?
La IA escribe el guion; las redes, el miedo.
Ahora bien: San Luis Potosí ya legisló. ¿Hacía falta? Sí. Pero…¿Así? ¿Tenemos la suficiente fortaleza académica, experiencia profesional y capacidades para fundamentar una legislación sobre esta materia que nos va ganando la carrera? ¿No será esto un acelerón en plena curva?
El que esto escribe, aprendiz de reportero, alcanza a ver al menos tres riesgos que no podemos ignorar:
1) La coartada perfecta del poderoso.
Frente a una investigación sólida, la respuesta fácil será: “es IA”. Si la norma deja ambigüedades, el periodista puede terminar litigando su autenticidad en vez de publicar, y esto puede generar un efecto inhibidor, una autocensura preventiva por miedo a ser acusado de crear “realidades sintéticas”.
2) La puerta trasera de la censura.
Cuando “alarma social” o “paz pública” no tienen parámetros verificables, cualquier pieza incómoda puede ser encuadrada como “desestabilizadora”. Hoy se promete que no; mañana basta un fiscal con prisas o un juez con miedo o a modo.
3) La prueba imposible.
En la práctica forense, demostrar que algo no fue generado por IA requiere peritajes especializados, sellos de procedencia, cadenas de custodia digitales. No los tenemos para temas como la IA ¿Quién los hará? ¿Con qué estándares? ¿Con qué independencia? Si no definimos eso, la balanza se inclina contra el informador.
Ante ello, creo que necesitamos definiciones más concretas, cerradas y taxativas, lo mismo que una “mente culpable” o como dicen los abogados una Mens rea probada, exigir dolo específico: intención de provocar alarma…me-di-ble y no de “sensación” de la misma.
Además, si alguien alega que una pieza es sintética o fabricada, que lo acredite con peritajes de laboratorios independientes (no “peritos de parte” -que además no hay en SLP- a modo).
Los periodistas también tenemos que tener garantías reales y no meramente declarativas.
Efectivamente hay una exclusión en la iniciativa aprobada para el ejercicio del periodismo, arte, academia y sátira, sin embargo, ¿quién garantiza que opere en los hechos, cuando alguien -como dije arriba- nada más porque sienta calor le llame a los bomberos…?
No se trata de negar el dilema —que es brutal y de múltiples aristas—, sino de evitar que la cura mate al paciente. Porque, paradójicamente, la IA que nos amenaza con fabricar mundos, también puede servir para validarlos.
A ver, para Usted mi Culto Público, le comparto dos escenarios de pesadilla y uno de esperanza:
Un “Falso con consecuencias reales”: Un “comunicado” apócrifo de Protección Civil que ordene evacuar colonias. Pánico, saqueos, accidentes. Nadie herido por la IA; todos por la estampida.
Un “Verdadero desmentido como falso”: Un video auténtico que documenta un abuso policial. Los responsables gritan “deepfake”, “IA”, un juez timorato concede medidas cautelares, y el reportero enfrenta proceso. La evidencia muere antes que el delito.
Uno de esperanza: que la norma haga lo que promete: perseguir mentiras sintéticas dañinas, proteger a víctimas (como las 400 estudiantes de Zacatecas) y blindar la crítica. Se puede, si se afina y lo hacemos de forma acompañada y profesional. No a la ligera.
La delgada línea entre vigilar y castigar —permítanme el guiño— no debería cruzarse hacia castigar al que vigila. La prensa, con sus errores y excesos que a veces tenemos (no me subo al púlpito ni tiro la primera piedra), sigue siendo el semáforo en una avenida oscura: si se apaga “por seguridad”, lo que viene no es orden, sino una carambola con trágicas consecuencias.
Cierro con una imagen. La IA es el Orson Welles de nuestros tiempos: puede narrar invasiones que no existen y desmentir revoluciones que sí ocurrieron. La diferencia será si, en San Luis, ponemos reglas claras, peritos que sepan, y un principio simple grabado en piedra: a la verdad no se le pone grillete; a la mentira, sí.
Insisto, si lo hacemos bien, con profesionalismo y sin miedo, quizá esta vez la radio hablando de marcianos no provoque pánico, sino lucidez.
Mañana será el diputado de Morena Carlos Arreola (qué casualidad) el que anuncie el desarrollo inmediato de foros con ciudadanos, académicos, especialistas, periodistas, abogados y otros grupos para discutir, plantear y afinar la iniciativa aprobada. Aunque lo convoque Arreola, ni modo, me apunto.
Nota: Esta columna no fue redactada con IA, sino con MIR (Mi Ignorancia Regular).
Hasta la próxima.
Yo soy Jorge Saldaña.
Estado
Solo 19% de casos de violación llegan a sentencia en SLP
Marco Gama pide demostrar que la reforma al STJE mejora la justicia, tras advertencia sobre ampliación de plazos para dictar sentencias
Por: Angel Bravo
Según información de Quadratín, en estos últimos dos años solamente el 19 por ciento de los casos de violacion que llegan al Supremo Tribunal de Justicia del Estado (STJE), terminan en sentencia.
Con estos datos, Marco Antonio Gama Basarte, dirigente estatal de Movimiento Ciudadano, pidió al Poder Judicial demostrar que la reforma estructural no fue solo administrativa, sino un cambio capaz de mejorar la respuesta institucional en delitos de alto impacto.
Gama subrayó que la advertencia de la magistrada presidenta del STJE, Lourdes Anahí Zarazúa Martínez, sobre la ampliación de plazos para dictar sentencias, debe tomarse como una llamada de atención interna para revisar procesos y cerrar brechas.
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Estado
FGESLP Investiga el hallazgo de múltiples cuerpos en Ahualulco
Los cuerpos se contaban con signos de violencia y disparos de arma de fuego
Por: Angel Bravo
La Fiscalía General del Estado de San Luis Potosí (FGESLP) informó que se ha llevado a cabo la investigación para esclarecer los hechos que derivaron en el fallecimiento de cinco personas que fueron localizadas cerca de la entrada a la comunidad de Paso Blanco, en el municipio de Ahualulco.
Elementos de la Policía de Investigación (PDI) acudieron al lugar la mañana d el
martes 18 de noviembre de 2025, y confirmaron la presencia de los finados, y empezaron trabajos de identificaciónHasta el momento no hay información oficial sobre el hecho ni sobre posibles detenidos, pero según el medio Al Instante SLP, las víctimas eran cinco hombres, estaban “maniatados” y presentaban disparos de arma de fuego; en algunos se mostraban signos de tortura.
La FGESLP mantiene abiertas diversas líneas de investigación y continúa con las diligencias para llegar a los responsables y el esclarecimiento total del caso.
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