diciembre 4, 2025

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#4 Tiempos

Derecho a leer: otros formatos | Columna de Germán Bautista

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HABLEMOS DE DERECHOS

 

Durante la entrega pasada hablamos muy someramente de otras alternativas para acceder a la lectura, necesarias para que ninguna persona con discapacidad se quede al margen del amplio menú de opciones literarias especializadas y convencionales.

Desde la perspectiva de los derechos humanos, y en el marco del derecho a leer que protege el Tratado de Marrakech, todas las personas deben tener la misma oportunidad de acceder al texto impreso convencional, adecuando los textos cuando así se requiera.

A estas adecuaciones les vamos a denominar “formatos accesibles”, porque su propósito es fungir como un puente entre la persona y el contenido de una obra literaria, que puede oponer barreras lectoras a las personas por la manera en que ha sido impresa o estructurada. Su definición se encuentra desarrollada en el artículo 2 inciso b del Tratado y a simple apreciación, puede sonar un tanto rebuscada:

“b) Por “ejemplar en formato accesible” se entenderá la reproducción de una obra, de una manera o forma alternativa que dé a los beneficiarios acceso a ella, siendo dicho acceso tan viable y cómodo como el de las personas sin discapacidad visual o sin otras dificultades para acceder al texto impreso.”

Un acercamiento que ofrece mayor claridad sobre los tipos de formatos, lo encontramos en el artículo 2 de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, correspondiente a las definiciones e incluidos en lo concerniente a la comunicación, tal como se cita enseguida:

“La “comunicación” incluirá los lenguajes, la visualización de textos, el Braille, la comunicación táctil, los macrotipos, los dispositivos multimedia de fácil acceso, así como el lenguaje escrito, los sistemas auditivos, el lenguaje sencillo, los medios de voz digitalizada y otros modos, medios y formatos aumentativos o alternativos de comunicación, incluida la tecnología de la información y las comunicaciones de fácil acceso.”

Esta definición ofrece una idea amplia sobre las diferentes alternativas para eliminar barreras lectoras a las personas con discapacidad, y de manera conjunta con el Tratado de Marrakech, indica a las personas responsables de asegurar el acceso a la lectura, las distintas formas en que debe hacerse accesible un contenido, incluso artístico.

Comenzaremos con la digitalización de textos, que puede ser una de las opciones más sencillas para brindar cobertura a un amplio número de personas con discapacidad, desde aquellas con baja visión o ceguera, hasta las que tienen dificultades para manipular las hojas de una obra física, y les resulta menos complicado leer mediante la pantalla de algún dispositivo tecnológico.

Los textos pueden ser escaneados con los instrumentos disponibles en una biblioteca, o incluso con el apoyo de dispositivos móviles y las aplicaciones creadas para ese propósito. Deben cuidarse dos cosas prioritariamente: limpiar de impurezas el texto, y no guardarlo como imagen; de lo contrario el contenido se vuelve inaccesible para lectores de pantalla y se limitan las opciones de manipulación del mismo para adaptarlo a otras formas de acceso.

A partir de un documento digitalizado apropiadamente, existen actualmente si se requiere, opciones tecnológicas para convertirlo a voz y guardarlo como archivo de audio, incluso con motores de voz con una nitidez cada vez más humana.

Con ciertas adecuaciones, si se cuenta con una impresora braille y el requerimiento de la persona usuaria es leer en ese formato, el texto digitalizado sigue siendo útil para garantizarle la oportunidad de leer en papel de manera táctil. Ese mismo texto se puede adecuar para amplificarlo y con las consabidas implicaciones para las personas expertas, generar una propuesta en macrotipo, para quienes son personas con baja visión.

El contenido de una obra también puede adaptarse a fácil lectura o lenguaje claro, para las personas con discapacidad intelectual, aunque hacerlo, actualmente es un poquito más complicado que simplemente digitalizar, porque debe evitarse usar palabras elevadas o rebuscadas a fin de facilitar su comprensión, además de ordenar el texto de cierta manera, no justificarlo, y cerrar las ideas en el menor número de líneas posible.

Si desean saber más sobre la fácil lectura, les invito a visitar la página de “Plena Inclusión España”:

https://www.plenainclusion.org/

Otro formato o forma de garantizar el acceso a la lectura un tanto más complicada, es generar opciones para las personas sordas, pues aunque la mayoría imaginemos que al poder ver una persona sorda no tendría complicaciones para leer, lo cierto es que la forma de ordenar un texto conforme a lo que se ha denominado la “gramática del Sordo” implica cierta complejidad, además que en palabras de las propias personas sordas, les resulta mucho más sencillo comprender un texto en lengua de señas, lo que obliga a tener a disposición opciones en videolibros.

Al respecto, el Instituto Pedagógico para Problemas del Lenguaje I. A. P. (IPPLIAP), ha generado propuestas de acceso a la lectura para personas Sordas, en el marco del Tratado de Marrakech. Si desean saber más, visiten:

https://www.youtube.com/playlist?list=PLNpBvPBkh4JR3Yif1XIK8UtRVOGTLlL7P

Finalmente, aunque sin agotar la amplia gama de formas y formatos para eliminar barreras lectoras, los pictogramas también son una opción para algunas personas con autismo y personas con discapacidad intelectual, entre algunas otras. Éstos son representaciones iconográficas que comunican ideas y facilitan la comprensión de un texto, y que demanda también preparación para ofrecer esta alternativa de lectura. Al ser persona ciega, desconozco qué tan eficientes sean, pero últimamente he encontrado por ahí aplicaciones que convierten el texto convencional en pictogramas.

Para darse una idea sobre estas opciones, les invito a visitar:

https://www.pictocuentos.com/

Garantizar el acceso a la lectura en formatos accesibles es desafiante, pero como ya se mencionó en la pasada entrega, es una obligación ineludible a partir de la entrada en vigor de los dos tratados internacionales citados en la presente columna.

 

Puedes leer la versión alternativa de esta columna en leguaje sencillo a continuación:

En la última entrega, mencionamos brevemente sobre diferentes formas de acceder a la lectura, especialmente para personas con discapacidad.

Según el Tratado de Marrakech, es un derecho humano que todos tengan la misma oportunidad de leer textos impresos. A veces, es necesario adaptar estos textos para que sean accesibles.

Los “formatos accesibles” son versiones de textos que se han modificado para que las personas con discapacidad puedan leerlos. Esto puede incluir cambiar el tamaño de la letra, usar un lenguaje más sencillo, o convertir el texto en audio.

Es importante que estos formatos sean tan fáciles de usar para las personas con discapacidad como lo son para las personas sin discapacidad.

Hay muchas formas de hacer que un texto sea accesible. Algunos ejemplos incluyen:

1. Digitalización de textos: Esto implica escanear un texto y convertirlo en un formato digital. Esto es útil para personas con baja visión o dificultades para manejar libros físicos. Es importante asegurarse de que el texto esté limpio y no se guarde como imagen, para que pueda ser leído por lectores de pantalla.

2. Conversión de texto a voz: Una vez digitalizado, el texto se puede convertir en audio. Esto es útil para personas con discapacidades visuales.

3. Impresión en Braille: Para aquellos que leen en Braille, el texto digitalizado se puede imprimir en este formato.

4. Uso de lenguaje sencillo: Esto implica cambiar el texto para que sea más fácil de entender, evitando palabras complicadas. Esto es útil para personas con discapacidad intelectual.

5. Videolibros en lengua de señas: Para personas sordas, los textos se pueden convertir en videos en lengua de señas.

6. Pictogramas: Son imágenes que representan palabras e ideas. Esto puede ser útil para personas con autismo o discapacidades intelectuales.

Es importante garantizar que todos tengan acceso a la lectura en un formato que puedan usar y entender.

Hay varias organizaciones y recursos en línea que pueden ayudar a acceder a estos formatos, como “Plena Inclusión España” y “Pictocuentos”.

En resumen, es esencial que se ofrezcan diferentes formatos accesibles para garantizar que todas las personas, independientemente de sus habilidades, tengan la oportunidad de disfrutar de la lectura. Esto no solo es un derecho, sino también una forma de inclusión y respeto hacia la diversidad.

Para más información, puedes visitar:

– Plena Inclusión España: https://www.plenainclusion.org/
– Pictocuentos: https://www.pictocuentos.com/
– IPPLIAP (para videolibros en lengua de señas): https://www.youtube.com/playlist?list=PLNpBvPBkh4JR3Yif1XIK8UtRVOGTLlL7P

Estos recursos son valiosos para aquellos que buscan opciones de lectura accesibles.

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#4 Tiempos

El Piano eléctrico: desarrollo potosino | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

Los diseños de pianos electromecánicos tuvieron su auge en 1929 y en la década de los cincuenta del siglo XX comenzaron a usarse en audiciones públicas. La historia de su desarrollo menciona los nombres de Lloyd Loar, Benjamin Meissner, Rudolph Wurlizer, Harold Rodhes y el piano Neo-Bechstein, entre los principales.

Sin embargo, el nombre de Francisco Javier Estrada no aparece en estos recuentos, a pesar de haber sido el primer reporte de un diseño de piano eléctrico a nivel mundial, como resultado de sus investigaciones en reproducción del sonido por medios eléctricos. El reporte público de Estrada se realizó el 19 de diciembre de 1878 en el periódico El Siglo XIX, donde Estrada daba cuenta de sus experimentos con una cuerda vibratoria y su transducción a señal eléctrica, mediante una membrana de tambor que amplificaba el sonido. Estrada, solo presentó su idea y diseño y la puso al servicio de los interesados a finde que pudieran materializarla y mejorarla, al no poder solventar los gastos necesarios para su construcción y la falta de servicios artesanales especializados. Estrada decidía publicar los principios y la descripción del instrumento citado, temeroso de que algún día, no muy lejano, se presentara del extranjero algún instrumento de música idéntico o semejante, o lo que era peor, alguna petición exótica de privilegio con perjuicio de los artesanos mexicanos.

Ochenta años mediaron entre la publicación del diseño de Estrada y la materialización en el extranjero de un piano eléctrico con funcionamiento electro-mecánico.

Para mayores detalles y más información pueden consultar mi artículo alojado en la dirección:

(PDF) Francisco Javier Estrada el inventor del piano eléctrico. Available from: https://www.researchgate.net/publication/396325293_Francisco_Javier_Estrada_el_inventor_del_piano_electrico.

Francisco Javier Estrada insigne científico potosino que destacó a nivel mundial en el ámbito de la física en el siglo XIX convirtiéndose en el físico más importante de México, tiene una numerosa contribución de aportes, de primicias mundiales, las cuales en su mayoría son desconocidas o adjudicadas a otros personajes.

Hemos estado realizando investigación y difusión sobre la vida y obra de este genial potosino, Francisco Javier Estrada y en esta columna del Cronopio en la Orquesta, hemos tratado algunas de esas trascendentales aportaciones.

Una de las aportaciones técnicas de Francisco Javier Estrada que no aparecen en los registros científicos históricos es la propuesta de reproducción del sonido por medios eléctricos. Su tema central de trabajo que implementó en la década de los setenta decimonónicos fue la reproducción del sonido, colocándose en la frontera del conocimiento en ese tema.

Como hemos apuntado en trabajos anteriores, muchas de sus aportaciones y primicias mundiales han quedado en el olvido y poco a poco se están rescatando para colocar en la palestra mundial el gran genio de Estrada, como el físico mexicano más importante del siglo XIX y uno de los principales a nivel mundial,

cuyas glorias no se proyectaron por la idiosincrasia social del país, aunque su genio de cierta forma era reconocido en el país, aunque no lo suficiente.

Sistemas como el motor eléctrico, nuevos sistemas de telefonía y la comunicación inalámbrica son parte de sus aportaciones trascendentes que cambiaron a nuestras sociedades y cuyas aportaciones aprovechadas por otros científicos dejan de lado la aportación primaria de Estrada en la historia de la ciencia y la tecnología. Como una aplicación de sus investigaciones en electromagnetismo y reproducción del sonido, se encuentra su propuesta de un piano eléctrico, cuyos experimentos base realizó en San Luis Potosí y con los que propuso un diseño para la construcción de un piano eléctrico que transformaba las vibraciones acústicas en eléctricas con el fin de amplificar el sonido.

El piano como tal no pudo construirlo por carecer de recursos suficientes, así como problemas para abastecerse de los materiales necesarios y el apoyo de los constructores artesanos; sin embargo, publicó en medios de comunicación masiva sus propuestas con el fin de registrar su idea, sus experimentos y su diseño para la construcción del piano eléctrico y su extensión a otros instrumentos de cuerda.

Su propuesta era resultado de experimentos anteriores de Estrada con sistemas telefónicos, donde había realizado mejoras a los ya existentes, logrando construir teléfonos cuya reproducción del sonido era más clara y de mayor intensidad. Parte de esas mejoras las utilizaría en su propuesta del piano eléctrico, entre ellas los fundamentos de micrófonos de carbón y de la comunicación inalámbrica.

Los potosinos debemos estar orgullosos de Francisco Estrada y colocar su nombre como debe de ser, en la historia de la civilización.

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#4 Tiempos

Consideraciones sobre la amabilidad | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

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LETRAS minúsculas

 

Tenía Víctor Hugo, el gran escritor francés, veintisiete años de edad cuando publicó, en 1829, El último día de un condenado, novela o largo relato en el que se pone a describir los pensamientos íntimos, las agitaciones interiores y los estados de ánimo que se apoderan de un hombre que pronto -muy pronto- va a tener que morir. La justicia ha señalado ya el día y la hora en que deberá tener lugar la ejecución; todo, pues, está listo…

Pero, no: ¡no todo está listo! Puede que lo esté el cadalso, puede que lo esté el verdugo, pero este hombre todavía no está listo. ¡Aún no sabe por qué debe morir! «Soy joven, estoy sano y fuerte –gime en el calabozo-. La sangre circula libremente por mis venas; todos mis miembros obedecen a todos mis caprichos; estoy robusto de cuerpo y de mente, preparado para una larga vida. Sí, todo esto es verdad; y, sin embargo, padezco una enfermedad, una enfermedad mortal, provocada por la mano del hombre».

Afuera, en la calle, todos ríen y se gozan: el calor del sol es bueno, la vida es bella. ¡Ah, tienen razón al mostrarse tan alegres! Para ellos hay futuro. ¿Cómo no sonreír cuando a la noche sigue el día, cuando se espera vivir muchas noches y muchos días? En cambio él… ¡Quizá no haya para él ni otra noche ni otro día!

Llama la atención, sin embargo, cómo es que este hombre se da cuenta de que no le queda mucho tiempo: ¡por la amabilidad del personal penitenciario! ¿De cuándo acá se mostraban tan amables estos monstruos de indiferencia? ¿De cuando acá? «El camarero de guardia acaba de entrar en mi calabozo, se quita el gorro, me saluda, pide perdón por molestarme y me pregunta, suavizando en lo posible su voz ruda, lo que deseo para el desayuno. Me entran escalofríos. ¿Será hoy?».

Es decir, ¿será hoy cuando tenga que ser ejecutado? Tanto refinamiento, tanta delicadeza le parecen francamente sospechosos. Hasta hace poco todos le hablaban a gritos, brutalmente, pero hoy se descubren la cabeza para saludarlo y hasta ejecutan ante él respetuosas reverencias. Sí, es posible que sea hoy. El condenado, entonces, se pone a temblar. Es que no era normal, no era normal en absoluto que…

Pero las cosas se complican todavía más cuando, de pronto, la reja del calabozo se abre y aparece en el marco de la puerta una figura pequeña, de largos bigotes negros, y amable hasta la falsedad. «Sí, es hoy –piensa el condenado al ver a este individuo ejecutando todas las ceremonias de la cortesía-. El mismo director de la prisión ha venido a visitarme. Me pregunta lo que me gustaría o podría serme de utilidad; incluso hasta expresó el deseo de que no tuviera quejas de él o de sus subordinados; se interesó por mi salud y por cómo había pasado la noche. ¡Al salir me llamó señor! ¡Sí, es hoy!».

Y admírese usted: los pensamientos del condenado resultaron ser ciertos; su intuición no lo engañó. Era hoy, precisamente cuando debía morir. No se equivocaba.

¿Por qué los humanos dejamos la amabilidad y la cortesía para el último momento? Al parecer, sólo los muertos –o los que están a punto de serlo- logran conmovernos. «¡Cómo admiramos a los maestros que ya no hablan y que tienen la boca llena de tierra! –exclama el personaje único de La caída

, el famoso monólogo de Albert Camus (1913-1960)-. El homenaje se les ofrece entonces con toda naturalidad, ese homenaje que, tal vez, ellos habían estado esperando que les rindiésemos durante toda su vida… Observe usted a mis vecinos, si por casualidad sobreviene un deceso en el edificio en el que usted vive. Los inquilinos dormían su vida insignificante y, de pronto, por ejemplo, muere el portero. Inmediatamente se despiertan, se agitan, se informan, se apiadan».

¡Los hombres sólo somos corteses con los muertos! He aquí lo que el Nóbel francés quiso decir. Pero no sólo lo dice él. He aquí, por ejemplo, lo que Máximo Gorki (1868-1936), el escritor ruso, escribió en su autobiografía: «¡Las misas de difuntos son las más bellas de toda la liturgia! ¡Hay en ellas ternura y piedad para los hombres! ¡Nuestros semejantes no compadecen sino a los muertos!».

Está bien, está bien, así es. Y, sin embargo –me digo-, he aquí un método para cultivar la cortesía: ver en el otro, ese que ahora está junto a mí, un condenado a muerte -¡que lo es, sólo que él no lo sabe, o lo ignora, o no quiere pensar en ello!- y tratarlo como si mañana ya no fuera a estar aquí; tratarlo, en una palabra, con las mismas atenciones que el carcelero dispensó al condenado a muerte en el relato de Víctor Hugo. ¡Ah, si nos viéramos como somos, es decir, como mortales, qué dulces seríamos en nuestras relaciones, y qué corteses!

Dice Aliosha a Lisa en Los hermanos Karamazov, la novela de Fiodor Dostoyevski (1821-1881): «Hay que tratar muy a menudo a las personas como si fueran niños, y a veces como si fueran enfermos». No está mal, no está del todo mal. ¿Con qué delicadeza no trataríamos a una persona si supiéramos que quizá hoy mismo va a morirse? ¿Y cómo estar seguros que no será hoy el día en que morirá? Por eso, más vale ser amables con él.

Otra cita más; ahora la he tomado de Sobre héroes y tumbas, la novela de Ernesto Sábato (1911-2011), el escritor argentino: «¿Sería uno tan duro con los seres humanos si se supiese la verdad que algún día se han de morir y que nada de lo que se les dijo se podrá ya rectificar?».

Todos los hombres son mortales, Juan es hombre, luego Juan es mortal. El silogismo nos sale bien; en el fondo, los hombres no somos tan ilógicos como parecemos a primera vista. Sólo que no siempre sacamos de nuestros razonamientos todas las consecuencias pertinentes al caso.

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“México, esta niebla que arde” | Apuntes de Jorge Saldaña

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APUNTES

Culto Público, si no han leído la novela “Niebla Ardiente” de la muy joven escritora, Laura Baeza, les recomiendo hacerlo como desde ayer

Tuve la oportunidad de conocer a Laura personalmente hará unos cuatro años, ¿Qué les digo? Una de esas circunstancias alineadas que convergieron en el segundo piso de la librería Gandhi del centro, la de los Arcos Ipiña.

Fue en un taller breve de escritura creativa previo a la presentación formal de su libro, el que les recomiendo. Si conocerla fue una circunstancia, convivir con ella e intercambiar casualidades fue de plano como regalo de estrella fugaz.

Fui de los selectos y afortunados que en grupo terminamos sentados con ella en “La Oruga y la Cebada” en el Callejón San Francisco, conversando sobre lo que duele y lo que salva, entre un par de cervezas y una cena sencilla.

Ella me firmó su libro con una frase que ahora, en este 25 de noviembre, regresó a mi atormentada cabeza: “A Jorge, que siempre nos una el deseo por hallar algo más en esta realidad tan rara…con todo cariño, Laura Baeza”. El momento de por sí, ya era una realidad rara.

A la distancia, empiezo a creer que su frase fue más que optimismo, y es más un deber moral, y es que su ficción (vuelta a releer en estos días) se parece demasiado a México.

No es “spoiler” (o como se diga) pero “Niebla Ardiente” detalla el regreso de su protagonista Esther a México pensando en encontrar a su hermana Irene, quien había desaparecido hace años, y a quien creía muerta, cuando de la nada, un primero de enero en un reportaje que vio en la televisión, Esther la reconoce en una marcha y se lanza en su búsqueda.

Pero la novela, la primera de Laura (y creo que premiada) realmente no comienza allí. Comienza donde casi todas las historias de violencia en este país empiezan: en los pasillos de la burocracia, en los que los papeles cuentan más que las personas.

Esther aparece en un México reconocible para cualquiera: expedientes mutilados, archivos “perdidos”, oficinas donde la verdad siempre llega después de que las secretarias coman sus gorditas grasosas y funcionarios que usan el futuro para encubrir lo que nunca harán.

Es en esa atmósfera donde la desaparición deja de ser un crimen y se convierte en un proceso. Como alguien escribió: los países se definen por cómo recuerdan; México, al parecer, se define en cómo olvida.

En medio de esa maquinaria oxidada, Esther descubre a un policía. No es un héroe: es un hombre cansado que simplemente no rompe las reglas pero las dobla para que la realidad duela un poco menos. Ese personaje era como algo que escribió una pensadora feminista de la que en este momento no recuerdo su nombre “la dignidad aparece cuando alguien no mira hacia otro lado”.

En fin, siguiendo con la novela y nuestra realidad, este policía mira. Acompaña. Abre una grieta. Y sin embargo, ni siquiera es lo suficientemente poderoso para luchar contra un país donde las fosas clandestinas actúan como el archivo nacional.

La comparativa y reflexión con la novela va porque hoy es 25 de noviembre y México sigue siendo esa tierra donde la violencia parece que no importa, sino que se repite. Casi 2 feminicidios cada día. 3,284 mujeres asesinadas en 2024. 89% de impunidad. Una agresión física cada siete minutos. Más de 10 millones de mujeres violentadas digitalmente. En San Luis Potosí, 24,000 víctimas por cada 100,000 mujeres.

Uno quisiera creer que estos números son de un país lejano, pero no. Están aquí, sobre las mismas banquetas que caminamos todos los días. Ese es el verdadero crimen de México: haber entrenado a la gente para no sorprenderse.

Sí, no se debe negar que mucho se ha hecho pero poco alivia (hoy casi todos los gobiernos e instituciones hablan de esto, pero mañana la rutina sigue).

Sí, con la llegada de Claudia Sheinbaum como la primera presidenta de México, llegaron todas…excepto las que no alcanzaron a llegar porque les truncaron la vida.

El nuestro, es un país donde buscar es amor—y protesta.

Igual que como ocurre en la novela de Laura, que no describe un país imaginado sino nuestro México. Uno donde las hermanas encuentran hermanas, donde las madres encuentran hijas, donde las mujeres salvan mujeres. Un país donde todavía hay justicia, pero casi siempre fuera de los edificios públicos.

Y así como Esther enfrenta la niebla, miles enfrentan la opacidad del Estado día tras día: ventanas cerradas, sistemas incompatibles, versiones contradictorias, funcionarios que deletrean la palabra “protocolo” como si lanzaran un hechizo contra la verdad.

México es hogar de una burocracia tan grande que hasta la violencia tiene formularios que completar.

Tras varios años de no recordar la anécdota con la escritora, hoy vuelvo a esa dedicatoria: “encontrar algo más en esta extraña realidad…”

Ese “algo más” no es una esperanza ingenua. Es algo que se parece más a la obligación de nunca acostumbrarse, “la memoria es la única defensa contra la repetición del horror”.

Por esa razón, espero, que por cada mujer desaparecida o mujer luchando por no desaparecer, o lidiando contra cualquier tipo de violencia, recordemos que la niebla espesa arde. Y que si arde, es porque la herida está abierta.

Hasta la próxima. Jorge Saldaña.

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