#4 Tiempos
Consejo Potosí: y eso que no lo querían… | Apuntes de Jorge Saldaña
APUNTES
Amigos de la sabiduría, hijos de mis rencores cortos:
Quién, si no Teófilo Torres Corzo, el ex gobernador que menos lo ha sido, pero más ha disfrutado serlo, el hombre de las mil anécdotas, el visionario de la comunicación, el patriarca de toda alianza empresarial que se respete, el que llena Carranza de billetes en vertical de Bocanegra a Uresti, el personaje y caballero conocido (como todos los que lo son) de héroe y villano, podría en un evento como el que le voy a platicar, poner las cartas sobre la mesa y los puntos sobre las ies (odio los lugares comunes, pero luego resultan útiles).
“Los agoreros del desastre (léase con voz de Teófilo) hace un año esperaban lo peor y auguraban un desastre para San Luis y hasta levantamientos si usted ganaba, hoy vemos cuánto se equivocaron…”
Es el salón “Mandarina” del Museo Laberinto de las Ciencias y las Artes. El escenario es de las 18 personas que cívica, económica y políticamente gobiernan el estado. Los tres niveles en cada rubro.
Los tres poderes y también los tres niveles… que no es lo mismo.
La mitad de los 18 apostaron en contra y Ricardo, el gobernador, lo sabe (ni modo, había que decirlo porque todos lo pensaron).
Hoy son un grupo al que consulta y consultó para dirigir la inversión de infraestructura de su gobierno.
“No fue nuestro candidato, pero es nuestro gobernador”, le he escuchado decir a varios en otras mesas y en otras ocasiones (no se hagan).
Las ubicaciones de los 15 puentes, de los cuales 7 se ejecutarán este año, los detalles y todo lo “anunciable”, lo podrá usted, Culto Público, encontrar por doquier a partir de hoy. Yo quiero, si me lo permite, hablar un poco más del fondo de lo que a ojos tiernos parecería un evento más, pero a ojos penetrantes, significa.
El segundo al mando del gobierno, Guadalupe Torres, en el subtexto de su discurso tocó botones de los que activan armas y levantan cejas.
“En San Luis se respetan las inversiones”, dijo… ante el más alto nivel del empresariado y como para que no haya dudas.
“Contar con un consejo con visón y amor a SLP (primero mano izquierda)… significa dar muestra de que los proyectos no son, ni serán una imposición del poder… (¿ya ven?, no tenían que tener miedo…).
“Y vamos tarde a la cita del futuro con el mañana” (o lo hacemos o ¿qué hacemos?, si los proyectos ustedes los propusieron).
Aquello, Culto Público, fue un espectáculo de símbolos y mensajes. Una corrida de toros de estructura. Un hombro a hombro entre los pisos de la pirámide y la historia, era el muro derrumbado mientras se saludaban las partes de un lado y otro.
El anfitrión puso banderillas :
“A través del tiempo, el sector empresarial no tuvo la interacción necesaria con el gobierno del estado, la relación estuvo distante y dañada durante muchos años”.
Nota de quien esto escribe: sí, todos en los que eran ellos los que parecía que también gobernaban… de ahí la frustración de ambas partes.
“Los empresarios estamos acostumbrados a ser vigilantes y ver todo con ojos críticos; aprovecho para invitar a las nuevas generaciones a participar, atreverse, arriesgarse, a salir de su zona de confort para aportar y empezar este cambio que tanta falta nos hace como sociedad”.
¡Tómala! No sé si el secretario Juan Carlos Valladares Eichelman lo sepa, pero esa frase de su discurso fue su “lance”.
Nada de lo que haya dicho en los cuatro meses como funcionario se le compara:
Fue su golpe a la puerta, su grito en la selva, fue pararse del restaurante, fue bajarse del yate en Marbella, fue poner la vara más alta y decir: yo sí le entré y es irresponsable el miedo al meme… yo lo hago y no es “por lo menos” es “por lo más”.
Los lances son eternos. No hay oportunidad de hacer dos.
Ricardo, el gobernador, acuñó todo en minutos. Sabía Perfecto (más que algunos invitados) en dónde estaba parado.
Buen ganador, no se hinchó en lo que estaba ocurriendo frente a sus ojos.
Dio visto bueno, dio “adelante” a sus consejeros e hizo hincapié en su meta: ser recordado como el gobierno de la infraestructura.
“Encontré un gobernador ágil y ejecutivo”, le había dicho Teófilo minutos antes.
Invertirá, según lo dicho, seis veces más por año que todos sus antecesores, pero es el gobernador y, repito, sabía dónde estaba parado:
Primeras filas de empresarios (de los buenos, no gerentes -que también había-).
Segundas de diputados, los tres niveles de gobierno o representados, gobierno de la capital y los principales municipios, cuartas (jajaj fue casualidad) los dueños de medios, luego funcionarios y 300 personas que, lo quieran o no, lo sepan o no, mueven al estado.
Por eso también habló Ricardo de lo importante. No había mejor público para hacerlo.
Las balaceras y los muertos tienen explicación y no hay por qué negarlos.
Se lo dijo a todos los niveles de la pirámide, no les omitió la explicación, ni tampoco matizó el motivo.
“Tenemos un estado que consume drogas… se matan por vender las 120 mil dosis que la clase media, en un 70 por ciento, consume…”.
Que se levanten las cejas o que se incomoden los que puedan aventar la primera piedra. Esa es la verdad y había que decirla.
¿Los mandos medios no ayudan? No, no ayudan… por eso acudió el gobierno a los que sí saben. “No somos ni todólogos ni expertos en todo”.
Humildad traducida en política pública.
¿Quién se anima, con datos y método, a contradecir una política pública de movilidad como la propuesta ayer por parte de quienes la propusieron?
¿Quién niega el que vamos tarde como estado en materia de infraestructura?
¿Quién niega la presencia visible y dolorosa de una pelea de carteles en SLP?
¿Quién se paró de la comodidad de la crítica del restaurante para entrarle a la política con todo lo que significa?
“Obras son amores… y no buenas razones”, cita de Lope de Vega recordada por Teófilo Torres Corzo. ¿Quien más?
Si quieren saber los detalles de los proyectos vea, Culto Público, el video. Es explícito y espléndidamente elaborado.
Fue ayer una corrida de toros. Un juego de póker, una matatena, un Texas Holdem con tercia arriba, un volado a tres monedas y un “te canto un tiro“ al futuro.
Ya veremos quién gana.
Hasta la próxima.
Jorge Saldaña al que se le sube la bilirrubina (guiño, guiño).
También lee: ¿Y los proyectos del Consejo Potosí? | Apuntes de Jorge Saldaña
#4 Tiempos
Tamtoc, cuna del calendario mesoamericano | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
En el año 2005 se llevó a acabo el proyecto arqueológico Tamtoc en la huasteca potosina, donde se localizó una gran lápida esculpida en bajo y alto relieve en el fondo de un estanque que se conecta a un canal que desemboca en la llamada Laguna de los Patos. Junto a la lápida se encontró cerámica a manera de ofrenda cuyos análisis indicaron que correspondían a tradiciones alfareras asociadas a la costa del Golfo de México del periodo 900 años antes de Cristo a 650 años antes de Cristo.
Análisis posteriores indicaron que esa lápida conocida como Monumento 32, así como la escultura femenina asociada corresponde al periodo Preclásico tardío con inicio en 350 antes de Cristo. El monolito en cuestión está labrado con un mensaje simbólico que no se asemeja a ninguna otra muestra de arte mesoamericano.
Una vez colocado en su posición original y con estudios sobre su orientación con la ayuda de herramientas de la arqueoastronomía se encontró que la orientación implica una peculiar división del año, la cual define la temporada de iluminación del monolito por los rayos solares. La conclusión actual, por parte de los investigadores, es que Tamtoc es una de las ciudades donde tempranamente se utilizó el calendario mesoamericano.
En Tamtoc se desarrollaron importantes rituales vinculados a la vida y la fertilidad, que concurren en la noción de la cosmogonía mesoamericana y por extensión en la cosmovisión. Resultados que tras largos años de análisis son dado a conocer por uno de los involucrados en los estudios astronómicos de la ciudad de Tamtoc, Jesús Galindo Trejo, en una reciente publicación de los Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM.
Las primicias de este descubrimiento nos las compartió Jesús Galindo en el 2007 en lo que fue la primera charla del ciclo Noches de Museo que organizamos en el entonces Museo de Historia de la Ciencia de San Luis Potosí. Dieciocho años después, publica sus resultados aportando a la historia de uno de los más antiguos pueblos originarios del país situada en la huasteca potosina y que marca esa cosmovisión huasteca reflejada en el Monumento 32, que es uno de los monumentos importantes de ese sitio arqueológico.
Parte de los cálculos astronómicos que realizó Jesús Galindo nos los reservamos, como nos lo pidiera entonces, hasta que sean publicados.
Jesús Galindo Trejo es Licenciado en Física y Matemáticas por la Escuela Superior de Física y Matemáticas del IPN. Realizó estudios de Posgrado en la Facultad de Ciencias de la UNAM. Obtuvo el doctorado en Astrofísica Teórica en la Ruhr Universitaet Bochum en la República Federal de Alemania. Fue Investigador Titular en el Instituto de Astronomía de la UNAM durante más de 20 años en las áreas de Plasmas Astrofísicos y Física Solar. Actualmente es Investigador Titular en el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. Su actividad de investigación se centra principalmente en la Arqueoastronomía de Mesoamérica. Es miembro del SNI. Pertenece a la Unión Astronómica Internacional. Ha realizado investigación Arqueoastronómica en Malinalco, en el Templo Mayor de Tenochtitlan, en Teotihuacan, en Oaxaca, en la Huaxteca, en Baja California y en algunos sitios de la Región Maya.
Sus inicios en la arqueoastronomía se remontan a fines de la década de los ochenta, cuando participó en nuestro programa de divulgación científica Domingos en la Ciencia de San Luis Potosí, charlas en las que nos hablaba todavía de sus investigaciones sobre física solar y nos adelantaba sus inquietudes en iniciar estudios de arqueoastronomía en el sitio de Malinalco cuando conoció al cronista de Malinalco, quien le señaló que en la historia de ese pueblo había aspectos que podrían estar conectados con la disciplina astronómica. Asimismo, su participación en el proyecto coordinado por la doctora Beatriz de la Fuente, del Instituto de Investigaciones Estéticas, sobre pintura mural prehispánica, lo interesó en la cosmogonía de los antiguos mexicanos.
En una entrevista para la revista ¿cómo ves?, Galindo aseguró que el acercamiento al estudio de las antiguas civilizaciones del país lo ha llevado a acercarse a las 60 lenguas de México, porque de esta manera “se puede penetrar en la mentalidad de aquellos que hace más de 500 años construyeron sociedades y levantaron templos, legados actualmente ignorados por muchos mexicanos”.
También lee: Antonio Castro Leal, su papel por la autonomía universitaria | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
#4 Tiempos
Meditación sobre el azar | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
LETRAS minúsculas
-Dudé de Dios –dijo el hombre visiblemente apenado-. Creo, según he oído decir, que es el único pecado que no tiene perdón. Pero es que estaba al borde del colapso…
El hombre se mesaba los cabellos, se secaba el sudor, lloraba más que gemía.
-Incluso hasta llegué a blasfemar. Dije a Dios cosas que no me hubiese atrevido a decir ni siquiera al peor de mis contrarios. ¿Verdad que para esto no hay perdón?
Yo me limitaba a dejarlo hablar. A todas luces se veía que lo necesitaba. Era necesario que lo dijera todo, que se desahogara. ¿Para qué, pues, interrumpirlo?
-Cuando me dijeron que ya no había trabajo para mí, creí que nunca perdonaría a Dios. ¿Por qué me había dado cuatro hijos si ya no iba a poder mantenerlos? Hoy, claro está, veo las cosas desde otra luz, pero en aquellos días de incertidumbre y desasosiego… ¡Quería morirme! Y, lo que es peor, quería que también mis hijos se murieran. ¿Comprende usted que les deseé la muerte?
Pensé en esos cuatro niños a los que yo no conocía. ¿Sabrían alguna vez que su padre, en un momento de desesperación, pensó lo que acababa de decirme? Pero no, no lo sabrán. Los pensamientos de su padre quedarán guardados para siempre en el silencio de Dios. ¡Que no lo sepan, que su padre no se lo diga nunca! Hay sinceridades que matan.
¡Y pensar que era necesario que yo perdiera aquel trabajo para poder tener el que ahora tengo! Cuando pienso en esto, me lleno de vergüenza. Sí, era necesario vivir esa pena para conocer la satisfacción que ahora experimento. Mis hijos, hoy, están mucho mejor que antes, y me digo a mí mismo: «¡Qué bueno que perdí aquel empleo!».
Sonreí. Porque siempre he creído que la palabra azar es una palabra bastarda que no debió acuñarse nunca. ¿Quién la inventó y qué quiso decir con ella? ¿Que el mundo se mueve como un barco sin timón? ¡Casualidad! ¿Quién es el tonto que cree en las casualidades? La palabra azar no debería existir en el vocabulario cristiano, pero, ya que existe, habría que darle el significado que le daba, por ejemplo, Anatole France (1844-1924): «Azar: aquello que Dios hace cuando no quiere poner su nombre».
A estas alturas de mi vida he llegado a la conclusión de que ni siquiera los libros que caen en nuestras manos lo hacen por casualidad. A veces pienso que, si nos los encontramos en el estante de una librería cualquiera, es porque Dios ha querido decirnos algo a través de ellos.
Y de los encuentros, ¿qué decir? Que es Dios quien nos envía a estas personas que no buscábamos por una razón que generalmente desconocemos pero que forma parte de su misterioso querer. «El destino, al igual que todo lo humano –dijo una vez el escritor argentino Ernesto Sábato (1911-2011)-, no se manifiesta en abstracto, sino que se encarna en alguna circunstancia. Ni el amor, ni los encuentros verdaderos, ni siquiera los profundos desencuentros, son obras de las casualidades, sino que nos están misteriosamente reservados. ¡Cuántas veces en la vida me ha sorprendido cómo, entre las multitudes de personas que existen en el mundo, nos cruzamos con aquellas que, de alguna manera, poseían las tablas de nuestro destino como si hubiéramos pertenecido a los capítulos de un mismo libro! Nunca supe si se los reconoce porque ya se los busca o se los busca porque ya bordeaban los aledaños de nuestro destino» (Conferencia en la Feria del Libro de Sevilla, 2002).
También ahora, como en los tiempos de Moisés, sólo nos es permitido ver a Dios «de espaldas», es decir, cuando ya ha pasado. Únicamente entonces podemos decir como aquel hombre de quien acabo de contar la historia: «¡Y pensar que era necesario que yo perdiera aquel trabajo para poder tener el que ahora tengo!». Siempre es hasta después cuando se comprende por qué ocurrieron ciertas cosas que en su momento nos parecieron horrorosas, ininteligibles e insoportables.
En un libro sobre Jesucristo (El Jesús desconocido), Donald Spoto hace la siguiente reflexión: «El azar no implica necesariamente falta de propósito; lo que llamamos caos quizá no sea desorden, sino un claro signo de las limitaciones de nuestra comprensión… La experiencia humana valida este enfoque. En nuestra historia individual, ¿no vemos un momento aparentemente accidental o fortuito, a posteriori, como sumamente significativo e incluso como el comienzo de una nueva etapa de la vida? Si yo no hubiera asistido a tal escuela en tal momento, por ejemplo, no habría tenido ese excelente maestro, seguido ese importante curso ni trabado esa duradera amistad. Si nuestros padres no se hubieran conocido en tal momento, nunca jamás lo habrían sido. Si no hubiéramos asistido a tal reunión, no habríamos conocido al amor de nuestra vida ni iniciado una carrera importante. No es exagerado afirmar que los elementos más importantes de la vida del amor dependen tanto de lo que podríamos llamar accidente significativo como deliberación. El novelista y dramaturgo francés Georges Bernanos lo expresó muy bien: Lo que llamamos azar tal vez sea la lógica de Dios».
Vistas así las cosas, aun cuando me halle en cama y afiebrado –y quiera morirme de pura pesadumbre-, debo poder decirme a mí mismo con convencimiento y seguridad:
-Sí, quizá sea necesario que hoy no salga de casa. Si Dios me tiene encerrado aquí, por alguna razón será. ¿Iba hoy a atropellar a un caminante distraído en la avenida, o es que un camión carguero iba a arrollarme a mí? En efecto, tal vez sea éste el motivo por el que no debo salir. Después de todo, es muy posible…
También lee: Pena de muerte | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
#4 Tiempos
Las dos mujeres de Truman. Palabras con cicuta
Apuntes
Hay autores que escriben un solo amor con distintos nombres. Truman Capote lo hizo con los de Nancy Clutter y Holly Golightly: la muchacha asesinada y la mujer que huye. Dos rostros de la misma herida.
Nancy era todo lo que el mundo aprueba: pureza, promesa, familia. Una adolescente que hacía listas, organizaba fiestas y creía que el bien era una costumbre diaria. Holly, en cambio, era todo lo que el mundo juzga: libre, contradictoria, caprichosa, superviviente. Todo sinónimo de “libre y espontánea”.
Ambas están solas frente a una sociedad que las define, una desde la muerte y otra desde el deseo.
Yo creo que Capote estuvo enamorado de una mujer que fue las dos. Una que lo deslumbró por su bondad y lo desarmó por su caos. En Nancy encontró la integridad que él nunca tuvo; en Holly, la libertad que siempre le fue negada. Una mujer que cocinaba con delantal los domingos, pero que podía desaparecer una semana sin explicar por qué. La amaba por lo que lo salvaba y por lo que lo destruía.
En A sangre fría, Capote mira a Nancy como si aún pudiera rescatarla. La describe con ternura casi maternal, pero también con una envidia melancólica: ella no sabía lo que era la vergüenza ni el exceso. En Desayuno en Tiffany’s, en cambio, elige no salvar a Holly. La deja ir. Le permite el privilegio que Nancy nunca tuvo: seguir viva aunque nadie la entienda.
Quizá esa fue la forma en que Truman se reconcilió con su propia culpa. Escribir a la que murió como víctima y a la que se fue como promesa. Una purificada por la muerte, la otra condenada a vivir
. Entre ambas, Capote puso su propia alma: la de un niño que soñaba con el orden de Nancy y despertaba con el desorden de Holly.No se puede amar a dos mujeres tan distintas sin romperse un poco. Pero Capote lo hizo. Amó la pureza que se deja matar y la libertad que se mata sola.
Y quizá, como tantos de nosotros, entendió demasiado tarde que una y otra eran la misma. Que la vida te puede matar por ser buena o por querer ser libre. Y que entre esas dos muertes —la literal y la simbólica— se esconde el precio de vivir como uno quiere.
Punto.
Y aquí estoy yo, leyendo a Truman y sintiendo que me contó la historia antes de que ocurriera. Porque yo también quise que Holly fuera Nancy: que se quedara, que colgara su vestido brillante y se sentara a esperar el desayuno. Pero ella eligió la noche, otro hombre, otra ciudad.
Yo sigo aquí, recogiendo los platos, preguntándome si alguna vez alguien puede amar a una mujer así sin terminar escribiendo sobre su ausencia.
Quizá eso somos los que escribimos: los que convertimos el abandono en literatura.
Los que seguimos hablando con las Holly que quisimos que fueran Nancy, aun sabiendo que la vida —como en Capote— siempre acaba a sangre fría.
Yo soy Jorge Saldaña.
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