#4 Tiempos
Carta a una cajera aburrida | Columna de Juan Jesús Priego
LETRAS minúsculas
No era necesario que dijeras nada cuando, hace dos días, tomaste mi tarjeta de débito y la deslizaste por una de esas ranuras electrónicas de las que, dicho sea de paso, siempre he desconfiado; no era necesario que dijeras nada, pues se te notaba en la cara que estabas aburrida, cansada, muerta en vida.
Imagino que cuando solicitaste trabajo en aquel supermercado tu rostro era distinto. ¿Un rostro que reflejaba esperanza? Tal vez. Porque, como sabes, hay rostros y rostros. Hay unos que despiden luz, y otros que son la noche: el tuyo, aquella vez, era el crepúsculo.
Pienso en lo que sucede todos los días, a las ocho de la mañana, cuando llegas a ese lugar que tanto debe entristecerte: saludas sin gana a tus compañeros de suplicio, les das los buenos días, les estrechas la mano sin demasiada convicción y te preparas para recibir a esos enemigos crueles (nosotros) que desde la calle dejan ya ver sus cabezas a través de los cristales de la puerta aún cerrada.
El manager, antes de que te instales en la caja, te hará gritar junto a todos los demás: «¡Hoy es un gran día! ¡Estoy contenta! ¡Hoy soy muy feliz!». ¿Pero de veras estás contenta y eres feliz? No se te notaba aquella vez. ¿Y por qué les hacen decir todas esas tonterías? No lo niegues: yo los he escuchado gritar así en corrillo, ocultos en un rincón del almacén, al comenzar la jornada.
Antes –así me lo imagino-, al salir del trabajo, todavía te dabas tiempo para dar un paseo en bicicleta, y eso te mantenía alegre y en forma; hoy, llegando a tu casa, lo único que quieres es dormir, dormir, dormir, como Elías al pie de aquel árbol de retama.
¿Qué es lo que te cansa de tu trabajo? Me lo dijo tu cara: su monotonía. Durante ocho horas -la tercera parte de tus días, la tercera parte de tu vida-, cientos de hombres y mujeres te presentan –cada uno según su turno en la fila- una especie de ficha o boleta que tú revisas con más o menos cuidado e introduces después en una caja registradora; luego, sin ver la cara del que está frente a ti, dices una cifra en alta voz, extiendes la mano, cobras, devuelves un recibo, y vuelta a empezar. «¿Encontró todo lo que buscaba?», me preguntaste. Se notaba que estabas harta de preguntar siempre lo mismo. En el fondo, que yo encontrara o no lo que había ido a buscar, te tenía sencillamente sin cuidado.
¿Hay alguna diferencia entre tus lunes y tus miércoles, entre tus martes y tus viernes? Para que lo sepas, los primeros críticos de la industrialización ya habían previsto todo esto, aunque pensando más en bandas transportadoras que en cajas registradoras; ellos previeron que un inmenso tedio se apoderaría pronto de los trabajadores que tuvieran la mala suerte de pasarse la vida haciendo siempre la misma cosa: ora poniéndole un botón a una camisa, ora etiquetando envases de gaseosas, pero sin la posibilidad de hacer nada más. Y, como ves, tenían razón: tú eres la prueba.
Cuando alguien dice, por ejemplo: «Todo es lo mismo», ¿no está quejándose de que sus días son iguales y que lo que hace no tiene, en el fondo, ninguna importancia? Quizá la tristeza más grande consista en esto: en descubrir que nuestro trabajo podría perfectamente hacerlo otro.
Ya en el siglo XIX, Fedor Dostoievski (1821-1881), el famoso novelista ruso, había hecho esta fina observación en uno de sus libros (La casa de los muertos): «Un día se me ocurrió la idea de que si quisiera aniquilar a un hombre, destrozarlo moralmente y castigarlo de manera tan implacable que el peor bandido temblara por sólo pensar en el castigo, bastaría dar a su trabajo un carácter de absoluta inutilidad, haciendo que resultara absurdo… El que construye ladrillos, abre zanjas, amasa yeso, enjabelga edificios puede encontrar en esto un sentido, una finalidad. Pero si a este mismo obrero se le obligara a trasladar agua de un sitio a otro, y de éste otra vez al primero, o a triturar arena, o a llevar montones de tierra de un sitio a otro para volver a transportarlos después al lugar en el que estaban en un principio, estoy persuadido de que al cabo de unos días se ahorcaría o cometería infinidad de atrocidades con el fin de merecer la muerte y escapar a tal bajeza, a semejante vergüenza y tormento».
¡Cómo enferman los trabajos absurdos! Son, a mi entender, la primera causa de los disturbios nerviosos. Contrariamente a lo que podría creerse, la mayoría de los suicidios no se cometen en Navidad, cuando todos están juntos, sino a principios de enero, cuando ya todos se han marchado y nos han dejado solos; tampoco tienen lugar en domingo, cuando uno hace en casa lo que le gusta, sino los lunes, es decir, cuando Sísifo retoma la piedra y se dirige -¡otra vez, como siempre!- a la colina del suplicio.
Cuídate de la caja, amiga mía; cuídate de ese trabajo, pero no dejándolo -¿dónde encontrarías otro?-, sino imprimiéndole tu sello personal. Defiéndete de su rutina volcando en él tus anhelos más profundos y, sobre todo, tu creatividad encantadora.
¿Qué es lo que quiero decirte? Hace poco, en una oficina, tuve la suerte ser atendido por una señorita a la que todavía recuerdo por su dulzura y amabilidad. ¡Tenía en los labios una sonrisa tal, que ya sólo verla daba gusto! Es cierto que lo que hacía podía haber sido hecho por otra, pero nadie, en ese vasto edificio, lo hacía como ella, eso te lo puedo asegurar. La prueba está en que todavía me acuerdo de su corrección con ternura y gratitud.
La cortesía y la calidez en el trato, querida cajera, no son sólo dones para los demás: son también regalos para nosotros mismos, pues nos libran de las garras de ese monstruo que ya empezó a arañarte el rostro y que se llama amargura.
Las máquinas, cuando ya no las operes, se acordarán poco de ti; cuida que te recuerden por lo menos las personas, y entonces habrás ganado la partida.
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#4 Tiempos
De éxitos y fracasos | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
La Copa Intercontinental, también conocida anteriormente como el Mundial de Clubes, es uno de los torneos más prestigiosos del fútbol mundial. Desde su creación en 1960, el torneo ha reunido a los mejores equipos de Europa y Sudamérica para disputar el título de campeón del mundo, mismo que desde hace algunos años ha tenido esa representatividad, ya que se toma en cuenta a todas las confederaciones del globo.
En cuanto a la participación mexicana en este torneo, es importante destacar que los equipos del país han tenido un papel importante en la historia del Mundial de Clubes. Aunque no han logrado conquistar el título, han demostrado ser unos de los equipos más competitivos y respetados del torneo, así como uno de los países con más participaciones en la justa.
En total, son 54 clubes los que alguna vez han jugado este torneo, equipos que provienen de 24 países distintos, siendo Brasil el que más clubes ha enviado a representar, con 11 equipos, seguido de México con 7 y Argentina con 6.
Uno de los momentos más destacados de la participación mexicana en el Mundial de Clubes fue la actuación del Club Necaxa en la edición de 2000. El equipo mexicano logró avanzar hasta la semifinal del torneo, donde se enfrentó al Vasco da Gama. Aunque finalmente perdieron el partido por 2-1, la actuación del Necaxa fue considerada como una de las mejores de un equipo mexicano en la historia del torneo.
Otro equipo con una notable participación es Tigres, que en el Mundial de Clubes del año 2021, se convirtió en el primer equipo mexicano en llegar a la final del torneo, donde se enfrentó al Bayern de Múnich. Aunque Tigres perdió la final por 1-0, su participación en el Mundial de Clubes fue considerada un éxito, ya que demostró la capacidad del equipo para competir a nivel internacional. Además, Tigres logró vencer a Palmeiras en las semifinales.
Ahora, el Pachuca participó en la edición actual del Mundial de Clubes. Lo que llamó la atención fue que el Pachuca jugó con un equipo muy joven, con varios jugadores que apenas tienen 20 años de edad. A pesar de la juventud del equipo, el Pachuca demostró ser un rival complejo, y su actuación fue destacada.
La participación mexicana en el Mundial de Clubes ha sido destacada a lo largo de la historia. Aunque no han logrado conquistar el título, los equipos mexicanos han demostrado ser unos de los más competitivos y respetados del torneo. La actuación del Pachuca en la edición actual es un ejemplo de que los equipos mexicanos pueden competir a nivel mundial, incluso con equipos jóvenes y sin mucha experiencia.
Es una lástima que el nivel de los clubes no se refleje a nivel selección, que los talentos se pierdan en el negocio de una liga que ha demostrado poder competir en cualquier nivel ante cualquier rival. Ojalá las cosas retomen el rumbo y la selección pueda ir creciendo de la mano de los clubes, en beneficio del fútbol nacional.
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#4 Tiempos
Corrido: En el IMSS un cochinero | Columna de Ana G Silva
Corredor Humanitario
La tarde del jueves 19 de diciembre se montó una manifestación por el despido de Simón Almanza, un ortopedista del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en San Luis Potosí. Mencionó que esta fue porque “alzó la voz” al ser uno de los pocos médicos que denunció la falta de insumos.
Ante medios de comunicación, declaró que el motivo de su despido fue “por pedirle a los pacientes que consiguieran su material, para resolverlo a la brevedad posible”.
Lo que no menciona es que él mismo cobraba por realizar cirugías de ortopedia infantil, además de que pedía a los padres comprar insumos en su negocio.
Esta información llegó por parte de TRES fuentes dentro del IMSS, quienes le detallaron a esta periodista que el doctor Simón tiene cuatro denuncias hechas por derechohabientes por cobrar las cirugías de ortopedia infantil.
Se preguntarán… ¿Cómo nadie lo notó? La verdad es que sí, todos sabían.
Las corruptelas del IMSS se conocen entre sus trabajadores y pocas veces realmente se dan a conocer. La verdadera razón por la que Simón Almanza era intocable es porque era el protegido de la ex delegada María Guadalupe del Rosario Garrido Rojano, involucrada en varios desfalcos dentro del instituto de salud en la entidad.
Garrido Rojano fue jefa de enseñanza del IMSS dónde conoció a Simón como su alumno; lo trae a trabajar a la Delegación en San Luis Potosí como coordinador, donde empezó a consultar pacientes, a pesar de que su puesto lo impedía…
Sí era médico, pero coordinador al fin y al cabo. No podía involucrarse con pacientes, y aún así, el doctor de quirófano que tenían en ese tiempo firmaba como el que operaba, para que no quedara registro de que Simón era el que realizaba los procedimientos.
PD. Por ahí un pajarito me llegó a contar que en su paso por la Clínica 2 del IMSS realizó algunas operaciones que solo le competen a un neurocirujano.
Tan cercano era a Garrido Rojano, que incluso se encargó de operar a Juana Mejia, ex titular de la Jefatura de Servicios de Desarrollo de Personal de la Delegación y otra trabajadora muy cercana amiga de la ex delegada, quien incurrió en el abuso de su puesto y atribuciones para ingresar a cirugía en mayo de 2023, pues nunca pasó por la lista de pacientes de ortopedia que esperaban su ingreso a una cirugía, y por un padecimiento que no sería considerado de urgencia, mismo que lleva a cualquier otro ciudadano a esperar meses para realizarse.
PD 2. El sujeto también es protegido por Raul Mario Beltran, jefe de Jurídicos que se le ha relacionado con casos de corrupción y acoso sexual, pero con todo y pruebas contundentes es inamoblible.
Aquí no se le cuestiona su calidad como médico, pues también he escuchado trabajos destacados… si no fuera por sus negocios corruptos.
Su manifestación parece indicar que se trata de un intento de derrocar a la delegada actual, Angélica Cristina Rodríguez Nester.
Y no. ¡No! Esta columna no es para respaldarla, pues también es alguien que tiene cola que le pisen.
La falta de insumos y medicinas no es ningún secreto. Mis fuentes dentro del IMSS afirmaron que sí hay desvío de recursos destinados a insumos médicos, para beneficio personal de la querida delegada, como la compra de autos nuevos. Nada que no se haya denunciado en años anteriores.
Rodríguez Nester también prioriza a sus allegados en puestos clave, dejando de lado a personal más capacitado.
Lo que me contaron es que la delegada hace enojar a los trabajadores por cosas “muy burdas”, ejemplo de ello es que no va a dejar salir a los operativos de vacaciones las próximas dos semanas, pero sí a sus amigos.
Por cierto, la delegada cree que nadie se dio cuenta que su secretaria está de vacaciones. Y el resto del personal, bien gracias.
Pero en fin, siempre es lo mismo, el IMSS sigue siendo el mismo cochinero de siempre.
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#4 Tiempos
Aliens, Sexo y Drama; Bienvenidos a la cabaña más incómoda de México | Columna de Guille Carregha
Criticaciones
La Región Salvaje es una mala película envuelta en un vestido de pretensión que da la impresión de que estás viendo algo de verdad bueno. Se plantea a sí misma como una profunda exploración de la importancia que tiene el placer para la humanidad a través de elementos de ciencia ficción, pero termina siendo una mininovela de TV Azteca aderezada con kinks de hentai de tentáculos en live action.
Esta es una película que camina por una delgada línea entre la fascinación y la frustración. Su premisa tiene el potencial de ofrecer una experiencia única. Sin embargo, el resultado final no está a la altura de sus ambiciones, dejándonos con una obra que parece más interesada en impresionar con su estilo que en profundizar en los temas que plantea.
Dando inicio al visionado y notando cómo uno de los puntos clave de la película es la aparición de un extraterrestre que es la encarnación misma del deseo, podría parecer que La Región Salvaje es algo así como la versión mexicana de Under the Skin mezclada con Shivers. Y, la neta, un poco sí. Sin embargo, a diferencia de aquellas películas, esta no tiene tan claro su enfoque. Aún cuando la dirección intenta capturar con precisión quirúrgica las dinámicas tan volátiles y complejas de género, sexualidad y violencia, no puede evitar caer en los clichés más anticuados de las novelas de las 9 de la noche.
Literalmente, a pesar de contar con la existencia de un alien cuya única función es tener sexo violento con quien se le ponga enfrente, la película insiste en enfocarse en las relaciones interpersonales de tres personas. Tenemos a Alejandra, su esposo Ángel, y su hermano Fabián, quienes ya están en medio de una vida caótica y llena de tensiones. Ninguno de ellos conoce al extraterrestre durante los primeros 30 minutos de la película. Lo importante es ver cómo Alejandra y Ángel tiene un matrimonio a medio morir que se mantiene unido solamente por la existencia de sus hijos, y darnos cuenta que tanto a Ángel como a Fabián les pareció una maravillosa idea el tener un amorío homosexual entre ellos a espaldas de Alejandra.
Y el extraterrestre, bien, gracias.
La película empieza a cuajar un poco cuando aparece Verónica en sus vidas. Su presencia no hace más que avivar las inseguridades, la culpa y la desesperación que todos ellos ya cargaban. Y cuando cada uno tiene su “encuentro cercano” con el extraño “compañero extraterrestre” de Verónica, que vive en una cabaña en el bosque, los problemas humanos parecen disiparse… aunque solo sea por un rato. Este alienígena no es cualquier monstruo, es casi la encarnación del deseo sexual más puro y primitivo: no tiene género, no tiene orientación, no tiene moral. Es una fuerza implacable que no discrimina ni razona, solo actúa.
Pero aquí viene el giro oscuro: el sexo no es el único instinto primitivo que la película pone sobre la mesa. Su hermano feo, la violencia, siempre está al acecho. Tanto los humanos como el alienígena tienen la capacidad de hacerse daño brutalmente, y en este constante tira y afloja entre deseo y agresión está el verdadero corazón de la película. Esa dicotomía entre los impulsos básicos del placer y la violencia, y la forma en que los personajes se relacionan con ellos, es lo que define esta historia.
Durante los apenas seis minutos en donde se hace referencia al extraterrestre, la película lo usa como un espejo: una herramienta que refleja las tensiones internas de los personajes y su lucha con el deseo, la represión y la autodestrucción. Es un símbolo que desnuda lo peor y lo más visceral de nuestra naturaleza. Logra incomodar, provocar y hacer preguntas importantes sobre lo que significa ser humano. Porque al final del día, no importa cuánto tratemos de escapar de nuestros impulsos básicos, siempre están ahí, acechándonos, esperando el momento para tomar el control. El alienígena funciona como una metáfora de los deseos humanos en su forma más básica, un ser que no distingue entre géneros ni orientaciones sexuales. Sin embargo, estos impulsos, en lugar de liberar a los personajes, los conducen a la autodestrucción. En ese sentido, la película parece decirnos que los deseos más profundos del ser humano siempre van acompañados de su contraparte más oscura: la violencia.
Por otro lado, los personajes humanos, aunque interpretados de forma competente por el elenco, son más planos que cualquiera de las hojas en donde se imprimió el guión. Asumo que la idea de la dirección era transmitir un aura enigmática o una sensación de desgaste emocional a través de ellos, pero a duras penas parecen ser personas que solamente saben sentir desinterés y aburrimiento – mismo que transmiten a la perfección con la audiencia. Es casi imposible sentirse identificado con cualquiera de estos seres deleznables que, más que personajes, no llegan a ser más que herramientas narrativas. La película parece más interesada en utilizarlos para ilustrar su tesis que en darles agencia o un desarrollo significativo.
Como buen producto mexicano audiovisual, La Región Salvaje no puede evitar caer en clichés y estereotipos que socavan su mensaje pero que, seguramente, creyeron eran muy interesantes y le daban otra capa de significado a la película. De entrada, la acción se sitúa en Guanajuato, donde CLARAMENTE estamos intentando hacer la dicotomía de ciudad católica panista persignada con los sucesos sexuales que acaecen a lo largo de la película. Pero en ningún momento se aprovecha eso. Solo se hace especial énfasis en mostrar que estamos en Guanajuato y… ya. La población general de la ciudad nunca se entera de nada, nadie hace mención a cómo toda choca con los valores clásicos de la religión, no hay situaciones de desventaja ante quienes se ven involucrados. Es decir, esto podría pasar en cualquier ciudad de México, real o ficticia, y nunca sería nada más que un fondo de pantalla.
Y ni hablemos de los efectos especiales. En general, el CGI utilizado aquí, sobre todo para representar los cuatro minutos de extraterrestre que nos entrega la película, está bastante bien logrado. Pero hay una escena, una escena clave a la mitad, en donde se decidió que estaría padrísimo representar una orgía de animales en el bosque y… no. Solo no. La poca tensión que estaba sintiendo hasta ese momento murió en el momento en que irrumpí en una carcajada al ver esa escena. O sea, poner muñequitos de felpa motorizados a representar la escena se hubiera visto menos barato.
En última instancia, La Región Salvaje parece más interesada en la forma que en el fondo. A pesar de sus ambiciones, la película no logra profundizar en los temas que plantea, dejando al espectador con más preguntas que respuestas. Al explorar los impulsos sexuales y la violencia, Amat Escalante intenta hacer una crítica de las relaciones humanas, pero el mensaje se diluye en una narrativa que no logra equilibrar sus elementos temáticos y estilísticos.
Más que una obra cohesionada, La Región Salvaje se siente como un experimento que plantea preguntas interesantes, pero no logra responderlas de manera satisfactoria. Su incapacidad para conectar emocionalmente con el espectador y para ofrecer una reflexión más clara sobre sus temas hace que se quede corta. Al final, lo que podría haber sido una exploración incisiva de la condición humana termina siendo una experiencia tan desconcertante como olvidable.
Y, claramente, nadie supo cómo concluir la película. Al final, cuando las cosas finalmente están escalando y parece que llegaremos a algún lugar, el guión dice “¿y si matamos a todos de una vez y vamos a créditos? ¿No estaría más padre? ¿No nos ahorraríamos tiempo y dinero?”
No.
No estuvo más padre.
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