Ciudad
Autoridades clausuran Minera San Xavier
La empresa no tenía licencia para operar ni la de cambio de uso de suelo
Por: Redacción
El Ayuntamiento de Soledad de Graciano Sánchez en coordinación con el Ayuntamiento de Cerro de San Pedro, la coordinación de Estatal de Protección Civil, la Secretaría de Ecología y Gestión Ambiental (SEGAM) clausuraron la empresa Minera San Xavier.
Dicho operativo se realizó luego de que se detectó un polígono de 134 hectáreas que está en territorio soledense y forma parte del proyecto de la Minera San Xavier, el cual operaba sin cumplir con la normatividad que establece el municipio.
Yoloxochitl Díaz López, Secretaria del Ayuntamiento de Soledad, informó que al momento la empresa sigue sin regularizar las licencias de funcionamiento y de cambio de uso de suelo, derivado de las irregularidades detectadas, se inició un procedimiento administrativo para dictar las medidas de apremio necesarias a fin de que la empresa regularice su situación con en el Ayuntamiento.
Díaz López señaló: “Ellos deben de cumplir con las autorizaciones y los permisos ante las autoridades locales, en este caso ante el municipio de Soledad, pues si bien se han acercado con Cerro de San Pedro han sido omisos en cumplir con su obligación de cambio de uso de suelo y el aviso a las autoridades del municipio de Soledad”.
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Ciudad
#Opinión | La miseria del sexo | Columna de Juan Jesús Priego
Y así acaba esta historia, que no ha hecho más que confirmar mis sospechas, a saber: que la relación sexual, por sí sola, no puede unir a dos seres que no se aman.
Columna de Juan Jesús Priego
Sucede en un cuento de Arthur Schnitzler (1862-1931), el escritor austriaco. Una vez, un joven fue invitado a asistir a un duelo en calidad de padrino de un militar de cierto rango que, al ver ofendido su honor, retó a muerte a un caballero de la alta sociedad vienesa abofeteándolo con su guante. Qué razones había para lavar con sangre esa mancha real o imaginaria, no lo sabemos, pues éstas no quedan muy claras en el relato, aunque todo parece indicar que había unas faldas de por medio, y que estas faldas eran nada menos que las de la esposa del militar.
Como decimos, el padrino nada sabía de los motivos que impulsaron al teniente Loiberger a tomar tan drástica determinación, pero tampoco quiso averiguarlas. ¿Para qué? Como se dice, cada uno sabe dónde le aprieta el zapato; y, además, ¿para qué negar que en aquellos tiempos remotos la gente se mataba entre ella por los motivos más banales y fútiles? «El hecho –dice el narrador de esta historia, es decir, el padrino- de que en ciertos círculos tuviera que contarse con la posibilidad o incluso con la inevitabilidad de los duelos, ya sólo esto, créame, daba a la vida social una cierta dignidad o, al menos, un cierto estilo. Y a las personas de estos círculos, incluso a las más insignificantes o ridículas, les prestaba la apariencia de una continua disposición a la muerte, aun cuando a usted esta expresión le parezca, utilizada en este contexto, demasiado rimbombante».
Digámoslo ahora con nuestras palabras: en aquellos tiempos, batirse a muerte con adversarios verdadero o ficticios era una moda tan extendida, sobre todo entre las clases superiores, que nuestro joven narrador ni siquiera se extrañó cuando el teniente Loiberger solicitó amablemente su padrinazgo. Además, ¿no era ésta la séptima u octava vez que un caballero ofendido le pedía exactamente la misma cosa? Sin embargo, es necesario abreviar, y lo haremos diciendo cuanto antes que el muerto, allí, fue precisamente el señor Loiberger, que cayó al suelo con cierta elegancia y sin demasiados aspavientos a causa de una bala que vino a incrustársele a la altura del corazón. Se llevó la mano al pecho, lanzó un suspiro hondo, se tendió en la hierba como quien se dispone a permanecer en esa postura un tiempo muy largo y murió en el acto.
Una autoridad municipal dio fe del deceso –también sin demasiados aspavientos- y el día transcurrió como de costumbre, cual si en realidad nada grave hubiese acontecido. Sin embargo, un problema quedaba sin resolver, y era que la viuda, que vivía en la capital, es decir, en Viena, debía enterarse de la muerte de su marido. ¡Claro, era necesario decírselo, y cuanto antes mejor! ¿Y quién iba a encargarse de tan desagradable tarea? El padrino, naturalmente, que para eso estaba. Y allá va nuestro narrador. Frau Agathe, la esposa del señor Loiberger, lo recibe amablemente y lo hace pasar al recibidor. En realidad nunca en su vida había visto ella a este hombre, pero no le parece feo y hasta le invita una copa…
¡Dios mío, qué bella era Frau Agathe! Su rostro resplandecía como una hoguera encendida. Ahora bien, ¿para qué ponerse a hablar ahora, precisamente ahora, de cosas tan tristes como son las que se refieren a la muerte? Ya lo haría después; por el momento era preciso beber otra copa y disfrutar el momento. Frau Agathe se veía incluso feliz. ¿Para qué romper el hechizo? Entonces el visitante se puso a hablar con la joven viuda –ella aún no sabía que lo era- de cosas que nunca sabremos. Y tanto hablaron y hablaron, y tanto se gustaron el uno al otro que pronto, sin que nadie supiera cómo ni cuándo, ya estaban los dos tomados de la mano en la alcoba de ella. ¡Oh, no se habían reunido allí para entregarse a la práctica de ejercicios piadosos! Y pasó el tiempo. Cuando el visitante despertó por fin, pudo recordar como entre sueños que había venido a esta casa a cumplir una misión. ¿Cuál era ésta? Trataba de recordarlo. ¡Ah, sí, decirle a Frau Agathe que su marido había muerto en la vecina ciudad de Ischl, en el transcurso de un duelo, precisamente!… Aún no salía completamente de su modorra cuando oyeron ambos a lo lejos un ruido de pasos. Quien llegaba era el doctor Mülling, amigo de la familia, para preguntar a la señora si ya se había enterado de la triste noticia. Cuando la supo, la mujer se deshizo en llanto y pidió ver cuanto antes el cuerpo de su marido.
«Desde entonces –cuenta el narrador- no me dirigió ni una palabra… Efectivamente, aquella misma tarde partió sola y a la mañana siguiente condujo el cadáver a Viena. Al otro día tuvo lugar el entierro al que, por supuesto, asistí… Muchos años después nos encontramos en una reunión social. Mientras tanto se había casado de nuevo. Nadie que nos hubiera visto hablar habría adivinado que nos unía una profunda vivencia común. Pero, ¿realmente nos unía? Yo mismo habría podido considerar aquella estival y tranquila, misteriosa y, con todo, feliz hora como un sueño que sólo yo había soñado: tan clara, tan sin recuerdos, tan inocentemente profundizó su mirada en la mía».
Y así acaba esta historia, que no ha hecho más que confirmar mis sospechas, a saber: que la relación sexual, por sí sola, no puede unir a dos seres que no se aman. Hoy es común, o casi, afirmar que las relaciones sexuales son como el termómetro del amor, de manera que nada puede esperarse de dos seres que no saben -o no pueden- hacerse gozar el uno al otro. Hay quien dice, además, que para enamorarse de una persona antes hay que haberse acostado con ella. Pero esto es falso, pues las cosas, por lo regular, suceden exactamente al revés. Así como los milagros no producen la fe, sino que es más bien la fe la que produce los milagros, así habría que decir también que las relaciones sexuales no producen el amor, sino que, a lo más, cuando éste ya existe sólo lo alimentan. Los que no se amaban antes de ir juntos a la cama, no se amarán más cuando hayan regresado de ella, y hasta es posible en algunos casos que terminen queriéndose menos. Los cuerpos podrán acoplarse todo lo que quieran, pero, si las almas están lejos, entonces no hay nada que hacer.
Me decía hace poco un joven hablándome de su novia, con la que tenía ya estas relaciones y con quien acababa de romper: «Quizá deje más material para el recuerdo una tarde viendo juntos el crepúsculo que una relación sexual». Claro, claro. ¿Podría decirse mejor? He aquí la miseria del sexo.
Ciudad
Reconoce Aradillas labor de Guardia Municipal en Pozos
Durante el acto conmemorativo, la concejal destacó la valentía y vocación de servicio de quienes que forman parte de la corporación
Por: Redacción
En el marco del Día del Policía, el Gobierno Municipal de Villa de Pozos reconoció la labor, entrega y compromiso de los más de 80 elementos que integran la Guardia Civil Municipal, quienes día a día trabajan para salvaguardar la seguridad y el bienestar de las familias poceñas.
Durante el acto conmemorativo, la presidenta concejal Patricia Aradillas
destacó la valentía y vocación de servicio de los hombres y mujeres que forman parte de la corporación. Señaló que este reconocimiento representa un merecido homenaje a quienes, con responsabilidad y honor, se dedican a resguardar la tranquilidad de la localidad.Asimismo, el titular de la Dirección de la Guardia Civil Municipal, David Valdivia Carranza, r
esaltó que ser policía implica enfrentar desafíos complejos y tomar decisiones importantes en beneficio de la sociedad, lo que exige preparación constante, disciplina y un profundo sentido ético.Finalmente, Valdivia Carranza enfatizó que esta fecha no debe ser solo un día de celebración, sino una oportunidad para renovar los votos de servicio, exhortando a los elementos a actuar siempre bajo el marco de la ley, con respeto a los derechos humanos y con el compromiso de servir con honor a Villa de Pozos.
Ciudad
En el “Domingo de Pilas”, Enrique Galindo exhorta a no utilizar pirotecnia
El alcalde destacó que esta campaña busca sensibilizar a la población sobre los riesgos que implica el uso de pirotecnia
Por: Redacción
El alcalde de San Luis Potosí, Enrique Galindo Ceballos, encabezó una nueva edición del programa “Domingo de Pilas” en el jardín comunitario ubicado en la lateral de Salvador Nava y la calle Andrés de Vera, en la colonia Himno Nacional 2ª sección, donde se realizaron acciones de recuperación integral del espacio público en beneficio de las familias de la zona.
Durante la jornada se llevaron a cabo labores de limpieza, retiro de maleza y residuos sólidos, poda de árboles y trabajos de remozamiento que permitieron mejorar la imagen urbana y generar un entorno más seguro, funcional y digno para la convivencia comunitaria.
En este mismo marco, el edil entregó premios a niñas y niños que participan en la campaña “Los cuetes no son tus cuates”, quienes recibieron playeras donadas por el Club Atlético San Luis,
equipo de la Liga MX, como reconocimiento a su participación activa en la promoción de mensajes preventivos.
El alcalde destacó que esta campaña busca sensibilizar a la población, especialmente durante las fiestas decembrinas, sobre los riesgos que implica el uso de pirotecnia, y exhortó a la ciudadanía a evitar en lo posible su utilización para proteger la integridad de niñas, niños, adultos mayores, mascotas y personas con discapacidad.
Asimismo, se anunció la colocación de carteles elaborados por las y los menores en el espacio recuperado, como parte de las acciones de concientización comunitaria y apropiación positiva del entorno.
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