#4 Tiempos
American Wedding o “la peor película que he visto en años” | Columna de Guille Carregha
Criticaciones
En un esfuerzo por variar la temática de estas columnas, procederé a no hablar mal de una película mexicana de la que posiblemente nunca hayan oído hablar, para enfocarme en un bodrio estadounidense del que es más probable que sí tengan conocimiento. Pero, primero, un simpático párrafo para ponernos en contexto.
La serie de películas de American Pie es, sin duda, un artefacto de su tiempo. Algunas personas dirán que deberían quedarse ahí y no salir. La primera película salió en 1999 y, entre la selección musical de puras bandas de pop punk californianas y varios chistes bastante problemáticos, como la “hilarante” idea de transmitir a través de internet a una mujer desnuda sin su consentimiento, se podría decir que eso de envejecer con gracia no le salió muy bien. O sea, sí, mucho de lo ahí presentado mucha raza dirá que era “normal en aquella época”, pero la verdad es que ya era bastante cuestionable de entrada, solo que socialmente muy poca gente se atrevía a decir en voz alta que aquello no estaba chido. Pero si las vemos recordando que 1999, y los subsecuentes 2000es fueron la época cringe de la humanidad, pues están como cotorras.
Por mi parte, yo le tengo cero cariño nostálgico a la saga. De entrada, no tuve la oportunidad de conocer a la serie en su época dorada porque, además de que no se me permitía ver “esas películas peladas” a mi tierna edad de 11 años, no fue sino hasta 2014 que me di el tiempo de ver American Pie por primera vez. Y, efectivamente, me pareció que estaba cotorra. Y, pues ya. Me la pasé bien, me dio grima al por mayor en varios momentos, pero daba la impresión de que la película tenía el corazón en el lugar correcto. Solo que su corazón era problemático y un poco misógino. Pero, ahí estaba, más o menos bien puesto.
Ahora, existe un señor relativamente famoso en el mundo de la existencia humana, un tal Bob Dylan. Este señor de quien se pueden decir muchas cosas, excepto que tiene una voz angelical, en algún momento de la vida decidió tener un hijo. Posiblemente tuvo más, pero el que nos interesa es un sujeto llamado Jesse Dylan, quien decidió aventurarse a ser director de cine por un período de 5 años – entre sus obras maestras, se encuentra la tercera parte de American Pie, American Wedding.
A juzgar por lo que se ve en esta película, puedo asegurar que Jesse Dylan tiene cero sensibilidad artística y, claramente, la única razón por la que consiguió obtener el puesto de director en este bodrio es por resaltar su apellido con un marca textos amarillo en su currículum y porque la productora pensó que sería una excelente herramienta de publicidad el decir que el hijo de Bob Dylan se encargaría de cerrar la trilogía de American Pie.
Hacer películas de comedia es complicado. Aunque parezca que el punto es sólo agarrar una cámara y grabar idiotez y media para después fingir que hay una historia que une todos los gags que tienes en la memoria de la cámara, lo cierto es que hay que tener un sentido innato de ritmo, una capacidad de dejar a los chistes respirar lo suficiente como para que sean entretenidos, pero no tanto como para que se desinflen en un triste intento de hacer reír a la gente. O sea, no es nomás llegar y poner doscientos momentos que te hagan decir “LOL qué random” o “jojo qué políticamente incorrecto jojo” y cobrar tu cheque.
O sea, Jesse Dylan hizo exactamente eso, pero se supone que no es así.
De entrada, alguien tomó la terrible decisión de hacer que, en una película basada enteramente en el matrimonio del personaje principal de las dos películas anteriores de la serie, el protagonista de esta “aventura” sería el sujeto que EXPLÍCITAMENTE se nos dijo varias veces que nadie quería y a quien nadie consideraba un amigo, el ente que desde el principio fue creado para ser un personaje incidental cuya única descripción era ser “extremadamente desagradable y malhablado”; Stifler. Literalmente hay varios diá logos en las otras entradas de la serie donde los personajes dicen “Solo aguantamos su presencia para poder ser invitados a sus fiestas ”. Nadie tiene momentos íntimos con él, siempre se quejan de los problemas innecesarios en los que los mete, y es el ejemplo de ser despreciable que todos los personajes de las películas usan como base para saber cómo no ser. La primera película termina en que los personajes principales se dan cuenta que intentar ser como Stifler es una de las misiones de vida más tristes que podrían haberse puesto a sí mismos.
Y, entonces, él se convierte en el personaje principal de la tercera entrega de American Pie. De hecho, es el único personaje en todo este bodrio que tiene algo similar a un arco, y este arco es “ten piedad del pobre Stifler, supuestamente tiene un buen corazón aunque nunca lo ha demostrado y desde siempre lo único que le ha importado es tener sexo con todo lo que se mueva y ser genial – pero también es un humano complejo que, no sé, tiene la capacidad de amar o una pendejada así”. DENTRO DE UNA PELÍCULA QUE ESPECÍFICAMENTE HACE ALUSIÓN A LA BODA DE OTROS DOS PERSONAJES EN SU TÍTULO . No, no. Stifler. Ese es quien nos interesa.
Bueh, al menos hace algo más que Kevin quien está ahí por obligaciones contractuales para con el actor, pero que, si no estuviera en la película, la película no cambiaría en absoluto.
Y, el monstruo de espagueti espacial bendiga a Sean William Scott, quien tiene la capacidad de ser muy querible y hacer de personajes interesantes en otras películas, pero que no ha tenido la mejor de las suertes con su filmografía, pero aquí hace un pésimo trabajo. Y culpo enteramente a Jesse Dylan y su inhabilidad innata de entender qué es un chiste o cómo contarlo. La culpa es de él por no saber dirigirlo, no de Sean por no saber actuar.
Durante los tortuosos 100 minutos en donde te obligan a “disfrutar de las locuras de Stifler” cuando podrías estar, no sé, viendo el screensaver de Roku y pasártela mil veces mejor, lo único que puedes ver es a un señor adulto intentando aparentar que es uno más de la chaviza. Lo único que Sean William Scott hace es exageras sus expresiones faciales a niveles inimaginables para ser “gracioso”, mientras imposta la voz como estudiante de comunicación inseguro que cree que debe tener un tipo de dicción específica para “tener voz de locutor”. O sea, no es como si parte de la personalidad de Stifler nunca haya sido “muevo la cara bien chistoso cuando digo idioteces”, pero, cuando antes era un “oh, mira, el personaje cree que eso lo hace ser más querible e interesante”, aquí de verdad es un “¿por qué ese señor arrugado está pretendiendo que tiene 19 años y mueve sus arrugas de maneras inhumanas?” Da pena ajena. Pero, mucha. Me sentía mal por él. No podía dejar de pensar cosas como “¿tantas deudas tiene que se tuvo que rebajar a esto?” y me preocupaba por su salud financiera.
Como si eso no fuera poco, uno de los set pieces principales es cuando Stifler entra a un bar. Pero, esperen, es divertido, ¡porque es un BAR GAY! ¡Y ÉL NO SABE LO QUE ES UN BAR GAY! ¡EN 2004! ¡UN AÑO DESPUÉS DE QUE SE HICIERA POPULAR LA CANCIÓN GAY BAR DE ELECTRIC SIX! ¡NO ES ACASO LO MÁS HILARANTE!
Ese es el nivel de comedia que tenemos aquí, gente. Y, de nuevo, no es como si chistes como “¿a poco no estaría cagado que blink-182 estuviera en la computadora viendo un stream con un changuito en el hombro?” fueran grandes ejemplos de humor inteligente en las otras películas de la serie, pero por lo menos se tomaban la decencia de no durar 9 minutos.
Al final, después de, obviamente ser la causa principal de arruinar una boda que, no sé, podría haber sido un evento interesante en donde ver cómo los personajes principales maduran respecto a tener que ser adultos, dejando de lado sus ideales infantiles e intentando ver de qué manera van a navegar a través de sus vidas independientes, Stifler soluciona todo con un acto exagerado, improbable y que no balancea en absoluto todo el mal que realizó de manera consciente a lo largo de la película. Pero se esforzó. Así que, podemos concluir que es bueno. Y, por lo tanto, muy querible. Y se merece todas las recompensas materiales que el filme le quiera entregar. Como conseguir que la chica a la que estuvo manipulando durante toda la película para tener sexo le diga que, al final, si lo quiere.
No sé si el terrible guión que se armaron para este bodrio podría haber sido salvado por un mejor director, pero, definitivamente, Jesse Dylan no aportó nada positivo a la película. Qué bueno que ya se dio cuenta que no tiene habilidad para dirigir comedias y se convirtió en un productor más. Ojalá no le de una crisis de mediana edad y quiera volver.
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#4 Tiempos
De éxitos y fracasos | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
La Copa Intercontinental, también conocida anteriormente como el Mundial de Clubes, es uno de los torneos más prestigiosos del fútbol mundial. Desde su creación en 1960, el torneo ha reunido a los mejores equipos de Europa y Sudamérica para disputar el título de campeón del mundo, mismo que desde hace algunos años ha tenido esa representatividad, ya que se toma en cuenta a todas las confederaciones del globo.
En cuanto a la participación mexicana en este torneo, es importante destacar que los equipos del país han tenido un papel importante en la historia del Mundial de Clubes. Aunque no han logrado conquistar el título, han demostrado ser unos de los equipos más competitivos y respetados del torneo, así como uno de los países con más participaciones en la justa.
En total, son 54 clubes los que alguna vez han jugado este torneo, equipos que provienen de 24 países distintos, siendo Brasil el que más clubes ha enviado a representar, con 11 equipos, seguido de México con 7 y Argentina con 6.
Uno de los momentos más destacados de la participación mexicana en el Mundial de Clubes fue la actuación del Club Necaxa en la edición de 2000. El equipo mexicano logró avanzar hasta la semifinal del torneo, donde se enfrentó al Vasco da Gama. Aunque finalmente perdieron el partido por 2-1, la actuación del Necaxa fue considerada como una de las mejores de un equipo mexicano en la historia del torneo.
Otro equipo con una notable participación es Tigres, que en el Mundial de Clubes del año 2021, se convirtió en el primer equipo mexicano en llegar a la final del torneo, donde se enfrentó al Bayern de Múnich. Aunque Tigres perdió la final por 1-0, su participación en el Mundial de Clubes fue considerada un éxito, ya que demostró la capacidad del equipo para competir a nivel internacional. Además, Tigres logró vencer a Palmeiras en las semifinales.
Ahora, el Pachuca participó en la edición actual del Mundial de Clubes. Lo que llamó la atención fue que el Pachuca jugó con un equipo muy joven, con varios jugadores que apenas tienen 20 años de edad. A pesar de la juventud del equipo, el Pachuca demostró ser un rival complejo, y su actuación fue destacada.
La participación mexicana en el Mundial de Clubes ha sido destacada a lo largo de la historia. Aunque no han logrado conquistar el título, los equipos mexicanos han demostrado ser unos de los más competitivos y respetados del torneo. La actuación del Pachuca en la edición actual es un ejemplo de que los equipos mexicanos pueden competir a nivel mundial, incluso con equipos jóvenes y sin mucha experiencia.
Es una lástima que el nivel de los clubes no se refleje a nivel selección, que los talentos se pierdan en el negocio de una liga que ha demostrado poder competir en cualquier nivel ante cualquier rival. Ojalá las cosas retomen el rumbo y la selección pueda ir creciendo de la mano de los clubes, en beneficio del fútbol nacional.
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#4 Tiempos
Corrido: En el IMSS un cochinero | Columna de Ana G Silva
Corredor Humanitario
La tarde del jueves 19 de diciembre se montó una manifestación por el despido de Simón Almanza, un ortopedista del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en San Luis Potosí. Mencionó que esta fue porque “alzó la voz” al ser uno de los pocos médicos que denunció la falta de insumos.
Ante medios de comunicación, declaró que el motivo de su despido fue “por pedirle a los pacientes que consiguieran su material, para resolverlo a la brevedad posible”.
Lo que no menciona es que él mismo cobraba por realizar cirugías de ortopedia infantil, además de que pedía a los padres comprar insumos en su negocio.
Esta información llegó por parte de TRES fuentes dentro del IMSS, quienes le detallaron a esta periodista que el doctor Simón tiene cuatro denuncias hechas por derechohabientes por cobrar las cirugías de ortopedia infantil.
Se preguntarán… ¿Cómo nadie lo notó? La verdad es que sí, todos sabían.
Las corruptelas del IMSS se conocen entre sus trabajadores y pocas veces realmente se dan a conocer. La verdadera razón por la que Simón Almanza era intocable es porque era el protegido de la ex delegada María Guadalupe del Rosario Garrido Rojano, involucrada en varios desfalcos dentro del instituto de salud en la entidad.
Garrido Rojano fue jefa de enseñanza del IMSS dónde conoció a Simón como su alumno; lo trae a trabajar a la Delegación en San Luis Potosí como coordinador, donde empezó a consultar pacientes, a pesar de que su puesto lo impedía…
Sí era médico, pero coordinador al fin y al cabo. No podía involucrarse con pacientes, y aún así, el doctor de quirófano que tenían en ese tiempo firmaba como el que operaba, para que no quedara registro de que Simón era el que realizaba los procedimientos.
PD. Por ahí un pajarito me llegó a contar que en su paso por la Clínica 2 del IMSS realizó algunas operaciones que solo le competen a un neurocirujano.
Tan cercano era a Garrido Rojano, que incluso se encargó de operar a Juana Mejia, ex titular de la Jefatura de Servicios de Desarrollo de Personal de la Delegación y otra trabajadora muy cercana amiga de la ex delegada, quien incurrió en el abuso de su puesto y atribuciones para ingresar a cirugía en mayo de 2023, pues nunca pasó por la lista de pacientes de ortopedia que esperaban su ingreso a una cirugía, y por un padecimiento que no sería considerado de urgencia, mismo que lleva a cualquier otro ciudadano a esperar meses para realizarse.
PD 2. El sujeto también es protegido por Raul Mario Beltran, jefe de Jurídicos que se le ha relacionado con casos de corrupción y acoso sexual, pero con todo y pruebas contundentes es inamoblible.
Aquí no se le cuestiona su calidad como médico, pues también he escuchado trabajos destacados… si no fuera por sus negocios corruptos.
Su manifestación parece indicar que se trata de un intento de derrocar a la delegada actual, Angélica Cristina Rodríguez Nester.
Y no. ¡No! Esta columna no es para respaldarla, pues también es alguien que tiene cola que le pisen.
La falta de insumos y medicinas no es ningún secreto. Mis fuentes dentro del IMSS afirmaron que sí hay desvío de recursos destinados a insumos médicos, para beneficio personal de la querida delegada, como la compra de autos nuevos. Nada que no se haya denunciado en años anteriores.
Rodríguez Nester también prioriza a sus allegados en puestos clave, dejando de lado a personal más capacitado.
Lo que me contaron es que la delegada hace enojar a los trabajadores por cosas “muy burdas”, ejemplo de ello es que no va a dejar salir a los operativos de vacaciones las próximas dos semanas, pero sí a sus amigos.
Por cierto, la delegada cree que nadie se dio cuenta que su secretaria está de vacaciones. Y el resto del personal, bien gracias.
Pero en fin, siempre es lo mismo, el IMSS sigue siendo el mismo cochinero de siempre.
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#4 Tiempos
Aliens, Sexo y Drama; Bienvenidos a la cabaña más incómoda de México | Columna de Guille Carregha
Criticaciones
La Región Salvaje es una mala película envuelta en un vestido de pretensión que da la impresión de que estás viendo algo de verdad bueno. Se plantea a sí misma como una profunda exploración de la importancia que tiene el placer para la humanidad a través de elementos de ciencia ficción, pero termina siendo una mininovela de TV Azteca aderezada con kinks de hentai de tentáculos en live action.
Esta es una película que camina por una delgada línea entre la fascinación y la frustración. Su premisa tiene el potencial de ofrecer una experiencia única. Sin embargo, el resultado final no está a la altura de sus ambiciones, dejándonos con una obra que parece más interesada en impresionar con su estilo que en profundizar en los temas que plantea.
Dando inicio al visionado y notando cómo uno de los puntos clave de la película es la aparición de un extraterrestre que es la encarnación misma del deseo, podría parecer que La Región Salvaje es algo así como la versión mexicana de Under the Skin mezclada con Shivers. Y, la neta, un poco sí. Sin embargo, a diferencia de aquellas películas, esta no tiene tan claro su enfoque. Aún cuando la dirección intenta capturar con precisión quirúrgica las dinámicas tan volátiles y complejas de género, sexualidad y violencia, no puede evitar caer en los clichés más anticuados de las novelas de las 9 de la noche.
Literalmente, a pesar de contar con la existencia de un alien cuya única función es tener sexo violento con quien se le ponga enfrente, la película insiste en enfocarse en las relaciones interpersonales de tres personas. Tenemos a Alejandra, su esposo Ángel, y su hermano Fabián, quienes ya están en medio de una vida caótica y llena de tensiones. Ninguno de ellos conoce al extraterrestre durante los primeros 30 minutos de la película. Lo importante es ver cómo Alejandra y Ángel tiene un matrimonio a medio morir que se mantiene unido solamente por la existencia de sus hijos, y darnos cuenta que tanto a Ángel como a Fabián les pareció una maravillosa idea el tener un amorío homosexual entre ellos a espaldas de Alejandra.
Y el extraterrestre, bien, gracias.
La película empieza a cuajar un poco cuando aparece Verónica en sus vidas. Su presencia no hace más que avivar las inseguridades, la culpa y la desesperación que todos ellos ya cargaban. Y cuando cada uno tiene su “encuentro cercano” con el extraño “compañero extraterrestre” de Verónica, que vive en una cabaña en el bosque, los problemas humanos parecen disiparse… aunque solo sea por un rato. Este alienígena no es cualquier monstruo, es casi la encarnación del deseo sexual más puro y primitivo: no tiene género, no tiene orientación, no tiene moral. Es una fuerza implacable que no discrimina ni razona, solo actúa.
Pero aquí viene el giro oscuro: el sexo no es el único instinto primitivo que la película pone sobre la mesa. Su hermano feo, la violencia, siempre está al acecho. Tanto los humanos como el alienígena tienen la capacidad de hacerse daño brutalmente, y en este constante tira y afloja entre deseo y agresión está el verdadero corazón de la película. Esa dicotomía entre los impulsos básicos del placer y la violencia, y la forma en que los personajes se relacionan con ellos, es lo que define esta historia.
Durante los apenas seis minutos en donde se hace referencia al extraterrestre, la película lo usa como un espejo: una herramienta que refleja las tensiones internas de los personajes y su lucha con el deseo, la represión y la autodestrucción. Es un símbolo que desnuda lo peor y lo más visceral de nuestra naturaleza. Logra incomodar, provocar y hacer preguntas importantes sobre lo que significa ser humano. Porque al final del día, no importa cuánto tratemos de escapar de nuestros impulsos básicos, siempre están ahí, acechándonos, esperando el momento para tomar el control. El alienígena funciona como una metáfora de los deseos humanos en su forma más básica, un ser que no distingue entre géneros ni orientaciones sexuales. Sin embargo, estos impulsos, en lugar de liberar a los personajes, los conducen a la autodestrucción. En ese sentido, la película parece decirnos que los deseos más profundos del ser humano siempre van acompañados de su contraparte más oscura: la violencia.
Por otro lado, los personajes humanos, aunque interpretados de forma competente por el elenco, son más planos que cualquiera de las hojas en donde se imprimió el guión. Asumo que la idea de la dirección era transmitir un aura enigmática o una sensación de desgaste emocional a través de ellos, pero a duras penas parecen ser personas que solamente saben sentir desinterés y aburrimiento – mismo que transmiten a la perfección con la audiencia. Es casi imposible sentirse identificado con cualquiera de estos seres deleznables que, más que personajes, no llegan a ser más que herramientas narrativas. La película parece más interesada en utilizarlos para ilustrar su tesis que en darles agencia o un desarrollo significativo.
Como buen producto mexicano audiovisual, La Región Salvaje no puede evitar caer en clichés y estereotipos que socavan su mensaje pero que, seguramente, creyeron eran muy interesantes y le daban otra capa de significado a la película. De entrada, la acción se sitúa en Guanajuato, donde CLARAMENTE estamos intentando hacer la dicotomía de ciudad católica panista persignada con los sucesos sexuales que acaecen a lo largo de la película. Pero en ningún momento se aprovecha eso. Solo se hace especial énfasis en mostrar que estamos en Guanajuato y… ya. La población general de la ciudad nunca se entera de nada, nadie hace mención a cómo toda choca con los valores clásicos de la religión, no hay situaciones de desventaja ante quienes se ven involucrados. Es decir, esto podría pasar en cualquier ciudad de México, real o ficticia, y nunca sería nada más que un fondo de pantalla.
Y ni hablemos de los efectos especiales. En general, el CGI utilizado aquí, sobre todo para representar los cuatro minutos de extraterrestre que nos entrega la película, está bastante bien logrado. Pero hay una escena, una escena clave a la mitad, en donde se decidió que estaría padrísimo representar una orgía de animales en el bosque y… no. Solo no. La poca tensión que estaba sintiendo hasta ese momento murió en el momento en que irrumpí en una carcajada al ver esa escena. O sea, poner muñequitos de felpa motorizados a representar la escena se hubiera visto menos barato.
En última instancia, La Región Salvaje parece más interesada en la forma que en el fondo. A pesar de sus ambiciones, la película no logra profundizar en los temas que plantea, dejando al espectador con más preguntas que respuestas. Al explorar los impulsos sexuales y la violencia, Amat Escalante intenta hacer una crítica de las relaciones humanas, pero el mensaje se diluye en una narrativa que no logra equilibrar sus elementos temáticos y estilísticos.
Más que una obra cohesionada, La Región Salvaje se siente como un experimento que plantea preguntas interesantes, pero no logra responderlas de manera satisfactoria. Su incapacidad para conectar emocionalmente con el espectador y para ofrecer una reflexión más clara sobre sus temas hace que se quede corta. Al final, lo que podría haber sido una exploración incisiva de la condición humana termina siendo una experiencia tan desconcertante como olvidable.
Y, claramente, nadie supo cómo concluir la película. Al final, cuando las cosas finalmente están escalando y parece que llegaremos a algún lugar, el guión dice “¿y si matamos a todos de una vez y vamos a créditos? ¿No estaría más padre? ¿No nos ahorraríamos tiempo y dinero?”
No.
No estuvo más padre.
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