#4 Tiempos
American Wedding o “la peor película que he visto en años” | Columna de Guille Carregha
Criticaciones
En un esfuerzo por variar la temática de estas columnas, procederé a no hablar mal de una película mexicana de la que posiblemente nunca hayan oído hablar, para enfocarme en un bodrio estadounidense del que es más probable que sí tengan conocimiento. Pero, primero, un simpático párrafo para ponernos en contexto.
La serie de películas de American Pie es, sin duda, un artefacto de su tiempo. Algunas personas dirán que deberían quedarse ahí y no salir. La primera película salió en 1999 y, entre la selección musical de puras bandas de pop punk californianas y varios chistes bastante problemáticos, como la “hilarante” idea de transmitir a través de internet a una mujer desnuda sin su consentimiento, se podría decir que eso de envejecer con gracia no le salió muy bien. O sea, sí, mucho de lo ahí presentado mucha raza dirá que era “normal en aquella época”, pero la verdad es que ya era bastante cuestionable de entrada, solo que socialmente muy poca gente se atrevía a decir en voz alta que aquello no estaba chido. Pero si las vemos recordando que 1999, y los subsecuentes 2000es fueron la época cringe de la humanidad, pues están como cotorras.
Por mi parte, yo le tengo cero cariño nostálgico a la saga. De entrada, no tuve la oportunidad de conocer a la serie en su época dorada porque, además de que no se me permitía ver “esas películas peladas” a mi tierna edad de 11 años, no fue sino hasta 2014 que me di el tiempo de ver American Pie por primera vez. Y, efectivamente, me pareció que estaba cotorra. Y, pues ya. Me la pasé bien, me dio grima al por mayor en varios momentos, pero daba la impresión de que la película tenía el corazón en el lugar correcto. Solo que su corazón era problemático y un poco misógino. Pero, ahí estaba, más o menos bien puesto.
Ahora, existe un señor relativamente famoso en el mundo de la existencia humana, un tal Bob Dylan. Este señor de quien se pueden decir muchas cosas, excepto que tiene una voz angelical, en algún momento de la vida decidió tener un hijo. Posiblemente tuvo más, pero el que nos interesa es un sujeto llamado Jesse Dylan, quien decidió aventurarse a ser director de cine por un período de 5 años – entre sus obras maestras, se encuentra la tercera parte de American Pie, American Wedding.
A juzgar por lo que se ve en esta película, puedo asegurar que Jesse Dylan tiene cero sensibilidad artística y, claramente, la única razón por la que consiguió obtener el puesto de director en este bodrio es por resaltar su apellido con un marca textos amarillo en su currículum y porque la productora pensó que sería una excelente herramienta de publicidad el decir que el hijo de Bob Dylan se encargaría de cerrar la trilogía de American Pie.
Hacer películas de comedia es complicado. Aunque parezca que el punto es sólo agarrar una cámara y grabar idiotez y media para después fingir que hay una historia que une todos los gags que tienes en la memoria de la cámara, lo cierto es que hay que tener un sentido innato de ritmo, una capacidad de dejar a los chistes respirar lo suficiente como para que sean entretenidos, pero no tanto como para que se desinflen en un triste intento de hacer reír a la gente. O sea, no es nomás llegar y poner doscientos momentos que te hagan decir “LOL qué random” o “jojo qué políticamente incorrecto jojo” y cobrar tu cheque.
O sea, Jesse Dylan hizo exactamente eso, pero se supone que no es así.
De entrada, alguien tomó la terrible decisión de hacer que, en una película basada enteramente en el matrimonio del personaje principal de las dos películas anteriores de la serie, el protagonista de esta “aventura” sería el sujeto que EXPLÍCITAMENTE se nos dijo varias veces que nadie quería y a quien nadie consideraba un amigo, el ente que desde el principio fue creado para ser un personaje incidental cuya única descripción era ser “extremadamente desagradable y malhablado”; Stifler. Literalmente hay varios diá logos en las otras entradas de la serie donde los personajes dicen “Solo aguantamos su presencia para poder ser invitados a sus fiestas ”. Nadie tiene momentos íntimos con él, siempre se quejan de los problemas innecesarios en los que los mete, y es el ejemplo de ser despreciable que todos los personajes de las películas usan como base para saber cómo no ser. La primera película termina en que los personajes principales se dan cuenta que intentar ser como Stifler es una de las misiones de vida más tristes que podrían haberse puesto a sí mismos.
Y, entonces, él se convierte en el personaje principal de la tercera entrega de American Pie. De hecho, es el único personaje en todo este bodrio que tiene algo similar a un arco, y este arco es “ten piedad del pobre Stifler, supuestamente tiene un buen corazón aunque nunca lo ha demostrado y desde siempre lo único que le ha importado es tener sexo con todo lo que se mueva y ser genial – pero también es un humano complejo que, no sé, tiene la capacidad de amar o una pendejada así”. DENTRO DE UNA PELÍCULA QUE ESPECÍFICAMENTE HACE ALUSIÓN A LA BODA DE OTROS DOS PERSONAJES EN SU TÍTULO . No, no. Stifler. Ese es quien nos interesa.
Bueh, al menos hace algo más que Kevin quien está ahí por obligaciones contractuales para con el actor, pero que, si no estuviera en la película, la película no cambiaría en absoluto.
Y, el monstruo de espagueti espacial bendiga a Sean William Scott, quien tiene la capacidad de ser muy querible y hacer de personajes interesantes en otras películas, pero que no ha tenido la mejor de las suertes con su filmografía, pero aquí hace un pésimo trabajo. Y culpo enteramente a Jesse Dylan y su inhabilidad innata de entender qué es un chiste o cómo contarlo. La culpa es de él por no saber dirigirlo, no de Sean por no saber actuar.
Durante los tortuosos 100 minutos en donde te obligan a “disfrutar de las locuras de Stifler” cuando podrías estar, no sé, viendo el screensaver de Roku y pasártela mil veces mejor, lo único que puedes ver es a un señor adulto intentando aparentar que es uno más de la chaviza. Lo único que Sean William Scott hace es exageras sus expresiones faciales a niveles inimaginables para ser “gracioso”, mientras imposta la voz como estudiante de comunicación inseguro que cree que debe tener un tipo de dicción específica para “tener voz de locutor”. O sea, no es como si parte de la personalidad de Stifler nunca haya sido “muevo la cara bien chistoso cuando digo idioteces”, pero, cuando antes era un “oh, mira, el personaje cree que eso lo hace ser más querible e interesante”, aquí de verdad es un “¿por qué ese señor arrugado está pretendiendo que tiene 19 años y mueve sus arrugas de maneras inhumanas?” Da pena ajena. Pero, mucha. Me sentía mal por él. No podía dejar de pensar cosas como “¿tantas deudas tiene que se tuvo que rebajar a esto?” y me preocupaba por su salud financiera.
Como si eso no fuera poco, uno de los set pieces principales es cuando Stifler entra a un bar. Pero, esperen, es divertido, ¡porque es un BAR GAY! ¡Y ÉL NO SABE LO QUE ES UN BAR GAY! ¡EN 2004! ¡UN AÑO DESPUÉS DE QUE SE HICIERA POPULAR LA CANCIÓN GAY BAR DE ELECTRIC SIX! ¡NO ES ACASO LO MÁS HILARANTE!
Ese es el nivel de comedia que tenemos aquí, gente. Y, de nuevo, no es como si chistes como “¿a poco no estaría cagado que blink-182 estuviera en la computadora viendo un stream con un changuito en el hombro?” fueran grandes ejemplos de humor inteligente en las otras películas de la serie, pero por lo menos se tomaban la decencia de no durar 9 minutos.
Al final, después de, obviamente ser la causa principal de arruinar una boda que, no sé, podría haber sido un evento interesante en donde ver cómo los personajes principales maduran respecto a tener que ser adultos, dejando de lado sus ideales infantiles e intentando ver de qué manera van a navegar a través de sus vidas independientes, Stifler soluciona todo con un acto exagerado, improbable y que no balancea en absoluto todo el mal que realizó de manera consciente a lo largo de la película. Pero se esforzó. Así que, podemos concluir que es bueno. Y, por lo tanto, muy querible. Y se merece todas las recompensas materiales que el filme le quiera entregar. Como conseguir que la chica a la que estuvo manipulando durante toda la película para tener sexo le diga que, al final, si lo quiere.
No sé si el terrible guión que se armaron para este bodrio podría haber sido salvado por un mejor director, pero, definitivamente, Jesse Dylan no aportó nada positivo a la película. Qué bueno que ya se dio cuenta que no tiene habilidad para dirigir comedias y se convirtió en un productor más. Ojalá no le de una crisis de mediana edad y quiera volver.
También lee: Un documento llamado “Trivialidad superficial” (Pero que según es profundo, dicen) | Columna de Guille Carregha
#4 Tiempos
No serán de mi equipo | Columna de Carlos López Medrano
Mejor dormir
Me agradan las personas que inspiran a escribir, aquellas que en medio de una charla sueltan una frase, un recuerdo o una anécdota que actúa como imán hacia otra memoria, y a partir de ahí dejan abierto el camino para un texto. Personas cuya sola presencia, cierta manera de ser o de estar, levanta un entusiasmo, aviva el carbón del espíritu. Es reconfortante rodearse de ellas y dejar que los encuentros transcurran como quien acumula horas de vuelo hacia destinos dorados.
Desdeño, en cambio, a los seres que traen tizne, que parecen no encajar con la belleza ni con las bondades del mundo. Truchas de ánimo encañado, bermejo, siempre al borde del desagrado. No diré que los abomino —sería exagerado—, ni que los quisiera lejos del continente, pero es evidente que nunca serán de mi equipo. Apenas figuran como personajes circunstanciales en el libreto de mi vida: los que callan cuando el resto entona Las mañanitas en una fiesta con vela encendida, los que permanecen inmóviles cuando uno les desea salud tras un estornudo, los que se mueven al ritmo de la conveniencia. No me cuadran, sencillamente.
Está bien tenerlos ahí, como recordatorio de lo que no hay que ser, e incluso como consuelo en las horas más bajas: uno puede mirarlos y pensar que, al menos, no se ha caído a tales niveles. Hablo de ciertos compinches del declive de la civilización: los locutores de voz impostada, los que confunden el énfasis con la elocuencia y la cursilería con la virtud. Titiriteros de esferas huecas, flautistas que conducen hacia la nada. Peor aún es toparlos fuera del micrófono, cuando usan las mismas inflexiones engolosinadas para pedir un kilo de arroz o contar que les duele una muela. Habría que estudiar la salud mental de quienes se dejan seducir por semejantes fachas.
Tampoco me fío de los que cruzan la calle con demasiada frivolidad, convencidos de que todo el tránsito debe detenerse por ellos. Se habla mucho —y con razón— de los malos automovilistas, sobre todo de esos que, viendo a un peatón cohibido, aceleran en vez de ceder el paso. Pero habría que alzar la voz también contra los malos caminantes, esos que avanzan sin cortesía, inconscientes de que estorban, y que parecen no percatarse de la lentitud que imponen a los demás.
La vida en sociedad implica coexistir con lo ingrato. Nosotros mismos, sin darnos cuenta, ocupamos esa posición para otros que cargan distintos marcos ideológicos o estéticos. Y, aun así, todo tiene límites. Los padres que dejan corretear a sus hijos en un restaurante sin reparar en el estruendo, o los que abren un producto en el supermercado antes de pagarlo y entregan a la cajera unas papas fritas a medio comer o un yogur ya vacío con el que se manchan los dedos… son gente que no entiende la cortesía y, por tanto, tampoco serán de mi equipo.
La desesperación es un punto de encuentro entre todos ellos, canalizada siempre del peor modo: sin preocuparse por los demás. Una de sus formas más puras es la de quienes tocan el timbre de una casa con violencia, como si el mundo les debiera atención inmediata. La mala educación se revela en esos detalles, igual que en la exhibición impudicia de los hombres que deambulan en camiseta sin mangas, como si sus bíceps y sobacos no fueran un espectáculo por los que uno quisiera echarlos directo a un trapiche. La proliferación de sujetos que salen en pijama a las calles es otro síntoma de esta deriva: una época que ha renunciado a la decencia, y a la que no pido mucho, salvo que se acerque unos centímetros al pudor.
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#4 Tiempos
La UASLP: el parte de guerra | Apuntes de Jorge Saldaña
APUNTES
No, no hubo ni habrá regreso a la normalidad. Eso sería imposible. Después de la guerra o se reconstruye, o se aprende a caminar sobre las ruinas. Tras las semanas de una batalla intensa se regresó a clase, se recuperaron los espacios y se apaciguaron los frentes, pero no, la UASLP y su historia ya se escriben en otro capítulo. La Universidad ya no es la misma.
El episodio del viernes 17 de octubre al lunes 3 de noviembre será la herida de guerra que se llevará en el rostro el doctor Zermeño no solo para los años que le restan al frente de la centenaria institución, sino para el resto de su vida.
Los tambores de guerra ya resonaban en algunos corazones azul dorados antes de la detonación del viernes 17. Son antecedentes que, aunque no lo parezcan, importan, y es que no todos los miembros del Consejo Directivo Universitario estaban de acuerdo con la diplomacia y prudencia (para algunos interpretada como tibieza y miedo) con la que el rector alertó de las consecuencias de un impago por parte de gobierno del estado.
El argumento de la inteligencia y altura institucional de Zermeño fue sólido para algunas alas del CDU sobre todo tras la advertencia precautoria respecto a que por ninguna cantidad, se pondría en riesgo la vida de algún miembro de la comunidad.
En Palacio de Gobierno coincidieron. No había necesidad de enfrentamiento callejero, ni se deseaba, no obstante las contradicciones empezaron a brotar. Una cosa era lo que le daban como argumento al gobernador y otra muy distinta lo que probaron públicamente los medios al tener a la mano el convenio entre el Gobierno del Estado y la Federación.
Por más vueltas que le dieron a la madeja discursiva el hilo se les atoró en el cuello y por fin se tuvo claro -lo que ya era claro- pero que se resistían en Palacio a aceptar: que su secretaria de Finanzas estuvo siempre equivocada, el convenio es inatacable, contundente en las fechas, explícito en las cantidades, y firmado a tiempo. A maromas, se llegó a la realidad.
Junto al gobernador, quien supo leer la circunstancia fue el secretario general de Gobierno, Guadalupe Torres Sánchez, que llamó al equipo rectoril para comenzar el juego de a ver quién jalaba más la cuerda. El colmo de estos enfrentamientos fue cuando de emergencia se llamó a Zermeño una vez más a Palacio y le dieron la instrucción que, de los acuerdos, sería gobierno quien tomaría la palabra para hacerlo público.
Entre un vaivén de anuncios, y la decepción de algunos por interpretar que se cediera el control del tema al Palacio de Madero, al final no hubo mayor avance que el reconocimiento de la deuda en líquido, con retortijones discursivos que no faltaron.
Se juntaron los ingredientes: el jaloneo, un impulso latente de salir a las calles apenas contenido, el peso de una opinión pública que volteaba a ver como enemigo al gobierno por deudor y algunas salpicaduras de manifestación pública en Estomatología y Economía. Hubo condiciones, hubo antecedentes y vino la bomba: un detonante inesperado que cambió la narrativa.
Para el viernes 17 por la noche, el rector estaba enterado de un incidente grave y flojamente atendido: en las oficinas de la FUP en la Facultad de Derecho, tres amigos en la peda (porque eso eran) cometieron lo que se investiga como una violación que deberá investigarse y castigarse hasta las últimas consecuencias.
Entonces el escenario de la deuda dejó de tener espectadores. Fue un intermedio violento a una obra trágico dramática.
Los tambores de guerra se batieron, y es que (asunto que todavía no se explica quien esto escribe en más de 25 años de reportero…o mejor dicho sí me explico…) en media hora el expediente de una denuncia penal por violación llegó a dos redacciones, la del periódico Reforma y la del nuevo medio El Mañana de San Luis.
Lo ocurrido la tarde noche de ese viernes, entre chelas, churros, denuncia y su publicación, licuó todos los ingredientes para que se desatara un enojo contenido, y de lo que se alimentan las masas enardecidas es de tener un enemigo, aunque sea uno equivocado y así fue: en menos de lo que se destapa una cerveza, el enemigo no era gobierno ahorcándolos financieramente, sino la rectoría –esta y otras- a las que se les cobró la deuda profunda y dolorosa del acoso, del agravio añejo y nuevo contra sus alumnas, del inmenso rencor guardado en cientos de historias, todas repugnantes.
Con la venda en los ojos de la pena física, moral y emocional la turba se lanzó a las calles y con ello se abrió la ventana para los pescadores de agua turbia.
El rector tomó decisiones, y echó mano de lo que su autoridad le permite, pidió la renuncia del director de la Facultad de Derecho así como de la titular de la comisión que atiende esos casos, sin embargo no está entre sus facultades aprehender a presuntos violadores, tema estrictamente en manos de la Fiscalía.
Enviar ese mensaje costó algunos días. Si lo que los manifestantes exigían era la aprehensión del victimario, era a la fiscal a la que debieron exigirle pero no… para entonces (y tras una ausencia cuestionable del día de la crisis de Zermeño) ya se había metido Morena, ya se habían metido los porros del pasado a través de gorilas amaestrados y encapuchados “rompelotodo” que no responden a causas, respondieron al caos enfermizo de la cabeza de pseudo líderes que se creen todavía con feudos en la uni, y sí, también se metieron los grupos comandados por acomedidos, que sin mayor sustancia pensaron que harían un favor al gobernador generando desmanes.
Por la oficina del gobernador ni del secretario general no pasó ni se tomó una decisión violenta ni se fomentó la crisis. Al contrario, aunque eso no significa que se tomaron decisiones por la libre en otras oficinas de Palacio y que a nombre del mandatario se hayan liberado órdenes (asunto por demás grave).
Me atrevo a decir y sostener lo anterior porque el gobernador calcula, y si se mete en algo sabe por dónde salirse, es jugador de ajedrez con alma de tahúr: mide la jugada, pero lanza los dados.
Porque si desde Palacio de Gobierno se hubiera fraguado el asedio, los destrozos y la toma del Edificio Central, entonces hubieran tenido táctica, estrategia, una ruta de batalla, un segundo y tercer paso, pero no fue así.
Hacer enemigo público a Zermeño por ocurrencia es un asunto efímero, inútil y contraproducente para su gobierno con su discurso de paz y gobernabilidad, si a caso la afrenta entre rector y gobernador se hablaba en el idioma de tiempos y dinero, no de fuerza.
Pero con la crisis en las calles, las facultades tomadas y la información desarticulada, la única forma de reencauzar la narrativa y hacer que la turba estudiantil volteara a ver a la Fiscalía era anunciar que ya se había detenido al principal responsable.
Me consta que la UASLP tuvo la información sobre la aprehensión una noche antes, pero la desaprovechó y fue hasta el día siguiente que el gobernador la anunció muy temprano y con ello el panorama cambió.
(Cuestionable en cierta medida que el gobernador haya anunciado lo que le correspondía a la Fiscal, pero también es una prueba más de que el gobernador quería desactivar el conflicto y no fomentarlo)
El IFSE y otros personajes quisieron figurar aprovechando el conflicto, e incluso algunos medios dieron voz a personajes doloridos por su falta de pericia para hacer negocios. Todo eso fue pura paja y ganas de hacer el ridículo unos minutos.
Si gobierno (o mejor dicho los acomedidos del gobierno) no planearon el siguiente o los siguientes pasos, los arrimados de Morena (que no todo el partido, sino dos de sus integrantes más visibles), pues mucho menos. A los encapuchados porriles pues no se les puede pedir más, es suficiente darles su banana.
En adelante y por lo que responde a la universidad, hay que reconocer que se llevó todo el resto del parte de guerra y ganaron de todas, todas en el tablero instalado:
No se dejaron como Cuba, ni se agacharon a ningún imperio propio o externo. Resistieron como las viejas murallas y desplegaron estrategia, control de daños, y certezas.
Aunque muchos hubiéramos querido ver al rector Zermeño defender su castillo tomado, por suerte o estrategia evitó ser expulsado y exhibido públicamente y un día después de la tormenta salió de forma elegante, sin estridencias a hablarle a la sociedad y a su comunidad.
Se exhibió a los intrusos de los tres tipos, se blindó al alumnado con el uso de las credenciales, se hicieron acuerdos con cada facultad y de ahí se generó un documento público, salieron rápido a mostrar a una comunidad buena y resistente, bloquearon el flanqueo oportunista del IFSE al que volvieron a batear y por si fuera poco, gobierno les dio fecha de pago.
Hace mucho que no veía una operación así, con soldados que saben cuando sí y cuando no disparar.
¿Se llevaron una cicatriz en el rostro? Sí, pero de esas que dan honor. ¿Equivocaciones en el camino o de interpretaciones? También, pero nadie es perfecto y no es lo mismo ver los toros desde la barrera.
Si bien en términos de estrategia la UASLP pudo rehacerse y actuó con mayor habilidad, tras la tormenta no hay ganadores, ni perdedores, hay sobrevivientes, renacimiento y reconstrucciones.
Se le atribuye a Octavio Paz la frase “la muerte es la gran reconciliadora; todo lo que la vida separa, la muerte lo une” (muy acorde además a este mes de la celebración a la muerte).
La Universidad Autónoma de San Luis Potosí, tuvo que morir un poco para renacer, los templos se reconstruyen. Solo así se logran nuevos acuerdos con su comunidad, solo así se curan las heridas del pasado y se pueden desprender de la idea de que son una isla.
La universidad debe aprovechar para replantearse y reconocer que necesita aliados, no solamente enemigos, y no por interés sino por generar comunidad, porque el conocimiento y la verdad no sirven si no están al servicio del crecimiento de toda la sociedad a la que se debe y al mismo tiempo pertenece.
La autonomía no los convierte en una isla y mejorar los puentes de comunicación con otras instituciones no los hace vulnerables. Son sólidos y ya lo demostraron. El rector y el gobernador no son rivales aunque insistan (o les hagan creer a uno y a otro) que deben usar sus trajes de villanos necios.
La Máxima Casa de Estudios existe y ha existido gracias a una relación simbiótica con la ciudad y con el Estado. No se entiende a la ciudad y al Estado sin la UASLP y viceversa.
La universidad sobrevivió a una tormenta perfecta, gobierno hizo lo suyo con las capacidades a su alcance, y la comunidad, como todo el que vuelve de la guerra, no es la misma, pero sigue de pie y respirando, están en clase, las actividades continúan y eso también es un modo de vencer.
Las preguntas que no se ha hecho y urge plantear son: ¿Cómo se evitará una situación similar, de presión económica, para los próximos meses entre gobierno y UASLP ? ¿En qué términos se firmará el convenio 2026 entre Federación y Estado? ¿Cómo se blindará la Universidad para que con los 4 mil millones de presupuesto con los que cuenta, pueda administrarse de forma tal que no tenga que estar en aprietos decembrinos ni tenga que estar rogando al Estado por la liberación de los recursos?
Por lo demás, (que no es lo de menos) en alivio y combate a los dolores y heridas profundas en materia de acoso y seguridad, además de todos los acuerdos ya tomados, ya están por arrancarse foros de consulta. Seguramente habrá buenos resultados, que siempre serán perfectibles. Lo que no se puede soslayar es que por más sólidos que sean, estarán a merced de la kriptonita de todas las normas: la imprevisible condición humana. Esa que nadie prevé, esa que detona un conflicto físico, simbólico, institucional, histórico y moral cualquier viernes por la tarde.
Jorge Saldaña.
BEMOLES
GALLARDO Y GALINDO
En otros temas y aprovechando la frase Octaviana pacezca, también tuvieron que morir un poco los egos y los ataques entre el Gobierno del Estado y el Ayuntamiento capitalino. Ayer enviaron ambos mandatarios un mensaje de concordia en la sesión solemne de Cabildo a la que acudió el gobernador Gallardo. Ambos ganaron tiempo. Es muy temprano para autodestruirse.
¿LO TOPAS?
Pregunta para Carlos Arreola: ¿Quién es Luis Raúl Hernández Herrera?. Estaré muy al pendiente amigo porque ha despertado mi interés tanto el changuito como en su entrenador.
HALLAZGO
Para los muy interesados en los recursos propios de la UASLP, me encontré en la página de transparencia de la propia universidad, fechas, montos, cheques… También encontré que hay un despacho externo que los audita. Si los del IFSE gustan, les mando los links.
También lee: Gobierno y UASLP: sus enemigos se saborean los bigotes | Apuntes de Jorge Saldaña
#4 Tiempos
El surcador de los cielos potosinos, Alfonso Ledezma Zavala | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
Las actividades aeroespaciales en San Luis Potosí han estado presente desde la tercera década del siglo XIX, comenzando con los diseños de globos aerostáticos, por el profesor Balboltín en 1839, el diseño y construcción de los primeros aviones mexicanos al despuntar el siglo XX, la fundación de la Escuela Civil de Aviación en 1931 por Saturnino Cedillo y la creación de la Compañía Constructora Aeronáutica de San Luis Potosí que construyera las primeras piezas para avión en el país y que conformarían el avión Sea Triunfo Potosino en 1931 y en 1932 el Sea Teul, biplano construido en San Luis Potosí por dicha Constructora.
A finales de los cincuenta y principios de los sesenta inicia la época moderna de la aviación y de la investigación espacial potosina. En 1957 se lanza el cohete Física I en la Escuela de Física de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí y a principios de los sesenta se crea la que sería la segunda fábrica de aviones en San Luis potosí, la Lockheed-Azcárate, considerada la primera fábrica de aviones que hubo en el país, aunque en realidad siguió a la compañía potosina Compañía Constructora Aeronáutica de San Luis Potosí. En este inicio moderno de las actividades aeroespaciales estaría participando de forma activa y directa Alfonso Ledezma Zavala.
Alfonso Ledezma Zavala terminó sus estudios de preparatoria en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, justo para ingresar a estudiar física en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí al crearse esta en 1956, siendo así parte de la primera generación que estuvo conformada por nueve estudiantes de los cuales se titularían cuatro, siendo uno de ellos Alfonso Ledezma Zavala.
Como adelantamos, Ledezma Zavala fue uno de los personajes que participó en el diseño y construcción del primer cohete de sondeo mexicano el Física I que fuera lanzado en los alrededores de San Luis Potosí el 28 de diciembre de 1957. El 2 de febrero de 1958 se realizaría un nuevo lanzamiento para probar el sistema de recuperación del cohete, este lanzamiento fue promovido a nivel nacional asistiendo los periodistas para cubrir los detalles del mismo, poniendo en la palestra nacional las actividades de investigación espacial potosinas.
Después de estos lanzamientos, Ledezma Zavala parte a los Estados Unidos para tratar de culminar sus estudios de física, titulándose en la Universidad Estatal de Oklahoma; regresaría a San Luis Potosí incorporándose como catedrático en la Escuela de Física de la UASLP, aportando en la consolidación de la física en San Luis.
Siendo un entusiasta de los deportes formó el equipo de basquetbol de física que llegó a ser uno de los más poderosos de la universidad y que marcara toda una época, al ser conocido como “la ola verde”, que llegó a contar, tiempo después, con seleccionados nacionales de Chihuahua.
Ledezma Zavala sería el primer físico potosino en incursionar en la industria, al ser contratado por una de las nuevas industrias pesadas que se instalaban en San Luis de la que era accionista el expresidente de México, el general Abelardo L. Rodríguez, la fábrica de aviones Lockheed-Azcárate, la cual necesitaba personal técnico y en especial especialistas en física. La fábrica produjo algunas decenas de aviones para luego declararse en quiebra. En 1962 al cerrarse la fábrica Ledezma Zavala vuelve a los Estados Unidos a estudiar la maestría en física, para regresar en 1964 de nuevo a San Luis y continuar con su trabajo en la industria potosina, en esta ocasión en una fábrica de balas calibre 22, la Cascade Cartridge International, donde Alfonso Ledezma se ocupó de hacer estudios estadísticos del comportamiento de las balas, con fines de control de calidad. La fábrica contaba con equipo anticuado y Ledezma Zavala construiría equipo electrónico que requería la fábrica.
Alfonso Ledezma Zavala se convertía en el ejemplo de la necesidad de los físicos en el campo industrial y en las actividades de aplicación industrial, antecedente de los que ahora se denomina ingeniería física. Contribuyó de manera importante en la industrialización de San Luis Potosí, pues al cerrar también la fábrica de balas por el decreto de prohibición de venta de armas del presidente Diaz Ordaz a raíz de los disturbios estudiantiles del sesenta y ocho, continuaría en su empeño por impulsar la industrialización en su tierra natal, como el caso de la Empresa Siderúrgica de San Luis, entre otras.
A lo largo de su vida estaría combinando sus actividades prácticas con la docencia en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.
Alfonso Ledezma Zavala, recordado como el físico potosino pionero en la industrialización de San Luis Potosí y el protagonista en los inicios de las actividades aeroespaciales en San Luis Potosí y México.
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