Se reportaron caídas de árboles y severos “encharcamientos” en vialidades importantes
Por: Roberto Mendoza
La Ciudad de México y su vecino, el Estado de México, experimentaron, una jornada de caos y afectaciones generalizadas debido a intensas lluvias, consideradas como “atípicas” por las autoridades y especialistas, que pusieron a prueba la infraestructura urbana de la zona más poblada del país. Los eventos se han clasificado como de “Alerta Roja” e incluso “Púrpura” en ciertas demarcaciones, indicando un nivel de precipitación superior a los 70 milímetros en 24 horas, lo cual es significativamente muy alto.
Las consecuencias fueron inmediatas y graves. La movilidad, pilar de esta megalópolis, se paralizó. El Sistema de Transporte Colectivo Metro implementó “marcha de seguridad” en al menos siete de sus líneas, lo que redujo drásticamente la velocidad de los trenes y generó aglomeraciones masivas. A nivel vial, las principales arterias como Viaducto, Circuito Interior, Periférico e Insurgentes se vieron anegadas por encharcamientos que alcanzaron niveles críticos, varando vehículos y provocando un intenso tráfico. Las afectaciones se extendieron hasta el Estado de México, donde el Mexibús y el Mexicable también sufrieron interrupciones.
Más allá del transporte, la lluvia provocó la caída de al menos 10 árboles y más de 63 encharcamientos. La alcaldía Iztapalapa reportó la inundación de 40 viviendas. La situación, descrita como parte de los “meses más difíciles” y que se ha repetido varias veces este año, ha rebasado el promedio anual de lluvias desde la mitad de la temporada, lo que subraya la naturaleza extraordinaria de este fenómeno. Estos eventos recurrentes reflejan la vulnerabilidad de la infraestructura citadina frente a un clima cada vez más extremo, según ha señalado el Instituto de Ingeniería de la UNAM, poniendo en evidencia la necesidad de un nuevo enfoque para el futuro en materia de gestión hídrica y planeación urbana.
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